A la enfermedad del miedo adulto, el propio adulto la cura me dio, promete y prometía, que solo siendo adulto yo sabría cómo vivir la vida. Me dijo: “-La fórmula te cuento y presta mucha atención, a tus ambiciones ponle alas y a un ancla ata tu corazón, al niño encierra en un cuarto, mientras tu juegas a ser mayor”.

Tomé coraje y miré para adentro un día. Descubrí a un niño triste, aburrido, que me esperaba todavía. -«¿Porque lo dejé ahí?», me preguntó. Le dije, «-por varias razones quizás… falta de tiempo, trabajo», y cuanta otra excusa que requería la ocasión. Luego de un suspiro, mitad angustia, mitad alivio, me pidió que lo levantara, presintió la urgencia de mis palabras y ganándome de mano, agarró mi rostro y a los ojos me miró, me dijo: -“Ahora que te veo bien no se si jugaba a ser tu, pero siempre te veo por las ventanas del alma que también jugas a ser mayor. No estoy acá siempre, cuando ríes veo de nuevo la luz, cuando te diviertes me sacas a pasear. ¿Puedes jugar conmigo a veces un ratito?, ya no merezco tu olvido, y ya no precisas mi perdón”…

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS