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Marthilde

09/11/2021

357

„ Y cuando alguna vez estés perdido y no tengas rumbo fijo, juega al “qué haría otro si estuviera en mi”… (…) persona con la que compartas energía (…) „

Ahí te encontrás buscando energía y cuando te hallás desnuda frente a toda la realidad que te está alterando; con el encierro frágil que abruma día a día que te hace creer que estás entera, es ahí, en ese preciso momento, en el que más deshilachada estás.

Buscas habitar todo, cada sensación, cada palabra. Momentos que duran más de un día habitual, porque esa risa que crees que te arma en realidad te destroza y se convierte en una lágrima, un llanto recargado de identidad. Naciste con un número que nunca le diste sentido alguno, porque tuviste que aprender a memorizar otro, para darte vida nueva en un espacio distinto. Bastaba una pregunta sola para intentar descubrirte; simplemente ese juego ridículo en el agua, fue suficiente para alterar un alma desbordada.
Crecer entre la dulzura y el amor.

Madurar entre huellas dactilares que cada vez se aplastan y se desfiguran, que brillan en cada momento y que, con cada mirada, pareciera que las manos te duelen y es ahí cuando intentas trazar con ese color algo que te arme. Por eso, te encontrás una vez más despojada de todo; con el mar y el cielo.

Sos el sol y el agua.

Es ese verde que con primarios, se mezclan en silencio y son pocos los ruidos que te inspiran, esos que te incitan a la promiscuidad con tus propias polaridades y entre ellas tu propio Dios, ese lenguaje que estás aprendiendo a dominar, ese idioma que no sabes controlar, que cuando lo queres desprender de vos, simplemente grita miedo. Esa garganta que raspa y duele. Ese sonido que te dice que seas lo que quieras. No puede haber cordura para eso. Una vez más „cuando crees que conoces todas las respuestas , llega el Universo y te cambia todas las preguntas„ me cito esa creencia porque la veo mi realidad.

Y vuelvo a jugar, y vuelvo a sentir ese carraspeo que te irrita, te hiere, simplemente porque habló y te dijo lo que no queres oír: hacé lo que sientas.

Lo que ahora siento, duele, pero uno de mis “yo” me está pidiendo que lo escriba, que lo apueste porque en una vida anterior tuve miedo, porque hice lo que amé y construí lo que necesité, pero los pies quedaron atados en esa tierra, lo naufragué en ese navío porque me estaba dando libertad.

Lo viví porque lo sentí, pero en la era anticuada que una vez más quedó varada y me dio una nueva chance de maquetar todo con detalles, con futuro incierto.
Y busqué placer en ese amor, en ese que no fue, que dio mi fruto y sin embargo, no lo era, porque esa cena no era la que yo quería comer.

Las indicaciones no eran claras porque nadie me dijo cómo lo tenía que hacer y ahora tengo esa ventaja, porque me crearon para escupir.

Es extraño porque me siento una extranjera en mis sinapsis, cómo puede ser que no encuentre esa frontera que me delimite una identidad.

Cómo es posible tener que reiniciar y poder construirme otra vez.

Y es cuando regresas, porque toca hacerlo alguna vez. Y descubrís que ante el mar todo es menos pesado y esa lucha gravitatoria desaparece. El tocar se vuelve cauteloso; el pensar comienza a hacer imaginación frente a un espejo sin pudor de tocar lo que me pertenece; el acabar termina siendo el placer que algún Dios, una vez más, no pudo sentir; que los cuerpos pasan a un segundo plano y que el barullo enlentece a tu alrededor; ellos se encuentran, se conectan y se desean. Esas manos juegan y vibran para tener un orgasmo a tu nuevo mundo ideal.

Ese holi hindú que nos prometemos y es ahí, donde siento cómo resurge todo, porque hasta el mínimo silencio o esas palabras que no pueden ser y que solo hablan a través de gestos, me están dando lugar a un presente y explotan colores, para darme espacio a esta primavera escondida que está brotando y… uff.

Esa presencia te pide que enlaces con o sin raíz, que tomes todo esa fermentación con toda compañía posible.

El corazón comienza a definirme, porque la decisión difícil también es bella.

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