Mi estómago grita desde sus entrañas.
Mi cerebro que se desconecta de su conciencia, y empieza a jugar con mis sentimientos.
Maldita máquina defectuosa, no controla sus movimientos.
Ahora estoy con lágrimas en mis ojos, con miedo en mi pecho y debilidad en mis brazos.
Poner tu felicidad en manos de una persona, nunca es bueno, pero quién hace entender a este terco corazón.
Solo tu voz puede calmar este pesar.
Larga noche sin vida alguna.
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