Tenía todo a su alcance para ser feliz; sin embargo no lo veía. Su ceguera temporal ante los sucesos la hacía indiferente e insulsa. No era algo que pudiera manejar, tampoco necesitaba hacerlo; para que cambiar? Si ella en su niebla oscura se entendía como a nadie.

Cada 2 meses ella moría, pero no lo hacía de forma física, solo que su alma se desprendía de su cuerpo. Se enfocaba en lo que no había visto, en las cosas que no tuvieron importancia en su momento para luego darse cuenta de que si lo eran. Eso le llevaba tiempo, tiempo del que carecía, porque no era invisible y tampoco viviría para toda la vida.

Era una bomba de tiempo, la gente que la rodeaba intentaba aprovechar los momentos para pasar tiempo con ella, pero cuando llegase el día 59 ya todos sabían que iba a desintegrarse y desaparecer. Por eso, vivía de instantes, intentaba colarse en las vidas ajenas para cumplir el objetivo que la envío allí. Una palabra de aliento, causar sonrisas en rostros de gente desconocida, darles color a su vida gris y fuerzas para seguir. Todo eso llevaba un gran desgaste; así es como ella enfocaba toda su personalidad y sus fuerzas para que el resto se sintiera mejor, sin importar que con la llegada del segundo mes, enfermara para luego dejar de estar.

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