En tu estricta soledad no parece haber fisuras; no se ven desde afuera, no parecen estar. No llegue el día en que una sola de ellas crezca. Te destruirá.
Lucha inútil la tuya, pretendiendo que solo te bastas; nadie puede.
Es que estás entre otros que mucho se te asemejan y eso ya te define.
No lo entiende quien no está dispuesto y bien harías en agachar un poco tu cabeza y reconocer lo común de tu factura.
No te creas, no prediques lo que tu orgullo vano redacta.
El tamaño del ser aumenta en compañía; no hay mérito ni provecho en la soledad.
Bien te haría drenar tu soberbia; crecerías de inmediato.
No aprendiste a sonreír, a perder el tiempo, a ser simple.
Edificaste sin bases. ¿Cuánto tiempo se te ocurre que podría durar tu construcción?
Poco viviste y poco aprendiste.
No tomaste riesgos y no obtuviste las ganancias que esconden.
Mezquinaste latidos y tu corazón quedó pequeño.
Lo mal hecho necesita ser deshecho. Y reconstruido. ¿En eso estás? Porque hay tiempo. Siempre lo hay.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS