Querida Juventud;

aquí estoy escribiéndote estás Líneas para agradecerte y pedirte perdón.

 Reconozco que duramente mi trayectoria en vez de brindarte cariño te maltrate. Pocas fueron las veces que aprecié las lecciones qué quisiste enseñarme mediante esas piedras las cuales tropecé vez tras vez. 

Entiende por favor, apenas mis rodillas comenzaban a fortalecer, apenas mis pies empezaban a marcar huellas y mi alma ignorante era. No es que no te apreciaba, simplemente era que todavía no sabía lo valiosa que eras y lo mucho que te iba a añorar.

Juventud, o mejoro llamada: “Divino Tesoro” …

Disculpa mi arrogancia, no me juzgues por favor.

Miremos el lado positivo de toda esta historia. Gracias a que en el lodo me ensucié, gracias a qué con la pared choqué, gracias a que con piedras tropecé, hoy lo de color oscuro lo veo claro.

 Hoy aprendí lo que es el autocontrol. Hoy no dejo que el mundo me dé vueltas y se aproveche de mi ignorancia, más bien con el conocimiento adquirido yo saco lo mejor de este mundo.

Hoy puedo llorar sin desvanecer y hoy me pueden dar mas de mil puñaladas sin yo ser derrumbada.

Hoy mis rodillas son más fuertes, hoy mis pies hacen mas que huellas, hacen memorias.

Hoy mi alma es más fuerte que ayer, pero a la vez se deja moldear como el barro si tiene un buen alfarero.

Juventud;

 Gracias por brindarme los años más bellos pero aterrantes, difíciles pero posibles, agotador pero ligeros, corrientes pero maravillosos, enloquecedor pero beneficiosos.

Gracias por no acortar mi tiempo y brindarme la oportunidad de nadar en tús maravillosas aguas.

Querida Juventud, no tomes mis palabras escritas como una despedida, ya qué imposible seria olvidarme de ti; arraigada estas en cada línea envejecida de este cuerpo, en cada suspiro de nostalgia, felicidad y anhelo.

Estas en cada sonrisa, en cada viaje, en cada memoria, en cada latido de este corazón inquieto.

Solo quería decirte…

Gracias y lo Lamento.

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