La reinante desesperanza de un adolescente

La reinante desesperanza de un adolescente

La noche llegaba, y con ella, la simple desgracia de los recuerdos malditos por el tiempo y nunca olvidados. Esos recuerdos que provocaban cosquillas en el ya profundo dolor de su alma. El arrepentimiento golpeaba a la puerta de su corazón y derribaba la barrera que, día a día, tanto le costaba construir. Deshecha por la insoportable realidad, ahogaba sus penas de la única forma, al parecer, eficiente; se dejaba llevar por el fuego de la pasión y la lujuria. Pero al despertar cada mañana, no podía evitar la amarga invasión de la culpa. La culpa de saber que su vida no le pertenece, solo la lleva a cuestas sin poder controlar sus acciones. El día transcurría y su único deseo era que nunca terminara. Con el alma deshecha y el corazón destrozado, caminaba por las calles sin rumbos ni horarios. Sin una tumba en donde caer muerta, se alimentaba de su melancolía y bebía de su llanto, Nunca conforme con sí mima y creyéndose ingenua por la espera de algo mejor, se sumergía en mares de desesperanza y trivial ira. En ríos negros se sentía, siempre errante y distante, sin poder apiadarse de nadie. Se describía desagradable y poco amable, siempre insoportable. Sin creer en que la bondad exista en su corazón, la desdicha de saber que nunca una lágrima de compasión atravesó su rostro y sin una sincera amistad, solo se dejaba hundir por la desesperación. De boca en boca y sin piedad, nunca dejó de confrontar con aquellas personas a quienes sabe puede ganar. Cuando una noche oscura el orgullo tocó a su puerta, desafiante lo dejó entrar. Desde entonces todos lo días eran iguales, nunca una palabra de apoyo ni muchos menos reconfortante. Amargada y desbordada por el odio, del que nunca se pudo alejar, lidiaba en los días con la simple soledad. y entonces, la noche llegaba, y con ella, la simple desgracia de los recuerdos malditos por el tiempo y nunca olvidados…

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