Espurio maldito condenado a la eternidad,
maléfico embrague de deseos intermitentes
y desenlaces finitos, almas rameras insasiantes
de risa superflua y vanidad absoluta.

Tremendo cúmulo de pieles torcidas y confusas
columnas frágiles de arena compactada,
telaraña eléctrica emocional tan dependiente.
Quietud que como cristales estáticos reflejamos
junto con el miedo y la tempestad absurda disfrazada de ideales,

¡Soberbio querubín de quietud infernal!
Bostezos mortales que te ensalzan
como espectador absurdo y culpable.

Nico «Clown» De Large

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