Así
como mi vida,

mi
alma, mi corazón

entero,
así mi poesía.

Sin
la altivez del vocabulario,

sin
la pretensión del vocablo,

sin
la presión del día a día,

sin
la emoción vívida de ver

y
saludar al amanecer.

Todo
se me quedó grande o pequeño,

madre,
nunca en un punto intermedio.

Interludios,
fragmentos, prólogos:

toda
poesía es una falsa vestimenta.

Un
ojo que mira su destrucción.

Un
sueño que se observa.

Así
nuestra poesía,

así
nuestro corazón,

así
nuestra vida entera.

No
quedan reservas cuando

todo
se ha malamente derrochado,

en
circunstancias anómalas.

Borrachos
o sobrios, de taberna en taberna,

entraremos
en el palacio por el que nunca

se
entra, pues de él jamás se salió. Malditos

somos,
pues buscamos una salida ininterrumpidamente.

Sin
darnos cuenta de que esa salida

está
en nosotros y no fuera.

©

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS