LOS PAGA PEOS.

LOS PAGA PEOS.

Chemonio

09/10/2021

*LOS PAGA PEOS*

Mi abuela me contó, con gran asombro de mi parte, que su abuela le habló de “los paga peos”, al leer esto, la mayoría de los lectores recordaran el muy generalizado término venezolano, usado para referirse a quien es culpado por algo que no hizo, “Fulano pagó el peo”, o sus equivalentes, ya no tan criollos pero sí muy usados por nosotros, “pagar los platos rotos” o «el chivo expiatorio”, éste último también con su otra acepción, “Chivo elegido por los judíos en sus fiestas de las expiaciones para descargar sobre él las culpas de todo el pueblo”.

Les hablaba de mi asombro con el cuento de la abuela de mi abuela, imagino hacia 1840. Pues bien, yo conocía el termino y hasta lo habían usado en mi casa y en mi barrio, con la clásica pose de inocencia, “¡Ah!, ¿Voy a pagar yo el peo? “. Sin embargo, aquella querida viejita, quien llevaba con orgullo, Blanco como segundo apellido, fue quien me dio a entender el verdadero origen de la expresión.

Resulta ser, durante la época colonial, que desde 1571 existía una disposición (Leyes de Indias) que prohibía a las mujeres, como mulatas y negras, la utilización del manto (mantillas) cuando asistían a los servicios religiosos. Así pues, eran solo las señoronas blancas quienes podías usar dicha prenda en la misa, dando origen en Venezuela desde el siglo XVII, al término mantuana para definir a éstas aristócratas de raza blanca, nacidas en América, pero descendientes de conquistadores españoles. El vocablo, primero mantuana y ya luego mantuanos, se mantuvo en uso hasta el siglo XIX.

Estas grandes damas, nuestras mantuanas, iban a misa acompañadas de esclavos, uno de ellos, probablemente una esclava, dará origen a la expresión «el paga peos” pues los flatos, pedos o peos de la dama durante la misa (cosa que parece generaban con cierta frecuencia) inmediatamente eran achacados a dicha esclava. Mi abuela, le agregaba, de manera muy jocosa por cierto, los supuestos gestos y palabras de la dama dirigidos al pobre paga peos, “¡Jesús!, coscorrón mediante a mi cabeza, a muchacho cochino.”

Quizá hoy, como nunca antes, éste «paga peos» se hace presente en Venezuela, y aunque bien caben: “pagar los platos rotos” o el de “chivo expiatorio”, ambos me dejan cierto sabor a duda, algo así, y aún más allá de la inocencia implicada, como el de no poder ver ni comprender de manera directa otra prueba que las palabras.

Ah, pero es cosa diferente cuando el olor es percibido y comprendes y ves (mejor hueles) la acción, ineludible la culpa; estoy sentado a su lado desde hace mucho rato y veo los resultados con nitidez absoluta en cada fingimiento y coscorrón. Los he venido viendo con pasmosa lástima, en todas las áreas: la depauperación, la miseria, la improductividad, la insalubridad, la estupidez y la más desagradable y profunda de todas, la corrupción.

En algo menos de 20 años y mucho antes de cualquier plato roto, el deterioro y el declive han venido manifestándose con matemática expresión.

Quizás por ello y más allá de “sanciones”, diferidas con abismal distancia en el tiempo a los resultados del peo y sus efluvios, hoy más que nunca en lugar del esclavo a quien culpar, los nuevos amos del país, cacarean y culpan al Imperio y a muchos otros del gran flato en el que han convertido a la patria del mantuano Simón.

Chemonio.

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