El reencuentro de un gran amor

El reencuentro de un gran amor

El reencuentro de un gran amor.

El amor aún continúa.

María Eugenia Cano

Dedicado a esos bellos recuerdos

Hace dos años que no he tenido noticias de ella, no quise llamarla para exigirle una explicación del por qué me dejó así y allí, sin un motivo. Su carta dejó claro que no quería que la buscase, y que dejara todo así como esta, que lamentaba mucho dejarme ir.

No he podido olvidar ese momento, en el que ella me entregaba su amor, pero de un día a otro ella solo partió para nunca más volver, sin dejar señal alguna de su existir.

Hoy después de dos años vuelvo al mismo lugar donde ella me abandonó. Entré al hotel dando un profundo suspiro recordando tristemente la última vez que estuve aquí, donde me encontraría con mi amor, ese amor de toda una vida que llevaba esperándolo tener, y, que finalmente entrar a ese cuarto descubriría que ella se marchó minutos antes de que yo llegara, dejándome su adiós escrito en una carta.

Aunque la odie por eso, el amor que le tengo es más fuerte que el odio que siento al recordar ese día, y al final creo haber comprendido del porque me dejo, ambos pertenecemos a otros corazones, otras vidas, y creo que si pasábamos juntos un tiempo, después nos arrepentiríamos de haberlo hecho.

Aquella vez ella me dejó pago un tur, tur que íbamos hacer junto a turistas y conocidos, yo no conocía a nadie pero con el pasar del tiempo llegamos a conversar y después de horas viajando en el autobús de un lugar a otro recorriendo toda la ciudad de Salta, Valles y Quebradas llegue a conocerlos.

Macanudas personas, un matrimonio ya de una edad avanzada de unos casi 70 años él, y ella unos 65 aproximados, fueron los que llamaron rápido mi atención, en un almuerzo en un paraje “El Aujero” en Cachi, ellos contaron cómo se conocieron, fue gracioso, se conocieron en la escuela, cuando él dijo eso, agache mi cabeza moviéndola en negación y sonreí, dejavu me dije por dentro, y al levantar la vista vi que su esposa lo besaba, se veían muy enamorados, contó que llevaban 25 años de casados, y que este viaje era para celebrarlos, porque ellos tuvieron su luna de miel aquí, y era aquí donde querían celebrar sus bodas de plata, ya que quedaron enamorados de esta hermosa provincia, y es que es así, yo también amo esta provincia.

Contaron que ambos eran novios en la escuela pero él abandonó el colegio debido al fallecimiento de su padre y por tal motivo tuvo que ponerse a trabajar junto a sus hermanos en la granja donde ellos vivían, ella no podía ir a verlo ya que no tenía permiso de salir de casa después de clases, y para cuando ella llegó a la adolescencia sus padres la mandaron a estudiar a la ciudad, ambos hicieron sus vidas, formaron sus propias familias, aunque nunca se olvidaron uno del otro, cada tanto ella volvía al pueblo donde él vivía, pero nunca se cruzaron.

Después de varios años él había enviudado y crió a su única hija solo.

Años más tarde su hija ingresaría a la universidad de medicina y para ello debía de vivir en Buenos Aires, una vecina le dijo que su hija también quería estudiar en Buenos Aires, y que sería bueno que alquilaran algo juntas, entonces no se pensó mucho y se pusieron en campaña de buscar un alquiler para ambas. Curioso fue el destino que el departamento que encontraron para alquilar, era el de ella, —cuando nos vimos fue muy lindo— dijo él —volví a sentir lo mismo que sentí por ella cuando éramos jóvenes—, se me hizo un nudo en la garganta, tuve que levantarme de la mesa y salir un rato a tomar aire, no quise parecer irrespetuoso y dije que iría al tocador, creo que mucho no me creyeron, dado que el tocador quedaba en dirección opuesta a donde me dirigía.

Afuera había una hermosa vista y como llevaba conmigo la cámara fotográfica que ella había dejado olvidada en aquella habitación, me puse a tomar fotos del paisaje, minutos más tarde se acerca una muchacha, con las mismas intenciones, la de tomar imágenes del lugar.

— ¿Es hermosa Salta en esta época, no crees? —Me dijo ella.

—Sí, muy hermosa, en realidad es hermosa todo el año— le respondí.

—Soy Elena— dijo ella presentándose estrechando la mano.

—Thomas— le respondí. Hablamos un poco de todo ese día en lo que fue el recorrido.

En este viaje traje su cámara de foto, ahora ya es mía, aprendí mucho de este hermoso artefacto, ya que no conocía mucho de cómo usarlo más que apretar el botón de encendido, el de sacar foto, y el uso del zoom fue toda una anécdota, en fin, he investigado y aprendí mucho, y ahora voy a poner todos mis conocimientos en práctica. Me pregunto si ésta era la profesión de ella, en la memoria interna tenía unas imágenes espectaculares, nunca quise enviárselas por correo, me había causado mucho daño el hecho de abandonarme aquel día, ella tampoco las reclamó.

Comencé con mi hazaña experimental como fotógrafo amateur por la ciudad de Salta. En lo que me dirigía hacia la ciudad recibo el llamado de mi hija, era para avisar que iría a dormir en la casa de una amiga y que dejaría la casa con las alarmas puestas. Es toda una mujer adulta y responsable. Desde que su madre y yo nos divorciamos ella fue mi gran compañera, su madre solo tomo sus cosas y se fue de casa, nunca me di cuenta que las clases de gimnasia y zumba a ella no le daban resultado, pero sí que la hacían muy feliz, y en fin como se darán cuenta el profesor de gimnasia era bueno, tan bueno que se quedó con mi esposa, no tengo nada que reprocharle, yo también tengo algo de culpa, quizás no le di la atención que ella se merecía y en los últimos tiempos de nuestro matrimonio mi mente estaba en otro lado, en otro mundo, y Carol quiso quedarse conmigo.

Comencé por la plaza 9 de julio, hermosa y pacifica plaza, tome fotos de esa maravillosa glorieta sobre la calle zuviria, siempre me llamó la atención los naranjales que están plantados en la vereda, llenos de jugosas naranjas, nunca vi a nadie tomar una de ellas, tome varias fotos de ellas también y en una toma tuve la suerte de tomar justo cuando una de esas naranjas caían al suelo, estrellándose sobre él, me acerque a tomar una foto de cerca, pensé que estaría magullada, pero no, estaba intacta, y no podía dejarla allí, sería un desperdicio y entre que caminaba y seguía tomando fotos de las palomas revoloteando sobre la glorieta, pele la naranja guardando la cáscara en los bolsillos anchos del pantalón, y cada tanto tomaba una foto y comía los gajos deliciosos de aquella naranja. Cruce la plaza para tomar más de cerca a la basílica, pase junto a un cesto de basura donde vacíe los bolsillos, tome fotos desde varios ángulos, y desde allí divisé el museo de arte, — iluminado de noche se ve majestuoso — me dije; ya la había recorrido de noche y es que están bella esta ciudad que no podría recorrerla en un solo día, debería de estar una semana para tomar fotos de cada rinconcito histórico y añejo que posee, y a pesar de que he estado en varias oportunidades no me detuve a fotografiar la ciudad, y mucho menos con una cámara como ésta. Hace dos años cuando vine por última vez para estar con ella, y tome su cámara para fotografiar los valles, las tomas no salieron muy bien, y no fue hasta mucho después que se me dio por investigar de cómo usarla, tome un pequeño curso de fotografía con un fotógrafo profesional, y en fin hoy estoy aquí nuevamente, decidí volver para disfrutar Salta con otra mirada.

Cruzando nuevamente la plaza para tomar fotos al Cabildo, hermoso, bien cuidado, — ¿qué bello habría sido en aquellas época? — me pregunté. Único, aún conserva su estructura original.

Cuando vi la hora note que ya eran pasados el mediodía y mi estómago me lo hizo saber con el borborigmo que hacía, busque un lindo restaurante donde almorzar algo ligero y luego partir al cerro San Bernardo, quisiera tomar unas fotos desde el mirador; siempre he visto la ciudad de noche desde allí, pero hoy quiero ver la ciudad de día, esta noche tengo que volver temprano al hotel ya que mañana parto hacia Iruya, no sin antes hacer varias paradas y quiero tomarme varios días de ruta para disfrutar de cada lugar, pueblo y paisajes.

Fui a un restaurante, Doña Salta, Elena la chica que conocí en el tour hace dos años, ella me lo recomendó, no me dio detalles de cómo era el lugar, solo que lo visitara, y bien, aquí estoy, hermoso, cálido y — ¡vaya que si es lindo! — lugar antiquísimo, paredes con ladrillones y piedras, añejados que aún conservan la estructura colonial, paredes decoradas con cueros, escudos, rebenques, cuadros y una que otra ornamenta de algún toro mañero.

Pedí seis empanadas de carne, quién no comió nunca una empanada de carne salteña no conoce de sabores — ¡mierda! — me queme el paladar con un pedacito de papa, era tal el hambre que tenía que la devore de dos bocados, acompañe las empanadas con una deliciosa y fría cerveza “Salta”, cual otra si no. Mientras deleitaba las empanadas tome la cámara para ver las fotos que he tomado, esta sí, esta no, esta tal vez, y así fui clasificando las casi doscientas fotos, haciendo zoom en una que me había llamado la atención una turista que también estaba tomando fotografías en la otra punta de la plaza, en ese momento en la plaza no me percaté de que estuviera alguien más fotografiando la ciudad, pero aquí en esta imagen está, y quise verla de cerca, como las fotografías fueron en secuencias en una se puede apreciar su rostro, — ¡Rayos, mierda! — Dije escupiendo un pedazo de empanada que estaba masticando con tanto afán, —no puede ser— y acerque más el zoom, era ella. — ¿Es posible que estuviera aquí? — me pregunté sin entender lo que estaba viendo en esas imágenes. Tomé mi teléfono, entré en el Facebook y la busque para saber si subió algo en su portal, fue en vano, la busqué en Instagram, Twitter, y tampoco, no la busqué en los estados del whatsapp me bloqueó de sus contactos y aparentemente me borro de todos lados.

Termine mis empanadas la cerveza y mientras me comía un rico queso y dulce como postre, pensaba en como buscarla y volví a mirar nuevamente las imágenes, me llamo la atención la correa de su cámara, pues era de color turquesa, tal como tenía esta cámara, me puse a pensar que en aquel momento me pareció medio raro tener una cámara con una correa de ese color y se las cambie por las clásicas negras, pero no la había tirado sino la había guardado en el cajón de mi cómoda, tome el teléfono llame a Carol con el deseo de que estuviera en casa, no atendió, le deje un mensaje “avísame cuando estés en casa”.

Luego de salir del restaurante me dirigí al cerro San Bernardo, desde que salí del restaurante hasta que llegue al cerro no deje de buscarla entre la gente, deseaba encontrádmela. Subí al teleférico y comencé a hacer tomas de diferentes puntos, creo que ni los turistas asiáticos toman tantas fotografías cómo yo, hacer foco en algo que está en movimiento no se me hace fácil, pero soy un fotógrafo amateur, ya clasificare las tomas por la noche cuando regrese al hotel.

Una vez en lo alto del cerro, no sé cómo explicárselos pero es tan bello, ver toda la ciudad desde aquí, inmensurable, parece chica porque se puede ver toda Salta capital, pero déjenme decirles que no lo es, puedo describirles lo que veo, y puedo explicarles lo que siento pero sólo visitando Salta podrán entender de qué les estoy hablando; es sumamente emocionante, y bien lo describe Emilio Viñals en su poema,

… Admira la hermosura de esta ciudad y valle,

De la típica calle con encajes de hierro,

Ve aquella cruz del cerro y en la cruz los fulgores del sol que se levanta,

para besar las flores de la ciudad que encanta…

¿Hermoso, no es cierto?

Acá arriba la brisa es muy poca, hoy por ejemplo hace unos 35°C y la humedad que hay, me hace estar todo transpirado y realmente sentir el calor es asfixiante, pero no me demore mucho allí arriba, tome las imágenes necesarias disfrutando del lugar y luego descendí caminando, el descenso fue maravilloso, por donde mirara veía naturaleza pura, bajando lentamente disfrutando la vista, y contemplando todo el bello paisaje, divise una Charata, me quede quieto para poder tomar una foto del bello ejemplar, no es común su avistaje, yo he tenido suerte. Creo que era a mitad de camino cuando vi una parejita de pajaritos hermosos “Fueguero común o Piranga Flava” su canto fue lo que llamó mi atención y luego su hermoso color, rojo como el fuego, me senté sobre un árbol que llevaba años tirado, pues tenía líquenes añejos y hasta helechos, pero no me importo ensuciarme el pantalón con los musgos; lejos del bullicioso ruido de la ciudad, ahí no se oían, y de repente ella volvió a mi mente, — ¿dónde estaría?.

Ya al terminar de bajar del cerro, y salir del sendero pedregoso, cruce a la plaza donde se encuentra el monumento al General Martín de Güemes, tome pocas imágenes ya que es mejor visitarlo de noche o casi al atardecer, es un bello lugar para volver antes de regresar a Buenos Aires, tome un taxi hasta donde deje el auto en cercanía a la plaza 9 de julio, antes de volverme al hotel comprare algunos víveres para llevarme al viaje hacia Iruya, me llevará varios días, y no me traje nada de provisiones, para saciar el hambre por si me agarra ansiedad de algo dulce o salado, ya veremos en el camino.

Al llegar al Hotel le comunico a Horacio el administrador de este que dejare la habitación por la mañana temprano, Horacio sonríe y me dice —este año son varios los que vienen al concurso de fotografía— me tomó unos segundos en entender sus palabras, y solo dije —ha, no, no vengo al concurso; yo me dirijo a Iruya mañana por la madrugada — mientras firmaba la libreta de recepción, veo algo de color turquesa que colgaba del bolcillo de Horacio, me llamo la atención, era una correa igual a la que tenía anteriormente la cámara fotográfica de Mery; no quise ser impetuoso en preguntar en donde la consiguió, tome la cámara que había dejado apoyada sobre el escritorio de recepción, mis llaves y le di las gracias a Horacio por su hospitalidad y la buena atención que he recibido, Horacio agradeció y me deseo un buen viaje y que volviera pronto, nos estrechamos las mano y me dirigí a mi habitación a descansar.

No dejé de pensar en lo que Horacio había dicho sobre el concurso de fotografía y los que habían venido, deje mis cosas sobre la cómoda y volví a la recepción, — Horacio perdone mi atrevimiento pero, ¿entre los que vinieron al concurso y se hospedan aquí, está una fotógrafa llamada Mery Stuard? — Horacio me miró fijo, inerte ante mi pregunta; —discúlpeme señor Loupas, pero no puedo dar información sobre otros huéspedes— bajó la mirada y leyó el libro de hospedaje y meneó la cabeza afirmando que ella estaba hospedada aquí, y luego dijo — ¿entendió lo que le dije? — Sonreí de felicidad al ver que él también sonreía, y pregunte — ¿qué número le gustaría jugar a la lotería? Hice esa pregunta para que me dijera en qué habitación ella estaba hospedada, y su respuesta fue muy desafortunada, hizo que mis emociones valla de a mil por segundo a querer salir corriendo a mi habitación y romper todo, ella ya se había ido.

Con los ánimos por el suelo volví a mi habitación para darme un baño y después ir al comedor del hotel a cenar. Llevé conmigo la laptop y me senté afuera, la noche estaba serena y cálida. Pedí unos sándwich de miga, unas aceitunas, maníes y una cerveza bien fría; si bien estaba un poco alicaído no quise pensar en ella, sólo me dediqué a clasificar las fotos.

Cuando ya había terminado de cenar y comencé a ver las imágenes, se acerca Horacio trayendo consigo dos cervezas, una para él y la otra para mí — corre por cuenta de la casa— dijo apoyándola frente a mí, se lo agradecí gustosamente.

—La mujer que usted está buscando, no se fue del hotel definitivamente, volverá mañana por la tarde— dijo Horacio destapando la cerveza que trajo para mí.

—ha ¿no? — quedé unos segundo pensando o mejor dicho digiriendo mis emociones, ya comenzaba a sentirme nuevamente emocionado con ganas de salir tras ella. — ¿usted no sabe a dónde fue? —.

—Lamento desilusionarte nuevamente pero no me ha dicho dónde iba; pero mire — el me mostró un folleto donde tenía puntos de encuentros, localidades, lugares y parques, sitios que deberían de visitar y fotografiar para entrar al concurso, — esta noche habrá lluvias de estrellas fugaces y muchos irán a Chorrillo a la Quebrada del toro, el amanecer allí es asombroso, si se fija bien otros de los puntos es san Antonio de los cobres, las Ruinas de Tastil, todos sobre la misma ruta; ella salió a las cinco de la tarde aproximados, no creo que vaya a otro lugar por el tiempo que le llevará llegar hasta allí, y dijo que volvería mañana por la tarde, otros lugares le llevará más tiempo para recorrer, ¿no cree? — dijo Horacio y tomó un sorbo de su cerveza.

Miré otro de los lugares cerca y vi Cerro Malcante, eso le llevará todo un día no creo que haya ido ahí, Iruya también estaba en el lugar pero eso le llevará mucho tiempo también, me tome unos minutos leyendo el folleto y me dije a mi mismo “otra vez me vas a tener jugando a la búsqueda del tesoro” —ella me regalo esto— dijo Horacio y me mostró la correa turquesa con un gracioso llavero, era una cámara en miniatura. Estaba por hacerle otra pregunta cuando suena mi celular; era Carol, me excuse y atendí el celular.

—Hola pa´, estoy en casa vi tu mensaje ¿Qué querías? —.

—hola corazón, ¿Qué pasó, no era que ibas a dormir en la casa de una de tus amigas? —.

—sí, pero luego decidimos venir a casa, es más grande y vamos a estar solas, ya que vos estás de viaje—.

—Está bien hija—.

— ¿Querías algo? —.

— ¡Sí!, ve a mi habitación y en el primer cajón de mi cómoda busca una correa de color turquesa— mientras hablaba, ella buscaba en mi cajón la correa.

—ok, ya la tengo—.

— ¿Dice algo la correa, tiene alguna marca? —.

—Sí, dice Estudio MS está algo borroso pero creo que dice eso—.

—Gracias hija, eso es todo besos, te amo—.

—Besos pa´, yo también te amo—.

Mientras hablaba con Carol Horacio se había levantado de la mesa saludándome bajito y sobre esta dejo una tarjeta, era de Mery “Estudio fotográfico MS” decía.

Tomé mi laptop, la tarjeta y me dirigí a mi habitación, una vez ahí googleé el nombre de su estudio, busqué en su Instagram, y vi sus últimas fotos subidas recientemente. No saben que triste me sentí que en una de sus fotos subidas eran de la plaza 9 de julio en donde claramente estaba yo en ella, mi tristeza o bronca es porque ella sabía que yo estaba allí y aun así no se comunicó conmigo, antes de googlearla estaba dispuesto a ir en busca de ella, pero ahora al ver estas imágenes me siento un idiota; seguí viéndolas y en la última decía “el mundo es un pañuelo, y en él, ambos estamos juntos” sentí nostalgia y la bronca había disminuido aunque me duele que ella no se haya contactado conmigo. Estaba guardando todo para dejar preparado antes de salir y veo que habían más fotos subidas, eran de hace unos minutos, subió una que era de algún lugar en la carretera donde se veía el atardecer ya muy caída la tarde, casi de noche apenas un hilo de luz sobre el profundo horizonte desliñado por sus altas montañas y una frase “mi primer noche de lluvias de estrellas, y no hay a nadie a mi lado”.

Me tomó solo un minuto en salir de esa habitación, he ir trás ella.

Llegue antes de medianoche, habían muchos autos al costado de la carretera estacionados, aparentemente se encontraban varios fotógrafos, tal como me había dicho Horacio, el lugar es una boca de lobos, pero en diferentes puntos a lo alto a no más de cien metros, algunos agolpados y otros más separados, ¿Cómo lo sé? Es simple, una vez que apague las luces del auto y mis pupilas lograron dilatar por completo y enfocarse en la oscuridad del entorno se podía ver, no con claridad absoluta pero podía ver a las personas algunos tenían sus celulares prendidos otros una pequeña linterna de campaña que sólo iluminaba el piso en donde estaban, y por la luminosidad de las estrellas, eran tantas y el cielo estaba completamente despejado que se podía apreciar con claridad la vía láctea.

Cuando miro hacia arriba he intentado reconocer a Mery se me hizo casi imposible, no podía verles los rostros, habían muchos fotógrafos, y sabía que tenía que subir hasta donde estaban ellos, no sé qué fue lo que me llevó a pensar en que iba a ser fácil encontrarla; estuve pensando cómo buscarla mientras subía la cuesta, cuando me llega un mensaje “espero que hayas traído café o agua caliente” decía, — ¡carajo! — ¿Cómo supo que era yo? Le respondí que me dijera en donde se encontraba, y su respuesta fue casi una burla “arriba”, tenía ganas de dar media vuelta y volverme, pero en fin no quería parecer un cobarde y subí, una vez allí arriba grité con fuerza “¡Mery donde estas!” para que todos me escucharan, algo que era innecesario, dado que nadie estaba hablando en voz alta, solo algunos pequeños murmullos se podían oír, a lo que casi por completo el total de los presentes me dijeron con fuerza “¡arriba!” y luego la carcajada. Mire hacia arriba y veo una pequeña luz ultravioleta de una pequeña farola, una de esas que son para matar mosquitos, polillas y moscas, y con la linterna de mi celular alumbrando por donde pisaba llegue hasta ella.

—Henos aquí— dije parandome frente a ella, ella se acercó aún más, tomó mis manos se las llevó detrás de su espalda reposándolas sobre su cadera, colocó sus manos sobre mis hombros y dijo muy suave —henos aquí— y luego me beso.

Nos besamos apasionadamente; deseaba volver a verla y besar esos bellos labios, tocar y acariciar su cuerpo; nos sentamos uno junto al otro, ella reposó su cabeza sobre mis hombros y dijo— ¿No es bello este lugar? ¿No crees que es hermoso? —mientras miraba el horizonte estrellado — Gracias por estar aquí —, a pesar de que sentía un poco de bronca por haberse ido hace dos años, y nunca me dijo por qué lo hizo, no quise romper este momento único. —sí, es hermoso ¿Por qué estás aquí arriba de todo, y no allí abajo junto a los otros? Pregunté mientras acariciaba su espalda por debajo de su camisa.

—Traje mi telescopio para tomar imágenes de alguna estrella fugaz cuando éstas pasen, está adaptado a una cámara y cuando pase alguna estrella sólo tengo que presionar este botón y la cámara comenzará a tomar fotografías, y cómo llegué primera pude elegir el mejor lugar, — alzó la cabeza para mirarme y darme otro beso. — y también por qué tenía la certeza que vendrías y aquí arriba tendremos más intimidad—.

Hice una pausa, estaba por preguntarle por qué no me habló esta mañana en la plaza si ella ya me había reconocido, y entonces ella se para da unos pasos y toma una manta que tenía sobre una roca y la colocó sobre mi espalda —está haciendo frío— dijo y se volvió a sentar junto a mí y ya no quise hacerle esa pregunta.

La primera estrella fugaz pasó alrededor de las dos de la madrugada eso fue asombroso, era la primera vez que veía una estrella fugaz y luego pasó otra y otra, los otros fotógrafos que estaban tomando fotografías le gritaban a Mery preguntándole si había capturado esas imágenes, en su laptop que tenía sobre un pobre banco hecho con rocas planas vi las tomas, maravillosas no sabía que era tan profesional en esto.

— ¿Son todos conocidos? ¿Ósea se conocen entre ustedes?

—Sí, esto es como toda profesión, todos conocen a los mejores, el tema es si los mejores conocen a los novatos o al que le está pisando los talones. Ayer almorzamos en Cachi, y nos fuimos presentando, en el grupo está Igor Arndt de National Geographíc, está Andrew McCarthy aficionado hace estragos en las redes con sus imágenes de los cielos nocturnos, y bueno están los mejores y, por último yo —. Ella sintió y su rostro se iluminó con su sonrisa.

—y como es que te conocen a ti, googlee tu estudio fotográfico y tu cuenta de Instagram y no vi que trabajarás para ninguna revista importante; eso sí, subiste unas fotos asombrosas dignas de recibir algún premio— ella se acerca lentamente pone sus manos por detrás de mí cuello me da un beso y dice.

—Les dije que iba a venir alguien sumamente importante preguntando por mí, y les dije que gritaran “arriba”, cuando tú lo hicieras, nunca me imaginé que saldría tan, tan perfecto— ella sonrió.

Pasaron un poco más de las tres de la madrugada y comencé a tener mucho frío y ella estaba más que congelada, los abrigos y las mantas no era suficiente para abrigarnos, el clima aquí es muy cambiante por la noche son muy frías y por el día el calor es agobiante esta zona de altas montañas es casi desértica y justo en la quebrada pasa el viento húmedo y frío que proviene del pacífico y al cruzar la cordillera el aire se enfría y se vuelve húmedo por lo que el lugar ya se estaba volviendo brumoso.

—Bien, esto es todo por ahora— dijo ella cerrando su laptop, y comenzó a guardar sus cámaras, telescopio y un montón de lentes.

— ¿Ya está? ¿Nos vamos?— dije feliz tomando un buen impulso para levantarme del suelo frío.

—Si, al menos por lo que resta de la noche— dijo ella con una pequeña mueca en su sonrisa.

— ¿No volverás al hotel?—.

—No, traje una tienda, la tengo armada junto al resto de tiendas, están del otro lado de la carretera, pero temo a qué si tú te quedas, tendrás que dormir muy apretadito junto a mí, la tienda es algo pequeña, ¿sabes?— dijo ella con esa mirada cautivadora y perversa.

Acercándome hacia ella, tomando su cintura, puse mis manos frías bajo su ropa acariciando su bella piel—No importa, hace frío y nos podemos pasar calor corporal— dije finalizando con un apasionado beso.

—Oh, con un beso así, dan ganas de ir al hotel—.

— ¿Y que nos impide?—pregunte posando mis manos en su trasero apretándolo hacia mi pelvis, en la que estaba comenzando a tener una pequeña erección.

—mmm, bajemos y nos vamos, tu puedes ir adelantándote, yo tengo algo que hacer primero—.

— Okey, ¿te ayudo con tus bártulos?—.

—No, no es necesario, ve adelante alumbrándome el camino —.

Cómo yo dejé el auto al comienzo de la cuesta subí primero a mi vehículo, ella siguió sola hasta el suyo, había bastante luminosidad debido a que varios ya se estaban marchando en sus vehículos.

Cuando estaba por tomar carretera, Mery me detiene y me hace entrega de la llave de la habitación, —ve primero, luego te alcanzo— dijo y me obsequió un beso mordiéndome la parte inferior del labio.

Al llegar a la habitación note que sobre la mesa habían dejado enfriándose una botella de champagne, dos copas una caja con bombones, y sobre la cama dos juegos de toallas y dos batas, supongo que Mery habría llamado para pedir este servicio, pero volví a salir de la habitación para constatar de no haberme equivocado de habitación; estaba en la habitación correcta, me desvestí y entre a ducharme nuevamente, quería estar prolijo para Mery. Al salir de la ducha entra ella y al verme en bata un poco abierta insinuando mi desnudez, ella deja sus bártulos en un rincón de la habitación y me dice — excelente, me ducho y prepárate para una noche inolvidable— sonríe mientras se desviste y al entrar al baño, y verla desnuda de espalda quitándose la cola que sujetaba su cabello, le preguntó — ¿Mery por qué me dejaste solo sin ninguna explicación, y luego me borraste de tu vida?—.

Ella hace un medio giro de cintura y por la abertura del arco del brazo que hacía éste, ya que sujetaba su cabello me dice— ¿quieres escuchar la respuesta ahora y arruinar este momento o por la mañana ?—.

Y noté que su voz templó y dije —cuando estés a gusto, pero quiero saber por qué— entró a la ducha sin voltear.

No sabía qué hacer para entrar en ambiente y hacer que éste momento tan, tan esperado sea inolvidable.

Y vi que la caja de bombones tenía un pequeño moño, se lo quite y me senté sobre la cama, le puse el moño a mi “herramienta” por no decir a mi pene bastante erecto, y me quedé sentado reclinado como modelo de slip de Calvin Klein. Al salir ella desnuda secándose el cabello y al levantar la mirada ve su regalo esperando sobre la cama —¿qué pasa no te gusta el regalo?— pregunte insinuándole mi “herramienta”, —me encanta — fue su respuesta y se abalanzó sobre mí, fue muy lentamente dándome pequeños besos por todos lados mientras se iba acercando a mí boca, ella se sentó encima mío introduciendo mi pene dentro de ella, me sentía algo nervioso, pero con muchas ganas de hacerle el amor; acariciaba y besabas sus senos, ella se movía lentamente, meneándose adelante y atrás, la tome por la cintura y di un impulso para ponerla boca arriba debajo mío, sin que nos separasemos, le pregunté si quería algo rápido y placentero o lento y gustoso, no dijo nada sus manos arañándome la espalda y sus fuertes gemidos de placer me hacían notar que estaba en un punto de excitación cerca del orgasmo, me detuve un segundo, y la puse en posición de perrito hablando coloquialmente, tome su cabellos no tan fuerte, eso me excita y ver su figura de espalda mucho más, tomar su trasero con las manos apretándolos y el vaivén del coito no nos demoramos mucho en llegar al clímax, dado el cansancio de no haber dormido en casi 24 horas y que ya no éramos adolescente o veinteañeros, el momento fue asombroso, el relax posterior hizo que quedáramos dormidos a los pocos minutos.

El sonido del obturador de una cámara hizo que despertara; entre abrí los ojos y vi una hermosa silueta al final de la cama, ella estaba sentada con las piernas entre cruzadas, tenía puesto un camisón de seda rosa viejo con un encaje negro en la zona del pecho, le quedaba sexy, — buenos días querido y viejo amor— dijo ella disparando nuevamente la cámara, y un profundo recuerdo y añoranza, dado que a lo largo de dos años espere volver a escuchar esa frase.

—Buenos días hermosa— dije reincorporándome. Tenía una charola junto a mí, ella había traído el desayuno a la cama, — ¿Qué hora es? — pregunte, y note que afuera había un hermoso día esperándonos para disfrutarlo, y se podía escuchar que algunos niños disfrutaban de la piscina.

—Son casi el mediodía, pedí el desayuno, no sabía qué es lo que te gusta por eso pedí un poco de todo— dijo ella volviendo a tomar otra fotografía. — sé que no tengo perdón por haberme ido y no decirte nada aquella vez; había llegado asía dos días, fui al cerro de la virgen a pedir por un milagro, en realidad a que se cumpliera en caso de existir una posibilidad, o que Eduardo partiera sin llevar un tratamiento largo y doloroso, no quería que siguiera sufriendo; cuando nos enteramos que padecía de cáncer nos afectó a todos en la familia, estuvo bien con el tratamiento por mucho tiempo, pero una noche se descompensó, los médicos dijeron que el cáncer había hecho metástasis en casi todo el cuerpo. El viaje a Salta lo tenía planeado hacía varios meses con la hermana de Eduardo, unos meses antes ella no quiso viajar y para ser franca yo tampoco quería hacerlo, y fue cuando tu apareciste en mi vida. El resto ya lo sabes, pero esa noche aquí antes que llegaras recibí un llamado, lo habían internado a Eduardo de urgencia, no había vuelos a Buenos Aires hasta la tarde así que tome un vuelo a Córdoba y de ahí a la Capital llegue un poco después del mediodía, Eduardo falleció dos horas más tarde — Dijo ella secándose las lágrimas de los ojos.

—Lo siento mucho, lamento mucho tu perdida pero no entiendo ¿porque no me lo dijiste? Yo te hubiera entendido — me acerque a ella y le seque una de las lágrimas que caían sobre su mejilla, la abrace poniendo su cabeza sobre mi pecho —lamento haberte hecho pasar por ese recuerdo, no tenía idea de ello—.

—Está bien, la culpa es mía por no habértelo dicho en su momento, y no hablemos más del tema, comamos algo que se nos está haciendo tarde para el viaje ¿Por qué si vamos hacer el viaje a Iruya, no? — dijo ella apartando la cabeza mirándome con una pequeña sonrisa

— ¿Cómo sabes que tenía pensado ir a Iruya? Yo no te lo he mencionado —.

— Tengo mis informantes — ella sonríe aún más levantándose dirigiéndose al baño dejando caer su camisón.

No necesitaba hacer más preguntas, sabía que Horacio era el informante y pensándolo bien creo que él ayer se acercó a mí y me dio toda la información porque ella lo planeó todo. Me pregunto ¿Qué hubiera pasado si no iba a la quebrada del toro anoche?

Entré a ducharme junto a ella, y no podía no tentarme dado que comenzamos a besarnos y sentí las ganas de hacerle sexo oral, me arrodille puse una de sus piernas sobre mis hombros y comencé a besar su vagina, introducía mi lengua y succionaba su clítoris, ella esta excitada, levante la mirada y vi que lo disfrutaba mucho, sus manos estaban aferradas, una a la cortina de baño y la otra a la baranda anti deslizamiento, logre que llegara al orgasmo, me reincorpore he hice que volteara, la lluvia de la ducha caía sobre su espalda, algo que me vuelve loco y no hice más que penetrarla y una vez más disfrute de este bello momento.

Mientras comíamos algo de frutas y guardamos todo para emprender el viaje hacia Iruya, Mery me pregunta — ¿viniste en auto o en avión de buenos aires? — Quedé algo pensativo, no entendía a qué se debía esa pregunta y respondí — en avión ¿Por qué lo preguntas? — y vi que ella sonreía cerrando su maleta.

— Bueno supongo que habrás alquilado el auto aquí—.

—Sí, ¿Por qué? —.

—Okey, tendrás que llamar a los que les alquilaste y decirles que vengan a buscar su auto, yo vine en el mío desde buenos aires— dijo ella sonriendo arqueando una de sus cejas.

—Pero la Duster está excelente es casi nueva ¿podemos ir en ella?—.

—Oh, sí, anoche vi que tienes un buen gusto, pero no es por presumir pero la mía es más grande, y no me importaría dejarte manejar—.

— ¡ha! ¿Sí? — Me acerco a ella, la tomé entre mis brazos y después de un delicioso beso de pasión le dije—y qué tan grande es la tuya—.

Ella sonríe y dice —ya verás—.

No sé si odiar o acostumbrarme a sus acertijos. Y llame a la agencia de alquileres de autos para que vengan por el vehículo.

Mery me tira las llaves de su auto y me dice —ve llevando las maletas a la camioneta, es una negra— la mire y no hizo falta preguntar la marca el llavero decía Dodge, la miré desconfiado. Si seguro que es más grande, y mientras iba por el palier del hotel me iba preguntando qué tan vieja será la camioneta, dudo que sea nueva, Mery no tiene pinta de ser una mujer que maneje “naves espaciales”. Cuando llegué al estacionamiento, quede con la boca abierta, había dos vehículos solamente, la Duster, la Duster que yo manejaba y la “nave espacial” RAM Dodge Laramie, me acerque a ella y mientras lo hacía, apretaba el botón de la alarma, una y otra vez, esta se activaba y desactivaba, no existía dudas de que sí pertenecía a Mery. Dejé las maletas en el suelo, subí a la nave, me senté y tomé el volante «no me importaría dejarte manejar» eso fue lo que dijo Mery, y ya estaba saboreando el camino a Iruya en esta bestia.

Mery ya estaba subiendo las maletas, morrales y otros bártulos que ella llevaba consigo, —Si no la pones en marcha, nunca llegaremos a destino— dijo Mery sentándose a mí lado.

Tomamos la ruta nacional 9, esta conecta la ciudad de Salta con la capital de Jujuy, San Salvador, y de ahí por esta misma ruta hasta Purmamarca. Decidimos quedarnos ahí a pasar la noche y mañana con más tiempo retomar el viaje.

Estaba disfrutando el viaje junto a ella, es como un sueño, encontramos hospedaje en Hostería Terraza de la posta, no bajamos todo de la «bestia» solo lo necesario para ducharnos y cambiarnos. Una vez que nos acomodamos, decidimos ir a recorrer el pueblo, y por primera vez pudimos tomarnos de la mano, abrazarnos, besarnos sin sentir culpa alguna. Hace un día que estoy disfrutándolo todo con ella, pero siento que llevo una vida junto a ella y me siento cada vez más enamorado, no quisiera que acabe nunca este momento.

Estaba cayendo la tarde y las montañas se pintaron de rojo fuego, el cerro de los siete colores se veía majestuoso y Mery tomó su cámara y comenzó a tomar fotografías yo llevaba la mía y no puede evitar tomar fotos de ella, el sol le pegaba de frente iluminando la lente de su cámara en donde se reflejaban las montañas, ella se ve hermosa con el pelo suelto y su sonrisa es cautivante. Sonríe todo el tiempo y en el camino estuvo cantando todo el recorrido, zambas y chacareras, eso sí, si mañana vuelve hacerlo juro que… mejor no lo menciono, estoy enamorado de ella y cante lo que cante lo tolerare.

Después de recorrer un poco los alrededores, se nos vino la noche, cenamos en La Diablada, pedimos Lomo de llama a La Diablada, ella pidió vino blanco varietal, y yo pedí cerveza, en el mismo restaurante había un contingente de turistas franceses, el lugar estaba repleto, y sonaba música folclórica norteña y un comensal sacó su violín, se puso a acompañar una chacarera, a la que unos turistas franceses se levantaron de la mesa y comenzaron a bailar, Mery tomó su cámara y fotografió ese momento, luego la dejo sobre la mesa y se puso a bailar con uno de esos turistas, quede impactado, la veía bailar y disfrutar del baile con tan afán, obvio que tome imágenes de ese momento.

Después de pasar una noche formidable, en dónde vi a Mery feliz disfrutando del baile de la hermosa danzas norteñas argentinas, y me vinieron recuerdos de cuando bailábamos en la escuela, en que la profesora de folclore nos enseñaba a bailar el «gato», tengo que reconocer que en aquellos años y siendo que estaba muy enamorado de ella, me daba muchos celos no ser su pareja de baile, pero esta noche, ame a esa mujer que no temía bailar con cuan quién le pidiera una pieza de baile.

…Entre chacareras, cuecas, y zambas,

Su sonrisa es la que llama,

Candidatos a ella no le falta,

Y entre pieza y pieza con todos baila,

Revolea su pañuelo, y con mucha seducción

Ella baila la zamba…

Nos venció el cansancio, y a pesar de que tenía ganas de hacerle el amor, el sueño me dominó. Dormimos juntitos, abrazado a ella por su espalda, de tanto en tanto acariciaba sus senos, como verificando que fuera cierto y no un sueño de que estuviera durmiendo a mi lado.

Sentía que mi sueño era más que un sueño, y abrí los ojos y constate de que no era un sueño, tenía a ella prendida en mi “herramienta”, su lengua vivaz fue lo que me despertó, y su suave y peligrosas manos acariciándome, —Mery detente, si sigues estallare—.

—Ayer fue por mí, hoy es por ti— dijo ella acelerando su propósito.

Y estallé en un profundo placer eufórico. Ella se levanta y se dirige a ducharse, yo me quede remoloneando en la cama, aunque sabía que debíamos salir temprano si queríamos llegar a Iruya antes del mediodía.

—Date un baño, yo regreso enseguida— dijo ella, antes de salir a saber que, yo no pregunté, estaba tan cansado que tenía ganas de seguir durmiendo, pero bueno como dice el dicho “A quien madruga, Dios lo ayuda” y vaya que a mí me ayudó bien temprano.

Retomamos la ruta 9 en dirección a Humahuaca queríamos hacer un párate allí. Mientras nos dirigíamos, Mery tomaba fotos de todos lados, sobre todo a los cardones, llamas, cabras y otros bichejo que habita el lugar; de tanto en tanto no podía dejar de observarla, pasamos por Tilcara, era un pueblo que estaba en mi lista y me desvié del camino para ir a recorrerlo.

Una vez que cruzamos todo el pueblo y siguiendo el contorno del río en dirección a la garganta del diablo. Dejamos la camioneta al costado del camino, y de ahí comenzamos nuestro recorrido a pie hasta la garganta y cascada del diablo, lugar imponente nos tomamos fotos juntos por primera vez, ella se sacó su chaleco de fotógrafo profesional, se descalzó y así nomás se metió debajo de la cascada, estaba feliz; debido a lo fría que se encontraba el agua sus pezones se erizaron y me sentí deseoso de besarlos. Cuando se me acerca no pude no sentir las ganas de abrazarla, y la tomé entre mis brazos y después de un apasionado beso, ella me dijo —te amo—.

Seguimos nuestro camino, hasta la Quebrada de Humahuaca, otro lugar maravilloso, merecedor de visitar y recorrerlo, sus cerros de diferentes colores, cobres, rojizos y hasta violáceos. Lo recorrimos en dos horas, ella no quiso parar a almorzar en ningún parador, quiso seguir el camino ya que Iruya quedaba a unas dos horas y media con suerte. Pasando Iturbe sobre la ruta 13 a unos pocos kilómetros Mery decidió bajar a tomar fotografías de un pequeño hilo de agua que cruzaba la ruta, quiso entrar a campo traviesa en dirección al nacimiento de este pequeño afluente. Nos bajamos a unos dos kilómetros, ella bajo consigo una manta y un canasto de mimbre, me pidió que bajara las cámaras.

Mery colocó la manta en un lugar plano, sacó del canasto un vino, Uraqui Minero merlot, único vino orgánico y estacionado en cava de una mina abandonada, y una viñas de Uquia. Hizo un pequeño estanque lo bastante grande para colocar la botella de vino y los dos porrones de cervezas. Yo tomaba fotos del paisaje y de ella, en el canasto trajo una tabla la colocó en el medio de la manta y debajo de esta cuatro piedras; hermosa la mesa. Trajo un queso de campo, uno de cabra de la zona, una longaniza y un jamón serrano, aceitunas y dos copas. Una vez que terminó con lo suyo, pone la cámara en el trípode y me dice, —es un bello lugar y hermoso momento para no capturarlo y tener un recuerdo de ello —.

Todo muy lindo Mery, pero te olvidaste del pan—.

—No, acá está— dijo ella sacando un pan tan grande como la mesa precaria que priorizo Mery. Sonreí y descorché el vino, serví en las dos copas, ésta vez quise acompañarla con esta buena cosecha. —Buena elección, no sabía que te gustaba el mundo fotográfico — dijo tomando he inspeccionado mi cámara de foto, supuse que ella no se dio cuenta de que era la suya.

— Mery ¿es broma? Es tu cámara—.

— ¿mía? ¿Y cómo es que tú la tienes?—.

— La dejaste olvidada en el hotel la primera vez, cuando nos íbamos a encontrar—.

— ¿Y hasta ahora me lo dices? ¿No pudiste haberme llamado para decírmelo?—.

La miré fijo, y largue esa ira que llevaba dentro por dos años — ¿¡Me estás jodiendo!? ¡Te fuiste sin decirme porque, solo escribiste una carta y es todo! ¡Maldición Mery, me borraste de tus contactos, me bloqueaste las llamadas, me borraste de tu vida sin decirme porque! ¿Y aun así, me regañas por qué no te llamé? ¡Me dejaste solo! ¿Qué pretendes que hiciera? ¡No iba a salir corriendo detrás de ti, y tú lo dijiste en esa carta, ambos pertenecemos a otras vidas, maldita seas, era un hombre casado y aun así me aventé para estar contigo! — me levanté y me fui a caminar, pero a los pocos metros volteé y vi que Mery estaba llorando, me excedí un poco pensé, pero no, no dije nada malo, y volví con ella, no dije nada, sólo me senté en mi lugar.

Mery toma la copa la mira y de un sorbo se toma todo el vino que tenía, toma la botella se sirve y vuelve a tomarse todo el vino, se quita las botas de montaña que traía, se quita el short la camisa vaquera y se queda desnuda en ropa interior, pensé que estaba un poco ebria pero cuando se puso frente a mi sentándose sobre mi pelvis dije — wow, Mery — y me callo la boca con un beso, entre el franeleo que ella hacía con el movimiento de su pelvis no pude resistirme, corrí su braga he introduje mi pene dentro de ella, en lo mejor del acto, ella se levanta se pone su short la camisa y se sienta nuevamente en su lugar, no entendí lo que había sucedido.

Al cabo de unos minutos Mery se levanta, toma la cámara que había dejado en el trípode y me dice — no quiero que esto quede en la memoria— y borra lo que había estado filmando, — ¿sabes? Cuando Rocío y Amparo eran niñas y se peleaban, y tenía que separarlas y no se disculpaba una con la otra, yo preparaba el postre favorito de ambas y hasta que no se disculparan y reconocieran sus errores no habría postre para ninguna, y cuando finalmente lo hacían tenían su recompensa y doble ración—.

Quedamos en silencio unos minutos.

—Thom, lamento mucho haberme ido y no haberte dicho el motivo, y haberte borrado de mi vida, pero ya me sentía muy culpable por haber engañado a mi esposo, y peor aún, haber planeado un viaje contigo sabiendo que él estaba muy enfermo —.

No dije nada solo la mire y me dije por dentro, «ahora sí que la regué», me había dado cuenta que no fue lo que dije por qué ella se molestó conmigo, sino como se lo dije y por haber maldecido.

Me levanté le ofrecí mi mano para que se pudiera poner de pie, la tomé entre mis brazos la abrace fuerte; luego le tome su barbilla para que me mirara y le dije — soy un idiota, lo siento mucho, lamento haberte dicho lo que dije no fue mi intención insultarte, lamento haberte gritado no debí haberte gritado de ese modo, es más, no merecías que te gritara de ningún modo, te amo Mery — y la bese con todo mi ser; esa tarde hicimos el amor dos veces. Mery dijo “doble ración”.

Finalmente llegamos a Iruya, ya estaba cayendo la tarde y nos fuimos en lo alto del pueblo, Mirador el cóndor, dejamos la “bestia” al pie del sendero ya que solo se puede hacer este a pie; y después de una hora veinte de caminata aquí estamos contemplando lo bellísima que es, Mery estaba muy emocionada ya que deseaba muchísimo conocer este lugar, el sol se estaba poniendo y pequeños rayos traspasaban algunas nubes, se veía esplendoroso. Antes de que se haga de noche en su totalidad descendimos. Se nos hizo la noche y pequeñas luces en lo bajo comenzaron a iluminar el pueblo. Nos hospedamos en el hotel Iruya, en la punta opuesta de donde nos encontrábamos. Luego de darnos una ducha salimos a recorrer el pueblo, conocer la noche Iruyense. Llevamos unos cuarenta y pico de edad y la verdad que después de haber tenido una tarde muy candente, y la caminata al mirador, nos ha dejado con poca fuerza en las piernas, a pesar de tener buen estado físico el apunamiento lo sobrellevamos gracias a los té de coca* que hace Mery, aunque Mery esta algo cansada no quiere dejar nada sin ver o fotografiar, sus calles son empedradas y de veredas muy cortas, “calles angosta, calle angosta, la de una vereda sola” decía la letra y se me quedo pegada tarareándola por lo bajo mientras volvíamos al hotel, por una buena cena y un buen descanso, sé que mañana nos espera otro día por vivir, eso sí a Mery no se le ocurre tener sexo nuevamente, porque mi físico esta con las baterías bajas, aunque pensándolo bien un mañanero cortito no me vendría mal.

Mery me despertó con un dulce beso y me dijo muy despacio al oído — iré al mirador de la cruz a fotografiar el amanecer, nos encontramos allí en una hora, quiero que vayamos a un lugar—.

Remoloneé unos minutos, bueno veinte, y otros veinte en alistarme e ir hasta donde Mery me esperaba. Al salir del hotel no sabía si ir a pie o en la “bestia” ya que ella la dejo en el estacionamiento, pero como ella dijo que quería ir a un lugar, pensé en ir en ella, para no volver, me dolían las piernas de tanto caminar.

Llegue hasta donde se encontraba Mery, la tome por sorpresa por la espalda, ella pegó un grito tan fuerte que hizo eco entre las dos montañas, creo que la he asustado de enserio, porque giró y me golpéo en el hombro tan fuerte que ahora no solo me duelen las piernas, el hombro también.

Sujetaba a Mery por la espalda abrazándola, tenía el mentón en su cuello mirando el hermoso amanecer que se pronuncia en la bella Iruya, un manto dorado descendiente desde las montañas iba ahuyentando la sombra nocturna con la que escondía al pueblo, sus antiguas casas de adobe comenzaban a calentarse con el cálido resplandor del sol. Y pronto el sonido del campanario de la iglesia dio comienzo a la misa.

Mery me propuso conocer San Isidro, un pueblito tan antiguo como este, pero más pequeño; queda a unos 8 kilómetros río abajo.

Cargamos el termo con agua caliente, compramos unas tortillas y masitas para ir deleitando con el mate* en el camino, este se lo puede hacer a pie o en vehículo, siempre y cuando no esté el río crecido o esté lloviendo río arriba.

Un grupo de la familia de los camélidos, comúnmente llamado «llama», nos hizo tener que detener la marcha, el pastor que cuida de este rebaño, lleva a las llamas a pastorear montaña abajo donde sus pastos son más abundantes y por la tarde vuelve por su rebaño. Al parecer llevaba llamas y alpacas de diferentes dueños; éstos se suelen marcar con diferentes colores pompones o plumones de lana tejidos en las orejas de estas, cada color pertenece a un rebaño distinto.

— Qué maravilla, esto a Rocío y a Amparo les hubiera gustado muchísimo ver — dijo Mery tomándole fotografías a estos camélidos americanos.

Mientras íbamos lentamente detrás del rebaño, me llamó la atención la sigla de la “bestia”, RAM, — ¿qué curioso?— dije.

— ¿Qué es lo que te parece curioso?— .

—RAM — y le señale la marca de acero cromado que estaba pegada sobre el espejo retrovisor — Rocío, Amparo y Mery— dije y sonreí.

Ella iba conduciendo, me mira con el ceño fruncido; y luego su mirada ensimismada en el frente, — ¡maldito seas Eduardo!— dijo Mery clavando el freno y golpeando el volante con ambas manos. “Maldito seas…» decía una y otra vez, yo no sabía qué fue lo que había pasado o qué fue lo que dije para que ella reaccione de ese modo, pero algo me decía que tenía que ver con la sigla RAM.

Mery bajó de la camioneta y buscó en la cajuela algo, levantando la alfombra de esta; la cajuela lleva unos pequeños compartimentos a los costados, los abrió a todos, no sé qué buscaba pero bajé a frenar a esa mujer loca eufórica en qué se había convertido desde hace unos minutos, le dije que parara y que me diga lo que estaba sucediendo.

— ¡Mery, basta detente!— le dije sujetándola del brazo, ella estaba a punto de subir en la parte trasera. Se sienta en cuclillas y se tapa el rostro con las manos, — Mery dime qué sucede, ¿por qué estás así? — y tomé sus manos para que me viera, y con mis pulgares sequé sus lágrimas.

— No es Mery—dijo ella mirándome, y su mirada estaba muy triste — la «M» no es de Mery, es de Melanie— y se reincorpora mirando a la nada misma.

— ¿Quién es Melanie?— pregunté deseoso de que no fuera alguna amante del difunto esposo de Mery, no quisiera enterarme de qué llevó una vida infeliz junto a ese sujeto.

— Es el nombre de mi primera hija — ella se queda en silencio.

— Sigo sin entender —

— Nunca nos casamos, llevábamos mucho tiempo juntos pero nunca me casé con Eduardo — dijo Mery sentándose sobre una roca, — cuando nos enteramos que estaba embarazada, me propuso matrimonio, yo no acepte de momento ya que estaba embarazada y gorda, o al menos así me veía yo, luego cuando nació Melanie tampoco quise, no quería casarme y tener amamantando a la pequeña en la fiesta, lucir un vestido con los pechos chorreando no se vería bonito en una novia —.

— ¿y qué pasó con Melanie?—.

— A pocos días de haber cumplido los 6 meses, su corazón, solo se detuvo mientras dormía— dijo Mery secándose las lágrimas.

Me dolió haber escuchado eso, me sentía culpable por traer esos recuerdos, pero aun así, seguía sin entender por qué Mery se volvió loca y que es lo que buscaba en los huecos y compartimentos de la camioneta.

— Eduardo, unos días antes de que yo viajará a Salta me hizo un acertijo,

“Con ellas voy y con ellas vengo.

Pero al frente solo me siento.

Y aunque acompañado voy, solo, solo estoy.

Y dentro de ella guardo lo que tanto anhelo”

Después de su muerte nunca más pensé en ese acertijo, hasta que me lo recordaste y no sólo eso, hiciste que lo descifrara, ahora sólo tengo que encontrar la sortija—.

— ¿Cómo sabes que es una sortija?—.

— Él siempre decía que su gran anhelo era casarse conmigo. Él no hablaba de una persona o de varias, hablaba de la camioneta. Con las niñas hicimos solo un viaje en ella, y nunca suele salir con las niñas, es más casi nunca la usábamos, nos manejamos en bus, taxi, metro, o a pie; por eso,…»Pero al frente solo me siento»… era de sentarse, no de sentir, de sentimientos — y se toma la cabeza.

Tomé a Mery entre mis brazos y coloque mi frente junto a la de ella obligando a qué sus ojos se posaran en los míos — Mery, cariño, si has esperado dos años en descifrar el acertijo, qué más da esperar un tiempo más, ya habrá tiempo de sobra en encontrar la sortija. Vamos, sube yo conduzco—.

— Si, tienes razón— concluyó y me dio un beso.

Llegamos a San Isidro y buscamos un bello espacio, donde tuviéramos una hermosa vista de todo el valle, nos sentamos sobre las rocas y deleitamos las masitas y la tortilla con el mate. El balido de un rebaño de cabras nos tomó por sorpresa, los inquietantes saltos de los cabritos nos llenaron de alegría y felicidad, nos reímos tanto de verlos saltar sobre las cabras adultas, eso fue hermoso y muy gracioso.

— Ok, ésta es mi última parada. Tengo cinco días antes de llegar a Buenos Aires— dijo ella tomando la última fotografía del lugar — ¿vuelves conmigo a buenos aires recorriendo las provincias y disfrutando de ellas, o quieres que te deje en Salta?— preguntó, y me sentí defraudado, si bien nunca arreglé nada con ella, tampoco quería volverme, hacia 4 días que comenzaron mis vacaciones, y deseaba seguir junto a ella hasta el último día — ¿y bien, volvemos juntos? — y levantó el ceño de sus cejas seduciéndome a que aceptara su invitación.

— sí, descansemos un poco en el hotel, comamos algo y después del almuerzo partimos, ¿te parece?— lo dije un poco cari bajo. Me gusta la idea de estar con ella, pero no la idea de volver a Buenos Aires.

Llegados al hotel pedimos el almuerzo a la habitación, nada exorbitante, deberíamos viajar livianos si íbamos hacer un viaje de casi 24 horas, aunque Mery dijo que le gustaría recorrer bien las provincias antes de llegar a la jungla de cemento.

Me recosté sobre la cama estaba dolorido y cansado deseaba dormir una pequeña siesta, Mery salió por algún suvenir para sus hijas, quería acompañarla pero no me dejó, quería que descansara ya que deseaba que condujese el primer tramo, no sé hasta dónde, ella dijo me lo iría diciendo en el camino. Ya me parecía que tenía un plan, lo gracioso es que soy su chofer, en ciertos momentos lo pienso, pero no debo quejarme lo estoy pasando espectacular; salvo lo sucedido esta mañana; me dolió saber que había perdido una hija, debió haber sufrido mucho, y seguramente aún le duele, no tocaré ese tema, nunca más, salvo si ella me lo quiere contar.

Después de un rato llegó Mery con un par de bolsas, el almuerzo ya estaba sobre la pequeña mesa frente al ventanal. Pedimos empanadas de choclo y de carne —riquísimas— y de tomar solo agua bien fría, Mery me dijo que el primer tramo duraría aproximado unas siete horas de viaje, sigue sin decirme dónde iríamos.

Esta cosa intrigante que tiene esta mujer es algo que me fastidia y al mismo tiempo me vuelve loco de amor, porque lo que hace, me refiero a los juegos de búsqueda del tesoro, las cajas, esperar al día marcado para develar que tenían dentro, la búsqueda de los casilleros, hacer que vaya tras ella a la Quebrada del Toro, y ahora a terminar unas vacaciones haciendo un viaje a quién sabe dónde, eso hace que me enamore cada día más de ella. Y creo que ella sabe bien lo que hace, y sobre todo sabe que voy a caer en sus juegos, ella no da puntadas sin hilos, y sabe bien dónde va a caer el pie antes de dar un salto, y no puedo negarme a no ir con ella, porque yo también quiero saber hasta dónde me llevará esto, esto que siento por ella.

Salimos de Iruya alrededor de las trece horas del mediodía, y me llevo de este lugar una linda postal guardada en mi corazón, volveré siempre y cuando Dios me lo permita.

Tomamos la ruta nacional 9 hasta Jujuy capital donde cargamos combustible, compramos algo para ir deleitando en el viaje como golosinas, snack y mucha agua mineral. De ahí por la 66 hasta la intersección con la ruta 34 bajando hasta General Güemes, y nuevamente la ruta 9 hasta Rosario de las fronteras, donde tomamos la ruta provincial 2 hasta un lugar llamado La Candelaria cerca de los límites con Tucumán. Habíamos hecho un par de paradas antes para estirar las piernas fotografiar los bellos paisajes que nos regalaba la naturaleza, y para ir al toilette, les recuerdo que ya no somos jóvenes y que con la edad vamos más seguido al baño, así que las siete horas se han convertido en casi nueve, pero al fin hemos llegado. Mery me hizo salir de la ruta e ir por un camino de tierra como casi todos los caminos en Salta, algo que siempre digo, los mejores lugares están escondidos sobre los caminos de polvo, de polvo mágico.

Ya eran casi las 22 horas, y no se podía apreciar bien el paisaje, pero sabía que había mucho follaje y cerros vestidos de verdes mantos boscosos.

Llegamos a un Hostal Ita Guajacan “Estancia El Milagro, éramos los únicos huéspedes que estábamos allí, y como ya era muy tarde la dueña del lugar nos ofreció de comer el plato del día, que era un rico y delicioso guiso de lentejas. Después de terminar de cenar salimos a recorrer el lugar y disfrutar la bella noche que yacía en el cielo, no se el por qué, pero cada lugar que visito y miro el cielo nocturno, me parecen distintos unos de los otros, a pesar de que es el mismo todas las noches en todos los lugares.

El hostal tenía un inmenso jardín, Mery trajo consigo una manta, ella me pidió que la siguiera, llevaba con ella una linterna de campaña, sí, la linterna con luz ultravioleta. Por lo que escucho creo nos dirigimos hacia un afluente de agua, podía escucharla correr haciendo sonar las piedras; y no me equivoque, extendió la manta en la orilla, y comenzó a desvestirse, creí que estaba ebria, pero no la he visto tomar, se había sacado toda la ropa quedándose completamente desnuda, y se metió al arroyo, no era profundo pero tenía unos pequeños pozos de agua donde el agua le llegaba hasta la cintura ella se sumergía una y otra vez, y en la última vez que se salió, se sentó en una roca dejando sus pies dentro, —¿está fría el agua?— le grite desde la orilla.

— Ven y constátalo tú mismo— me dijo Mery, y si mi vista no me falla, creo que abrió sus piernas.

Y bien, con semejante ofrecimiento, no podía dejarlo pasar, y quitarme la ropa me llevó dos segundos.

Llegue hasta ella, me sumergí en el pozo, el agua estaba fría pero no lo bastante para disminuir el tamaño a mi herramienta, ella seguía sentada con lo que me llevó a tener que acercarme, pose mis manos en su cintura, ella puso sus manos por detrás de mí cuello y después de un beso tan apasionado baje lentamente besándole cada centímetro de su cálido vientre, coloque sus piernas sobre mis hombros, ella se tiró para atrás apoyando sus codos sobre las rocas para tener mejor equilibrio, le introduje dos dedos haciéndole unos pequeños masajes buscando su punto G, el gemido que producía me llevó a deducir que lo había encontrado y lamiendo su clítoris su éxtasis era cada vez más elevado, le pedí que volteara, ella se bajó y puso sus manos frente a ella sobre la roca, le introduje mi pene, arqueo su espalda y yo sujete su cabello con una mano mientras que la otra la tenía sobre su cintura acariciándola, acariciaba su pelvis y de tanto en tanto acariciaba sus senos; la hice girar para estar frente a frente, y apoyada contra la roca la alcé haciendo que sus piernas se sujeten a mi cadera, era una posición algo incómoda porque el vaivén de nuestros cuerpos hacia chasquidos con el agua, pero eso no nos detuvo, estábamos muy excitados y a punto de acabar, la fuerte exhalación de ella y la mía, hicieron eco en el bosque.

Al amanecer la luz del sol entraba por la hendija de las cortinas, eran casi las 7 de la mañana y Mery quería recorrer el bosque, no sé cómo es que supo de este lugar, pero como ya les dije ella no da puntada sin hilo, y yo solo la acompañaba, mal no me ha ido, porque anoche lo he pasado fantástico, después de haber estado en el agua nos recostamos un rato sobre la manta y a pesar de que estaba hermosa la noche y no hacía ni una pizca de frío lo que hizo que volviéramos al hotel a descansar fueron los mosquitos, la luz ultravioleta de la farola no nos sirvió para tantos insectos.

Ahora que puedo ver y apreciar mejor el panorama, les cuento que este lugar es pura vida, dimos un breve paseo recorriendo la estancia y alrededores.

Mery quedó enamorada del lugar, pacífico y encantador, y el aroma a selva, tierra húmeda hacen que uno se enamore de este lugar, — ojala algún día vuelva y me quede a vivir aquí— dijo ella tomándome de la mano mirando el hermoso horizonte.

Al mediodía partimos hacia la ciudad de Córdoba, allí pasaríamos la noche, para partir a Buenos Aires al día siguiente.

Por la tarde paramos en Santiago del Estero, cargamos combustible, compramos botanas y seguimos el camino hasta Córdoba.

Al llegar a Córdoba paramos en una estación de servicios, tomamos un café y conversamos del próximo paso a seguir y en donde pasar la noche. Mery propuso quedarnos un día en Alta Gracia quedaba a unos 40 minutos. Terminé el café y me fui al toilette, y al salir de este, noto que Mery estaba hablando por teléfono, desconocía con quién hablaba, pero su rostro era de preocupación, espero que esté todo bien con su familia.

Ella se acerca y me dice — lamento decirte que mañana al mediodía tengo que estar en Buenos Aires, se adelantó la reunión que tenía el viernes— (estábamos a lunes) — y después tenemos libre hasta el domingo para ir a dónde tú más quieras— dijo ella haciendo una mueca con la boca, entre sonrisa y un mordisco de labios — conduciré hasta Rosario así mientras tanto tu puedes ir durmiendo en la parte trasera, ¿Te parece?— y levanta nuevamente ese ceño seductor.

Que se le puede decir, la última vez que me hizo ese gesto caí derretido a sus pies, —ok, pero por el bien tuyo, no cantes, por favor. O no respondo de mí—.

— ok, pero puedo escuchar música— dijo ella acercándose a mí en un andar muy seductor y posó sus brazos por encima de mis hombros, — prometo no cantar, y escucharé música relajante, algo no tan ruidoso—.

Le di un beso, le guiñe un ojo, y le di un golpecito en una de sus nalgas, — si me despierto porque tu estas cantando, te daré más fuerte—. Ella sonrió y subió a la camioneta mirándome y mordiéndose el labio inferior.

Me acomode en la parte trasera, era bastante amplio, acomodé una almohada bajo mi cabeza para poder ir más relajado.

Un fuerte golpe de la puerta al cerrarse me despertó del profundo sueño en el que estaba transitando. Me reincorporo y noto que Mery transitaba por un camino de tierra y a los lados de este una hilera de palmeras, miro a ambos lados y estaba todo oscuro, estábamos transitando la boca del lobo. Mery mira por el retrovisor notando que ya me había despertado, — buenas noches bello durmiente— dijo ella.

Me refriego los ojos por qué no sabía si estaba soñando o era una visión del cansancio — ¿Mery donde estamos, esto no es para nada Rosario?— pregunte mientras tomaba el asiento de adelante. — ¿cuantas horas llevo durmiendo?—.

—llevas descansando unas 6 horas y estamos en El Paraíso— dijo ella con una gran sonrisa en su rostro.

—No me digas, déjame adivinar, este es otro de tus planes con sorpresa, ¿no es así?—Su hermosa sonrisa lo decía todo, no hacía falta que respondiera.

Manejó unos tres o cuatro kilómetros hasta que finalmente llegamos a una cabaña. En el umbral de esta, estaba un sujeto parado, este era algo fortachón de unos 50 años, llevaba un sombrero de vaquero y sostenía un rifle, muy, muy grande, temí por nuestras vidas y le dije a Mery —cariño hay un hombre armado, ¿sabes bien en donde estamos, no te equivocaste de lugar? —.

Ella me chista me sostiene la mano y dice — sí, se bien en donde estamos, bajaré yo sola para hablar con el hombre, tú quédate quieto aquí, y no bajes por nada en el mundo, ¿okey? —.

—Ok, ¿estásy segura de lo que vas hacer, no quieres que te acompañe? Podría ser peligroso, sostiene una escopeta —.

— No temas, sé cómo tratar a sujetos como estos— dijo ella con una sonrisa en su rostro pero antes de bajar de la camioneta me dio un beso.

Mery se acerca al sujeto, y este a ella, gran fue mi asombro que ambos se abrazaran cordialmente — ¡maldita, lo conoces!— dije en voz baja, quería bajar, pero ella me dijo que no lo hiciera, supongo que debe de ser algún conocido de la familia, y por tal motivo ella no quiso que me viera. Mery saca algo de su bolsillo y le hace entrega de este, el hombre la saluda y sube a su caballo que estaba amarrado a un palenque a metros de la entrada de la morada, sube a este y sale al trote por medio de la espesa sombría noche.

Una vez que el sujeto se perdió en lo profundo de la boca de lobos, decidí bajarme, no había ni una luz a kilómetros en la redonda, y no sabía precisamente en donde estábamos. Mery me pide que la ayude con las maletas y que las vaya dejando en el porche de la cabaña, y cuando estoy bajando la última maleta, el hombre con sombrero de vaquero sale de la lóbrega noche y dice — ¿está segura señora Mackenzie que no necesita un arma?— el sujeto pasa al ras mío mirándome fijamente con esa mirada intimidante, sujetaba el rifle con una mano — ¿le dejo el rifle si lo desea?—.

— No Pedro, quédese tranquilo que voy a estar bien—.

—Mire que hay muchos roedores que podrían asustar por la noche—.

—Sí, pero yo no le temo a los roedores— dijo Mery sonriendo.

—No lo digo por usted señora Mackenzie— y este sujeto me mira y hace una pequeña sonrisa burlona levantando a un costado del rostro el labio superior. El sujeto al marcharse vuelve a pasar a metros mío y mirándome de reojo levanta el ala de su sombrero con el caño del rifle — que tenga buenas noches caballero— sale al galope internándose nuevamente en la boca del lobo.

Entramos en la cabaña y no pude dejar de preguntar— ¿Mery me podrías decir porque este sujeto te llamo señora Mackenzie? —.

— Eduardo, es Mackenzie, en realidad es Eduard, solo yo lo llamo Eduardo—.

—Pero te llamó por el apellido de tu esposo—.

—sí, nunca lo quisimos corregir, aparte Pedro es un hombre de campo y aquí acostumbran a llamar a las esposas por el apellido de sus maridos, a pesar de que con Eduard nunca nos casamos, Pedro eso no lo supo, y a estas alturas ya no vale la pena dar explicaciones—.

—Ok y ahora dime en dónde estamos—.

—En Sauce Pinto, a unos 20 kilómetros de Paraná Entre Ríos—.

Entramos a la cabaña y hasta ahora pensé que había alquilado la casa de alguien conocido o donde siempre vienen de vacaciones, pero no, ni bien entre sobre la chimenea está un cuadro de ella montando un caballo frente a esta cabaña, — ¿es propiedad de la familia de tu esposo este lugar? — pregunte.

— no, la propiedad es mía, fue un regalo de Eduardo, cuando nos enteramos de que tenía cáncer, no quise casarme para que su familia pensara que lo hacía para heredar parte de la fortuna que tienen ellos, cosas de gente adinerada. Su bis abuelo inmigro a la Argentina, acá lo dejaron junto a todos los que llegaron en el barco en el medio de la nada y así comenzó la fortuna de la familia, primero con tierras, después con cosechas, y finalmente con el ganado —.

— ¿te llevas mal con su familia?-

—no, son amorosos, los amo, son realmente una familia muy unida, pero eso es como familia, con el dinero cambian mucho, y no quiero hablar de ese tema, no es algo que quiero hablar ahora, y aquí—.

— ok. Tengo hambre, ¿que hay para comer? —

— Leticia la esposa de Pedro, nos dejó en el horno bondiola con papas gratinadas, mientras me doy una ducha, ¿puedes prender el horno para calentar la cena? —

— sí, claro, dúchate tranquila y si necesitas ayuda para refregar alguna parte de tu cuerpo, solo llámame— le guiñe un ojo, me acerque a ella, le doy un beso muy apasionado. Ella se aleja y meneando el hombro, me hace ese gesto con la cabeza, cabeceando e invitándome a que la siguiera.

No lo dude, puse a calentar la bondiola en el horno y me fui a dar una ducha junto a ella. Y si, la escena del hotel se volvió a repetir.

El canto de un gallo me despertó, Mery estaba completamente dormida, tenía las sábanas sobre sus nalgas, el resto estaba desnuda, tomé mi cámara y le tome fotos mientras dormía, se veía hermosa con la luz del sol que entraba por la ventana en su rostro.

Me levanté y puse a calentar agua para el té de ella y el café para mí; salí al porche para conocer el lugar, lejos quedó el concepto de la boca de lobos, creí que estaba rodeado de pastizales, pero ahora viéndolo bien es un lugar fabuloso, un prado delante con lomadas en todo el horizonte, baje del porche y fui a dar una vuelta y conocer la parte trasera del lugar, — genial — dije casi en voz alta, había un bosque detrás de su cabaña; al dar vuelta por toda la cabaña me encuentro con el señor Pedro, este estaba amarrando dos caballos en el palenque, me acerque a él y lo salude cordialmente.

— Buenos días caballero— dijo este

—Buenos días señor Pedro, soy Thomas, mucho gusto— y le estreché la mano, Pedro me saludó y sonrió al escuchar mi nombre, la verdad no sé qué fue lo que le causó gracia, si recordar el susto de anoche o mi nombre.

— ¿Cómo pasó la noche señor Thomas, no le ha asustado ningún animal nocturno?, suele haber zarigüeyas intruseando los techos—

— no, la verdad que no he oído nada, he dormido en la intemperie muchas veces, y nunca me han asustado ningún animalejo nocturno—

— lo siento si lo he ofendido, no fue mi intención—

— Descuide, le diré a Mery que usted está aquí—.

— No, no es necesario, la señora Mery me dio el día libre, solo le traje a sus caballos—

—Ok señor Pedro lamento dejarlo pero he dejado el agua en el fuego—

— Hasta luego señor Thomas— dijo este sujeto, subiendo a su caballo, saludando con el ala de su sombrero.

Al entrar Mery ya estaba levantada y preparando su té, ella sonreía mientras tarareaba algo, me acerco y la tomo por sorpresa por detrás, le doy un beso en su cuello saboreando su dulce piel.

— Vi que Pedro trajo los caballos—

— Sí, ¿para que los trajo?—

—Para ir a cabalgar por el prado. ¿no me digas que no sabes andar a caballo?—

— no, nunca lo he hecho— ella se ríe de lo que dije —pero puedo aprender, supongo que eres una buena jinete y podrías enseñarme— ella voltea dejando la cuchara con el dulce de leche sobre la mesada y pasa sus manos por encima de mis hombros “¿soy buena jinete?” preguntó muy suave en mis oídos, y vaya que sí lo es, yo la he visto cabalgar — lo haces muy bien con mucho estilo— dije y la tome de la cintura alzándola para sentarla en la mesada, — mmm que rico hueles por la mañana Mery— ella solo sonrió y me beso.

Luego de tomar el desayuno, Mery me dio una pequeña clase de como montar un caballo. Cabalgamos por el prado, y luego nos aventamos al pequeño bosque detrás de la cabaña, llegamos a un pequeño arroyo, Mery tiró una manta al piso y nos tiramos sobre ella. Ella estaba acostada boca arriba sobre mi regazo yo acariciaba su cabello, hablamos de muchas cosas, recordamos viejas anécdotas, lo estaba pasando maravilloso, ella entrelazaba sus dedos con los míos, mientras conversábamos, en un momento sentí que debía decirle que estaba divorciado, porque en todo este tiempo no se lo he dicho.

—Thom— dijo ella para que le prestara atención.

— Si cariño, dime—.

— ¿Hace cuánto estás divorciado?— pregunto.

¡Carajo! Me leyó la mente. Hice una pausa, ella levantó la mirada para enfocarse en mi respuesta — ¿cómo lo supiste?— pregunté.

—Cuando me reclamaste por haberte dejado, me dijiste «que eras un hombre casado» y he notado que no llevas la alianza, no es que te lo has sacado recientemente, por qué tendrías una marca en el dedo, y estarías jugando con el dedo gordo buscando sentir la falta de éste, es un reflejo instintivo —.

— wow Mery, la verdad que me dejas con la boca abierta, de cómo sacas tus conclusiones, pero sí, tienes razón, me separé hace un año y medio, mi esposa me dejó para irse con su entrenador de gimnasia—.

— Oh, no creí que fuese tanto tiempo, ¿tu estas bien?—.

—Estoy bien, en verdad no me afectó mucho, ya no pasábamos tiempo juntos, pero tenemos una buena comunicación, Carol, mi hija se quedó conmigo —.

— Me alegro que tengas a tu hija contigo— ella se pone en pie — ¿quieres nadar? No es peligroso, ven— se quitó la ropa y se tiró al agua de un clavado, yo la seguí.

Luego de nadar y divertirnos en el agua salimos y nos tiramos sobre la manta, — me gusta este lugar, es silencioso, se puede apreciar el canto de los pájaros, salvo el gallo que me despertó esta mañana — le dije y la tomé poniendo su cabeza sobre mi pecho, así podía acariciarla — ¿tu esposo era de aquí?

— No, él es del Sur,¿ recuerdas cuando comencé el primer día de clases, la maestra me pidió que les contara de qué provincia venía?—.

—No, lo siento, ese día no presté atención a lo que decías, me quedé embobado ni bien dijiste tu nombre—.

Ella sonrió — bueno yo nací aquí, y Eduardo quiso que algún día volviera a vivir aquí, y siendo franca, amo este lugar pero no viviría aquí, y menos sola, a mis hijas les gusta el campo, arrear ganado, y todo eso. Rocío seguramente seguirá con el legado de criar ganado y la agricultura, el abuelo le está enseñando cómo es el manejo de la hacienda, y Amparo está muy abocada en el cuidado de los animales y pariciones, le encanta ver cómo nacen los becerros y ovejas, aman estar con sus abuelos, y ellos que ellas estén allí.

Yo no les voy a impedir que persigan sus sueños, siempre les digo que no hagan lo que hizo su padre, Eduardo vivió trabajando, dejó su vida en su profesión, por eso a mis hijas le digo que trabajen y vivan una vida, y no que vivan una vida trabajando — hizo una pausa seguido de un profundo suspiro y ya no quise seguir interrogándola, ella comenzó hacer pequeños garabatos sobre mi pecho, y sentí deseos de hacerle el amor, y así fue, en medio de esa hermosa naturaleza.

Después de un lindo y fabuloso momento de intimidad, nos dio hambre, tomamos a los caballos y nos fuimos a la cabaña.

Llevamos a los caballos a un pequeño establo al fondo de la cabaña, cada caballo tenía su corral y al ver los nombres de estos comprendí por qué esta mañana Pedro se rió al escuchar mi nombre, el caballo de Mery se llama Thomas — ¿hace cuánto que tienes a los caballos?—.

—Hace unos 4 años ¿Por qué lo preguntas?—.

—Por nada— sonreí y luego ella comprendió de porque hice esa pregunta al notar que había leído los nombres de sus caballos, el otro se llama Tincho — apuesto a que son hermanos—.

— Sí, así es—.

Pasaron los días muy rápidos, pero lo hemos disfrutado al máximo, y ya era hora de volver, Mery tenía una reunión con unos clientes y tenía que estar en buenos aires después del mediodía.

Esta mañana se levantó algo callada, no habló mucho en el desayuno y en su rostro solo se podía ver algo de tristeza, no quise preguntarle qué es lo que le pasaba, temo que no quiere volver, si me lo preguntan a mí, yo tampoco quisiera irme de aquí.

Anoche Mery me pregunto si me gustaba mi trabajo y a pesar de que no me gusta trabajar muchas horas no reniego de lo que hago, trabajo en una oficina, donde en verano no hace calor y en invierno no se siente el frío, entro a las 8:00 am y salgo 18:00 horas y muchas veces llevo el trabajo a casa, y sí, a veces pienso que mis vacaciones son cada vez más cortas a pesar de que me dan casi un mes de vacaciones, pero nunca me alcanza, es lo que tengo, me alcanza para pagar las cuentas llevar un plato de comida en casa, darme el gusto de irme de vacaciones, salir a cenar, hacerme algún viajecito cuando hay fines de semanas largos, “no puedo quejarme” fue lo que le respondí, no creo que eso tenga algo que ver con su silencio esta mañana.

Mery me trajo hasta la puerta de casa, no hablo mucho en el viaje y al bajar ella no me saludo con un beso de amor, solo fue un beso corto y frío, tampoco me dio tiempo de tomar mi cámara que ella salió arando la camioneta llevándose la cámara fotográfica, intente llamarla pero no respondió, le envíe mensajes y tampoco los ha leído. Quizás esté ocupada con su trabajo —más tarde la volveré a llamar— me dije y me tiré a descansar.

Me fui unos días a la costa con unos amigos y mi hija, todos los días al llegar a la casa donde estábamos vacacionando miraba el celular por si Mery me dejaba un mensaje o si había llamado. Ningún mensaje. Le he dejado un sinfín de mensajes y cientos de llamadas, pero sin respuestas, no sé qué fue de ella o si le ha pasado algo, pero tengo una vida y tengo que continuar con ella, en dos días comenzaré a trabajar nuevamente.

Pasó todo muy rápido, hace una semana que he comenzado a trabajar y no he tenido noticias de Mery, la he llamado al celular y al número del estudio de fotografía sin tener resultado. Esta tarde pasaré por su estudio, espero tener suerte y encontrarme con ella o al menos tener novedades de lo que se hizo de su vida.

En la puerta del estudio había un cartel que decía «cerrado por vacaciones» y abriría en cuatros días, —Bueno ahora entiendo por qué no me ha respondido los llamados— dije convencido de que quiere pasar tiempos a solas con su familia.

Hoy le daré una sorpresa a Mery, pasaré sin anunciarme por su estudio. Vaya la sorpresa que me lleve, Mery está de viaje de trabajo y volverá en una semana, Por desgracia no llevó el móvil, al menos eso fue lo que me dijo su empleada, aunque ella dudó en decirme en donde estaba, pero ni bien le mencioné mi nombre, se asombró, y antes que le pida su número telefónico porque el que tengo agendado, ella no da señal alguna; —dijo que no se había llevado el móvil—, comienzo a sospechar de que Mery me volvió a abandonar sin darme una explicación, pero sé que volverá dentro de una semana y sé que tarde o temprano la encontraré.

Mery tendría que haber llegado ayer así que esta tarde pasaré nuevamente por su estudio. Una hora antes de salir de mi trabajo me llegó un correo de Mery.

Querido Thom me ha informado mi asistente que estuviste en el estudio, lamento decirte que no estaré disponible sigo en un viaje de trabajo por dos semanas más, a mi regreso me comunico contigo, besos.

— ¡Por Dios Mery! — que frialdad.

Me había propuesto no llamarla ni buscarla pero ya han pasado tres meses y sinceramente la extraño mucho. Anoche soñé con ella, estábamos en un arroyos, como el de La Candelaria, ella estaba juntando piedras en la orilla, llevaba un vestido blanco largo hasta los pies, tenía una capelina con flores silvestre blancas, sus pies estaban descalzos, se veía hermosa y sonreía al mirarme y al acercarse ella dijo «te amo Thom», eso hizo que despertara, pues lo sentí como si ella estuviera aquí en mi habitación.

Salí de casa hacia mi trabajo, pero no he podido olvidarme del sueño, tengo que ir al estudio de Mery y hablar con ella, no me moveré de ahí hasta que ella se digne aparecer y hablar conmigo.

Al entrar al local, su asistente estaba con unos clientes, esperé a que terminase y estos se hayan ido para preguntar por Mery, pero no hizo falta, la muchacha me hizo pasar a la oficina de Mery, pensé que ella estaría ahí.

— La señora Mery dejo esto para usted — la muchacha me hace entrega de una caja, y al salir de la oficina dijo, — tómese el tiempo que deseé— y cerró la puerta, eso me asustó mucho y me senté en su silla, la caja no era muy grande es del tamaño de caja de zapatos, esta tenía una tarjeta que decía «siempre habrá una caja con un tesoro por descubrir» y recordé aquella carta en el hotel.

Al abrir la caja me sorprendí mucho y al mismo tiempo me emocioné, había un álbum de fotos todas de nuestro recorrido por Salta, Jujuy, y Entre Ríos, estaban puestas tal cual fueron tomadas, tanto las mías como las de ella, al final de este un sobre, en su interior había un sobre más chico y dos llaveros, uno con una llave y el llavero de madera grabada, este decía rancho El paraíso y el otro con otra llave y el llavero de madera que decía rancho Stuard–Loupas no sé qué significa esto, espero que la respuesta esté en la carta que tenía el sobre, y las líneas que estaban escritas decían

Vive una vida trabajando o trabaja y vive la vida

PD: abre el próximo sobre.

Y abrí un sobrecito pequeño que estaba dentro de este, saque una tarjeta perforada en una esquina y de este colgaba una cinta, al final de esta una sortija. La tarjeta decía.

“Descubrí dónde estaba escondida, pero no tengo quien me lo proponga «

Un sin fin de emociones y pensamientos daban vueltas por mi mente y un nudo en mi garganta hizo que levantara la mirada para no llorar, y vi las fotos y cuadros que tenía Mery en su pared. ¿Recuerdan que le había tomado una foto a Mery en Pumamarca al atardecer, donde se reflejaban las montañas en la lente de su cámara? Esa foto estaba en un cuadro, este tenía una mención debajo

Primer premio amateur

Thomas Loupas

—Desgraciada cuando me lo ibas a decir—.

Que les cuento, a Mery le llevó tres décadas, dos años, once meses y quince días en dar el Sí, nos casamos en la Capilla del Chamical lugar histórico, donde los restos del general Martín de Güemes fueron enterrados, actualmente están sepultados en la catedral de Salta en el “panteón de las glorias del norte”. Estamos construyendo el rancho Stuard–Loupas en las afueras de Salta.

Me siento feliz.

Nos sentimos felices.

Fin.

Bonus track.

Otra cajita sorpresa de Mery

—Mery cariño, ¿qué significan las dos rayitas?—

GRACIAS POR LEER MI OBRA. SUGERENCIAS AL CORREO canomariaeugenia@hotmail.com.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS