Me levanté y todo había cambiado. Sentí que ya nada era como antes. Ni la luz que entraba por la ventana ni la brisa de la mañana parecía la misma de siempre.
Un vacío en el estómago me estremeció por completo, y por primera vez sentí miedo. Un miedo a lo nuevo, a lo diferente, un miedo a comenzar .
Mi respiración se volvió más profunda y más rápida , necesitaba tranquilizarme.
Ya estaba en ese punto, en el que pensaba que quería estar. Por fín sabía lo que era la libertad, ¿en serio?, ¿ es así?, ¿ por qué la tengo miedo?.
No sabía estar sola. Miré a mi alrededor y de pronto vi como las paredes se acercaban a mí, cada vez más y más hasta sentir que me aplastaban. Tenía que salir de allí, de esa habitación, baje las escaleras no se como, no se, si de dos en dos, de tres en tres o simplemente volé.
El aire, en mi cara. Inhale todo lo que pude hasta que me dolió el pecho y corrí, corrí hacia el infinito, sin parar, no podía parar, pensaba que si lo hacía me iba a atrapar. Por un momento creí que al miedo lo había dejado atrás. Pero mi poca resistencia al deporte enseguida me pasó factura, caí derrotada, sin respiración y sí, mi miedo seguía allí, conmigo, sentado a mi lado. Agotado también. Lo miré y me miró .
Volví a casa y las paredes estaban en su sitio. Eso me tranquilizó.
De pronto caí en algo, había caminado sola, bueno, más bien galopado sola. Por primera vez, sola… Las calles eran sólo para mi, la luz, el aire, los ruidos propios de la ciudad, por primera vez no eran compartidos.
No se que decir sobre esa sensación, no tengo claro como me sentía, y si sería capaz de enfrentarme a mis miedos. Creo que soy débil, o me han enseñado a serlo.
Me aferre a ti, igual que una garrapata a un perro. No sabía moverme si tú no estabas. Cambié mi forma de respirar, de caminar, me sentía presa de mis propios sentimientos .
Ahora no estás, y tengo que aprender a estar sola.
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