Saliamos del bar Patagonia, nos apuramos a cruzar de vereda con los vasos que nos habíamos guardado bajo las camperas, mientras reíamos ella dijo su nombre por primera vez. Felicia tenía una colonia de estos, pero de tanto en tanto se amarraba a una idea. El más importante hasta el momento, su anterior pareja, se llamaba Gonzalo, este la había dejado, por sus malas costumbres, de no saber separar el punto culmine del momento de saciar las cosas.
Eran las 2 am. Ella se movía por las calles platenses mientras las luces de la plaza recorrían el largo de su pollera metalizada hasta perderse entre sus botas. Con el rebote frenético de sus manos rozaba los bordes afilados de su corte de pelo, mientras me contaba que me estaba llevando a conocer a alguien, yo la miraba por detrás.
Javier era el vocalista de una banda de rock-garage y su nuevo chongo, estaba por cumplir 30 y tenía la cualidad del monocromo, lo fiché desde la primera birra. En el antro las bolsas de consorcio se decoran con luces de neón y se acomodan tapando las ventanas cuando se hace de noche, pero cuando llega la hora en la que el rocío congela el pasto, y los pasillos se aclaran, el garage vuelve a verse gris y las bolsas se usan para juntar lo que quedó. Él flotaba imperceptible por el espacio y su tez iba virando a favor de cada circunstancia. En cambio, los demás caíamos de incógnitos, con el tacto de un cronopio, para anestesiarnos un rato entre ruidos más insoportables que los nuestros.
Dejar de desayunar con puchitos en el cuarto del fondo le costó a Felicia un poco más que su carrera, dejar al tipo de la mirada densa le costó el frio de dos inviernos más y un tatuaje en el omoplato. Coqueteaba con la idea de la decadencia porque creía que era la representación acertada del ciclo natural de las cosas, pero sobre todo porque pintaba estar llena de poesía. Aunque solo Charly Garcia cuenta con la condena de poder ser metamorfosis.
Hace unos meses Felicia conoció a un marplatense que trabaja en un café, este le enseñó a moler los granos, a calmar las ansias y a reconocer las fragancias que solamente tienen los procesos.
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