Decidí dar una oportunidad durante el infortunio de los deberes al tiempo perdido para redactar mil palabras derramadas en el cuaderno.
Miraba las esquinas del aula donde guardan algún secreto o deseo, mi niñez.
Mis rosadas manos llenas de tinta y delicadezas que saboree al terminar los relatos.
¿Disfrutar de las desgracias?
¿Afrontar los sueños?
Melancolía, melancolía.
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