Índice
Introducción 6
Capítulo I – Valentina. 10
Capitulo II – Andrea. 41
Capitulo III – Mixtura (el big bang) 69
Capitulo IV – El ángel y la diabla. 103
Capítulo V – El paraíso en Barcelona. 146
Capítulo VI – La contracara del paraíso. 231
Capitulo VII – Exilio. 241
Capitulo VIII – Morir…, para luego renacer. 266
Nota del autor. 294
Introducción.
La madrugada transcurría en calma, colonizando a paso firme las primeras horas del nuevo día. La luna en su etapa llena velaba por sus conquistas, acompañada de millares de estrellas en su marcha a través del negro manto del cielo; buscando el sol o quizás huyendo de él.
Su luz descendía hasta el océano, como un líquido luminiscente que se derrama desde un cuenco gigantesco, dandole una belleza adicional a aquella inmensa masa hídrica que, en una danza rota sin final, iba y venía levantándose en olas, depositando besos de espuma sobre la arena e imprimiendo dibujos ondulantes en toda la extensión de la playa.
Aquella luminosidad desbordaba más allá del mar, paseando su deslumbrante brillo por las calles, salpicando las plantas, trepando los muros y penetrando hasta por el más diminuto resquicio. El murmullo de la ciudad condal acompañaba su invasiva expansión, totalmente ignorante de tal complicidad.
La ventana permanecía abierta en un setenta por ciento y la luz proyectada por el satélite terrícola se colaba a través de sus largas rejas, junto con la música de los bares cercanos, el rugir de los motores y uno que otro grito de algún noctámbulo que, poco a poco, iba desvaneciéndose en la espesura de la noche.
El intenso resplandor trepaba por el cubrecama a medias caído, extendiéndose por las dos piernas largas y flacas que eran coronadas por dos glúteos redondeados y fibrosos que, conforme a los movimientos de las caderas, se contraían y relajaban con ritmo sexual, acompañados por un coro de gemidos y balbuceos confusos. El golpeteo de la cama contra la pared, a modo de percusión, marcaba los tiempos de aquella danza erótica.
Escalando más allá de los glúteos, la luz delineaba la espalda contraída que se expandía a través de dos brazos extendidos a los lados que, a su vez, terminaban en las dos manos aferradas fuertemente a las sabanas, como si la vida fuera a escurrírseles en cualquier instante.
Bajo aquel cuerpo jadeante, poseído por el deseo y la pasión, yacía Andrea… Su cabeza emergía por la parte de arriba de aquella espalda, como queriendo escapar fuera del cuadro.
Su rostro era alcanzado intermitentemente por la luz de la luna, de acuerdo a los movimientos de Gabriel imprimiendo, cada vez, un tinte caricaturesco en sus rasgos.
Sus ojos permanecían cerrados y sus labios apretados. Padecía y odiaba las arremetidas contra su sexo, los sudores que se mezclaban y la boca de Gabriel devorando su cuello. Solo esperaba que el tiempo transcurriera de prisa y acabara de una vez.
En un instante, en que su compañero de circunstancia hundió aún más su cabeza en torno a ella, abrió los ojos encontrándose con la ventana abierta, por la cual se filtraban los haces lumínicos que caían desde el cielo, en contraste con la oscuridad de la habitación, invitándola a escapar con su vision hacia aquella atrapante luna llena, dejando atrás el cuarto, su cuerpo y el mundo.
Pero cuando su imaginación comenzaba a desplegar la valentía de sus alas, libres de prejuicios, como tirada de un hilo invisible, un grito acompañado de gemidos, jadeos y temblores, la devolvió nuevamente a su cuerpo, literalmente aplastado por el de Gabriel.
A los pocos segundos, el muchacho se removió sobre ella como reaccionando de un fuerte impacto y, girando su cabeza, busco con sus labios los de Andrea quien, en un solo movimiento, se lo quito rápidamente de encima, apoyando con fuerza las manos sobre sus hombros y empujando, lo volteo y lo ubico a su lado…
_¡¡¡Quedamos en que nada de besos…!!! _exclamo enérgicamente_
_Pero escucha…
_Oye, limítate a ‘’hola que tal y adiós’’ si quieres seguir cogiéndome… ¿Has entendido? _lo interrumpió levantando aún más su voz_
El joven no dijo más y agacho la cabeza mientras buscaba su ropa y se disponía a cambiarse, Andrea busco su blusa y se la puso rápidamente.
En unos segundos Gabriel estuvo vestido y listo para irse. Era un joven no mayor de 18 años, algo tímido e inocente. Era un lindo chico, de cabellos rubios y rostro de ángel. Poseía un físico atlético, delgado, pero con una acentuada musculatura. Su estatura era más o menos de un metro y ochenta centímetros.
La mujer avanzo un metro en dirección de la salida y sin decir nada extendió su mano abierta, como un árbitro de futbol ordenando la ejecución de un penal, indicándole la dirección de la puerta.
Gabriel se dispuso a salir con lentitud, como buscando que alguna especie de milagro celestial lo mantuviera en aquella habitación. En cambio…:
_¡¡¡Adiós…!!! _la voz de la chica sonó en un tono que lo invitaba a huir de prisa, derrumbando definitivamente sus ansias románticas_
_Adiós… _respondió con pesar y aligero sus pasos hacia la salida_
Cerró la puerta tras Gabriel con dos vueltas de llave, se giró sobre sus pies y, con las manos cruzadas detrás de su cola, se recostó contra esta, con la mirada derrumbada en los mosaicos blancos opacados por la falta de luz.
Permaneció así unos cuantos segundos, como tratando de ver que seguía. Instantes después, levanto la cabeza y enfoco su vista, mientras ensayaba una lenta recorrida por todo el departamento. Observo que la penumbra dominaba el lugar y solo la luz de la luna, que se colaba por la ventana abierta y alguna que otra hendija que encontraba en su camino, descubría a su paso partes de pared y demás objetos a los que les daba extrañas formas surrealistas.
Como si al fin hubiera deducido que botón apretar en su cerebro para seguir adelante, se dirigió en dirección del baño. En el camino su pie choco con una lata de cerveza vacía que produjo una sucesión de sonidos latosos, diferentes cada uno, al chocar contra la pared y otros objetos en su corta aventura. Ya llegando, extendió sus brazos hacia el techo y fue quitándose la blusa, quedando completamente desnuda…
Entro en el baño y en un par de manotazos encendió la luz…
Se paro enfrente del espejo como buscando respuestas, quizás algunas diferentes a las que recibía cada día. Con ambas manos apoyadas en sus cienes se levantó apenas el cabello, acercándose a este como intentando ver más claramente. Entonces se observó detenidamente, girando levemente la cabeza hacia un lado y hacia el otro.
No le gustaba el reflejo que le era devuelto, era una chica muy bella, una mujer cautivante, pero quizás, demasiado golpeada como para darse cuenta y ver más allá de las ideas formadas en su mente acerca de si misma.
Aquella madrugada, como tantas otras, el rímel se escapaba de sus conjuntivas, como queriendo esparcirse por la totalidad de su cara y cubrirla con su negrura. Unas profundas ojeras grises coronaban sus ojos, dándole a su pálido rostro un aspecto de payaso satánico embriagado por la tristeza. Era muy joven aun, pero su mirada parecía cargar con el cansancio de una larga vida de desencuentros y decepciones.
Luego de contemplarse y examinarse, en un intento vano por encontrar algún indicio de belleza o alguna pista en sus ojos, que la condujera fuera de aquella locura, agacho su cabeza con decepción y la movió de lado a lado en señal de negación.
_ ¿Qué estás haciendo Andy? _se dijo a si misma con voz calma y clara, mientras volvía a asomarse al portal maldito que colgaba de la pared_
En ese momento sintió el semen de Gabriel escapar de su entrepierna, lanzándose en picado por el muslo, en dirección del suelo, lo cual hizo que volviera a la realidad y continuara con lo que la había llevado hasta el baño. Se batió el cabello con ambas manos y se rasco en la parte de la nuca, mientras depositaba una última mirada de resignación en el espejo.
Salió unos segundos y regreso con una botella de whisky a la mitad. Abrió el botiquín y tomo un pequeño frasco blanco, desenrosco la tapa y lo inclino sobre su mano, sacudiéndolo hasta que dos pastillas blancas cayeron sobre esta. Introdujo las píldoras en su boca, tapo el envase y lo dejo en su lugar. Luego de cerrar nuevamente el botiquín destapo la botella de whisky y bebió un largo sorbo para tragar más fácilmente el medicamento. Tras ensayar un par de tragos más sus ojos se pusieron vidriosos y tocio con fuerza varias veces, afectada por la alta graduación alcohólica de la bebida al pasar por su garganta.
Apenas se recuperó de aquel mal trago, deposito la botella a un costado, en el suelo, y se dispuso a entrar en la ducha…
Capítulo I
Valentina.
Mi nombre es Valentina Weber, nací en Argentina el primero de diciembre de mil novecientos ochenta y cinco, producto de la unión entre Hanz Weber y Maria Adela Pereyra, en una pequeña ciudad llamada Pergamino, al norte de la provincia de Bs As. Fue pisando las dos de la tarde de aquel caluroso día que inspire mi primera bocanada de aire en este mundo.
Mi padre llego a Argentina a los catorce años, procedente de Alemania, pues mi abuelo, debió trasladarse a aquel país por cuestiones de trabajo. Este era un prestigioso ingeniero hidráulico y fue convocado por una importante empresa para sumarse a su staff.
Todo transcurrió sobre rieles durante los primeros seis años hasta que mis abuelos mueren en un fatal accidente automovilístico, viajando desde la provincia de Santa Fe hacia Bs As.
Para aquel entonces mi padre ya había conocido a mi madre, una preciosa joven hija de inmigrantes españoles que poseían un almacén en Bs As, en el barrio de caballito. Aquello le fue de gran ayuda para transitar por tan desgraciado momento. Estaba desbastado, pero el amor de mi madre y los planes de matrimonio apresuraron su salida de aquel infierno.
Cuando mi padre cumplió los veintiún años se casaron, mi madre tenía ya dieciocho y el permiso de mis abuelos para desposarlo.
En aquel momento trabajaba en una cadena de supermercados con sede en todo el país y consiguió la posibilidad de ser transferido a Pergamino, una ciudad mucho más pequeña y tranquila, donde once meses después nacería yo.
Los dos primeros meses allí vivieron en una casa de alquiler y luego mi padre, animado por la estabilidad que su trabajo le brindaba, decidió vender la casa que heredara de mi abuelo en Bs As y compro otra en Pergamino.
Siempre fuimos una familia de clase media baja, nada sobraba, pero tampoco faltaba nada. No tuve una mala niñez, pero tampoco la que hubiera deseado, quizás un poco más de comprensión y una demostración de afecto más clara se hubiera sentido mucho mejor. La adolescencia fue más dura, me toco padecer la muerte de mi madre a mis trece años y la de mi padre a los diecisiete. Mi madre murió luego de una larga agonía por cáncer de mama y mi padre de un infarto mientras trabajaba.
Me habría gustado estudiar psicología, pero debía salir de mi ciudad como mínimo unos cien kilómetros para seguir la carrera. Así que, por falta de dinero, quizás valentía y por otras circunstancias de la vida, nunca lo hice.
Pero a falta del de psicología, logre conseguir un título de masajista, otro de reiki y también el de instructora de fitness, los cuales me dieron la oportunidad de valerme por mí misma.
Siempre me gusto el deporte, y tenía buenas aptitudes físicas. Practique baloncesto en mi adolescencia, entre los doce y los dieciséis años. La naturaleza me había bendecido con una genética envidiable, ya a los veinte, media un metro y ochenta centímetros. Era flaca, fibrosa y con una muy buena forma, estética y proporcionada. Ya pasando los veintiún años incursione en el yoga artístico, así llamado en Argentina (consistía en desplegar una rutina de posturas de yoga perfectamente alineadas al compás de una melodía), y también intente ser una atleta fitness, pero no llegue a competir. La experiencia con el yoga, en el cual había participado en un par de competiciones, la sugerencia de los entrenadores de que debía usar hormonas y otras situaciones de la vida hicieron que desistiera de aquella posibilidad. Después de todo sentía que no necesitaba competir con nadie, no tenía necesidad de demostrar lo que valía, el objetivo no era ser mejor que alguien más. A partir de allí decidí que lo mejor era entrenar para mí, si a alguien debía superar era a mí misma. Ser mejor cada día, en todo aspecto, principalmente como persona, sería mi meta desde entonces.
No he tenido vicios al extremo de una adicción. Si he probado drogas (cocaína, marihuana y pastillas) y he abusado del alcohol en ocasiones. Pero hoy en día solo conservo el pequeño habito de fumar marihuana, tan solo uno o dos cigarros al día, alguno más en ocasiones especiales y, quizás alcohol, en un fin de semana alocado o en vacaciones.
Cotidianamente elijo cuidarme, comer sano y hacer ejercicio, me gusta ir al gimnasio, caminar, también adoro leer, ver ficción, dibujar. Alguna vez incursione en el teatro, pero a modo de distracción y también he experimentado con la escultura, logrando un muy buen nivel para una principiante.
Era hija única, por lo que cuando murió mi padre debí quedarme sola en mi casa. Como no tenía parientes en Pergamino, mi tía, hermana de mi madre y aun soltera, decidió mudarse conmigo. Mi abuelo materno también había fallecido para aquel entonces, así que contaba con el suficiente dinero, produto de su herencia, como para emprender algo allí y poder hacerse cargo de acompañarme. Era una buena persona, y si bien nunca llegamos a hacer un contacto lo suficientemente íntimo, su ayuda fue vital en aquellos años oscuros.
Mas o menos así transcurrió mi vida hasta los veintitrés años cuando mi tía, por aquel entonces, decidió regresar a Bs As porque mi otra tía, su hermana, había caído gravemente enferma. Vendió la tienda que había abierto en Pergamino y partió para poder ayudar a su cuñado con los niños.
Luego de su partida me quede sola en mi casa, comenzando una de las mejores etapas de mi vida. No es que me llevara mal con ella, pero la libertad que experimente cuando me quede sola, jamás la había saboreado hasta entonces y se sentía genial.
Llegando a finales del dos mil quince, pocos dias antes de cumplir mis treinta, más precisamente el quince de noviembre de aquel año, tome la decisión de vender la casa, que para ese entonces ya estaba a mi nombre, y convertirme en una viajera. Me sedujo la idea de conocer otras culturas, otras personas y ponerme a prueba ante la vida. No tenía nada, ni a nadie que allí me atara y tampoco me gustaba demasiado aquel lugar, así que concluí que era el momento adecuado para desplegar mis alas y experimentar algunos límites.
A finales de diciembre, la semana después de navidad, logre concretar la venta de mi casa. Aunque debí conformarme con algo menos del valor de tasación, estaba feliz porque al fin cumpliría uno de mis sueños más anhelados, viajar sin fecha límite.
Pasé el final de año en mi ciudad y el último tiempo allí me quedé en casa de una amiga. Ya avanzando enero del dos mil dieciséis empecé a programar y preparar mi aventura. Para finales de aquel mes ya tenía todo listo, contaba con todo lo necesario para zarpar y el pasaje rumbo a mi primer destino me esperaba en el cajón de la mesita de noche. En la ciudad de Carlos Paz, provincia de Córdoba, comenzaría la aventura que estaba a punto de emprender, y el dos de febrero, tras una larga fiesta de despedida con amigos, comencé aquel viaje, sin saber dónde terminaría y si algún día volvería allí.
Estuve una semana en aquella maravillosa ciudad. Era un lugar archiconocido para mí, me encantaba y varias veces lo había visitado en el pasado. Pare en un Hostel, en el cual ya me había hospedado en dos oportunidades, y pase unos dias increíbles.
Al dejar Córdoba, un once de febrero, la aventura seguiría fuera de mi país de origen. Elegí como destino la ciudad de Camboriu, en el estado de Santa Catarina, Brasil; lugar con el que también estaba familiarizada, pues había estado vacacionando en dos oportunidades. Allí estuve más o menos un mes, disfrutando de sus playas, sus bares y la calidez de su gente.
El quince de marzo decidí seguir mi viaje, pues estaba en el sur de aquel país y en esa época las temperaturas empiezan a bajar y yo, aún estaba deseosa de disfrutar la playa y sol.
El destino elegido fue el nordeste de Brasil, a donde jamás había viajado. La elección fue una pequeña y pintoresca ciudad turística conocida por el nombre de Pipa, en el distrito de Tibau do Sul y a partir de allí, todo sería desconocido.
En aquel sitio permanecí casi un año. Los primeros tres meses los pase haciendo vida de turista, disfrutando de sus playas, excursiones, noche de bares y demás. Y luego, para no gastar de mis reservas de dinero, me dispuse a trabajar como masajista, en la playa, en hoteles y en domicilios privados. Las ganancias me sirvieron para pagarme el alquiler y casi todo lo que consumía en alimentos.
Ya en enero de dos mil diecisiete empecé a programar mi salto sobre el océano, rumbo a Europa. Tenía lo esencial para hacerlo, unas ganas locas de más aventuras y la ciudadanía española, a la que pude acceder hacia un par de años con facilidad, gracias a que mis abuelos emigraran desde allá a Argentina. Esta me hacía miembro de la comunidad europea y me daba la posibilidad de moverme por todo el territorio sin ningún inconveniente. El sitio escogido para comenzar mi incursión en el viejo mundo fue España y mi primer destino allí seria Madrid. Hasta el momento habían sido unos meses fantásticos y no tenía más que buenos recuerdos y millones de anécdotas.
Respire aire europeo un veintiuno de febrero y no fue precisamente aire cálido, hacía unos dos grados en aquel momento y eran las dos de la tarde. Yo venía del calor del nordeste brasilero, donde la temperatura no baja de veinte grados en todo el año y no estaba lo suficientemente abrigada para ese clima. Aquello, más las bacterias que suelen congregarse en los aviones fueron un choque tremendo para mi sistema inmunológico. Por lo que, la primera semana, me la pase con una gripe feroz que me relego al interior de mi cama por unos cinco dias, luego de los cuales, al fin me dieron ganas de salir de la habitación. Y me tomo otros cuatro dias más tener unas condiciones óptimas de salud.
Estuve hasta el dos de mayo en Madrid, fue una gran experiencia, más allá del frio que siempre odié. Conocí mucha gente bella, me divertí, reí y coseché aún más anécdotas.
Luego de mi paso por la capital española decidí continuar mi travesía en Barcelona donde transcurriría el tramo de mi vida que me impulso escribir estas líneas; más precisamente en La Barceloneta[1].
El dos de mayo, a las seis de la tarde, partí rumbo a la capital de la comunidad autónoma de Cataluña, desde la estación Puerta de Atocha en Madrid y, en unas tres horas, recorrí quinientos cinco kilómetros hasta mi destino, la estación Sants, llegando ya a la segunda ciudad más poblada de España.
Estaba bastante cansada al llegar, eran las nueve de la noche y ya había oscurecido. Baje del tren que, si bien era muy cómodo, aquellas horas de viaje habían entumecido un poco mis piernas y no veía la hora de estirarlas y caminar.
El clima estaba algo fresco por la hora, pero era plena primavera y se sentía delicioso. Esa estación del año hacia milagros en mi ánimo y en mi cuerpo, sin dudas era mi época del año favorita.
Vestía con un jean azul elastizado muy gastado con roturas, de cintura baja, con las botamangas arremangadas por encima de los tobillos y no llevaba cinturón. En mis pies unas botitas de lona de color negro con la suela blanca, y en mi torso una remera corta por encima del ombligo de color blanco y rayas negras de diferentes anchos. Llevaba mi cabello recogido en una coleta.
Decidí ponerme una campera deportiva de color rojo, con rayas blancas a lo largo de las mangas, que llevaba en la mochila, pues el contraste entre la temperatura dentro del tren y la del ambiente, me había dado bastante frio y no quería volver a enfermarme.
Revolví la carterita negra, de cuero ecológico, que llevaba colgando a un lado de mi cintura hasta pescar mi móvil. Busqué entre mis contactos el número de Paco, el conductor del Uber con el que había pactado encontrarme allí; el me llevaría a mi destino final, el departamento que reservara por internet. Allí me esperaba Raúl, su dueño, que probablemente ya estaría en el lugar, pues habíamos quedado en encontrarnos entre las nueve y treinta y las diez y treinta.
Entonces, le escribí un mensaje al chofer presentándome y avisándole que ya estaba en la estación. Este respondió que saliera de la estación y tomara hacia la derecha, que estaría estacionado a unos cincuenta metros de la salida en un Seat León color blanco, con las balizas encendidas.
Siguiendo su indicación eché a rodar las ruedas de mi maleta dispuesta a recorrer los últimos metros que me separaban de la salida. Experimenté una sensación de refrescante libertad al sentir la brisa fresca en mi rostro, y una alegría embriagante cuando fui realmente consciente de que ya estaba en Barcelona.
Miré hacia mi derecha y a unos metros vi el Seat blanco. Alguien estaba parado a un lado con las manos apoyadas en el borde del techo y mirando en mi dirección, era un hombre bajo, algo calvo de unos cincuenta años. Vestía con un pantalón negro de gabardina, zapatos grises y una camisa gris arremangada hasta los codos.
_ ¿Paco? _pregunte con cautela mientras me acercaba_
_El mismo, para servirle. ¿Eres Valentina? _pregunto con seriedad_
_Si, esa soy yo _respondí sonriendo_.
_ ¿Cómo ha ido ese viaje?
_Muy bien, siempre es lindo viajar por placer… Aunque algo cansada… ja, ja.
_ ¡¡¡Pues a descansar y disfrutar…!!! _exclamo mientras estiraba su mano para ayudarme con la maleta_ A elegido usted un sitio bellísimo para hacer turismo.
_Si, así me han comentado, ya le contare luego que me ha parecido _dije disponiéndome a ingresar en la parte trasera del coche_.
_Bien…, ¿para dónde vamos? _pregunto ansioso_
_Hum…, es calle Partagas s/n, lléveme hasta allí y luego le indico. ¿sí? _le dije algo insegura_
_O. k. como diga _respondió echando a andar el coche_.
Cuando ya habíamos recorrido un par de calles llamo mi atención un cartel de Burger King, si bien no era amante de las comidas rápidas, tome conciencia de lo hambrienta que estaba. Iba sumida en mis pensamientos, observando todo cuanto podía a través del cristal, y saboreando en mi mente la próxima comida y el delicioso baño que me daría al llegar.
_ ¿Cuántos dias piensa quedarse en Barcelona? _pregunto Paco arrancándome de la introspección_
_Hum… ¡¡¡No tengo idea…!!! _exclame sonriendo_ Creo que hasta que mi instinto me lo diga, o hasta que me echen, ja, ja… _agregue y lance una corta carcajada_
_Ja, ja… Bueno, no creo que suceda eso, parece una joven agradable y bien educada, ja, ja… Yo creo que le darán ganas de quedarse a vivir.
_Ja, ja, eso no sería nada raro, con lo poco que he podido ver y la buena propaganda que me han hecho del lugar podría ser algo factible.
_ ¿Tiene parientes o conocidos aquí?
_Ho no, solo soy una viajera solitaria, ja, ja…, nadie me soporta _solté socarronamente_.
_Ja, ja, ja…, por eso yo trabajo tanto, porque en la casa no me aguanta nadie _me dijo riendo_.
_Ja, ja… ¡¡¡pobre…!!! Igual… Solo bromeaba, me gusta andar sola, sin depender más que de mis decisiones _exprese con seguridad_.
_Es muy sabio de su parte… Disfrute por nosotros los que trabajamos…ja, ja
_Ja, ja… sí, lo hare por todos… Aunque en algún momento deberé regresar al trabajo y a la vida ‘’normal’’ _dije tomándome la cabeza a modo de broma_.
_¡¡¡Mire…!!! ¡¡¡Mire a su derecha…!!! _exclamo Paco de repente_ Es el parque Joan Miro, uno de los atractivos más bonitos del lugar, debería visitarlo.
_¡¡¡Guau!!! Se ve imponente _exclame a modo de cortesía_
_Si, lo es. Fue creado en homenaje al artista, en él se encuentra su obra ‘’La mujer y el pájaro’’ de una altura imponente.
_Lo tendré en cuenta, gracias. Me gusta mucho el arte.
_¡¡¡Qué bien!!! El arte es una bendición. ¿Y usted hace algo de arte?
_Si, lo es… Bueno, dibujo bastante bien, jaja…, pero es solo un hobbie.
_Mi nieto dibuja y pinta, dice que quiere ser artista _comento orgulloso_.
_¡¡¡Qué bueno!!! ¿Y qué edad tiene el?
_Tiene catorce…
_Aja… Aún es muy joven, seguramente lograra su sueño _dije alentándolo_.
_Si, quizás lo logre, pero lo principal es que sea feliz, más allá de lo que sea que haga _dijo seriamente_.
_Si, eso es lo principal, y muchas veces lo más difícil.
_¡¡¡Observe!!! _interrumpió alzando la voz algo excitado_ Aquí a la derecha…, esa es la plaza de Cataluña.
_¡¡¡Que hermosa…!!! Es enorme _exclame intentando sonar interesada_.
_Si, son unas cinco hectáreas.
_Guau, que genial…
Pronto comencé a sospechar que Paco era una especie de guía turístico frustrado y reí tiernamente para mi…
_Aquí a la izquierda tiene el Palacio de la música catalana _Volvió a indicarme apenas doblar la esquina_. Si le gusta el arte debería visitarlo.
_¡¡¡Que edificio imponente!!! ¡¡¡Se ve fastuoso!!! Exclame sorprendida por su arquitectura_
_Eso sí, si le interesa visitarlo debe conseguir la entrada con al menos una semana de anticipación, y no hacen reservas.
_Aja, tomare su consejo, gracias.
_Aquí si deberá venir si le gusta el arte _dijo señalando a su izquierda, apenas recorridos unos pocos metros más_.
_ ¿Qué es? _pregunte intrigada_
_Es el museo Picasso, contiene unas cuatro mil obras del artista
_Uf…, eso sí es mucho _dije sorprendida_. Seguro me daré una vuelta por aquí.
_No se arrepentirá… Bueno, ya estamos en la calle Partagas _me advirtió mirándome por el espejo_.
_A.…, ok. Tengo que buscar un edificio pintado de blanco de solo dos plantas y con puerta negra…a ver… _le dije oteando la cuadra alternadamente a derecha e izquierda_
_No lo veo, debe ser más adelante.
_Hum… sí… Si, sí, creo que es allí a la derecha _Le indique_.
_Aja, se ajusta a su descripción, me estacionare allí enfrente… Veo que tengo lugar _me señalo con un movimiento de su cabeza_.
_O. k _dije mientras tomaba mi mochila y me preparaba para abrir la puerta_.
_Listo, llegamos a su destino.
_ ¿Podría aguardarme un minuto, por favor? Quisiera asegurarme de que la persona que me cito este ya aquí.
_Claro, no se preocupe, aquí estaré _respondió con amabilidad_.
Descendí del coche, me coloque la mochila sobre los hombros y enderece mi paso hacia el edificio. Al llegar a la puerta me encontré con un portero eléctrico de seis timbres y aprete el número cuatro, tal como me indicara Raúl.
_ ¿Hola? _una voz masculina distorsionada me recibió al cabo de unos segundos a través del parlante del portero_
_Hola… ¿Raúl? _pregunte alzando la voz para asegurarme de que escuchara_
_Si…, buena noche _respondió al instante_
_Soy Valentina, la persona que alquilo su departamento. _exprese ansiosa_
_Ho sí…, claro. Aguarde un minuto, ya bajo _se apresuró a responder_.
_O. k.
Cruce la calle y Paco ya me estaba esperando al borde del cordón con mi maleta lista.
_Bueno, parece que está todo en orden _le dije mientras extendía mi mano derecha para hacerme con la maleta_
_Me alegro entonces _dijo acercándomela_
_Gracias _agradecí sonriendo_. ¿Cuánto le debo?
_Serian doce euros.
_¡¡¡Genial!! _exclame mientras abría mi carterita_ Aquí tiene, quédese con el vuelto, por la amabilidad y el buen servicio _le dije al tiempo que le extendía los billetes_
_Muchísimas gracias, un placer servirle, espero que pase unos dias maravillosos, y si necesita de mis servicios…, pues no dude en llamarme _ dijo y me extendió su mano para saludarme_
_Muchísimas gracias también a usted _respondí y estreché su mano_.
Bueno, me dije mentalmente, a comenzar la nueva aventura. Mientras cruzaba observé que en la puerta del edificio alguien esperaba con la puerta abierta y asumiendo que era Raúl le ofrecí una sonrisa al momento que me iba acercando.
_ ¿Raúl? _pregunte sonriendo_
_¡¡¡Así es, buena noche!!! ¿Como le va? ¿Como estuvo su viaje? _pregunto con amabilidad a la vez que extendía su mano con intención de saludarme_
_¡¡¡Buena noche!!! Pues muy bien… Algo cansada, pero contenta de estar ya aquí _Estreche su mano_.
_Adelante, por aquí _me indico con un ademan_ ¡¡¡Se la llevo!!! _me ofreció, luego de cerrar la puerta y pasar delante mío_
_Ay, gracias _expresé con una sonrisa_ Permiso…
_Adelante… Ahora será su casa…
Raúl era un hombre de unos sesenta años, tenía kilos de más y cara de buena persona. Su piel era muy clara y su cabello blanco pedía a gritos un peluquero. Tenía una nariz grande y ancha, y una boca pequeña con labios finos, bordeada en la parte superior por un tupido bigote negro. Su estatura, centímetro más o menos, estaba emparejada con la mía; vestía un pantalón gris, un sweater amarillo y una camisa blanca debajo. Y en sus pies llevaba zapatos deportivos azules, creo que de gamuza. Su andar era bastante ágil para su edad y para el estado físico que aparentaba.
_Aquí es… _dijo señalando una puerta de madera en color marrón muy bien lustrada, luego de subir dos escaleras_
Introdujo la llave en la cerradura y la giro dos veces. Abrió la puerta, se inclinó algo hacia adelante y encendió la luz. Se hizo a un lado y me invito a pasar haciendo un gesto con su brazo izquierdo en dirección del interior del departamento.
_¡¡¡Permiso!!! _dije mientras traspasaba la entrada_
_¡¡¡Claro es su casa!!! _reacciono con una sonrisa amable_
Me saque la mochila y la deje junto con la maleta, contra la pared a un lado de la puerta. Recorrí con la vista el lugar, las paredes estaban pintadas de blanco en su mayoría y de azul, médio metro del piso hacia arriba y también una franja de unos veinte centímetros de ancho a cincuenta centímetros del techo hacia abajo. Me agrado mucho a la primera impresión y, la energía del lugar y la de Raúl, me hicieron sentir que me encariñaría mucho con aquel espacio.
_Bueno, como podrás ver estamos en lo que podría decirse un living-comedor _expreso señalando todo el lugar con sus dos manos_
_Si… me encanta… _le respondí pausadamente al tiempo que observaba todo nuevamente_
Realmente era muy bonito, tenía dos ventanas en la pared a la derecha de la puerta de entrada con vista a la calle. Las cortinas estaban corridas, podía verse que ambas tenían rejas y se observaban las luces de la ciudad en todo su esplendor. Entre las dos ventanas había colgado un cuadro muy bonito de arte abstracto, debajo un televisor de treinta y dos pulgadas que reposaba encima de una mesita blanca, y arriba, unos centímetros debajo del techo, el aire acondicionado. Al fondo, a un par de metros del televisor, se encontraba una mesa cuadrada de madera pintada de color negro (observe que encima había un sobre de papel madera) con tres sillas también de madera, pero pintadas de blanco. A unos cuarenta centímetros de la mesa se encontraba la puerta que llevaba a la habitación y del otro lado de la puerta había un mueble de madera pintado de negro con seis compartimentos cuadrados y abiertos.
Enfrentando la pared de la derecha, en la que estaban las ventanas y demás, en un espacio más pequeño y abierto, estaba la cocina, completamente equipada. Yendo de derecha a izquierda, sobre la pared izquierda de dicho espacio, se encontraba la heladera, seguida de la pileta y debajo de ella una puerta de madera donde estaban almacenados los produtos de limpieza junto con el tacho de la basura. Siguiendo, a su lado, se encontraba el lavarropas, que quedaba unos diez centímetros por debajo de la mesada de mármol que seguía el nivel de la pileta. Encima de la mesada a la altura del lavarropas había una pequeña cocina a gas de dos hornallas. Pegado al lavarropas, ya limitando con el comedor, había un mueble rectangular ubicado verticalmente, con cuatro cajones. Arriba, del techo hacia abajo unos diez centímetros, había un mueble que se extendía para abajo un metro veinte antes de llegar a la mesada; tenía dos puertas y un hueco en el que se encontraba el microondas. En la pared del fondo, siempre dentro de este compartimento había un sofá cama de color negro muy bonito y frente a él, a unos cincuenta centímetros, una mesita ratona también negra. El piso era todo de cerámicos de un color arena.
_A… El aire acondicionado es frio calor, ahora esta apagado y el control remoto esta allí en la mesita debajo del televisor _indico cortésmente_ En los cajones del mueble de la cocina tiene todos los utensilios que necesita. ¿Le muestro la pieza? _agrego disponiéndose a abrir la puerta_
_ ¡¡¡Buenísimo!!! Si claro… _lo seguí super ansiosa_
_Adelante…
_Ay, qué bonita… ¡¡¡¡me encanta!!!! _exclame con fascinación_
_ ¿Verdad que sí?
Realmente estaba contenta. Muchas veces las reservas por internet terminan por decepcionar, pero este no era el caso, me gustaba mucho el lugar.
La habitación era de unos cuatro metros x tres, más o menos. A la derecha, al entrar había una ventana, idéntica a las del living, también con rejas. Tenía una cama de dos plazas con un cubre cama azul, a la derecha de esta se encontraba una mesita de noche de madera con un barnizado claro y a la izquierda, pendiendo de la pared, una lampara articulada de color plateado. Las paredes eran blancas, sobre la que daba la cabecera de la cama podían verse dos rectángulos perfectos en los que se apreciaban los ladrillos sin revocar y en la pared de la izquierda un placad sin puertas que cerraba con una cortina. Dentro de este había una cajonera, un perchero y tres divisiones de madera a modo de repisa. En la misma pared de la puerta de acceso a la pieza, a la derecha de esta, colgaba un espejo de un metro y ochenta centímetros x cincuenta centímetros, más o menos. El piso era similar al de las demás dependencias.
_Allí en el placar, en los cajones, tiene dos juegos de sabanas, dos de toallas y un par de frazadas por si le da frio. Aquí el clima suele dar algunos vuelcos, ja, ja… _me indico amablemente con una sonrisa_
_A… O. k. ¡¡¡Muchas gracias!!!
_Y aquí tiene el baño… _Señalo hacia la izquierda, en dirección a la puerta que se encontraba pegada al placar_ Puede pasar…
_Si, permiso… _dije avanzando dispuesta a entrar_
_¡¡¡Adelante!!!
El baño estaba muy bonito, pero lo que más me gusto fue que tenía una bañera. Me encantaba llegar luego de un largo día, cansada, acalorada, y sumergirme en una de esas por un buen rato.
Tenía las paredes cubiertas de azulejos blancos en su totalidad, salvo la parte del zócal que estaba cubierta también por azulejos, pero en cuadraditos más pequeños en color azul. A la izquierda, apenas entrar estaba la pileta de manos, con el botiquín encima. Debajo de la pileta, bien contra la esquina, había una cesta de lona blanca con rombos azules, que supuse que sería para colocar la ropa sucia. A la derecha de la pileta estaba el inodoro, solo lamente que no había bidet. En España no se usa, muy pocos lugares cuentan con uno; aunque para mi consuelo si tenía una lluvia intima incorporada al inodoro.
Unos centímetros hacia el fondo, abarcando todo el ancho de la pared, se presentaba la bañera, blanca y de bordes redondeados. Una cortina de plástico color manteca la cubría por completo. Delante de esta, en el piso, se encontraba una especie de alfombra de silicona transparente de tono azul. El piso era también de cerámicos, pero más pequeños y de color blanco con manchas negras de formas irregulares.
_¡¡¡Me encanto Raúl…!!! _exclame volviéndome hacia el_
_Si, es un bonito espacio, me alegra mucho que sea de su agrado. Espero que lo disfrute mucho _dijo con cierta emoción_.
_Eso ni lo dude _afirme animada_.
Salimos del baño y volvimos hasta el living. Raúl tomo el sobre de papel madera que se encontraba arriba de la mesa y saco un papel blanco impreso.
_Este es el contrato, léalo y verifique que todo esté en orden _me dijo volviéndose hacia mí con seriedad_.
_Sí, claro, permiso… _dije al tiempo que corría una de las sillas para poder sentarme y leer con más comodidad_
Terminé de leerlo y concluí que todo estaba en orden, tal cual lo habíamos acordado por chat. Estaba muy contenta, era mi primer departamento fuera de argentina, pues en los demás lugares en los que estuve me había hospedado en Hostel, por una cuestión de ahorrar dinero, además de disfrutar de aquellos lugares, conocer gente, compartir y demás. Pero había decidido que allí en Barcelona sería diferente, tenía ganas de un período de más soledad, privacidad y de poder hacer lo que me diera la gana en un espacio propio.
_Esta perfecto Raúl… ¿Tiene birome? _pregunte haciendo, con mi mano, la mímica de la firma sobre el papel_
_Ay… Si, disculpe… _dijo sonrojándose mientras buscaba dentro del sobre_ Aquí tiene, sírvase…
_Ja, ja, está bien, no es problema _Le sonreí_.
Estampe mi firma en el contrato y oficialmente aquel ya era mi departamento, al menos por un tiempo.
_Ahora le doy el dinero que resta _le dije mientras buscaba la billetera dentro de la cartera_.
Cuando me decidí a alquilar el departamento le hice una transferencia bancaria de cien euros a modo de seña.
_Si, muy bien…, busque tranquila. Tengo conocimiento de lo difícil que suele ser encontrar algo en la cartera de una dama _dijo en tono bromista_.
_Ja, ja, ja…, sí. ¡¡¡Aquí esta!!! _exclame al tiempo que contaba los billetes que había sacado_ Quinientos cincuenta… ¿Está bien?
_Esta perfecto… _me dijo sonriendo y mirándome a los ojos_
_¡¡¡Genial!!! _exclame devolviéndole la sonrisa_
_Fíjese, que en los imanes que tiene pegados en la heladera, hay contactos de delivery’s de comida, farmacia y demás. Podrían serle de utilidad… A, y también encontrara la dirección y contraseña de wifi _me indico amablemente antes de salir_.
_Genial…, muchas gracias, muero de hambre, ja, ja… _solté masajeando mi panza_
_¡¡¡Me imagino!!! Ja, ja…, y cualquier cosa que necesite no dude en llamarme. Si está a mi alcance con mucho gusto la ayudare _dijo abriendo la puerta y volviéndose nuevamente hacia mi_.
_Muchísimas gracias, es muy amable _respondí agradecida_.
_Que tenga muy buena estadía _dijo mientras estrechaba mi mano y la cubría con la otra sacudiéndola suavemente_. Muy buenas noches.
_Gracias, un placer conocerlo y hacer negócios con usted _le dije sonriendo_.
_El placer es mío, adiós _Saludo con la mano y se perdió escaleras abajo_.
Me metí en el departamento, cerré la puerta y con una enorme sonrisa estampada en mis labios observé detenidamente la sala, estaba contentísima con mi adquisición.
Lo primero que hice fue ir hasta la heladera en busca de los imanes, esperando encontrar alguna opción viable para pedir comida. Los repase rápidamente, volví a la sala y busque mi teléfono, coloque la contraseña del wifi y en unos segundos estaba conectada. No saldría del departamento hasta el otro día por nada del mundo.
Encontré uno que decía ‘’fish and greens’’, vegano a domicilio, Barcelona. En seguida marque el número y llame…, luego de darme ocupado unas tres veces, una voz de mujer joven me respondió con amabilidad. Le pregunte que opciones tenían para la cena, me dijo que cortara, que me enviaría la carta por WhatsApp. Así lo hice y al cabo de un par de minutos tuve el menú en mi móvil.
Tenían unas diez opciones, yo elegí Poke tropical. Base de arroz venere, berenjena marinada en salsa de coco, piña, mango, jengibre, cilantro y aguacate. Me pareció perfecto para la cena y entonces hice mi pedido, me dijeron que en unos cuarenta minutos lo tendría en mi puerta.
Tras tomarme un enorme vaso de agua, mientras esperaba y para que el tiempo corriera más de prisa, decidí deshacer la maleta. Tome también la mochila y con ambos trastos a cuesta encare para la habitación. Me quite la cartera y me saque la campera; estaba agradable allí dentro y comenzaba a sentir calor.
Deseaba con todas mis fuerzas sacarme la ropa y zambullirme en la bañera, pero debía esperar mi cena, así que empecé a sacar lo que llevaba en la mochila: un paquete de galletitas vacío, los lentes, protectores diarios, toallitas húmedas, una botella de agua mineral por la mitad, un bolsito pequeño con maquillajes, un libro de reiki, un sombrero de pana negro con gris oscuro y mi Tablet. Deje el maquillaje, las toallitas y los protectores encima de la cama para luego guardarlo en el baño y acomode lo demás en el placar.
Coloqué la mochila vacía también allí y me dirigí hacia la maleta; la levante, la acosté arriba de la cama, la vacié y acomodé todo su contenido. No llevaba muchas cosas, desde que salí de Argentina me había propuesto viajar con lo necesario y si luego me hacía falta algo lo compraba en el destino elegido. Así hice en cada lugar que visité y antes de abandonar cada sitio me deshice de lo que me sobraba, a veces regalándolo y otras vendiéndolo. Por ende, en mi maleta, solo tenía dos sweaters, una campera de abrigo, cuatro remeras, dos musculosas, tres vestiditos cortos, la ropa interior, dos bikinis, una malla entera, medias, dos sombreros, una gorra, el cargador del teléfono, un par de libros, perfumes, desodorante, jabones, el secador de pelo y una maletita pequeña de color metalizado.
Pasado un instante sonó el portero, era el chico que traía mi cena, le pedí que aguardara un minuto y baje la escalera a alta velocidad, con el estímulo extra del hambre, que a esas alturas ya era insoportable
_Hola, buena noche _dije luego de abrir la puerta, embriagándome con el aroma que escapaba del paquete_
_Buena noche _respondió amablemente a la vez que me extendía el pedido_.
Era un chico joven de unos 20 años, atento y muy simpático. Cabello corto muy prolijo, piel morena y rasgos afro. Vestía un pantalón negro deportivo, una chomba verde con el nombre de la firma bordado en rojo del lado izquierdo del pecho, una gorra roja y zapatillas negras.
_ ¿Cuánto es? _pregunte mientras tomaba el paquete_
_Son diez euros con ochenta centavos.
_O. k.
Le pague con once euros y le dije que se quedara con las monedas. Lo despedí, cerré la puerta y volví al departamento.
Dejé la comida encima de la mesa y me dirigí rápidamente hacia la cocina. Tomé un plato, cuchillo, tenedor, una servilleta, un vaso…; y al fin me senté a comer.
Había hecho una muy buena elección, ya que la comida estaba exquisita. Cuando terminé de comer, ya saciado mi hambre y el estrés del viaje comenzó a menguar, caí en la cuenta de que estaba en mi propio departamento, sola y en Barcelona. Todo aquello parecía augurar un periodo de grandes y abundantes aventuras.
Luego de lavar los utensilios usados fui derecho hacia el baño, encendí la luz, corrí la cortina y me dispuse a llenar la bañera. Al fin tendría la posibilidad de aprovechar las sales de baño espumosas que comprara en Brasil ya que, ante la inexistencia de una bañera en los lugares en los que me tocó vivir, jamás las había probado. Abrí ambas canillas, fría y caliente y constaté que estuvieran en el equilibrio perfecto como para que la temperatura del agua fuera la adecuada y así, optimizar la acción de las sales.
Dejé correr el agua y fui a desvestirme a la pieza. Desprendí mi pantalón, me senté en la cama y desabroché los cordones de las zapatillas. Cuando al fin me las quite fue delicio, fue un momento profundamente placentero experimentar la libertad de mis pies, luego de tantas horas con el calzado puesto. Aun me costaba acostumbrarme a eso, el tiempo que pase viviendo en Brasil usando ojotas y sandalias casi la totalidad del tiempo aun hacía que me sintiera incomoda a la hora de llevar algo cerrado en los pies. Por último, me saque la remera, el pantalón y la tanga.
Guardé las zapatillas abajo, en el placar, y con el resto de las cosas hice un bollo y lo metí en el cesto que estaba en el baño debajo de la pileta. Note que la bañera ya estaba a la mitad de agua.
Volví a la habitación, me puse delante del espejo y me contemplé. Siempre había estado conforme con mi cuerpo, para ser sincera digamos que, en un noventa por ciento variable claro, siempre hacia abajo. Es de humanos tener siempre algo por lo que estar desconformes, me sobra esto, quisiera aquello más grande, soy muy alta, soy muy baja…, y así. Nos evaluamos a partir de un estándar de perfección y, obviamente, no somos perfectos. En fin, en esa etapa de mi vida estaba muy conforme, me observaba y me gustaba, tanto física como interiormente…, en un noventa por ciento.
Mi cara se veía algo demacrada por el cansancio del viaje, pero generalmente estaba muy bien. Es de formato cuadrado, teniendo por características la frente, huesos de la mandíbula y mejillas de dimensiones aproximadas; mi cabello natural es rubio casi platinado, pero como me gusta cambiar de tanto en tanto, en ese entonces lo llevaba castaño claro; mis orejas son de un tamaño médio y apenas hacia afuera; mis ojos verdes, también de un tamaño médio y algo estirados; mi nariz es ligeramente ancha, con un puente recto y la boca es grande, con el labio inferior más grueso y carnoso; y mi piel, de un tono médio, es muy suave y naturalmente con muy poco vello.
Mi cuerpo, en general, combina características de los biotipos ectomorfo y mesomorfo; flaco y largo, pero con una musculatura bastante fibrosa y definida; muslos densos; gemelos de muy buena forma y glúteos firmes y redondeados; mi cintura es pequeña y mi abdomen plano, con los músculos abdominales bastante tonificados; llevo un piercing con un estrás turquesa en el ombligo; mis tetas son pequeñas, podría decir casi inexistentes pero, tienen buena forma, son fibrosas…, creo que son sexys, con pezones de forma redondeada, gruesos y regordetes, con la aureola de un tamaño medio, estos poseen una tonalidad marrón claro con un leve dejo anaranjado, me siento a gusto con ellas, jamás desee tener más tamaño, quizás en mi adolescencia cuando en verdad eran inexistentes y era bombardeada por la propaganda de los grandes pechos y la inexistencia de un paraíso para mi talla de sostén ; mi cuello es largo y fuerte; y mi espalda es atlética, con una buena forma. Poseo un tatuaje, que arranca apenas en mi espalda alta, sube por el cuello y se pierde entre mis cabellos.
Solté mi pelo y me di la vuelta, observando y admirando mi cola una última vez, luego me dirigí hacia el baño. A la pasada tome el teléfono, busque una carpeta de música y puse a reproducir un archivo de baladas de los ochenta y noventa en inglés. Amaba aquellas canciones, había heredado de mi padre el gusto musical de aquella época. Comenzó a sonar con Christopher Cross[2], interpretando Arthur’s teme[3]:
Once in your life find her
Someone that turns your heart around
And next thing you know you’re closing down the town
Wake up and it ‘is still with you…
Me encantaba ese tema, encontraba adorable la voz, la melodía y despertaba sentimientos profundos en mí, casi siempre.
Y entonando las primeras oraciones de aquella canción, tomé un par de toallas y me dispuse a disfrutar de mi ansiado baño. La bañera ya casi estaba al tope así que cerré las canillas y eché las sales que había dejado a un costado, metí mi mano constatando que la temperatura estaba optima y me introduje en el agua. Apenas sentarme dentro, la totalidad de mi piel fue invadida por una cautivante sensación de placer.
El agua estaba más que agradable y, en segundos, se cubrió de espuma, aquello era un bálsamo para mi cuerpo cansado, después de un largo día. Sumergí mi cabeza un instante, sacándola luego levemente echada hacia atrás, para que el pelo quedara peinado y no molestara en mis ojos. Tomé la esponja y la deslicé por mis hombros, el aroma de las sales era muy suave y penetrante, un deleite para mi olfato; era una mezcla floral riquísima.
Bajé con la esponja por mis pechos y noté como mis pezones se endurecían; los frote unos cuantos segundos, disfrutando la agradable sensación, entonces seguí hasta mi panza, refregándola con suaves círculos. Seguidamente tomé mi pierna derecha, desde arriba hacia abajo y volví a subir por la izquierda, también aplicando movimientos circulares con la esponja.
El hecho de llegar al que sería mi lugar, comer y estar en contacto con el agua hicieron que mi cuerpo volviera a la vida, recuperando una vitalidad que no tenía hacia apenas unos minutos.
La entrepierna fue un sendero obligado para el paso de la esponja y, al rozar mi vulva con ella, mi humanidad termino de despertar definitivamente. Mi piel reacciono erizándose al instante, mis pezones se contrajeron al extremo de su dureza y una leve sensación de deseos de orinar se instaló entre mis piernas.
Mi clítoris latía con una vitalidad furiosa, como si tuviera vida propia y fuera independiente del resto del cuerpo. Sentí un profundo deseo sexual, una irrefrenable necesidad de devorarme el mundo desde mi vagina y, en segundos, todo cuanto existía a mi alrededor se redujo a aquella zona específica.
Solté la esponja y, con los dedos de mi mano derecha, tracé un camino de deleite desde el ano hasta el pubis generando, con aquel sutil movimiento, el estremecimiento de todo mi cuerpo, acompañado por un gemido corto, que escapó entre mis labios e hizo eco entre las cuatro paredes que contenían la escena. Volví a repetir el mismo movimiento y la misma electricidad me recorrió completa, provocando que un nuevo gemido, aún más efusivo y prolongado, se colara entre mis dientes apretados, declarando definitivamente la guerra a la pequeña abstinencia sexual que padecía.
La excitación ascendió exponencialmente, denunciando una necesidad mucho más grande de lo que podría haber sospechado hacia instantes. Intensifique el juego de mis dedos en el clítoris, regalándole sabrosos masajes circulares. Mi mano izquierda se instaló en mis tetas, alternando entre una y otra, apretándolas y estirando ligeramente los pezones, con los dedos gordo, índice y mayor a modo de pinza. Mi cuerpo se contoneaba suavemente al compás de mis gemidos, que dé a ratos se transformaban en suaves gritos.
Comencé a deslizar mi mano izquierda desde mis pechos, pasando por el costado de mi cadera y filtrándola por debajo de mi glúteo hasta llegar al esfínter. Jugué alrededor del ano con el extremo de mi dedo, a la vez que mi cuerpo se estremecía y el orificio se apretaba cada vez que lo rozaba. Mientras, mi mano derecha seguía estimulando el clítoris, ahora con la punta de los dedos frotando el glande. La excitación iba en alza rápidamente, sin indicios de ningún límite. Entonces, acompañado de un coro de suaves gemidos, presione mi dedo índice, hasta que la primera falange entro completa en mi ano.
Aprete mis labios y acelere los movimientos en mi entrepierna, al tiempo que empujaba aún más mi mano izquierda, hasta que el dedo completo estuvo dentro de mí. Moví mis caderas en círculos y deslicé los dedos de mi mano derecha por toda mi raja, una y otra vez progresivamente más fuerte y más rápido mientras, el dedo en mi ano, entraba y salía impiadosamente sumergiéndome en un cautivante éxtasis.
Los movimientos de mi cuerpo aumentaron su intensidad y con ellos mis gemidos, ahora intercalados por maldiciones y gritos más osados. Con suavidad y de manera lenta, retiré el dedo de mi culo y llevé mi mano, en una larga caricia, hasta mis tetas. Al mismo tiempo deslicé dos dedos de mi mano derecha dentro de mi vagina, notando una viscosidad abundante en su interior y fui presa de un hondo estremecimiento, que provoco la ejecución de un intenso grito de placer. Sentí sus paredes apretarse alrededor de mis dedos, al moverlos hacia adentro y hacia afuera como una loca, sin control alguno, mientras apretaba mis pezones y mordía mis labios al borde del dolor.
Me sacudí como una posesa dentro de la bañera, provocando que el agua se agitara y derramara parte en el piso. Me retire los dedos un instante para luego, sin pausa alguna, introducir tres. La excitación estaba en su punto máximo, justo al borde de los límites del placer, los gemidos se sucedían uno detrás de otro, en una secuencia sin descanso ni final. Imponiendo un ritmo aún más vertiginoso a mis dedos, busque transgredir el pico culmine y llegar por fin al estallido final; aunque a la vez deseaba que aquel gozo no acabara jamás.
Arqueé la espalda y sacudí la cabeza para ambos lados, como diciendo desesperadamente que no. Inconscientemente cerré mis piernas, impidiendo el movimiento de mi mano, luego las estire, las volví a abrir y quite los dedos de mi interior, para volver a meterlos a tope. Los sacudí sin pausa dentro de mí mientras gritaba, gemía, apretaba mis labios y estiraba mis pezones arrebatadamente.
En mi interior, sentí el volcán de mi sexo a punto de erupcionar. Los dedos dentro de mi vagina se ahogaron en un fluido glutinoso que aumentaba su volumen conforme se escurría el tiempo y ahora, dispuestos en forma de gancho se movían, frotando sin control la pared interna del pubis, como queriendo rascar una brasa que ardía y quemaba en la profundidad. Los dedos de mi mano izquierda, que también se había instalado en mi entrepierna, se rozaban con velocidad suplicante contra el clítoris, en claro deseo de acelerar el desenlace de aquella locura.
En ese instante comencé a temblar, poseída por el deseo y la excitación, expuesta a profundos sacudones, mientras el agua saltaba en oleadas fuera de la bañera. Apure aún más los movimientos de mis dedos, en una loca carrera por liberar toda aquella energía contenida. Grité, gemí, jadeé y maldije con demencia, despreocupada de cualquier otra cosa en el mundo. En tanto, en mi interior, se desataba una reacción en cadena que parecía no tener fin hasta que, luego de unos pocos segundos de dar rienda suelta a toda la locura de mis deseos contenidos, la potencia acumulada exploto vehementemente fuera de mí cuerpo, arrastrando con ella a mi conciencia.
Me tumbe de lado, casi en posición fetal, con la cabeza apoyada en el borde, aun temblando y sacudiéndome sin remedio. Exhale gemidos agonizantes por unos instantes más, al cabo de los cuales, logre abrir los ojos, enderezándome lentamente dentro de la bañera y no pude evitar reírme.
_¡¡¡Mierda, carajo!!! _exclame en voz alta_ Sí que lo necesitaba…, ja, ja _agregue satisfecha_.
Cuando estuve nuevamente en el planeta tierra deseé que las paredes fueran lo suficientemente gruesas como para haber contenido toda mi efusividad. Pensar que alguien podría haber escuchado hizo que volviera a reír y sintiera piedad por ellos.
Masturbarme era una de las cosas que más disfrutaba en la vida. Fue como a los doce años, bañándome, que fui consciente del placer que me provocaba frotar mi vulva y el irrefrenable deseo que surgía de tales caricias. A partir de allí no deje de hacerlo cada vez que podía, ignorando lo que realmente estaba haciendo. Hasta que fui creciendo y la masturbación comenzó a surgir cada vez más seguido en charlas con amigas y amigos. Obviamente no todas estaban a favor y tuve que padecer infinidades de comentarios absurdos al respecto: ‘’masturbarse es malo’’; ‘’si te masturbas, cuando tengas relaciones ya no sentirás el mismo placer’’; ‘’masturbarte puede dejarte estéril’’; ‘’la masturbación es cosa de hombres, las mujeres no lo hacen’’; ‘’si te masturbas después no vas a poder tener un orgasmo’’; ‘’la masturbación es solo para adolescentes’’; ‘’la masturbación se puede convertir en un vicio o adicción’’; etc., etc.… En fin, debo confesar que algunos comentarios me asustaron bastante, pero no tenía a quien consultar más que a mi grupo de amigos, que precisamente, era de donde surgían tales atrocidades.
Por ese entonces, aprovechando las posibilidades de investigación que ya comenzaba a brindar internet, indague bastante acerca del tema, para tratar de poner luz a un tema que me tenía bastante intrigada y alterada. Así fue que me entere que tal habito tiene un origen evolutivo; y es que proviene de la tendencia biológica normal y adaptativa de examinar, manipular, limpiar e incidentalmente, estimular los órganos sexuales externos. Esto quiere decir que la masturbación es una práctica que ha existido desde principios de la historia. Es erróneo pensar que es una práctica reciente o un “invento” de la sociedad moderna.
Sobre el mito de que la masturbación es solo cosa de hombres, hay evidencia presentada en un reporte de Kinsey[4]
realizado en mil novecientos cincuenta y tres, que indica que el noventa y dos por ciento de los hombres afirmaban masturbarse. Pero, el sesenta y tres por ciento de las mujeres afirmaron lo mismo. Es real que la masturbación en las mujeres es un tema más tabú, ya que se habla menos de ello, pero eso no quiere decir que no pase o que las mujeres no lo hagan. De hecho, en una investigación de Masters y Jhonson[5]
realizada en mil novecientos sesenta y seis, decía que muchas mujeres describieron que los orgasmos logrados a través de la masturbación eran fisiológicamente más satisfactorios que en el coito. Y hablando de esto, sobre el mito de que las personas que se masturban tienen más dificultad para llegar al orgasmo en el coito con la pareja, se desmintió en mil novecientos ochenta y tres, describiendo que el treinta y siete por ciento de las mujeres que nunca se habían masturbado antes de empezar a tener una vida sexual activa en pareja, no pudieron llegar al orgasmo durante el primer año. En cambio, sólo un dieciséis por ciento de las mujeres que, si se habían masturbado antes, no lo lograban.
Creo que podría decirse que la masturbación tiene muchos beneficios para la satisfacción y el placer de la vida en pareja, lejos de que la perjudique.
Sobre el rumor de que la masturbación es algo sólo para adolescentes también he encontrado investigaciones que lo destierran completamente. Según Kinsey, entre un veintiocho por ciento y un treinta y siete por ciento de las mujeres comienzan a masturbarse cerca de los catorce años. Pero, también se encontró que durante la vida adulta es una práctica que se realiza con frecuencia, estimando un promedio de setenta prácticas masturbatorias al año en hombres. Y cuando se llega a la vejez la masturbación no se acaba, otro estudio afirmaba que, de los sesenta a los sesenta y nueve años, el cuarenta y siete por ciento de las mujeres se masturban. Y algo que me impacto aún más fue que de las mujeres de entre ochenta y ochenta y nueve años, el treinta y cuatro por ciento se masturba. Como podremos ver, teniendo en cuenta los estudios realizados, las ganas no se acaban.
También encontré que el mito que tal vez podría tener más lógica, o podría acercarse más a la realidad, es que una masturbación excesiva puede no llegar a ser saludable. Cuando es usada como la única o la mayor fuente de satisfacción o alivio de tensión, causando un aislamiento social. Pero cabe recalcar que cuando se presenta esta masturbación excesiva, suele ser un síntoma de trastornos psicológicos o psiquiátricos tales como abuso sexual, abuso de alcohol u otras sustancias, depresión, ansiedad y en casos más graves, síntoma de psicosis o hipomanía.
La masturbación, a pesar de ser un tabú, es una forma de experimentar la sexualidad que acompaña tanto a hombre como mujer hasta sus últimos días. Sin mencionar que, frecuentemente, es una forma de tratar y curar ciertas disfunciones sexuales.
Conforme avanzaron los años pude conseguir muchísima más información acerca de los beneficios de tal practica y pude llegar a comprobarlos. Me ayudó muchísimo a disfrutar de los encuentros sexuales con mis parejas, a conocer mucho mejor mi cuerpo y poder deducir que es lo que me hace disfrutar más y lo que no me gusta nada.
También al tener un orgasmo se abrirá el cuello uterino permitiendo la liberación de algunas bacterias acumuladas, por lo que esto ayuda a la prevención de infecciones urinarias.
Mientras nos tocamos nos sentimos bien y los orgasmos liberan en el cerebro neurotransmisores que influyen en nuestro estado anímico e inclusive en nuestra salud física. Una de las sustancias que libera el cerebro con el autoerotismo, es la dopamina. Esta sustancia se encarga de que sintamos placer siendo su efecto muy poderoso, por esto uno de los mayores beneficios de la masturbación es el aumento de placer como bienestar.
Gracias a las sustancias que libera el cerebro, las mujeres que se masturban, sienten disminuir considerablemente su nivel de estrés. Uno de los efectos que más contribuye al bienestar psicológico es el efecto relajante, lo que también ayudara a conciliar mucho mejor el sueño.
Hay estudios realizados que demuestran que la masturbación puede llegar a aliviar los dolores menstruales, pero no podría afirmarlo, ya que solo lo experimente un par de veces y no estaba demasiado dolorida en esos dias.
También se ha sabido que los orgasmos pueden reducir la posibilidad de sufrir diferentes enfermedades como el cáncer o la diabetes debido a ciertas sustancias liberadas que aportan beneficios a la hora de preservar la salud física.
Personalmente creo que el sexo con otras personas puede ser fantástico, pero está sujeto a demasiadas variables que pueden hacer que no sea la mejor de las experiencias, y mucho menos asegurarte un orgasmo. Por eso la masturbación será una práctica que nunca abandonare, por el simple motivo de tener la satisfacción asegurada.
Pasados unos minutos el agua ya había perdido la temperatura ideal y decidí que era el momento de terminar con mi baño. Me incorporé y escurrí un poco mi cabello. Luego tomé la toalla, la frote en mi cabeza para quitar el exceso de agua y me envolví con ella.
Luego del relajo que me brindaran el baño y el liberador orgasmo, me entraron ganas de fumar, fui hasta la habitación por el papel y la marihuana y me armé un porro. Lo lleve hasta mi nariz y lo olfatee, disfrutándolo en todo su largo antes de encenderlo, me agradaba mucho su aroma. Introduje un extremo entre mis labios, busqué el encendedor y lo encendí. Le di una suave pitada, lo saboree y me acerque a la ventana, que se encontraba abierta.
Era casi media noche, las luces artificiales lo iluminaban todo y los autos y peatones exponían, sin conciencia de ello, una danza perfectamente aceitada al ritmo caprichoso de la cotidianeidad.
Disfrute cada milímetro de aquel cigarro, envuelta en su abundante y espeso humo; observando, desde mi palco privado, la escena de la vida por varios minutos. Me deje arrastrar, sin oposición alguna, por la marea de caprichosos pensamientos que me transportaron por diversos recuerdos y por varios posibles futuros venideros.
Mientras, para deleite de mis oídos, en el teléfono sonaba la canción África[6], del grupo Totto[7]:
I hear the drums echoing to night
But she here’s only whispers of some quiet conversation
She’s coming in,12:30 flight
The moonlit wings reflect…
Apure la última pitada y descarte los restos en un pocillo encima de la mesita, a un lado de la cama. El sueño ya había empezado a embriagarme y envolverme en una densa y pegajosa telaraña de la que no me interesaba escapar, más bien mi deseo inmediato era desmayarme y desaparecer en ella.
Lancé una última mirada por la ventana, me di media vuelta y fui hasta el baño. Me despojé de la toalla que envolvía mi cuerpo y removí mi cabello, que aún estaba demasiado húmedo y necesitaba del secador de pelo para secarse en su totalidad. Pero eso jamás sucedería, al menos esa noche, estaba demasiado cansada y somnolienta y decidí lidiar con la rebeldía de mi pelo en la mañana siguiente.
Luego de orinar, lavarme y secarme, estuve lista para sumergirme en la cama y desvanecerme en los brazos del sueño, que a esas alturas ya ocupaba el primer puesto en mi lista de deseos. Tome el teléfono, baje un poco el volumen y lo enchufe al tomacorriente detrás de la mesita de noche. Ya habían pasado treinta minutos de la medianoche, apague la lampara de la habitación quedando levemente iluminada con la luz que penetraba desde afuera, por lo que decidí cerrar también la persiana previendo que el amanecer no me sorprendiera e interrumpiera mi reposo antes del tiempo que mi cuerpo considerara necesario para lograr el descanso deseado. Por el mismo motivo tampoco coloque el despertador, quería poder encarar aquella etapa española con todas las energías renovadas y a tope.
Abrí la cama y me acosté boca arriba, totalmente desnuda como me agradaba hacerlo. Adoraba la sensación de libertad que me provocaba la desnudez y ese contacto más directo e íntimo con todo lo que me rodeaba. Me cubrí con solo la sabana hasta la cintura, luego cerré mis ojos y me perdí en la imaginación de todas las experiencias fantásticas que vendrían con el nuevo día, hasta que la consciencia se esfumo.
Tras soltar un largo e intenso bostezo desperté a la mañana siguiente con cierto aire de desconcierto. Estiré mis brazos y piernas, contrayendo cada musculo de mi cuerpo, como queriendo tomar conciencia de la totalidad de su extensión. Muy lentamente fui reincorporándome nuevamente al ‘’mundo de los vivos’’.
Se me hizo extraño despertar en aquella cama, tarde unos minutos en recordar y ser consciente del lugar en el que estaba, pues había sido apenas mi primera noche allí y aun necesitaba familiarizarme con el lugar.
En el aire de la habitación, acompañando mi dulce despertar, flotaban los acordes de una melodía maravillosa; era Sting[8], interpretando Shape of my heart[9]:
He deals the cards as a meditation
and those he plays never suspect
he doestn play for de money he winds
he doestn play for the respect….
Había dormido como un bebe, estaba demasiado cansada y además, la cama y el colchón que poseía el departamento, eran una maravillosa invitación al descanso sin final. Literalmente, podía hablar de un exquisito sueño reparador.
No tenía ni idea de que hora era, lo cual se sentía genial, era una bendición vivir sin la opresión del odioso tiempo. Busque el teléfono encima de la mesita, lo desconecte del cargador y pude observar que eran las diez y treinta y siete de la mañana. Significaba que había dormido unas diez horas sin casi moverme, ya que me sorprendí en el mismo lugar y posición en la que me acostara. Comúnmente no acostumbraba a dormir más de seis o siete horas, lo que reforzaba mi teoría de que realmente necesitaba el largo descanso.
Subí bastante el volumen de la música, que aún seguía sonando de la noche anterior, deduciendo que a esa hora a nadie molestaría. Aun con movimientos aletargados me senté en la cama, apoyando mi espalda contra la pared, mientras ensayaba un bostezo tal, que temí que mi boca se diera toda la vuelta y me auto tragase, a la vez, estiré mis brazos hacia el techo, tanto como mi anatomía lo permitía.
Caí en la cuenta de que no tenía nada para desayunar, así que debía salir a comprar algo o bien desayunar en algún sitio cercano. Decidí que haría las dos cosas, previa ducha para terminar de despertarme definitivamente, saldría a buscar un sitio donde desayunar y luego iría al supermercado para abastecerme por algunos dias.
Casi contra mi voluntad salí de la cama, fui hasta la ventana y abrí la persiana. Afuera se celebraba un nuevo día, el mundo seguía girando y las personas continuaban con sus caminos invariablemente, yo estaba lista para incorporarme a su juego, fantaseando con docenas de variantes que me depararía el próximo capítulo de mi aventura.
Tomé la Tablet y la encendí, tirándome a lo ancho de la cama, dispuesta a buscar algún sitio donde tomar mi desayuno y otro para efectuar las compras necesarias. Al cabo de unos minutos di con un par de lugares que me gustaron, uno frente a la playa para desayunar, a solo seis calles del departamento y, para la compra de los suministros, encontré un mercado a dos calles. Entonces, decidí que desayunaría y a la vuelta pasaría por las mercaderías que me hicieran falta.
Ya con el itinerario programado me metí en el baño por mi ducha. No pude contener la risa, al pasar frente al espejo y descubrir el estado en que habían quedado mis pelos por no secarlos antes de irme a dormir. Los intentos por acomodarlos fueron vanos, pues apenas los soltaba se rebelaban y volvían casi a la misma forma enmarañada que intentaba corregir. Totalmente resignada me metí en la bañera y con el agua de la ducha puse fin a su sublevación.
Cerré los ojos y me relajé, dejé que el agua surcara por mi rostro y lavara todo vestigio de somnolencia, entregándome al agradable contacto de su masa liquida corriendo por mi piel. Recorrí la totalidad de mi cuerpo con mis manos, en un intento de que ningún pedacito de piel quedara sin mojarse.
En unos pocos minutos concluí mi baño y esta vez sí puse en acción el secador de pelo, dejando mi cabello impecable. A la hora de elegir que ponerme no tenía demasiadas opciones, así que, tras un corto pero exhaustivo análisis de vestuario, mi decisión se volcó por un vestido corto. Este era de color celeste, con un estampado de flores en colores blanco, fucsia y turquesa, ceñido al cuerpo en la parte del torso y volado de la cintura para abajo, con un escote cerrado y de breteles finos. Para mis pies elegí las botitas de lona negra con las que llegara a la estación el día anterior. Sujete mi cabello con una vincha negra, me delinee sutilmente los ojos y estuve lista. Tras tomar el teléfono y la cartera, me coloqué los lentes de sol y salí.
Según la pesquisa que hiciera en internet debía tomar la calle Carrer de la Vila Joiosa hacia la izquierda en dirección del mar unas tres calles hasta el Paisseig Maritim de la Barceloneta, el camino que bordeaba la costa. Allí unas tres cuadras más, siguiendo a la izquierda hasta llegar a Carrer de la Drassana, y también a la izquierda a unos pocos metros se encontraba mi destino.
El día se presentó fantástico, hacía calor, pero la brisa era deliciosamente refrescante, el aire olía a perfume de flores y un sol intenso de primavera coronaba aquel cuadro, que entonces se me regalaba.
Las callecitas eran angostas, al igual que las veredas, y cubiertas de pavimento; los coche se estacionaban a mi izquierda y solo sobraba el lugar justo para que otro vehículo transitara. Estaban repletas, autos, motos, bicicletas y peatones yendo y viniendo por doquier; la ciudad funcionando en todo su esplendor. Las edificaciones alternaban entre antiguas y modernas, como en un collage de estilos y de tiempo. Me resulto un lugar acogedor, pintoresco y muy agradable.
La calle acabo al llegar a una avenida, y cruzando del otro lado me encontré con una especie de pasaje que conducía directamente hacia el mar, por el cual debía seguir para llegar al café en el que había elegido desayunar. En el lugar se encontraban restaurantes, bares y kioscos de helados; y existía una especie de playón de cemento con bancos donde sentarse, relajarse y admirar la belleza del mar al amparo de la copa de los árboles, que desinteresadamente regalaban su sombra.
Tras caminar unos cuantos metros más tuve frente a mí la rambla, detrás de esta la playa y un tanto más allá el imponente mar Mediterráneo, dominándolo todo hasta el horizonte. Tenía una conexión muy fuerte con el mar, lo disfrutaba y lo amaba como a pocas cosas; y aquella primera vista me lleno de un profundo sentimiento de emoción y bienestar.
Luego de un momento que me tome para contemplar y admirar la costa, hice unos pasos más y llegue a Buenas Migas, el lugar que había elegido. Tenía un interior muy moderno y acogedor, y un amplio espacio exterior repleto de mesas, sillas y sombrillas; se ubicaba frente a la playa, por lo que la vista era inmejorable. Estaba bastante lleno, creo que la mayoría eran turistas, distinguí al menos tres idiomas diferentes sonando en el aire.
Pude ver que tenía solo un par de mesas libres así que me apresuré para entrar y hacer mi pedido. Luego de examinar las opciones me decidí por un yogurt compota muesli (yogurt con fruta y cereales) y pedí también un batido de frambuesa.
Luego de pagar ocupe una mesa dispuesta a esperar mi pedido. Mientras tanto, a modo de matar el tiempo, saque mi teléfono y revise Facebook y WhatsApp. No estaba demasiado pendiente de las redes sociales, ni del móvil, pero de vez en cuando me comunicaba con algún amigo o amiga por aquellos medios, y muchas veces mi tía me escribía queriendo saber de mí.
A mi modo de ver era una pérdida de tiempo adentrarse en aquellas aguas durante demasiado tiempo, se me hacía que eran una especie de distractores que te desenfocaban de lo realmente importante, llevándote a vivir en un mundo vacío y meramente superficial. Es muy conveniente para el poder que sus súbditos vivan la mayor parte del tiempo en un mundo virtual, ajenos a lo que realmente sucede; hasta que ya es demasiado tarde e imposible de modificar.
Ojee por arriba, sin abrir los mensajes, y tenía un WhatsApp de una amiga que deje en Madrid y un par de mensajes en Facebook, de otra amiga brasilera y una argentina. Decidí que luego en el departamento los respondería. Pasaron unos quince minutos y apareció el mozo con mi pedido. Todo lo que traía se veía delicioso, muy apetecible; potenciado, quizás, por el hambre que ya comenzaba a morderme el estómago.
¡¡¡Hola, buen día!!! Un yogurt compota muesli y un batido de frambuesa para la bella dama _me dijo con exagerada amabilidad e intenciones más allá de las que su trabajo exigía_.
¡¡¡Muchísimas gracias!!! _exclame con una sonrisa_
_Por favor, por nada… ¡¡¡Gracias a ti!!! _respondió, y se fue alegremente entre las mesas_
Todo mi desayuno estuvo riquísimo y había quedado totalmente satisfecha. Durante algunos minutos estuve allí sentada repasando y admirando todo a mi alrededor, hasta que la hipnótica belleza del mar comenzó a llamarme. No pude resistir la tentación de levantarme e ir caminando hacia él; lamente no estar vestida adecuadamente como para bañarme un rato, pero al menos caminaría por la orilla unos minutos, para cargarme de toda su energía.
En unos cuantos pasos estuve en la playa, estaba repleta de personas tomando el sol y bañándose; parejas, grupos de amigos y amigas y familias con sus hijos. Personalmente prefiero disfrutar de las playas más tranquilas y desiertas, pero allí se palpaba una energía magnifica con toda esa gente disfrutando del transcurso de un hermoso día.
Me acerque hasta la orilla, me agache y sumergí mi mano para sentir la temperatura del agua, que estaba más que agradable. Camine unos doscientos metros observando y admirando aquella inmensidad acuosa. Me consolé pensando que ya tendría tiempo de pasar unas cuantas horas allí, disfrutando del sol, la arena y el mar.
Pasados unos treinta minutos decidí volver, ya había tenido una pequeña cuota de aquel fantástico regalo de la naturaleza. Luego de pasar por el mercado y comprar todo lo necesario llegue al departamento. Cargaba cuatro bolsas repletas, estaban bastante pesadas y me había acalorado bastante por lo que, sin perder tiempo, me despoje de la ropa y el calzado, en un intento desesperado por recuperar la frescura.
Había quedado alucinada con el lugar al que había ido de compras, se llamaba Komesano y contaba con gran variedad de productos naturales y orgánicos, desde cereales, legumbres, pastas, semillas, frutas y verduras, etc., etc. Hasta cosméticos, cremas y aceites corporales, una maravilla y lo tenía allí, cerquita de casa.
Ya habían transcurrido unas dos horas desde mi desayuno, por lo que en lo inmediato debía comenzar a prepararme el almuerzo y, para incentivarme en mi cruzada culinaria, puse música en un volumen medio. Hice clic en la primera carpeta que encontré en la Tablet y, aleatoriamente, comenzó con una canción de Nirvana[10]. Los punteos de guitarra de la introducción de The man who sold the world[11], enriquecieron de repente el silencio del departamento; imprimiéndole un notorio golpe de energía a mi ánimo:
We passed upon the stair
We spoke of was and when
Although I wasn’t there
He said I was his friend…
Estaba más que probado que no era una master chef, ni mucho menos; pero llevaba unos cuantos años cocinando para mí. Cuando murieron mis padres debí empezar a hacer muchas cosas que antes no hacía. Si bien los primeros años tras la muerte de mi padre viví con mi tía, ella no estaba tiempo completo para atenderme, ya que debía trabajar. Y más adelante, cuando me toco quedarme totalmente sola, era cocinar o morir de hambre; porque tampoco tenía el dinero suficiente como para comprar comida hecha todos los dias.
Finalmente decidí prepararme un par de hamburguesas de garbanzos con una ensalada de tomate, papa hervida cortada en cubitos, huevo duro, con un poco de aceite de oliva y unas semillitas de sésamo. En media hora tenía todo listo y en unos cuarenta minutos acabe de comer. Estaba sola y, para mi gusto, todo estuvo delicioso; creo que eso era todo lo que importaba.
Luego de lavar, limpiar y acomodar los trastos, me acerque hasta la ventana y constate que el día seguía magnifico. En la pantalla de mi móvil pude ver que eran las dos y treinta y cinco de la tarde, y pensé que ir a la playa sería una idea inmejorable. El sol era el amo y señor de los cielos y, a lo largo de todo el horizonte, ninguna nube rebelde se atrevía a amenazar su reinado; lo que apoyaba mi teoría de que disfrutar de la arena y el mar era una genial decisión.
Sin pensármelo dos veces y sin perder un segundo más, fui hasta la habitación para alistarme. Me saqué la tanga y la deseché en el cesto de la ropa para lavar y, cuidadosamente, me pasé protector solar en todo el cuerpo; hacia bastante tiempo que no me exponía largamente al sol, no quería sufrir las indeseables consecuencias. Luego me calcé el bikini, elegí uno en color negro con finas líneas en turquesa y fucsia atravesando horizontalmente toda la prenda. Luego de posar y desfilar durante unos segundos delante del espejo, convenciéndome de que todo estaba en el lugar deseado, tomé el vestidito con el que había salido por la mañana y me lo puse encima. Tras calzarme las ojotas y ensayar un par de poses más frente al espejo tome la mochila y comencé a cargar las cosas que utilizaría, protector solar, desodorante, toallitas húmedas, una toalla, y una manta color verde agua, estampada con un mándala multicolor, para tenderme en la arena.
Fui hasta la cocina y puse a calentar agua, también cargué el mate, la bombilla y el edulcorante. En un pequeño recipiente de plástico coloque un poco de yerba mate junto con una cucharita de té. Cuando el agua estuvo en la temperatura adecuada la vertí en el termo y lo metí en la mochila junto con las demás cosas. Por último, incorpore un paquete de galletitas de cereales con semillas y una botellita de agua mineral.
Cuando al fin tuve listo todo lo necesario, me cargue la mochila en los hombros, me coloque los lentes y salí del departamento camino del grandioso Mediterráneo, lista para mi primer día de playa en Barcelona.
La jornada transcurrió en gran forma, me sentí extasiada, embriagada de sol y de la belleza que la arena y el mar eran capaces de brindarle a los ojos. Recibí un par de piropos y hasta una invitación a salir por la noche, pero no era mi tipo, así que me limite a agradecer y explicar que no estaba disponible. Disfrute con la destreza de los surfistas, de ojear algún que otro cuerpo bello y del ritual de mis mates, que por cierto estuvieron muy bien. Me tomé una media hora y, por fin, también me puse al día con los mensajes que habían quedado pendientes de respuesta. Me sentí feliz de volver a disfrutar del mar a pleno, fue una recarga significativa de energía positiva, y la mejor manera de iniciar mi etapa catalana.
Se hicieron las seis y treinta de la tarde y decidí terminar el día de playa, el clima seguía inmejorable, pero ya había sido demasiada exposición a los rayos solares; el color ligeramente rojizo de mi piel lo denunciaba. Además, por la noche, pensaba salir de fiesta; quería descansar un rato, debía bañarme, depilarme y demás.
Recogí mis cosas y, tras lanzar una última mirada por encima de mi hombro, al infinito espejo de agua que dejaba a mis espaldas, emprendí el camino de regreso a casa.
Cuando volví al departamento ya eran las siete y trece de la tarde, tenía hambre, así que fui hasta la heladera a buscar una banana, era una buena y rápida opción. Acabe mi tentempié, vacié la mochila, deje todo en orden y, luego de una ducha rápida para lavar la sal de mi cuerpo y algún resto de arena, decidí tomar una pequeña siesta de una hora. Necesitaba estar bien descansada para la noche, ya que el sol y el mar me habían dejado exhausta.
Me gustaba mucho dormirme con música así que, tras poner a cargar el móvil, busqué en este algo que escuchar, me decidí por un compilado de Amaral[12] que comenzó con la canción Marta, Sebas, Guille y los demás[13]:
Marta me llamo a las seis, hora española
Solo para hablar, solo se sentía sola,
Porque Sebas se marchó de vuelta a Buenos Aires
El dinero se acabó ya no hay sitio para nadie…
Deje que sonara en un volumen suave y, antes de acostarme, coloque la alarma a las ocho y cuarenta de la noche. Me acomode en el centro de la cama y sin esfuerzo alguno, rápidamente me desconecte de la matriz por un rato.
El sol caía dramáticamente marcando el final de la tarde y el del barco, que hasta entonces fuera nuestro transporte y nuestro refugio, comenzaba a hundirse inexorablemente. Todos los tripulantes a mi alrededor corrían y gritaban desesperados, chocándose y pisándose unos a otros. Yo me debatía en medio de aquella locura, petrificada, observándolo todo con incredulidad, tratando de ver y entender que estaba sucediendo.
De un segundo a otro todo se oscureció, como si de repente una nube gigantesca tapara completamente al sol. Miré hacia arriba y apenas daba crédito a lo que mis ojos veían, contemplé estupefacta cómo la tremenda nave, que flotaba sobre nuestras cabezas, descendía inevitablemente, quedando a unos cinco metros de nosotros. Numerosos aces de luz se descolgaron del fuselaje transportando extraños seres verdosos con un grotesco aspecto de reptil, depositándolos en breves segundos en la cubierta del barco.
En cuestión de instantes había unos seis alienígenas disparando sus pistolas contra todo el que se cruzara en su camino. El escenario se colmó de gritos y destellos de laser por doquier.
Mi instinto de supervivencia me empujo a correr tan rápido como podía, en un intento por tomar distancia de aquella locura. En un momento me acerque demasiado a la baranda y entonces un hombre robusto, que era alcanzado por uno de los disparos, se desplomo contra mi humanidad empujándome y echándome al mar. Al instante comencé a hundirme, hundirme y hundirme más y más, hasta que solo el negro fue el protagonista principal de la escena.
Todo había desaparecido, imágenes y sonidos, siendo reemplazados rápidamente por un tremendo desconcierto. La sensación de ahogo se hizo presente rápidamente generando mi desesperación y un pánico incontrolable ante una inminente muerte. En ese instante limite, en que vagaba por las profundidades del océano, algo me distrajo, un suave sonido que venía acercándose poco a poco, hasta que se adueñó completamente de la escena. Era música, una canción viejísima, un rock and roll de los años sesenta, Break it all[14] interpretado por The Shakers[15]:
We want you to come
We want you to hear
We want you to dance
Dance all night long…
El volumen subía más y más a cada segundo y aquella música me envolvió en su alocada melodía, transportándome automáticamente hasta lo que me pareció percibir como una cama. Abrí los ojos desesperadamente, embotada de confusión, para al fin darme cuenta de que efectivamente me encontraba en una cama. Más precisamente la de mi nuevo departamento en Barcelona y aquella música, que me rescatara de una muerte segura, no era más que el timbre de la alarma de mi celular indicando que eran las ocho y cuarenta de la noche, y que acababa de despertar de un extravagante sueño digno de cine Z. Cuando al fin la conciencia volvió a mí y hube recuperado el aliento, no pude evitar reírme a carcajadas como una loca.
Estire mi brazo izquierdo para alcanzar el teléfono y rápidamente desactive la alarma. Desde la primera vez que la escuche con mi padre, hace muchos años, me ha gustado esa canción. La encontraba muy alegre y motivante, con una alta dosis de energía positiva y buena vibra. Con los años la había olvidado y, luego de quedarme dormida un par de veces por no escuchar el despertador, casualmente un día volví a escucharla y la coloqué como alarma porque creí que era capaz de despertar hasta los muertos.
Arrastrándome me senté en la cama, me estire tanto como pude y bostece unas cuantas veces. Fui hasta la ventana y corrí la cortina, los rayos del sol lentamente se iban apagando y los últimos lo teñían todo con destellos de un color naranja rojizo. Las luces de la ciudad comenzaban a encender ofreciendo su bienvenida a la noche que se presentaba larga y prometedora.
Me entraron ganas de fumar, entonces armé un porro y, mientras lo disfrutaba, tomé la Tablet y me dispuse a buscar algún bar a donde ir por la noche. Con la última pitada, luego de una exhaustiva búsqueda, encontré uno que atrajo mi atención. Berimbao, decía ser el bar brasilero más antiguo de Europa, fundado en mil novecientos setenta y seis. Sin pensarlo más decidí que ese sería mi destino aquella noche.
Ya eran las nueve y treinta y desde mi ventana podía ver que la noche se había adueñado definitivamente de la ciudad, contrastando su negrura con el deslumbrante brillo de las luces artificiales, los faros de los coches y algún que otro cartel de publicidad.
Deseche los restos del cigarro en el inodoro y busque en mi teléfono la imagen de google maps de cómo llegar al bar para guardarla; luego puse a llenar la bañera y coloque música dándole pista libre a Black[16]
interpretando su inspiradora canción Wonderful life[17]:
Here I go, out to sea again
The sunshine fills my hair
And dreams hang in the air
Gulls in the sky…
Subí el volumen, tomé el bolsito con maquillajes y demás, y me metí en el baño. La bañera ya estaba casi lista para mi inmersión y, mientras esperaba que estuviera a punto, tome el alicate y corte y lime las uñas de mis pies.
Tomé la afeitadora, un espejito redondo con bordes plásticos color negro y los apoyé en la cabecera de la bañera. Sin perder un segundo más me sumergí en las deliciosas y espumosas aguas, al instante una sonrisa de profundo placer denuncio la agradable sensación que el contacto con aquel líquido producía en toda la extensión de mi piel.
Luego de tomarme unos minutos de relax, disfrutando de la inmersión espumosa y del aroma de las sales, me dispuse a afeitarme. Acabé rápidamente con las axilas y luego, sentada contra la cabecera, apoyé mi pierna derecha en el borde y suavemente comencé a deslizar la afeitadora por mi pantorrilla. Seguidamente pasé a mi muslo, después del cual continúe con mi pierna izquierda. En unos diez minutos deje ambas piernas impecables.
Había conocido a muchas mujeres que renegaban fervientemente del hecho de depilarse, lo encontraban molesto y tedioso. Yo en cambio, lo disfrutaba bastante, me distraía y me relajaba.
Creo que la única condición de ser mujer que realmente me molestaba era mi periodo, eso sí deseaba que desapareciera definitivamente. La hinchazón, los dolores, las molestias, las odiaba. Me acorde de una charla que una vez tuve con mi amigo Manuel.
_Hay una forma de olvidarte de eso… _me dijo con seguridad_
_A… ¿Sí? ¿De qué manera? _respondí mirándolo de reojo con cierta desconfianza_
_¡¡¡Deberías embarazarte…!!! Ja, ja, ja… _exclamo y luego rio burlonamente_
_¡¡¡Ni en pedo…!!!
_Que mal… No quieres hacerme tío… _dijo mientras se cruzaba de brazos y fingía una exagerada tristeza_
_¡¡¡Que bobo…!!! _dije respondiendo a su broma_ Adoptare un perro si quieres y puedes malcriarlo todo lo que desees, ja, ja… _agregue entre risas_
_ ¿En verdad no te gustaría tener hijos? _pregunto, ahora con seriedad_
_La verdad que no, por el momento no quiero, ni siquiera lo he pensado demasiado, jamás. No me veo como madre y no me seduce la idea de traer a otro ser humano a este mundo, hay demasiados chicos sufriendo por ahí, necesitando amor y educación. Pienso que de llegar el momento de desear ser madre sería mucho más noble adoptar a un chico que ya esté aquí, pasándola mal en este mundo, que me necesite, y al cual darle una oportunidad de crecer sano y evolucionar en este bendito planeta.
_Eres increíble…ja, ja… _Movió la cabeza de lado a lado como diciendo que no_ ¡¡¡Que personaje…!!!
_ ¿Por qué? Solo soy analítica, trato de ver el panorama completo. No creo que se trate de tener hijos solo por el deseo egoísta de decir ‘’fui madre’’, o por un mandato cultural basado en lo que se espera de nosotras, o por hacer uso de la biología de nuestros cuerpos antes de morir. Hallo irresponsable seguir trayendo hijos a este mundo, las cosas ya no son lo que eran hace años. Es seguir contribuyendo al desastre ecológico al que venimos sometiendo a este planeta desde hace años. La superpoblación es un problema serio, al ritmo en que vamos llegará un momento en que ya no habrá lugar y, como ya sucede en muchos lugares, los suministros serán insuficientes. ¿Y qué haremos? ¿Exterminar al porcentaje sobrante como a una plaga común? Creo que antes de tener más hijos deberíamos educarnos eficientemente y sobre todo a las futuras madres. No lo sé, es mi opinión, yo no buscaría tener hijos; ahora, si vienen de una manera inesperada, es otra cosa.
_¡¡¡Amen!!! _Se levantó de su silla, me beso dulcemente en la frente, volvió a sentarse y siguió navegando en su móvil_
Muchas veces chocaba con otras personas por mis opiniones controversiales, pero Manuel siempre me entendía, y si no lo hacía se esforzaba por hacerlo, y si seguía sin entender solo me respetaba. Y por eso estaba incluido en la lista de los mejores amigos que he tenido.
Llego el tiempo de depilar mi entrepierna. Mas allá del hecho de que odiaba tener pelos y me afeitaba cada uno o dos dias, quería estar muy prolija esa noche, sobre todo porque deseaba poder concretar algo, hablando netamente de sexo. Realmente lo necesitaba, no me importaba demasiado si luego venia la gran historia de amor o no, por el momento solo quería alguien que me tratara bien y me satisficiera sexualmente.
Me senté en la cabecera de la bañera y empecé por mi pubis, empujando la piel hacia abajo y deslizando la afeitadora en sentido contrario, a contrapelo. Luego abrí mi pierna derecha y coloque el pie encima del borde, tome el espejo y lo puse a la altura de mi vulva para poder verme. Me gustaba, la encontraba muy bonita y estética, me sentía cómoda y segura al momento de mostrarla.
Mientras se encontraba cerrada los labios mayores lo cubrían casi todo, eran de un color marrón bien clarito con una pigmentación anaranjada al igual que el prepucio del clítoris; los labios menores eran gruesos en sus bordes y apenas asomaban, en un color rosado claro. Al abrirla podía notar el mismo color en el glande del clítoris, de un tamaño pequeño, y en toda su extensión alrededor de la vagina, que era de un rosado mucho más intenso.
Continúe con la depilación cubriendo la zona que va desde el esfínter hasta unos milímetros antes de llegar a la vulva, deslizando la afeitadora lenta y suavemente evitando cortarme. Seguidamente llego el turno de los labios mayores, primero el derecho, yendo desde el aductor hasta casi los labios menores y luego, subiendo la pierna izquierda, afeité el labio de ese lado.
En unos diez minutos había acabado y, tras dejar el espejo, seguí con el último paso, la zona del ano. Me nacían cuatro o cinco pelos perdidos por ahí, que me molestaban, me trastornaban, creo que los odiaba; así que me afeitaba como si tuviera una barba de vikingo entre las nalgas. Me pare dentro de la tina y apoye el pie izquierdo en el borde. Con la mano del mismo lado me tome el glúteo, separándolo y con la derecha lleve el extremo de la afeitadora contra el esfínter. Deslicé con suavidad hacia los glúteos unos cuatro o cinco centímetros, repitiendo el movimiento desde el periné hasta casi donde comenzaba el coxis; al terminar hice lo propio con el lado opuesto.
Al concluir me senté nuevamente dentro de la bañera y surqué con mis dedos las zonas depiladas, constatando haber hecho un buen trabajo. Se sentía muy agradable al tacto, liso y suave como terciopelo. Como así también lo era sentir el paso de los dedos en mi piel, no solo porque esta quedaba más expuesta y sensible sin pelos, sino también porque mi cuerpo acunaba una necesidad imperiosa de ser tocado.
Todo estaba impecable, tal y como deseaba, así que continúe normalmente con el baño evitando sucumbir, por el momento, a los apasionados reclamos de mi deseo. Lavé mi cabello masajeando desde el cuero cabelludo hasta las puntas y, mientras dejaba actuar el champú, recorrí sin prisa todo mi cuerpo, caminando cada tramo de piel con la esponja. Al completar el placentero recorrido, saqué el tapón de la bañera y abrí la ducha para enjuagarme completa. El agua corrió libremente, acabando en un muy agradable tour por toda mi humanidad, lavando todo vestigio de jabón. Quite el exceso de agua del cabello y coloque la crema de enjuague masajeando durante unos dos o tres minutos, luego de los cuales volví a enjuagar.
Al concluir con el baño tenía algo de hambre, así que fui hasta la cocina por algo rápido, pues estaba ajustada de tiempo y debía continuar con la producción. Entonces me comí un par de barritas de cereal y un yogurt con frutillas mientras, por la ventana, observaba la escena de pura cotidianeidad que se desplegaba en la ciudad, debajo de mí.
Al terminar la improvisada cena eran ya las diez y veinte de la noche. Decidí escribirle a Paco para ver si podía venir a buscarme a las doce para llevarme al bar. Comprobé que llegara el mensaje y fui al baño a lavarme los dientes. Luego, aprovechando la buena luz que había allí, pinte las uñas de mis pies y mis manos de color negro. Como aun no sabía que ropa usaría opte por ese color que es uno de mis preferidos y siempre combina con todo. Al terminar con la segunda pasada entro un mensaje, revise el móvil y era Paco; me decía que sí, que estaría disponible. Así que combinamos que pasaría por mí a la media noche.
Cuando estuve segura de que el esmalte estaba seco y el pelo había escurrido lo suficiente debajo de la toalla, fui hasta el placar por el secador para seguir con el ritual de preparación.
Terminado el secado y, luego de unos quince minutos de ir y venir a lo largo del perchero probándome un par de cosas, me incline por un jean negro elastizado bien gastado, de cintura baja y una musculosa de color verde militar, de breteles finos. Para mis pies elegí unas sandalias esclavas de plataforma, también negras, con doble correa sobre los dedos y recubiertas de tachuelas metálicas en forma cónica; mis preferidas, eran muy bonitas y me resultaban comodísimas.
Dejé la ropa elegida sobre la cama y, luego de pasarme la crema corporal, me dispuse a comenzar con el maquillaje. Me instalé frente al espejo lista para comenzar el ritual de embellecimiento final. Nunca fui de cargarme de maquillaje, al punto de terminar produciendo una máscara que no se parecía en nada a mí, pero si me gustaba algo casual y discreto.
Comencé con la base y corrector de ojeras, seguí con una sombra en un tono mediano oscuro, con un poco de brillo, en los parpados. Con los dedos difuminé la parte superior con la misma sombra y luego delineé la parte inferior, debajo del ojo, con el mismo color. Seguidamente implemente el delineado ‘’cat eye’’ en color negro. Para concluir, me aplique un ‘’blush broncer’’ mate y labial rojo intenso con una base cálida. En unos minutos había concluido y, ya con mi rostro embellecido para la ocasión, estuve lista para vestirme. Me quedaban treinta minutos hasta la hora pactada con Paco, así que me apresure a concluir mi preparación.
Rápidamente comencé a vestirme, como ropa interior elegí una tanga hilo dental de tul en V, de color negro; luego me calce el jean, el cual me quedaba pintado, haciendo que mis glúteos se vieran apetecibles y turgentes; finalmente la musculosa, que se amoldaba perfectamente a mi figura, insinuándola sensualmente bajo la tela.
Para concluir, me puse las sandalias y me plante frente al espejo observándome desde todos los ángulos posibles, yendo para aquí, para allá y girando las veces necesarias, hasta que definitivamente la imagen que me llego me dejo conforme, satisfaciendo mis expectativas y concluyendo que ya estaba lista para el ruedo que aquella noche me proponía.
Con apenas unos quince minutos por delante hasta la llegada de Paco, volví al baño, me coloqué desodorante, perfume y cera de brillo en el cabello, que había decidido llevar suelto. Volví a certificar que todo estuviera en orden, apagué la luz y salí.
Tome la cartera y revise que contara con todo lo necesario y luego me la calce cruzando el pecho. Ya faltaban cinco minutos para la llegada de mi coche, así que guarde el móvil, apague las luces y salí del departamento.
[1] La Barceloneta es un barrio de origen marinero del distrito de Ciutat Vella. Este tiene forma triangular y limita con las playas del barrio y el mar, con el Muelle de España del Puerto Viejo y con el barrio de La Ribera, la estación de Francia y el nuevo Puerto Olímpico de la ciudad.
Uno de los principales atractivos del barrio son sus playas, las más grandes, conocidas y concurridas de la ciudad. Cuentan con un gran ambiente y excelentes servicios. También es un lugar elegido por turistas de todo el mundo.
Las calles de la Barceloneta resultan muy agradables y peculiares; callejones estrechos repletos de edificios antiguos, iglesias y algunos locales que conservan su decoración desde hace casi doscientos años.
[2] Christopher Charles Geppert es un cantante, compositor y guitarrista estadounidense conocido como Christopher Cross. Nació en San Antonio, Estados Unidos, el 3 de mayo de 1951. Sus principales influencias fueron los Beach Boys y Joni Mitchell.
La carrera de Christopher comenzó en los 70, cuando formaba parte de una banda de rock llamada FLASH. El músico se convirtió en un guitarrista reconocido en Texas. La fama le dio la oportunidad de reemplazar, en una actuación, a Ritchie Blackmore, guitarrista de la banda de heavy metal Deep Purple, quien tenía una fuerte gripe.
En 1980 siguió una carrera en solitario lanzando su primer disco de vinilo individual en el mismo año, bajo el título de Christopher Cross. Con el álbum ganó cinco premios Grammy en las categorías de Disco del Año (con el sencillo «Sailing»), Álbum del Año, Canción del Año (también con «Sailing») y Mejor Artista Nuevo.
[3] Es una canción interpretada y coescrita por el cantautor estadounidense Christopher Cross, el compositor de música pop Burt Bacharach, y la colaboradora habitual de Bacharach, Carole Bayer Sager. Fue el tema principal de la película de 1981, Arthur, protagonizada por Dudley Moore y Liza Minnelli.
Alcanzó el número uno en la lista Billboard Hot 100 y en las listas Hot Adult Contemporary, en octubre del 1981, permaneciendo en la cima de las Hot 100 durante tres semanas consecutivas.
Arthur’s Theme ganó el Oscar a la Mejor Canción Original en 1982. Al igual que un Globo de Oro a la mejor canción original.
[4] Alfred Charles Kinsey fue uno de los pioneros de la investigación sexual humana en Estados Unidos. Si bien estudió entomología en la universidad, su publicación más importante -debido al gran impacto que generó- fue su estudio sobre el comportamiento sexual de hombres y mujeres
[5] Con los dos apellidos Masters y Johnson, se conoce popularmente al matrimonio formado por el famoso ginecólogo William Masters y la sexóloga Virginia Johnson. Juntos estudiaron la respuesta sexual humana, realizando un exhaustivo estudio en el que participaron diferentes parejas, tras su observación y análisis de los datos obtenidos de los encuentros sexuales de las personas que participaron en el estudio, diferenciaron 4 fases en la respuesta sexual humana: excitación, meseta, orgasmo y resolución.
[6] África es una canción interpretada por el grupo de rock estadounidense Toto. La canción fue lanzada en su cuarto álbum de estudio Toto IV (mil novecientos ochenta y dos). También fue publicada como sencillo, alcanzando la primera posición en el Billboard Hot 100 en febrero de mil novecientos ochenta y dos y la posición tres en la UK Singles Chart en ese mismo mes. La canción fue escrita por el tecladista David Paich y el baterista Jeff Porcaro. Paich cantó los versos de la canción, acompañado por Bobby Kimball y Steve Lukather en el coro.
[7] Es una banda de rock estadounidense formada en mil novecientos setenta y ocho en Los Ángeles compuesta por destacados músicos de sesión. Fundada por el teclista David Paich y el baterista Jeff Porcaro. La agrupación combinaba diferentes estilos musicales, como blues, funk, soul, pop y distintas corrientes de rock. Han vendido más de cuarenta millones de discos, de los cuales trece son de estudio, cinco en directo, una banda sonora (Dune) y un trabajo compilatorio que cuenta con cuatro canciones inéditas. El grupo obtuvo seis Premios Grammy en su vigésima quinta edición en mil novecientos ochenta y tres con el álbum Toto IV, que incluye canciones como Africa y Rosanna. Tras el éxito comercial de este disco, los músicos de la banda fueron contratados por Michael Jackson y Quincy Jones para tocar en la producción más vendida en la historia de la música: Thriller.
[8] Gordon Matthew Thomas Sumner (Wallsend, Tyneside del Norte, Inglaterra, dos de octubre de mil novecientos cincuenta y uno), conocido artísticamente como Sting. Es un músico británico que se desempeñó inicialmente como bajista, y más tarde como cantante y bajista del grupo musical The Police, formando luego su propia banda. Como miembro de The Police y como solista, Sting ha vendido más de cien millones de discos, ha recibido dieciséis Premios Grammy por su trabajo, recibiendo el primero por «mejor interpretación de rock instrumental» en mil novecientos ochenta y uno, y obtuvo una nominación a los premios Óscar por «mejor canción».
[9] Es una canción del músico británico Sting, coescrita con el guitarrista Dominic Miller. Fue lanzada en agosto de mil novecientos noventa y tres como el quinto sencillo del álbum Ten Summoner’s Tales. Se utilizó para los créditos finales de la película León protagonizada por Jean Reno y Natalie Portman, y dentro de la película de mil novecientos noventa y tres Three of Hearts.
[10] Fue una banda de grunge estadounidense procedente de Aberdeen, Washington, fundada por el vocalista y guitarrista Kurt Cobain y el bajista Krist Novoselic en mil novecientos ochenta y siete. Desde su formación, Nirvana pasó por una serie de frecuentes cambios de baterista hasta que en mil novecientos noventa se unió, de manera definitiva, el baterista Dave Grohl. Nirvana es catalogada como una de las bandas más famosas, importantes e influyentes de la historia de la música, siendo considerada como un símbolo de su generación.
[11] Es una canción compuesta e interpretada originalmente por David Bowie. Es además el título de su tercer álbum, el cual fue lanzado el cuatro de noviembre de mil novecientos setenta en Estados Unidos y en abril de mil novecientos setenta y uno en Reino Unido. La canción ha sido interpretada por un largo número de artistas, entre los cuales destaca Lulu, quién alcanzó el número tres en los hits del Reino Unido con su versión en mil novecientos setenta y cuatro; Midge Ure, con su versión de mil novecientos noventa y dos y Nirvana, quién la versionó en mil novecientos noventa y tres para el programa MTV Unplugged, introduciéndola posteriormente a una nueva audiencia y logrando ser la versión más famosa de la canción.
[12] Es un grupo musical español de pop rock y rock originario de Zaragoza, formado por Eva Amaral y Juan Aguirre. Su discografía se compone de ocho álbumes de estudio, una edición especial y dos DVD en directo, desde 1998 hasta la actualidad
[13] Es una canción escrita por Eva Amaral y Juan Aguirre, es el quinto corte del cuarto álbum de la banda, Pájaros en la cabeza, lanzado el catorce de marzo de dos mil cinco en España.
[14] Canción escrita por Hugo Fattoruso (guitarra, órgano electrónico, armónica, voz) y Osvaldo Fattoruso (guitarra, percusión, voz), en mil novecientos sesenta y cinco como primer corte del álbum del mismo nombre.
[15] Fue una banda uruguaya de mediados de la década del sesenta, con una gran influencia de grupos de la época como The Beatles y The Byrds. Comenzaron su ascenso en I’ Marangatú, un boliche de Punta del Este en el verano de mil novecientos sesenta y cinco; allí fueron conocidos por empresarios argentinos que los contrataron viendo una clara oportunidad comercial. Se trasladan entonces a la Argentina donde vivían en hoteles realizando una cantidad importante de conciertos cada semana para darse a conocer hasta lanzar su primer sencillo, Break It All en 1965 que sería un gran éxito.
[16] Colin Vearncombe (Liverpool, Merseyside, veintises de mayo de mil novecientos sesenta y dos-Cork, veintiseis de enero de dos mil dieciseis), más conocido por su nombre artístico Black, fue un cantante y músico británico. De mil novecientos ochenta y uno a mil novecientos ochenta y ocho lideró una banda también llamada Black, con la cual alcanzó su mayor éxito.
[17] Mil novecientos ochenta y cinco fue un año especialmente melancólico para el cantante de Black, causando que escribiera una canción clave, irónicamente titulada Wonderful Life. La canción fue lanzada por Ugly Man Records, de manera independiente, y alcanzó el puesto setenta y dos de las listas británicas de mayor éxito. Llamo la atención de la discográfica A&M Records, la cual firmó con Black y su carrera artística despegó. La edición, de agosto de 1987 es la que se conoce hoy y se ha convertido en uno de los temas de referencia de la época.
Capítulo II Andrea
La sala permanecía en penumbras, solo la escasa luz del sol, que lograba colarse por las hendijas que encontraba a su paso, aportaba cierta claridad a la escena. Sentada en el amplio sillón se encontraba Andrea, inquieta, algo nerviosa y claramente presa de la ansiedad, esperaba.
Vestía con una musculosa negra; una falda de jean azul; medias deportivas, blancas con rayas negras en el borde; zapatillas de cuero completamente rojas; y encima, una camisa, con cuadros negros y blancos, desprendida. Llevaba el pelo recogido en una coleta en la parte alta de la nuca y estaba maquillada al estilo gótico.
En la habitación contigua, arriba de la mesita de noche, una Tablet reproducía una canción de Marilyn Manson[1], en un volumen bastante alto se escuchaba Sweet Dreams[2]:
Sweet dreams are made of this
who am I to disagree?
travel the world and the seven seas.
Everybodys looking for something…
Con su torso tirado ligeramente hacia adelante, los antebrazos apoyados en los muslos y las manos entrelazadas, como si estuviera rezando movía nerviosamente su pierna derecha, casi desesperada. Sus ojos iban y venían de un lado a otro de sus orbitas, en una especie de ping pong, entre la puerta y el reloj que colgaba de la pared. Cada tanto rompía su posición para revisar el celular y maldecir. Frente a ella la mesa ratona, encima de la cual reposaban una botella de whisky con medio litro del líquido, un vaso vacío y el móvil.
A juzgar por su actitud podría decirse que aquellos venían siendo los veinte minutos más largos de su existencia. Hasta que el sonido del timbre termino con su agonía y salió impulsada del sillón como si un resorte gigantesco la echara a volar por los aires hasta alcanzar el picaporte. Abrió la puerta y felizmente encontró consuelo a su nerviosa espera.
Su rostro recupero algo de color y casi se le dibujo una sonrisa. Parado detrás de la puerta se encontraba un joven de unos veinticinco años, vestido con un pantalón negro, zapatillas blancas y una chomba color celeste con el cuello azul y el logo de Carrefour bordado en la parte izquierda del pecho.
Sus ojos no se enfocaron en el chico, tampoco en la bolsa de nylon repleta de mercaderías que sostenía en su mano izquierda. Su mirada se clavó en el paquete perfectamente envuelto en papel madera, que le ofrecía con la derecha.
_Perdón por la demora… _soltó antes de que Andrea pudiera articular algún reproche_ Se retrasaron al cargarme la camioneta. Pero aquí tienes, tarde pero seguro _dijo en tono amable acercándole el paquete_.
_Está bien, no pasa nada _respondió arrebatándole el paquete y moviéndolo en un intento por constatar su contenido_.
Entro, dejo el bulto encima de la mesa y se dio media vuelta para volver a la puerta, mientras sacaba dinero del bolsillo de su camisa.
_ ¿Lo del super cuánto es? _pregunto ansiosa_
_Es gratis si me invitas a terminar esa botella de whisky contigo _dijo mientras hacia un movimiento con su cabeza, señalando la mesa de la sala_.
_No empieces, ya sabes la respuesta… _soltó con firmeza_
_O. k. No te enojes, solo tenía unos minutos y pensé que podríamos relajarnos un poco _declaro excusándose_
_Solo dime cuanto es, estoy apurada. ¡¡¡Por favor!!! _dijo tratando de ser amable, sin lograrlo_
_Sí, claro, entiendo…, quizás otro día…, son diecinueve euros con cincuenta, en total serian trescientos…
_O. k. _respondió secamente, sin dejarle acabar la frase y mientras le entregaba el dinero_ Quédate con el cambio… _agrego mientras tomaba la bolsa y se disponía a cerrar la puerta_
_¡¡¡Adiós, disfruta tu día!!! _exclamo con ironía_
Solo respondió con una mueca, que claramente trasmitía ‘’que imbécil eres’’. El muchacho se quedó viéndola con una sonrisa burlona, mientras su silueta se afinaba conforme la puerta se iba cerrando.
Echo llave, dejo la bolsa a un lado y volvió a sentarse en el sofá. Tomo el celular, controlo la hora y se dispuso a abrir el misterioso paquete con una ansiedad desmedida, como un niño que acaba de recibir su regalo de navidad.
Rompió el papel sin contemplación, lo hizo un bollo y abrió la caja. Cierta tranquilidad y una especie rara de alegría se instaló en su rostro. El interior de la caja abrigaba cuatro bolsitas de cocaína, unas diez de marihuana y dos frascos de Rohypnol 2mg. Víctor usaba su trabajo de repartidor en el supermercado como tapadera para su negocio de venta de drogas ilegales, era un ‘’diller’’ de poca monta, pero conseguía buena mercadería. Lo contactaban por WhatsApp para formular el pedido y, en los momentos en que debía salir a hacer el reparto del mercado, les hacía llegar la mercancía a sus clientes.
Se levanto y fue hasta la mesita de noche, abrió el cajón y saco un espejo de forma rectangular de más o menos unos veinte x diez centímetros. Volvió a la sala y se sentó, apoyando el espejo en la mesa ratona frente a ella.
Tomo una de las bolsitas con el polvo blanco y vertió un poco en el espejo, del bolsillo izquierdo de la camisa saco una tarjeta de crédito y un canuto metálico, de color plata, de unos diez centímetros de largo y del grosor de un sorbete. Con la tarjeta dividió el cumulo de coca en cuatro rayas, la dejo a un lado del espejo, se colocó un extremo del canuto en la fosa nasal derecha y con los dedos de la mano izquierda se tapó el agujero opuesto. Acerco su cabeza al espejo, como queriendo meterse dentro de él, apoyo el otro extremo en el comienzo de una de las rayas y aspiro con todas sus fuerzas hasta que la línea blanca desapareció. Saco el canuto de su nariz y esnifó el aire un par de veces más, para luego colocarlo en la fosa nasal contraria y repetir el movimiento. Volvió a alternar entre derecha e izquierda hasta que hubo aspirado todo lo que había en el espejo. Cerro sus ojos y esnifo fuertemente unas tres o cuatro veces más, tragando el líquido que comenzaba a bajar por sus fosas nasales. Luego paso el dedo índice por el espejo para limpiar los rastros del polvo, se lo llevo a la boca y lo froto en sus encías.
Se levanto, cerro con cuidado la bolsa y la metió nuevamente en la caja, la tapo trabando las solapas y la llevo hasta la habitación colocándola debajo de la cama, bien contra la pared donde daba la cabecera.
_Una y veintisiete, ya casi es hora _dijo para si en voz alta, al tiempo que revisaba el teléfono_.
Apuro sus pasos hasta el baño y constato que su pelo estuviera como pretendía, acomodo un poco su camisa y reviso sus fosas nasales para comprobar que no había indicios del polvo blanco. Salió y, cuando estaba llegando nuevamente a la sala, sonó el timbre.
Abrió la puerta y allí estaba Sebastián. Era un joven de unos veinte años, un metro y setenta centímetros de estatura, contextura robusta y de tes blanca. Cabello negro y ondulado, bastante crecido y desprolijo. Llevaba lentes con bastante aumento y vestía una remera negra lisa, un jean gris y zapatillas de cuero blancas.
_Hola, adelante pasa… _dijo intentando fingir una amabilidad que jamás terminaba por salirle bien_
_Hola Andy. Buena tarde _respondió cortésmente con una gran sonrisa, mientras se adentraba en el departamento_.
Andrea cerró la puerta, puso llave y se volvió hacia el chico, mirándolo directamente a los ojos sin decir palabra. Con el correr de los segundos el silencio se fue haciendo insostenible y su mirada mucho más intimidante.
_ Uy, perdón _hizo un gesto exagerado de sorpresa al tiempo que tomaba su cabeza con la mano derecha, en clara actitud de haber olvidado algo_.
Rápidamente palpo el bolsillo izquierdo de su pantalón, luego introdujo su mano en el bolsillo derecho y revolvió un poco, hasta que al fin logro sacar un billete de su interior.
_ ¿Cien euros verdad? _pregunto sonriendo nerviosamente_
_Si _respondió secamente mientras le arrebataba el dinero con un rápido movimiento_ Ponte cómodo, dame un minuto… _agrego mientras caminaba en dirección a la cocina_
A la pasada recogió la botella y el vaso que dejara encima de la mesa, y la bolsa del mercado que quedara en el piso. Ya en la cocina apoyo todo en la mesada, abrió una de las puertas de la alacena y metió el dinero dentro de una lata pequeña que guardaba allí. Cerró la puerta y tomo la botella de whisky, la destapo y le dio un largo trago, luego del cual tosió un par de veces. Junto coraje y ensayo un trago aún más largo que el anterior, bajo la botella, cerro sus ojos y volvió a toser. El sabor amargo de la bebida y el paso áspero del alcohol por su garganta quedaron visiblemente estampados en su rostro por unos segundos.
Tapo la botella y la guardo en el mueble frente a ella, puso el vaso en la pileta y lo lleno con agua. Luego examino la bolsa del mercado, una botella de whisky, una docena de huevos, un paquete de hamburguesas y unas pastillas Tic Tac. Coloco cada cosa en su lugar, luego saco un paquete de chicles del bolsillo de su camisa, separo uno y lo llevo a su boca. Hizo un bollito con el papel y lo dejo a la pasada, camino de Sebastián, en un cenicero que había encima del mueble de madera con compartimentos cuadrados que dividía la sala de la habitación.
Cuando llego donde el muchacho este ya estaba completamente desnudo, sentado en la cama con sus brazos estirados y las manos entrelazadas delante de su entrepierna. Había depositado sus lentes encima de la mesita de noche y la ropa yacía perfectamente doblada y acomodada encima de las zapatillas a un lado, contra la pared.
Andrea se paró frente a él sin decir nada, solo apunto la mirada a sus ojos, vacía de todo sentimiento y comenzó a desvestirse. Presiono el talón de la zapatilla derecha con la punta del pie izquierdo, hasta que esta se descalzo y luego hizo lo propio con la otra, presionando con la punta de su pie derecho. A continuación, siguió con la falda, desprendió el botón con solo su mano derecha, bajo el cierre y, con unos desordenados movimientos de cadera, hizo que esta cayera al suelo rodeando sus pies; seguidamente, levantando una pierna por vez, salió del perímetro determinado por la prenda, para finalmente patearla a un costado.
Sebastián no había movido un pelo, seguía inmutable y sin articular palabra, solo observaba, con deseo y devoción, como si estuviera a punto de comer de su postre favorito.
La muchacha tomo su camisa, que estaba desprendida, por ambas solapas, empujando hacia atrás, sacando un brazo a la vez, para luego tirarla junto con la falda. Por último se ocupó de la musculosa, agarrándola por su borde inferior con ambas manos, cruzo un brazo por encima del otro y la giro sobre si misma, jalando hacia arriba, hasta sacarla completamente y arrojarla donde las otras prendas.
No usaba corpiño por lo que, luego de ser rozadas por la musculosa en su camino de salida y de moverse pesadamente un par de veces hacia arriba y hacia abajo, las apetecibles tetas quedaron firmes y en todo su esplendor frente al estupefacta mirada del joven. Los ojos del chico habían acompañado aquel movimiento al detalle adquiriendo, en el proceso, un diámetro mayor a lo normal. Su expresión se asemejaba a la de un niño parado justo en la entrada de Disney.
Llevaba calzada una tanga colaless negra que junto con las medias fue lo único que conservo puesto. Hizo un par de pasos en dirección de Sebastián y al llegar frente a él se arrodillo, lo tomo de ambas muñecas y, esforzándose un poco, separo las manos que nerviosamente tenía apretadas y entrelazadas como escondiendo algo vergonzoso. Soltó sus muñecas cuando ya hubo colocado las manos a los lados de las caderas del joven y tomo la pija, que se le ofrecía en una firme erección, como mirándola a los ojos y suplicando su atención. Tal relampagueante movimiento provoco en el chico el estallido de un gemido profundo y ahogado, al tiempo que cerró los ojos y apretó sus labios en clara señal de entrega.
La batió un par de veces, mientras pasaba su lengua por el glande, haciendo que el muchacho se retorciera y gimiera tímidamente. Miro hacia sus ojos, que permanecían cerrados, y luego sumergió su cabeza en la entrepierna, al tiempo que abría la boca y se tragaba por completo aquel instrumento. Eran unos dieciocho centímetros de carne, que chocaron contra su garganta provocando que se atragantara levemente, el muchacho lanzo un pequeño grito, como si hubiera sido sorprendido por algo inesperado. Abrió los ojos y observo como Andrea trabajaba en su sexo, y entonces volvió a cerrarlos, tirándose de espaldas sobre la cama, sucumbiendo por completo a las deliciosas chupadas, apretando las sabanas con ambas manos al límite de arrancarlas.
Andrea permaneció arrodillada mamándole el glande mientras que con su mano derecha le propiciaba rápidos movimientos ascendentes y descendentes en el tronco. Luego de un par de minutos, deslizo su lengua desde la cabeza hasta los testículos y los succiono largamente mientras manipulaba aquel miembro, como si estuviera batiendo un remedio.
El muchacho estaba en estado de profundo trance y sus gemidos eran cada vez más seguidos y efusivos. Entonces se levantó, se sacó rápidamente la tanga, lo tomo de los tobillos y lo giro sobre la espalda de modo que quedara completamente encima de la cama. Luego se subió ella, afirmando las rodillas en la litera, a los lados del torso de Sebastián, quedando por encima de él. Llevo sus dedos índice y mayor hasta su boca y cubriéndolos de saliva, los bajo hasta su entrepierna y los froto por su raja.
Se levanto unos pocos centímetros y tomo la verga con su mano derecha, deslizándola un par de veces desde el clítoris hasta el culo, provocando el instantáneo estremecimiento de su compañero, que mantenía sus ojos cerrados como temiendo que al abrirlos despertara de aquel placentero sueño. Entonces, apoyando el glande en su orificio vaginal, empujo su cuerpo hacia abajo, lenta y suavemente, hasta que la totalidad del miembro estuvo dentro de ella.
El muchacho lanzo un grito ahogado que se perdió rápidamente entre la música y la vocalización de Manson, sus manos se apretaron aún más fuerte a las sabanas y ya no le intereso disimular sus gemidos cuando Andrea comenzó sacudir sus caderas con movimientos rápidos y profundos.
A los pocos segundos se dio cuenta de que el joven estaba a punto de venirse, así que no tuvo piedad, afirmo sus manos contra la cama y lo cogió como una loca, sin ninguna clase de reparo. Cabalgo encima de él, como el más diestro de los vaqueros, subiendo hasta el límite de que el glande se zafara y bajando hasta sentir sus bolas golpeando su culo, tan rápida e intensamente, que aquel acto tardo unos pocos segundos en empezar a concluir.
El chico pareció convulsionar, comenzó a gemir y a gritar sin pausa, hasta que repentinamente solo la música rompía el silencio y unos leves temblores en la totalidad de su cuerpo eran la única prueba de que aún seguía vivo.
Pasados unos pocos segundos, Andrea se levantó, dejando el cuerpo de Sebastián, que comenzaba a recuperar poco a poco sus sentidos, tendido en la cama. Busco la camisa y se la puso rápidamente. Este sin decir nada se sentó en la cama y desde allí, estirándose un poco, tomo la pila de ropa que dejara junto a la pared.
Su rostro reflejaba la calma y la fatiga post orgasmo y su cabello denunciaba a alguien recién vuelto de una batalla sin cuartel. Se cambio lo más rápido que su humanidad le permitió, se peinó un poco a los manotazos y se calzo los lentes. Andrea ya lo esperaba a escasos centímetros de la puerta con los brazos cruzados y la mirada clavada en la pared que la enfrentaba.
_Adiós seba… _dijo con una sonrisa fingida, mientras se giraba para abrir la puerta_
_Adiós Andy… _correspondió al salir, con una enorme sonrisa que comunicaba sus dos orejas_
Traspaso el umbral y se volvió para echarle una última mirada, pero la puerta ya estaba a unos diez centímetros de quedar completamente cerrada. Entonces bajo la cabeza con resignación y lentamente retomo su camino.
Andrea puso llave a la puerta y se dirigió hacia el baño, en el camino se sacó la camisa y la arrojo al aire, quedando solo con sus medias puestas. Al llegar hizo un intento vano por mirarse al espejo, pero prefirió agachar la cabeza y seguir hasta el inodoro. Se sentó y orino como si hubiera tenido todo un día sin hacerlo.
Ya en la cocina abrió la segunda puerta de la alacena y saco la botella de whisky, la destapo y, levantándola a la altura de su frente, verifico la cantidad de la bebida en el embace, este contaba más o menos con un cuarto de litro. Se llevo el pico a la boca y descargo su contenido hasta que la última gota surco por su garganta. Bajo la botella, cerro fuertemente los ojos, maldijo y tocio un par de veces, casi en la misma acción. Volvió a tapar la botella y la deposito dentro de la pileta de la cocina. Camino hasta llegar al pie de la cama y se dejó caer como si le hubieran acertado un tiro por la espalda, se arrastró hasta que su cabeza se acomodó en la almohada y, pocos segundos después, tras eructar un par de veces y balbucear alguna cosa, se quedó completamente dormida.
Desde su Tablet la voz de Marilyn Manson se apoderaba completamente del ambiente de su departamento, entonando su Personal Jesús[3]:
Reach out end touch fait,
Your own personal Jesus
Someone to hear your prayer, someone who cares,
Your own personal Jesus….
El reloj de la sala marcaba las ocho y treinta de la mañana cuando Andrea volvía al estado de vigilia y el primer respiro de realidad trajo consigo la conciencia de inconformidad con respecto a su vida.
Su despertar la sorprendió acostada boca arriba, con su estómago revuelto y un puñal que se hundía en su cerebro provocando el entumecimiento de su mente. Sintió su boca reseca y con un gusto espantoso. La escasa luz que lograba penetrar desde el exterior, imprimía extrañas formas en todo aquello que tocaba a su paso, dándole el toque final de patetismo a la escena que comenzaba a representarse.
Cubrió su cara con ambas manos y con los dedos restregó sus ojos, como queriendo borrar el cuadro que su despertar exponía. Se incorporo con desgano y se sentó al borde de la cama, buscando tomar el impulso necesario para trasladarse hasta la cocina. La batería de su Tablet se había agotado durante la madrugada, por lo que el murmullo de la ciudad era lo único que se escuchaba. Lo odiaba, quizás le recordaba que allí afuera había una vida en la cual no lograba encajar, ni conseguía disfrutar.
Tras poner a cargar el aparato y, cuando al fin logro pararse, caminando pesadamente emprendió la travesía que suponía llegar hasta la heladera. Al llegar a la sala encendió la luz y su brillo se le clavó en los ojos, como miles de alfileres ínfimos que cegaban su vision. Instintivamente cerro sus parpados y finalmente, llegando a la cocina su vista comenzaba a acostumbrarse a la claridad.
Abrió la heladera y saco la jarra con agua, tomo un vaso y, llenándolo casi al límite, lo bebió sin pausa, tratando de apagar el incendio que crecía en sus entrañas. Segundos después volvió a llenarlo y a vaciarlo nuevamente dentro de sí; por último, lleno la jarra con el grifo de la cocina y volvió a colocarla en la heladera.
Entro en el baño y encendió la luz, hacía tiempo que no le gustaba lo que el espejo le devolvía, pero se había resignado a ver aquella demacrada cara de zombi triste y pensaba que quizás, era precisamente eso lo que la vida había reservado para ella, sin ninguna posibilidad de elección. Ensayo un bostezo profundo y prolongado mientras veía reflejada su miseria, se sacó la goma que ataba la coleta del pelo, se quitó las medias arrojándolas en un rincón, camino hasta la ducha y entro en el espacio delimitado por las hojas de acrílico.
Abrió el grifo y se colocó debajo del agua, que caía impiadosamente fría en forma de lluvia. Su piel se erizo al instante, sus parpados se apretaron y sus puños se cerraron con fuerza en clara señal de resistencia a aquel choque entre la temperatura del agua y la suya. Se entrego a la ley de gravedad y lentamente dejo que su cuerpo descendiera, con apenas un mezquino esfuerzo de sus piernas por no dejar que su anatomía se estrellara contra el suelo, llegando lo más abajo que físicamente le era posible.
Sentada en el piso de la ducha y con los talones pegados a sus glúteos, lentamente rodeo sus piernas con un profundo abrazo, como queriendo envolver toda su humanidad y darse a sí misma una contención que varias veces soñara que alguien le daba, para rescatarla de aquel infierno. Cerro los ojos y, apoyando la frente, dejo que su cabeza reposara sobre sus rodillas. Mientras, el agua le caía en la zona de la nuca y se desparramaba en forma de cascada por cada rincón de su cuerpo. Permaneció unos cuantos minutos así, esperando limpiar toda impureza de su cuerpo, cada herida de su alma y la honda tristeza de su corazón.
Hacía tiempo que la fuente de sus lágrimas se había secado, no podía asegurar que amara a alguien alguna vez, jamás se sintió amada y el amor propio era algo desconocido para ella, una leyenda urbana referenciada en alguna película, o alguna vaga declaración de alguien que ya ni recordaba.
Su llanto se había vuelto continuo, pero seco y silencioso. Uno llora por miedo, por impotencia, por dolor o de alegría. Miedo a perder algo, impotencia al no poder evitarlo y el dolor de perderlo. Ella lo había perdido todo, hacía ya tiempo; esa era su realidad a partir de lo que creía. Y la alegría, esa cosa de la que había escuchado a muchos jactarse, le había sido esquiva casi la totalidad de su vida, al punto de que no podía reconocer su esencia, ni cómo se sentía realmente.
El miedo la había abandonado y junto con él, también el dolor se había esfumado, el paso del tiempo se lo había llevado todo, hasta su capacidad de volver a reproducirlos. Nunca tuvo fe y la esperanza era algo por lo que había apostado y perdido varias veces.
No tenía idea de por qué seguía aquí, no podía conseguir una explicación viable, quizás ignorándolo, su instinto la mantenía en el lugar correcto esperando el momento oportuno; aunque ella pensaba que así debía ser su camino hasta el final. Era la resignación la que, totalitariamente, con la amargura como lugarteniente lo gobernaba todo.
Lentamente, como una mariposa que comienza a salir de su capullo, fue desenvolviéndose, alzo su cabeza, abrió los ojos y se incorporó. Si, infelizmente aún seguía allí, en el mismo momento y en el mismo punto del tiempo en el que se había recluido. Al menos, el dolor de cabeza había aminorado y ahora su mente podía procesar con más claridad.
Tomo el jabón líquido y vertió un poco en la esponja, la paso lentamente y varias veces por todo su cuerpo, luego la dejo en su sitio y enjuago el jabón colocándose debajo de la lluvia. Por último, cerro la llave del agua, tomo la toalla que pendía a un lado y seco lo más que pudo su cabello; acto seguido, se envolvió en ella y salió del cubículo. Fue hasta el espejo y el zombi aún seguía allí, solo que, con el pelo mojado y algo más blanco, seguramente por la larga exposición al agua fría.
Salió hacia la cocina y examino la heladera, aunque con algunas capacidades disminuidas, seguía siendo un ser humano y el hambre le estaba punzando el estómago. Revisar aquella heladera era algo muy sencillo que solo podía llevar unos cuantos segundos, contaba con medio limón podrido, una banana camino de estarlo, tres hamburguesas que debía constatar si aún servían, un paquete de pan de molde a la mitad, una lata de lomos de atún sin abrir y un pack y medio de cerveza negra.
Tomo el pan y la lata de atún, cerro la heladera y separo dos fetas que coloco en un plato; saco el abrelatas, abrió el recipiente con el pescado y desparramo una cantidad generosa encima de una de las fetas, lo cubrió con la otra y devoró aquel improvisado sándwich como si fuera un pac-man. Luego saco una botellita de cerveza de la heladera y, tras sacarse la toalla que llevaba encima, se bebió la mitad camino de la sala.
Se sentó en el sofá, dejo la botella encima de la mesa ratona frente a ella y tomo el teléfono que se encontraba con la batería casi agotada. Busco el cargador que estaba a unos pasos encima de la mesa de la tv y lo enchufo en el tomacorriente detrás del sillón. Volvió a sentarse y se dispuso a revisar los mensajes.
Tenía cinco mensajes de WhatsApp dos de los cuales, pertenecientes a un tal Gabriel, elimino sin siquiera leerlos. Los tres restantes uno a uno los abrió, los leyó y los respondió.
En el primero un tal Hugo le escribía… _Hola Andy, buena tarde. ¿Estas disponible el sábado?
_Hola, bien, si…_respondió con notorio desgano_
En el siguiente alguien llamado José Luis preguntaba… _Hola Andy. ¿Como estas? Quería consultarte algo… Tengo un amigo y nos gustaría estar los dos juntos contigo… ¿Lo aceptas? ¿Cuánto costaría?
Mientras leía aquel mensaje sonó la alerta anunciando otro mensaje de Hugo… _ ¿A las dos de la mañana puede ser?
_Si, puede ser, te espero, adiós _contesto y se dispuso a responder el mensaje de José Luis_
Antes leyó el mensaje un par de veces. Nunca había estado con dos clientes a la vez, mucho menos con alguien desconocido totalmente, solo recordaba que había estado en una fiesta con dos chicos, pero estaba tan borracha que no podía aseverar nada de lo que en aquel entonces sucediera. Lo medito un momento, tuvo el impulso de decir que no, se detuvo, borro un par de veces la respuesta, paso la mano por su nuca mirando fijamente el vacío y… _Hola, puede ser, si…, pero primero debo conocer a tu amigo, pásame su número y yo me comunicare con él. El precio depende de lo que deseen, luego lo vemos…
_Genial…este es su contacto +34 679 09 42 27(Martin) _respondió apenas pasados unos segundos_
_O. K. hablare con él, adiós.
_Espero tu respuesta, adiós.
El tercer mensaje era de un tal Damián… _Andy… ¿Qué tal? ¿Cuánto por el sexo anal?
_Hola Damián, si es solo sexo anal son ochenta euros… _escribió sin dudar_
Cuando termino de responder los mensajes agrego el contacto que le pasara José Luis y lo agendo. Observo que en su foto de perfil tenía la imagen de un perro de la raza Yorkshire terrier hizo clic y escribió… _Hola Martin, soy Andy, José Luis me paso tu número, me dijo que estabas interesado en visitarme junto con el _escribió tratando de elegir las palabras adecuadas_.
Dejo el teléfono encima de la mesa y fue a buscar la Tablet, constato la carga que ya estaba en un ochenta por ciento, la desenchufo y se la llevo a la sala. En el transcurso escucho que entraba otro mensaje, se sentó en el sofá y la encendió.
Tomo el teléfono, lo desbloqueo y pudo ver que el nuevo mensaje era de Martin, el amigo de José Luis… _Hola Andy, mucho gusto, si tenemos esa idea… ¿Puede ser?
_Hola, si, es posible, pero primero quiero saber más de vos, te hare algunas preguntas y espero que me respondas sin problemas.
_O. K. Me parece bien, puedes preguntar.
_ ¿Qué edad tienes?
_Veinte.
_ ¿En qué trabajas?
_No trabajo, solo estudio.
Asintió con la cabeza mientras preparaba la próxima pregunta… _ ¿Y qué estudias?
_Estudio para cirujano plástico.
_¡¡¡Interesante!!! _Exclamo en voz baja para sí y formulo otra pregunta_ ¿Tienes novia?
_No.
_ ¿Por qué no?
_Creo que aun soy joven y primero quiero terminar de estudiar antes de comprometerme con alguien.
Hizo una mueca de aprobación y prosiguió… _ ¿Puedes enviarme un zing[4] con mi nombre completo?
_Si, dame unos minutos… ¿Andrea verdad?
_Si…
Dejo el teléfono y tomo la Tablet, busco el icono del Excel y lo abrió. Entro en una planilla que había confeccionado con los turnos de los clientes y anoto el de Hugo, que hubiera arreglado hacia minutos para el sábado a las dos de la mañana. Reviso el casillero correspondiente al martes dos de mayo y constato que aún no tenía a nadie hasta el otro día.
Volvió a sonar el móvil y mirando de reojo vio que era Martin, sin hacer caso abrió YouTube en la Tablet y en el buscador escribió heavy metal. Eligio una carpeta que se presentaba como ‘’2015 Best Metal and Rock Songs Edition’’, la puso a reproducir y comenzó con una interpretación de Disturbed[5], haciendo su versión de The sounds of silence[6]:
Hello darkness,
My old friend,
I’ve come to talk with you again.
Because a vision…
Apoyo la Tablet en la mesa y abrió el mensaje de Martin que le enviaba el zing con su nombre… _ ¿Esta bien así?
La foto, que abarcaba hasta la mitad de su torso, sugería la edad que decía poseer, tenía cabello colorado, lacio y corto, tés blanca, con sus mejillas plagadas de pecas y ensayando una media sonrisa. Vestía una remera celeste claro y en su mano derecha sostenía una hoja con al nombre Andrea escrito en negro con letras bien grandes y prolijas.
_Si, está bien…; y dime, que es lo que desean tu amigo y tú?
_O. K.…, escríbele a José Luis y arregla con el los detalles _respondió luego de escribir y borrar un par de veces_
_O.K. Lo hare _escribió riendo burlonamente_
_Adiós un beso.
Busco el chat con José Luis y le escribió… _Hable con tu amigo, aceptare la propuesta, dime que es lo que desean y arreglamos el día y el precio.
La hora había avanzado rápidamente desde que despertara y ya habían pasado treinta y tres minutos de la media noche. Tomo la botella y bebió lo que restaba de cerveza, quedando denunciado en la expresión de su rostro, que ya no estaba en la temperatura adecuada. Al estar desnuda le dio un poco de frio, dejo el móvil en la mesa y fue hasta el placar en busca de algo que ponerse. Se puso unos soquetes negros y una remera amarilla con una leyenda en negro que decía: ‘’fuck what people think’’.
Volviendo a la sala sonó la alerta de WhatsApp… _Buenísimo… Si, nosotros queríamos todo completo. ¿Cuánto nos saldría? _respondió José Luis_
_Serian ciento veinte euros cada uno más otros sesenta por estar con ambos… Serian trecientos euros en total. Pero recuerda que las reglas son las mismas que de costumbre, déjaselo claro a tu amigo por favor _contesto, luego de meditarlo unos minutos_.
_Si, está muy bien, no te preocupes… ¿Y cuándo puede ser?
_Puede ser el miércoles tres entre las dos y las seis de la tarde, el viernes cinco entre las diez de la mañana y las ocho de la tarde, el domingo siete entre las cinco de la tarde y la media noche o si no ya la semana que viene, tu dime… _respondió ojeando la planilla de turnos en su Tablet_
_Mañana miércoles a las dos de la tarde estaría muy bien.
_O.K. Los espero mañana entonces, adiós.
_Adiós, hasta mañana.
Dejo el teléfono y fue hasta la cama, se agacho y busco debajo la caja con sus drogas. Saco una bolsita de marihuana y empujo el resto nuevamente bajo la cama. Del cajón de la mesita tomo papel y armo un cigarro, dejo la bolsita abierta allí mismo, tomo el encendedor y con una profunda pitada lo encendió, al tiempo que la alerta de WhatsApp volvía a sonar.
Volvió a la sala con el porro pendiendo entre sus labios, tomo el móvil y leyó el nuevo mensaje de Damián… _O.K. ¿Cuándo estas disponible?
_Puede ser el viernes entre las diez de la mañana y las ocho de la tarde o el domingo entre las cinco de la tarde y la media noche.
_ ¿Puede ser el domingo a las seis de la tarde?
_Si… O. K. Adiós.
_Adiós, un beso.
Dejo su teléfono y tomo el porro que dejara a poyado al borde de la mesa, luego se hecho hacia atrás descansando su espalda en el respaldo del sofá. Ensayo un suspiro carente de todo tipo de esperanza y, dejando caer su cabeza hacia atrás, pito largamente aquel cigarro con sus ojos instalados en la sombría vacuidad del techo.
Pasado un breve instante volvió hacia adelante enderezándose en su asiento dejando caer algo de ceniza en el sillón, maldijo mientras lo sacudía con su mano intentando limpiarlo y hecho el resto por el pico de la botella vacía. Saboreo la última pitada y les dio a las sobras el mismo destino que a las cenizas.
Volvió a tomar su móvil, lo desbloqueo e hizo clic en el icono de Galaxy, la aplicación de una red social para conocer gente, jugar en línea, crear tu propio avatar, chatear e interactuar con otros usuarios; ella la usaba para reclutar futuros clientes. Mayormente, interesada en su negocio, hablaba con chicos de Barcelona de entre dieciocho y veintitrés años con las virtudes necesarias para cumplir con los requisitos que ella imponía a la hora de arreglar un encuentro. Captaba potenciales clientes en la app y luego, seguía la fase de conocimiento por WhatsApp solo con los que ella consideraba aptos para sus fines, descartando a los demás. Algunas veces, en raras oportunidades, cuando estaba muy aburrida y no tenía otra cosa por hacer, hablaba con personas de otros lugares, solo por diversión y teniendo en cuenta que, más o menos, el ochenta por ciento allí eran perfiles falsos.
En el apartado de correo tenía unos veinticinco mensajes nuevos correspondientes a diez contactos, de los cuales solo uno estaba en línea. Empezando por el primero se dispuso a leerlos y contestar a los que despertaran su interés…
_Hola linda… ¿Como estas? _decía un tal Wep Wep que, luego de entrar en su perfil y constatar que era de Argentina, desecho_
_Mami que rica que esta… ¿Le gusta el sexo mami? _escribía el segundo, Perturbado, que corrió la misma suerte por ser de Colombia_
_Hola Andy… Buen día… ¿Como estas? _el tercero, Osito69, era de España y tenía diecinueve años_
_Hola buen día. ¿De qué lugar de España eres? _le respondió, aunque estaba desconectado, pensando en las posibilidades de que reuniera las condiciones que pretendía_
_Hola bombón… Que linda que estas bebe… ¿Qué haces? _El cuarto, Buenapistola, también se fue por el retrete por ser argentino_
_Hola Andy que guapa eres. Quisiera conocerte… _El quinto, Megakill, estaba dentro del rango deseado, era de España, de veintiún años y además aparecía on-line_
_Hola… ¿Como estas? ¿De qué lugar de España eres? _pregunto de inmediato_
_De Barcelona… ¿Y tú? _Solo tardo unos pocos segundos en responder_
_También soy de Barcelona _respondió rápidamente percibiendo una clara oportunidad_. ¿Y por qué quieres conocerme? _agrego seguidamente_
_Porque eres bellísima… He visto tus fotos más de diez veces…
_ ¿De verdad? Esas son muchas veces, ja, ja… ¿Y que buscas aquí?
_Amistad, sexo, diversión… ¿Y tú?
_ ¿Sexo? ¿Como logras tener sexo por aquí? _pregunto mientras sonreía con picardía, relamiéndose y fingiendo una ingenuidad que claramente no tenia_
_Chat hot…
_ ¿Chat hot? ¿Te masturbas hablando con alguien que ni puedes ver? _escribió siguiendo el juego y esperando lograr su cometido_
_ ¿Tú no lo has hecho?
_Nooo… Prefiero las personas verdaderas, en vivo y en directo, la verdad… _contesto jugando una carta fuerte, luego cerro sus ojos y lanzo una pequeña carcajada_
_Entiendo… ¿Y ahora mismo quieres sexo?
_Hum… Estoy algo necesitada, si… _escribió yendo aún más profundo, con una sonrisa burlona en sus labios y un tinte maquiavélico en su mirada_
_Que bien… Yo podría complacerte.
_¡¡¡Oh…!!!… ¡¡¡Que rico…!!! _soltó demostrando una tentadora entrega, que seguramente no podría desestimar_
_ ¿Vives sola?
_Muy sola, corazón… _dijo con toda la premeditada intención de hundir aún más el puñal en su presa_
_¡¡¡Hum…!!! ¿Podría hacerte compañía?
_Si, claro, eso sería lindo _contesto devolviendo el golpe_. ¿Has pagado por sexo alguna vez? _agrego contraatacando y yendo sin más a donde quería llegar_
_ …????? ¿Por qué preguntas eso? ja, ja…
_Soy muy curiosa, solo dime… _respondió instalándolo definitivamente en el desconcierto_
_Ja, ja… Solo un par de veces, por dios… ¿Por qué?
_Ya lo he dicho… ¡¡¡Curiosidad!!! _respondió esquivando_ Y también tengo curiosidad por saber si te agradaría un encuentro conmigo… _agrego lanzando todo, como el más hábil de los boxeadores que luego de eludir la mano de su adversario ejecuta su mejor golpe_
_Me agradaría mucho, si…, ja, ja
_Bueno, eso sería posible… Ambos estamos en Barcelona. ¿Verdad? _respondió con otro golpe certero_
_Si…es verdad. Yo quiero verte…
_ ¿Y estarías dispuesto a pagar por una noche de sexo conmigo? _escribió asestando el gancho final_
_Ja, ja, ja…
_Hablo en serio… Solo di si estás dispuesto o no… _escribió apurándolo_
_Me encantaría una noche de sexo contigo…
_ ¿Pero pagarías por ello? _pregunto mientras sonreía victoriosa_
_No se…
_O. K. Entiendo… _dijo secamente_ Estaré conectada un rato más, si te interesa escríbeme _agrego como el más experimentado pescador, que luego de ensartar la carnada en el anzuelo lanza la línea al mar y espera con fe plena su trofeo_
_O. K. Lo hare…
Sonrió con malicia, dejo el móvil encima de la mesa y fue hasta la cocina. Abrió la segunda puerta de la alacena y saco una botella de whisky sin abrir; retiro el sello de la tapa, la desenrosco y vertió el líquido cubriendo unos tres cuartos del vaso de tamaño medio que sostenía en su mano.
Volvió a la sala portando el vaso y la botella, uno en cada mano. El reloj marcaba la una y veinticinco de la mañana, deposito el embace del whisky en la mesa y se sentó, bebió un largo sorbo y se dispuso a seguir con los mensajes… _(Foto) _El sexto mensaje que abría, de un tal Madrileño_
_Ay amigo… ¡¡¡Que fea pija chica tienes!!! _respondió burlonamente a la foto de un pene que le enviara aquel contacto_
Seguidamente continuo con otro… _Hola Andy… ¿Como estas? ¿Te gusta el sexo? ¿Envías fotos?
Inspecciono su perfil y era de Almería, además de tener treinta y ocho años; así que sin más lo desecho y decidido que ya había sido suficiente por aquella noche. Estaba a punto de desconectarse cuando vio que entraba un mensaje de Megakill… _Hola Andy… ¿Estas?
No respondió, lo haría sufrir unos minutos para que cierto nivel de ansiedad se instalara en el joven y, ante el temor de haber perdido su oportunidad, luego le fuera más fácil atraparlo en sus redes.
Mientras tanto fue hasta el baño e hizo sus necesidades con toda la calma y la paciencia del mundo. Habían pasado unos veinte minutos cuando volvió a la sala, tomo su móvil y tenía tres mensajes nuevos de aquel muchacho… _Hola… ¿Estas? _Andy… ¿Estas? _Contéstame…, quisiera que hablemos.
_Hola… _correspondió el saludo fríamente_
_ ¿Qué haces?
_Aquí, nada… Solo esperando tu respuesta… _respondió apurándolo, yendo directamente al punto_
_ ¿Sí? ¿Qué quieres que te diga?
_Oye, solo dime que quieres hacer… _respondió a modo de ultimátum y luego vacío en su boca lo que restaba del vaso_ No quiero perder mi tiempo ¿Sí?
_Pero no te enojes.
_No me enojo… Pero responde ya.
_Ya… O. K. Si… Pagaría por tener sexo contigo.
_Genial… _respondió, saboreando su triunfo_ Entonces es hora de conocernos mejor. ¿Puedes hacer un zing para mí? _agrego pasando a la segunda fase del reclutamiento_
_Si.
_O. K. Tomate una foto y coloca mi nombre completo (Andrea).
_Dame unos minutos.
En tanto esperaba tomo la botella, lleno el vaso y bebió un gran trago que coincidió con el timbre de la alerta de Galaxy… _(foto) _El rostro denunciaba la juventud, con algunos kilos demás. Se notaba que tenía cabello largo, pero lo llevaba atado y era de color castaño oscuro. Su piel era blanca con algunos síntomas de acné, sus ojos grandes y verdes. No era un chico lindo, pero tampoco era feo, poseía una nariz algo grande, labios gruesos y tenía unos pelos en el mentón intentando ser una barba. Vestía una camisa de jean azul y sostenía un pedazo de cartón en el cual se veía escrito el nombre Andrea.
_O. K. Muy bien… ¡¡¡Qué lindo eres!!! _mintió empujándolo aún más dentro del lazo_
_Gracias, tú lo eres mucho más… ¿Cuándo puedo verte?
_Tranquilo, ya llegara ese momento _escribió calmadamente, con la certeza de que el trabajo estaba concluido exitosamente_ Ahora quisiera que me pases tu WhatsApp y la seguimos por allí… ¿Te parece?
_+34 475 23 09 17
_O. K. Te agendo y mañana te escribo, porque ahora debo dormir… _respondió con cierta malicia_ Dime tu nombre…
_Oh… O. K. Soy Pablo.
_Adiós hasta mañana Pablo. Besitos _contesto y se desconectó de inmediato_
Dejo el teléfono en la mesa, se sirvió medio vaso más de whisky y lo bebió de un sorbo. Ya eran las tres de la mañana, así que decidió que ya era hora de ir a dormir. Tomo la botella y el vaso y fue rumbo a la cocina. Luego de lavar el vaso entro en el baño con la bebida, tomo dos pastillas de Rohypnol, las metió en su boca y empino la botella hasta que las capsulas se perdieron por su garganta.
Tras apagar las luces enfilo hacia la habitación, en el camino tomo el teléfono y la Tablet, que en ese momento reproducía una canción de Mötley Crüe[7], y llego hasta la cama. La enchufo y le bajo un poco el volumen, dejando sonar Live Wire[8] en un volumen mucho más sensato para la hora:
Plug me in
I’m alive tonight
Out on the streets again
Turn me on…
Se acostó, se envolvió con las sabanas y el cubrecama, cerro los ojos y en segundos se entregó completamente al reconfortante estado de sueño; probablemente el único estado que podía disfrutar.
Al abrir los ojos, tardo unos segundos en deducir donde estaba, que estaba haciendo y quien era. Se sintió somnolienta, como si hubiera dormido apenas un par de horas, seguramente a causa de las pastillas, o el alcohol, o ambas.
Cuando logro, por fin, tomar conciencia de la totalidad de su cuerpo se dio cuenta de que tenía mucha hambre y de que también necesitaba pasar por el baño con urgencia. Se levanto casi de un salto y apuro su marcha en un viaje sin escalas hasta el inodoro, donde estuvo sentada unos veinticinco minutos. Sin dudas había sido un suceso placentero, de esos que no abundaban en su vida y no estaba mal comenzar el día con algo de placer.
Luego de lavarse las manos salió del baño hacia la cocina, abrió la heladera, observo durante unos segundos y luego tomo el pack de hamburguesas. Reviso la fecha de vencimiento y tuvo el segundo momento positivo del día, ya que aun tenían dos dias de gracia. Tomo la sartén y le coloco algo de aceite, lo puso al fuego con un par y guardo las restantes; luego saco un par de huevos y los puso al fuego en un jarro con agua.
Se asomo hacia la sala y ojeo la hora, eran las diez y cuarenta de la mañana. Recordó que a las dos de la tarde tenía la cita con José Luis y su amigo Martin, para la cual sentía que debía prepararse psicológicamente, ya que no acostumbraba a vivir ese tipo de experiencias y aquella situación la ponía bastante nerviosa.
Dio vuelta las hamburguesas y puso en mínimo el jarro con los huevos, que ya hervía. Fue hasta la habitación y subió el volumen de la música. En ese momento sonaba Guns and Roses[9] interpretando su genial November Rain[10]:
When I look into your eyes
I can see a love restrained
But darlin’ when I hold you
Don’t you know I feel the same…
Le gustaba mucho aquella canción y canto con pasión y en voz alta un par de estrofas mientras volvía hasta la cocina para controlar su desayuno-almuerzo que ya estaba listo. Tras apagar la cocina tomo el jarro y lo coloco en la pileta debajo del chorro de agua fría, tomo un plato, abrió la heladera y saco una rodaja de pan de molde y una botellita de cerveza.
Cuando los huevos se enfriaron un poco, los pelo y los coloco en el plato junto con las hamburguesas y el pan. Fue para la sala, dejo las cosas encima de la mesa y, tras llegarse hasta la habitación por su teléfono, regreso y se sentó a comer.
En unos veinte minutos, mientras leía y contestaba algunos mensajes, termino con su comida. Para ese entonces eran ya las once y treinta y cinco de la mañana, llevo las cosas que usara a la cocina, tiro la botella y dejo el plato y el vaso en la pileta, para luego lavarlos.
Acto seguido se metió en el baño y se sometió a una sesión de treinta minutos de aseo intensivo. Realmente odiaba lo que hacía, al extremo de drogarse para afrontarlo con naturalidad, pero le gustaba oler y verse bien para sus clientes; quizás después de todo, le importaba lo que dijeran de ella.
Salió del baño y volvió a la cocina totalmente desnuda, una gota de agua se desprendió de su cabello deslizándose a lo largo de toda su espalda, recorrió el redondeado camino de su glúteo y, desafiando la gravedad, pendió agonizante durante unos breves segundos, para luego terminar estrellándose en el piso.
Abrió la alacena y saco la botella de whisky, que tenía poco más de la mitad de su contenido, y camino hacia la habitación mientras bebía del pico y pensaba en que ponerse. Dejo la botella encima de la mesita, se arrodillo a los pies de la cama y debajo de ella busco sus drogas. Abrió la caja y saco la bolsita de coca que ya tenía empezada, acomodo la caja en su lugar, se incorporó y se sentó al borde de la cama.
Del cajón de la mesita tomo el espejo, el canuto y la tarjeta. Apoyo el primero a un lado, en la cama, y desparramo una cantidad generosa del polvo blanco, que luego con su tarjeta corto en seis rayas.
Tomo nuevamente la botella, bebió un largo trago y seguidamente se arrodillo frente al espejo. Agarro el canuto, aspiro un par de líneas y, aspirando unas cuantas veces más mientras frotaba su nariz y se incorporaba, se dirigió hasta el placar para elegir un atuendo.
Se decidió por una musculosa negra y un short rojo con dos líneas blancas a los lados tipo deportivo, los cuales dejo encima de la cama. Luego la rodeo hasta volver donde la mesita, tomo la botella y la empino bebiendo dos tragos cortos, para luego arrodillarse e inhalar dos nuevas dosis de coca.
Se levanto y volvió nuevamente al placar, saco una tanga colaless blanca surcada por rayas horizontales finas de varios colores y se la calzo. Luego se puso un par de medias deportivas, largas hasta debajo de las rodillas, negras con rayas blancas. Se coloco la musculosa que se ajustó perfectamente a su silueta y luego el short.
Volvió hasta donde sus aditivos y repitió el ritual de whisky y coca, notando como el estado que necesitaba, para afrontar la situación que se presentaría en tan solo unos sesenta minutos, se iba adueñando de su cerebro y se esparcía por todo su cuerpo.
Se llego otra vez hasta el baño, tomo una toalla y seco un poco más su cabello, tomo dos gomitas y se las ajusto en dos coletas una a cada lado de su cabeza. Luego se delineo cuidadosamente los ojos y paso brillo en sus labios.
Volvió a la habitación cuando restaban unos treinta minutos para el encuentro, para entonces ya sus nervios habían emigrado y se sintió lista para el desafío que tenía por delante.
Tomo de la botella, que ya contaba con poco menos de cuarto litro y luego desparramo un poco más de polvo que dividió en cuatro líneas. Tomo dos rayas y camino a sentarse delante del placar para colocarse unas zapatillas de cuero color plata, seguidamente se incorporó y tomo una camisa de jean color celeste gastado que se puso encima dejándola desprendida.
Se miro vagamente en el espejo sin poder asegurar que era ella la que allí se reflejaba y comenzó a experimentar una sensación como de estar flotando. No tenía la certeza de sentir estimulo alguno en su cuerpo, le daba la impresión de que este actuaba independientemente de sus deseos y de las ordenes que pretendía darle. Aun se sentía consciente y pensaba que debía diluir lo suficiente aquel estado, para dejar que su cuerpo funcionara automáticamente de acuerdo a las exigencias que el momento demandara. No solía tomar más de cuarto de litro de whisky cuando inhalaba cocaína para estar con un cliente, pero aquella era una situación que, según su juicio, ameritaba combustible extra.
Volvió a arrodillarse frente al pequeño altar espejado y en el observo como las dos rayas de cocaína restantes se colaban a través del canuto metálico y se perdían por su nariz camino del sistema nervioso central.
Con sus dedos limpio los restos de polvo del espejo y a su vez limpio estos dentro de su boca. Tomo la botella y enderezo camino del baño, bebió lo que quedaba de la botella antes de llegar y de pasada descarto el embalse vacío en el tacho de la basura.
Entro en el baño y orino casi interminablemente, luego de lavarse con sumo cuidado, se puso frente al espejo y se acercó, controlando que no hubiera restos de comida entre sus dientes; también reviso y limpio los restos de polvo de su nariz. Finalmente, como una especie de arenga o ritual pre sexo, levanto sus tetas con ambas manos un par de veces y salió, volviendo a la sala.
Observo la hora justo en el momento en que la aguja se instalaba en la una y cincuenta de la tarde, fue hasta la habitación y guardo todos los implementos que quedaran arriba de la cama, saco un chicle y se lo llevo a la boca. Acomodo la cama dejándola bien prolija y segundos después escucho el agudo sonido del timbre surcar todo el ambiente como un rayo, interfiriendo la música, que hasta entonces lo dominaba todo.
Trono su cuello hacia ambos lados y con renovada determinación se dirigió hasta la puerta. Abrió y allí estaban ambos, José Luis y Martin, luciendo fantásticos; notoriamente se habían esmerado en la producción para la ocasión. Los dos perfectamente afeitados, con el cabello prolijo, muy bien vestidos y oliendo a perfume francés; aunque aquellos detalles no hacían demasiada diferencia en Andrea, mucho menos en el estado en que se encontraba en ese momento.
_Hola chicos… ¿Como están? _saludo con una amplia sonrisa_ ¡¡¡Adelante…!!! _exclamo mientras con un ademan los invitaba a pasar_
A dúo respondieron el saludo, lo que provocó la risa del trio y pidiendo permiso se dispusieron a entrar.
José Luis estaba impecable, era un chico flaco, alto y elegante; con diecinueve años recién cumplidos. Su cabello estaba corto, era de color rubio oscuro y lo llevaba peinado con gel. Su piel era de un tono medio, tenía ojos color marrón oscuro, nariz pequeña y recta, labios finos y su rostro se iba afinando hacia su mentón. Vestía una camisa gris oscuro abrochada hasta la mitad de su pecho, un jean negro y zapatos deportivos también negros.
Martin también se veía muy bien para la ocasión, perfectamente afeitado, su cabello colorado prolijamente peinado hacia el costado derecho. Su cuerpo era de contextura robusta y vestía una camisa color salmón, un jean azul y zapatos náuticos gris y celeste.
_Para ti. ¿Está bien? _pregunto José Luis, luego de sacar su billetera y acercarle trecientos euros a Andrea_
_¡¡¡Perfecto!!! _respondió tomando el dinero_ Denme un minuto, por favor… _agrego mientras doblaba los billetes dos veces_
_Si, claro… _respondió José Luis asintiendo con la cabeza amablemente_
_Pasen, pónganse cómodos y espérenme en la cama _les dijo a la vez que con un gesto les indicaba la habitación_.
_O. K. Genial _respondido Jose Luís_
Andrea camino hasta la cocina, abrió la alacena y guardo el dinero en la lata. Luego se metió en el baño y orino nuevamente; después abrió el botiquín y tomo un pomo de lubricante íntimo. Se apoyó un instante, con ambas manos en la pileta frente al espejo, cerro sus ojos por unos segundos, se mentalizo brevemente para el desafío que tenía por delante, los abrió y se dispuso a salir _O.K. ¡¡¡Hagámoslo!!! _dijo en voz baja para sí, golpeando sus palmas como un deportista que sale a la cancha a ejecutar su performance_
Con paso sereno y cauteloso se dirigió hacia la habitación y, lo que vio apenas a unos tres metros de llegar, la detuvo en seco por unos segundos. Agrando los ojos y levanto sus cejas en señal de sorpresa, para luego dejar escapar una risita medida. Encima de la cama, casi al borde, estaban José Luis y Martin, arrodillados, completamente desnudos y devorándose la boca; y no es que aquella situación la espantara ni mucho menos, solo la sorprendió lo inesperado de tal escena. En ese momento Andrea estaba mucho más allá del bien y del mal, podría haber visto en su cama a un unicornio tomando él té con la reina de Inglaterra y le habría parecido de lo más natural.
_Bueno, veo que estaban algo apurados…, ja, ja _dijo en tono de broma, mientras apoyaba el pomo de lubricante encima de la mesa de noche_.
Solo obtuvo una risita, entre besos desenfrenados, como respuesta, sus lenguas se entrelazaban y se perdían dentro de sus bocas con mordiscos y succiones de por medio. Sus torsos estaban pegados producto de la presión que ambos ejercían con sus manos en los glúteos del otro, como si quisieran unir sus humanidades en una sola figura y sus penes, visiblemente erectos, yacían apretados entre los cuerpos de ambos.
Andrea, apreciando la escena al pie de la cama, comenzó a sacarse la ropa. Una vez que estuvo totalmente desnuda se acercó y deslizo ambas manos por las espaldas de los chicos, luego se arrodillo en el piso quedando de costado a sus compañeros. Seguidamente junto sus manos por las palmas y las hundió entre ambos para presionar hacia los lados y lograr que se separaran un poco, quedando las dos pijas paradas frente a ella. Una era grande, como de unos veinte centímetros, aunque no tan gruesa y la otra tenía unos dieciséis centímetros, pero era más gorda. Se dio cuenta de que efectivamente se habían preparado para la ocasión, pues ambos muchachos estaban completamente depilados.
Tomo una verga con cada mano, junto los glandes y los recorrió suavemente con su lengua, una y otra vez, provocando el notable incremento de la excitación de los jóvenes, que parecía que iban a devorarse el uno al otro.
Comenzó a masturbarlos a ambos mientras seguía lamiendo y succionando alternadamente aquellas cabezas. Luego de unos segundos hizo que la pija de dieciséis centímetros desapareciera dentro de su boca mientras con su mano derecha batía la de Martin y con la izquierda apretaba los glúteos de José Luis. Ambos estaban en una especie de trance desenfrenado, algunos gemidos se colaban entre sus besos y sus manos recorrían sus cuerpos de arriba abajo.
Saco la verga de su boca y comenzó a estimularla con rápidos movimientos de su mano izquierda, al tiempo que succionaba su cabeza con vehemencia y, pasados unos instantes, fue la pija de Martin la que se perdió entre sus labios, quien respondió tomándola de la nuca y exhalando un hondo suspiro que acompaño al estremecimiento de todo su cuerpo.
José Luis, totalmente poseído por el placer, comenzó a comer el cuello de Martin, quien se retorcía como una serpiente, a la vez que lanzaba al aire suaves gemidos cortos. Seguidamente, Andrea subió a la cama de rodillas y se ubicó detrás de José Luis, apoyo su mano derecha en el pecho de Martin y con un gesto de su cabeza le indico que fuera más atrás, quedando casi contra la pared, en la cabecera de la cama. Luego apoyo su mano en la nuca del chico delante suyo y presiono hacia abajo haciendo que su cabeza descendiera, hasta que el miembro de su amigo quedo al alcance de su boca. Este, sin perder un solo segundo, lo tomo con su mano derecha y comenzó a chuparlo desesperadamente mientras Martin se aferraba a su cabeza con ambas manos, entrelazando los dedos en su cabello y Andrea le hundía su lengua en el ano, al tiempo que lo masturbaba con su mano derecha. Por momentos, los gritos y gemidos escapados de aquella espontánea y desenfadada escena de sexo, opacaban la música de fondo.
Pasados un par de minutos tomo a Martin del brazo derecho e hizo que se acostara boca arriba atravesado en la cama, e indico a José Luis que se quedara arrodillado a un lado. Andrea se colocó encima del muchacho que yacía tumbado, tomo su pija con la mano derecha y apoyo el glande en su vagina refregándola hacia adelante y hacia atrás un par de veces para luego hundirla por completo dentro de sí. Muy despacio comenzó a mover sus caderas adelante y atrás, y con su mano izquierda tomo la verga del chico que permanecía de rodillas a su lado, para succionarla delicadamente en toda su extensión, a la vez que cabalgaba sobre Martin; que, desesperadamente, jadeaba y tiraba de sus propios cabellos.
Sin dejar de masturbar a José Luis giro apenas su torso hacia la derecha y, extendiendo su mano, alcanzo el pomo de lubricante. Soltó la pija por un momento y volcó un poco de su contenido en el dedo índice y mayor de su mano derecha, luego los llevo hasta su culo y desparramo el fluido gelatinoso en su esfínter, para después introducir uno de sus dedos lubricando el apretado orificio adecuadamente.
En tanto seguía cogiendo a Martin con suaves y continuos movimientos de cadera, volvió a tomar la verga de su amigo y con la otra mano apretó el pomo derramando lubricante en el glande de José Luis. Lo dejo a un costado y, con delicadas caricias, esparció el gel en la totalidad de la pija que la apuntaba con intimidante firmeza; luego miro a los ojos al muchacho que vacilante permanecía a su lado:
_¡¡¡Cógeme!!! _le dijo con voz suave y firme, mientras jalaba su pene en dirección de su culo_
Sin decir una sola palabra, el joven, acato la orden al instante. Bajo de la cama y se paró a un lado, a las espaldas de Andrea. Esta, torció apenas a su derecha estirando su brazo, tomo la verga y la trajo contra si hasta que el glande quedo apoyado en su ano.
_¡¡¡Cógeme!!! _volvió a ordenarle, mientras se recostaba sobre Martin quedando con su culo totalmente expuesto_
El chico la tomo de las caderas y, confiando en la guía de la mano de Andrea, empujo suavemente, poco a poco, hasta que la totalidad de su pija estuvo dentro provocando el grito ahogado de la muchacha.
Esta, entrelazando los dedos, tomo las dos manos de Martin, que ahora gemía y gritaba sin pausa, y las apoyo contra la cama a los lados de su cabeza inmovilizándolo con el peso de todo su cuerpo. Luego, aprovechando aquel punto de apoyo, arremetió descontroladamente contra las dos vergas que la penetraban por ambos orificios, permaneciendo unos dos o tres minutos sosteniendo aquella desenfrenada coreografía.
_¡¡¡Vamos cógeme!!! _le grito con desespero a José Luis, mientras, desde uno de sus glúteos, lo empujaba contra ella_
Este, que hasta entonces bombeaba con cierta timidez, aumento la intensidad de sus arremetidas incentivado profundamente por el pedido ardiente de Andrea. Ahora los tres gemían, gritaban y jadeaban ininterrumpidamente como locos descontrolados, dando rienda suelta a sus más hondos instintos animales.
Andrea estaba totalmente fuera de sí, en su percepción se encontraba dentro de un sueño nebuloso, a mitad de camino entre la locura y la cordura, sin poder distinguir con certeza la fantasía de la realidad. No era su cerebro el que tenía el control, era su cuerpo el que dictaba cada irreverente movimiento.
Noto las pijas moverse sin descanso dentro de ella, los labios de Martin chupando sus pezones y la mano de José Luis apretando sus nalgas, pero a la vez se sintió lejos de aquella escena de sexo sin barreras, que se representaba encima de su cama.
De repente elevo su torso hasta quedar erecta y camino con sus rodillas unos centímetros hacia adelante, dejando las dos vergas fuera de ella. Se corrió hacia la izquierda saliendo de encima de Martin y, girando sobre sí misma, se tumbó de modo que su cabeza quedara al borde de la cama, luego tomo de la mano a José Luis e hizo que se colocara encima de ella en una posición de sesenta y nueve. A su vez le ordeno a Martin que se parara detrás de ambos, estiro su mano derecha tomando el lubricante y derramo un chorro generoso en el ano del chico encima de ella. Luego hundió hasta el fondo su dedo índice en aquel orificio, metiéndolo y sacándolo suavemente, preparándolo para la inminente incursión que se avecinaba.
Tomo la pija del joven que estaba detrás y desparramo, en la cabeza, los restos de lubricante que quedaran en sus dedos. Lo masturbo un par de veces y luego dirigió el glande hacia el culo de José Luis, lo apoyo en el esfínter y Martin empujo lentamente hasta penetrarlo por completo. El chico se retorció encima de ella mientras apretaba sus manos en el cubrecama, a la vez que esta se metía su verga en la boca, chupándola y recorriéndola con su lengua. José Luis gritaba y gemía sin control en tanto su amigo le bombeaba dentro del culo sin reparos, jadeando y gimiendo al ritmo de sus estocadas.
Mientras seguía succionando la pija de José Luis, cubrió con saliva su dedo mayor y, estirando su brazo hacia atrás, lo enterró en el culo de Martin, quien lanzo un espontaneo alarido de placer acelerando las arremetidas contra el culo de su amigo.
Gimiendo y jadeando incesantemente, José Luis, hundió su cara en la vulva de Andrea y mientras la cogía con sus dedos índice y mayor, estimulo su clítoris con veloces movimientos de su lengua. Esta lanzo un largo y profundo gemido y, con el glande en su boca y sin dejar de coger el culo de Martin, masturbo aquella verga con la velocidad máxima de la que fue capaz, hasta que sintió un generoso chorro de semen caliente estrellarse contra su garganta, seguido de otros más pequeños que acabaron por inundar definitivamente su boca. El chico se retorcía, temblaba, jadeaba y gritaba de placer; en tanto Andrea, siguió chupando su pija hasta tragar la totalidad de su eyaculación, mientras un hilo blanquecino y espeso se colaba por la comisura izquierda de sus labios rodando hasta debajo del mentón.
A todo esto, Martin seguía bombeando sin control, gritando y jadeando sin descanso, hasta que todo su cuerpo comenzó a sacudirse y una catarata de gritos, devenidos en alaridos, precedieron la llegada del intenso orgasmo, cuyos fluidos concebidos, se alojaron hasta la última gota dentro del culo de su amigo. Le tomo unos segundos recuperarse, se hecho hacia atrás y luego se desparramo de espaldas en la cama, a un lado de su compañero, aun jadeando y con la respiración agitada. Al destapar deliberadamente aquel orificio una pequeña porción de semen escapó del culo de José Luis, deslizándose por sus bolas y depositándose sin permiso alguno en la frente de Andrea.
Se arrastro por debajo del chico, a la vez que este se daba vuelta quedando boca arriba y los tres se encontraron, uno al lado del otro, observando el techo.
No estaba muy segura de lo que había pasado, se sentía como despertando de un largo sueño con las imágenes desordenadas en su cabeza y, en ese instante, pensó que quizás había bebido demasiado whisky. Se sentó al borde de la cama, mientras sus compañeros seguían tumbados besándose, se tomó la cabeza como tratando de acomodar las ideas en su interior y al cabo de unos segundos al fin tomo conciencia de su cuerpo, del escenario y de los dos muchachos a su lado.
Se puso de pie alejándose de la cama unos pasos, se agacho y tomo la camisa del piso, se la puso abrochándola hasta la mitad del pecho y luego volvió a agacharse para tomar su tanga y limpiarse el semen que le chorreaba desde la frente hasta su parpado derecho.
_¡¡¡Creo que es hora de irse!!! _exclamo con voz pausada pero firme, mientras volvía a arrojar la bombacha al piso_
Estos despegaron sus labios algo sobresaltados, se miraron y se volvieron hacia Andrea.
_Oh…, si, si… Perdón, ya nos vamos _respondió José Luis con cierto nerviosismo_
_O. K. _respondió Andrea con una mueca afirmativa_
Rápidamente, los dos chicos recogieron sus ropas y se vistieron sin pausa y, cuando estuvieron completamente listos, caminaron hacia la puerta donde ya los esperaba Andrea preparada para abrirles.
_Adiós Andy, hasta luego… _dijo José Luis, que fue el primero en salir_
_Adiós… _respondió secamente_
_Estuvo fantástico… _le dijo Martin al pasar a su lado_ ¡¡¡Gracias!!! _exclamo volviéndose cuando ya había salido_
_Me alegra mucho, gracias a ustedes… _respondió esgrimiendo una sonrisa que rozaba la ironía_ ¡¡¡Adiós!!! _agrego con cierto alivio_
Y luego ambos salieron caminando frescamente con una amplia sonrisa estampada en sus labios, acababan de tener, probablemente, la mejor sesión de sexo de sus cortas vidas.
Cerró la puerta, coloco llave y se dirigió sin escala hacia la cocina, tomó la jarra de agua de la heladera y bebió dos vasos repletos sin respirar. Después de guardarla, se sacó la camisa y se metió en el baño, directo al inodoro. Se sentó apoyando los codos en las rodillas, el rostro en las palmas de sus manos y orino largamente, mientras dejaba escapar un largo y profundo suspiro de alivio y placer.
Al salir tomo la camisa y se dirigió a la habitación observando, a la pasada, que el reloj de la sala marcaba las tres y veinte de la tarde. Ya en la habitación, luego de colgar la camisa, se sentó en la cama notando que ya los efectos de la coca se habían esfumado y los del alcohol comenzaban a mermar dando lugar, poco a poco, a una profunda resaca.
Decidió que se acostaría a dormir, pero antes tomo un poco de hierva de la mesita y se armó un porro. Al volver a mirar dentro del cajón se dio cuenta que, al revolver dentro, había dejado al descubierto dos tarjetas negras, en las cuales sobresalía en plateado la leyenda de ‘’INFINITI FEST’’ y debajo, en color turquesa, se leía ‘’PERSONAL’’.
Una expresión de sorpresa seguida de algo parecido a la alegría se instaló en su rostro, recordó que un conocido se las había dado porque no podía asistir. Se trataba de una fiesta que duraría cuatro dias, en la casa de un importantísimo empresario, en la zona más exclusiva de Barcelona. No sabía más que eso, eso y que había mucho alcohol y drogas disponibles, sin ninguna clase de restricciones. Recordó que Paul, así se llamaba su contacto, le había pasado la dirección por WhatsApp.
Mientras pitaba el cigarro saco las entradas junto con un pequeño cenicero y las dejo encima de la mesita, la fiesta comenzaba esa misma medianoche y no tenía nada por hacer, ni nada que perder, así que no pensaba dejar de asistir. Mientras disfrutaba de la hierba, se sentó en la cabecera de la cama, con su espalda contra la pared e hizo un recorrido mental por todo lo acontecido allí hacia minutos y, si bien algunos pasajes le eran bastante vagos y difusos, a modo de consuelo concluyo que había sorteado el reto airosamente, consiguiendo una buena paga ese día.
Trago la última bocanada de humo y estrello el cigarro en el cenicero, bajo el volumen de la Tablet y la puso a cargar. Luego fue hasta la sala, busco el teléfono y coloco la alarma para las siete de la tarde.
Tras dejar el teléfono a su lado, en la mesita, se tumbó en la cama, abrazo la almohada y en unos pocos segundos se durmió. Rápidamente su pesada respiración se amalgamo a la voz de James Hetfield y el sonido de la banda Metálica[11] que en ese momento se reproducía en su Tablet, interpretando la canción Nothing Else Matters[12]:
So close, no matter how far
Couldn’t be much more from the heart
Forever trusting who we are
And nothing else matters…
De repente, un insistente timbre con tiempos extraños e irregulares fue mezclándose poco a poco con la música, invadiéndola por completo para, finalmente, arrebatarle la exclusividad de quebrantar el silencio, hasta penetrar impiadosamente los oídos de Andrea y arrancarla bruscamente del acogedor mundo de los sueños.
Abrió los ojos en el segundo intento, tras uno fallido, ahogado por un profundo y largo bostezo. Estiro su mano izquierda y desactivo la alarma de su móvil que no cesaba de torturarla. Con algo de dificultad se colocó boca arriba, se sentía cansada y una horrible jaqueca estrujaba su cerebro. Hizo un esfuerzo, que le resulto titánico, para incorporarse y sentarse al borde de la cama.
La luz del día aun velaba ínfimamente en el espacio del departamento. Cuando hubo recuperado el porcentaje necesario de lucidez como para trasladarse, se levantó y, previo paso por la heladera para hidratar su cuerpo que pedía a gritos por un poco de agua, se metió en el baño. Luego de vaciar sus intestinos y vejiga entro en la ducha, donde estuvo unos treinta minutos tratando de disipar el dolor de cabeza, refrescando y aseando su cuerpo.
Al salir del baño, hizo una comida tan rápida como pobre, aun su estómago estaba bastante convulsionado como para exigirlo demasiado. Camino de la sala, tras lavar los pocos trastos utilizados, observo que el reloj marcaba las ocho y diez de la tarde y, en un flash, recordó que aún tenía pendiente una charla con Pablo, uno de los chicos que conociera en Galaxy.
Al llegar a la habitación tomo el celular y le envió un WhatsApp.
_Hola Pablo, soy Andrea (Andylove), nos conocimos en Galaxy.
Dejo el teléfono, tomo la Tablet y subió el volumen de la música, luego se dirigió al placar a elegir que ponerse en la noche y, tras examinar un par de veces la totalidad de su vestuario, decidió y dejo el atuendo elegido encima de la cama. Segundos después, cuando buscaba un calzado acorde, escucho la alerta de mensajes.
_Hola Andy. ¿Como estas? _respondió Pablo_
_Hola, muy bien. ¿Y vos? ¿Aun tienes pensado hacer un trato conmigo? _pregunto sin preámbulos_
_Ja, ja… Si, me gustaría mucho.
_Bien, te voy a decir las condiciones que solicito y si estás de acuerdo podemos programar una cita. ¿Te parece?
_Estoy de acuerdo, dime.
_Bien, ahí va:
*nada de besos en la boca.
*nada de venir drogado o borracho.
*no venir a mi casa sin previa cita.
*no quiero amistad, ni ninguna relación fuera del negocio sexual.
*nada de hablar, solo hola y adiós, y lo necesario para una relación vendedor cliente.
*los encuentros son solo en mi casa.
*el pago se realiza apenas entrar a mi casa, antes del acto y es en efectivo.
*el valor de la sesión es de acuerdo a lo arreglado anteriormente vía WhatsApp
*no se hace otra cosa que no sea lo que hayas pagado.
*la sesión se termina con tu eyaculación, si pagaste por una, o luego del número de eyaculaciones por las que hayas pagado
_Eso sería todo, si estás de acuerdo házmelo saber y arreglamos un día y una hora. Besos.
Dejo el teléfono y se dejó caer en la cama mirando el techo, con sus manos apoyadas en la frente una encima de la otra con las palmas hacia arriba, en actitud relajada y pensativa. Tomo una de las tarjetas personales que dejara encima de la mesita y la observo una y otra vez, del derecho y del revés, varias veces durante varios minutos. Mientras lo hacía pensaba y fantaseaba con todo lo que allí podría pasar, las posibilidades eran infinitas, cualquier cosa podría llegar a ocurrir dentro de la lotería de la vida. Se le ocurrió que, dentro del enorme abanico de posibilidades que se presentaba, quizás podría hacerse con algún gran premio. No era algo en lo que pensaba a menudo, pero inconscientemente, seguía esperando aquel hecho fortuito que cambiara su vida para mejor y la arrancara definitivamente de su miseria.
La alerta de WhatsApp desvió su atención de la tarjeta evaporando sus anhelantes pensamientos.
_Bueno… Creo que está clarísimo, acepto tus condiciones _contesto Pablo_. Dime el precio, por favor.
_Genial, te los paso:
*practicarte sexo oral cuarenta euros.
*sexo anal ochenta euros.
*sexo vaginal sesenta euros.
*completo con una sola eyaculación ciento treinta euros.
_Me parece bien. ¿Cuándo puede ser?
_Puede ser recién para la semana que viene, tú me dices un día y yo te digo en que horario puede ser. ¿Está bien?
Reviso la hora y siguió con su relajo, aun eran las nueve y cuarenta y cinco de la noche y tenía suficiente tiempo para comenzar a arreglarse. Había pensado que, antes de ir a la fiesta, pasaría primero por un bar al que iba con frecuencia a beber unos tragos, al menos una vez en la semana. Apoyo el teléfono en su pecho y poso sus manos en el vientre con los dedos entrelazados, al tiempo que cerraba los ojos. Tras unos minutos de introspección el sonido de la alerta de WhatsApp la arranco de aquel estado liberador.
_O. K. Entiendo, pues ahora no estoy seguro de que día puede ser, el lunes te escribo y arreglamos. ¿Puede ser? _respondió Pablo_
_Si… Quedamos así, buen fin de semana, besos.
_Gracias, igual para ti, besos.
Se sentó en el borde de la cama con los pies en el suelo, enderezo su espalda y tomándose la cabeza con una mano por vez la torció hacia los lados estirando su cuello. Acto seguido puso en marcha su producción.
Mientras se vistió y se maquillo se hicieron las once y quince de la noche. Salió caminando hacia el bar, pues eran unas pocas calles las que debía atravesar y además conocía aquella zona a la perfección.
El clima se presentaba más que agradable, perfecto, hacía unos veinte grados y no había viento, apenas una leve brisa surcaba el aire acariciando sus mejillas al pasar. La luna lo custodiaba todo desde el cielo, totalmente despejado y salpicado de estrellas, sobre la ciudad repleta de jóvenes que empezaban su instante de fiesta, con la euforia naciendo de sus entrañas y haciendo erupción en la agonizante calma de la noche. Como así también algunos más adultos que volvían agazapados, como escapando de aquella locura que se empezaba a desatar, quizás de alguna reunión con amigos o con familiares.
Camino penetrando la espesa atmosfera de cuerpos, gritos y murmullos, inmune a cualquier efecto sobre si, con la mente puesta en la meta, como si el lugar estuviera desierto. Al cabo de unos doce o quince minutos caminando, alzo la vista observando las letras suspendidas sobre el fondo de luz azul, Berimbau decía, indicándole que había llegado al lugar que pretendía. Apuro los últimos pasos y, extendiendo su mano derecha, empujo la entrada espejada hasta que su silueta se fue perdiendo en el interior entre la intermitencia de los vaivenes de la puerta, que poco a poco fue quedando cerrada tras de sí.
[1] Brian Hugh Warner (Canton, Ohio; cinco de enero de mil novecientos sesenta y nueve), más conocido por su nombre artístico Marilyn Manson, es un cantante, compositor, actor, escritor, pintor y director de cine estadounidense, conocido por su personalidad e imagen controvertidas y por ser el vocalista y líder de la banda de metal industrial Marilyn Manson. Su nombre artístico se formó a partir de los nombres de la actriz Marilyn Monroe y del fallecido criminal sectario Charles Manson.
[2] Sweet Dreams (Are Made of This), o simplemente Sweet Dreams, fue escrita por Annie Lenox, David Lloyd Stewart y David A. Stewart. Es la canción más conocida del dúo británico Eurythmics. Fue lanzada en mil novecientos ochenta y tres como sencillo de su álbum homónimo; y consiguió lanzar al grupo definitivamente al éxito en Europa y Estados Unidos, al alcanzar el número dos en la lista UK singles chart y el uno en el Billboard Hot 100. Sweet Dreams (Are Made of This) es el único número uno de Eurythmics en los Estados Unidos.
[3] Personal Jesús es el vigésimo tercer disco sencillo del grupo inglés de música electrónica Depeche Mode, publicado en el Reino Unido el veintinueve de agosto de mil novecientos ochenta y nueve como primer sencillo adelanto de su álbum Violator de mil novecientos noventa.
Una característica única de esta canción es la línea melódica, un tiempo extremadamente uniforme y rítmico creado con la guitarra y efectos electrónicos, un efecto de eco constante aplicado a vocales rítmicas, lo que da a la canción una sensación mecanizada.
La canción fue inspirada por el libro «Elvis and Me», de Priscilla Presley. Según el autor de la canción, Martin Gore, «Es una canción que trata sobre ser Jesús para alguien más, alguien que te da esperanza y atención. Es sobre cómo Elvis fue su hombre y su mentor, y cuán seguido eso pasa en las relaciones amorosas; cómo el corazón de todos es en cierta forma como un Dios. Jugamos con estas partes de una persona que son como Dios, pero las personas no son perfectas, y ese no es un punto de vista equilibrado de alguien’’.
[4] Un zing, derivado del inglés sign, es un cartel o firma que se agrega en una fotografía para subir a fotolog o metroFLOG, con un mensaje para algún amigo/a, o publicidad para tu flog personal.
[5] Disturbed es una banda de heavy metal formada en Chicago, Illinois, por David Draiman (voz), Dan Donegan (guitarra), John Moyer (bajo) y Mike Wengren (batería). Sus exintegrantes son el cantante Erich Awalt y el bajista Steve Kmak. Se fundo en mil novecientos noventa y cuatro bajo el nombre de Brawl, y solo hasta mil novecientos noventa y seis cuando David Draiman fue contratado como nuevo vocalista cambió su nombre a Disturbed. Comenzaron como una banda de nu metal, pero después mostraron fuertes influencias del heavy metal incorporando solos y riffs de guitarra más técnicos.
[6] The Sounds of Silence es una canción que popularizó en la década del sesenta el dúo estadounidense Simon & Garfunkel. Fue escrita el diecinueve de febrero de mil novecientos sesenta y cuatro por Paul Simon, tras el asesinato de John F. Kennedy el veintidós de noviembre del anterior año, como un intento de expresar el sentimiento popular tras el desafortunado suceso.
La canción fue originalmente grabada como una pieza acústica de su primer álbum, Wednesday Morning, 3 A.M., pero posteriormente fue retocada por el productor Tom Wilson con batería, bajo y guitarra eléctrica y reeditada como sencillo en septiembre de mil novecientos sesenta y cinco, el cual llegaría a alcanzar el número uno de la lista de Estados Unidos el día de Año Nuevo de mil novecientos sesenta y seis. Esta versión se incluyó en el álbum Sounds of Silence.
[7] Mötley Crüe es una banda estadounidense de Glam metal formada en Los Ángeles, California, en mil novecientos ochenta y uno por el bajista Nikki Sixx y el baterista Tommy Lee a los que más tarde se les unirían el guitarrista Mick Mars y el vocalista Vince Neil. Con veinticinco millones de copias vendidas sólo en Estados Unidos y más de cien millones en todo el mundo, es considerada como una de las bandas más importantes de la escena «glam» tanto en los años mil novecientos ochenta como en la actualidad y como una de las más influyentes en la escena mundial. La formación de la banda ha tenido varios cambios durante su carrera. Vince Neil salió en mil novecientos noventa y dos y fue reemplazado por John Corabi, aunque volvió en mil novecientos noventa y siete. Tommy Lee salió en mil novecientos noventa y nueve y fue reemplazado por Randy Castillo, quien murió en dos mil dos y fue sustituido por Samantha Maloney hasta dos mil cuatro, cuando volvió Tommy Lee. Solo grabaron dos álbumes en que faltara alguno de los miembros originales
[8] Es un sencillo de la banda estadounidense de glam metal, Mötley Crüe, escrito por Harlan Coben y lanzado en su álbum debut de mil novecientos ochenta y uno, Too Fast for Love. El videoclip para la canción fue dirigido por los mismos miembros de la banda, mostrándolos en la tarima de un teatro exótico. También muestra a Nikki Sixx quemándose a sí mismo y a Mick Mars escupiendo sangre. El sencillo fue lanzado el dieciséis de agosto de mil novecientos ochenta y dos. En mayo de dos mil seis, VH1 colocó a la canción en la posición diecisiete en su lista de las cuarenta canciones más grandiosas del metal.
[9] Guns N’ Roses es una banda estadounidense de rock formada en Hollywood en la zona de Sunset Strip alrededor de Santa Monica, en la ciudad de Los Ángeles, California en mil novecientos ochenta y cinco. El grupo fue fundado por el vocalista Axl Rose y el guitarrista Izzy Stradlin. Es una de las bandas de rock más exitosas de todos los tiempos, habiendo vendido más de ciento cincuenta millones de discos, es considerada ícono global de la música y forma parte del prestigioso Salón de la Fama del Rock and Roll. Asimismo, la banda es uno de los números artísticos con más galardones, legado y repercusión mundial hasta la fecha. También Guns N’ Roses es considerada una de las bandas más influyentes de la historia debido a su gran legado musical.
[10] Es una de las canciones más famosas de Guns N’ Roses, compuesta por Axl Rose y perteneciente al tercer álbum de estudio del grupo; siendo la décima canción y primer sencillo del álbum Use Your Illusion. Lanzada el dieciocho de febrero de mil novecientos ochenta y nueve en el Reino Unido. Tan conocido como la propia canción es el vídeo musical que, al ser lanzado en mil novecientos noventa y dos, rápidamente se convirtió en el más solicitado en la MTV y ganó el MTV Video Music Awards a la mejor cinematografía. Se ubicó en el puesto cinco de las mil mejores canciones de todos los tiempos según la revista Q Music, y en el puesto seis de las mejores canciones que incluyen a los mejores solos de guitarra de la historia.
[11] Es una banda estadounidense de thrash metal originaria de Los Ángeles, pero con base en San Francisco desde febrero de mil novecientos ochenta y tres. Fue fundada en mil novecientos ochenta y uno en Los Ángeles por Lars Ulrich y James Hetfield, a los que se les unirían Dave Mustaine y Ron McGovney. Dave Mustaine fue despedido un año después de ingresar en la banda debido a su excesiva adicción al alcohol y su actitud violenta, siendo sustituido por Kirk Hammett (exguitarrista de Exodus). Ron renuncia a la banda debido al mal comportamiento de Dave Mustaine, el colmo fue cuando Mustaine mojó el bajo de Ron con cerveza y él sin saberlo lo conectó recibiendo una descarga eléctrica. Es entonces, tras contactar con Cliff Burton que la banda se traslada a San Francisco. Por otra parte, el veintisiete de septiembre de mil novecientos ochenta y seis muere Cliff Burton en un accidente de autobús en Suecia durante una de sus giras y esto provocó la entrada al grupo de Jason Newsted, quien, tras su abandono quince años más tarde, sería sustituido por el bajista actual, Robert Trujillo.
[12] Escrita por James Hetfield y Lars Ulrich, es una power ballad grabada e interpretada por la banda estadounidense de thrash metal Metallica. Se publicó el veinte de abril de mil novecientos noventa y dos como el tercer sencillo del quinto álbum de estudio autotitulado Metallica (The Black Album). La canción llegó al número once en la lista de éxitos de Billboard Mainstream Rock Tracks así como en el top-ten de numerosas listas de éxitos europeas.
Capitulo III
Mixtura (el big bang)
Al salir del edificio identifique el auto de Paco estacionado enfrente con las balizas encendidas. Cruce la calle y al llegar al coche golpee con mis dedos el cristal, para alertarlo de mi llegada. Apenas me vio destrabo las puertas para que pudiera ingresar.
_Buena noche… _le dije luego de abrir la puerta_ ¿Cómo le va?
_ ¿Muy bien y usted?
_¡¡¡Genial…!!!
_Si, se le nota… _comento_ ¿Y a donde desea que la lleve?
_ ¿Sí? Ja, ja… Quiero ir al bar Berimbau. ¿Conoce? _pregunte dubitativa_
_O, si… Un bonito lugar, muy concurrido. Es en el Passeig del Born, muy cerquita de aquí _dijo con certeza_.
_¡¡¡Buenísimo!!! Andando entonces…
Efectivamente era muy cerca, nos tomó unos siete minutos llegar al lugar, a pesar de que el tráfico estaba bastante cargado a esa hora. Luego de pagar y acordar con Paco que lo llamaría de ser necesario, salude y descendí del coche, quedando cara a cara con el bar elegido y la posibilidad de aventuras que sus paredes podrían albergar para mí en mi primera vez en la noche de Barcelona.
La fachada del lugar no decía demasiado, pero me resulto agradable. Las paredes eran de piedra desnuda, dispuesta al igual que ladrillos, me recordaba a las paredes de los castillos medievales que había visto en las películas.
Presentaba una abertura en el centro de, más o menos, cuatro x cuatro metros, a cuyo lado derecho se ubicaba una ventana con una reja negra cuadriculada. Penetrando a un metro de la arcada principal se encontraba otra pared coronando la puerta de entrada dispuesta un metro más hacia adentro, era de una sola hoja, en color negro mate y enmarcaba un vidrio espejado con el nombre del bar en color blanco.
La pared que rodeaba la puerta era de madera, en un fondo también negro mate. A los lados, dispuestos al igual que vidrieras, tenía unos paneles confeccionados con tiras de madera entrecruzadas a modo de rejillas de los cuales pendían dos cuadros, uno de cada lado, con la carta de cocteles. El pedazo de pared encima de la puerta era cubierto por un panel de chapa de color blanco con una rejilla de ventilación rectangular a cada lado, debajo de las cuales había una luz blanca alumbrando hacia abajo. En una franja de pared, debajo del panel, se escribía una leyenda en color blanco que decía: ‘’Brasil en unas copas’’. Pendiendo del techo y quedando superpuestas a la chapa blanca se exponían unas letras corpóreas de color plateado dispuestas para formar el nombre del bar, iluminadas por detrás con una luz azul eléctrico.
Las paredes del corto pasillo hacia la puerta, también de madera pintada de negro, contaban con una vidriera de cristal espejado cada una, divididas en seis rectángulos por marcos de madera. El piso era de baldosas negras y blancas dispuestas a modo de tablero de ajedrez.
Había varias personas en la vereda, frente a la puerta, unas entrando, otras saliendo, y algunas simplemente paradas allí, esperando quien sabe qué. Desande con calma y a paso firme el tramo que me separaba de la entrada y, pidiendo permiso cortésmente, me abrí camino a través de la pequeña multitud, disponiéndome a entrar.
Apenas traspase la puerta, algunas miradas y el sonido de música en portugués me dieron la bienvenida. Reconocí de inmediato aquella melodía, era una de las canciones brasileras viejitas que más me gustaba, Cheia de charme[1] de Guilherme Arantes[2], en este caso interpretada por una banda en vivo, la cual reproducía su belleza con total justicia:
Quando a vi
Logo ali, tao perto
Tao ao meu alcance
Tao distante, tao real…
El lugar era muy bonito y acogedor y una energía de lo más estimulante flotaba en el aire, envolviéndolo todo por completo. Al igual que el de la entrada, el piso estaba formado por baldosas cuadradas negras y blancas. A ambos lados, apenas traspasar la entrada, se presentaban tres mesitas ratonas confeccionadas con caña, acompañadas de cuatro sillones por cada una, del mismo material, con almohadones en el asiento y el respaldo; dispuestas de manera tal que formaban un pasillo de unos dos metros de ancho por unos siete de largo. Por cada mesa colgaban, con un cable negro, lámparas de forma cónica también negras, suspendidas a un metro, al estilo de las mesas de los casinos.
Las paredes eran de color blanco con texturas irregulares y adornadas con cuadros de fotos antiguas en blanco y negro, de temas variados. Al final de la hilera de mesas de la derecha se erguía una columna cuadrada con el mismo color y textura de las paredes. Detrás de esta a unos cuatro metros se levantaba una pared sobre la cual reposaba un amplio y surtido bar, precedido por la barra elevada sobre una pared de un metro diez de altura y coronada por una tabla de madera de color natural, que se extendía en toda su totalidad. Abarcando su ancho se presentaban unas cuatro banquetas también de caña y dos lámparas iguales a las de las mesas se descolgaban en cada extremo. Detrás de la barra, atendiendo a la gente, había tres personas, dos chicos jóvenes de entre veinte y veinticinco años, ambos vistiendo camisa negra de mangas cortas, encargados de preparar los tragos; y una muchacha muy bonita de unos veinticinco años, vistiendo un vestido corto de color blanco, se encargaba de la caja. Atendiendo los salones había dos meseros vestidos con remera negra, pantalón de jean y zapatillas deportivas.
Por el costado derecho de la barra se ingresaba al baño de mujeres y en el costado izquierdo había una especie de hueco en la pared donde estaba el dúo que en ese momento hacia la música en vivo. Desde allí, tomando hacia la derecha, había un pasaje con mesas y sillas recostadas sobre la pared izquierda, que llevaba a otro salón con la misma decoración y estilo de mesas y sillas, en el cual también se encontraba el baño de hombres.
Apenas entrar camine lentamente, observando y disfrutando del lugar y la música. Sin detenerme me dirigí directo al baño. Necesitaba orinar y ver que mi maquillaje y demás estuvieran como quería. Luego de unos minutos dentro y segura de que todo estaba en orden salí con intenciones de pedir un trago y elegí sentarme en una de las banquetas junto a la barra, ya que estaba sola y tan solo bebería alguna cosa.
Todas las banquetas estaban desocupadas salvo la del extremo izquierdo, me decidí por ocupar la siguiente. Al acercarme no pude evitar escuchar el dialogo entre el bar tender y la chica que ocupaba la única banqueta. Aparentemente había pedido un trago y cuando fue a pagar se dio cuenta de que había olvidado el dinero. El chico tras la barra le explicaba que no podía entregarle el trago si no pagaba y ella le decía que iba siempre y que conocía a Walter, que, por lo que decían, era alguien que trabajaba allí pero que justo esa noche no se encontraba…
_¡¡¡Disculpen!!! _exclame interrumpiendo la pequeña riña_ Buena noche… _Salude a ambos agitando mi mano_ Está bien, puedes dejarlo. ¡¡¡Yo invito!!! _agregue dirigiéndome al muchacho con una amable sonrisa_
_Hum… O.K. Si tú te haces cargo no hay problema _respondió el joven cortésmente, primereando a la chica_.
_¡¡¡No…!!! No, no, no… Está bien, no es necesario, no necesitas hacerlo, puedo ir por dinero y regresar _interrumpió mirándome tímidamente, casi de reojo_.
El joven se alejó a atender otro cliente mientras nosotras nos poníamos de acuerdo…
_Ey, descuida, no pasa nada. _le dije apoyando mi mano en su hombro_ Y tienes razón, no necesito hacerlo, pero quiero… ¿Para qué son las amigas? _agregue mientras le ofrecía una sonrisa_
_Bueno, ese es el punto, no somos amigas, ni siquiera conocidas. No tienes por qué… _asevero girando apenas su cabeza hacia mí y mirándome por unos pocos segundos_
_Verdad, pero eso es algo que puede remediarse. Ya hemos avanzado bastante, hace unos minutos no sabíamos la una de la otra, ahora nos conocemos y en un rato quizás ya seamos amigas, ja, ja. _respondí con cierto tono de broma, intentando persuadirla de aceptar mi invitación_ No seas tonta, toma ese trago ya… Por cierto, soy Valentina ¿Y tú?
Se mantuvo callada por unos segundos…
_Está bien, aceptare tu invitación, soy Andrea… _contesto tímidamente sin levantar la vista_
Tenía una estatura de entre un metro sesenta y cinco y un metro setenta. Poseía un rostro bellísimo, que llevaba maquillado con un estilo gótico que resaltaba el color blanco de su piel, que podía apreciarse tersa y suave. Sus ojos negros eran grandes y penetrantes, con un dejo de tristeza impreso en ellos, bordeados en negro en todo su contorno y en la zona del parpado superior esfumándose hacia arriba, desapareciendo un centímetro antes de llegar a sus cejas que eran de un grosor medio y perfectamente delineadas. Su boca era grande, con labios carnosos y también pintada de negro. Tenía una nariz pequeñita y respingada. Su cabello, de color negro azabache, lo llevaba peinado con dos rodetes a los lados, con algunos mechones sueltos que caían en la parte de su nuca. Sus orejas eran de un tamaño medio, con una bella estética y de forma redondeada, adornadas con pendientes de color plata en forma de calaveras. Tenía un pircing en su ceja derecha con puntas romboides en los extremos y un aro en su fosa nasal izquierda. Llevaba anillos en todos sus dedos salvo los gordos, todos en color plata. Sus uñas estaban ligeramente largas y pintadas de negro.
Vestía un short de jean ajustado con roturas, medias de red negras y en sus pies llevaba botitas acordonadas también negras y de lona. Arriba tenía una camisa negra de mangas largas y debajo podía verse el bretel de una musculosa blanca. Exhibía buenas formas, podían notársele algunos kilos de más, que no impedían para nada que se viera sexy.
Moví mi cabeza asintiendo, le sonreí cortésmente y le expresé:
_Un gusto Andrea. Y… _dije asintiendo con mi cabeza_ ¿Qué tomas?
_Gin tonic _respondió secamente sin mirarme, mientras revolvía su trago_.
Con un gesto llamé al bar tender que se acercó de inmediato…
_Hazme uno igual por favor _le pedí señalando el vaso de Andrea_.
El chico asintió con la cabeza y se dispuso a preparar mi trago, mientras yo intentaba entablar una conversación con mi nueva amiga…
_ ¿Eres de aquí de Barcelona o eres turista?
_Vivo aquí, a solo unas calles. _contesto volviéndose hacia mí, esta vez, sosteniendome la mirada un par de segundos_ ¿Y tú? _pregunto, y se llevó el vaso a la boca_
_Soy turista, estoy parando no lejos de aquí, en Carrer del Dr Gine I Partagas, a solo unas calles de la playa. _respondí con entusiasmo_ ¿Conoces?
Asintió cansinamente con su cabeza y luego me miro…
_Si, me conozco casi todo aquí _dijo esbozando un intento de sonrisa_.
_ ¿Y qué te trae hoy por aquí?
Una mueca de interrogación se dibujó en su rostro, como tratando de hacerme entender que ni ella lo sabía.
_Solo tomar unos tragos, nada especial. ¿y tú? _dijo luego de pensar unos instantes, mientras revolvía su trago_
_Son dieciocho euros, nueve cada uno _interrumpió el bar tender_
Abrí mi cartera, busqué el dinero y le extendí un billete de veinte euros…
_Gracias, quédate con el cambio _le dije esgrimiendo una sonrisa_.
Andrea revolvía lentamente su vaso, mirando al frente sin ver…
_ ¿Dónde estábamos? Hum… Sí, digamos que vine dispuesta a divertirme y pasarla bien _le dije respondiendo la pregunta que quedara pendiente_
Se le escapo una sonrisa notoriamente involuntaria y sus dientes se recortaron blancos y perfectos entre sus labios negros…
_Bueno, creo que eso no será nada difícil para ti, pero temo que has arrancado mal…
_ Ja, ja, ja. ¿Por qué dices eso? _pregunte riendo_
_ ¿Te has visto en un espejo? _pregunto con ironía, viéndome de reojo_
_Ja, ja, ja. Sí, me veo a diario, pero… ¿Qué tiene que ver? ¿A caso me veo mal? _respondí con aire inocente y tomé de mi bebida_
Meneo la cabeza a ambos lados y luego me miro con expresión de ‘’no me jodas’’…
_Pues mírate mujer, eres una maldita amazona, cualquiera querría pasar un rato contigo.
Me causo mucha gracias lo que me dijo, pero más aún el modo en que lo hizo, al punto que casi escupo lo que estaba bebiendo.
_¡¡¡Ja, ja… que boba!!! No creo que sea para tanto _respondí con picardía y una humildad exagerada_
Su cara se transformó nuevamente en una mueca de ironía, que sostuvo durante un par de segundos y luego bebió…
_¡¡¡Tú… te haces la boba!!! Ja, ja _exclamo riendo_. Este lugar era una tumba hasta que tu llegaste y entraste, andando con ese aire de Lara Croft…
No pude evitar lanzar una carcajada, al punto de casi atragantarme con la bebida, que justo estaba tragando en ese momento…
_ ¿Lara Croft dices? Ja, ja, ja, ja…
Andrea rio también, bebió el resto de su trago y luego me miro con seriedad…
_Pero es verdad… Todos parecían muñecos de cera, entraste tú y volvieron a la vida… Todos los chicos voltearon para verte, incluso la mayoría de las chicas y en segundos el lugar se llenó de murmullos.
_Ay…, habrá sido casualidad, además, hay que decirlo, Lara viene bastante mejor que yo de delantera, ja, ja, ja _conteste bromeando, a la vez que me tomaba los pechos con ambas manos_.
Se rio sin mirarme, mientras jugaba con los hielos en su vaso, que yacía vacío…
_Ja, ja, eso puede ser… Pero de todos modos eres una mujer de esas que todos quisieran tener.
_Te juro que no es para tanto. Y además… ¿cómo puedes decir eso si apenas me has mirado? _solté siguiendo con el tono bromista, intentando molestarla un poco_
_Ja, ja, ja… _Rio, mientras sus cachetes se sonrojaban visiblemente_ Es que me llamaron la atención algunos comentarios y miré para ver a quien se referían, entonces fue que te vi caminando hacia aquí _agrego defensivamente_
Me causo muchísima gracia su intento de justificación y me reí abiertamente sin tenerle el mínimo reparo.
_Hum… Entiendo, entonces también tu quedaste impactada… ¿Quieres otro trago? _pregunte rápidamente sin dejarla responder_
Volvió a sonrojarse aún más que antes, mientras reía nerviosamente…
_Oh, no, no… Está bien, te agradezco, en serio…
Asentí con la cabeza y luego la miré seriamente…
_Oye…, si tuvieras dinero… ¿Tomarías otro trago?
Se asombro un poco por la pregunta cómo no entendiendo del todo el sentido…
_Si, creo que sí, seguro. ¿Por qué?
_Entonces no hay nada más que decir _le dije mientras giraba mi cabeza en dirección del bar tender, llamándolo con un ademan_ Dos gin tonic más por favor _le expresé al chico una vez que se acercó_
_¡¡¡No debías hacer eso!!! _exclamo meneando la cabeza en señal de disconformidad_
Creo que por primera vez en la noche me sostuvo la mirada por más de diez segundos…
_ ¿Por qué no? ¿Para qué son las amigas? _volví a bromear_ No pasa nada, otro día invitas tu. ¿Sí?
Su rostro adquirió una expresión más animada y no pudo contener la enorme sonrisa que espontáneamente se instaló en su rostro…
_O. K. Hecho.
El bar tender se acercó con mi pedido y lo apoyo en la barra…
_Aquí tienen, para ti y para ti… ¡¡¡Disfrútenlo!!!
_¡¡¡Muchas gracias!!! ¡¡¡Hum!!! ¡¡¡Esta muy buen esto!!! _comenté luego de beber un sorbo_
_¡¡¡Sí!!! ¡¡¡Genial!!! _respondió asintiendo con la cabeza, mientras bebía de su vaso_
Gire mi banqueta, me acomode y me senté de frente a ella…
_Tengo una condición.
Giro su cabeza hacia mí con expresión de sorpresa y, tratando de dilucidar lo que le estaba diciendo, se quedó pensativa unos segundos…
_ ¿Condición? ¿Para qué? ¿Qué condición? _pregunto carcomida por la intriga_
Me causo gracia su intriga mezclada con algo de inquietud, entonces la tranquilice:
_Tranquila amiga… Ja, ja, ja… No te asustes, no voy a pedirte un beso. Ja, ja… Solo que si vamos a beber juntas que sea con confianza. Nada, relájate, ponte de frente a mí y hablemos…
Automáticamente la seriedad se esfumo de su cara, volvió a sonrojarse y sonrió con frescura…
_Ja, ja… O. K. Tienes razón.
Acomodo su banqueta y se sentó de frente a mí…
_ ¿Te parece bien así? _pregunto con ironía, a la vez que sonreía_
Cuando al fin termino de acomodarse frente a mí me percate de tres cosas en un solo golpe de vista, que aún no había podido notar. Llevaba su camisa desprendida, no usaba sostén y tenía un par de pechos increíbles. También pude ver que un poco de líquido se había derramado en su musculosa y su pezón derecho se dibujaba sin tapujos, como impreso de manera desafiante en la tela.
Luego de aquellos segundos de distracción arrastré mis ojos hasta los suyos…
_Ahora me parece mucho mejor, ja, ja… Oye, me ha quedado una duda… Hace unos minutos cuando te dije que buscaba divertirme y pasarla bien tú me dijiste que había arrancado mal. ¿Por qué lo has dicho?
Levanto sus cejas y miro al suelo un par de segundos, luego bebió un largo sorbo…
_Bueno, viniste a invitarme un trago a mí, que no soy precisamente el himno a la alegría… ja, ja…
Nuevamente hizo que me riera, su ironía podía ser muy graciosa…
_Ja, ja, ja…, bueno, deja que eso lo decida yo, además hasta ahora me lo vengo pasando muy bien, me resultas agradable.
_¡¡¡Cómo se nota que no me conoces!!! Ja, ja, ja…
_ja, ja, ja. ¡¡¡Que boba!!! Pero bueno, eso intento…
_ ¿Qué cosa? _pregunto intrigada_
_¡¡¡Conocerte!!! _respondí sonriendo_ ¿Tomamos otro?
Se rio, me miro a los ojos y respondió:
_Pues no te pierdes de nada si no lo haces, ja, ja, ja _me dijo mirándome a los ojos_ Y acepto, no pienso volver a contradecirte ja, ja, ja _agrego riendo_
Nos reímos juntas un instante y con un ademan llame al bar tender.
_¡¡¡Dos gin tonic más!!! _Le pedí al muchacho que se acercó_ Ja, ja, ja. ¡¡¡Si que eres boba!!! Entonces dime. ¿Eres de aquí de España? _pregunte volviéndome nuevamente hacia ella_
Negó enseguida con la cabeza…
_Oh, no, soy de Francia, de la ciudad de Lyon… Estoy aquí hace unos seis años. ¿Y tú? ¿De dónde eres?
_ ¿Francia? ¡¡¡Qué lindo!!! _exclame mientras tomaba uno de los vasos que el bar tender ya había depositado en la barra, delante nuestro_ Yo nací en Argentina, pero me considero una ciudadana del mundo, ja, ja… _agregue luego de beber un trago_
Me miro y asintió con su cabeza y luego bebió un largo sorbo…
_Argentina también debe ser muy bonita. ¿A sí que ciudadana del mundo? ¿Cómo sería eso? Ja, ja
Sonriendo asentí con mi cabeza…
_Si, lo es, lamentablemente la corrupción le impide ser lo que potencialmente podría. Y si, me gusta decir que soy una ciudadana del mundo, no creo en las fronteras. Y sé que de hecho si existen, pero creo que el mundo sería un lugar mejor sin ellas. Todo lo que divide perjudica al conjunto.
_¡¡¡Guau!!! ¿Estás segura de seguir tomando? _pregunto agrandando sus ojos y examinándome de arriba abajo_
Me apure a tragar el líquido en mi boca, para lograr reírme sin escupirlo…
_¡¡¡Oye!!! ¡¡¡Claro!!! ¿Por qué lo dices? _pregunte bromeando_
_Pues…, he comenzado a notar en ti cierta veta delirante, Ja, ja, ja _respondió socarronamente luego de beber_
Realmente lo estaba pasando bien y Andrea resulto ser muy buena onda…
_ ¿Y qué edad tienes? _pregunte luego de que ambas bebimos al mismo tiempo_
_Veintitrés… ¿y tú?
¡¡¡Vaya!!! ¡¡¡Que coincidencia!!! _exclame fingiendo asombro_
_ ¿También tienes veintitrés?
Negue acentuadamente con la cabeza y luego reí…
_Hum… No, yo tengo treinta y dos, ja, ja, ja
_Pero… ¿cuál es la coincidencia? Ja, ja, ja _pregunto riendo y haciendo montoncito con su mano derecha_.
Pero… ¿cómo cuál es? Ja, ja, ja. El dos y el tres… ¿Acaso no es una coincidencia? Ja, ja, ja
Ambas nos reímos efusivamente, a esas alturas ya nos divertíamos y la influencia del alcohol, que ya hacía de las suyas, contribuyo directamente en aquel resultado…
_Eres una boba, ja, ja, ja. Y además… ¡¡¡Tú no tienes treinta y dos ni en pedo!!!
_Pero… ¿Cómo señorita? ¿Me está llamando boba y mentirosa? ¿Y en mi presencia? _pregunte exagerando seriedad_
Negó con su cabeza mientras su rostro empezaba a desfigurarse producto de la risa que estallo haciendo que parte de su trago, que en ese momento pasaba por su garganta, saliera expulsado por su nariz y su boca; lo que provocó una estrepitosa carcajada a dúo sosteniendo ambas, uno con cada mano, el vaso y el estómago.
_Pero en verdad tengo treinta y dos, ja, ja, ja _afirme riendo cuando al fin logre recomponerme_ ¿Por qué? ¿Parezco más? _pregunte fingiendo aflicción_
_Ja, ja, ja. ¡¡¡No…!!! ¡¡¡Pareces menos, idiota…!!!
_¡¡¡Uf!!! ¡¡¡Que susto!!! Ya pensaba que comía vegetales en vano, ja, ja, ja _comente en tono de broma_ Pero… Espera… ¿Qué has querido decir? ¿Qué parezco de menos edad? O ¿Qué parezco menos idiota? _agregue mirándola con actitud irónica_
La risa volvió a invadirnos y la muralla que en un principio se levantaba entre ambas se había derrumbado definitivamente. Los tragos ya habían desaparecido en nuestro sistema, así que sin preguntar pedí dos más…
_Amiga, mi trasero está pidiendo a gritos un asiento más cómodo, ja, ja. ¿Qué te parece si nos sentamos en una de las mesas y bebemos el próximo trago allí?
_Si, ja, ja, ja… Verdad, estoy igual, pero creo que sería mejor sentarnos en un sillón, ja, ja, ja.
_Oh…, que graciosa la señorita… _le dije fingiendo enojo_ ¡¡¡Boba!!! _exclame y luego le saque la lengua_ ¡¡¡Necesito ir al baño!!! _dije en su oído luego de pagar y agradecer al bar tender_
_¡¡¡También yo…!!! _exclamo por lo bajo_
_O. K. ¡¡¡Vamos!!! Amigo, vamos al baño… Dejamos los vasos aquí. ¿Sí? _dije señalándolos, al tiempo que me volvía hacia el bar tender_
_O. K. Amiga, sin problema _respondió el chico a la vez que me guiñaba un ojo_
Caminamos rumbo al baño Andrea por delante y al pararme sentí aún más los efectos del gin tonic, sin embargo, me sentía genial. No había nadie en el tocador y entramos cada una en un baño individual. Pasados unos segundos, escuchando el sonido de los chorros de orina que caían simultáneamente y ruidosamente en el agua de los inodoros, comencé a reírme sola como una loca…
_ ¿Y ahora de que te ríes boba? Ja, ja, ja _pregunto intrigada_
_Es que… ja, ja, ja. Shhh…, escucha… ¿No parecemos dos cascadas? ja, ja, ja… _respondí, para luego soltar una carcajada_
Y ambas estallamos en una desinhibida y prolongada carcajada que se multiplico exponencialmente a medida que rebotaba contra las paredes del baño…
_Ja, ja, ja. ¡¡¡No podía más!!! Ja, ja, ja _exclamo entre risas, al momento de recuperarse del vehemente ataque de risa que le había producido mi comentario_
_Me encanta tu…. ja, ja, ja _En vano intenté decirle algo mientras nos lavábamos las manos ya fuera del cubículo y comencé a reír nuevamente porque no me salía la palabra que intentaba reproducir_. Tu… ¡¡¡Makeup carajo!!! Ja, ja, ja _exprese por fin, dibujando un círculo imaginario con mi dedo a centímetros de su rostro_.
_ ¿Verdad? ¡¡¡Gracias!!! _exclamo sonriendo_
_¡¡¡Te queda genial!!
_¡¡¡Puf…!!! ¡¡¡Me imagino!!! Ja, ja, ja _exclamo riendo_ Digamos que luego de tres o cuatro gin tonic todo se ve más bonito, ja, ja, ja _agrego, luego de levantar sus cejas, fruncir sus labios y mirar hacia arriba, todo en un movimiento_
_¡¡¡Eso es verdad!!! Ja, ja, ja. Pero bueno… Igualmente te veías bonita cuando llegue… Y aun no tomaba nada.
_Bueno, para eso hay una explicación… _me dijo mientras nos acercábamos hacia la puerta para salir_ Ya estas viejita y andas necesitando anteojos, ja, ja, ja _agrego sin mirarme, mientras se adelantaba a mí y salía del baño_
_¡¡¡Que mala…!!! _exclame en tono de broma, mientras caminábamos hacia la barra a buscar nuestros tragos_
Se rio, me guiño un ojo y tomo su vaso, para seguir caminando a un lado de la barra en dirección del fondo del lugar…
_Si, lo soy, y me gusta serlo, ja, ja, ja _respondió con picardía_.
Tomé mi vaso y agradecí al bar tender por cuidar de ellos, luego fui tras ella. Nos ubicamos en una mesa, o mejor dicho en el sillón frente a la mesa, en el espacio que estaba al final de aquel pasaje al costado de la barra. Cerré profundamente mis ojos y tras un hondo suspiro los abrí…
_¡¡¡Mierda!!! ¡¡¡Mi culo está feliz!!! Ja, ja, ja
Andrea estaba bebiendo y otra vez la hice escupir parte de su trago, meneo la cabeza hacia los lados riendo y con el líquido chorreando de su nariz…
_Ja, ja…, para, dame un respiro _exigió riendo_ Pero si… ¡¡¡También el mío!!! ¡¡¡Somos dos culos felices!!! _exclamo gritando_
Varias personas que estaban allí se dieron la vuelta para mirarnos, esta vez ambas escupimos nuestros tragos y reímos a carcajadas largamente. La noche se presentaba genial para las dos, reíamos y nos divertíamos en buena forma.
_ ¿Y tú a que te dedicas? _pregunte, pasado el extenso ataque de risa_
Instantáneamente bajo su mirada unos segundos, luego me miro, miro a los lados nerviosamente y volvió a mirarme tratando de forzar una sonrisa…
_Hum…, tengo una venta de celulares y accesorios por internet. _respondió nerviosamente_ ¿Y tú? _Se apresuro a preguntar_
Note que la incomode con mi pregunta así que creí prudente no seguir indagando, lo que menos quería era hacer que se sintiera mal, mucho menos luego de pasarla tan bien…
_¡¡¡Aja, que bien!!! Bueno, yo soy masajista, hago reiki y soy profesora de fitness.
_¡¡¡Ya veo por qué estas así!!! _me dijo, luego de recorrerme con la mirada de arriba abajo_
_ ¿Cómo estoy? ¿Así de loca? _pregunte con fingida inocencia_
Con el codo apoyado en su rodilla, calzo su mentón en su mano izquierda, llevo los ojos hacia arriba y lanzo un suspiro corto, dándome a entender que la tomaba de tonta…
_Además de eso…, ja, ja, ja… ¡¡¡Ya te lo he dicho!!!
_¡¡¡Oh…, si…!!! ¡¡¡Soy la maldita amazona Lara Croft!!!
Nos reímos como dos locas, totalmente embriagadas por el alto nivel etílico en nuestra sangre y la creciente vibración que se presentaba entre nosotras…
_¡¡¡Espera!!! ¡¡¡Hagamos un brindis!!! _exclame, antes de que se acabara el líquido en nuestros vasos_ Por esta amistad que está naciendo y por esta noche genial que aún no termina…
Andrea sonrió con notoria alegría, alzo su trago junto al mío y, tras chocarlos, bebimos un largo sorbo a la par; hasta que la última gota de gin tonic se escurrió de nuestros vasos…
_¡¡¡Gracias!!! _exclamo con felicidad_ Llevaba tiempo sin reír de esta manera, me lo he pasado de maravilla.
Un destello de emoción recorrió mi cuerpo, erizando levemente mi piel. En su mirada, de expresión triste, noté una profunda sinceridad y un hondo pesar al expresar aquellas palabras y, mirándola a los ojos, le sonreí con dulzura…
_Gracias también a ti, gracias por dejarme formar parte de un cachito de tu vida y, por cierto, esto solo demuestra una cosa… _le dije retirándole mi mirada, alimentando su intriga_
_ ¿Qué cosa…? _pregunto ahogada en curiosidad y levantando su voz_
_Que la que estaba equivocada eras tú, ja, ja
_ ¿Equivocada? ¿De qué hablas? _me interrogo aún más intrigada que antes_
_Tú me dijiste que yo había arrancado mal la noche por invitarte un trago a ti, por no ser la persona adecuada para divertirse… Y ya ves, estabas totalmente equivocada, nos la pasamos muy bien junta, ja, ja… _le dije viéndola directo a los ojos_
Sonrió, con una marcada alegría en su rostro, lo que me puso muy contenta. Me vio directo a los ojos y mantuvo su mirada en ellos pensativamente…
_Es verdad… _me dijo con transparente franqueza. Luego hizo una pausa y miro a lo lejos, como queriendo encontrar las palabras adecuadas, para luego volver con su mirada hacia mí _ ¡¡¡En verdad me encanto conocerte!!!
Me gustó muchísimo escuchar eso, le tomé la mano y la miré sonriendo…
_A mí también corazón…, y no vuelvas a contradecirme… ¿Eh? Ja, ja, ja.
En aquel momento comenzó a sonar la melodía de una pegadísima canción brasilera que me gustaba muchísimo, Menina Veneno[3], originalmente interpretada por Ritchie[4], en ese momento por el genial dúo en vivo:
Meia noite no meu quarto, ela vai subir
Eu ouço passos na escada, vejo a porta abrir
O abajur cor de carne, o lençol azul
Cortinas de seda, o seu corpo nu…
Impulsada por la motivación que aquella canción inyectaba en mi e incentivada por el alto porcentaje de alcohol dando vueltas en mi sangre, me pare y comencé a bailar al ritmo de la música. Rodeé la mesa meneando mis caderas, extendí mi mano hacia Andrea y ella me correspondió tomándola, al tiempo que se paraba para seguirme en mi incursión de bailarina. Bailamos, reímos y cantamos a la par, desafinadamente y a los gritos, como dos buenas borrachas a las que nada les importa, más que exteriorizar espontáneamente su alegría.
Permanecimos así un buen rato, durante el transcurso de unas cuatro o cinco canciones, hasta que comenzaron a encenderse las luces blancas y uno de los meseros nos vino a indicar que el bar cerraría y debíamos comenzar a retirarnos.
En un par de minutos nos encontramos en la vereda del local lo suficientemente ebrias y con ganas de seguir de fiesta. La hora había volado, ya eran las dos de la mañana. Pasados unos instantes Andrea se tornó pensativa y luego alzo la vista hacia mí…
_ ¿Tienes algo que hacer ahora?
_Hum… No, nada. ¿Y tú?
_Mira, voy a una fiesta y tengo dos entradas, si lo deseas puedes venir conmigo.
_ ¿Una fiesta? _luego de pensar un instante, respondí con una pregunta_
_Si, una fiesta… Es una reunión con música, chicos, chicas, drogas, alcohol… Ja, ja, ja _explico burlonamente_
_¡¡¡Ay que viva…!!! ¡¡¡Boba…!!!
Volvimos a reírnos juntas como casi toda la noche. Me sedujo la idea, nos habíamos entendido bien y me parecía una buena opción seguir la noche con ella…
_O. K. Dale, voy contigo. ¿Dónde es?
_Es en una casa, en la zona residencial de Barcelona. Una vez cada tres o cuatro meses realizan fiestas que duran cuatro dias y la entrada es exclusiva y limitada. Nunca he ido, pues nunca tuve la posibilidad de hacerme con una invitación, pero un amigo tenía dos entradas y no podía asistir, entonces me las regalo a mí. Vamos, vemos que pasa y cualquier cosa, de no gustarnos, la seguimos en otro lugar.
Mi cerebro no tenía, en ese momento, la capacidad de procesar pensamientos demasiado elaborados, así que me convenció fácilmente…
_Suena bien. ¿A que esperamos? ¡¡¡Vamos entonces!!!
Andrea me hizo un gesto de aprobación mientras sacaba su móvil para llamar a un Uber. En unos quince minutos el coche estuvo al borde de la acera para nosotras. Subimos ambas en la parte trasera saludando efusivamente al conductor, un hombre joven de unos cuarenta años, que respondió muy amablemente…
_ ¿A qué lugar desean ir?
_A Carrer D’ Abadessa Olzet y Carrer deis Moneders, barrio Pedralbes, por favor _respondió Andrea luego de consultar su celular_.
El conductor asintió con la cabeza e inicio la marcha. Andrea me miro y se sonrió, y yo la correspondí con mi sonrisa…
_¡¡¡Amiga!!! ¿Estás tan borracha como yo? _le pregunte arrastrando mis palabras_
Frunció el ceño, negó con la cabeza y se acercó a mi oído…
_¡¡¡Shhh!!! Estoy mucho peor…ja, ja, ja….
No pude contener mi risa, que estallo en forma de carcajada contagiándola, y ambas reímos como dos desquiciadas llamando la atención del chofer que, por un instante, nos observó sonriendo por el retrovisor. Pasados unos veinticinco minutos, que transcurrieron entre risas y bobadas, llegamos a nuestro destino…
_ ¿Cuánto le debo? _pregunto Andrea_
_Son veinte euros con ochenta centavos.
_O.K. Ponlo en mi cuenta _respondió mientras asentía sonriendo_.
El chofer dijo que si con un gesto de su cabeza y, tomando una libreta de la guantera, anoto algo que supuse seria la cuenta del taxi. Saludamos y salimos del coche, mi mareo seguía en un punto álgido e incrementándose.
_ ¿Que fue eso? ¡¡¡Me hubieras dicho y yo le pagaba!!!
_No pasa nada, hace dos años que me manejo con ellos, ya me conocen muy bien y no hay problemas conmigo. Mañana le envió un mensaje a Alberto, que es el dueño del coche y le deposito el dinero. Además, tú ya pagaste suficiente.
_Hum… Como digas, pero no tenía problema en hacerlo. Oye… ¿Dónde es? Porque no puede ser ahí. ¿No?
Frente a nosotras había una mansión, literalmente, de la cual rebalsaba sonido de música electrónica por doquier y se podían ver coches entrando al predio, que solo había visto en las películas de Hollywood. Andrea observo al frente, luego me miro agrandando sus ojos y asintió con la cabeza.
_Si amiga…aquí es. ¿No está mal verdad?
Volví a mirar hacia la casa y luego a ella aun incrédula…
_¡¡¡Guau…!!! No, para nada…
Era un lugar de un tamaño impresionante, tendría entre mil y mil quinientos metros cuadrados. La parte del perímetro que podía divisar estaba toda cercada con rejas de unos tres metros de alto, y a su vez plantas que se enredaban en ellas. El portón de acceso era también enrejado, redondeado en la parte superior y permanecía abierto en ese momento. Un par de hombres vestidos con traje, camisa blanca y corbata de moño, uno a cada lado, supervisaban la entrada de vehículos y de algunas pocas personas que, como nosotras, entraban a pie.
Por encima de la valla de rejas y vegetación asomaba la mitad del increíble edificio pintado de blanco en sus paredes y azul en los bordes de las ventanas, todas abiertas, dejando ver las luces y reflectores que, al igual que en un boliche, encendían, apagaban y cambiaban de colores al ritmo de la música.
Permanecimos unos minutos a metros de la entrada, observando incrédulas y vacilantes. Yo personalmente me sentí fuera de lugar, como en una dimensión desconocida y equivocada. Y aunque nada le dije a Andrea, por primera vez en la noche me pregunté qué hacia allí. Y si ella me hubiera dicho que nos fuéramos no me habría negado, en cambio, avanzo hacia la entrada y me alentó a hacerlo con ella…
_Vamos, hora de entrar…
O. K. pensé, hagámoslo, levanté la vista y recorrí todo aquel circo que se levantaba frente a nosotras, resoplé, como queriendo expulsar todas las dudas de mi mente y la seguí en su caminata hacia la entrada.
Llegamos al portón y uno de los guardias nos hizo señas de que nos detuviéramos para dejar entrar a un auto. Eran hombres gigantes, altos y fornidos, y se comunicaban entre si con intercomunicadores inalámbricos. Apenas pasando la entrada pude ver, al menos a tres más, con el mismo aspecto.
Terminado el protocolo de seguridad aplicado al auto y a los que iban dentro, con un gesto, nos ordenaron que avancemos. Nos saludaron amablemente y nos pidieron las entradas. Andrea, que ya las llevaba en su mano, se las entrego y, luego de observarlas y controlarlas con una luz violeta, nos hicieron entrar.
Apenas entrar, a unos cinco metros, habían montado una especie de cabinas de cuatro x cuatro metros, más o menos. Dos, para ser más exacta, una a cada lado del camino que conducía al caserón.
Había una para hombres y otra para mujeres. Allí nos pasaron por un detector de metales manual, nos revisaron las carteras y nos palparon completas. Una mujer revisaba a las mujeres y un hombre hacía lo propio con los hombres. Además, debimos dejar los celulares, yo la mire a Andrea transmitiéndole desconfianza con mi mirada, pero ella me respondió con otra mirada tranquilizadora. Una chica tomaba los celulares y los colocaba dentro de una bolsa con un número, la cual iba sellada y luego colgada en una especie de perchero adaptado para la ocasión, y el mismo número impreso en una tarjeta plástica era entregado a los invitados. Guarde el mío, con mucho cuidado, en el bolsillo anterior del jean.
Ya estábamos dentro y acercándonos camino de la casa. El volumen de la música y el murmullo de voces mezclándose aumentaba a medida que avanzábamos. Ya a lo lejos podía notarse que había muchísima gente. Nos miramos asombradas un instante mientras íbamos llegando…
_Bueno, estamos a bordo, esto se ve buenísimo… _comento Andrea animada_ ¿No?
La verdad que el cuadro era de película, de esas cosas que ni sueñas vivir. En fin, ya estaba allí, solo quedaba pasarla bien, así que miré a Andrea, le sonreí y respondí apoyando su afirmación…
_¡¡¡ Sí!!! ¡¡¡Se ve genial!! ¿De quién es esta casa? ¡¡¡Carajo!!! Creí que Pablo Escobar estaba muerto _solté en tono de broma_
Ambas reímos mientras seguíamos avanzando. El camino por donde íbamos llegando a la casa estaba perfectamente pavimentado y bordeado de un impecable césped, que nada tenía para envidiar a una cancha de golf. Al llegar a la casa se bifurcaba hacia la izquierda, pasando hacia atrás de la residencia y por allí seguían los autos, imagine que hacia una especie de estacionamiento.
Llegamos a unos cuarenta metros de la casa y nos detuvimos unos instantes a observar. Lo que estaba frente a nosotras no lo había visto ni en una película, y creo que Andrea tampoco, a juzgar por la expresión de su rostro.
La mansión contaba con cinco dependencias y, solo en el frente, cada una tenía unos doce ventanales. En el cuarto piso podía divisarse una terraza, pues se veía a varias personas apoyadas en una especie de barandal. La entrada era majestuosa, con una gran escalinata de mármol blanco que contaba de unos diez escalones.
Frente a la casa había una piscina de natación enorme, calculo que de unos cien x cincuenta metros rodeada por reposeras, sillas y mesas con sombrillas que se encontraban cerradas en ese momento. También tenía un trampolín de unos cuatro metros de altura y otro más pequeño a ras del suelo. A lo largo del perímetro de la casa pude observar plantas y flores diversas y un frondoso bosque a la derecha.
Todo era increíble, pero lo que más me impacto fue la cantidad de gente, la diversidad de razas y de vestimentas; y sobre todo la libertad de acción. Individualice personas morenas, orientales, con rasgos turcos, incluso algunos de turbante, rubios, morochos, colorados…
A simple vista pude ver personas hacer cosas impensadas, nada del otro mundo, eran cosas que la gente hacia a diario quizás, solo que no creo que frente a una multitud y sin ninguna clase de prejuicio o vergüenza aparente.
Observé que en la piscina había hombres y mujeres totalmente desnudos, y eso fue lo más suave que pude contemplar en la primer recorrida de mi vista.
Sentado en la escalera de la pileta había un chico con su short a la mitad de las piernas y dentro del agua, frente a él, una chica le practicaba una mamada. Unos metros más a la derecha, acostadas en una de las reposeras, había dos chicas sin nada de ropa comiéndose la boca y metiéndose los dedos mutuamente. También dentro de la pileta, pude ver un grupo de tres chicos besándose y masturbándose unos a otros. Era el maldito paraíso, o quizás el bendito infierno, según la perspectiva del ojo que lo mirara, supongo. Y por segunda vez en la noche y en un lapso de tiempo demasiado corto para mi gusto, volví a preguntarme qué demonios hacia allí.
Lo único que me tranquilizaba mínimamente era que estaba repleto de personal de seguridad, pude ver cinco alrededor de la piscina y dos más en la entrada a la casa.
Distinguí también que había meseras y meseros. Los chicos iban con el torso desnudo exhibiendo sus físicos de stripper, tallados a mano y vistiendo solo con un pantalón de cuero negro ajustado, zapatos también negros y corbata de moño del mismo color. Presentaban el cabello con cortes y colores psicodélicos y un tatuaje tribal creo que, realizado con gena, en la mitad de su rostro. Las chicas también iban con el torso desnudo, solo con una corbata negra fina atravesando su pecho, entre sus tetas, hasta debajo del ombligo. Eran bellísimas, con físicos de modelo y vestían medias de red en negro, un micro short de cuero también negro y calzaban zapatos de igual color con tacones de aguja altisimos. También llevaban el cabello con cortes y colores psicodélicos y el tatuaje en la mitad de su rostro. Todos traían un intercomunicador inalámbrico.
Apenas nos vio una de las chicas se acercó y, previo saludo exageradamente cortes, nos presentó su bandeja ofreciéndonos todo lo que en ella transportaba. Pude ver tragos, pastillas de varios colores, porros, cuatro encendedores, un espejo con unas ocho líneas de coca, dispuestas a su largo, y una especie de cuenco pequeño que contenía canutos para aspirar.
Andrea tomo un canuto y aspiro dos líneas, una por fosa nasal, luego tomo un vaso, al parecer de whisky. Yo, por el momento, me limite a tomar solo un vaso, a modo de decir que tomaba algo. La fiesta recién arrancaba para nosotras y yo creí haber visto más de lo que había presenciado en toda mi vida, tenía muchísimo que digerir antes de lograr relajarme.
Andrea se notaba como pez en el agua, más allá del alcohol que hubiera tomado, la note extasiada por todo lo que allí se presentaba.
_¡¡¡Vamos adentro!!! _exclamo con notoria exaltación, al tiempo que tomaba mi mano_
No quería ni pensar que me podría encontrar adentro después de la pequeña muestra gratis que tuviera en la zona de la piscina, entonces en una acción de inconsciente rebeldía contra todas las alarmas de mi instinto, que me gritaban que corriera lo más lejos posible de allí, decidí acceder a su propuesta…
_¡¡¡Vamos Pinky, conquistemos el mundo…!!! _exclame tomando con fuerza su mano y conduciéndola escaleras arriba_
_¡¡¡Esa es mi amiga!!! _exclamo riendo, a la vez que me seguía_
Nuestra arrebatada arremetida hacia el interior de la casona coincidió con el grito del disc-jockey que súbitamente escapo por los altoparlantes…
_¡¡¡Bienvenidos a la fiesta infinita!!! ¡¡¡Hombres y mujeres enciéndanse y cumplan con todas sus fantasías!!! _Se escucho desde los cuatro puntos cardinales_
En unos cuantos pasos y otros tantos escalones estuvimos adentro, el lugar era imponente, un salón con más o menos unos ciento veinte metros cuadrados, de forma rectangular y con galerías sobre la pared de la puerta y la de la izquierda. En la pared del fondo una escalera de mármol subía perdiéndose en el piso de arriba y en la pared de la derecha había ventanales y puertas que daban al parque, de ella también colgaban tapices y pinturas. El techo tenía unos siete metros de alto y destacaba en el centro una araña gigante repleta de lámparas y cristales colgantes que se encontraba apagada. No era una experta, pero pude notar que la construcción era antigua con algunos arreglos modernos.
Habían dispuesto y decorado el lugar como la mejor de las discos de moda. En el centro del salón se levantaba una barra de forma cuadrada de unos cinco x cinco metros con unas diez personas dentro, chicos y chicas, atendiendo y luciendo el mismo atuendo que los meseros y meseras que viéramos fuera. Exhibían botellas de todas las marcas, colores y tamaños, y en una cantidad descabellada.
Dispersas por el lugar había mesas con comida, botellas de vino y drogas a granel. Podían verse por todo el lugar sillones de diferentes formas, colores y tamaños. Apenas se podía hablar por el volumen de la música y el lugar estaba repleto, aunque se podía andar cómodamente. Demas esta decir, que los actos extravagantes que viera afuera se repitieron y hasta multiplicaron en el interior. De repente sentí que Andrea tiraba de mi mano, abstrayéndome del análisis al que sometía al lugar, entonces me acerqué…
_ ¿Nos sentamos ahí en la barra? _me dijo prácticamente gritando, para que pudiera escucharla_
Miré hacia donde me indicaba y vi varias banquetas dispuestas alrededor, me pareció buena idea así que, sin pensarlo, asentí con la cabeza y la seguí.
Nos sentamos y nos miramos incrédulas, apenas pudiendo creer todo aquel espectáculo, luego chocamos nuestros vasos en un brindis y bebimos juntas un gran trago, cuando sentí que alguien palmeaba mi hombro en claro pedido de atención.
Me giré para ver quién era y entonces lo vi, al tiempo que su agradable perfume francés explotaba en mi rostro y me envolvía por completo. Era un chico de unos treinta años y aproximadamente un metro noventa de estatura. Vestía un jean azul gastado con roturas, zapatos deportivos en negro y blanco y en el torso, llevaba una camisa blanca que contrastaba con el bronceado perfecto de su piel, cuyas mangas estaban arremangadas a mitad de su antebrazo. Tenía cabello castaño claro, ojos verdes y a través de su ropa podía notarse que estaba en una forma física excelente. Su rostro podría haberse puesto al lado del de cualquier modelo profesional sin ninguna discusión.
Alcé mi mano en señal de saludo y, con un gesto de mi cabeza acompañado del movimiento ascendente de mis cejas, pregunté que necesitaba…
_ ¿Cómo estás? Soy jean ¿Y tú? _pregunto en español y con un marcado acento francés, acercándose a mi oído_
_Estoy muy bien, gracias, yo soy Valentina _respondí con cortesía_
_¡¡¡Qué bonito nombre!!! ¿Tomas algo conmigo?
_Hum…, gracias, estoy bien, estoy con una amiga _conteste moviendo mi cabeza de lado a lado_.
_ ¿Qué amiga? ¿Esa que se fue apenas llegue? _pregunto irónicamente, mientras reía mostrando sus dientes perfectos, asomando de su boca perfecta_
Asombrada por lo que me decía, me giré rápidamente hacia donde hacia pocos minutos estaba Andrea, descubriendo lastimosamente que se había evaporado. Recorrí todo el salón con la mirada intentando encontrarla y nada, ni rastros. Realmente se había desvanecido dejándome sola en medio de aquella orgia, digna de la decadencia del imperio romano. Maldije por lo bajo varias veces, al tiempo que sentía nuevamente la palmada en el hombro…
_Bueno, creo que tendrás que quedarte conmigo _dijo sonriendo, apenas me gire hacia el_.
Negué con la cabeza riendo, bebi un trago y seguí buscando a Andrea con mi mirada. Otra vez Jean volvió a insistir, pero esta vez me tomo del brazo para que girara. Lo hice, e instintivamente lo sacudí para que me soltara…
_Oye…, no pierdas el tiempo conmigo, no me interesa tu propuesta. Iré a buscar a mi amiga. ¿Sí? _le explique acercándome_
Me pare dispuesta a salir en su busca, cuando Jean volvió a detenerme tomándome del brazo. Otra vez me quite su mano de encima con un sacudón y gire hacia el clavando mis ojos en los suyos en actitud desafiante…
_¡¡¡Te quedarías conmigo si supieras quien soy!!! _soltó en mi oído y luego rio_
Aquella afirmación hizo que espontáneamente me riera en su cara…
_Ja, ja, ja… ¡¡¡Pero qué seguridad!!! ¿Qué te hace pensar que así sería? A ver, sorpréndeme _le dije con ironía_.
Se rio también, claramente sin entender la ironía de mis palabras…
_Bueno, tengo un patrimonio de unos treinta y cinco millones de euros, este año fui galardonado por la Aijec, aquí en Barcelona, con el premio ‘’Joven empresario del año’’, y soy uno de los solteros más codiciados de Europa _dijo así, sin siquiera ruborizarse, con cara de macho inalcanzable y cargado de arrogancia_.
No me podía creer lo que escuchaba, realmente no supe si reírme, llorar o sentir lastima…
_¡¡¡Guau!!! Realmente me has sorprendido…¡¡¡Guau!!! ¡¡¡Estoy anonadada!!! _conteste con una actitud aún más irónica_
Levanto sus cejas y sonrió en clara expresión de seguir sin entender mi burla y, por el contrario, pensando erróneamente que me había cautivado…
_Sabía que te sorprenderías. Ja, ja… ¿Vamos arriba? Puedo ocupar una habitación y pedir que nos lleven de comer y tomar lo que desees.
Cada vez me sorprendía más… ¿cómo llega alguien a desarrollar tal grado de estupidez y arrogancia?; pregunte mentalmente mientras lo observaba incrédula…
_Oye, eres un bonito chico, con una bella sonrisa y con todo ese dinero, esos premios, galardones y demás. También seguramente con unos tres o cuatro coches que serían la envidia de Tony Stark…, en fin. Yo estoy segura de que aquí hay muchas chicas que morirían por ti, pero debo comunicarte que yo no seré una de esas afortunadas señoritas. ¿Sí? _respondí realizando un esfuerzo enorme por hacerlo con delicadeza y educación, aunque claramente no lo merecía_
Me di media vuelta y salí caminando, pero solo pude dar un par de pasos, Jean volvió a detenerme…
_No vuelvas a tomarme del brazo por favor. Ya te dije todo lo que debía decir, ahora deja que vaya a buscar a mi amiga. ¿Sí? _Reaccione impulsivamente, viéndolo a los ojos e increpándolo con un tono de voz excesivamente alto_
Su rostro se endureció en clara señal de enojo y frustración…
_Pero… ¿quién te crees que eres? ¿Piensas que porque tienes un buen culo eres la gran cosa?
Creo que hay cosas que no tienen límites y su estupidez era una de esas cosas. Me reí meneando mi cabeza incrédulamente…
_Na…, no soy la gran cosa, ni mucho menos. Solo soy una chica insignificante que jamás estará contigo, ni en tus más optimistas sueños. Supéralo _respondí otra vez increpándolo_.
Terminé mi trago e inicié mi caminata nuevamente, pero otra vez no pude llegar lejos, Jean volvió a detenerme…
_Solo eres una puta con un buen culo, deberías agradecer que me fije en ti.
Evidentemente aquel estúpido podía superarse a cada paso, ya no me causaba gracia, tampoco enojo, ya me aburria la situación y decidí que allí mismo terminaría…
_Sí, soy una puta, pero no contigo; tengo un culo hermoso, pero no lo compartiré contigo; agradeceré, por supuesto, cuando salgas de mi vista. ¿Sí? Porque tu solo eres un pobre chico, sin la menor idea de la realidad, que suple la pequeñez de su pito y la escasez de neuronas, con una abultada cuenta bancaria _me dirigí a él calmadamente y con una sonrisa_. ¡¡¡Adiós…!!! _agregue claramente mandándolo a volar_
Sali caminando hacia atrás enfrentando su mirada unos cuantos metros, cuidando que no me siguiera; en cambio, se dio la vuelta y enfilo rápidamente rumbo al parque. Por fin me sentí segura para girar y empezar a caminar en busca de Andrea.
Ya para ese entonces, estime que un cuarenta por ciento de las personas en el salón estaban desnudas, y más de la mitad de ese porcentaje se encontraban practicando algún acto de índole sexual. Creo que la más lucida dentro de aquel loquero era yo, y no era precisamente mi momento de mayor claridad. Por tercera vez en la noche volví a preguntarme a mí misma ¿Qué carajos estoy haciendo aquí?
Llevaba caminado la mitad del salón y ni rastros de Andrea. El lugar era gigantesco y la cantidad de gente a mi alrededor no facilitaba las cosas. Ya estaba entrando en pánico, estaba allí sola, rodeada de dementes, borrachos y drogados. La sensación que tuve en un primer momento de que allí cualquier cosa podía suceder, había dejado de ser una sensación para mí, de hecho, estaba pasando de todo.
Escuche los gritos de una mujer a mi izquierda, voltee mi cabeza y estaba un hombre alto, de unos sesenta años y unos ciento treinta kilos arrastrar de los pelos a una chica con su ropa totalmente desgarrada. Me quedé paralizada unos segundos observando aquel cuadro, hasta que tuve el impulso de ir en su ayuda y, cuando estaba a solo un par de metros, dos guardias de seguridad tomaron al idiota, uno de cada brazo, y lo sacaron arrastrando del lugar.
En ese momento decidí que la situación no daba para más, completaría la vuelta al salón y si no encontraba a Andrea me iría por mi cuenta, después de todo ella me había dejado allí sola con aquel imbécil.
Camine unos tramos más sorteando sillones, piernas, y algún que otro manotazo. Entonces a unos veinte metros, en un amplio sillón debajo de una de las galerías, la divise.
Estaba sentada en medio de una chica y un chico. Esta tenía la cara hundida en su cuello y la mano derecha pasaba por debajo de su musculosa apretando sus pechos. Andrea besaba apasionadamente al muchacho, mientras con su mano derecha jugaba debajo de la falda de la chica y con su mano izquierda masturbaba al chico, en tanto que este colaba la mano dentro de su short completamente desabrochado.
Aquello me impacto sobremanera, me quede parada allí, solo observando sin poder hacer ni decir nada. La escena no era más transgresora que las que ya llevaba vistas en lo que iba de la noche, pero verla a ella en esa situación realmente me choco, como si un enorme tren lo hubiera hecho. En ese momento no pude encontrar explicación a lo que sentí, ni al por que lo sentí. Solo me quede allí paralizada mirando, unos cuantos minutos, hasta que Andrea levanto la vista y me vio. Por unos instantes nuestros ojos se encontraron, lo cual hizo que me sintiera aún peor, y mucho más incómoda. Sentí mi corazón latir con fuerza, mi estomago apretarse por dentro y mi sudoración aumentar considerablemente. Tal incomodidad me llevo impulsivamente a dar media vuelta y salir huyendo de allí; lo único que tuve claro en ese momento fue que no detendría mi marcha por nada del mundo, hasta estar completamente fuera de ese desquiciado infierno.
Agache mi cabeza y camine con determinación en busca de la salida, sorteando hombres y alguna que otra mujer intentando detenerme quien sabe para que, entre un coro de piropos obscenos e insultos, despertados por mi incesante paso. Cuando ya estuve a unos cuantos pasos de salir del salón sentí que me tomaban del brazo con fuerza…
_¡¡¡Ey… Valen!!! ¿A dónde vas? _escuche la voz de Andrea gritándome_
Inexplicablemente reaccione de una manera que hasta a mí misma me sorprendió. Sentía un enojo indescriptible, que no se condecía con los hechos, después de todo ella solo me había dejado hablando con un chico…
_¡¡¡Me voy a mi casa!!! _exclame de mala manera_
No pude ver mi cara en aquel momento, pero a juzgar por cómo se puso Andrea debió ser terrible. La piel blanca de sus mejillas se tiño de rosado, su expresión torno en una marcada angustia y hasta el efecto del alcohol y las drogas pareció esfumarse de ella…
_Pero… ¿Te has enojado? ¿Por qué te quieres ir? Dijiste que querías divertirte, es por eso que te deje con aquel chico…, pensé que sería lo que querías…
Aquello que Andrea me dijo era lo lógico, totalmente aceptable, pero mi enojo no cedía, no podía controlarlo…
_¡¡¡Pues pensaste mal!!! ¡¡¡Yo vine aquí por ti imbécil!! _exclame severamente y sin pensar en lo que decía_
Sin esperar su respuesta giré sobre mis talones y salí caminando rumbo a la salida, pero apenas alcancé a dar unos tres o cuatro pasos. Andrea me tomo del brazo y me hizo girar quedándonos enfrentadas. Se me quedo mirando a los ojos, sin decir nada y fui incapaz de descifrar lo que su mirada transmitía, provocando mi desconcierto como pocas veces en mi vida me había pasado.
Entonces, en una acción relampagueante compuesta de tres etapas que jamás pude prever, dio un paso al frente acortando la distancia entre ambas, paso su mano derecha por detrás de mi cabeza quedando ambas a solo un par de centímetros de distancia y elimino todo espacio entre nuestras bocas con un beso tan dulce y sincero, como inesperado para mí.
La música dejo de oírse, el murmullo se diluyo en el aire y ya no hubo nada ni nadie entre nosotras, ni alrededor. Mi mente quedo en blanco, en aquel mismísimo instante deje de pensar y mi cuerpo se rebeló a cualquier mandato de mi cerebro.
Sus movimientos fueron puro instinto, arrastrados por los vientos del deseo y el sentir. Mis ojos se cerraron y mis labios correspondieron a los suyos besándola con pasión y desenfreno. Mis brazos rodearon su cuerpo apretándolo contra el mío en un abrazo que encendió la hoguera en la que las dudas, los miedos y cualquier molesto prejuicio, quedaron reducidos a un montón de grises cenizas.
Sentí su aliento embriagarme de deseo, su lengua viboreando en mi boca en busca de la mía y su saliva ardiente humedeciendo mis labios, hambrientos de su piel. Sentí sus fabulosos y excitantes pechos contra los míos y las suplicas de mi sexo clamando por más de ella, mucho más. Allí permanecimos, besándonos largamente, como dos adolescentes descubriendo las bocas de la una y de la otra.
De repente, Andrea interrumpió el beso y yo permanecí con los ojos cerrados un instante, aun saboreándola. Luego ensayé un hondo suspiro y los abrí lentamente, como alguien que despierta de un bello sueño sin deseos de hacerlo. Y ahí estaban sus ojos, mirando en los míos y manteniéndome irremediablemente fascinada, como el reflector del cazador a la liebre.
Nada pude decir, pues nada pensaba, absolutamente nada pasaba por mi mente. Tan solo esa alucinante sensación, que estremeció mi ser a través de aquel beso, aun lo dominaba todo por completo.
_¡¡¡Por favor espérame un momento!!! Regreso en un instante _exclamo y se alejó apurada_
Solo atine a asentir con mi cabeza y observarla caminar, a paso apurado, hacia la barra, luego de unos pocos minutos la contemple regresar. Tomo mi mano derecha y coloco un papel en ella mientras me miraba a los ojos, luego me beso de prisa y se fue caminando hacia el interior del salón con la escolta de mi atenta mirada, hasta perderse definitivamente entre la marea de cuerpos que agitadamente se movían por todo el lugar.
Recién entonces, cuando su figura se transformó en tan solo un recuerdo, volví nuevamente a tomar conciencia de la música, la gente y el lugar. Me resulto imposible describir lo que sentía, ya no estaba enojada, pero me encontraba más confundida aún.
Lleve mis dedos hasta mis labios y, cerrando los ojos, los deslice de extremo a extremo de mi boca, recordando la explosión de sensaciones que experimentara hacia minutos, a través de ella. Sin pensarlo continúe con la acción que comenzara antes de que Andrea me detuviera, saliendo de la casa y remontando el camino que me llevaría directamente fuera de la propiedad. Recién en ese momento reaccioné y me dispuse a ver el papel que me había dado antes de despedirse. Escrito con birome aparecía un número de teléfono y más abajo decía: ‘’por favor, llámame.’’
Apenas recupere mi celular salí del lugar y llame a Paco para que fuera a buscarme. Tardo unos treinta y cinco minutos en llegar y otros treinta en llevarme hasta el departamento. Eran las seis y treinta de la mañana cuando llegué y sentí un enorme alivio al estar por fin en casa, lejos y a salvo de aquella locura. Los efectos del alcohol habían mermado considerablemente, dando paso a una resaca generalizada que lentamente iba abarcando la totalidad de mi cuerpo. No podía sacar a Andrea de mi mente, aun podía sentir sus labios carnosos posados en los míos, su cuerpo ardiente naufragando entre mis brazos y, el solo hecho de recordarlo, me transportaba nuevamente por el torbellino de sensaciones que me atravesaran en aquel instante único.
Había sido una noche extraña, fuera de lo común, pero en general, debí concluir que había sido buena. Hubo momentos de tensión y malestar, es cierto, pero me divertí mucho con ella en aquel bar y su inesperado beso la coloco en la lista de las mejores noches de mi vida.
Luego de desvestirme completamente, entre en el baño, oriné y me quité el maquillaje. Mi cara mostraba los rastros de una larga e intensa noche y, junto con la resaca, el sueño comenzó a invadirme lentamente en un intento firme e inminente de desplazar a mi estado de vigilia. Cerré la persiana, apagué las luces y me metí en la cama. No coloque ninguna alarma, deje que mi cuerpo tomara el tiempo que creyera necesario para un descanso suficiente.
Cerré los ojos y, sin ninguna clase de resistencia, me entregué al sueño con un solo pensamiento en mi mente, la idea de volver a verla.
Giré hacia mi derecha sintiendo una fría humedad en mi mejilla, un bostezo profundo prosiguió a aquella sensación en mi piel y la totalidad de mi mundo y yo volvimos a instalarnos en la conciencia.
Desperté aquel día sin saber dónde, ni cuando, ni ¿por qué? La saliva derramada en la almohada delataba la profundidad de mi dormir y los latidos y punzadas en mi cerebro trajeron a mi mente fragmentos desordenados de los últimos acontecimientos vividos antes de entregarme al reposo.
Por unos minutos no estuve segura si lo que recordaba había realmente pasado o, quizás, sería solo un sueño. Entonces volvió a mi mente ese momento al final de la noche en que Andrea me entregara, escrito con birome, su número de teléfono. Me senté en la cama pensando un instante en donde había guardado aquel papel y de inmediato recordé ponerlo en el bolsillo de mi jean.
Rápidamente me levante, haciendo caso omiso al leve mareo que me abrumaba y camine con urgencia hasta donde dejara el pantalón. Hurgue en los bolsillos hasta que lo halle y definitivamente tuve la certeza de que todo lo que recordaba, por increíblemente loco que pareciera, había sucedido.
Una sonrisa se dibujó en mi rostro al deducir que también aquel beso, al que mis labios recordaban deseosos de repetirlo una y mil veces, había sido tan real como lo era aquel papel que en ese momento sostenía en mi mano.
Sin dudarlo un segundo agregue el numero a mis contactos de WhatsApp y al hacerlo, llamo mi atención su foto de perfil; era una imagen de Marilyn Manson en la que aparecía con su clásica cara pálida, un ojo negro y otro blanco, los labios de color rojo y un sombrero negro. Aunque por lo poco que había visto y conocido de ella, no me sorprendió.
Seguidamente, me metí en el baño con el móvil y me senté en el inodoro, dispuesta a escribirle y averiguar qué proseguiría a todo aquello. Eran las tres y diecisiete de la tarde, lo que significaba que había dormido poco más de ocho horas.
_Hola Andy, soy Valentina… ¿Como estas? _escribí sin dudar, luego de meditarlo un par de segundos_
El mensaje salió y llego rápidamente, pero luego de unos minutos, alimentando mi ansiedad al punto de la gula, las comillas seguían sin teñirse de azul.
Después de orinar y finalizar favorablemente el proceso digestivo, dejé el teléfono encima de la pileta y me metí en la ducha. La caída del agua sobre mi cabeza, derramándose suavemente por todo mi cuerpo, me devolvió un sorbo de la vida que se me había ido por la noche del día anterior.
Desde la ducha observaba el móvil que seguía sin dar señales de vida y, luego de lavarme y secarme, lo tomé y volví a la habitación. Abrí la persiana y la luz del sol se ensarto en mis ojos impiadosamente, provocando que instintivamente mis parpados se entornaran. Abajo la ciudad seguía su inevitable curso y, mientras tanto, yo iría a la cocina a alimentar mi cuerpo, escudriñando el teléfono a cada paso hasta la heladera.
Andrea yacía contra el árbol, con su antebrazo derecho apoyado en él y su cabeza encima de este, mientras por su boca expulsaba media vida, en un intento desesperado de su cuerpo por desintoxicarse de todas las sustancias indeseables que había consumido. Unas cinco o seis arcadas parecieron suficientes.
Paso el puño de la camisa por su boca limpiando lo que chorreaba de ella y entonces retomo el camino con un paso cansino y errático en dirección de la salida, entre los destellos de la fiesta y el sol, que desde lo alto del cielo, desinteresadamente secundaba su andar.
Luego de hacerse con su móvil y ganar por fin la calle, llamo al chofer que nos había llevado a la fiesta, este la recogió y en unos cuantos minutos la dejo en su casa cuando eran ya las cinco y treinta y ocho de la tarde.
Ya en su casa, como pudo llego hasta el baño, se arrodillo frente al inodoro y, tras ensayar dos fuertes arcadas, solo pudo eliminar un poco de líquido amarillento, cuyo sabor amargo quedo reflejado instantáneamente en su rostro. Se levanto, se despojó de la totalidad de la ropa y se sentó en el escusado esperando liberar a su cuerpo de todo desecho posible. Luego se metió en la ducha bajo el agua fría y se sentó, formando con su cuerpo un tiritante bollo de humanidad. Habiendo concluido, escurrió su cabello y se envolvió con la toalla. Camino hacia la habitación y, sin escala, aterrizo boca abajo en su cama durmiéndose instantáneamente.
Luego de comer me tumbe en la cama, si bien había dormido bastante y no tenía demasiado sueño, mi cuerpo, que no acostumbraba a tales desarreglos, aun padecía los efectos perturbadores de la resaca.
No dejaba de pensar en Andrea y revisaba el móvil impacientemente para ver si respondía, pero teniendo en cuenta que aquella fiesta duraría cuatro dias, supuse que aun estaría allí.
Muchas cosas pasaron por mi cabeza y, entre ellas, me cuestione el haberme ido, podría haberme quedado con ella y quizás aun estaríamos juntas, pensé por un instante. Luego me pregunte; ¿por qué ella no se fue conmigo? Por lo visto tenía interés en mí, paso por mi mente, de otro modo no me habría dado su número pidiéndome por favor que la llamara. Incluso tuve la loca idea de volver allí y entrar a buscarla. Imagine miles de variantes para continuar aquella noche si hubiéramos permanecido juntas.
Pero era inútil lo que hacía, los ‘’si hubiera’’ eran una pérdida de tiempo y una tortura psicológica que solo conducía a la frustración. Las cosas se habían dado de esa manera y lo hecho, hecho estaba; ya era hora de aceptarlo así. Y a modo de consuelo concluí que, después de todo, estábamos conectadas y, más tarde o más temprano sabría de ella. Yo ya le había escrito, solo debía esperar y dejar que las cosas siguieran su curso.
Decidí tomar la Tablet y buscar algún gimnasio para apuntarme. Luego de una hora de navegación, análisis de precios, google maps, pasar fotos y demás, me volque por uno que quedaba a unos tres kilómetros de allí. Me llevaría unos cuarenta minutos aproximados llegar caminando y otros tantos volver, lo cual me entusiasmaba, pues me gustaba caminar. Además de que yendo y viniendo haría el trabajo aeróbico y en el gimnasio entrenaría con aparatos. Pensé que, al día siguiente por la mañana, iría en persona a conocer el lugar y despejar todas mis dudas.
Andrea despertó sobresaltada, atravesada en la cama, envuelta en la toalla y con la alarma de su celular taladrándole el oído izquierdo. Tardo algunos segundos en reaccionar y deducir donde estaba, la resaca era monumental y sentía la cama ladearse debajo de ella. En el instante en que pudo localizar su teléfono, lanzo un suspiro de alivio cuando al fin pudo desactivar aquel sonido infernal.
Al observar que eran las siete de la tarde, pensó un instante… ¿Para qué había puesto la alarma a esa hora? ¿Qué día era? ¿Tenía alguna cita?
Tardo algunos largos minutos en deducir que aún era jueves, el mismo día en que se había acostado hacia apenas un rato y que la alarma sonó porque a esa hora la había puesto el día anterior y olvido desactivarla.
Maldijo entre dientes y se tumbó boca arriba, volvió a ver el teléfono y noto que tenía algunos mensajes sin responder. Uno de ellos era de Gabriel, el cual elimino sin siquiera verlo, un par más que ignoro, decidiendo contestarlos más tarde y otro de un numero desconocido que llamo su atención. Las primeras palabras que se leían denotaban claramente que era alguien que la conocía. Lo abrió, lo leyó y se quedó pensando unos segundos tras leer el nombre que decía ser del remitente. Lo repito en voz alta un par de veces tratando de hacer memoria y dilucidar quien era _ ¿Valentina? _dijo, rascando su cabeza y mirando el techo. Y entonces finalmente recordó y, sonriendo con alegría, apretó el teléfono contra su pecho mientras por su mente desfilaban tramos de la noche anterior junto a ella.
Por un momento el sueño y la resaca de la que era presa la abandonaron y sin perder tiempo repondió…
_¡¡¡Hola…!!! ¡¡¡Lara Croft!!! ¿Yo estoy bien y tú?
Estaba parada frente a la ventana de mi habitación cuando la alerta de WhatsApp activo todos mis sentidos y prácticamente me zambullí encima del teléfono, que reposaba encima de la cama. Era ella, ‘’por fin’’ grito todo mi ser y una sonrisa espontanea asalto mis labios y una enorme alegría me envolvió por completo…
_Ja, ja, ja… ¡¡¡Boba!!! Estoy bien, gracias… ¿Qué hacías? Me preguntaba si te gustaría que tomemos un café…
_Hum…, nada… Claro… ¡¡¡Me encantaría!!! ¿Cuándo? _respondió rápidamente_
Volví a sonreír y a sentir esa alegría embriagante que nacía desde mis entrañas y florecía por cada poro de mi piel. Me asombraba mucho, gratamente, lo que la idea de verla me provocaba…
_Bueno, no tengo nada que hacer, cuando tu desees, si quieres en un rato…, o tu dime…
Tardo unos minutos en responder, durante los cuales me sentí como un hincha fanático de futbol observando ansioso y expectante la conclusión de una jugada de gol de su equipo…
_También estoy libre, así que, si te parece bien, en más o menos una hora… ¿Dónde? _me contesto y, para mí, fue como el mejor de los goles_
_¡¡¡Me parece genial!! No sé, puede ser en mi casa, en la tuya o podemos ir a algún sitio si prefieres, tu dime… _escribí sin desperdiciar un segundo, con una sonrisa que colgaba de mis orejas_
_O. K. en tu casa me parece bien…, pásame la dirección.
Aprete mi puño en señal de victoria, copie el link del google maps con mi ubicación y las coordenadas de GPS y lo envíe…
_(link) Te espero corazón, un besito.
_Dale, genial, nos vemos, beso.
El momento que deseé desde que envié ese mensaje se empezaba a hacer realidad y estaba muy contenta, pero el porqué de tal atracción hacia alguien que prácticamente no conocía, me carcomía el cerebro. En fin, a veces es mejor pensar y preguntarse menos y sentir y disfrutar más; dejaría que la energía del momento fluyera con libertad y me llevara donde sea que debiera llevarme.
Pasada la inyección de alegría inicial, me sentí extrañamente nerviosa, era nuestra primera cita y quería que todo fuera perfecto. Corrí al placar a elegir que ponerme para la ocasión, tenía poco tiempo, así que debí decidir rápido. Elegí un vestidito corto en color rojo con estampado de pequeñas flores en negro y en blanco. Mangas englobadas, escote cuadrado, cintura marcada y confeccionado con una tela ligera, que tenía la habilidad de resaltar la figura de una manera hiper tentadora; como ropa interior me decidí por una tanga hilo dental de encaje en color blanco.
Revise la pintura de mis uñas, que aún estaba intacta y me coloque la tanga, para luego desfilar delante del espejo durante unos minutos, en los que me observe desde todos los ángulos posibles. Cuando mis expectativas estuvieron lo suficientemente colmadas, fui el baño a maquillarme, solo delinee mis ojos y coloque brillo en mis labios; arregle mi cabello con una trenza, me coloque desodorante, me perfume y fui a la habitación por el vestido y las sandalias.
Cuando estuve lista tome la Tablet y busque alguna carpeta de música para la ocasión. Como había visto que, Andrea evidentemente gustaba del heavy metal, escribí en el buscador de YouTube: ‘’Baladas románticas de heavy metal’’. Elegí una carpeta titulada ‘’Las mejores baladas heavys’’, la cual comenzó con una hermosa canción de Scorpions[5], Wind Of Change[6]:
Follow the Moskva
Down to Gorky Park
Listening to the wind of change
An August summer night…
Los pocos minutos que restaban de espera me encontraron ansiosa, nerviosa y excitada. No podía dejar de pensar en aquel inesperado beso y en todas las cosas que deseaba hacer con ella. En su boca, en sus pechos y en esa piel que ansiaba recorrer en la totalidad de su extensión. Pensar en todo eso me encendía, me liberaba y echaba a volar mis instintos más bajos y profundos, aún no había llegado y ya podía notar la humedad en mi entrepierna.
Entre pensamientos, deseos y fluidos, el tiempo se fue volando y exactamente a las ocho y treinta de la tarde sonó el portero eléctrico…
_ ¿Hola? _pregunte tratando de mantener la cordura_
_Hola, soy Andrea _El portero, con su clásica voz distorsionada, me entrego su rápida respuesta_
_Si, pasa… _le dije tratando de sonar tranquila_
Por un momento me acorde de mi primera cita y de los nervios que sentí previamente, cuando apenas tenía unos quince años y me interesaba demasiado porque todo saliera de buena manera y transcurriera de forma genial. Sonó el timbre y mi estomago se pobló de mariposas, acomodé mi escote instintivamente y abrí la puerta. Allí estaba ella, tan bella y cautivante como la recordaba, incluso podría decir que más; vistiendo una mini falda negra ajustada al cuerpo, una musculosa del mismo color con una estampa de la lengua de los Rolling Stones, que también se amoldada a sus curvas; medias deportivas blancas con rayas negras, las mismas botitas de lona negras que llevara la noche anterior y encima un chaleco de jean celeste gastado. El cabello lo llevaba sostenido con una vincha blanca de algodón. Y contrastando con el color pálido de su piel, llevaba los ojos delineados en negro y sus labios pintados en el mismo tono.
Nuestros ojos se encontraron en un ida y vuelta de profundo gusto por lo que tenían enfrente, le sonreí con todo mi ser y ella me regalo una de las sonrisas más sinceras y tiernas que alguien pudiera expresar.
_ ¡¡¡Hola!!! _exclamamos al unisonó, como el más afilado de los coros_
Ambas nos reímos tentadas por aquel hecho fortuito, me incline hacia ella y nos saludamos con un beso en la mejilla, luego del cual la invite a pasar.
_ ¿Tomamos un café? _pregunte ya en medio de la sala_
_Sí, claro… _asintió con una sonrisa_
_ ¿Cómo has estado tanto tiempo? Ja, ja, ja… _pregunte mientras caminaba hacia la cocina por el café_
_Ja, ja, ja… si, demasiado tiempo, pues bien, creo…, ¿Y tú qué tal?
_Muy bien, he estado durmiendo y lamentando la resaca, ja, ja… _conteste girando hacia ella, a la vez que tomaba un par de pocillos del mueble_
Nos reímos juntas unos segundos, me acerqué a ella mientras el café se calentaba y me senté mesa de por medio…
_ ¿Y hasta que hora te has quedado en la fiesta? _pregunte viéndola a los ojos, con el codo apoyado en la mesa y el mentón en mi mano_
_Llegue al departamento a las cinco y media de la tarde más o menos… _contesto, luego de mirar hacia arriba unos instantes en un intento de encontrar la respuesta_
_¡¡¡Guau!!! _exclame alzando mis cejas_ ¡¡¡Pero no has dormido nada!!! _agregue frunciendo el ceño_
_Pues no… _dijo entornando sus ojos y sacando la lengua en expresión de agotamiento_
_Pero… ¿y qué haces aquí? _pregunte con picardía, mientras caminaba hacia la cocina_
_Pues ya sabes, tú me has invitado… _contesto burlonamente_
Me reí con su respuesta boba y pensé, que el hecho de que ella estuviera allí después de semejante noche, los tragos, las drogas y nada de descanso, solo significaba que estaba muy interesada en mí; y eso me dio mucho gusto…
_Ja, ja…, es verdad, pero podías decir que no… _Contraataque volviendo a la sala con la bandeja_
_¡¡¡Hum…!!! ¿Podía? _pregunto frunciendo el ceño, luego de mirar al techo por un par de segundos_
_Ja, ja, ja… ¡¡¡Boba!!! _Reímos a coro con su chiste, había mucha química entre nosotras y todo fluía naturalmente sin ningún esfuerzo. Seguidamente me senté y le alcancé el café…_ Traje edulcorante y azúcar mascabado, usa el que prefieras.
_O. K. Usare el azúcar… _dijo sonriendo, a la vez que asentía con la cabeza_
Le di un sorbo a mi café mientras la observaba revolver su pocillo, note que estaba algo inquieta y pensé que quizás estaría nerviosa como yo…
_Oye… ¿deseas fumar? _le pregunte pensando en distendernos_
_Depende que, no fumo tabaco…, ja, ja…
_Genial, tampoco yo, hablaba de un poco de hierba.
_Si, acepto, ja, ja… _dijo levantando su pulgar_
Corrí mi silla y me levanté, dirigiéndome a la habitación…
_ Aguarda que voy a buscar.
En unos pocos segundos volví con el papel y la bolsita de hierba…
_Oye… ¡¡¡Qué bonito lugar!!! _exclamo mientras recorría el espacio con su mirada_
_Si ¿No? ¿Verdad que es bello?
_¡¡¡Me encanta!!!
Armé rápidamente el cigarro, lo encendí con una larga pitada y mientras soltaba el humo se lo pasé a Andrea…
_Oye… ¿Qué paso con aquel chico con el que te deje en la fiesta? _pregunto, luego de pitar el porro y exhalar el humo_
Fruncí el ceño y luego reí…, mordí mi labio inferior, cerré mis ojos y meneé la cabeza de lado a lado…
_¡¡¡Era un idiota…!!! _exclame con efusividad_ El más idiota de todos me animaría a decir, ja, ja, ja… _agregue y me eché a reír_
_¡¡¡Perdón…!!! _exclamo juntando sus manos en gesto de súplica_ Pero… ¿Tú eres bi o lesbi? _pregunto pasada la risa_
Agrande mis ojos y levante mis cejas, sorprendida por su pregunta, después mire al vacío en busca de una respuesta que explicara fielmente lo que pensaba y volví a observarla con una sonrisa fresca…
_Digamos que soy una chica a la que le atraen solo las chicas. No me gusta hablar de lesbianas, bisexuales, homosexuales, travestis o lo que sea…, creo que todos somos seres humanos con diferentes gustos, nada más. El sexo es solo sexo y está bien hacerlo con quien elijas hacerlo, mientras sea consentido. No me siento diferente, no me siento superior ni inferior a nadie. No estoy en contra de los hombres ni de nadie que elija algo distinto a mí, solo respeto las elecciones de los demás. ¿Entiendes? _explique calmadamente, intentando sonar clara y comprensible_
_Claro que entendí, muy claro y explicativo, ja, ja, ja… _contesto en tono de broma, luego de exagerar una expresión de asombro_
_Oye… ¿Y tú porque me besaste? _la interrogue, lanzándole una daga que tenía clavada desde que me fuera de la fiesta_
Se rio nerviosamente y se ruborizo bastante, entonces levanto la vista me miro directo a los ojos mientras pitaba el cigarro…
_Acaso… ¿Tú has visto lo sexy que te pones cuando te enojas? Era imposible resistirme, ja, ja, ja…
Me dio algo de vergüenza lo que dijo, pues en verdad me había enojado y no había una razón lógica para hacerlo…
_Ja, ja… ¡¡¡No estaba enojada…!!! _exclamé tratando de disimular el resbalón, luego me crucé de brazos e hice pucheros con mis labios_
_Ho… ¡¡¡Si lo estabas!!! _exclamo burlonamente_ Y además tú también me besaste… ¿Por qué lo has hecho? _agrego desafiante_
Tenía razón, también la había besado y desde entonces deseaba que aquel momento se repitiera. De repente, sin decir nada corrí mi silla y me levanté, para luego volver a sentarme cara a cara frente a ella. Acerque mi rostro a unos pocos centímetros del suyo y la mire a los ojos con una profundidad desconcertante…
_Porque no pude resistirlo…como ahora mismo tampoco puedo… _le exprese con voz suave y mis ojos penetrando en los suyos. Seguidamente me acerqué aún más hasta que nuestros labios se juntaron en un beso corto y, siempre sumergida en el infinito oasis de sus ojos, volví por otro y otro más, y otro…
Tome su rostro entre mis manos y la observe detenidamente, me resultaba increíblemente hermosa y alguna especie de potente magnetismo me atraía irremediablemente hacia ella. Ambas nos contemplamos en silencio, creo que todo lo que teníamos para decirnos en ese momento estaba a la vista, escrito en nuestras pupilas.
Cerré mis ojos y la besé con ternura, dulcemente. Abriendo apenas mi boca acaricié la suya con mis labios. Aprete su labio superior con los míos y lo estire suavemente un par de veces. Sus labios eran una delicia, un manjar altamente adictivo y me excitaban como nunca un par de esos logro hacerlo.
Recorrí el contorno de su boca con mi lengua, besé sus comisuras, la punta de su nariz y sus mejillas. Para retornar nuevamente a su boca y devorarla sin contemplación. Ella me correspondió con urgencia, de la misma forma voraz y nuestras lenguas se encontraron, ansiosas la una de la otra, en un idílico y serpenteante abrazo. Entonces todos los diques de contención se derrumbaron, dando rienda suelta a una correntada de pasión y deseo que poseyó nuestros cuerpos por completo.
Nuestras bocas parecían haberse creado la una para la otra, pues se movían perfectamente sincronizadas como sabiendo lo que la otra haría y de la manera que lo haría, aparentemente conscientes de lo que a cada una le gustaba.
Sin dejar de saborearla, mi mano derecha ensayo un picado desde su mejilla hasta su pecho, donde aterrizo con desinhibida vehemencia, recorriendo por completo la zona, en un tour de urgencia desenfrenada.
Sus tetas eran increíblemente firmes y fibrosas y pude notar sus pezones endurecerse bajo la yema de mis dedos, acercando más brazas a la hoguera de mi sexo y provocando que un par de gemidos de Andrea escaparan de entre mis besos, para envolverme con su alucinógeno aliento. A esas alturas, creí imposible que nuestras bocas pudieran despegarse, cuanto más la besaba más deseaba sus labios.
En un flash de frenesí sentí su mano deslizarse por el interior de mi muslo, con lo que mi deseo fue en alza dramáticamente a medida que se acercaba a mi entrepierna. Sus dedos rozaron mi raja por encima de la tela de mi tanga y, en un destello de conciencia, supe que en ese momento no había nada en el mundo que deseara más que sentirla dentro mío.
Un par de segundos después, venciendo la débil resistencia de mi ropa interior, dos de sus dedos resbalaron hacia el interior de mi vagina, incentivando a un profundo gemido levantar vuelo desde mi boca, acompañando al movimiento serpenteante de todo mi cuerpo.
_¡¡¡Me vuelves loca!!! _alcance a decirle entre escalofríos de placer, mientras la veía directo a los ojos con la mirada borracha, casi perdida_
_¡¡¡Tú también a mí!!! Mucho… _replico correspondiendo mi mirada, al tiempo que movía suavemente sus dedos dentro de mi_
Sin más, nuestras bocas volvieron a encontrarse en un beso desbordante de pasión y con un rápido movimiento tome el borde bajo de su musculosa y, abandonando por un instante su boca, tire hacia arriba dejando sus dos pechos al aire, servidos frente a mi como el más exquisito de los manjares. Eran bellísimos, de un tamaño medio y de forma redondeada. Sus pezones, como pequeños conos, y la aureola, eran de un delicado color rosado. En aquel momento se me antojaron angelicales y extremadamente apetecibles.
Me sumergí en ellos con urgencia famélica, mientras movía mis caderas cogiéndome a sus dedos que se hundían más y más en mí. Instintivamente me tomo por la nuca y apretó mi rostro contra sus tetas, gimiendo suavemente y sin dejar de jugar con sus dedos en mi vagina.
Chupé suavemente uno de sus pezones, a la vez que lo estimulaba con la punta de mi lengua, provocando que se estremeciera y gimiera aún más fuerte. Luego de unos segundos retiro sus dedos de mí y, tomando la falda de mi vestido, tiro hacia arriba, despojándome completamente de él.
Me levante, la tome de sus manos para que hiciera lo mismo y me aprete a ella con fuerza, en un abrazo de fuego…
_ ¿Me acompañas a la habitación? _ susurre en su oído con expresión seductora, rozando suavemente su oreja con mis labios_
Movió su cabeza con suavidad, como un gatito mimoso que busca el cariño de su amo, arrastrando su oreja por mi boca…
_No se me podría ocurrir nada más excitante que hacer… _susurro con picardía, de la misma manera_
La bese brevemente en la boca, tome su mano y la conduje a la habitación. Ya al borde de la cama, rápidamente me quite la tanga y ella hizo lo propio con la suya y con su minifalda. Acto seguido, la empuje tumbándola de espaldas encima de esta y entonces me zambullí sobre ella, quedando mi pierna izquierda entre sus piernas y la suya entre las mías, notando la humedad de su sexo resbalando por mi muslo.
Sonreímos frente a frente un instante, para luego unirnos en un beso profundo, refregando suavemente nuestras rajas en la pierna de la otra y dejando escapar sin pudor jadeos y gemidos de placer que brotaban de entre nuestros besos.
De repente, Andrea me tomo de los hombros con ambas manos y, en un movimiento rápido, invirtió nuestras posiciones quedando ella por encima de mí. Sin perder un segundo, su boca se posó en mi cuello y lo succiono suavemente, provocando que me retorciera y me estremeciera, mientras mi piel se erizaba notablemente al instante. Luego subió hasta mi oreja y, con suaves mordiscos, recorrió su contorno y hurgo en mi oído con la punta de su lengua alentando a nuevos gemidos escapar de mi boca. Instintivamente, con la mano en su nuca, aprete su cabeza contra mi deseosa de que no acabara jamás.
Seguidamente volvió a besarme en la boca, invadiéndola con su lengua de manera excitante, a la vez que mis manos se aferraban con fuerza a sus glúteos, como queriendo meterla dentro de mí.
Dejo mi boca y beso la punta de mi nariz, para luego trazar un camino de besos que se extendió desde mi mentón hasta mis pechos. En aquel momento sentí que todo lo que me hacía me encantaba, manteniendo mi piel erizada como en el peor de los inviernos.
Tomo mis tetas, una con cada mano y las apretó con fuerza medida, mientras chupaba mis pezones, que ya se encontraban hiper contraídos. Por varios minutos, beso, lamio y succiono mis pechos, mientras yo gemía y me retorcía de placer sin ninguna posibilidad de detenerme. Me sentí al borde del éxtasis, me atraía y me gustaba demasiado, todo lo percibía perfecto, su piel, su boca, sus tetas, sus besos, sus caricias…, absolutamente todo.
Bajo con besos por mi vientre, mientras su mano derecha seguía jugando descaradamente con mis tetas. Paso por mi pubis y, justo antes de llegar al clítoris, se desvió hacia mi muslo, besando y succionando en la zona de los aductores y provocando que mi deseo se disparara salvajemente. Unas ganas irrefrenables de tomar su cabeza y hundirla definitivamente en mi vagina se apoderaron inmediatamente de mi raciocinio.
Beso y lamio mis muslos, rodillas, piernas y hasta mis pies, recorriendo todo el lado izquierdo y dejándome al borde de la súplica, para luego subir por la pierna derecha y descansar sus labios en mi raja. Seguidamente, con suavidad, casi tímidamente, arrastro un par de veces la punta de su lengua por mis labios mayores, a la vez que yo, con una mano la tomaba de sus cabellos y con la otra apretaba uno de mis pezones, mientras lanzaba suaves quejidos.
Pasados unos segundos, apoyando ambas manos en la parte de atrás de mis rodillas, llevo estas hacia mi pecho haciendo que mis caderas se despegaran unos centímetros de la cama, para luego arrastrar su lengua desde mi ano hasta el clítoris, unas tres o cuatro veces. Me retorcí, gemí, grite y, ahora con ambas manos, aprete mis tetas y tire de mis pezones al borde de la locura por tanto placer.
Sin romper la posición hundió su lengua en mi esfínter, dejándome sentir el excitante roce de su nariz en mi vagina. La tome de la nuca con ambas manos y la presione contra mi acompañando cada uno de sus movimientos. La continuidad de mis gritos y gemidos no tuvo interrupción por largos segundos, en que el placer de aquel momento me sumergió en un mar de pasión incontenible. Y cuando pensaba que ya no podía subir un escalón más en la escala de placer, soltó una de mis piernas y, a las acciones que ya venía ejecutando, sumo unos deliciosos masajes sobre mi clítoris, con su dedo gordo. A esas alturas, la totalidad de mi cuerpo me gritaba que ya no pasaría demasiado tiempo más sin estallar.
Entonces soltó la otra pierna, subió con besos hasta mi clítoris y, presionando con un dedo a cada lado y hacia arriba, levanto el prepucio y estimulo mi glande con movimientos serpenteantes de su lengua. En aquel momento mi piel estaba erizada al límite y mis pezones duros a mas no poder, me retorcía, gemía, gritaba y apretaba su rostro contra mi sexo exigiendo desesperadamente más. Y en ese instante, mientras su lengua seguía regalándome placer, hundió dos dedos en mi vagina que, dada la abundancia de mi lubricación, entraron completos sin la más mínima resistencia.
Sentí mi sangre hervir en mis venas, recorriéndome completamente, lleve mis manos a los lados, aprete mis puños a las sabanas, tire con fuerza y me revolví en espasmos. La intensidad y periodicidad de mis gemidos fue en alza críticamente, sentí la efervescencia dentro de mí, mi vagina latir y el chapoteo de sus dedos entrando y saliendo de mí.
En ese momento vaticine la explosión que estaba al caer, mis piernas comenzaron a temblar sin descanso, cerré mis puños con el máximo de mis fuerzas, arquee mi espalda, aprete mis parpados, abrí mi boca, tire mi cabeza hacia atrás y…
Un grito estremecedor nacido en lo más profundo de mi ser, corrió como una centella a través de mí y se lanzó por mi garganta al sentir la vida estallar en mis entrañas, para salir expulsada a través de mi sexo y estamparse en la boca de Andrea.
Moví mi cabeza de lado a lado, gimiendo y gritando sin contemplación, mi cadera se sacudió fuera de mi control, como poseída por fuerzas extrañas e instintivamente aprete mis muslos a la cabeza de Andrea por un instante, mientras ella seguía lamiendo, chupando y comiendo de mi sexo, hasta que el fuego se fue apagando y, como en la explosión del big bang, solo la luminiscencia de las brasas perduro, formando el corazón de un mundo que acababa de nacer.
Andrea se despidió de mi vulva con un tierno beso y se deslizo por encima mío hasta alcanzar mis labios, con su boca empapada de mis jugos. La bese con desesperación, saboreando sus labios y apretándola contra mí en un apasionado y agradecido abrazo.
Nos besamos fogosamente por unos cuantos minutos y entonces, colocando mis manos debajo de sus axilas, la empuje hacia arriba invitándola a desplazarse por sobre mí, hasta que sus rodillas quedaron una a cada lado por encima de mi cabeza y su sexo a la altura de mi rostro.
Con mis manos en sus glúteos presione hacia mi haciendo que baje y, sin resistirse, se dejó llevar hasta que la humedad de su vulva rozo mis labios. Sin perder tiempo saqué mi lengua y la enterré en su vagina, que se encontraba desbordada de fluidos viscosos y, apoyando ambas manos en la pared, tiro su cabeza para atrás, lanzando un largo y profundo gemido.
No había demasiada luz, puesto que la única iluminación venia de la sala, entrando por la puerta abierta y, por ende, no pude verla en detalle; pero su aroma y su sabor me alucinaban. Pude palpar que tenía el vello púbico crecido y se notaba prolijamente recortado.
Andrea se encontraba salvajemente excitada y meneando sus caderas cogía mi lengua descontroladamente, gritando, jadeando y gimiendo sin parar, mientras mi nariz se frotaba contra su clítoris como consecuencia de aquellos mismos movimientos que ella impulsaba.
Aprete sus glúteos y estire mi lengua todo lo largo que me era posible, tragando los jugos que de ella brotaban. Llevé mi mano hasta mi entrepierna y metí mi dedo mayor en mi vagina con la intención de lubricarlo, para luego volver hasta el culo de Andrea y hundir la totalidad de este en su ano. Un desenfrenado grito de placer acompaño la penetración y una procesión de gemidos y serpenteos de todo su cuerpo la prosiguió.
Estaba en el punto más álgido de su éxtasis sexual y, sin dejar de penetrar su esfínter, cole mi dedo gordo en su vagina, a la vez que lamia su clítoris a la máxima velocidad de la que mi lengua era capaz de moverse.
Se volvió literalmente loca, rasguño la pared y cogió mi dedo como si del fin del mundo se tratara, gritando como una enferma mental. Sentí la piel de sus glúteos erizarse, la música de sus gritos intensificarse aún más y en un instante, su vagina y su ano se apretaron alrededor de mis dedos, al momento en que un chorro de fluido caliente salió expulsado para estrellarse en mi mentón y chorrear luego por mi cuello.
Saque mi dedo y aprete sus glúteos, abriendo mi boca para recibir el segundo chorro, el cual me trague completo mientras que Andrea, gritando y jadeando, se refregó un par de veces en mi boca, para luego, rápidamente, tumbarse de costado a mi lado, expulsando dos chorros más en medio de su voltereta, que se desparramaron parte en mis pechos y parte en la cama.
Tumbada de lado y hecha un ovillo, con sus dos manos apretó su entrepierna, permaneciendo unos segundos más gimiendo y jadeando sin cesar. Hasta que lentamente su respiración comenzó a normalizarse y, tapando su cara con ambas manos, comenzó a reír.
Me excito muchísimo verla y escucharla así, como también, luego, me causo mucha gracia su risa…
_Oye… ¿Estás bien? Ja, ja, ja… _pregunte apoyando mi mano en su hombro, mientras reía con ella_
_¡¡¡Hija de puta…!!! _exclamo sin dejar de cubrir su cara con una de sus manos, a la vez que con la otra estrellaba un puñetazo débil en mi muslo_
_ ¿Qué? ¿No te ha gustado? _pregunte socarronamente, entre carcajadas_
_¡¡¡Que hija de puta!!! _volvió a exclamar mientras retiraba la mano de su rostro_ Nunca me paso algo así… _agrego con fingida aflicción y luego mordió su labio inferior_
_ ¿Qué cosa? ¿Cogerte a una vieja? _pregunte con fingida seriedad_
Se tentó muchísimo y reímos juntas durante varios minutos…
_Bueno, eso también…ja, ja, ja… Pero no… No, no… Hablo de venirme de esa manera… Parecía una regadora, que mal… _contesto con algo de vergüenza y volvió a cubrir su cara con ambas manos_
_¡¡¡Me encanto bobita!!! _le murmure acercando la boca a su oído_ Y eso fue lo que más me ha gustado…
_¡¡¡Eres una chancha!!! _exclamo con seriedad, luego de quitarse las manos de la cara_ Y eso me vuelve loca…ja, ja… _agrego riendo con picardía_
La tome de la mano e hice que se incorporara, quedando ambas arrodilladas, frente a frente, encima de la cama, la abrace y la bese dulcemente por unos cuantos segundos.
_Espérame, voy al baño… _le dije tomando su rostro con ambas manos en sus mejillas_
Asintió con su cabeza y beso mis labios con ternura, seguidamente baje de la cama para meterme en el baño. Allí permanecí alrededor de cinco minutos y cuando salí me sorprendió verla totalmente vestida y parada en la puerta mirando hacia la sala.
_¡¡¡Ey!!! ¿Ya te vas? _pregunte acercándome y apoyando la mano en su hombro_
Se dio vuelta y me miro a los ojos con una expresión de profunda tristeza instalada en los suyos…
_Si…, ya es tarde, debo descansar… _respondió desviando su mirada_
Era verdad, ella casi no había dormido y, aunque tuve la intención de decirle que se quedara a dormir conmigo, en mi interior supe que algo más la afligía y no quise presionarla. Le daría su tiempo y ya habría ocasión de hablar de lo que fuera.
_O. K. Entiendo… _le dije mientras asentía con mi cabeza_ Te acompaño a la puerta… _agregue, fingiendo estúpidamente que no me importaba demasiado que se fuera_
A la pasada tome mi vestido y me lo calce rápidamente, mientras ella llego a la puerta y espero por mí. Abrí y salió con prisa, luego se volvió, me miro fugazmente a los ojos y beso mi mejilla; para luego en silencio, prácticamente huir camino de la escalera. Impotente, la vi perderse escalones abajo, mientras una profunda opresión se apoderaba de mi corazón y una amarga angustia comenzaba a anudarse en mi estómago.
Entre, cerré con llave y, con la incertidumbre comiéndome el cerebro, apague la luz y camine con resignación hacia la habitación, para desparramarme de espaldas en la cama.
[1]Éxito en mil novecientos ochenta y cinco, escrita por Guilherme Arantes, fue una de las canciones más reproducidas en la radio en ese momento. La inspiración para su creación provino de los días soleados cuando llevaba a sus hijos a disfrutar de la playa de Copacabana. Sentado en la arena, observaba a otras familias, madres, abuelos y tías. Mujeres hermosas que, aunque tenían sus individualidades, también tenían algo en común, el encanto. Por eso, la canción es un homenaje a la mujer carioca de los 80. Mujeres que, a pesar del tiempo, fueron libres, independientes y encantadoras.
[2]Nacido en São Paulo el veintiocho de julio de mil novecientos cincuenta y tres, es un cantante y compositor brasileño. Es uno de los pocos pianistas brasileños en unirse al salón de la fama del pianista secular alemán-estadounidense Steinway & Sons, en compañía de nombres como Guiomar Novaes, Franz Liszt, George Gershwin y Duke Ellington. Guilherme también contribuyó de manera decisiva al surgimiento del fenómeno new wave en Brasil, en mil novecientos ochenta y uno, grabando lo que se considera la primera música de este estilo en el país, «Perdidos na Selva». Es reconocido como un gran creador de éxitos, en su propia voz y en la de innumerables artistas como Caetano Veloso, Maria Bethânia, Nando Reis, Elis Regina, Roberto Carlos, Belchior, Gal Costa y MPB4.
[3] Es una canción de Ritchie escrita en sociedad con el letrista Bernardo Vilhena y publicada en mil novecientos ochenta y tres en el álbum Voo de Coração. Fue la canción más reproducida de aquel año en la radio de Brasil. El compacto de la canción vendió quinientas mil copias, siendo el más vendido de ese año en el país.
[4] Richard David Court más conocido como Ritchie es un cantautor inglés nacionalizado brasileño. Es autor de vários exitos como «Menina Veneno» «A Vida Tem Dessas Coisas», «Pelo interfone», «Casanova» y «Flight of the Heart». Nació en Beckenham, en el condado de Kent, al sur de Inglaterra el seis de marzo de mil novecientos cincuenta y dos Por razones familiares, vivió en varios países como Kenia, Dinamarca, Yemen del Sur, Italia, Alemania y Escocia. Se reunió en Londres en mil novecientos setenta y dos con un grupo de brasileños, entre ellos algunos miembros de la banda Mutantes, quienes lo convencieron de ir a vivir a Brasil.
[5] Es una banda alemana de hard rock y heavy metal fundada en Hannover en mil novecientos sesenta y cinco. A lo largo de sus más de cincuenta años de carrera, han publicado decenas de álbumes de estudio, sencillos, álbumes en directo, recopilaciones y DVD en vivo. Además, han recibido varios premios y condecoraciones, que los convierte en la banda de rock más exitosa de Alemania y una de las mas destacadas del mundo.
[6] Es una canción de la banda alemana Scorpions. Escrita en su totalidad por el vocalista Klaus Meine, fue incluida como la cuarta pista de su undécimo álbum de estudio ‘’Crazy World’’, publicado en noviembre de mil novecientos noventa. Lanzado al año siguiente como el tercer sencillo del disco, obtuvo una excelente recepción dentro de las listas musicales, siendo número uno en veintiún países del mundo. Motivado por el éxito comercial y su significado para los países de Europa Oriental, la banda grabó una versión en ruso llamada ‘’Ветер Перемен’’ y otra en español denominada ‘’Vientos de cambio’’.
Capitulo IV
El ángel y la diabla.
Permanecí un buen rato tumbada boca arriba en la cama en la penumbra de la habitación. Había pasado un momento fantástico con Andrea, siendo aquella sesión de sexo, de las mejores de mi vida, además de la conexión y fluidez que la mayoría del tiempo se manifestaba entre nosotras. Aunque, su ida de esa manera abrupta, me había desinflado bastante, dejándome un molesto sabor amargo. Estaba de acuerdo con mi primer impulso, debía darle espacio, que se tomara su tiempo para ver qué onda con todo esto, pero a la vez, el no entender, el no saber qué era lo que estaba pasando, me carcomía por dentro.
Me levanté y fui hasta la heladera en busca de agua y algo para comer, bebi un buen trago y saqué un yogurt y una manzana para comer. Pasados unos minutos y acabada mi pequeña cena, me dirigí nuevamente a la pieza, me quite el vestido y me tire en la cama a la vez que, desde mi mesa de noche, la alerta de WhatsApp me abstraía de la compulsiva reproducción de los hechos pasados, que mi mente ejecutaba una y otra vez. Con cierto desgano tomé el teléfono para ver quién era y salte de la cama expectante al descubrir que era ella, sentándome contra la cabecera…
_Valen… Perdón por haberme ido de esa manera…
Un refrescante alivio vino a mí, rescatándome de la angustia en la que me estaba hundiendo e instantáneamente sonreí…
_Está bien corazón, no hay problema. Pero… ¿Qué te paso? ¿Estás bien?
_No sé, es difícil de explicarlo… creo que me asuste… _respondió, luego de unos minutos de incertidumbre_
_ ¿Y puedo saber por qué? ¿Acaso hice algo que te incomodo?
_¡¡¡No…!!! Tu eres fantástica y todo lo que has hecho fue perfecto… Creo que fue el momento más lindo de mi vida…
Mi piel se erizo, mis ojos se cristalizaron y un destello de emoción corrió por mi medula, iluminándome completa.
_También ha sido muy bonito para mí y he disfrutado muchísimo de ese rato contigo. Pero dime… ¿Qué es lo que te pasa? Quiero que sepas que puedes confiar en mí y puedes hablar conmigo de cualquier cosa que desees… No voy a juzgarte, solo me gustaría poder hacerte bien y ayudarte en lo que pueda _escribí riendo de felicidad_
_Estoy confundida, no sé lo que me pasa… En ese momento que pasé contigo me sentí a salvo, me sentí libre y me sentí valorada como nunca en mi vida… Y cuando te fuiste al baño tome conciencia de que todo eso había sido una fantasía mía y me dio miedo ilusionarme… Me aterro la idea de engancharme contigo y que luego te evaporaras… _contesto, pasados unos diez minutos, durante los cuales casi me quedo sin uñas_
Me producía muchísima ternura y sus palabras me emocionaron hasta las lágrimas…
_Ey… ¡¡¡Bobita…!!! Tranquila, no tengas miedo… Vayamos con cuidado. ¿Sí? Disfrutemos los momentos que la vida nos regala, conozcámonos y que los acontecimientos nos vayan llevando donde debamos ir… Tú me gustas mucho, no voy a evaporarme, pero no puedo prometerte nada, solo que voy a hacer todo lo que este a mi alcance por hacerte bien… _Le escribí con toda la delicadeza que me fue posible_
_Esa es una de las cosas que me asusta… Cuando me conozcas vas a salir corriendo. No soy una buena persona…
Me asombro su respuesta, a la vez que me intrigo bastante…
_¡¡¡Jamás vuelvas a decir eso!!! En todo caso, deja que te conozca y saque mis propias conclusiones… Personalmente, no creo que existan personas malas, y no estoy diciendo que no exista la maldad, hay y a montones en este mundo. Pero las personas que hacen maldades son personas equivocadas, atormentadas por el sufrimiento, que necesitan hacerse fuertes pisoteando a los demás, en un intento desesperado por sobrevivir y ser valorados de alguna forma. En el fondo son como cualquiera de nosotros, seres buscando amor y aprobación.
_No me conoces, no sabes nada de mi…
_Tienes razón, no te conozco… Pero si se cosas de ti, eres dulce, eres tierna y eres un fueguito encantador… Y puedo asegurarte que no eres mala, alguien que me ha hecho sentir las cosas que tú, no puede serlo…, de ninguna manera…
_Creo que soy poca cosa para ti… tu podrías elegir a la chica que quisieras…
Me apeno bastante su forma de verse, se notaba que realmente la estaba pasando mal…
_¡¡¡No digas eso!!! Y otra vez debo decirte que dejes que eso lo decida yo… Tu eres una hermosa mujer, sensual y cautivante, y estoy segura de que muchos chicos y chicas quisieran estar contigo. Pero tienes razón en algo, yo puedo elegir y, casualmente, he elegido conocerte a ti, solo dame la oportunidad y dátela a ti misma. ¿Sí?
_ ¿Por qué eres tan buena conmigo? No creo merecerlo…
_Quizás suene odioso lo que diré, pero creo que cada uno tiene lo que merece y si lo soy es porque tú lo mereces… Oye, hagamos algo, hablemos esto en persona… ¿Quieres? Yo mañana te escribo y arreglamos un horario para vernos. ¿Te parece? Además, tienes que descansar corazón…
_Me gustaría mucho, si…
Me tranquilizo y me alegro mucho su respuesta, me gustaba sobremanera la idea de volver a verla…
_O. K. Bonita, entonces quedamos así, te envío un mansaje y coordinamos. Te mando besitos. Y no seas tan bobita, de verdad me encanto todo lo que he pasado contigo… Adiós corazón, hasta mañana.
_Gracias por ser así…, tan linda… Creo que voy a extrañarte, te mando un abrazo y un beso.
_Y tu… ¿Por qué eres tan dulce? Ya te lo he dicho, lo mereces y no tienes nada que agradecer, solo sigue mereciéndolo, ja, ja… Que descanses, también te echare de menos…, besitos _escribí con una enorme sonrisa de felicidad_.
_Eres increíble…, descansa también tu. Te envío muchos besos.
Aprete el teléfono contra mi pecho, mirando al techo y manteniendo la inmensa sonrisa dibujada en mis labios. Luego de unos minutos coloque la alarma a las ocho de la mañana, para desayunar e ir al gimnasio, deje el móvil encima de la mesita y fui a la sala para apagar la Tablet.
De vuelta en la habitación me dispuse a acostarme y dormir, al día siguiente me ducharía, me gustaba mucho la idea de conservar el olor de Andrea en mi piel, su saliva y las huellas de sus besos por todo mi cuerpo. Las imágenes de las dos entrelazadas y borrachas de placer, desfilaron por mi mente una y otra vez, excitándome y humedeciéndome abundantemente.
Lleve la mano a mi entrepierna, hundí mi dedo y lo deslice a lo largo de toda mi raja recolectando parte de mis jugos, luego me lo lleve a la boca y lo saboree como cuando niña disfrutaba de mis golosinas. Instantes después, tranquila y con la felicidad instalada en mi rostro, me dormí.
A la mañana siguiente me despertaron las ganas de orinar y me levante, luego de unos cuantos minutos que me costaron vencer el desgano, pero con el consuelo de que iría al baño y luego volvería a dormir. Mientras estaba sentada en el inodoro con mis codos clavados en las rodillas, mi mentón apoyado en las manos y mis ojitos cerrados por el sueño añorando mi preciada cama, lastimosamente, suavemente y en ascenso, empecé a oír lo que en ese momento se me hizo la música más terrorífica y macabra del mundo, la alarma de mi móvil. _¡¡¡No…!!! ¡¡¡Mierda!!! _exclame totalmente decepcionada_
Termine de expulsar mis desechos, me lave y volví a la habitación a silenciar el móvil, como un campesino que acaba de perder la cosecha, totalmente abatida.
Me pare delante del espejo y ensaye una arenga hacia mi reflejo, intentado motivarme y arrancar. Me di un baño rápido y mientras recorría mi piel con el jabón recordé las caricias y los besos de Andrea surcando esos mismos caminos. Cerré mis ojos y la deseé con cada partícula de mi ser, pensando en que luego le escribiría, pues seguramente aun estaría durmiendo, teniendo en cuenta lo atrasada que venía con su descanso.
Terminé con el baño y fui hasta la cocina por mi desayuno. Mientras comía unas nueces y unas pasas de uva me prepare un licuado con leche de soja, mango, naranja y azúcar mascabado. Lo saboree con gran placer, me encantaban los batidos de fruta y me había quedado riquísimo. Volví a la habitación y busque la ropa de entrenamiento, pues pensé que, si podía arrancaría hoy mismo, hacia un tiempo que no iba al gimnasio y lo estaba extrañando.
Una vez que estuve vestida con la indumentaria completa, calzas negras por debajo de la rodilla, top de lycra color turquesa, zoquetes también turquesa, zapatillas negras con amarillo fluorescente, gorra negra y una riñonera también negra; dejé el departamento y emprendí la caminata. Eran ya las nueve de la mañana, así que más o menos a las nueve y cuarenta debería estar por allí.
El día estaba excelente, el sol lo dominaba todo y una fresca brisa hacía que su baño fuera más agradable y placentero, era una jornada ideal para caminar por las callecitas de Barcelona. Complete la totalidad del camino a un ritmo rápido y sostenido, con lo que realice un óptimo ejercicio cardiovascular de unos treinta minutos.
Me llevo unos veinte minutos recorrer las instalaciones con la guía de un instructor y cumplir con todos los protocolos de fichaje. El lugar era genial, equipado con aparatos de última generación, buen clima e instalaciones agradables; más que suficiente para realizar un buen entrenamiento. Elegí el turno de la mañana por ser mi preferido y, además para mi sorpresa, era más económico, pagaría veinte euros mensuales.
Como hacia un tiempo que no entrenaba, implemente una rutina de readaptación, que consistió en estimular todos los grupos musculares con altas repeticiones y un peso moderado. Me llevo unos cuarenta y cinco minutos completarla, periodo durante el cual me sentí genial, me hacía falta un poco de ejercicio después de tanto tiempo. Hasta conocí a una chica, Alejandra, hablaba hasta por los codos para mi gusto, pero me pareció buena onda. En esos pocos minutos me conto la mitad de su vida y que en esos dias estaba frente a un paso muy importante, pues el mes entrante se casaría con su novio de nueve años. Hasta me ofreció llevarme y traerme del gimnasio con su coche, ya que vivía a pocas cuadras de mi departamento. Le agradecí mucho su delicadeza y atención, e intercambiamos nuestros números de móvil, pero le explique el porqué de mis caminatas y entonces, tras terminar, la salude amablemente y me fui.
Sali a las once y cinco del gimnasio, el día seguía muy agradable aún, me pareció que ya era un horario apto para escribirle a Andrea, entonces saqué mi móvil y me dispuse a enviarle un mensaje.
_¡¡¡Hola hermosa!!! ¡¡¡Buen día!!! ¿Como estas? Oye…, estaré libre luego de la una y treinta de la tarde, dime en que horario te queda bien y combinamos para vernos… ¡¡¡Besitos!!! _Le escribí teniendo en cuenta que llegaría a casa cerca del mediodía_
Andrea remoloneaba en su cama, tumbada de lado y envuelta en la sabana, abrazaba la almohada con brazos y piernas, como temiendo que alguien se la arrebatase. Su actitud no rebelaba ni un mínimo de intención de levantarse, solo abría sus ojos, sonreía, giraba para allá y los cerraba; volvía a abrirlos, sonreía y giraba para aquí, para volver a cerrarlos…
El sonido de la alerta de WhatsApp la arranco de un tirón de sus fantasías y de la aventura idílica con su almohada. Como pudo se desenredo de la maraña de trapo en la que estaba aprisionada y con urgencia se arrastró por la cama hasta alcanzar el móvil que reposaba en su mesita de noche.
Sonrió al ver la pantalla y sin dudarlo un instante presiono para leer el mensaje. Entonces una sonrisa aún más grande, que increíblemente embelleció aún más su boca, se pintó en sus labios. Tuvo intenciones de contestar inmediatamente, pero no se acordaba si tenía alguna cita ese día, así que se apuró a buscar su Tablet y consultar los turnos que había dado.
Se llevo el aparato al pecho y lo abrazo suavemente, al tiempo que apretaba sus parpados y miraba al techo con una sonrisa triunfal, al constatar que no tendría compromisos aquel día. Entonces desecho la Tablet a un lado de la cama, como si de un objeto inútil se tratara y volvió por su teléfono con notorias ansias.
_¡¡¡Hola…!!! Estoy bien… ¿Y tú? Puede ser a las dos de la tarde…
Al recibir su respuesta estaba a mitad del camino al departamento y la alegría me envolvió por completo, tenía muchísimas ganas de volver a verla, volver a sentirla, besarla, tocarla… La deseaba de una manera poco razonable, pero la razón no era algo que me preocupara en ese momento.
_¡¡¡Hola hermosa…!!! Estoy muy bien, gracias… Y sí, claro, puede ser… ¿Dónde te parece bien? Me gustaría que te sientas cómoda, recuerda que quedamos en que hablaríamos…
_Si, lo recuerdo… ¿Puede ser en tu casa?
_Si, por supuesto, eres bienvenida… ¿Te espero a las dos de la tarde entonces?
_Si… ¡¡¡Te mando un beso grande!!!
Por momentos me preocupaba, me extrañaba, no podía entenderlo…, me volvía loca, literalmente perdía la razón cuando de ella se trataba. Todo fluía naturalmente y mi mejor versión asomaba a la superficie tomando el control y mejorándolo todo.
_¡¡¡Te espero corazón!!! Otro besito bien rico para ti…
Guarde el móvil y apure el paso camino a casa. Cuando llegue al departamento eran las once y cuarenta y cinco, fui derecho a la habitación, me saque las zapatillas y deje la riñonera encima de la cama. Me metí al baño y deseché toda la ropa en el cesto de prendas sucias, luego de orinar lo tome y lleve todo hasta el lavarropas y lo puse a lavar.
Seguidamente prepare algo para comer, me hice unos sándwiches con pan de molde de avena y centeno, con semillas y frutas secas, y en medio coloque rúcula, tomate, huevo y aceitunas.
Luego de comer me bañe, me arregle y, siendo la una y cuarenta y tres, me encontraba lista, ya esperando a Andrea. Me vestí con una mini falda de jean negra y una musculosa blanca de algodón abierta, que presentaba una inscripción en fucsia con la palabra love, diseñada con el símbolo de la paz oficiando de letra O, y debajo decía forever. Como ropa interior me volque por un culote de algodón color blanco con pequeñas fresas estampadas y en mis pies me calce las mismas sandalias esclavas que usara el día de la fiesta. Me deje el cabello suelto, me delinee los ojos en negro y pinte mis labios de un fucsia suave.
Esta vez elegí a Marilyn Manson para esperarla, deduje que seguramente seria de su agrado, así que esperaba agasajar a sus oídos y sumar un ítem más a su comodidad. Eran la una y cincuenta y nueve cuando sonó el portero, me apresure a atender constatando que era ella y destrabe la puerta de entrada, luego abrí la del departamento y la espere en el pasillo.
Cuando la vi emerger de la escalera las luces de mi sonrisa se me encendieron en el rostro, mi corazón entono una dulce melodía y todo mi cuerpo, a su modo, tomo conciencia de su anhelada presencia. Al pisar el último escalón levanto la vista y sus ojos hicieron blanco en los míos, regalándome la sonrisa más bella de todas las sonrisas de la galaxia.
La vi acercarse, pero bien podría decir que la sentí acercarse, como se siente la brisa fresca de primavera, que arrastra el aroma de flores nuevas y te acaricia la piel, haciéndote consciente de la vida.
A estas alturas es redundante decir que, a mi percepción, era infinitamente bella, su cuerpo era bello y lucia de manera cautivante sus perfectas imperfecciones. Pero la belleza más bella era la que no podía ver, era la que emanaba de ella, por sus poros, por su sonrisa, por todo su ser, era la que sentía en su presencia y hasta en su recuerdo.
Vestía unas bermudas de jean azul hasta debajo de las rodillas, una camisa negra abrochada hasta la mitad de su pecho, soquetes negros y zapatillas de lona rojas. Llevaba el cabello recogido en una coleta en la parte alta de su nuca y no estaba maquillada, solo traía sus ojos delineados.
Se freno frente a mí y nos miramos, sonriendo ambas, al límite de las capacidades humanas, entonces ella levanto su mano y canto…, perdón, hablo…
_¡¡¡Hola Valen!!!
_¡¡¡Hola Andy!!!
Y sin poder aguantar la tentación ya más, la abrace, y ella me abrazo. Y sin dejar de hacerlo volvimos a mirarnos, y nos sonreímos, y volvimos a decirnos ‘’Hola’’, y nos apretamos la una contra la otra y volvimos otra vez a sonreír…
Hasta que el magnetismo de nuestras bocas fue más fuerte que cualquier otra cosa y nos unió en un beso mágico, que arrojo al mundo terrenal por su ventana fantástica y nos sumergió en un universo de pasión y dulzura sin límites.
Perdí la cuenta del tiempo transcurrido, solo nos besamos y nos apretamos sin pensar en nada más. Hasta que las bocinas, los motores, los pasos y las voces nos depositaron nuevamente en este mundo, entonces la invite a pasar.
Cuando entramos sonaba la canción Tainted Love[1]interpretada por Marilyn Manson:
Sometimes I feel I’ve got to
Run away
I’ve got to
Get away…
_Oye… ¡¡¡Qué buena canción!!! _exclamo volviéndose hacia mi_
_Si…, imagine que te gustaría, ja, ja.
_Pero… ¿Cómo sabias tú que me gustaba Marilyn? _pregunto sonriendo, algo extrañada_
_Porque yo lo sé todo…ja, ja… _respondí con actitud sobradora_
_Ja, ja, ja… ¡¡¡Boba!!! Dime… ¿Cómo lo sabias? _me interrogo, aun con más curiosidad_
Se veía extremadamente tierna, demasiado apetecible, me derretía su cara de intriga…
_Ja, ja, ja… Tu eres la boba… A ver, dime… ¿Qué imagen tienes en tu perfil de WhatsApp?
Cerro los ojos y sonrió, asintiendo con la cabeza, todo en un tiempo…
_¡¡¡Ah…!!!
_ ¿Y quién es la boba entonces? _pregunté sonriendo y luego mordí mi labio inferior de manera burlona_
_Tú, por supuesto… _asevero mirando hacia el techo, con fingida seriedad_
Fruncí el ceño, abrí mi boca en expresión de asombro y luego reí…
_Ven aquí pequeño demonio… _le dije tomándola de un brazo y trayéndola hacia mi_
Sonrió muy bellamente, nos abrazamos y apoyando mis dedos en su mentón levanté su cabeza hasta que nuestros ojos se encontraron…
_Tú y yo debíamos hablar… ¿Recuerdas?
Su confort se fue diluyendo, forzó una sonrisa, luego cerro los ojos y asintió. La abrace más fuerte, en un intento de tranquilizarla…
_Calma, todo está bien… Solo confía en mi… ¿Sí? _le hable con suavidad al oído_
Apretándose contra mi movió su cabeza en gesto afirmativo y estuvimos unos minutos estrechadas en nuestros brazos, luego de los cuales desarmé el abrazo y la tomé de la mano…
_Ven, sentémonos en el sillón… _ ¿Quieres tomar alguna cosa? ¿Deseas fumar? No sé, tu dime…
_Si, puede ser, podríamos fumar… _respondió, aun algo afligida e intentando sonreír_
_O. K. Dame un minuto que voy a buscar la hierba… No me extrañes… ja, ja… _Pose mi mano en su mejilla, me incline hacia ella y la bese en los labios_
Me sonrió sin despegar sus ojos de los míos hasta que me gire camino de la habitación. Ya de vuelta, arme un porro, lo encendí y se lo pase…
_¡¡¡Toma…!!! Entonces dime… ¿Por qué piensas que eres mala y que eres poca cosa para mí? _pregunte envuelta en una nube de humo_
Pito largamente el cigarro, bajo su cabeza y exhaló el humo. Pasados unos segundos me vio a los ojos con una tristeza muy profunda…
_¡¡¡Porque lo soy!!! _afirmo, al tiempo que me devolvía el porro_
Su cara se cubrió de bronca y frustración, desvió su vista de mí y la enfoco en el vacío. Cerré mis ojos, los abrí, pase mi palma por mi rostro y la contemple unos segundos. Tras una corta pitada, incliné mi cabeza tratando de encontrar sus ojos…
_Solo acabas de afirmar lo que ya habías dicho… Mírame… Dime… ¿Por qué motivo piensas eso de ti? ¿Qué es lo que te lleva a sacar esas conclusiones?
Me miro con desgano y sin poder romper esa expresión sombría que cargaba su mirada. Entonces, una lagrima salto por encima de la conjuntiva de su ojo derecho, rodando por su mejilla, su rostro se cubrió de angustia y volvió a mirar el vacío.
Apoye el cigarro en el piso, me acerque y tome sus manos…
_Ey… ¡¡¡mírame!!!
No pudo hacerlo, siguió en su posición, abstraída de todo. Entonces me acerque más y la jale hacia mi…
_Ven aquí…
Apoye mi mano en su mejilla, recosté su cabeza en mi pecho y la abrace con fuerza. Después la bese en la cabeza, acaricie su rostro con ternura cuando, de repente, pequeños sacudones que fueron creciendo en intensidad, comenzaron a adueñarse de su cuerpo. A la vez, sus labios temblaron ininterrumpidamente, se apretaron sus parpados y un dolor engendrado en el alma se adueñó de la expresión de su cara. En segundos sus ojos estallaron en cascadas, formando ríos de lágrimas que se esparcieron por todo su rostro, y un quejido ahogado, como de animal herido, le imprimió más dramatismo a la escena.
_Está bien corazón, déjalo salir, sácalo todo… _le dije con voz calma, mientras la apretaba contra mi pecho_
Permanecimos así unos cuantos minutos, dejé que descargara todo lo que debía y por momentos su llanto fue desgarrador, pero entendí que necesario. Me dio mucha pena verla y sentirla así, evidentemente algo muy malo pasaba en su vida. Yo solo me limite a abrazarla, acariciarla y darle el tiempo necesario para recomponerse.
Poco a poco su llanto comenzó a apagarse y su respiración se fue normalizando, aunque seguía aferrada a mi como una garrapata…
_ ¿Estas mejor bonita?
Me apretó un poco más fuerte y asintió con la cabeza. La separe un poco de mí, hasta lograr tomar su mentón y levantar su cabeza…
_Tranquila, ya paso, estoy aquí contigo _le dije viéndola a los ojos_ Dame un minuto que te traeré agua y un poco de papel…
Asintió con la cabeza mientras secaba sus lágrimas con los puños de su camisa. Fui hasta la cocina y volví con una botellita de agua fría y el rollo de papel de cocina, lo tomo, seco sus lágrimas y limpio su nariz. Sus ojos habían enrojecido y su delineado se había corrido un poco, entonces, delicadamente con un pedacito de papel, se los limpie y, con mucha ternura, bese la punta de su nariz.
Miro hacia abajo y paso su puño derecho por su rostro un par de veces más, levanto la vista y enfoco mis ojos…
_¡¡¡Perdón!!! Soy una tonta…
Le sonreí con una mueca de tristeza y asentí con la cabeza…
_Si, lo eres…, pero no por llorar… Eres una tonta por pedirme perdón, toma un poquito de agua.
Destapé la botella y se la extendí, bebió un largo trago y volvió a pasármela, mientras me agradecía. La apoye en el piso y levante el porro que se había apagado, para volver a encenderlo…
_En serio, perdona, no quería ponerme así frente a ti…
_A ver… _exhale el humo del cigarro_ Te diré tres cosas… Primero, deja de pedirme perdón; segundo, si salió es porque debía salir, no es bueno reprimir los sentimientos; y tercero, me gusta que lo hayas hecho, pues eso me demuestra que tienes confianza en mí y estas a gusto conmigo _agregue mientras le pasaba el porro_.
_En serio, gracias, eres muy buena… _me dijo, en un intento de sonrisa_
_Y tú eres una ternura _le exprese sonriendo, para luego besarla dulcemente_.
Me regalo una sonrisa como las que solo ella podía reproducir y se hecho encima mío abrazándome con profundo sentimiento. Instantáneamente correspondí su abrazo…
_Si te sientes mejor podemos seguir hablando… ¿Te parece?
Sin dejar de apretarme asintió con su cabeza…
_O. K. Entonces dime… ¿Qué es lo que te atormenta?
_No vás a querer volver a verme… _respondió apretándome un poco más fuerte_
La separe de mí, desarmando el abrazo, la tome con mis manos por sus dos hombros y la sacudí levemente…
_Ey… ¡¡¡Escúchame!!! ¿Tu confías en mí?
Cerro sus ojos y bajo su cabeza, mientras me pasaba el cigarro…
_Si… _murmuro_
Tome lo que quedaba del porro y levante su cabeza desde el mentón obligándola a mirarme…
_Escúchame bien…Me gustas mucho, y no solo porque me pareces extremadamente hermosa y sexy…, me gusta tu interior, lo percibo y lo siento bello, tierno, con bondad. Yo no estoy aquí para juzgarte, no estoy aquí para condenarte por tus errores o reírme de tus equivocaciones. Todos en algún momento nos hemos equivocado y hemos cometido errores, pero la vida sigue para que podamos reivindicarnos. Estas viva y eso significa que, sea lo que sea lo terrible que hayas hecho o creas haber hecho, aun tienes la oportunidad de redimirte por tus malos actos. Yo no voy a salir corriendo como tu imaginas que hare, al contrario, el abrirte a mí, el confiar en mí, solo hará que tus dolores y tus sufrimientos nos unan aún más. Solo quiero entenderte, comprenderte y en lo posible ayudarte. No tengas miedo, estoy aquí…
Me observo algo aturdida, como sin entender lo que tenía frente a ella…
_ ¿Quién eres tú? ¿De dónde has venido? _me dijo con algo de dificultad_
Me causo gracia su respuesta, reí y me fumé lo que restaba del cigarro…
_Ja, ja, ja… ¿Qué dices? ¿Por qué?
_ ¿Tú no eres de este planeta verdad? _pregunto mientras me examinaba con la mirada_
Lance una carcajada tomando mi panza y ella rio conmigo…
_Bueno… Eso me dijeron, pero está claro que son solo relatos de otras personas… Dijeron que estuve nueve meses en el vientre de mi madre hasta que decidí salir un 1 de diciembre. Y dicen también, que fue aquí mismo, en este mundo… Pero no podría asegurarlo, no recuerdo nada…, ja, ja, ja…
_Hum… ¡¡¡Boba!!! _exclamo mirándome maliciosamente y luego me saco la lengua_
Me reí y luego la tome de sus mejillas, la bese y la mire a los ojos…
_¡¡¡Tú eres una tramposa!!!
_ ¿Y por qué? _pregunto frunciendo el ceño, a la vez que se cruzaba de brazos_
_Porque en vez de estar hablando de mí y de mi posible origen alienígena deberíamos estar hablando de ti y de las cosas que te atormentan _le respondí, con una mirada inquisidora y cruzándome de brazos también_
Por el momento su angustia se había retirado y rio conmigo, para luego bajar su mirada y jugar nerviosamente con sus dedos…
_ ¿Qué quieres saber? _pregunto levantando su mirada hacia mí, pasados unos segundos_
_ ¿Por qué te consideras una mala persona? Y… ¿Por qué piensas que eres poca cosa para mí? _volví a preguntar mientras tomaba sus manos_
Bajo su mirada y miro el vacío…
_Porque soy débil… _respondió levantando la vista hacia mis ojos_
_ ¿Eres débil? _pregunte frunciendo el ceño_ A ver…¡¡¡Explícate!!!
Miro hacia el costado y volvió a bajar la vista, tomo aire y volvió a mirarme durante unos segundos, mientras sus ojos comenzaban a abrillantarse…
_Fui débil… Y mi debilidad le costó la vida a alguien que debía proteger… _Apretó los parpados con dolor, frunció los labios y cubrió su rostro con ambas manos_
_Está bien Andy…, tranquila. ¡¡¡Cuéntame!!! _le dije apoyando mi mano en su pierna_
Una lagrima resbalo hasta su mentón y su angustia fue creciendo. Entonces me levanté de mi lugar, hice un paso hasta quedar parada a su lado y luego me senté detrás de ella, apoyando su espalda contra mi pecho. Tome sus manos, cada una con una de las mías y la abrace con toda la ternura de la que era capaz.
_Estoy aquí corazón, no temas… Puedes hablar conmigo… Inténtalo, te sentirás mucho mejor cuando lo hagas… _le hable con delicadeza al oído_
Permaneció en silencio unos minutos. Sequé sus lágrimas y acaricié sus mejillas mientras le daba el tiempo necesario para comenzar a hablar…
_Vivía con mis padres y mi hermano, aunque este solo estaba en casa algunos fines de semana, ya que, por aquel entonces estudiaba, seguía la carrera de chefs en Paris, a unos cuatrocientos cincuenta kilómetros de Lyon, donde estaba nuestra residencia. Él es diez años mayor que yo _Hizo una breve pausa para tomar aire y coraje, luego prosiguió_. Mi madre era una ama de casa amargada y débil, que vivía con temor, bajo las órdenes y las amenazas de mi padre _Me apretó las manos con fuerza, mientras hacia otra pausa_. Mi padre fue la peor persona que he conocido… _Volvió a detenerse, resoplo, apretó sus dientes y prosiguió con el relato_ Era un asistente del alcalde por aquellos dias. La mayoría de las veces solo venía a la casa por las noches…, y era un infierno cuando lo hacía. Era alcohólico y adicto a la cocaína, y siempre estaba de mal humor, siendo mi madre y yo, la mayoría de las veces, los blancos para la descarga de su ira.
Nos insultaba, nos maltrataba y pegaba a mi madre bastante seguido. Varias veces me pego también a mí por contradecirlo o hacer alguna cosa que él no aprobaba, estaba muy mal, y casi todo lo que conocí de él fue rencor y maldad.
En aquel entonces yo tenía quince años y asistía a la preparatoria. Tenía un novio, Johan, un chico que había sido mi compañero de estudios desde el primer año, siempre nos habíamos gustado, y a finales del segundo año nos pusimos de novio.
Cuando cursábamos la mitad del tercer año, llevábamos siete meses juntos… _Hizo una pausa, trago saliva y apretó sus parpados y labios_ Quede embarazada… _Se quebró y sus ojos se inundaron de lágrimas, mientras apretaba mis manos con fuerza_
Ya no pudo seguir hablando, entonces la abrace fuerte y bese su cabeza…
_Está bien bonita, ya paso, todo estará bien desde ahora, confía en mi… _le hable con ternura al oído_ Tomate tu tiempo, cuando desees puedes continuar… ¿Sí?
Pasados unos minutos su mirada se endureció y sus ojos se perdieron en el vacío…
_Mi padre no lo quiso… _expreso con un profundo pesar_
De sus ojos brotaron un par de lágrimas más, viajando cuesta abajo por su rostro. Acaricie su mejilla y bese su cabeza nuevamente, a la vez que la apretaba fuerte contra mi…
_Cuéntame… ¿Qué paso?
Apretó sus parpados y refregó sus ojos, después resopló…
_Pasaron dos meses y no había tenido mi periodo, entonces empecé a sospechar que existía la posibilidad de que estuviera embarazada. Se lo comente a Johan y se puso contento, le gustó la idea, él decía amarme y creo que su reacción lo demostraba. Yo, animada por su actitud, empecé a enamorarme de la idea y a visualizar en mi mente aquella nueva realidad que se presentaba. Éramos dos inconscientes que cuando estaban juntos veían todo color de rosas.
Decidí hablar con una amiga y pedirle que me acompañara para hacerme un test de embarazo. Fuimos a una farmacia, compramos el implemento para hacerlo y, en un momento en que no había nadie en su casa, lo comprobé, era oficial, había dado positivo.
Hable con Johan y le comunique el resultado, hablamos mucho aquel día y surgieron muchísimas dudas, pero también muchos deseos e ilusiones. Ambos estábamos decididos a afrontar el cambio que se avecinaba en nuestras vidas y todo lo que eso suponía.
Decidimos no hablar con nuestros padres por el momento. Sus padres eran muy buenas personas, pero mi padre sería un gran problema y ambos le teníamos terror. Y eso que Johan apenas lo conocía y yo no le contaba ni el veinte por ciento de los maltratos físicos y psicológicos con los que nos atormentaba a mi madre y a mí.
Deducimos que sería prudente hacer una consulta con una ginecóloga, yo había logrado hacerme de unos ahorros cuidando él bebe de una vecina y Johan también tenía algo de dinero, así que buscamos una y fuimos.
Los resultados fueron más que alentadores, tenía dos meses y medio de embarazo y él bebe estaba en excelente estado. Pero ambos éramos menores y la doctora, según nos dijo, estaba en la obligación de hablar con un mayor a cargo. Yo no quería saber nada, tenía mucho miedo de que mi padre se enterara, pero no tenía escapatoria. Estuvimos de acuerdo en que la mejor opción para hablar de aquel asunto seria la madre de mi novio.
Así lo hicimos, la primera en enterarse fue su madre, que al principio se asustó y vinieron a su mente y a su boca todas las contras y los peros con los que tendríamos que lidiar al recibir a aquel pequeño. Pero luego, cuando pasaron los dias, nos veía juntos y mi panza ya comenzaba a notarse fue cediendo y fue de gran apoyo para nosotros. Su padre cuando se enteró se emocionó muchísimo y estuvo más que dispuesto a darnos una mano.
Yo fui muy clara con su madre y su padre con respecto a mi padre, no podía enterarse, porque no podía asegurar lo que podría llegar a pasar, como así tampoco debía enterarse mi madre, pues lo primero que haría seria contarle todo, porque vivía aterrada bajo sus amenazas. Cualquier cosa que hiciéramos mal mi hermano o yo siempre era su culpa y se lo hacía pagar de la peor manera.
Era consciente de que debía pensar en algo con urgencia, porque cuando el embarazo avanzara no tendría manera de ocultarlo. Por el momento era invierno y tendría un par de meses más para disimularlo bajo la ropa hasta estar segura de que hacer.
Pero es muy difícil ocultar una cosa así, más aún cuando vas al colegio y las personas en las que confías no son tan confiables. Mi amiga Annette, la que me acompañara y me ayudara con el test, tuvo la indiscreción de contarles a un par de chicas de la clase, una de las cuales le conto a su madre, que por desgracia era una chismosa y tenía contacto con mi madre. En consecuencia, la noticia llego a oídos de mi madre, en un corto lapso de tiempo.
Ya tenía cinco meses de embarazo por aquel entonces, ese día llegue a mi casa, mi madre espero que me metiera en la habitación y cuando me estaba quitando la ropa para cambiarme, me sorprendió… _Soltó mis manos, se incorporó e, inclinándose, alcanzo la botellita de agua que dejara en el piso a nuestros pies. La destapo y bebió un gran trago…
Se quedo sentada en el borde del sillón, de costado a mí, mirando fijamente la pared que tenía enfrente, sin mirarme y sin hacer ningún gesto…
_Era un niño… se llamaba Adrien… _logro expresar con una voz extremadamente dolida, que termino por quebrarse definitivamente al final de la oración_
Llevo las manos a su rostro y comenzó a llorar desconsoladamente. El dolor se hizo carne desde sus entrañas y fue exteriorizado por su boca en profundos gritos al borde del alarido. Se me oprimió el corazón al verla en ese estado y tomar conciencia del sufrimiento que la estaba carcomiendo por dentro.
La abrace y la bese con todo el amor del que fui capaz en ese momento. Sus lágrimas no dejaban de caer, parecían inagotables y en un instante en el que pudo articular palabra, una afirmación escalofriante e impregnada de un profundo tormento salto de sus labios…
_¡¡¡Yo lo mate Valen!!! ¡¡¡Soy una persona horrible!!!
Me impactaron muchísimo sus palabras y el pesar con el que las expresara, como si todo aquello hubiera estado guardado todos esos años desde que sucediera, hasta ese preciso momento en el que, por fin acababa de exponerlo a la luz.
Siguió llorando de manera desgarradora, mientras, la sostuve entre mis brazos, se me ocurría que era lo único que podía hacer por el momento. Era algo por lo que necesitaba transitar, dejar salir todo ese dolor estancado, sería el puntapié inicial para comenzar a perdonarse y deshacerse de la culpa para siempre.
Pasados unos cuantos minutos comenzó a tranquilizarse y sus lágrimas fueron mermando, besé su cabeza cariñosamente y me incliné para alcanzar el rollo de papel. Le ofrecí una hoja y seco sus ojos y limpio su nariz. Su rostro estaba desfigurado tras aquellos largos minutos de llanto sostenido, entonces me miro, con la mirada hinchada y enrojecida…
_¡¡¡Perdóname!!! No quise ponerme así… No debí… _me dijo en tono de suplica_
La tome con ambas manos de sus mejillas, acerque mi rostro a centímetros del suyo y la mire a los ojos…
_¡¡¡Shhh…!!! No digas más eso, me alegra mucho que hayas podido hacerlo, es hora de que te enfrentes con tus demonios y comiences a sanar… Yo te ayudare y te apoyare en todo lo que este a mi alcance, si tú me lo permites, claro…
_Gracias Valen, eres increíble… y claro que te lo permito.
La abrace más fuerte aun y la bese en los labios, durante unos instantes nos enredamos en un idilio de besos y miradas, que invitaban a perdernos la una en la otra.
_Sigue con tu relato, si? Debes desprenderte de todo aquello que te atormenta, debes dejarlo atrás _le dije cuando noté que ya estaba más animada y la angustia había aflojado_
Me miro con la típica carita de un niño al que mandan a hacer algo que no quiere, luego cerro sus ojos y asintió con la cabeza. Se acurruco contra mí y recostó su cabeza en mi pecho, mientras yo acariciaba su mejilla…
_Mi madre me dejo encerrada en la habitación, después de quitarme mi teléfono y hacer que le confesara quien era el padre. Mi cuarto estaba en un segundo piso, por lo que huir por la ventana no era viable, aunque hoy, sabiendo lo que después vendría, considero que habría sido una opción mejor. La casa se encontraba en una zona rural, al este de Lyon y el vecino más cercano estaba bastante lejos, por lo que gritar tampoco era una opción inteligente.
Estuve allí encerrada durante unas tres horas, hasta que empecé a oír gritos, eran de mi padre y le gritaba a mi madre. Era más que evidente que le había contado y luego, comenzó a escucharse el ruido de cosas romperse, golpes y gritos de súplica.
Me encontraba aterrada, me senté en la cabecera de mi cama, con la espalda contra la pared, hecha un bollito. Mas cosas se rompieron, más gritos se escucharon y de repente el silencio lo domino todo por completo. Pero apenas duro un par de minutos, pues fue perturbado por el crujir de los escalones, producido por pasos que se acercaban, subiendo inexorablemente.
Se detuvieron frente a mi puerta, yo temblaba y sollozaba, previendo lo que se avecinaba. La llave entro en la cerradura y giro dos veces, levanté mi cabeza y vi como la puerta se abría dejando al descubierto la figura de mi padre, con el rostro desencajado y los ojos inyectados en sangre. Entro en el cuarto como un rayo y fue directo hacia mí, que ya no podía hacerme más pequeña, gritando como un loco: _ ¿Qué hiciste puta de mierda…? ¡¡¡Te voy a matar!!!
En milésimas de segundos sentí su mano furiosa cerrarse en torno a mi cabello, me levanto repitiendo las mismas palabras, mientras yo forcejeaba en vano intentando abrir su mano para hacer que me soltara. Entonces me propino un brutal golpe de puño en la frente, aventándome contra el placar, para luego caer sentada en el piso muy mareada, casi inconsciente.
Sentí la sangre caliente chorrear desde mi frente y deslizarse por mi nariz, alcé la vista y mi padre se me venía encima, cerré los ojos esperando el próximo golpe, pero a cambio un grito estremecedor de mi madre detuvo las acciones. Creo que fue la única vez en la vida que hizo algo valiente por mí, y aquello tuvo un alto precio. Apenas la escuché abrí los ojos, tenía toda la cara golpeada y la ropa desgarrada producto de la pelea que tuvieran hacia instantes abajo.
Mi padre se volvió hacia ella, esta hizo un paso hacia atrás intentando cubrir su rostro, pero un golpe de revés la arrojo contra la pared y luego al piso. Cuando estuvo caída camino unos pasos hacia ella y le descargo una seguidilla de unas cuatro o cinco patadas sobre su cuerpo, hasta que quedó inconsciente. Escupió sobre ella y luego le grito: _¡¡¡Tú eres responsable por lo que hace la puta esta!!!
Luego se volvió hacia mí, me señalo con su dedo índice y con el odio impregnado en su mirada asevero: _Esto no ha terminado…
Nunca pude entender la maldad de mi padre, ni de donde provenía tanto odio, me cuesta recordar si alguna vez fue diferente. Siempre nos maltrató física y verbalmente, pero jamás como aquel día. Fue una pesadilla, pero aún no terminaba. Cuando escuché que sus pasos se alejaban enjugué mis lagrimas que aún seguían cayendo y fui hasta donde estaba caída mi madre. Aun respiraba, pero estaba muy golpeada, entonces intente despertarla, pero fue en vano. Nuevamente escuche los pasos de mi padre subiendo la escalera, entonces me levante y volví a sentarme en mi cama como cuando entrara la primera vez.
Subió con su botiquín, se notaba más tranquilo y, aunque el enojo seguía presente en su rostro, esta vez no dijo nada, se mantuvo en completo silencio.
Mi padre tenía tercer año completo de la carrera de cirujano y es por eso que poseía el conocimiento necesario como para curar a mi madre. Reviso todo su cuerpo, supuse que para ver si tenía algo roto, y terminada la revisión, la levanto y la sentó contra la pared. Con suaves bofetadas en sus mejillas logro despertarla, mi madre no dijo nada, pero apenas despertó el terror se instaló en sus ojos y las lágrimas brotaron instantáneamente.
Como si nada pasara, mi padre, tomo unas gazas, las empapo en desinfectante y comenzó a pasarlas suavemente por la cara ensangrentada de mi madre, descubriendo hematomas y cortes varios.
Trate de tranquilizarme y dejar de llorar, no quería emitir ni el más mínimo ruido, pensaba inocentemente, que quizás si no me escuchaba pasaría desapercibida y bajaría sin más incidentes.
Termino de curar a mi madre e hizo que se levantara, le pregunto si podía caminar, esta asintió con la cabeza y entonces le ordeno que bajara. Bajo su cabeza, salió de la habitación y se perdió escaleras abajo. Mi padre se volvió hacia mí con su clásica expresión severa y el terror volvió a invadirme, mi cuerpo temblaba y transpiraba, aunque hacia frio. Lo mire a los ojos muerta de miedo y con tono de súplica balbucee: _Por favor… Por favor no…
Escaparon un par de lágrimas de mis ojos y mi padre me dijo secamente: _¡¡¡Shhh…!!! Voy a curarte la frente…
Cerré los ojos y me entregue, resignada a cualquier cosa que viniera, recién volví a abrirlos cuando escuche la puerta cerrarse. Se había ido, me di vuelta, enterré mi rostro en la almohada y llore, y llore…, hasta que mis ojos se secaron y quede completamente dormida.
Permanecí tres dias encerrada en la habitación, sin teléfono, sin ir al colegio, sin hablar con nadie, y sin siquiera saber nada de Johan. No me dejaba ir al baño si no era acompañada por él, y cuando se iba me dejaba un tarro para que haga mis necesidades. Solo mi madre subía a llevarme comida, pero solo cuando él estaba en la casa, y tenía prohibido hablarme o dejarme salir del cuarto.
Pasado el tercer día y en las primeras horas del cuarto, la puerta se abrió y mi padre entro acompañado de un hombre mucho más mayor, con una maleta. Tenía aspecto descuidado, pelo blanco y bastante corpulento, se refirió a él como el doctor Blanch y entonces me dijo: _El doctor se hará cargo de tu bebe…
Me incorpore de un salto, saliendo de la cama, para ponerme contra la pared, mi boca se secó, mi corazón se aceleró y balbuceando logre preguntar: _ ¿A qué te refieres…?
Sus ojos se clavaron en los míos como puñales de hielo y fingiendo una serenidad, que yo sabía que no tenía, me dijo: _Andrea, no hagas esto más difícil de lo que ya es…, recuéstate que el doctor tiene que verte…
Todas las alarmas de mi cuerpo se encendieron al unisonó, me pegue a la pared con la espalda y las palmas de las manos, como queriendo meterme en ella para estar a salvo. Mi padre se acercaba inexorablemente y no había nada que pudiera hacer por evitarlo.
La puerta había quedado abierta y tenía unos tres metros entre esta y yo, de un salto subí a la cama, cruce corriendo por encima y, esquivando un manotazo de mi padre, alcancé la salida de la habitación.
Bajé la escalera lo más rápido que me fue posible y corrí como nunca en mi vida, para alcanzar la puerta de salida de la casa que, para mi desgracia, estaba trabada y ya tenía a mi padre a pocos metros. Me perseguía en silencio con mirada asesina, como un perro furioso, chorreando baba. Entonces volví a correr unos metros y llegué hasta el cuarto en donde estaba su escritorio, entre y esta vez la suerte estuvo de mi lado, la llave estaba en la puerta, así que me encerré.
El corazón se me salía por la boca, nunca en mi vida había estado tan asustada. Mi padre ya estaba frente a la puerta moviendo el picaporte frenéticamente y repitiendo con voz calma, firme y alta: _¡¡¡Andrea abre la puerta!!! ¡¡¡Hazlo…, por tu bien!!!
Me quede en silencio, me apoye contra el escritorio frente a la puerta, con el rostro lleno de lágrimas y tomando mi vientre con ambas manos. No tenía escapatoria, no sabía qué hacer, en la puerta estaba mi padre y la ventana de aquel cuarto tenía rejas.
El terror fue creciendo en mi cuando empezó a embestir la puerta para romperla. Rodeé el escritorio quedando detrás, mientras los golpes se hacían cada vez más fuertes y seguidos y en aquel momento recordé que en el cajón derecho guardaba un arma, un revolver calibre treinta y dos.
Sin perder un segundo abrí el cajón y debajo de una carpeta lo encontré. Dude unos instantes en tomarlo, hasta que escuche la puerta crujir, al romperse parcialmente. Aún seguía cerrada pero no pasaría mucho tiempo de aquel modo así que, empuñe el revolver, le saque el seguro y lo apunte a la puerta.
Los golpes se descargaron en una sucesión que parecía interminable, hasta que un ruido seco de madera quebrada exploto en el aire y mi padre irrumpió hasta la mitad del cuarto, impulsado por la inercia al derribar la puerta, como una fiera que lograba al fin su libertad.
Sacudió algunos restos de madera de su hombro, luego levanto la vista y me miro directo a los ojos, se quedó quieto unos instantes observándome, su mirada era la de un lobo sediento de sangre y nada bueno pude ver en ella. Sentí que si en ese momento él hubiera tenido el arma no habría dudado en disparar. Miro el revolver unos segundos y luego volvió a mis ojos diciendo con voz severa y calmada: _¡¡¡Dame eso!!!
Temblaba, lloraba y jadeaba, mis manos parecían las de un enfermo de Parkinson y mi corazón galopaba como un corcel en el tramo final de una carrera. Mi boca seguía aún más seca, mi garganta se hizo un nudo y el sudor me baño completamente.
Entonces camino lentamente hacia mí, en silencio, pausadamente, con la seguridad del cazador que tiene a su presa acorralada. Hice todos los pasos que pude hacia atrás hasta recostarme contra la pared, pase el puño izquierdo de mi sweater por mis ojos, en un intento de secar mis lágrimas, empuñe el revolver con ambas manos y lo apunte directo al pecho de mi padre. Este siguió avanzando y cuando estuvo a unos dos metros de mi extendió su mano derecha diciendo: _Andrea dame eso…
Mi respiración estaba agitada, aprete mis dientes, cerré los ojos e intente apretar el gatillo, juro que lo intente… Pero mi dedo no respondió, no pude hacerlo, solo era un insignificante movimiento y no pude hacerlo. Estaba paralizada, todo transcurrió en fracciones de segundos, abrí mis ojos nuevamente y volví a intentar, nada… Lo próximo que sentí fue la mano derecha de mi padre arrebatándome el arma y su palma izquierda estrellándose en mi cabeza.
Me deje caer de rodillas al piso totalmente abatida, impotente y decepcionada de mí. Mi padre me tomo del cabello bruscamente y me levanto, sin articular palabra me llevo de vuelta hasta mi habitación, donde me esperaba aquel personaje macabro que lo acompañaba. Ya no tuve fuerzas para resistirme, sentía que mi vida ya no tenía sentido y en ese mismo momento tuve deseos de morir. No hubo señales de mi madre durante esos acontecimientos, seguramente estaría encerrada.
Mi padre me sentó en la cama y le ordeno a su acompañante que me inyectara, creo que estaba en shock, pues ya no atine a hacer nada en mi defensa. El hombre, con una actitud de total indiferencia, se acercó a mí con una jeringa en su mano y me ordeno que me acostara. Entonces, este supuesto médico, descubrió mi brazo, clavo la aguja en mi vena y descargo todo el contenido en mi sistema.
En instantes comencé a sentir una profunda pesadez en todo mi cuerpo, que fue aumentando irremediablemente, hasta que ya no tuve control alguno y mis parpados cayeron, entrando en un profundo sueño.
El aborto era legal en Francia desde mil novecientos setenta y cinco, podía llevarse a cabo dentro del primer trimestre de embarazo, luego de este periodo debía existir el visto previo de dos médicos corroborando que estaban dadas las condiciones para realizarlo, certificando que no había riesgos para la salud física y psicológica de la mujer. A partir del dos mil la ley permitía a mujeres menores de edad abortar dentro de las doce semanas de embarazo sin el consentimiento de sus padres, solo debían ir acompañadas por una persona mayor de su elección.
Obviamente no era mi caso, principalmente porque mi deseo era continuar, además de estar ya pisando el quinto mes. Por eso mi padre contrato a aquel carnicero, porque lo que pretendía hacer era un completo crimen. Se movía en el mundo de la política, rodeado de poderosos y corruptos, no era difícil para el conseguir cualquier cosa que se propusiera.
Jamás supe que paso, que fue lo que me hicieron, tengo un recuerdo vago de haber despertado y ver a mi padre, a mi madre y al doctor a mi alrededor, pero nunca supe si fue real o solo un sueño. Hasta que, al fin, fui definitivamente consciente, pasados ya día y medio.
Desperté con una molestia en mi bajo vientre, que fue creciendo hasta convertirse en una punzada bastante dolorosa. Al abrir mis ojos, no pude enfocar normalmente, mi vista estaba borrosa y veía doble. Solo se encontraba mi madre conmigo que, al notar que había despertado, se levantó de la silla en la que estaba, se acercó hasta mí y paso su mano por mi cabeza sin decir nada. Pasados unos cuantos minutos fui volviendo, poco a poco, de aquel estado de embriagues en el que estaba sumergida y pude empezar a sentir y a tomar control de la totalidad de mi cuerpo.
Lo primero fue el dolor agudo en mi vientre, y luego ese vacío espeluznante, desolador, extendiéndose desde el centro de mi ser, hasta salir escupido por todos los poros de mi piel. En ese momento fui consciente de que ya no había otra vida en mi interior, de que ya no volvería a sentir sus movimientos y sus pataditas, de que ya Adrien había muerto y los latidos de su vida se habían extinguido para siempre.
Andrea estaba tumbada de lado con su mejilla izquierda apoyada en mi pecho, mientras yo acariciaba su otra mejilla. Cerro los ojos apurando la precipitación de un par de lágrimas y apoyo su mano encima de la mía, en su mejilla, presionándola como para sentirla más profundamente.
Nos quedamos así unos minutos, en silencio, como ofrendando una última despedida a Adrien. Estaba muy conmovida por su relato, casi pude vivir con ella toda esa impotencia y ese dolor, y el sabor salado en mis labios delataba el cauce de lágrimas que habían corrido por mi rostro.
Tome el rollo de papel, limpie mi nariz, seque mis ojos e hice que Andrea se incorporara. La tome de su hombro y la gire para que quedara frente a mí, su rostro revelaba mucha tristeza aun, pero el temor a contarme y a mi reacción habían desaparecido. En su lugar un aire de tranquilidad y liviandad podía divisarse en sus ojos, hinchados y enrojecidos por el llanto.
Sin dejar de ver en su mirada acaricie sus mejillas con ambas manos y luego, pasando mi dedo gordo por debajo de sus ojos, seque los restos de sus lágrimas…
_Bonita… ¡¡¡Que feo lo que te ha tocado vivir!!! Realmente lo lamento muchísimo… Pero has sido demasiado dura contigo todo este tiempo. Tienes que dejar esto atrás, debes perdonarte y comenzar a entender que hiciste lo que podías…
Abrió los ojos y me miro con pesar…
_Podría haber hecho más Valen…, solo debía apretar ese gatillo, Adrien estaría vivo de no ser por mi debilidad y mi cobardía… Es culpa mía que este muerto.
Cerré mis ojos y suspire suavemente, luego los abrí y apoye mi mano en su mejilla…
_Escucha corazón… cada uno es responsable por las cosas que hace, y por las que no hace. Pero no se es culpable por las habilidades que no se poseen, no puedes culpar a un pez por no poder volar. Matar es una habilidad para la que no todos estamos preparados, apenas eras una chica de quince años, no puedes culparte por no haber podido tirar del gatillo y matar a tu padre.
Miro hacia abajo, luego levanto la mirada y la perdió en el vacío detrás de mí…
_Debí hacerlo…
La tome de su mentón y acomode su cabeza volviendo su mirada hacia mí…
_Oye…, si nos pusiéramos a pensar seguramente hallaríamos unas cuantas variables que podrías haber llevado a cabo en aquel momento para tener un resultado diferente, pero las cosas sucedieron como sucedieron y jamás será de otra manera. Debes enfrentarlo, debes amigarte con los hechos y aceptarlos definitivamente. Por otra parte, debes perdonar…, a ti y a quien sea necesario. Levanta de una vez esa ancla que tienes en el pasado y comienza a vivir el hoy.
_ ¿Perdonar dices? ¿hablas de perdonar a mi padre? _pregunto frunciendo el ceño_
Cerré los ojos y asentí con mi cabeza, ella instintivamente se molestó y volvió su mirada al vacío…
_Si Andy… Si realmente quieres seguir adelante, crecer y hacer tu vida, debes dejar todo aquello atrás. Una de las cosas que te mantiene presa en el pasado es el rencor, es esencial perdonar para sanar y poder mirar hacia el frente. Y principalmente perdonarte a ti misma, para llegar a gustarte y amarte. Porque si no posees la capacidad de amarte a ti misma, jamás podrás verdaderamente amar a alguien más _Sus ojos se humedecieron y me miro con cierta expresión de intriga_. Pero no te confundas, no estoy diciendo que debas contactar a tu padre y pedirle disculpas en persona, no es necesario que él te escuche o te lea. Se trata de ti, se trata de sacar el odio y la ira de tu corazón, debes desterrar esos sentimientos definitivamente de tu interior.
Tampoco perdonar significa estar de acuerdo con sus actos, se trata de cortar un lazo, de limpiar tu ser, de sacar todo lo negativo que impide que lo positivo florezca. Perdónalo, perdónate y perdona a cualquiera que alimente esos sentimientos en ti.
El otro día te dije que no creo que haya personas malas, que solo hay personas equivocadas y muy atormentadas. Tu hiciste lo que pudiste, tanto como el, como tu madre y como cada uno de nosotros. Muy difícilmente en algún momento logres entender a tu padre, pues para eso deberías conocer ciertos hechos de su vida que lo llevaron a actuar de semejante manera, pero ten por seguro que una persona que actúa como él lo hizo, es alguien tras un profundo sufrimiento.
Si no lo perdonas, si no te limpias de toda esa mierda que te provoco y te provoca, serás su esclava de por vida _Su mirada se llenó de resignación, luego cerro sus ojos y bajo su cabeza. Entonces pasé mi brazo por encima de sus hombros_. Yo quiero ayudarte, voy a estar contigo si me lo permites. Me gustaría que cuentes conmigo, que sepas que no tienes que estar sola, puedes apoyarte en mi… _Llevo sus manos a su rostro y su llanto volvió a brotar, la tome por sus muñecas e hice que se descubriera_ Ya paso bonita…, ya paso…, no llores más, estoy aquí contigo, y no he salido corriendo como pensabas _le dije arrodillándome frente a ella_.
En medio del llanto una sonrisa surgió y se acomodó en sus labios, luego se dejó deslizar por el sillón hasta quedar arrodillada frente a mí y abrazarme con toda su fuerza…
_¡¡¡Gracias!!! ¡¡¡Gracias!!! _exclamo sentidamente_
_Por nada hermosa, gracias a ti por confiar en mi… _le respondí a la vez que correspondía con ternura su abrazo_
Me apretó aún más fuerte entre sus brazos y se sintió tan bien, me gustaba tanto, la sentía tanto… Cuando estaba con ella todo mi ser vibraba en otros niveles, me llenaba y me rebalsaba de vida, mucho más allá de lo meramente terrenal de mi cuerpo físico.
En aquel instante un deseo incontenible me invadió por completo, una especie de energía indomable, que tuvo su foco en mi pecho y se esparció como una nube de gas, cubriéndolo todo a su paso y contaminando todo mi cuerpo por dentro. Y al encontrar su boca, aquella capaz de proporcionar la chispa necesaria para combustionar, ambas ardimos en un intenso fuego que, en milésimas de segundos, nos envolvió por completo hasta explotar en una interminable seguidilla de besos, que fueron cayendo y apilándose como leña seca en nuestra hoguera, retroalimentando las llamas que nos abrasaban.
Tenía ese no sé qué, que me hechizaba y me ponía no sé cómo y, esa cosa para la cual no tenía explicación, hacía que me entregara y me perdiera en ella y con ella. Cuando nuestras bocas se encontraban, se abría un portal por el cual desaparecíamos del mundo, para perdernos en un torbellino de deseo, lujuria y placer sin control. Me excitaba sin remedio, encendiéndome desde dentro y haciendo que ardiera en cada milímetro de mi piel. Uno a uno, desabroché con desenfreno los botones de su camisa, abandone por un instante las delicias de su boca y me despoje de la musculosa.
Nuestras miradas se enfocaron la una en la de la otra por unos segundos, quedando denunciado en ellas el deseo, la calentura y el hambre que albergaban nuestros cuerpos por el de la otra. Y en un instante, en que nuestros pezones se rozaron mutuamente, los sentí endurecer y comprimirse al instante y entonces, mi clítoris palpito deseoso y mi vagina, clamo con urgencia desesperada por su atención.
Sin dejar de sumergirme en sus ojos, la rodee con mis brazos y la estreche contra mí con delicadeza, haciendo que sus tetas se apretaran contra las mías. Cerré los ojos y me entregué a la suavidad de su piel, sintiéndola y disfrutándola, recorriendo toda su espalda con mis manos por debajo de su camisa, al mismo tiempo que Andrea, devoraba, succionaba y lamia mi cuello, provocando la respuesta inmediata de mi piel, que se erizo sin remedio en toda la totalidad de su extensión.
La tome de la nuca y la presione contra mí, invitándola a dar rienda suelta a su gula, mientras gemía suavemente y tomaba conciencia del deseo húmedo naciendo en mi entrepierna, corriendo salvajemente por todo mi cuerpo. En un reflejo me pare y, tomando su rostro desde sus mejillas con ambas manos, la invite a seguirme. Al subir, Andrea arrastro su lengua desde mi panza, pasando en medio de mis pechos y surcando mi cuello hasta mis labios, para hundirla entre ellos en mi boca y reunirla con la mía, que la recibió con ansias, en una bienvenida zigzagueante, colmada de deseo.
La tome por sus glúteos y ella por los míos, y nos comimos la boca durante varios minutos, luego de los cuales, hice que girara dándome la espalda y, rodeándola con mis brazos, tomé sus pechos y lamí su cuello, desde la base hasta detrás de su oreja. Se estremeció espontáneamente y gimió extasiada, mientras frotaba su espalda contra mis tetas y posaba sus manos encima de las mías, acompañando mi descarada incursión por todo su pecho.
Seguidamente, deslice mis manos por la redondez de sus pechos y baje por su abdomen, hasta alcanzar el botón de la bermuda. Lo desprendí, baje con delicadeza el cierre y tire de la tela hacia abajo, dejando que la gravedad se encargara de depositarla en el suelo.
Volví con mis manos a su pecho mientras succionaba el lóbulo de su oreja, luego aprete sus tetas, frotando y estirando alternadamente sus pezones. Le encantaba eso, su cuerpo no mentía y estos respondían con firmeza al mínimo contacto de mis dedos.
Luego de un par de minutos, recorrí nuevamente la extensa blancura de su suave piel, para llegar a la cintura de la tanga turquesa que llevaba puesta, para transgredirla sin permiso con mi irreverente mano derecha. Burlada la endeble frontera elástica, surque el pubis poblado de prolijos vellos y, escalando el monte de venus, trepe por su clítoris para descender, con mis dedos, en el ansiado oasis de su vagina.
Un gemido largo y profundo echo a volar de entre sus labios, pisando irrespetuosamente la voz de Marilyn y acariciando mis oídos. Su humedad envolvió mis dedos en una urgente invitación a penetrarla profundamente, sin ninguna contemplación.
Moví, sin ninguna clase de prejuicios, mis dedos hacia adentro y hacia afuera, provocando el espontaneo viboreo de su cuerpo y un intenso incremento en sus gemidos, mientras mi mano izquierda reposaba en su panza y las suyas, acariciaban y se apretaban, una en cada uno de sus pechos.
Pasados unos instantes de descontrolado desenfreno, saque mis dedos de ella y los acerque hasta su boca, dándole de chupar sus jugos. Los succiono con ansiedad desmedida y, mientras los apretaba entre sus labios, los saboreo golosamente con su lengua. Luego volví por más y yo misma chupé mis dedos, comiendo también de su elixir, mientras ella me observaba por encima de su hombro, con los ojos impregnados de lujuria.
La di vuelta de repente y, apretándola entre mis brazos, la besé apasionadamente en la boca, para soltarla instantes después y empujarla contra el sillón, provocando que cayera sentada en este. Me arrodille frente a ella y tome con ambas manos sus tetas, amasándolas, lamiéndolas y chupándolas, alternando con delicados mordiscos en sus pezones, mientras sus manos surcaban mis mejillas, para ir a enredarse en mis cabellos.
Seguidamente, baje con mis dedos a los lados de su cuerpo, hasta alcanzar su ropa interior y deslizarla por sus piernas hasta el piso. Moria de ganas de comer directamente de la fuente de su sexo y saborear de primera mano aquellas delicias. Apoye mis manos en sus rodillas, contemplando por un instante su rostro, que me miraba con expresión de súplica, exhibiendo en sus ojos, el ruego que gritaba su cuerpo por satisfacer sus deseos.
Mordí provocativamente mi labio inferior y deslice mis manos por sus piernas, hasta la altura de sus caderas e, inclinándome lentamente, llegue con mis labios a su pubis besándolo con ternura. Luego, pasando mis manos por debajo de sus piernas, la tome de los glúteos y la empuje hacia mí, dejándola al borde del sillón y su vulva, a tiro de mi lengua.
Sin esperar más me sumergí entre sus piernas y recorrí la totalidad de su raja, que desbordaba de fluidos, chorreando hasta su ano. Me regalo un hondo suspiro y se dejó caer con total entrega contra el respaldo del sofá. Lamí y saboreé cada gota que se me ofrecía, con calma, como quien come con disfrute de su postre favorito, esperando que jamás se acabe. Comí de su entrepierna, hasta que en sus labios solo quedo la humedad de mi saliva, para luego explorar con mi lengua en su vagina, a la espera de recibir más de aquel manjar divino.
Se retorció y tomo con fuerza mi cabello, a la vez que lanzaba un grito ahogado, como preludio de la sinfonía de gemidos y jadeos que a continuación expondría para mí. Me excitaba sobremanera su disfrute, verla, sentirla y escucharla, me transportaba hasta los límites más hondos de mi deseo.
Jugué con mi lengua en sus profundidades, mientras mi dedo gordo, lubricado con sus jugos, se frotaba sin piedad en el rosado intenso de su clítoris. Ahora sus dos manos estaban en mi cabeza, presionando, tirando y enredando mis cabellos.
_¡¡¡Ah…!!! ¡¡¡Que hija de puta…!!! _exclamo, en un tono agónico y entrecortado_
Sonreí con malicia, detuve mi dedo y levante mi cabeza hacia ella, privándola de todo estimulo…
_Bueno, disculpa…, puedo parar si quieres… _le dije con ironía_
Y en un acto reflejo, abrió sus ojos y me miro asombrada… No dijo nada, solo sonrió y mordió su labio inferior, para luego presionar sobre mi cabeza, hasta estrellar mis labios en su vulva…
_Creo que eso es un no… ja, ja… _dije riendo y sin levantar la cabeza, para continuar lamiendo apasionadamente su sexo_
En ese instante, lleve mi dedo índice hasta su ano, que se encontraba super chorreado con mi saliva y sus jugos y, con la punta, jugué en la puerta de su esfínter, girándolo hacia un lado y hacia el otro, como si enroscara y desenroscara un tornillo. Sus caderas se sacudieron bruscamente y, en pocos segundos, sus gemidos crecieron en intensidad.
Luego, arrastré mis labios hasta su clítoris y, deslizando el prepucio hacia arriba, le ofrecí a su glande una avalancha de deliciosas caricias con la punta de mi lengua. Presiono su espalda contra el respaldo del sofá, llevo sus manos hasta el borde de este y apretó con fuerza a ambos lados de su cabeza, al tiempo que gritaba, ya ahora, descontroladamente.
Deje caer un poco de saliva sobre mi dedo índice y, cuando estuvo bien lubricado, lo interne con delicadeza en su ano, muy despacio, hasta perderlo completamente en su interior. Lo moví hacia adentro y hacia afuera y a la vez girándolo, primero lentamente, para luego ir imprimiendo, gradualmente, más velocidad.
Andrea estaba en el punto más álgido de su clímax, mientras yo, cogía su culo y succionaba su clítoris, apretándolo con mis labios y lamiendo su glande sin descanso. Y entregada totalmente al desenfreno, se debatía entre alaridos, gemidos, manotazos y jadeos.
Un fluido espeso y blanquecino chorreo por su vulva, y no pude resistir la tentación de lamer aquella leche, saboreándola y tragándola golosamente. No podría durar mucho más, estaba encima de la ola, a punto de romper y desparramarse en la arena y yo, estaba dispuesta a darle el empujón final. Suspendí toda acción y me senté pegada a su lado, entregándole mi boca, para que descargara toda esa pasión acumulada, en mis labios. La comió de manera voraz, invadiéndola con su lengua, la succiono y la mordió con suave desesperación, al tiempo que dos de mis dedos tomaban por asalto su vagina, que yacía carente de defensa alguna. Ya no gemía, ya no jadeaba, sus únicos sonidos eran gritos desinhibidos de placer, un placer que, inminentemente, explotaría por los aires.
Mis dedos chapotearon dentro suyo con ansiosa urgencia, las paredes de su vagina se amalgamaron a ellos, cerrándose en un profundo abrazo rebalsado de lujuria. Apretó sus parpados, apretó sus puños y sus gritos se ahogaron en un instante de suspenso.
Abrió su boca tan grande como pudo conteniendo a la mía y a mi nariz dentro de ella, su cuerpo tembló desde la cabeza a los pies, como si hubiese recibido una fuerte descarga eléctrica y se detuvo de repente en un instante de total expectación, para que, finalmente, sus caderas se sacudieran bruscamente, acompañando al estallido de gritos que explotaron en mi rostro y fluidos que chorrearon por mi mano, a través de mis dedos.
Respire y me embriague de su último aliento, y me impregne con disfrute de sus jugos, nutriéndome de su presencia y de su ser alucinante.
Quedo literalmente desparramada en el sillón, con sus ojos cerrados y una sonrisa dibujada en sus labios. Sus manos descansaban encima de su vientre, al tiempo que mis dedos, aún permanecían dentro de su vagina. Los moví lentamente hacia afuera para sacarlos y los llevé hasta mi boca, chupándolos bajo la supervisión de sus ojos borrachos de placer que, poco a poco, volvían al plano terrenal. Luego la convide con ellos, los chupo y los saboreo con gran gusto, mientras me observaba con la mirada inyectada en lujuria.
Pasada aquella alucinante sesión, mi sangre corría a borbotones por mis venas y la humedad de mi entrepierna violaba por completo los límites de mi ropa interior. Mi cuerpo entero la pedía a gritos, ansiaba sus labios, su lengua, sus manos, sus dedos; expulsando deseo por cada poro de mi ardiente piel.
La bese con voracidad por unos instantes, luego, sin decirle nada, me levante y tome su mano, conduciéndola hacia la habitación. A toda prisa, apenas entrar, me quite las sandalias, la mini falda y el culote y, apenas terminar, me empujo deliberadamente, tumbándome de espaldas en la cama.
_Ahora te toca a ti…, veamos que tienes…, ja, ja… _expreso con picardía, mientras se sacaba las zapatillas y la camisa_
Le sonreí expectante y en segundos la tuve encima de mí. Nos besamos profundamente, entregadas por completo, en cuerpo y alma, y nuestras manos se multiplicaron sobre nuestros cuerpos, abarcándolos en toda su extensión. De repente, comió con dulzura de mi cuello, erizando instantáneamente la totalidad de mi piel, dando a luz a mi primer gemido.
Me removí debajo de ella como un gatito y aprete con fuerza mis manos en sus glúteos. Mientras, dando pequeños pasos de besos, succiones y lamidas, Andrea, descendió hasta mi pecho alejando sus glúteos de mis manos, que subieron hasta tomar su cabeza y apretarla contra mis tetas.
Sus labios y su lengua asaltaron desvergonzadamente mis pezones y pude sentir la piel contraerse en ellos, en una respuesta espontanea a aquella avalancha de placer descargada por su boca. Me encontraba increíblemente caliente, adoraba sus besos en mis tetas, pero deseaba con urgencia que comiera mi vagina y, como intuyendo el apuro de mi deseo, comenzó a descender lentamente por mi cuerpo, camino de mi entrepierna. Ansiosa, guie su excursión con mis manos sobre su cabeza, supervisando con mi mirada su recorrido.
Me excitaba sobremanera observarla devorarme, ver sus labios unirse para desparramarse en besos sobre mi piel, su lengua dejando un rastro de saliva ardiente a través de mí y sus manos regalándome dulces caricias donde quiera que tocaran, se veía perfecto, y se sentía aún más perfecto. Cada beso, cada lamida y cada caricia sabían exactamente dónde y cómo estimularme de la mejor manera.
Al llegar a mi pubis, con sus manos abrazando mis caderas, levanto la cabeza con mirada furtiva buscando mis ojos y al encontrarlos, me disparo con una sonrisa entreverada sensualmente entre malicia y picardía, para luego morder su labio inferior e internarse definitivamente entre mis piernas.
Me estremecí inevitablemente, al sentir sus labios en el periné plasmándose en un beso, entonces solté por unos instantes su cabeza y aprete mis puños con fuerza, al tiempo que levantaba mis caderas, arqueando mi espalda inconscientemente. Seguidamente, en un acto reflejo, volví a presionar su cabeza contra mi exhalando un intenso gemido, cuando su lengua recorrió por completo mi raja y se estrelló en el glande de mi clítoris. Algo parecido a un movimiento sísmico se produjo en mi cuerpo, expandiéndose en temblores ondulantes, desde mi entrepierna hasta cada rincón de mi anatomía.
En ese instante, tuve la sensación de que la explosión de mi deseo no tardaría en llegar, me sentía extremadamente excitada y Andrea potenciaba todos mis sentidos, expandiéndolos hasta límites inimaginables.
Inmediatamente, su lengua lamio mi clítoris y, sin dejar de succionar y juguetear en el glande, sus dedos penetraron mi vagina, cogiéndome con deliciosa suavidad. Entraban y salían con resbalosa facilidad, mientras yo gritaba y me retorcía de placer, encantada de sentirla dentro mío y obnubilada por sus besos, que me transportaban por diferentes niveles de placer.
En ese momento, llevo la mano hasta su entrepierna y comenzó a masturbarse y, entre lengüetazo y lengüetazo, de su boca escapaban suaves gemidos que me volvían aún más loca por ella.
Todo mi cuerpo denunciaba efusivamente que ya se acercaba mi final, me aferré con ambos puños a las sabanas y aprete con desesperación, al tiempo que gemía sin descanso con algún que otro grito furibundo intercalado en la secuencia, mientras mi sangre caliente transportaba el deseo por todo mi ser, hasta cada terminal nerviosa de mi piel.
Y entonces, cuando estaba llegando a la cima del pico más alto del placer, para luego dejarme caer en picado en los brazos del gozo eterno…, detuvo sus acciones repentinamente. Levante la vista y la mire, aun jadeando, con una mueca en mi rostro que exigía una inmediata explicación. Solo me miro con expresión libidinosa y con movimientos urgentes, se giró y acomodo su cuerpo pasando su pierna derecha por debajo de mi izquierda y la izquierda por encima de mi derecha quedando ambas, en una posición de tijeras.
Nuestras vulvas se besaron por primera vez, en aquel ardiente encuentro húmedo y, la primera sensación fría en mis labios menores, al sentir el contacto de los jugos que chorreaban de su vagina, me hizo alucinar de placer y deseo. Ambas cerramos los ojos y nos centramos en aquel encuentro, apenas moviéndonos, sintiéndonos la una a la otra por un instante y disfrutando del contacto mágico por el cual, nuestros cuerpos, eran una unidad fluyendo uno en el otro, transmitiendo y satisfaciendo nuestros más hondos y lujuriosos deseos.
Después de unos segundos de puro y profundo sentimiento místico ambas nos miramos, encontrándonos nuevamente en el plano físico y sus ojitos a media asta, se dirigieron a mi adjuntándole un toque de ternura a la escena lujuriosa que representábamos.
Me empujé contra su entrepierna y moví mis caderas suavemente, frotando nuestros clítoris y labios empapados en lubricación. Frunció su nariz y, abriendo a medias su boca, recito un tierno gemido para mí, al que respondí con la misma entrega. Entonces ella, meneo sus caderas aún más rápido, a la vez que sumo jadeos a la ardiente pieza que componíamos y, sostenidas por nuestros antebrazos apoyados contra la cama y elevando apenas nuestras cinturas, nos movimos alocadamente, aportando a las notas ya expuestas, una seguidilla de gritos que terminaron por componer la sinfonía sexual perfecta.
Ambas permanecimos con la mirada clavada en los ojos de la otra observando la mímica de nuestras caras, exponiendo el goce en todo su esplendor. Ya estaba llegando a la gloria de mi clímax, entonces deje de moverme esperando que me llevara de la mano, directo a cruzar el umbral del deseo, donde la conciencia deja de existir por un instante. Lo leyó perfecto en el lento cierre de mis parpados, entonces apuro intencionalmente sus movimientos, al tiempo que mis piernas comenzaban a temblar de manera insostenible, anunciando la explosión de fluidos que, segundos después, tendría lugar en mi entrepierna. Me refregué locamente contra su vulva gritando de placer, hasta que la luz de mi deseo se fue apagando, callando mi garganta y dando lugar a los últimos sacudones de mi cuerpo, residuos del resiente estallido de mi sexo.
Instantes después, me incorpore tomándome de su mano e invitándola a hacer lo mismo, jalonee su brazo hasta quedarnos enfrentadas y nuestros cuerpos, ligeramente sudados, se encontraron en un abrazo de fuego inextinguible. Acorte la distancia de nuestros labios y le ofrecí mi boca entreabierta, para que la comiera a gusto y placer; la acepto con prisa y la devoró ansiosa mientras, entre gemidos, cabalgaba frenéticamente sobre mi pierna.
Gimió entre besos unos instantes y luego abandono mis labios, para apretarse contra mí con fuerza y, con su boca entre abierta, deleitarme al oído con intensos gritos cortos. Seguidamente, me aprete también a ella y, tentada por la cercanía de su oreja a mi boca, le caí con una interminable lluvia de besos, succiones y chupadas.
La piel de Andrea se erizo contra la mía y sentí sus brazos cerrarse con más fuerza en torno a mí; disfruté sobremanera el movimiento descontrolado de sus caderas como preludio de su inminente orgasmo.
_Hazlo mi vida… quiero tu leche… la quiero toda en mi… _susurre en su oído, con mis labios pegados a su oreja_
De repente sus movimientos aminoraron y todos los músculos de su cuerpo se tensaron repentinamente entonces, su cabeza callo hacia atrás desparramando gritos y gemidos por los aires, al tiempo que su entrepierna erupcionaba varias veces, derramando fluidos calientes, que corrieron por mi pierna de manera abundante.
Se sacudió por varios segundos, contenida por mis brazos, luego de los cuales, apretó sus parpados y varias lagrimas se desprendieron de entre ellos. Entonces se abrazó a mí con fuerza y permanecimos así refregándonos, la una en la otra, por unos cuantos minutos.
_Ey… ¿Estas bien? _le pregunte suavemente al oído_
_Si… _respondió apretándome aún más fuerte_ De hecho, estoy genial… Hacía mucho tiempo que no me sentía bien, y jamás me había sentido así _ Hizo una pausa, aflojo sus brazos y se despegó de mi lo suficiente para poder verme a los ojos_. ¡¡¡Jamás había conocido a alguien como tú!!!
Sus palabras me inundaron de alegría, no pude evitar sonreír…, era tan dulce, tan tierna y la tenía allí, toda para mí. Deshice mi sonrisa, fruncí el ceño y la miré unos segundos fingiendo preocupación…
_Y… ¿Como soy yo?
Sus ojitos me miraron con la ternura de una niñita y la sonrisa que se dibujó en sus labios, trajo a mi memoria el delicioso gusto de la miel. Luego cerro sus ojos y me beso suavemente, con una ternura extrema, para luego volver a mirarme…
_¡¡¡Tú eres un ángel!! _exclamo mostrándome el alma a través de sus ojos_
Una profunda emoción me invadió por completo y entonces reí, como una manera de escapar de aquella situación, desviando su atención por otro sendero menos escabroso. Cerré mis ojos y negué con la cabeza…
_¡¡¡Ay, no…!!! Ja, ja, ja… No soy un ángel, apenas soy una chica sudamericana del montón… _exclame en tono de broma_
Me tomo de los hombros con ambas manos y me despego bruscamente de ella…
_¡¡¡Eres un ángel y punto!!! _exclamo moviendo su dedo índice frente a mi cara_ ¡¡¡No me contradigas!!! _De repente, rompió la posición en la que estábamos, para quedar arrodillada, y varios centímetros más alta que yo. Entonces, caminando con sus rodillas se acercó hacia mí, movió su tronco con rapidez y me pego con una teta en la cara_ ¡¡¡Correctivo!!! _agrego, fingiendo severidad_ Eso te pasa por contradecirme, que sea la última vez o deberé castigarte…
Debo confesar que me morí de amor, era una chica deliciosa y a cada momento descubría cosas nuevas y hermosas surgiendo de ella. Me reí muchísimo con su ocurrencia y le seguí la broma…
_Bueno, si esa será tu manera de corregirme deberé equivocarme mucho más seguido…, ja, ja, ja… _conteste a su reto_
Y reímos juntas por un largo instante…
_¡¡¡Eres una perra viciosa!!! _exclamo aun riendo_
_Si…, lo soy…, ja, ja, ja…, y me gusta serlo…, ja, ja… _le grite a la cara, lanzando una carcajada al aire_
Luego, mientras reíamos, tome una de las almohadas y se la arroje en la cara…
_Has sido una niña muy mala…, deberé castigarte… _me dijo con voz lenta y amenazante, imitando el gesto característico del Sr Burns_
_A…, ¿Sí? Ja, ja… ¿Y cómo planeas hacerlo? _pregunte cruzándome de brazos, en clara actitud sobradora_
Sin decir nada llevo sus manos a mis hombros y me tumbo de espaldas en la cama, para luego girarme por completo, quedando acostada boca abajo y a su merced, mientras ella se acomodaba por encima de mí, sentada en mis glúteos…
_Ahora veras como castigo a las niñas malas _me dijo al oído, echando su cuerpo hacia adelante_.
_Ay si…, ¡¡¡Que miedo…!!! No puedo esperar a verlo… _conteste desafiante, mientras reía, provocándola_
_Me temo que no podrás verlo, pero te aseguro que vas a sentirlo…, ja, ja, ja… _respondió riendo, con voz tranquila_
Me reí y enterré mi cara entre las sabanas entregándome, dispuesta a recibir el ¨merecido castigo¨. Recorrió mi espalda de abajo a arriba y de arriba abajo, deslizando suavemente sus palmas, que se sintieron deliciosas, al punto de activar el sensor de excitación en mi entrepierna, disparando sus ondas de alerta a los cuatro vientos. Luego, apoyo sus manos a mis lados e inclinándose contra mi espalda, me beso tiernamente en la zona de los omoplatos y, tras depositar varios besos, bajo hasta mi cintura, para volver a subir arrastrando su lengua por todo el largo de mi columna vertebral, a la vez que sus pechos se rozaron a la par, a ambos lados de mi espalda, impulsando definitivamente el nivel de mi deseo y dejándolo irremediablemente en rojo.
Se movió hacia atrás con sus rodillas a los lados de mis piernas, se detuvo un instante y me propino una fuerte nalgada. Me tomo desprevenida y la sorpresa me impulso a lanzar un grito corto y agudo, al que siguió una carcajada…
_¡¡¡Nena mala!!! ¡¡¡Que hermoso culo tienes!!!
Clavo sus garras en mis glúteos, amasándolos unas cuantas veces, para luego volver a darme otra nalgada, ahora en el glúteo opuesto. Seguidamente, separo mis nalgas deslizando, lenta y suavemente, su dedo gordo por mi ano, provocándome placenteras cosquillas, que erizaron toda mi piel, y el movimiento ondulante de mis caderas, que acompañaron al gemido ahogado que solté por ella y para ella.
Nuevamente se arrastró sobre mí con todo su cuerpo, hasta mi oreja…
_En verdad has sido una niña muy mala y debes recibir un castigo ejemplificador _me advirtió al oído_.
Sonreí, cerré mis ojos y me dejé llevar, entregada totalmente a sentirla. Volvió de prisa a mi culo, separo mis glúteos y jugo con la punta de su lengua en mi esfínter, desatando mi locura y consecutivos temblores a lo largo de todo mi cuerpo.
Luego abrió aún más mis glúteos, lo más que pudo, enterrando la lengua en mi ano, al tiempo que yo relajaba mi esfínter, permitiendo que entrara todo el máximo posible. Sus manos se apretaban en mis glúteos con devoción, mientras su lengua entraba y salía de mí y yo gemía alucinada como una loca.
Pasados algunos minutos de aquella deliciosa experiencia, sentí un dedo deslizarse desde mi ano hasta mi vulva, surcándola de punta a punta hasta mi clítoris y, justo antes de llegar al glande, sentí la presión de su punta retornando por el mismo camino para hundirse sin piedad en mi vagina.
En segundos, toda la extensión de su dedo estuvo dentro mío, ensayando movimientos giratorios hacia un lado y hacia el otro. De repente lo retiro y, por encima de mi hombro, pude ver como lo acercaba hasta su cara, deslizándolo por sus labios primero, para luego perderlo en su boca, chupando y saboreando mis jugos…
_Para ti no hay, has sido mala y estas siendo castigada por eso… _me dijo al notar que la observaba, con la punta del dedo apoyada en su labio inferior_
Volvió a meterlo en su boca presumiéndolo y luego de disfrutarlo golosamente, paso la lengua por sus labios y me volvió a enterrar el dedo en la vagina, con el acompañamiento de mi garganta que, a través de mi boca, exponía un gemido largo y profundo.
Lo movió impiadosamente, hacia adentro y hacia afuera, chapoteando con la sustancia viscosa que chorreaba de mi sexo, mientras yo me retorcía y agitaba mis caderas al ritmo de sus embestidas, sucumbiendo al deseo delirante que despertaba su dedo dentro de mí.
Pasado un corto instante lo retiro, privándome de aquel alucinante gozo y denunciando el hambre ansiosa de mis entrañas, por escalar la cima del placer hasta las últimas consecuencias; pero no tuve demasiado tiempo para lamentar la perdida pues, con su dedo empapado de mis jugos sobrevoló sin escala desde mi vulva hasta mi culo, aterrizándolo maliciosamente en mi ano.
Un excitante cosquilleo nació del contacto de su primera falange con mi esfínter y, como una onda expansiva, recorrió la totalidad de mi cuerpo a través de mi piel encrespada. Me estremecí y me sacudí gimiendo, para luego gritar extasiada cuando la totalidad de su dedo penetro lentamente dentro de mí, en un solo movimiento.
Me cogió con delicada suavidad, a la vez que me deleitaba con mordidas en los glúteos, en tanto yo, eleve unos centímetros la pelvis de la cama y deslizando mi mano hasta mi entrepierna, alcance el clítoris que se encontraba super mojado, para frotarlo desesperadamente, poseída por el deseo incontrolable que Andrea había despertado en mí, a raíz de todo lo que proponía y lo que suponía para mí que de ella se tratara.
La velocidad de su dedo se multiplico varias veces, como así también la de mi mano y el volumen y periodicidad de mis gritos y, solo un par de segundos después, me encontré en aquella zona de quiebre, en el punto donde nada existe, donde la fantasía ya quedo atrás y la realidad espera con los brazos abiertos que saltes a reencontrarla.
En ese momento de dulce lobotomía, mi esfínter se apretó de tal manera que el dedo de Andrea quedo inmovilizado, mientras que las contracciones de mis paredes vaginales, anunciaban mi muerte y resurrección. En ese momento, un estallido de gritos y fluidos trajo consigo la liberación de mi tensión sexual, junto con el travieso dedo de Andrea quien, con ansiosa urgencia, lamia, chupaba y bebía de mi sexo, dejándome sentir su nariz en mi ano, que no paraba de contraerse y distenderse, como vestigio final de mi alucinante orgasmo.
Cuando sus lamidas se extinguieron, quede tendida en la cama rebalsada de gozo y con mis brazos extendidos a los lados. Seguidamente, camino con sus rodillas a los lados de mi cuerpo, la distancia suficiente para poder tumbarse encima de mi espalda, deleitándome con sus pechos que quedaron plasmados sobre mí.
_Eso le pasa por insolente y como siga portándose mal los castigos serán aún peores _me susurro al oído con voz suave y seductora_.
_Ven aquí boba, quiero besarte… _exprese con una sonrisa, que aprovecho toda la capacidad elástica de mis labios, para ofrecerse a ella_
_Ja…, ¡¡¡La señorita quiere besarme!!! _exclamo casi gritando, luego de incorporarse, quedando sentada sobre mis glúteos y cruzada de brazos_
Me reí con su comentario y hundí mi rostro en las sabanas para luego, removiéndome con fuerza, girar debajo de ella y quedar enfrentadas. Sin dejarla pensar la jale del brazo y la tumbe encima mío, apretándola con fuerza contra mí. Sus ojos oscuros me observaron con entrega y ternura, me era imposible resistir la tentación de besar aquella boca grande y carnosa que se me ofrecía como una flor anunciando la primavera…
_Ahora eres mi prisionera y te obligare a besarme cuantas veces quiera… _le dije con voz firme y actitud superada_
_Oh…, Eso no será necesario…, ja, ja, ja _aseguro levantando las cejas y negando con su cabeza_.
Acerco su rostro, quedando a pocos centímetros del mío y, tras mirarme brevemente a los ojos, me beso con una entrega y dulzura fascinantes, mientras con sus dedos peinaba tiernamente mis cabellos.
_Oye, debo ir al baño… ¿No saldrás huyendo como la última vez verdad? _le pregunte en tono de broma, luego de unos instantes de intercambiar besos, miradas y caricias_
_¡¡¡Que mala!!! _exclamo riendo_ Ja, ja… ¡¡¡No…!!! No lo hare _agrego con seguridad_
Presioné apenas, su cabeza contra mí y volví a besarla, luego giré con ella, quedando ambas tumbadas de lado…
_Ya vengo, dame unos minutos.
Sonrió y asintió con la cabeza, después se giró y se quedó acostada boca arriba mirando el techo, mientras yo me metía en el baño.
Cuando salí, aún se encontraba en la misma posición, cruzada a lo ancho de la cama y su imagen, se me presentaba como observándola desde arriba, si estuviera parada. No tenía idea de que hora era, pero la luz del día aun penetraba las hendijas de la persiana a medio abrir, contribuyendo vagamente a la iluminación del lugar. Andrea se exhibía como una pintura surrealista, plasmada en el lienzo de mis sabanas color azul marino, resaltando su piel blanca en el fondo oscuro, haciéndola aún más grandiosa. Su vello púbico se extendía prolijamente, como una especie de sendero, que desembocaba justo en la gloria y sus hermosos pezones rosados, se exhibían como la frutilla de aquel postre que siempre querría tener como corolario de todos mis banquetes.
Me acerque lentamente, hasta quedar detrás de ella al pie de la cama, luego me arrodille en el piso e, inclinándome sobre ella, le estampe un largo beso invertido. Me tomo de las mejillas y me miro a los ojos…
_Eres tan… Ahora me toca a mí, permiso…
_ ¿Tan qué? _pregunte, mientras pasaba a mi lado camino del baño_
Giro su cabeza por encima de su hombro y mordió su labio inferior…
_¡¡¡Castigable!!! Ja, ja…
Un cumulo de cosas latían y se revolucionaban dentro de mí, comenzaron a gestarse la noche en que la vi en aquel bar y fueron evolucionando, conforme corrieron los dias y las circunstancias compartidas se fueron sumando. En ese momento, preferí referirme a mis sensaciones y sentimientos como cosas, aun no me animaba a ponerles un nombre, me parecía demasiado rápido y no quería precipitarme en vano. No solo por mí, si no por ella, su fragilidad emocional era algo que me preocupaba demasiado y no quería ser la causa de más sufrimiento en su vida.
Fui hasta la sala por el móvil, quería ver qué hora era y constaté que ya eran las cinco y cincuenta y cinco. Cuando volví a la habitación, Andrea salía del baño, entonces la tomé de un brazo trayéndola hasta mí…
_Oye… ¿Qué te parece si salimos y vamos a comer algo? Muero de hambre… _le dije, luego de besarla en los labios, mientras la tomaba por su cintura_
Su sonrisa se desdibujo instantáneamente, sonrojándose y cayendo claramente, presa de los nervios. Bajo la vista y no respondió, entonces la tomé por el mentón y levanté su cabeza para poder verla a los ojos…
_Ey… ¿Hay algún problema? Recuerda que puedes confiar en mi… Cuéntame lo que sea. ¿Sí?
_No…, no es eso. Es que…
_Escucha… ¿Tú tienes novia o novio? O, no se… ¿Pasa alguna cosa que deba saber? _le dije interrumpiéndola, sin dejarla concluir la frase_
Frunció sus labios y miro al vacío unos instantes, luego, como si una inyección de entusiasmo le hubiera sido inoculada, volvió su mirada hacia mí…
_¡¡¡Tienes razón!!! Disculpa…, es que no estoy acostumbrada a salir con alguien. Pero no le debo explicaciones a nadie… ¡¡¡Podemos salir, si!!! _exclamo entusiasmada, para luego, posando sus manos en mis mejillas, regalarme un hermoso beso húmedo, abrazándome con fuerza_ Me encantara salir contigo. Gracias por…, todo _me dijo sentidamente al oído_.
Sonreí y me aprete a ella inundada de emoción y alegría, tratando de desentenderme de mi mente que, a como diera lugar, pretendía analizar y rotular todo el torbellino de sentimientos que se desataba en mi pecho cuando de ella se trataba.
_ ¿Y a dónde vamos? _pregunto al instante_
Levanté las cejas, abrí grande mis ojos y le hice trompita…
_Ja, ja…, ni idea. Tu eres la catalana, tu dime… _respondí sonriendo_
_Hum…, ja, ja…, no sé, depende de lo que quieras comer… _respondió frunciendo el ceño, luego de pensar un instante_
_Bueno, yo soy vegetariana. ¿Y tú?
Agrando sus ojos y abrió su boca en señal de sorpresa…
_ ¿No comes carne? Ja, ja… Bueno, no soy vegetariana, pero como cualquier cosa _respondió riendo_.
_No… A la carne solo la saboreo, ja, ja, ja… _le dije observando sus tetas con mirada libidinosa.
Cerro sus ojos, sonrió con los labios fruncidos y meneo la cabeza de lado a lado negativamente…
_Me parece que a usted le hacía falta un castigo más severo _respondió endureciendo su mirada con un fingido enojo_.
_Si, estuvo flojito… Ja, ja, ja _dije cruzando los brazos, al tiempo que alzaba las cejas y miraba el techo_.
_Pues me has dado lastima, no quise hacer que rogaras _replico con actitud sobradora y cruzando también sus brazos_.
Lance una pequeña carcajada, contagiándola y ambas reímos…
_A… ¿Sí?… ja, ja… Entonces tendré que ser una niña aún más mala para descubrir que tan severa puedes ser, ja, ja, ja _le exprese desafiante, siguiendo con su broma_.
Reímos por unos segundos más, después de los cuales, impuse algo de seriedad, para comenzar a activarnos y por fin salir a comer…
_Bueno, cambiémonos y definamos a donde iremos. ¿Sí? _le dije posando mis manos en sus hombros y mirándola con seriedad a los ojos_.
_¡¡¡Si mama!!! _exclamo en notorio tono de broma_
_Ay… ¿Por qué eres tan…? _articule sin concluir la pregunta, mirándola con cara de fascinación, como intentando descifrar en sus ojos aquello que me volvía loca por ella_
_ ¿Tan…? Bueno, soy muchas cosas… ¿A cuál de los tanes te refieres? _respondió burlándose abiertamente de mi vacilación_
_Ja, ja, ja… Eres una idiota. ¿Lo sabias? _le conteste entre risas_
_¡¡¡Zi!!! _exclamo cruzando sus ojos e imitando una cara de tonta_
_Ja, ja, ja… ¡¡¡Vamos!!! _exclame entre risas_. Vamos a cambiarnos porque si me sigues viendo así voy a terminar castigándote yo a ti, y varias veces _le dije intentando sonar amenazante, sin lograrlo_.
_Oye… ¿Y cómo es que debo mirarte para que eso suceda? _me replico, apoyando los puños en su boca y mirándome por encima de estos, exagerando una cara de enamorada_
_¡¡¡Ay…!!! _exclame tomándola del mentón con mis dedos en forma de pinza, para luego acercarme lo suficiente y comerle la boca, recorriéndola con mi lengua, succionando sensualmente sus labios, para terminar, empujándola encima de la cama_ ¡¡¡Vistámonos!!! _agregue mientras me dirigía hacia el placar_
_¡¡¡Ti mamita!!! _se burló fingiendo voz de niña_
_Ja, ja, ja… ¡¡¡Dale boba!!! _le dije riendo, mientras le arrojaba su camisa, que había quedado tirada en el piso_
_Eso que acabas de hacer es causal de castigo, ya arreglaremos cuentas tu y yo, je… _me respondió, mientras se ponía la camisa_
_Bueno, entonces… ¿Tienes idea de a dónde ir? _pregunte mientras me agachaba para colocarme una tanga_. Si no, buscamos algo en San Google, ja, ja…
_Hum…, se dé un restaurante llamado Vegetalia, queda a unas diez o doce calles de aquí. No he ido nunca, pero se ve bonito _respondió desde la sala, donde se colocaba la bermuda que quedara tirada allí_.
_O. K. Dale, vamos a ese _dije con seguridad_. Si llega a ser malo… Ya te castigare más tarde, ja, ja… _agregue en tono de broma_
_Ja, ja, ja…, creo que tendremos que pasar un par de dias castigándonos, si seguimos así _dijo en respuesta a mi broma_. Oye… ¿Podrías prestarme maquillaje? _pregunto con expresión afligida, señalando su rostro que lucía algo demacrado_
_Ja, ja… Si, claro, usa lo que tú quieras _respondí mientras se los alcanzaba_.
Terminamos de cambiarnos y maquillarnos y, siendo las siete y treinta y cinco de la tarde, salimos del departamento. Era nuestra primera salida juntas, la primera vez que caminaba por la calle con ella y la idea me entusiasmo muchísimo.
El clima estaba muy agradable, ligeramente cálido y una deliciosa brisa primaveral nos envolvía suavemente, invitándonos a perdernos en el disfrute. Tardamos unos quince minutos en llegar, aunque ni cuenta me di, me pareció solo un parpadeo, caminamos distendidas, despreocupadas, hablando de cosas triviales y mirando vidrieras.
El lugar estaba muy bonito, abarcaba casi toda la planta baja de un edificio de departamentos. Tenía una entrada amplia y varios ventanales a lo largo de su extensión. Las hojas que cubrían las ventanas y la entrada, pintadas en color verde, se disponían formando una especie de estructura cubica al abrirse. En cada hoja de dichas estructuras aparecían, escrito en color amarillo, las opciones del menú. La vereda era de adoquines, las paredes de piedra y, colgando de ellas, pendían un par de faroles de estilo colonial.
Tenía la opción de sentarse afuera, pero lamentablemente estaba todo ocupado así que debimos entrar. Adentro también estaba repleto, pero había un par de mesas libres, y elegimos la que estaba pegada a uno de los ventanales que daban a la calle.
Apenas entrar, contra la pared que enfrentaba a la entrada, había una amplia barra de madera pintada en estilo vintage, de color verde y marrón. Alrededor de esta se disponían banquetas de madera y mimbre. A la izquierda, al final de la barra, se presentaba una mesa de madera que contenía encima una canasta con pimientos rojos, brócolis y pepinos, al lado había un melón y una sandía y continuando una sesta con pimientos verdes, berenjenas y aguacates. Debajo de la mesa, dispuestos uno al lado del otro e inclinados, para favorecer la vista, había tres cajones conteniendo cebollas de dos variedades en dos de ellos y uno con apio. Del lado izquierdo, encima de la barra, hasta la mitad de esta, se extendía una vitrina de vidrio conteniendo cajones plásticos con frutas variadas, panes, tortas y bocaditos. Arriba de esta, podían verse jarritas con aceite de oliva, vinagre y cestitas con tortas. Contra la pared revestida de azulejos verde mostaza, detrás de la vitrina, había una pileta y mesada de aluminio. Encima de la cual, pendían dos estantes de madera, uno conteniendo vasos, copas y compoteras, y otro con botellas y botellitas de aderezos y salsas.
Continuando la barra, terminada la vitrina, había una lampara de sal y un par de bandejas negras. Detrás de la barra, estaba la caja registradora con el monitor y al fondo, continuaba la pared con azulejos verde mostaza, contra la cual, se disponía otra mesada de aluminio con un microondas, una cocina y platos apilados de tamaños variados. Arriba de esta se levantaba una repisa sosteniendo botellas de vino y licores.
Las paredes en general eran de ladrillo sin revestir, se notaba que el lugar había sido reciclado. En ellas podían verse cuadros y masetas con plantas. La pared que enfrentaba nuestra mesa, en cambio, exponía un mural de un hermoso cielo celeste sobre un campo repleto de girasoles en flor. En el interior, debajo de las ventanas, colgaba una ménsula de madera pintada de verde al igual que el marco de estas sosteniendo masetas con plantas y lámparas de sal. Encima de las mesas, pendiendo del techo, había luces blancas, cuyos portalámparas, estaban confeccionados con tiento tejido. Las mesas eran de madera, las había cuadradas, rectangulares y algunas redondas, y las sillas eran de madera y mimbre.
_Hum…, lamentablemente creo que zafaras de tu castigo _le dije en tono de broma_. Me encanta este lugar _agregue animada_.
_A, eso no es problema, ya me las ingeniare para merecer un castigo como ese, ja, ja… _me dijo, respondiendo a mi broma_.
Reímos con complicidad, en eso llego el mozo a dejarnos las cartas y ambas no sumergimos en la lectura unos instantes. En eso levante la vista y me causo gracia la cara de desconcierto de Andrea, la observe durante unos segundos sin que ella lo notara, su ceño se iba frunciendo con cada ítem que leía y rascaba su cabeza volviendo a releer. No pude evitar reírme…
_Oye Andy…, ja, ja… ¿Algún problema? _le dije tentada de risa_
_No, ninguno, solo que no encuentro ni la alfalfa, ni la avena _respondió en tono claramente irónico_.
Ja, ja… ¡¡¡Que boba!!! Pero están buenas las opciones de comida _dije riendo_.
_A, pero… ¿También hay comida? Creo que me falta una página… _bromeo volteando, hacia un lado y hacia el otro, el menú_
_Ja, ja, ja… Eres una tarada… Creo que ya estas mereciéndote aquel castigo del que te habías salvado _replique riendo_.
_¡¡¡Bien!!! _exclamo_ Ya sabía yo que algo bueno debía sacar de todo esto, ja, ja… _agrego riendo_
_Ja, ja… ¡¡¡Basta!!! Luego nos castigaremos mutuamente…, pero ahora debemos pedir algo para comer…, ja, ja… _le dije riendo_
_A… Sí claro, disculpa… ¿Y qué harás? ¿Llamaras a un delivery? Ja, ja, ja… pídele una costilla para mí, porfis… _me contesto burlándose de mi comentario, al tiempo que juntaba sus manos en acción de rezo_
Ambas nos tentamos y reímos al borde de las lágrimas, llamando la atención de las personas que ocupaban las mesas cercanas, quienes volteaban a observarnos. Me tomé la panza con una mano y con la otra le hice señas a Andrea de…, basta.
_¡¡¡Pidamos algo por favor!!! _le dije secando mis lágrimas, con cuidado de no correr el maquillaje_.
_Si, piedad…ja, ja, ja… Eso debemos pedir…, ja, ja, ja… _me dijo entre risas casi sin poder hablar. Nos reímos por al menos unos cinco minutos, sin poder hablar…_ Está bien, pidamos algo… Pensaba que podría ser una pizza entre las dos. ¿Qué dices? _logro preguntar Andrea, luego de recuperada la compostura_
_Ja, ja…, O. K. Acepto… ¿Y cuál prefieres?
_Hum…, a ver… Puede ser esta, la Vegetalia _me señalo luego de leer en la carta_.
_Si, me parece bien, suena buena _respondí asintiendo con la cabeza_. ¿Y qué pides para tomar?
_Y…, un jugo de lechuga estaría bien…ja, ja, ja… _respondió otra vez bromeando_
_Ja, ja, ja, ja… ¡¡¡Eres una tarada!!! _exclame riendo_ Ahora por hacerte la viva se lo pido…, ja, ja, ja… _agregue amenazándola_
_No mama, porfis, seré una nena buena _dijo fingiendo una terrible cara de angustia_. Mejor una cerveza, esta de aquí, Cesc Julia _agrego señalándomela en la carta_.
_O. K. Genial…, y yo pediré… _Levante la carta y busque que pedir_ Ya está, un zumo de naranja natural _agregue con seguridad. Llamamos al mozo, que vino rápidamente, e hicimos nuestro pedido…_. ¿Estás bien? _le pregunte, pensando en todo lo que me había contado_
_Si… ¿Por qué lo preguntas? _respondió intrigada, mirándome seriamente, con el ceño fruncido_
_Nada, preguntaba con respecto a la charla que tuvimos esta tarde _le explique_.
Asintió con la cabeza al tiempo que cerraba sus ojos y suspiraba largamente…
_Oye…, estoy bien… Gracias _me contesto con intenciones de dejarme tranquila_ Si en algún momento me notas incomoda o pensativa es solo porque no estoy acostumbrada a estas cosas… _agrego a modo de explicación_
No me quedo nada claro su intento de descargo, no supe a que se refería…
_Disculpa… ¿A qué te refieres con estas cosas? _pregunte intrigada_
Tomo aire y miro al techo un instante, en un intento de encontrar la mejor respuesta…
_Hablo de nuestra salida, de tener una amistad… Todo lo que he pasado contigo en estos poquitos dias es prácticamente nuevo para mí, quizás por momentos no sé cómo manejarlo. ¿Entiendes? _expreso sinceramente con cierto aire de preocupación_
_Entiendo _le dije tratando de ser lo más comprensiva posible_ Solo relájate y disfruta, date la oportunidad de que las cosas sean diferentes…, y por favor, cuanta conmigo para lo que necesites. ¿Sí? _agregue en un intento de hacerle sentir que no estaba sola_
Sus dientes perfectos asomaron de entre sus labios, cuando estos se arquearon formando aquella sonrisa que derribaba todas mis murallas, derritiéndome hasta quedar reducida a un mero charco de puro deseo.
_Gracias Valen, yo estoy muy contenta de haberte conocido, tú no tienes ni idea de lo que ha significado para mi estos poquitos dias que llevamos compartiendo juntas _me dijo con una marcada angustia instalada en su rostro_.
Mis ojos se cristalizaron, con la inmediatez del sentimiento a flor de piel, sus palabras llegaron hasta lo más profundo de mi alma y pellizcaron mi corazón. Me conmovía muchísimo leer los sentimientos en su rostro y entre sus palabras.
_Yo también me alegro de conocerte, eres una persona encantadora _le dije con una sinceridad parida en mis entrañas_ Pero cuéntame, me gustaría saber de qué hablas… _agregue intrigada_
_Valen, yo no recuerdo cuando fue la última vez que reí, antes de conocerte. Tu lograste que volviera a sonreír, lograste que riera sin preocupación _Trago saliva, me miro y su alma se le desnudo en los ojos_. Y creo que nunca había sido feliz… Si me preguntaran, que es para mí la felicidad…, no sé… Lo primero que vendría a mi mente sería un momento contigo… _Me sonrió con los ojitos cargados de ternura húmeda_
Una lagrima indiscreta escapo de mi ojo izquierdo y rodo mejilla abajo. Mordí mi labio inferior, como buscando el modo de no llorar, tomando con ambas manos su mano derecha, apresándola con dulzura.
_¡¡¡Mi vida!!! _exclame intentando contener mis lagrimas con una sonrisa_ Es muy lindo lo que me dices, gracias. Me haces muy feliz al ser tan sincera conmigo, ojalá pueda ser algo bueno para ti. Tú también me has hecho muy feliz en este cortito tiempo _agregue sentidamente_.
El mozo llego con nuestro pedido, poniendo fin al idilio momentáneamente. Nos sirvió a cada una en su plato y destapo la cerveza de Andrea, nos deseó cortésmente que disfrutemos de nuestra cena y luego se alejó.
La pizza que pedimos se veía grandiosa y sabia aún mejor, la maza era fina y crocante y contenía muzarella y vegetales variados.
_Hum…, creo que definitivamente te has salvado _dije saboreando el primer pedazo_. ¡¡¡Esta exquisita!!!
_Si… ¡¡¡Riquísima!!! _me dijo asintiendo con la cabeza, apoyando mi afirmación_
Comimos muy bien, disfrutando cada bocado, el jugo estaba buenísimo y, según Andrea, también lo estaba la cerveza artesanal que pidiera. No cruzamos demasiadas palabras durante la comida, solo una pequeña infinidad de gestos, sonrisas y miradas. No dejamos nada, comimos cuatro porciones cada una.
_¡¡¡Que rica que estaba!!! _exclame masajeando en círculos mi panza_ ¿Tú tienes ganas de postre?
Me miro con malicia, de arriba abajo, por unos instantes…
_Si, apetezco postre… Vamos al baño… _dijo seductoramente luego de pasar su lengua por su labio superior_
Como una bandada de pájaros, mis ratones echaron a volar apenas escuchar su comentario, revoloteando, como buitres hambrientos alrededor de ambas, y varias fantasías corrieron por mi mente en milésimas de segundos…
_Ja, ja, ja… ¡¡¡Guau…!!! ¡¡¡Que genial se oye eso…!!! _exclame con mirada golosa.
_Si… ¿Verdad? _contesto mirándome fijamente, con sus ojitos a media asta_
_Ay… No me mires así, porque terminaremos en la cárcel… Ja, ja, ja… _le dije tapándome los ojos y espiándola entre mis dedos_
_ ¿Como? ¿Así? _contesto replicando la misma carita, derritiéndome allí mismo en la silla_
_¡¡¡Estas loca!!! _exclame sonriendo_ Ja, ja… ¿Pedimos o no pedimos? _
_Si, por ti… _respondió con la misma expresión que mostrara anteriormente_
_Ja, ja… ¡¡¡Bobita!!! _le dije respondiendo a su coqueteo_
_Por mí no Valen, estoy llena _me dijo frunciendo su nariz, en respuesta al pedido de postre_.
_ Si, también yo _agregué asintiendo con mi cabeza_ Oye… ¿Estás en Facebook? _le pregunte mientras sacaba mi móvil_ Quisiera agregarte.
_Hum…si, aunque lo uso muy poquito _me dijo con una mueca de duda_ Figuro como Andy Manson _agrego rápidamente_.
_Ja, ja, ja…, fanática total. ¿O eres en realidad su hija? _dije bromeando_
_¡¡¡Ojalá!!! _exclamo mirando hacia arriba_
_Uy que cagada… _me lamente_ Debo pedir la contraseña _agregue con expresión de frustración_
_Se la pedimos al mozo _me animo Andrea_.
Observe que los mozos andaban de aquí para allá sin descanso, dada la cantidad de personas que había por atender…
_O…, está bien, no importa, lo guardo en las notas y luego tranquila en casa te busco. No pasa nada _le dije sonriendo_.
Permanecimos allí unos cuantos minutos más, riendo, fantaseando y hablando bobadas. Se hicieron las once de la noche y decidimos salir del lugar. Andrea pago la cuenta, le ofrecí pagarla a medias, pero ella se negó, alegando que yo le había pagado los tragos en el bar, y dijo que así quedaríamos a mano.
_ ¿Qué harás ahora? ¿Quieres ir a mi casa? _le dije con entusiasmo_
_Me encantaría Valen, de verdad… Pero ya es tarde, debo descansar, por la mañana tengo varias cosas que hacer _me respondió con el lamento dibujado en su rostro_.
Tuve intenciones de invitarla a dormir, no quería despegarme de ella, la disfrutaba y la deseaba con locura, pero no quise presionarla, deduje que sería mejor seguir con cuidado, paso a paso. Ya se daría, si debía darse y cuando fuera el momento.
_Si, entiendo, no te preocupes, también yo madrugare, voy al gimnasio por la mañana _le dije tranquilizándola_.
Caminamos juntas por algunas calles, hasta que llegó el momento de separarnos y dirigirnos cada una a su lugar. Nos detuvimos en una esquina, quedando frente a frente y ella me abrazo apretándose con fuerza contra mí. Hice lo mismo y entonces busqué su boca, besándola con dulzura y entrega. Mi cuerpo entero la pedía a gritos, besarla era entrar sin remedio, en un mundo fantástico gobernado por el instinto y el deseo.
La unión de nuestros labios disparo la pasión, que se expandió por nuestros cuerpos, como un veneno letal, activando todos nuestros sensores físicos. Preparando, en un instante, a nuestros cuerpos para recibirse mutuamente. Aun no podía decir que la conocía, en tan poco tiempo de pasar juntas, después de todo, dudo que se pueda llegar a conocer a alguien en su totalidad; pero si podía asegurar que nuestros cuerpos estaban hechos el uno para el otro, se atraían, se complementaban y se complacían de manera perfecta. Era muy difícil despegarnos una vez que nos probábamos y nos saboreábamos, la atracción mutua era irrefrenable. Nos besamos y nos acariciamos durante una media hora allí, en medio de la acera, desafiando al tiempo, al espacio y olvidándonos de que compartíamos el planeta con otros seres.
Entonces una fina llovizna comenzó a caer, distrayéndonos de lo que hacíamos y, recobrando la conciencia y el control de nuestros cuerpos, nos situamos nuevamente en la realidad.
Ambas miramos hacia arriba, observando la lluvia caer, recortada contra el haz de luz que se desprendía de la lampara del alumbrado público. Aun abrazadas nos miramos a los ojos, mientras las pequeñas gotas de agua se acumulaban en su rostro y en su pelo, aportándole un toque de fantasía a su belleza natural.
Intenté decirle algo, mi corazón, mi alma y mi cuerpo entero me pedían a gritos que se lo dijera, pero no supe que, ni cómo. No supe descifrarlo aún o quizás, inconscientemente, mi instinto de supervivencia escondió las palabras adecuadas aquella noche. La miré y le sonreí impulsada por toda esa avalancha de sentimientos que corrían por mi cuerpo, abrazándose, mezclándose y dando vueltas en mi estómago, para luego salir de prisa y volver a repetir el ciclo.
No dije nada, pero su mirada y su sonrisa me revelaron que me había leído. Creo que puedo decir, sin temor a equivocarme, que aquello frente a mí era la imagen más bonita que observara en toda mi vida. La dulzura de la sonrisa dibujada en sus labios rosados, el sentimiento escapando de su mirada y el agua desparramándose por la blancura de su piel, componían una grandiosa obra de arte que, en aquel momento, la vida exponía para mí como una especie de ofrenda.
Me habría quedado allí, abrazada a ella, por el resto de la eternidad, en cambio, deshicimos el abrazo y nos separamos…
_Bueno, nos escribimos. ¿Sí? _le dije tomando sus manos_
_Si claro… _respondió sonriendo_
_Cuídate, por favor. Y…, si necesitas algo, si te sientes mal, o lo que sea…, no dudes en escribirme o llamarme… A la hora que sea. Cuenta conmigo _le dije sentidamente_.
_Gracias Valen, tu igual… Muchas gracias por todo, fue un día muy bonito para mi _respondió con clara emoción_.
_Si, lo fue…
Nos besamos en la boca despidiéndonos, apretamos nuestras manos y nos dejamos ir. Nos vimos alejarnos durante algunos pasos y luego, mentalizándome en dejarla atrás, camine con decisión, rumbo a casa.
Habían pasado diez minutos de la media noche cuando llegue, estaba agotada, pero muy feliz. El día había sido demasiado largo e intenso y mis baterías pedían una recarga urgente.
La ropa que llevaba se había humedecido a causa de la lluvia, así que la colgué en el barral de la cortina del baño y a la tanga que traía puesta, debí ponerla para lavar porque, increíblemente, estaba mucho más húmeda que la ropa.
Mientras orinaba seque mi cabello con la toalla y luego volví a la habitación para acostarme. Saque el teléfono de la cartera y coloque la alarma a las siete de la mañana, dejándolo encima de la mesita. Me senté en la cama y noté que las sabanas aún estaban bastante húmedas, empapadas de los jugos y la saliva de ambas. Me levante con intenciones de sacarlas y cambiarlas, pero, al sentir el perfume de Andrea impregnado por todos lados, me enamore de la idea de dormir envuelta en sus aromas. Ya tendría tiempo, al otro día, de reemplazarlas y lavarlas.
Antes de acostarme, fui hasta la sala por la Tablet y coloqué música lenta, elegí a Carly Simon[2], cuya vos me hacía vibrar y sentir profundamente, la canción que sonó fue Let the river run[3]:
We’re coming to the edge
Running on the water
Coming through the fog
Your sons and daughters…
Apagué la luz y me acosté, llevando las sabanas hasta mi nariz y aspirando profundamente. Su aroma me transporto inmediatamente atrás en el tiempo, cerré los ojos y la recordé, y nos recordé, compilando uno a uno, los momentos que hasta entonces habíamos vivido juntas.
De repente, la alerta de WhatsApp me desterró bruscamente de aquel sueño lucido. Tanteé encima de la mesita buscando el móvil, lo tomé y todas las luces se me encendieron en el rostro, al ver que era ella…
_Gracias por el mejor día de mi vida. Conocer a alguien como tu era solo un sueño, pero gracias a ti, pude ver que estos se pueden hacer realidad. Que descanses hermosa.
Mi corazón salto eufórico dentro de mi pecho, mi mente voló sin frontera alguna y mi clítoris latió con efusividad, extrañando sentirla. Tuve ganas de apretarla toda, de comerla eternamente…
_Ay…, ¡¡¡Gracias…!!! También fue un día bien bonito para mí y debo agradecerte también por eso. Y los sueños están para eso, para cumplirlos. No dejes nunca de soñar y creer. Espero que juntas cumplamos muchos sueños. Que descanses también tu mi vida _respondí, con una sonrisa que no entraba en mi rostro_
Volví a leer su mensaje y sonreí profundamente, con el alma. Y aquella noche, me dormí acunada por su recuerdo, envuelta de nuestros aromas y por la voz angelical de Carly.
Desperté a la mañana siguiente, algo sobresaltada por la música de la alarma, tarde unos segundos en ubicarme en la realidad, la desactive y me estire en la cama todo lo que mi esqueleto me permitía, a la vez que bostezaba casi exageradamente. Revisé el teléfono instintivamente, con el anhelo de leer algún mensaje de Andrea, pero no tuve esa satisfacción, y entonces, volví a regocijarme releyendo el que me mandara por la noche. Luego de sonreírle al aparato unos instantes, como una boba, me levante y saque las sabanas, fui hasta el baño y, tras olerlas una última vez, las metí en el tacho de la ropa sucia.
Me di un baño rápido, me vestí con la ropa deportiva y salí para el gimnasio. Estaba llena de energía aquella mañana, la alegría que despertaba en mi la relación con Andrea, me activaba más allá de cualquier contrariedad, fatiga o dolor.
El día estaba algo gris esa mañana y las calles lucían mojadas, notoriamente había llovido bastante durante la madrugada. Tarde solo unos treinta minutos en llegar, caminando tan rápido como pude. Una vez en el gimnasio, cuando llevaba unos veinte minutos de entrenamiento, se me acerco una chica, me saludo amablemente y se presentó…
_Hola, buen día, soy Sofia _Sonrió y me extendió su mano_.
Era alta y delgada, casi como yo, era linda, pero la combinación de colores, su maquillaje y su peinado no eran los adecuados para ella, a mi modo de ver tenía muy mal gusto. Eso hacía que no exhibiera todo su potencial, físicamente parecía de unos 34 años más o menos, pero presentaba actitudes y modismos de alguien mucho menor, podría decir que actuaba algo aniñada.
_Hola… ¿Qué tal? Soy Valentina _respondí estrechando su mano_.
Me acosté en un banco y me dispuse a ejecutar una seria de press de banca, mientras ella permaneció a mi lado, observándome con una sonrisa, hasta que terminé.
_ ¿Eres nueva aquí verdad? _pregunto mientras yo me incorporaba_
_Si, empecé ayer… _Tome la toalla y seque mi rostro y el banco_
_Pero… ¿Eres de aquí de Barcelona? _me interrogo deliberadamente_
_No, estoy de paso… Llegue hace unos dias… _conteste mientras me disponía a tenderme en el banco y continuar con mi entrenamiento_ ¿Y tú? _agregue como cortesía_
Se cruzo de brazos y espero a que terminara…
_Yo soy de aquí, si…, nací en Barcelona _me comento mirándome de arriba abajo_
_Que bien, es un bonito lugar para vivir _le dije por compromiso_.
No la conocía, pero más allá del hecho de que me estaba molestando, pues odio que me interrumpan mientras entreno, algo en ella me inquietaba y no me terminaba de cerrar.
_Si, lo es… _comento con una sonrisa_ Oye… ¿Tu eres amiga de Andrea? _pregunto sin más, directamente_
En ese momento yo había girado para alcanzar un disco y me quede petrificada por unos instantes, frunciendo el ceño. Rápidamente continúe con el movimiento simulando que su pregunta no me había sorprendido.
_ ¿Andrea? ¿Qué Andrea? _pregunte con el fin de ganar tiempo y sacarle más información_
_La chica que estaba contigo anoche… Las vi en una esquina, a la hora que comenzó la lluvia, yo regresaba para mi casa… _me explico detalladamente_
_A… si, somos amigas _le dije de manera cortante y seguí con otra serie de mi entrenamiento_
Se giro mirando hacia el otro lado del gimnasio, hasta que escucho la barra caer en el soporte del banco y entonces se volvió nuevamente hacia mi…
_ ¿Y tú la conoces bien? _pregunto con clara intención de generarme duda_
_Nos estamos conociendo… _respondí secamente_ Oye… ¿Qué es lo que buscas? Si quieres decir algo solo dilo _ agregue en un tono que denotaba mi malestar_.
_Disculpa, yo no quiero molestarte, solo que deberías informarte antes de estar así con alguien _largo descaradamente_.
_ ¿Perdón? ¿Así como? ¿De qué debería informarme? _la interrogue, ya al borde de enviarla al infierno_
_Se estaban besando… ¿Tú sabes que ella es prostituta? _soltó al aire sin más, con toda la tranquilidad del mundo_
Jamás me han pegado un garrotazo en la cabeza, pero podría afirmar que se siente como el instante después de haber escuchado aquellas palabras. Me quede muda, mi estomago se hizo un nudo, mi boca se secó de repente y por mi garganta apenas pasaba el aire.
_ ¿No lo sabias verdad? _replico impiadosamente_ Ella es una mala persona, la diabla le dicen, y no precisamente por el tatuaje que lleva en la espalda _agrego, echando más leña a la hoguera, que ya me estaba incinerando viva desde mis entrañas_.
Fue uno de los momentos más inquietantes y estresantes de mi vida. En aquellos segundos millones de pensamientos pasaron por mi mente. ¿Prostituta? ¿Tatuaje? ¿De que hablaba? ¿Era verdad todo aquello? Recordé en un flash que se había puesto inquieta cuando le pregunté por su trabajo y caí en la cuenta de que todo era posible, dado el poco tiempo que llevaba de conocerla. Entonces, me di cuenta en aquel momento, de que aún no había visto su espalda desnuda.
_ ¿De qué hablas? _solo eso pude decir, haciendo un gran esfuerzo_
_Es la verdad, ella cobra por sexo _respondió frescamente_
Tuve ganas de pegarle e insultarla pues, más allá del hecho de que fuera verdad o no, se notaba claramente que odiaba a Andrea y todo aquello lo hacía solo por hacerle mal a ella.
_Cada uno se gana la vida como puede, y ser prostituta no te convierte en una mala persona _respondí bastante alterada, sin poder disimular mi enojo_.
_Ella arruino la vida de mi hermano, y con la de él la de toda mi familia. Pregúntale por Gabriel, veras que te dice, ahora él es un adicto perdido, luego de conocerla a ella su vida cayo por un barranco _afirmo con una mezcla de angustia y enojo_.
_No tengo idea de lo que paso con tu hermano, ni me interesa que me cuentes nada, solo déjame terminar con mi entrenamiento _le dije exaltada casi al borde de las lágrimas_.
_Discúlpame, yo solo quería abrirte los ojos, ella no tiene derecho a andar por ahí arruinando la vida de las personas _contesto con expresión severa_.
Otra vez tuve ganas de pegarle, sinceramente no supe que creer ni que decir…
_Y tú no tienes derecho a hablar así de una persona que no está presente _le dije levantando la voz sin intentar disimular mi enojo_.
Sin esperar que respondiera, me acosté en el banco, siguiendo con mi entrenamiento y, por el rabillo del ojo, pude ver como se alejaba diciendo algo por lo bajo, que no pude entender.
Termine con mi entrenamiento y retome el camino de regreso a casa, apretando los dientes, tratando de reducir la bronca y de no llorar. Llegue al departamento y tras desechar toda la ropa en el tacho de mimbre, llene la bañera con agua tibia y me sumergí en ella, como también, en una infinidad de pensamientos.
Luego de una larga deliberación dentro de mi cabeza, armando ideas, dibujando suposiciones, quitando y agregando adjetivos, llegue a la conclusión de que no podía enojarme con ella. Recién la conocía y se me ocurría, que el hecho de ser prostituta, no era algo fácil de contar, mucho menos a alguien que recién conoces y te despierta cierto interés.
Y luego la afirmación de que era una mala persona, se me presentaba como algo muy subjetivo, no tenía claro lo que había pasado, ni de qué manera se sucedieron los hechos, como para sacar alguna conclusión. Deduje que lo único que debía hacer en ese momento era hablar con ella y pedirle explicaciones al respecto.
Lo que, si supuso una espina que se me clavo bien onda y me generaba una infinita intranquilidad, era el hecho de no saber si ella se cuidaba al tener sexo con varias personas, y la posibilidad de haberme contagiado cualquier cosa. Me lamente profundamente por haber sido tan descuidada, pero ya nada podía hacer al respecto, más que pensar en adelante y cerciorarme de que no hubiera contraído nada malo.
Con las ideas más claras apure mi baño y me sequé rápidamente, tomé el móvil y me dispuse a escribirle…
_Hola Andrea, buen día. ¿Qué haces? Tenemos que hablar…
Deje el teléfono encima de la cama y regrese para el baño, pero no alcance a traspasar la puerta, la alerta de WhatsApp me detuvo segundos antes…
_Hola Valen, buen día, bien… ¿Paso algo?
_Necesito que hablemos. Quiero que sea en persona. ¿Puedes venir por favor? O si prefieres voy yo…
_Está bien, voy. Pero… ¿Ahora?
_Si, por favor, es importante…
Pasaron unos minutos que pusieron mis pelos de punta, luego de los cuales volvió a sonar el teléfono…
_O. k. Dame unos 40 minutos y voy para allá. ¿Está bien?
_Está bien, te espero…
Termine de arreglarme en unos minutos y después el tiempo pareció detenerse, la espera se hizo eterna producto de la ansiedad, nacida de mi necesidad de aclarar las cosas. Habían pasado unos cincuenta minutos del último mensaje de Andrea y entonces sonó el portero, duplicando la velocidad de los latidos de mi corazón. Era ella, destrabé la puerta y la hice pasar.
Como un animal enjaulado, camine de un lado a otro de la sala durante los segundos que tardo en sonar el timbre. Hasta que al fin lo hizo, paralizándome unos instantes, sintiendo la adrenalina circular por mi cuerpo, incendiándolo todo a su paso. Aspire una gran bocanada de aire, lo largue lentamente y, apretando mis puños un par de veces, camine hasta la puerta y abrí.
Allí estaba ella, mirándome con cara de preocupación y una sonrisa forzada. El magnetismo estaba intacto, aun me atraía enfermizamente, pero en aquel momento decidí reprimir mis instintos y poner luz a la situación lo antes posible.
_Hola Valen… ¿Paso algo? _pregunto con cautela_
_Si…, ha pasado… Ven entra _respondí con notoria preocupación_.
Andrea me miro frunciendo el ceño y entro, cerré la puerta detrás de ella y caminé hasta el sillón, invitándola a sentarse…
_Oye… ¿Conoces a una tal Sofia? _la interrogue, sin más preámbulos, apenas acomodarse en el sofá_
Su expresión de sorpresa e ignorancia, a cerca de quien le hablaba, me pareció sincera…
_ ¿Sofia? No sé de quién hablas… _respondió mirándome a los ojos_ Pero… ¿Qué pasa? No entiendo… _agrego con intriga_
_Dijo que te preguntara por su hermano Gabriel _le comenté, tratando de mantenerme tranquila_.
El semblante de Andrea se transformó instantáneamente apenas escuchar el nombre y me miro un instante como si viera a un fantasma, hasta pareció dejar de respirar. Luego su mirada se perdió en el vacío…
_ ¿Qué te dijo? _pregunto con profunda resignación_
_Dijo que eres prostituta, que te dicen la diabla, que eres una mala persona y que su hermano se convirtió en adicto por tu culpa _escupí todo de corrido por temor a que se me atragantara en la garganta_.
Por unos instantes siguió observando la nada detrás de mí, pestaño dos veces y un par de lágrimas se precipitaron desde sus ojos. Luego, bajo su cabeza y tomo su cara con ambas manos, sin emitir sonido alguno. Me partía el alma verla así y, en ese instante, su tristeza se hizo carne en mí, sin poder evitar llorar con ella.
_Andy…, solo quiero que hablemos, necesito entenderlo, no estoy enojada _le dije apoyando mi mano en su hombro, totalmente angustiada_.
_ ¿Qué quieres entender? ¿Qué soy una puta? ¿Qué no puedo permitirme soñar con algo bueno? _me respondió levantando su cabeza bruscamente y con la voz teñida de bronca.
Ahora sus lágrimas no paraban de caer y su rostro se encontraba enrojecido, totalmente desfigurado, por la fusión del enojo y la angustia…
_No digas eso, por favor… _le suplique con mis ojos llenos de lagrimas_
Se levanto, y sin decir nada se dirigió rápidamente hacia la puerta, pero no pudo abrir al primer intento, pues estaba con llave y cuando logro girarla dos veces yo ya estaba a su lado tomándole la mano…
_Espera, por favor, no hagas esto…, quédate, hablemos _le pedí con desesperación_.
Se dio vuelta totalmente desencajada, sus lágrimas resbalaban por su rostro sin cesar y, apoyando su espalda y sus manos contra la puerta, me miro a los ojos, casi con furia…
_Pero… ¿De qué quieres hablar? Esto no se arregla hablando. Te lo dije, soy una mala persona y no me merezco estar contigo. Tu eres un ángel y yo…, yo soy la diabla, como todos dicen _me grito, mientras golpeaba sus palmas en la puerta varias veces_.
Luego de descargar aquellas duras palabras, permanecimos frente a frente en silencio. Intente encontrar en sus ojos a esa chica dulce y tierna que conociera, pero me fue imposible, la furia la había engullido, tomando el control por completo. Sin dejar de penetrarme con su mirada cargada de bronca, deslizo su mano hasta el picaporte, abrió la puerta y salió. Se fue…
Me quede unos cuantos segundos viendo la pared del pasillo, a través de la puerta abierta, note que mis manos temblaban y una especie de hormigueo, que nacía en mi estómago, se extendía por todo mi cuerpo. No quería que se fuera, pero no supe que hacer, ni que decir para retenerla, toda la situación me había tomado por sorpresa, nada estaba claro y, por momentos, mis sentimientos eran encontrados.
[1] Es una canción originalmente escrita por Ed Cobb, del grupo The Four Preps, grabada en mil novecientos sesenta y cuatro por Gloria Jones. El tema volvió a tener popularidad mundial después de que el grupo Soft Cell lanzara una versión en mil novecientos ochenta y uno. Marilyn Manson lanzó su propia versión en dos mil dos como el primer sencillo de la banda sonora de la película Not Another Teen Movie. La canción luego se incluiría como bonus track en su siguiente disco, The Golden Age Of Grotesque. Su vídeo, dirigido por Philip G. Atwell, obtuvo fuerte rotación en MTV Estados Unidos y Latinoamérica.
[2] Carly Elisabeth Simon, nacida el veinticinco de junio de mil novecientos cuarenta y cinco, es una cantante estadounidense. Fue una de las artistas llamadas confesionales por su estilo musical y sus letras biográficas, más populares de los años setenta y ochenta.
[3] Es una canción que se estrenó en mil novecientos ochenta y ocho, como tema central de la banda sonora de la película de Mike Nichols Working Girl, con letra y música de Carly Simon, que ganó el Óscar, el Globo de Oro y el Grammy. Let the river run tuvo un éxito moderado como sencillo en las listas de la revista Billboard a principios de mil novecientos ochenta y nueve, y alcanzó la posición cuarenta y nueve en el Billboard Hot 100 y el número once en la lista del Hot Adult Contemporary Tracks.
Capítulo V
El paraíso en Barcelona.
Pasados unos minutos, pude reaccionar, sequé mis lagrimas con mis puños, caminé hasta la puerta y, pecando de optimista, me asomé al pasillo, esperando encontrarla, pero, solo el vacío, con una mueca burlona, me esperaba sombrío. Cuando cerré la puerta, ya me odiaba por dejarla ir así y, si hubiera sabido la dirección de su departamento, habría salido corriendo a buscarla, sin dudarlo un instante.
La única opción que me quedaba, si no quería lamentarme por el resto de mi vida, era llamarla o escribirle. Me decidí por lo segundo, pensando en que hablar, seria más de lo que ya habíamos tenido hacia un momento y escribir, me permitiría decirle todo lo que pretendía, de corrido y sin interrupciones. En seguida, fui por el teléfono y le envié un mensaje…
_Hola Andy, lamento mucho que las cosas hayan tenido que ser así. Tú me importas mucho y me pone muy mal pensar en cómo te estarás sintiendo.
Quiero que sepas que no te juzgo, que soy consciente de que muchas veces la vida y las malas decisiones, nos llevan por caminos indeseados. No estoy enojada por haberme mentido, sé que, decirme una cosa como esa, no era una tarea fácil y puedo entenderlo perfectamente.
Yo no creo que seas una mala persona, para nada lo creo. Solo estas demasiado golpeada y acobardada, por el sabor amargo de lo que te ha tocado vivir.
Necesito que hablemos, me da mucha pena que esto se termine así. Se que, todo lo que esa chica me dijo, tiene una explicación y quisiera escucharla de ti.
Dame una oportunidad, yo quiero seguir contigo, quiero darte otra opción para tu vida, quiero hacerte feliz.
Por favor no te rindas, reconsidéralo, yo te juro que hay otras opciones, puedes cambiar tu vida, puedes ser esa chica radiante, dulce y tierna que se llevó todos mis suspiros
Date una oportunidad, depende de ti llegar a ser lo que quieras ser, depende de ti hacer realidad tus sueños; solo debes creerlo y tener fe en tus posibilidades.
Por favor mi vida, escríbeme, hablemos todo lo que haga falta hablar y sigamos adelante.
Te espero, besitos.
El mensaje salió y llego al instante, ahora solo restaba esperar, una tarea que se me presentaba demasiado cuesta arriba, teniendo en cuenta el nivel de ansiedad, que se había disparado en mí.
No había podido comer nada cuando llegue del gimnasio, pues mi estomago estaba cerrado con un candado gigante, así que pensé, que sería un buen momento para almorzar. El día estaba nublado, pero, fui consciente de que, si me quedaba allí, esperando su mensaje, enloquecería en poco tiempo. Así que, decidí que luego de terminar la comida, me iría a la playa, caminar un rato por la arena, con la marea besando mis pies, sería una terapia ideal para la ocasión.
Ya había leído el mensaje, o al menos lo había abierto, pues las comillas se tiñeron de azul, exacerbando aún más mi nerviosismo e incertidumbre.
Luego de comerme solo el setenta por ciento de los fideos que me cocine y de mirar el celular alrededor de unas ciento veintitrés veces, me cambie y partí para la playa. Aún seguía sin contestar entonces, para resguardar mi salud mental, puse el móvil en silencio total, sin alerta y sin vibrador, luego lo sepulté en la oscuridad de la mochila.
En unos quince minutos estuve en la playa, el día estaba gris, pero el mar, siempre tiene su encanto, más allá de los caprichos del clima, se verá diferente según la ocasión, pero siempre hermoso.
Camine hasta la orilla, hasta que el agua trepo por mis pies, alcanzando mis tobillos, la primera sensación fue fresca, pero en un corto instante, mi piel se acostumbró a su temperatura, resultándome agradable.
Solo algunos pocos turistas se veían en la arena, sentados en sus mantas y sillas, o caminando como yo y, algún que otro surfista, intentando domar alguna ola rebelde.
Caminé unos cien metros por la playa y ya no pude soportar más la necesidad de ver mi teléfono, de constatar si Andrea me había escrito. Metí la mano en la mochila y, luego de un par de manotazos, pude alcanzarlo, lo saque con urgencia y mi rostro se ilumino, al ver que tenía un mensaje. Pero, la gracia no duro demasiado, las luces se quemaron al instante, explotaron, desaparecieron…, al caer en la cuenta de que, el mensaje no era de ella, era Camila, una amiga de Argentina.
Agobiada totalmente por la decepción, volví a meter el móvil en la mochila y, cuando estaba a punto de soltarlo, en la oscuridad del fondo, se encendió una luz, era el teléfono y era un mensaje y, esta vez, sí…, era de ella…
_Hola Valen perdón…
Solo eso decía, fue como una inyección de ácido caliente, directamente en mis venas, me dejaba peor que antes y, cuando estaba escribiéndole, exigiendo ansiosamente una explicación, entro otro mensaje suyo…
_Yo también quiero estar contigo. Tu eres lo más bonito que me ha pasado en la vida.
Una sonrisa gigante se colgó de mis orejas y las lágrimas, comenzaron a brotar de mis ojos, arrastrando alegría por todo mi rostro y, mientras las secaba, entro otro mensaje.
_Quisiera intentar cambiar todo lo que no me gusta y también quisiera hacerte feliz a ti.
El corazón no me cavia en el pecho, parecía que iba a explotar hacia afuera, en alguno de aquellos latidos, lloraba y reía, con una profunda emoción, como hacia rato no me pasaba.
Cuando al fin mis manos dejaron de temblar y pude tranquilizarme un poco, le respondí…
_¡¡¡Mi vida!!! Ya me haces muy feliz al escribirme todo esto, no puedo esperar a abrazarte. Tú también, eres una de las cosas más bonitas, que me han pasado en toda mi vida.
_ ¿Qué haces ahora Valen? Quiero estar contigo… ¿Quieres venir a mi casa?
Mis lagrimas volvieron a asomar, entre risas, mientras la leía…
_¡¡¡Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii…!!!
_Ja, ja…, genial, ahora te envió la captura del map, dame unos minutos porfa.
Lleve el teléfono a mi pecho, enfocando mi rostro al cielo, a la vez que cerraba mis ojos y ensayaba un profundo suspiro. Pasados unos cinco minutos entro su mensaje, con una captura de pantalla del google maps con su ubicación, Carrer del Baluard 28…
_Dame unos veinte minutos y estoy por allí, besitos.
_Te espero hermosa.
Caminé tan rápido como pude, con la ansiedad y la alegría, como aditivos de mi combustible físico. Tarde veintitrés minutos en llegar, imaginando y recreando, en mi mente, cientos de escenas posibles, al entrar en su casa. Toque el timbre y espere, como un niño espera las doce, en la noche de navidad.
Escuche la llave girar, la puerta se abrió y allí estaba ella, recibiéndome, con su enorme sonrisa agasajando mi llegada. No pude dar ni medio paso, se abalanzo sobre mí y me abrazo, tan fuerte como le fue posible, mientras hundía su rostro en mi pecho.
Su aliento olía a alcohol y pude notar sus ojos enrojecidos e hinchados, quizás por llorar, se me ocurrió. Sonaba música de heavy metal, en un volumen medio y pude ver, encima de la mesita ratona, frente al sofá, una botella de whisky casi vacía y un espejo, con restos de un polvo blanco, claramente de cocaína. La luz estaba apagada y solo la claridad que penetraba desde afuera, combatía con pobreza, la oscuridad del lugar.
Apoye mi mano en su nuca, apretándola contra mí, y así permanecimos un largo instante…
_Ven, entremos _le dije suave al oído_.
Sin despegarse de mí, hizo unos pasos hacia adentro, arrastrándome con ella y luego, con su pie, cerró la puerta…
_No quiero perderte _susurro apretándome más fuerte_.
_Has estado tomando… _exprese con calma_
_Si… Perdón…, sé que soy un desastre, pero quiero dejar todo esto… Solo quiero estar contigo. Hoy cuando me fui de tu casa tuve ganas de morirme, creí que te había perdido, que ya no volvería a verte… _me respondió llorando, totalmente angustiada_ No quiero eso, ayúdame por favor _agrego pasando el puño por sus ojos, en un intento de contener las lagrimas_
_Ey…, tranquila, estoy aquí mi vida. No vas a perderme y claro que voy a ayudarte. Todo estará bien, ya verás _le dije dulcemente mientras acariciaba su cabeza_. Pero primero debemos hablar, ven…, sentémonos _La tomé de la mano y la conduje hasta el sillón_.
_ ¿De qué quieres hablar? _pregunto intrigada, mientras secaba sus lagrimas_
_De todo _respondí seriamente_. Si quieres seguir conmigo debes estar dispuestas a dejar y cambiar varias cosas _agregué con severidad_.
Se puso seria, miro al vacío y asintió con su cabeza…
_Está bien Valen, quiero hacerlo _me dijo con seguridad_.
_O. k. Primero que nada, debo preguntarte algo importantísimo… _le dije, mientras me miraba con atención_ ¿Tú te cuidas cuando estas con tus…, clientes? _pregunte con cautela_
_Si, tomo pastillas _respondió de inmediato_.
_Está bien, eso es genial para prevenir un embarazo, pero… ¿Usas protección? ¿Te cuidas de contraer alguna enfermedad o transmitirla? _volví a preguntar_
Retiro su mirada de mis ojos y la dirigió hacia el piso, luego cerro sus ojos un instante y los volvió hacia mi nuevamente…
_No… _dijo totalmente desanimada_
Temía que me contestara eso, cerré mis ojos y me llevé la mano a la cara, la refregué un par de veces y la miré con incertidumbre. Aquello era algo que había dado vueltas por mi cabeza durante todo el día…
_Pero… ¿Cómo has podido ser tan inconsciente? _pregunte con frustración_
Retiro su mirada de mi un instante, para luego mirarme totalmente afligida…
_Perdón, no pensaba con claridad, ni siquiera lo tuve en cuenta. Hace rato que deje de preocuparme por mi salud _expreso sentidamente_.
Cerré mis ojos y meneé la cabeza de lado a lado…
_Está bien, puedo entenderlo, pero debes pensar que no solo corres riesgos tú, estas poniendo en riesgo a las demás personas que están contigo _le dije con severidad_.
Bajo su mirada y cubrió la cara con sus manos…
_Lo siento, tienes razón, no pude verlo de esa manera _me respondió muy compungida_.
Ensaye un hondo suspiro y luego la tome de las manos…
_Está bien, ya está, yo también he sido imprudente, no debí haber tenido sexo contigo sin conocerte _le dije con pesar_.
Apretó mis manos y, en su rostro, apareció una mueca de resignación…
_Todo es culpa mía, perdóname… _contesto en tono de suplica_
Acaricie su mejilla y me acerque más a ella, quedando a solo unos centímetros…
_Está bien, ambas somos responsables _expresé con intención de tranquilizarla_. Escucha, lo primero que haremos, en cuanto podamos, será ir a hacernos los exámenes correspondientes, para poder estar tranquilas _le dije con voz firme_. ¿Sí? ¿Estás de acuerdo? _agregue apurando su respuesta_
_Si, está bien… Lo hare _contesto con dudas_.
_Entiéndeme bien, ese es un punto fundamental para que sigamos juntas. No es un pedido, es algo que te estoy exigiendo, si quieres seguir conmigo _le afirme a modo de reforzarle lo dicho anteriormente_.
_Lo entiendo…, lo hare _contesto con firmeza esta vez_. Es que…, sinceramente pensé que no había peligro de contagio en las relaciones entre lesbianas, al no haber penetración… _explico dubitativamente_ Perdón, olvide que no te gusta que te digan lesbiana _Tapo su boca y luego la apoyo encima de mi mano_
_Te equivocas…, en ambas cosas… Primero, no me molesta que me digan lesbiana, de hecho, así nos denominan y está bien, si les queda cómodo. Además, me han dicho cosas mucho más horribles, te lo aseguro, solo que no estoy de acuerdo. Soy una chica, a la que le gustan solo las chicas, una persona de sexo femenino que elige tener sexo con mujeres. Todos son libres de elegir de acuerdo con sus gustos. ¿Acaso a los hombres que les gustan las rubias les dicen rubianos? O… ¿A los que les gustan las bajitas petisanos? No… ¿Verdad? _le explique dándole cierto tinte de broma_
Logre mi cometido, el semblante de Andrea mejoro y se rio con mi descargo…
_Ja, ja, ja… ¡¡¡Que tarada!!! Petisano…, ja, ja, ja…
_Además, a los habitantes de Lesbos no creo que les haga mucha gracia tal denominación.
Frunció el ceño y me miro extrañada…
_ ¿Lesbos? ¿Qué es eso? _pregunto intrigadísima_
_Lesbos, es una isla de Grecia, alrededor de la cual, circula una leyenda, que no conozco a la perfección, pero, a grandes rasgos, cuenta que un grupo de mujeres se exiliaron allí y no permitían la entrada a los hombres, más que para la reproducción. A los bebes que nacían hembra los conservaban y a los que nacían macho se los daban a sus padres o, en el peor de los casos, los sacrificaban. Es a raíz de esta leyenda, que a las mujeres que se relacionan sexualmente solo con mujeres, se las denomina lesbianas _explique tratando de aclarar sus dudas_ Esa es la leyenda, el cuento es que la isla existe, está habitada y sus habitantes son lesbianos, ja, ja… ¿Entiendes ahora la controversia?
Abrió sus ojos bien grandes y me sonrió, estrellando sus palmas un par de veces, en un breve aplauso…
_¡¡¡Guau…!!! Eres una enciclopedia ambulante, ja, ja, ja… _dijo en tono de broma_
_Ja, ja…, no tanto… Bueno, eso por un lado. Y segundo, las mujeres que tenemos sexo con otras mujeres, si, estamos en riesgo de contagiarnos ciertas enfermedades de transmisión sexual, de acuerdo a las practicas que realicemos _le dije con seriedad_.
Apoyo sus codos en las rodillas y sus manos en el mentón…
_ ¿Como es eso? ¿Me explicas? _pregunto con marcado interés_
Sonreí y asentí con mi cabeza…
_Mira, muchas chicas creen eso que tú me has dicho, que al no haber penetración no hay riesgo, totalmente falso. Aún hay una gran discriminación a cerca de nuestras prácticas sexuales y, por ende, mucha desinformación. Muchas veces, los médicos no tienen en cuenta a la gente que tiene encuentros sexuales no convencionales y es allí, donde falla la información. Realizan estudios y lanzan la información pensando solo en las parejas tradicionales.
Al estar mal informadas muchas chicas no tienen en cuenta que pueden transmitir VIH, piensan que si no hay penetración no hay peligro. Hay infecciones que se transmiten por contacto, de piel infectada a piel infectada, como la sífilis, el herpes o el virus del papiloma humano; y otras por fluidos como el VIH, hepatitis B, la clamidia o la gonorrea, que son las menos frecuentes entre las chicas que solo lo hacen con chicas. Pero el riesgo está siempre presente. _le explique con mucha calma y claridad, para que le quedara claro_. Si se usan juguetes sexuales sin preservativo, el riesgo aumenta _agregue para redondear la información_.
Se quedo observándome, muda, luego miro al vacío detrás de mí, con expresión pensativa…
_Eres increíble Valen, me asombras a cada momento, gracias por ser así conmigo, tan…, comprensiva _dijo con cierta mueca de admiración_ Aunque no lo merezca… _agrego con pesar_
_No digas eso boba. Mira, te repito, aunque suene odioso, cada uno tiene lo que merece, y si yo estoy aquí contigo diciéndote todo esto, es porque lo mereces _le dije con una sonrisa_.
Frunció el ceño y me miro como no entendiendo lo que acababa de decir…
_ ¿Quieres decir que merecemos todo lo que nos pasa? ¿Qué hay de las cosas malas? _pregunto molesta_ Hay personas que no las merecen… _agrego en el mismo tono_
Respiré profundamente y solté el aire, mientras armaba la respuesta en mi cabeza, tomándola de las manos…
_Pasan cosas muy feas en el mundo, lo se corazón, pero lamentablemente son necesarias _le dije con crudeza_. De acuerdo a la teoría en la que baso mis creencias y esto que te estoy diciendo, venimos a este mundo a aprender, a crecer y a evolucionar. En el transcurso de la vida, vamos recibiendo señales, que nos van diciendo por donde debemos ir. Muchas veces, no hacemos caso a estas señales, por ignorancia, por no creer o por miedo, pero, en definitiva, no podemos irnos de aquí sin aprender la lección, y lo que no aprendemos por las buenas, la vida te lo enseña, irremediablemente, por las malas _Acaricie su mejilla con dulzura_. Es por eso que nos pasan las mal llamadas ¨cosas malas¨. En realidad, son maestras que aparecen en nuestro camino para hacernos torcer el rumbo, para sembrar una idea o para cambiar otras _agregue sonriéndole_.
Me observo aturdida, tratando de procesar lo que acababa de escuchar…
_Nunca lo había visto de esa manera… _me dijo sorprendida_
_Mira, todas las cosas buenas y malas que han pasado, tanto en tu vida como en la mía, nos trajeron a ambas a este momento y a este preciso lugar. En algún momento, cuando sanes tus heridas, cuando aceptes todo lo que paso y logres perdonar y amarte a ti misma, podrás ver las cosas de otra manera. Podrás ver que cada situación te fue moldeando, te fue preparando y te fue guiando hacia donde hoy estas _Me acerque y la bese con ternura_. Hoy es el momento, ni ayer, ni mañana, es en este instante que puedes cambiar todo aquello que no te gusta _le dije al oído mientras la abrazaba_.
Me apretó bien fuerte y beso mi cuello, mientras yo, acaricie su cabeza y acomode su pelo detrás de su oreja…
_Gracias por aparecer en mi vida, has hecho que tenga ganas de volver a vivir _me dijo visiblemente emocionada_.
_Mi vida…, eres una cosita muy tierna… ¿Lo sabias? _le dije dejando caer un par de lágrimas_ También yo estoy feliz de haberte encontrado _Me acerque, cortando toda distancia entre nuestras bocas, para llenar sus labios de besos_.
Luego seque mis lágrimas, me puse seria y la mire a los ojos…
_Quiero saberlo todo…, quiero que me cuentes… ¿Como fue que decidiste ser una prostituta? ¿Y qué paso con el tal Gabriel? _le dije seriamente mientras cruzaba mis brazos_
_Uf… _expreso mientras respiraba hondo y miraba al techo_
Se acomodo en el sillón y miro hacia un costado, frunció sus labios y volvió su mirada hacia mí…
_Luego de lo que me hizo mi padre…
_¡¡¡Espera…!!! _exclame cortando su relato_ Debes decir las cosas como son, nómbralas, amígate con los hechos y acéptalos de una vez por todas. Di las cosas por su nombre… _agregué con firmeza_
Cerro sus ojos y asintió con la cabeza…
_Luego de que mi padre me drogara y matara a mi hijo… _dijo y me miro, buscando mi aprobación_
Asentí con mi cabeza e hice señas de que continuara…
_Luego de que mi padre me drogara y matara a mi hijo, las cosas no tuvieron ningún sentido para mí, solo quería que terminara, quería morirme y, después de aquel suceso, no volví a ver a mi novio, ni volví a mi escuela. Mi padre me mantuvo encerrada y luego, me envió a un colegio de pupilas en Italia, donde estuve casi dos años.
No era un mal lugar, después de todo la pasaba fuera de mi casa y de todas las miserias de mi familia, pero la que estaba mal era yo, tenía problemas de conducta, a veces graves. Hasta que un día, me escape con mi compañera y nos encontraron en un bosque aledaño, sentadas contra un árbol, fumando hierba. Siempre lo hacíamos, pero nunca nos habían pescado.
Aquel hecho, fue la gota que derramo el vaso para mí, me expulsaron del colegio y me enviaron a mi casa _dijo y me sonrió_. Creo que tienes razón, las cosas debieron pasar así…
Le sonreí y asentí con mi cabeza, mientras tomaba sus manos…
_Claro que si…
_Cuando llegué a mi casa era de mañana y solo estaba mi madre, subí la escalera, ignorándola y me tiré en mi cama, como venía vestida. Ella, ni siquiera subió a verme y luego de un rato, me dormí profundamente.
Me despertaron los gritos de mi padre, iniciaron abajo con mi madre y subieron por la escalera, hasta escucharlos al pie de mi puerta, que estaba abierta. No dije nada, solo lo mire sin expresión y deje que me gritara e insultara, hasta que se cansó.
Mi indiferencia lo irrito aún más, me encontraba sentada en mi cama, entonces se acercó y me acertó un cachetazo en el rostro, haciendo rebotar mi cabeza contra la pared. No tuve ni tiempo de reaccionar, me puso de espaldas en la cama, apoyo su mano en mi pecho, una rodilla a mi lado y descargo una seguidilla de cachetazos en mis mejillas. Pasados unos minutos, se levantó y salió, sacudiendo la puerta con violencia e insultando, de varias maneras diferentes.
Yo quede acostada, mirando el techo, algo mareada, me latía toda la cara, producto de los golpes y me dolía mucho. Pero no llore, solo aprete mis dientes y mis puños y odie a mis padres con cada fibra de mi ser.
Volví a dormirme unas horas y cuando desperté, todo estaba en silencio; estaba hambrienta, así que bajé la escalera despacio, para que no me oyeran. Todo estaba en penumbras, con excepción de la habitación donde estaba el escritorio de mi padre.
Camine, cruzando la sala, observando hacia adentro desde lejos, para que no me viera. Había cambiado la puerta, por lo que podía ver, mi padre estaba sentado detrás del escritorio y parecía dormido, entonces, me acerque para constatarlo. Roncaba, efectivamente dormía como tronco y, la botella de whisky vacía encima de su escritorio, revelaba que estaba totalmente ebrio, por lo que, estaría tranquila, al menos por el momento.
Estaba a punto de girarme, para ir hacia la cocina, cuando observe, que la caja fuerte, detrás del escritorio, estaba entreabierta y en ese momento, algo hizo clic en mi cabeza. Estaba segura de que guardaba dinero en aquella caja y era la primera vez que la veía abierta, pensé que, si lograba hacerme con unos cuantos euros, tendría una posibilidad real de salir de allí y huir, lo más lejos posible de mi padre.
Estaba segura de que, si me sorprendía me mataba, pero, poco me importaba ya y valía la pena correr el riesgo. Me saqué las zapatillas y las deje en la entrada, debía ser lo más silenciosa posible, caminé hasta el escritorio sigilosamente, me fue fácil llegar hasta allí, lo rodeé y en unos segundos, estuve detrás, frente a la caja fuerte y pegada a mi padre.
Mirándolo de reojo, abrí la puerta de la caja, no me sorprendió encontrar dinero, pero, si me sorprendió la cantidad. Cuarenta y siete mil trecientos cuarenta euros para ser exacta, los conté más tarde; había también un par de joyas y varios documentos, a los cuales no preste atención.
Estiré mi mano, introduciéndola en la caja lentamente, llevaba una remera metida dentro del pantalón, así que, acumulé los fajos de dinero dentro de esta, junto con algunos billetes sueltos, que se encontraban desparramados dentro.
Al terminar la faena, me moví unos centímetros hacia atrás, retirando mi mano lentamente, cerré la caja tal cual la encontrara y comencé a retroceder, saliendo de atrás del escritorio. Cuando lo conseguí, me giré y emprendí un lento camino hacia la salida, en un intento de no hacer ruido y ser sorprendida.
Estando ya, a mitad de camino, el crujido de la silla de mi padre, me dejo paralizada en la totalidad de mi cuerpo. Allí me quede, entregada, resignada y esperando el golpe que me sacara de mi miseria. Bañada en sudor y con los latidos de mi corazón a mil revoluciones, escuché a mi padre decir algo, más bien fue un balbuceo, cerré mis ojos y me quedé inmóvil, hasta que volví a escuchar sus ronquidos y pude expulsar todo el aire, que había contenido en mis pulmones. Lleve la mano a mi pecho, gire mi cabeza y levemente mi torso, hasta que pude ver, que seguía durmiendo como tronco. Entonces, sin volver a mirar atrás, apuré mis pasos y salí, recogí mis zapatillas y, sin detenerme, volví a mi habitación.
Tomé la mochila con la que llegara del internado, vaciándola encima de mi cama, saqué los fajos de dinero de entre mi ropa y los metí todos dentro de esta, separando unos pocos billetes en el bolsillo de mi pantalón.
Empaque un par de cosas que podría necesitar en la misma mochila, cubriendo la plata, luego, tome una campera y me dispuse a salir.
Cargue el ligero equipaje en mis hombros, tome las zapatillas y volví a bajar descalza, caminando lentamente y con cuidado de no hacer ninguna clase de ruido, llegue hasta la puerta de entrada. Para mi desgracia, estaba cerrada con llave y esta, no estaba en la puerta.
Fui hasta la cocina a ver si estaba allí, pues solían colgarlas en la pared, en un llavero al lado de la puerta que daba al patio, tampoco estaban y aquella, estaba también trabada. Me encontraba encerrada, seguramente mi padre, había asegurado las puertas, con clara intención de que no saliera de la casa y, por ende, las llaves las tendría el en su bolsillo o, en el mejor de los casos, estarían en el cajón de su escritorio.
No quería volver allí si podía evitarlo, era demasiado riesgoso, agotaría todos los recursos antes. Las puertas estaban cerradas y todas las ventanas de abajo tenían rejas, solo las de arriba eran una opción. La del baño era demasiado pequeña y la de mi habitación, estaba a unos ocho metros del suelo y no tenía modo de bajar, por lo que debí descartar esas dos opciones. Solo quedaba la de la habitación de mis padres, que daba justo al techo del lavadero y, desde allí, podría saltar al césped del jardín.
Mi madre tomaba pastillas para dormir así que, a esa hora, ya debería estar desmayada, solo debía esperar que mi padre siguiera en su escritorio un rato más. Era el momento oportuno, no sabía si volvería a tener una posibilidad igual.
Atravesé la sala por tercera vez, miré hacia el escritorio y mi padre aun dormía. Volví a subir las escaleras y me dirigí hasta dicha recamara, la puerta estaba entornada, me asomé con mucho cuidado y vi a mi madre en un lateral de la cama. Estaba acostada boca arriba, con su boca abierta y si no habría sido por el sonido ahogado que producía, hubiera creído que estaba muerta.
Entre con sigilo, era poco probable, pero, si mi madre se despertaba avisaría de inmediato a mi padre y aquella, sería mi sentencia de muerte. Caminé hasta la ventana y corrí la cortina, con mucho cuidado, la luna lo iluminaba todo, era una noche fría y despejada. La ventana era de madera y se abría hacia arriba, la destrabe y con mucha cautela, muy lentamente, la levante trabándola arriba. Apoyé las zapatillas en el borde y salí cuidadosamente, tenía más o menos un metro y medio hasta el techo, así que fue bastante simple y una vez en este, me pare de puntillas para bajar la hoja de la ventana y dejarla cerrada. Tome las zapatillas, me las calce y camine hasta el borde, eran unos tres metros y medio hasta el suelo, bastante alto para mí, pero pensé que si me atrapaba mi padre, me haría mucho más daño del que podría hacerme cayendo de aquella altura y, por otro lado, sentía que no podía dejar escapar la posibilidad de poner distancia definitivamente de mi horrenda familia; aquellas oportunas conclusiones, me envalentonaron.
Arroje primero la mochila, que cayó pesadamente en el césped, así me sería más fácil bajar luego. Medite por unos instantes de qué manera podía bajar, nunca lo había hecho y me daba bastante miedo. Finalmente, encontré una forma de hacerlo que creí la más adecuada. El techo contaba con un reborde en todo su perímetro, entonces me tire boca abajo en el borde, a lo largo de este, me gire con cuidado, de manera que mis piernas quedaron colgando y sostenida con mis brazos de dicho reborde. Luego fui deslizando mi cuerpo hacia abajo, hasta quedar sostenida solo con mis manos y extendida en todo mi largo. De esta manera logre que la altura se redujera muchísimo y entonces me deje caer, aterrizando con mis pies y luego con mis glúteos, quedando sentada al lado de la mochila.
Me incorpore de prisa, asustada y con los nervios de punta, mire hacia todos lados y me quede escuchando unos segundos, para cerciorarme de que no me habían descubierto. Solo llego a mis oídos el sonido de los grillos, de las hojas de los árboles acariciadas por el viento y algún que otro lejano ladrido de perro.
Me quedaba un solo obstáculo camino de la libertad, la puerta de madera que cortaba el ligustro, esta media unos dos metros y daba a la calle. Solo tenía un pasador así que me fue facilísimo ganar la calle, camine lo más rápido que mis piernas podían dar, mirando hacia atrás cada dos o tres pasos.
No había nada, hasta unos cuantos metros, calculo unos quinientos o seiscientos, en que se encontraban los vecinos más cercanos y era demasiado lejos para llegar caminando a la zona urbana, pero estaba dispuesta a hacerlo de ser necesario.
Al llegar a la primera casa, de las que debía pasar en mi camino, pude ver que aún había luz, entonces se me ocurrió que podría pedirles que me llamaran un taxi. Así lo hice, pero debí inventar una historia para justificar que una adolescente de 17 años andaba sola por esos lados y a esa hora, rogando que no me conocieran. Yo jamás había hablado con ellos, pero no estaba segura de sí conocían a mis padres y, a través de ellos, quizás a mí.
Toque el timbre y me atendió una señora muy amable, según me dijo estaba despierta esperando a su hija que debía llegar del trabajo. Entonces, le dije que estaba con mi novio en su auto, que nos peleamos y este me dejo allí en medio de la nada. Le pedí si, por favor, podía llamarme a un taxi, porque mi teléfono se había quedado en su auto y mis padres estarían preocupados.
Así lo hizo, hasta me dio de comer y me aconsejo que buscara otro novio, que no valía la pena alguien que me dejaba allí sola, en medio de la noche, dijo; y por un momento pensé, ‘’por que aquella señora no podría haber sido mi madre’’. Llego el coche, me despidió con un abrazo y me deseo mucha suerte.
Desde allí fui directo a la estación de trenes de Lyon, compre un boleto a Barcelona y, tras esperar una media hora que me pareció eterna, aborde el tren y en siete horas y cuarenta minutos descendí en mi destino final. Así fue como me libre de mi padre, de mi madre y de esa maldita casa _Miro pensativa hacia el techo, cerro sus ojos y exhalo todo el aire… Luego me miro, frunció sus labios y meneo la cabeza_.
Le sonreí y asentí con la cabeza…
_ ¿Y qué paso después? _pregunte, invitándola a continuar su relato_
_Estuve tres dias viviendo en un hotel, luego conseguí un departamento y me mudé allí.
Pase varios meses sin trabajar, viviendo de fiesta en fiesta y gastando el dinero robado a mi padre. Me hice de un grupo de amigos, bueno en realidad creí que lo eran, pero resultaron ser solo parásitos que salían conmigo porque tenía plata. Les compraba drogas, bebidas y mi departamento siempre estaba dispuesto para nuestras reuniones. En esa época solo tomaba alcohol y fumaba hierba, aunque había de todo en nuestras reuniones, pero sentía algo de recelo por las demás cosas.
Cuando tome conciencia de que solo estaban conmigo por interés me aleje de todos ellos, me mude aquí donde ahora estoy y me volví una solitaria, desconfiada de todos y de todo. El dinero comenzó a acabarse y decidí buscar trabajo, trabaje como mesera en un bar, como vendedora en una tienda de indumentaria unisex y mi último trabajo fue de repositora en un supermercado, hasta que hubo una reducción de personal y me quede afuera.
Aún tenía algo de dinero ahorrado y estaría segura un par de meses, pero debía conseguir algo con urgencia. Para ese entonces, había descargado en mi móvil una app llamada Galaxy, una red social que te permite hacer amigos, crear tu propio avatar, personalizarlo, formar pareja, tener hijos y demás. Al quedarme sin trabajo empecé a pasar más tiempo en ella, tenía unos setecientos contactos de todo el mundo, entre chicos y chicas, o que al menos decían serlo, pues con el tiempo me di cuenta de que la mayoría eran perfiles falsos.
En fin, un día me llego un mensaje de uno de mis contactos preguntándome cuanto le cobraba por una foto mía desnuda, el cual no respondí, mi respuesta automática fue bloquearlo.
El tiempo pasaba y seguía sin conseguir un trabajo y, para ser sincera, me molestaba demasiado trabajar para jefes insensibles y abusadores, tanto como soportar las estupideces de mis compañeros. En ese momento de mi vida, no existía ninguna clase de incentivo que justificara tal sacrificio.
Cierto día, estaba pasando mi tiempo en la app y vino a mi mente aquella propuesta, entonces decidí buscar el contacto y preguntarle cuanto estaba dispuesto a pagarme, por una foto, a los tres dias recibí su respuesta. Me dijo que cien euros… Eso es mucho dinero por una foto pensé, o estaba mintiendo o tenía mucha plata para gastar de esa manera.
Le pregunte como me la haría llegar, entonces, me dijo que si tenía una cuenta bancaria podía transferirme el dinero, pero que yo primero debía pasarle una foto mía con mi nombre escrito en alguna parte de mi cuerpo. Le dije que no confiaba en él, que…, ¿Cómo me garantizaba que, si yo le enviaba la foto, el luego me depositaba el dinero?
Me dijo que, para demostrarme que podía depositarme el dinero me transferiría veinte euros y que, luego de que yo le enviara la foto pasaría el resto. Aún tenía activa la cuenta bancaria en la que me depositaban el sueldo del supermercado y, pensé que, nada perdía haciendo la prueba, así que le envié los datos y me transfirió los veinte euros.
Finalmente, accedí a enviarle la foto y, a los quince minutos de hacerlo, me deposito los ochenta euros restantes. En una semana le había pasado un total de doce fotos a cien euros cada una, era mucha plata para mí, entonces pensé que ya no tendría que trabajar, mientras pudiera seguir haciéndolo.
Pero, no duro demasiado, luego de la foto número doce ya no volvió a conectarse y no supe más de él. No volví a encontrar a nadie más que pagara por una foto.
Pasaron unos dias, estaba chateando con un chico de aquí de Barcelona y este me dijo que yo le gustaba mucho y que hasta pagaría por estar conmigo. Primero me reí sin darle demasiada importancia, pero luego tuve la idea de seguirle la corriente, para ver que me decía _Bajo su mirada, meneo su cabeza y apretó mis manos_.
Cuando volvió a mirarme, sus ojos denunciaban pesar y vergüenza. Levante mi mano y acaricie su mejilla…
_Está bien corazón, te hará bien sacar todo esto afuera, es necesario para seguir adelante y empezar algo nuevo _le dije comprensivamente_ Yo no voy a juzgarte, solo te daré mi comprensión y mi ayuda _agregue con una sonrisa_ Continua, confía en mí.
Me sonrió forzadamente y, tras un hondo suspiro, continuo con su relato…
_De esa manera comenzó todo, el sexo por dinero y las drogas y el alcohol casi todos los dias. Casi sin pensarlo, sin darme cuenta, casi como un juego me había convertido en una puta.
Nos pasamos el número de nuestros móviles, constatamos que cada uno fuera quien decía ser y programamos una cita, quedamos de acuerdo en que me pagaría apenas llegar a mi departamento y estaríamos hasta que el terminara, luego se iría sin más.
Así paso y, dentro de lo que una situación de esa naturaleza te puede deparar, dejando de lado los nervios y la incomodidad, todo salió bien. Había ganado cien euros, en quince minutos, ‘’eso es dinero fácil y con bajo riesgo’’, pensé. Luego de aquel día, comencé a buscar contactos que vivieran en Barcelona, pero con ciertas características, para minimizar los riesgos que una situación de esas te puede presentar.
Debian tener entre dieciocho y veintidós años, los reclutaba en la app Galaxy y les pedía que me enviaran un zing, para constatar que eran las personas que decían ser. Luego, nos conocíamos más profundamente por WhatsApp, arreglábamos el día y la hora y lo concretábamos bajo ciertas reglas prestablecidas. Además del dinero antes, nada de teléfonos, nada de drogas, nada de besos y nada de charlas; solo sexo y adiós.
En la primera semana, conseguí concretar con cuatro chicos y todo salió según lo planeado, pero, sin darme cuenta, comencé a meterme en un terreno que me sería difícil controlar.
Teniendo en cuenta la primera experiencia, decidí desinhibirme con unos vasos de whisky antes de recibir a los chicos, pues había estado sumamente nerviosa e incómoda aquella primera vez. Esa táctica la use con los dos siguientes, pero me sentí demasiado mareada y, por momentos, note que perdía el control. Entonces, decidí añadir cocaína, como una manera de mantenerme alerta y más controlada.
Me metí en un círculo vicioso que me tiene dando vueltas hasta hoy, hace seis meses que comencé con esto y he llegado a tomarme más de un litro de whisky en un día, muchas veces, aunque no tenga clientes. También he abusado de la cocaína, no solo para estar con algún cliente, sino también en ocasiones en las que me he sentido muy mal. Casi todas las noches tomo Royhnol[1]para dormir, sin receta alguna y, la mayoría de las veces, acompañadas con whisky _Se acongojo y sus ojos se llenaron de lágrimas_ Quiero dejar todo esto Valen, te juro que quiero dejarlo… _agrego totalmente afligida_
Tire de sus manos hacia mí y la abrace, acaricie su cabeza y peine su cabello con mis dedos…
_Si quieres dejar todo esto atrás, ya tienes lo principal, querer hacerlo, a partir de allí todo es posible y más simple _le comenté alentándola_.
_Si, quiero, conocerte hizo que volviera a desear vivir _me dijo apretándome fuerte_.
Tome su rostro entre mis manos y la bese con dulzura. Luego acaricie su mejilla mientras la veía a los ojos…
_Dime… ¿Tú crees que eres una adicta? _le pregunte con seriedad_
_No lo sé, no me lo había preguntado _respondió con sinceridad, extrañada y llena de dudas_.
_ ¿Tienes deseos de tomar o solo lo haces para recibir a tus clientes? ¿O en momentos en los que estas muy mal? _la interrogue_
_No lo sé… No he sentido un deseo compulsivo de tomar, creo que aun soy yo la que elije hacerlo… Digo, que no creo que sea mi cuerpo el que me lo pide… _respondió con algo de duda, luego de pensar un breve instante, observando el vacío_
_Mira, no soy una experta en adicciones, pero quiero ayudarte. Se me ocurre que lo dejes desde hoy y ver qué pasa. Yo estaré a tu lado, pero quiero que seas lo más sincera que te sea posible, quiero que confíes en mí y me cuentes todo lo que sientas. ¿Sí?
_Lo hare, te juro que lo hare. Todo lo que quiero hoy es estar contigo _me respondió totalmente emocionada_.
_Oye, es muy bonito lo que me dices, realmente me alegra el alma, porque yo también deseo estar contigo. Pero quiero que seas consciente de algo… Si haces esto porque quieres estar conmigo es probable que fracases. Debes hacerlo por ti, debes hacerlo por el deseo de querer estar bien y ser mejor; más allá de mí, más allá de cualquier otra cosa _le exprese seriamente, con una media sonrisa y tomando sus manos_.
_ ¿Pero porque está mal hacerlo por ti? _pregunto angustiada_
_Porque básicamente estarías cambiando de estimulante. Dejas las drogas y el alcohol porque te sientes bien conmigo y por esa razón quieres estar a mi lado. Piensa, si lo único que te impulsa es el deseo de estar conmigo, si por una x situación yo me alejara de ti, volverías a sentirte muy mal, volverías a caer y es más que probable que terminaras en las garras del whisky y la coca nuevamente, e incluso de peor manera. Por eso te digo que debes hacerlo por ti, debes llegar a aceptarte, amarte y a tener ganas de ser mejor, por ti. Después de lograr eso, podrás estar bien conmigo o con quien desees, pero, sobre todo, estarás bien contigo y si estas bien contigo, no necesitaras utilizar ninguna sustancia para sobrellevar el día _le explique crudamente, pero de la manera más suave posible_.
Agacho su cabeza angustiada, la tomé de su mentón y la volví hacia mí, sin decir nada…
_Nunca nadie me había hablado de la manera en la que tú lo haces. Me gusta, pero por momentos me asusta _expreso preocupada_.
_ ¿Te asusta? ¿Qué es lo que te asusta? _pregunte intrigada_
_Ja, ja… No se…, a veces creo que eres un invento de mi mente y me da miedo cerrar los ojos y que solo te esfumes. Eres tan…, perfecta. Pareces tener siempre lo que necesito _me dijo mirándome con fascinación_. No lo sé… ¿Eres real tu? _agrego en tono de broma_
Me reí exageradamente, tentada sobremanera por lo que dijo y, a la vez, halagada por sus palabras…
_Ja, ja, ja… ¡¡¡Si que eres boba!!! Bueno, soy tan real como tu… _respondí a su broma_ Mira, si nos encontramos es porque ambas tenemos algo que entregarle a la otra o algo que enseñar o que mostrar _agregué sonriendo_.
_Aquí viene otra vez… ja, ja… _me dijo jocosa, ladeando su cabeza hacia ambos lados_
_ ¿Qué cosa? _pregunte intrigadísima, frunciendo el ceño_
_Tu delirio místico…, ja, ja, ja… _contesto riendo y empujándome suavemente, en clara acción de juego_
Me cruce de brazos y le arroje una mirada incriminatoria…
_¡¡¡Pero que mala eres!!! _exclame, a la vez que giraba mi cabeza hacia un costado_
Se me hecho encima y me abrazo, pero yo, fingiendo enojo no correspondí su abrazo…
_No…, era una broma…, es que eres tan… mística, ja, ja… _expreso riendo mientras intentaba besarme_.
Me la quité de encima y fruncí mis labios, achicando mis ojos, en clara expresión vengativa, al tiempo que golpeaba las yemas de mis dedos entre sí…
_La burla es una falta grave… Creo que tendré que castigarte severamente _le dije imitando la voz de un villano de comic_.
Entonces, me disparo con una de sus sonrisas, desarmando instantáneamente todas mis defensas…
_Me temo que soy asquerosamente culpable…, me entrego mi sargento _dijo deformando su voz, tratando de aguantar la risa_.
Seguidamente, ambas nos reímos, terminando abrazadas tiernamente…
_Oye, aun debes contarme que paso con el tal Gabriel y su hermana psicópata _exprese, con cierto tono de broma_.
Su sonrisa se esfumo, levanto sus cejas, miro hacia el techo y suspiro…
_Hum…, eso…, sí _contesto con pesar_. Gabriel fue mi quinto cliente, lo recluté de la misma manera que a los demás y también le propuse las mismas reglas. Pero, ya desde el primer día transgredió un par, primero llego con una rosa, mientras lo estábamos haciendo intento besarme y por último, luego de terminar, pretendía que tomáramos un café y hablásemos.
De buena manera, aunque debo reconocer que soy extremadamente fría con ellos, le explique nuevamente como debían ser las cosas, si pretendía seguir frecuentándome. En fin, pareció entenderlo.
Pasadas un par de semanas, volvió a escribirme y programamos otra cita y, en medio del acto, me dijo que estaba enamorado de mí, no le respondí, pero luego, cuando se estaba yendo, le dije que si no se mantenía callado y no acataba mis condiciones ya no aceptaría verlo. Otra vez me dijo que si, que lo disculpara y que no volvería a suceder, pero, hubo una tercera vez y volvió a intentar besarme. Esta vez, fui un poco más severa al advertirle, se disculpó y se fue, entonces decidí ya no aceptarlo más como cliente.
Volvió a escribirme, entonces me negué y a partir de ahí empezó a escribirme y a llamarme a cualquier hora, todos los dias. Al principio le respondía, aunque solo los mensajes, pero luego, se puso demasiado pesado y deje de hacerlo. Pero nada cambio, empezó escribiéndome cosas como, ¨estoy enamorado de ti¨, ¨solo quiero que seas mi novia¨, y cosas por el estilo.
Yo, le decía que no estaba interesada y me justificaba explicándole como eran las cosas para mí, pero parecía no entenderlo. Pasaron los dias y se puso aún peor, me dijo que me pagaría por ser su novia, que no podía estar sin mí.
Como seguí sin responderle, comenzó a escribirme diciendo que se suicidaría si yo no le contestaba, no lo hice y siguió con esas amenazas. Como yo seguía ignorándolo subió la apuesta, comenzó a enviarme videos, deslizando un cuchillo por sus muñecas, apuntándose con una pistola en la cabeza y cosas así enfermizas. Seguí sin responder y me envió fotos drogándose, aspirando coca e inyectándose, diciendo que todo aquello lo hacía por mi culpa. No estaba segura de sí las fotos eran reales o estaban fingidas.
Un día, cuando iba llegando aquí, cerca de la puerta, me abordo su hermana, comenzó a gritarme e insultarme por lo que, según ella, yo había hecho a su hermano. Intente explicarle, pero estaba totalmente sacada, entonces me quede callada hasta que se cansó de decirme idioteces y de acusarme de haber corrompido a su hermano. Se fue gritándome… ¨eres una diabla¨, lo repitió varias veces, hasta caminar unos quince o veinte metros y alejarse definitivamente.
Ella fue la que me puso ese mote y se encargó de divulgarlo por todos lados, junto con las mentiras que también te conto a ti, me enteré por una chica que se me acerco una noche en un bar. Pero yo preferí dejar las cosas así, no quise meterme en más problemas, pensé que ya tenía suficiente con mi historia y mi presente.
Siguió enviándome mensajes, hasta hace un par de dias, en que decidí bloquearlo. No lo había hecho antes porque pensé que sería peor, que quizás se enojaría e intentaría agredirme físicamente, no sé. Pero ya no quiero saber nada de él, ni de todo esto, solo quiero dar vuelta la página y que las cosas sean diferentes _Respiro profundamente y paso las palmas por su rostro como intentando lavarlo de todo aquello_. Creo haber entendido lo que quisiste decir respecto a hacer las cosas por mí, pero no puedo negar que haberte conocido y pasar momentos como los que pase contigo, me dieron la fuerza necesaria para querer dejar todo esto atrás _agrego mirándome a los ojos, con cierta esperanza_.
Me enterneció su relato, por la forma en que me lo conto y todo ese sentimiento tan claro en sus ojos. Le creía, yo sabía que esa loca decía puras pavadas, lo intuía, había visto en los ojos de Andrea muy profundamente y había muchas cosas en ellos, pero estaba segura de que la maldad no era una de ellas.
_Ven aquí… _le dije, trayéndola hacia mí, para luego abrazarla_
Me abrazo y busco mi boca, besándome suave y dulcemente durante unos cuantos minutos…
_Entonces… _ ¿Estas dispuesta a dejar todo eso atrás? _pregunte apurándola_
Sin dudarlo, me miro a los ojos y rápidamente asintió con su cabeza…
_Si, estoy segura… _contesto de prisa_
Le sonreí y palmeé su pierna…
_O. K. Me alegra escuchar eso, entonces deberás deshacerte de las drogas y el alcohol y también cancelar todas las citas pendientes. Esas, junto con el examen, son mis condiciones para que sigamos juntas _le dije con total seriedad, esperando ver su reacción_.
Me miro con una mueca de resignación y luego, asintió con su cabeza…
_Lo hare Valen… _dijo finalmente, tras respirar profundamente_ Dame un minuto _agrego mientras se levantaba e iba hasta el espacio contiguo a la sala_.
Recorrí el lugar con la mirada, era muy bonito, me gustaba mucho y estaba bastante ordenado y muy bien conservado. Las paredes en su totalidad estaban pintadas de blanco, estaba sentada a la derecha de la puerta de entrada, en una especie de sofá de dos cuerpos dispuestos en forma de ele, justo en la esquina derecha del lugar, siguiendo la forma de la pared. Este, estaba forrado con cuerina negra y contaba con almohadones en el respaldo, del mismo material y color.
Detrás de mí, encima del sofá, había una amplia ventana cubierta con cortinas de color turquesa y al trasluz, podía verse que tenía rejas. Contra la pared, terminando el banco, del lado derecho se presentaba un masetero de cemento pintado de blanco, con una azucena y frente a mí había una mesa ratona de madera, pintada también de blanco.
En la pared que tenía enfrente, había una puerta blanca, que se encontraba entreabierta y podía ver claramente que conducía al baño. A la derecha de esta puerta, un espacio se adentraba dando lugar a la cocina. Había una mesada blanca en forma de ele, debajo, en la parte más corta, había una puerta y pegada a esta, una fila de cuatro cajones, todo en color gris. Siguiendo a la derecha, empezando la parte más larga de la ele, estaba una cocina de cuatro hornallas, en un color metalizado y, pegada a esta, se disponía una puerta también gris. Al lado de la cocina, siguiendo por encima de la mesada estaba la pileta.
Terminando la mesada se encontraba la heladera también de color metalizado, de dos puertas, la principal y la del freezer.
Arriba de la mesada tenía un microondas y, amurada a la pared, que se levantaba en la parte larga de la mesada, se extendía una alacena, de color marrón clarito. Esta era cortada en medio, justo a la altura de la cocina, por la campana del extractor.
Las paredes estaban recubiertas por cerámicos, con diseños de manchas irregulares y, tanto el piso de la sala como el de la cocina, eran también de cerámicos en color crema.
A la izquierda, tenía un mueble blanco, delimitando la sala con la habitación que, desde allí, no alcanzaba a ver en su totalidad. Para ese lado había ido Andrea, que ya volvía con una caja en sus manos.
_Que bueno esta tu departamento. ¡¡¡Me encanta!!! _exclame al ver que se acercaba_
_Si, es bonito, que bueno que te guste _me dijo sonriendo_. Valen, aquí tengo mis drogas _agrego extendiéndome la caja_.
_Y entonces… ¿Segura de que quieres acabar con todo esto? _ le pregunte seriamente_
_Si, quiero hacerlo… _respondió con decisión_
_O. K. Hagámoslo entonces _le dije arengándola_. Vamos al baño _agregue levantándome_.
Extendí mi mano exagerando un ademan, indicándole que pasara y cuando lo hizo, la seguí por detrás. Encendió la luz, era un espacio de tres x dos, pintado color azul marino, el lugar se veía algo desordenado pero la pintura, el mobiliario y demás estaban impecables. En la esquina, al fondo a la derecha, se encentraba una cabina de acrílico transparente con la ducha, cuya pared, encerrada en ella, estaba cubierta de azulejos blancos; en la otra esquina, al fondo a la izquierda, se encontraba el termotanque, pendiendo de la pared a una altura de un metro y medio y, debajo de este, un lavarropas pequeño. A la derecha apenas entrar, a unos pasos de la puerta, estaba la pileta de manos con un mueble debajo, pintado de blanco y encima un botiquín, en cuya puerta estaba el espejo.
Camino hasta el inodoro y levantando la tapa, entonces abrió la caja y la apoyo en el piso, observándola por un breve instante. Luego, empezando por los envases de pastillas, comenzó a desechar todo su contenido, hasta quedar solo las bolsitas de marihuana.
_ ¿También la tiro? _pregunto dudando, mientras sostenía una de las bolsitas frente a mi_
_No lo sé, tu dime… _respondí, entregándole la responsabilidad_ ¿Por qué fumarias? _pregunte con toda la intención de ver como reaccionaba_
_No lo sé, me gusta, me gusta su sabor y su aroma. Fumo en los ratos en que tengo un tiempo libre y tengo ganas de distenderme, me relaja, me tranquiliza _contesto sinceramente_.
_O. K. Consérvala…, veremos qué pasa _le dije guiñándole un ojo, a la vez que apoyaba mi mano en su hombro_.
_A, espera, falta algo… _expreso caminando hasta el botiquín_
Lo abrió y saco otro frasco de pastillas, volvió hasta el inodoro y, sin dudarlo, lo volcó completo, hasta la última píldora.
_Ahora sí, ya no queda nada… _afirmo triunfante_
_Segura… ¿No tienes alcohol? _pregunte con firmeza, achinando mis ojos maliciosamente_
Largo el aire de golpe y bajo su cabeza, mientras golpeaba su frente con la palma de la mano…
_Cierto… falta el alcohol… Y luego si esta todo, solo quedaría la hierba _ confesó con seguridad_.
_Genial… ¡¡¡Vamos por el!!! _exclame, mientras giraba para salir del baño_
_Tengo whisky y tengo algunas cervezas en la heladera _me dijo, al tiempo que abría una puerta de la alacena y sacaba una botella llena_.
_ ¿Y qué vas a hacer? _pregunte apoyándome contra la mesada_
_ ¿Tirarlo? _pregunto con algo de duda_
_Solo has lo que sientas deseos de hacer _le dije, fingiendo desinterés, me crucé de brazos y me encogí de hombros_
Sonrió con cierta malicia, apoyando la botella en la mesada, se acercó hasta mí y cuando estuvo a unos pocos centímetros, poso su mano en mi nuca y me beso. Comió mi boca con pasión y deseo, recorriéndola completa con su lengua y succionando ardientemente mis labios.
Luego de unos instantes, apoyo sus manos en mi pecho y me separo de ella, rompiendo las ilusiones de mi deseo y dejándome con unas irrefrenables ganas de más.
Alcanzo la botella, la destapo y vertió todo su contenido en la pileta, mientras me miraba y me sonreía con complicidad, luego fue hasta la heladera y saco un pack de cervezas.
_Está bien, esas puedes conservarlas _exprese, haciendo un gesto con mis manos de que parara, ella me miro con sorpresa y se encogió de hombros_. Ven aquí… _dije extendiéndole mis brazos_
Cuando se acercó, la abrace tan fuerte como me fue posible, deseando fusionarme con ella, quería meterla dentro mío, para que jamás volviera a sufrir…
_V-a-l-e-n-t-i-n-a… _me dijo al oído con voz entrecortada_
_ ¿Que mi vida? _pregunte dulcemente_ Dime…
_Me estas aplastando una teta…
_Ja, ja, ja… ¡¡¡Que tarada!!! _exclame riendo y me la saque de encima con un empujón brusco_
_Ja, ja, ja… ¡¡¡Pero era verdad!!! _exclamo, muerta de risa, a la vez que tomaba mis manos_
_Está bien, disculpa…, fui imprudente la verdad _le dije con ironía_. Si llegaba a reventar una de esas, volábamos todos, ja, ja, ja… _agregue mirando sus pechos_
_¡¡¡Que idiota…!!! _exclamo soltando mis manos_ No son tan grandes _agrego mientras se cruzaba de brazos_.
Mire hacia su pecho, abrí grande los ojos y levante mis cejas, mientras inclinaba lentamente mi cabeza hacia un lado…
_Bueno…, define grande _le dije sin sacar la mirada de sus tetas_.
_Bueno, si no te gustan no te las presto más y listo… _respondió tapándoselas_
_Ja, ja, ja… ¡¡¡No…!!! No es eso, son hermosas _le dije trayéndola hacia mí y abrazándola_. Pero son grandes _agregué en su oído y me eché a reír_.
_Tendré que castigarte _me dijo mirándome seriamente_.
_ ¿A si? ¿De qué manera? _pregunte frunciendo el ceño_
_Un mes sin verlas ni tocarlas _respondió con una fingida actitud de superada_.
_Ja, ja… No se vale. ¡¡¡Eso es demasiado cruel!!! _exclame fingiendo aflicción_ Boba… ¿Estas mejor? _pregunte animada_
Me sonrió dulcemente, luego hundió su rostro en mi pecho y se apretó contra mí…
_Lo estoy y es gracias a ti _me dijo sentidamente_.
_No solo a mí, también tú has hecho tu parte _conteste corrigiéndola_.
_No me contradigas… _susurro en mi oído_
_Ja, ja, ja… Ay, es que me gustan tus castigos _le ronroneé rozando su oreja con mis labios_.
Cerro sus ojos y se estremeció entre mis brazos…
_Y a mí, me gustas toda tu _dijo suavemente y lamio mi oreja, de arriba abajo_.
Mi piel se erizo instantáneamente y mi cuerpo se retorció levemente…
_¡¡¡Ay perra!!! _Exclame espontáneamente_
_ ¿Qué pasa? ¿No te ha gustado? _pregunto en un falso tono de aflicción_
_Ja, ja, ja… ¡¡¡Boba!!! _respondí con los ojitos a media asta_
Se puso seria y pensativa de repente, y sus ojos se perdieron en el espacio por unos segundos…
_Oye…, hum… _Vacilo unos instantes_ Quiero preguntarte algo ¿Tienes algo que hacer esta noche? _pregunto dubitativa_
_Ja, ja… No… _conteste frunciendo el ceño_ ¿Por qué tanta intriga? _agregue con expresión de sorpresa_
_Hum… _Rasco su cabeza_ ¿Quieres quedarte a dormir conmigo? _soltó rápidamente, como temiendo que sus palabras se quedaran trabadas_
_Ja, ja, ja… ¿Era eso? _respondí con otra pregunta, sin poder simular la alegría que desbordaba por todo mi ser_ Pues… ¿Roncas tú?
_Ja, ja, ja… Hum, no la verdad… Pero por ti podría aprender _dijo siguiendo con mi broma_.
_Está bien, no es necesario. Acepto, solo por ser tú, ja, ja… _le dije a la vez que la abrazaba con fuerza_
Sus dientes me iluminaron desde su enorme sonrisa y luego, descargo sobre mi boca, una rápida seguidilla de besos…
_Ay… ¡¡¡Que bueno…!!! Te juro que roncare bien lindo para ti… _me dijo a la vez que se colgaba de mi cuello_
_Ja, ja, ja… Eres una tarada… La tarada más bonita que he conocido en toda mi vida _Apoye mis manos en sus mejillas y la bese intensamente, con toda la dulzura que su ser despertaba en mi_. Oye, pero voy a tener que ir hasta mi departamento, bañarme y cambiarme de ropa _agregue segundos después_.
_Si, está bien, yo también debo bañarme y cambiarme _contesto muy animada_.
_ ¿Y a qué hora quieres que venga? _pregunte tratando de disimular mi ansiedad_
_No lo sé, yo ahora me baño, me cambio y estaré lista… Cuando tu estés lista ya puedes venir _me respondió, con notorio entusiasmo_.
_O. K. corazón, entonces ya me voy, así puedo venir lo antes posible _Tome la mochila y la cargue en mis hombros_.
_Si, genial, te extrañare… _me dijo fingiendo una exagerada tristeza_
_Ja, ja…, boba…, también yo _La jale de un brazo y la acerque hasta mi_.
De fondo, sonaba Guns N’ Roses[2]
interpretando November Rain[3]:
When I look into your eyes
I can see a love restrained
But darlin’ when I hold you
Don’t you know I feel the same…
Nos abrazamos y besamos alevosamente, exponiendo el deseo que despertaba en nuestros cuerpos cuando se encontraban, el hambre de nuestras bocas por devorar la de la otra y las irrefrenables ganas que nos atraían con brutal magnetismo. Nos olvidamos por unos minutos del mundo, danzando entre besos y caricias, acunando fantasías de lujuria y de pasión fecundadas por nuestros labios, para gestarse, crecer y nacer a gritos de nuestros sexos.
Varios minutos nos tomó lograr despegarnos para, finalmente, sellar con un último beso la despedida momentánea.
Camine a casa con mi ser revolucionado, con diversas sensaciones y sentimientos erupcionando en mis extrañas, difíciles de controlar y aun, también de explicar. Había sido un día más que intenso, de idas y venidas, la tuve, la perdí y volví a encontrarla, y se sintió genial, aunque, cierto aire de incertidumbre flotaba como un fantasma a mi alrededor, emergiendo desde el fondo de mi pecho. Mientras tanto, mi sonrisa se elevaba flameando en lo más alto, augurando dias de inmensa gloria.
Llegue al departamento en unos pocos minutos y ya no veía la hora de volver a verla. Eran las ocho y cinco de la tarde y estaba hambrienta, tome un yogurt de la heladera, le agregue un poco de cereal y lo comí con prisa, mientras observaba por la ventana, recorriendo en flashes diferentes tramos de mis vivencias con Andrea.
Terminé mi tardía merienda y eché una última mirada desde mi refugio, observando al sol ensangrentado que, lenta y celosamente, era escoltado por un sequito de nubes blancas camino del ocaso, a morir con gloria en el horizonte.
El atardecer, siempre me ha parecido un cuadro magnifico, ver a la poderosa super nova caer impotente, para luego renacer y volver a levantarse con más fuerza, es un espectáculo inspirador.
Apure mi caminata el baño y en el camino fui despojándome de todo lo que traía puesto, no tenía tiempo que perder, me urgía volver con ella y aún tenía varias cosas que hacer por delante.
A la pasada, tomé la Tablet y puse música, en aquella ocasión estaba con prisa, así que sonó lo primero que se me cruzo y lo que tocó en suerte fue Gustavo Cerati[4]
interpretando su gran éxito, Deja Vu[5]:
Veo las cosas como son
Vamos de fuego en fuego hipnotizándonos
Y a cada paso sientes otro déja vu
Oh no…
Coloqué un volumen medio alto, me metí en el baño y, luego de depilarme, bañarme, maquillarme, cambiarme, peinarme, etc., etc.…, se hicieron las nueve y cuarenta y cinco de la noche. Me vestí, con un jean celeste bien gastado, con roturas y una musculosa negra lisa, pegada al cuerpo, en mis pies me calcé zapatillas negras estilo botitas, de lona. Para mi cabello, elegí una coleta en la mitad de la nuca y me volque por un maquillaje casual. La ropa interior, estaba compuesta por una tanga color uva, como única pieza. Ya estaba lista para salir, así que decidí enviarle un mensaje…
_En cinco salgo para allá, besitos.
Apenas apoye el móvil en la cama, para ir por la cartera sonó la alerta…
_Ay…, dale, apúrate…, no quiero extrañarte más…
_Pues entonces, iré bien despacito, ja, ja, ja…
_Serás castigada, te lo aviso…
No podía ocultar que me encantaban sus ocurrencias y sonreí con profunda alegría, mientras sentía como mi cuerpo entero se preparaba para recibirla, poniendo en alerta cada rincón de su extensión.
_Eso espero…, ja, ja… Chau boba, nos vemos, besitos.
Tome el teléfono, lo guarde en la cartera y salí camino a su casa.
Lo hice a un paso moderado, no quería llegar toda transpirada, la noche era cálida y un cielo despejado tapizado con infinidad de estrellas, componía el techo de la ciudad. Las calles estaban superpobladas, autos motos y personas yendo de aquí para allá por doquier, dominando todo el enmarañado de cemento y luces de diferentes colores.
Pasados unos veinte minutos, cuando estaba a unos metros de llegar, un cardumen de peces comenzó a dar mordiscos en mi estómago, en un principio pequeños, pero aumentando su voracidad y tamaño a cada paso que me acercaba a la casa de Andrea. Y cuando finalmente, estuve parada frente a su puerta, todo mi cuerpo era una revolución en sí mismo.
Toque el timbre y al cabo de unos segundos la puerta se abrió descubriéndola ante mí, bellísima, apetecible y altamente fascinante, como pocas veces en mi vida alguien se había presentado para mí; tres cualidades que, subjetivamente, mis sentidos elegían por sobre todo lo demás en aquel instante.
Vestía un micro short negro de cuerina y una remera manga larga también negra, ajustada al cuerpo, con la imagen de una calavera, al estilo del día de los muertos, en color blanco. Llevaba unas medias negras largas, hasta la mitad del muslo y en sus pies botas de caña baja, símil cuero, del mismo color. Se había maquillado con un estilo gótico, como la noche en que nos conocimos y esta vez, su cabello lucio suelto, peinado con una raya al costado, tapando casi la totalidad de su ojo derecho.
Apenas verme me disparo con una sonrisa asesina que dio justo en medio de mi corazón, dejándome a su merced. También le sonreí y las dos, así ‘’heridas’’ de alegría, nos fundimos en un abrazo que nos envolvió hasta el alma.
_Estas hermosa, perrita _le dije al oído acomodándome en sus brazos_.
_Y tu más, me gustas hasta el infinito y más allá…, ja, ja… _respondió, imitando la voz del personaje de Toy Story_
_Ja, ja, ja… ¿Qué onda Buzz? ¿Qué fue de la vida de Woody? _pregunte riendo_
_Mira, creo que termino como alfiletero de una abuela en un asilo de ancianos de Nebraska… _contesto con la misma voz, fingiéndose pensativa y apoyando la mano en su mentón_
Y así, riéndonos de nuestras pavadas, entramos a su departamento. Esta vez me dio la bienvenida con AC/DC[6], a todo volumen, sonaba Back in Black[7]:
Back in black
I hit the sack
I’ve been too long I’m glad to be back
Yes, I’m let loose…
_Ven, sentémonos _Me tomo de la mano y me condujo hasta el sofá_. Qué lindo que estés aquí, gracias por venir, de verdad _me dijo con la alegría pintada en su rostro_.
_Espera, saquémonos una foto, quiero una contigo _Abrí mi cartera y saqué el celular_.
_Si, dale, inmortalicemos el momento, ja, ja… _Rodeo mi cintura y se pegó a mi_
_Espera, una más por las dudas _Gatille un par de veces más_.
_A ver, muéstrame.
_Dos caramelitos, ja, ja…
_Ja, ja… ¡¡¡Si…!!! Está muy buena _Nos sentamos y, sin quitar sus ojos de mis ojos, ni la sonrisa de sus labios, tomo mis manos, como quien atesora algo valioso_. Oye…, de verdad, gracias por estar aquí… _agrego sinceramente_
_Por nada, me gusta estar aquí, gracias a ti por invitarme _Le guiñé el ojo_. Oye, deberíamos pedir algo para comer, me está entrando el hambre _le dije, masajeando mi estomago_.
_Ja, mama ya pensó en eso… _expreso con aires de superada_ Mas o menos en unos quince minutos llegara el delivery _agrego mirando la hora en su móvil_.
_¡¡¡Que genia!!! _exclame eufórica, mientras batía sus manos_
_Si, yo soy así…, ja, ja… _Me guiño un ojo_ He pensado en ti y he pedido una lasaña de césped _dijo jocosamente_.
_Ja, ja, ja, ja… ¡¡¡Que tarada…!!! Ja, ja… _Solté sus manos y empujé suavemente su hombro_
_Ja, ja, ja… Pedi jugo de naranja para ti. ¿Está bien? _pregunto expectante_
_¡¡¡Excelente!!! ¡¡¡Pero que chica atenta has resultado!!! _exclame levantando mi pulgar, en señal de aprobación_
_Bueno, eres mi invitada y quiero que te sientas cómoda… _me dijo sonriendo con inocencia_
_Ay… ¡¡¡Te voy a comer a besos!!! _Me mordí el labio inferior a la vez que fruncia mi nariz_
_Bueno, ya estoy condimentada, así que…, cuando gustes…, ja, ja, ja _Cerro los ojos y extendió sus brazos hacia los lados, en clara actitud de entrega_.
_ Te salvas porque la lasaña viene en camino _le dije riendo_.
_Bueno, siempre se puede cancelar, je… _Levanto las cejas y deslizo su dedo índice a lo largo de mi muslo_
_Ja, ja…, ni loca, tengo hambre… _moví mi cabeza de lado a lado, indicándole efusivamente que no_
_A, pero… ¡¡¡Qué bien!!! O sea que, la señorita prefiere un pedazo de masa rellena con pasto, en vez de a mi _fingió estar ofendida, se cruzó de brazos y miro para un costado_.
_No… ¡¡¡Jamás!!! ¿Por qué elegiría entre tú y la comida, pudiendo tener ambas? Tú serás mi postrecito relleno, bobita _pellizque suavemente su mejilla_.
_Ay… ¿Verdad? Y… ¿Vas a comerme toda? _Llevo el dedo índice a su boca y lo mordió suavemente_
_No dejare ni una miguita, es una promesa _Le guiñe el ojo y tome sus manos_. Oye… ¿Te molesta si te corro el labial? _le pregunte en tono provocador_
_Ja, ja, ja… Bueno, te desafío a que lo hagas, es de larga duración, así que deveras besarme por un buen rato _Se acerco a centímetros de mí y estiro sus labios en un pico_.
Acorté aún más la distancia entre nuestras bocas, hasta casi tocarse y me detuve a observar sus ojos un instante, aquellos portales alucinantes, que me transportaban a dimensiones desconocidas en solo un parpadeo. Abrí mi ser de par en par y me sumergí, empapándome de ellos y regocijándome en su magia, me sentía viva, podía saborear la energía divina, sentirla corriendo por dentro y por fuera. Sentirla levantarme, arrastrarme, inflarme, desinflarme y azotarme suavemente, en un latido de pasión. Me empape de vida al verme en sus ojos y entonces, mis labios sucumbieron a los suyos en una oleada frenética de besos, cargados de los deseos y las ganas que, los sin sabores de la vida, suelen acumular en nuestras entrañas.
Me entregue a su boca, a su sabor, a su textura, dejando que su lengua jugara con la mía, con sus irreverentes y excitantes golpeteos. Toda la geografía de mi cuerpo la exigía con urgencia y la pedía con sensuales susurros a oídos de mi sexo.
El sonido del timbre nos devolvió, bajo protesta, de regreso al planeta tierra, nos miramos unos segundos con el deseo tatuado en las pupilas y luego, Andrea se levantó a atender, nuestra comida había llegado.
_Ven, sígueme _Señalo con su cabeza a la vez que caminaba hacia la cocina_.
La cocina, presentaba un espacio que no observe la vez anterior, hacia una curva hacia la derecha y allí, había una mesa redonda de madera lustrada, con cuatro sillas de igual material.
Entre las dos pusimos la mesa y en pocos minutos estábamos comiendo. La lasaña estaba deliciosa, había sido una muy acertada elección. Andrea, acompaño la comida con un porrón de cerveza y, teniendo en cuenta sus mencionados problemas con la bebida, no se extralimito, hasta dejo un cuarto de botella sin tomar, lo cual me resulto más que auspicioso. Comimos, charlamos y reímos durante unos cuarenta y cinco minutos más o menos.
_Bueno… ¿Yo lavo y tu secas? O… ¿Tu lavas y yo seco? _pregunte, juntando los platos y cubiertos_
_Ja, ja… Hum… Yo lavo y seco, tú eres mi invitada _Tomo las cosas que había juntado y se dirigió a la pileta de la cocina_.
Metió los platos y cubiertos dentro, abrió el agua y cargo la esponja de detergente…
_Ay, pero yo me aburro sin hacer nada… ¿Puedo hacerte unos mimos mientras lavas? _La tome por detrás de su cintura y bese su cuello_
_¡¡¡Ay!!! Ja, ja… Vas a hacer que rompa todo _exclamo, mientras su cuerpo se estremecía notoriamente, al contacto de mis labios con su piel_. Ay…, pero no importa, compro más… Sigue por favor, ja, ja _me dijo riendo_.
_Cambiando de tema, ahora que recuerdo tú me debes algo _le dije, blandiendo mi dedo índice, cerca de su cara_.
_ ¿Deberte? ¿Qué cosa? _pregunto intrigada_
_Aún no he visto tu tatuaje _Me cruce de brazos y la observe con mirada inquisidora_.
_A…, ja, ja… Es verdad, luego lo veras, no pienso estar vestida toda la noche _Rio y me guiño el ojo_.
_Bueno, de eso estoy más que segura, aun no como mi postre _Le palmee un par de veces su glúteo derecho y luego le amase suavemente ambos_.
_Ja, ja, ja… ¡¡¡Eres una viejita golosa!!! _exclamo riendo_
_ ¿E…? ¿Qué has dicho? ¿Viejita yo? _Cruce mis brazos y la mire amenazante_
_Ja, ja, ja… _Rio, mientras terminaba de secar los platos_ Ven, sígueme, te mostrare mi cuarto _Me tomo de la mano y avanzo, atravesando la sala_.
El cuarto estaba a la izquierda de la puerta de entrada, apenas terminar la sala. Llegamos y encendió la luz descubriendo, para mí modo de ver, la habitación de una adolescente rebelde, aunque de buen gusto debo decir, teniendo en cuenta la subjetividad de las preferencias de cada uno.
El lugar era un cuadrado de unos tres x tres metros, con sus paredes en color turquesa y el piso de cerámicos, similares a los de la sala. La cama estaba pintada de blanco, tenía un cubrecama en color negro, estampado con notas musicales en blanco y recostaba su cabecera contra la pared opuesta a la puerta de entrada. En su costado derecho había una mesita de noche de madera, también pintada de blanco y encima de esta un pintoresco velador con forma de calavera. En la pared de la izquierda se encontraba el placar, del mismo color que los demás muebles, con tres puertas. Y en la pared a la que daba el pie de la cama, la misma de la puerta, había una ventana similar a la de la sala, pero esta con cortinas blancas.
Las paredes estaban decoradas con posters de películas y de estrellas de rock, coronando la cabecera de la cama, como estrella principal, el de Marilyn Manson, con su clásica piel blanca, labios rojos y ojos bicolor. Las puertas del placar, exponían imágenes de bandas de rock, entradas a recitales, portadas de discos y caricaturas, también de estrellas de rock.
_Espera, esa es… _Señale un poster gigante, que colgaba de la pared_
_Ja, ja, ja… Si, es Lara _Se paro enfrente y la observo con cierta devoción_.
_¡¡¡Si que eres fanática!!! _exclame riendo_
_Tenía unos diez años cuando vi la primera película, ya hacía tiempo que había estrenado y la pesqué una noche en la tv. Mis padres dormían y mi hermano se había quedado en casa de mis primos por el fin de semana _dijo observando el poster con fascinación_. Ya en la mitad de la película, ella se había convertido en mi idola y, acabado el film, comencé a soñar con que alguien así llegara algún día, a rescatarme de mi tortuosa vida _Se cruzó de brazos acongojada y luego de quitar la vista de la pared, se volvió hacia mi_. Tu eres mi Lara Croft, lo supe en cuanto te vi… _Avanzo hasta mí, me abrazo y, luego de mirar profundamente en mis ojos, me beso con una ternura indescriptible_
Nos conectamos, sincronizando desde ese beso, misturando nuestras almas y enredando nuestros cuerpos. Apenas una chispa de ella era suficiente para que ardiera en las llamas del deseo, la quería conmigo y en mí, abarcando la superficie de mi cuerpo y allanando mi interior con irreverente libertad. Se me había metido como un virus silencioso, minando mis defensas y dejándome a su merced, pero me gustaba, disfrutaba del sabor de aquella vulnerabilidad, después de todo, entregarse es liberador. Así me sentía, cuando me entregaba a los caprichos de su deseo nacido, indiscutiblemente, para satisfacer mi sed; liberada… Con ella no tenía ataduras más que la de sus labios, que nos unían como un lazo invisible, pero sin sentimiento de opresión, era el deseo el que me empujaba a ser su esclava voluntaria, a complacerla y a saciar sus sedes y sus hambres.
Sus manos urgentes, tomaron el borde inferior de mi musculosa y la hicieron volar por los aires, con la complicidad de mi cuerpo, que se movió adecuadamente para facilitar su salida. Me rodeo nuevamente con sus brazos y me giro con ella, en ciento ochenta grados, al tiempo que su boca se pegaba a mi cuello, arrancándome un gemido furibundo.
Caminamos enredadas unos metros hasta topar con la cama, cayendo sobre esta con brusquedad controlada y ella encima de mí, comiendo de mi cuello como un vampiro hambriento. Se incorporó de repente, quedando arrodillada y, cruzando sus brazos por delante de su cuerpo, se despojó de la remera, dejando sus magníficos pechos balanceándose encima de mí.
Luego, su boca se zambulló con prisa entre mis tetas, cerré los ojos y extendí mis brazos entregándome al disfrute que me obsequiaba su lengua. Mi cuerpo respondió con estricta obediencia a sus estímulos, estremeciéndose entero. Mi piel se erizo instantáneamente y mi clítoris emitió ondas latentes llamándola con desesperación, a la vez que mi garganta estallaba en gemidos suaves y constantes reproduciendo, con rock and rol de fondo, la banda sonora de aquella escena.
Bajo de la cama y, arrodillándose en el piso, me quito las zapatillas, luego extendió sus brazos y desabrocho mi jean, para deslizarlo por mis piernas y librarme completamente de él. Paso su lengua por mi vulva, encima de la tela de mi tanga e, instintivamente, golpee en la cama con mis palmas y aprete con fuerza cerrando mis puños.
Trepo con su lengua todo el largo de mi torso, escalando mi mentón y sumergiéndola en mi boca. Descargo su pasión en mis labios y la correspondí con desenfreno, tomándola de sus glúteos y apretándola contra mí. Sus labios se apretaron alrededor de mi lengua y yo la expuse con entrega para que la chupara excitantemente. De repente, su boca dio un brinco hasta mi oreja y los roces de su lengua, sacudieron todo mi cuerpo.
_Espera…, espera… _le susurre entre gemidos_
_Ey… si… ¿Qué pasa Valen? _pregunto preocupada_
_Tranquila, nada grave, solo tengo que preguntarte algo _La tome, con ambas manos de sus mejillas y la mire a los ojos_. ¿Has estado con alguien más, luego de nuestra última vez?
_No, en realidad tenía una cita por la madrugada, pero la cancele, eso es todo _contesto con seguridad_.
_O. K. Está bien… Ahora debo confesarte algo _Me puse muy seria_.
_Pues anda, dilo _expreso con clara preocupación_.
_Ahora que he cortado tu inspiración, debo decirte que necesito ir al baño, ja, ja, ja _Le estampe un beso, con mucho ruido, en sus labios_.
_Ja, ja, ja… ¡¡¡Que mala…!!! Me asustaste perra, ja, ja
_Ja, ja…, lo se _Le guiñé el ojo y salí caminando para el baño_.
_Te castigare… _Me arrojo la almohada por la espalda_.
Cuando volví del baño Andrea estaba tumbada en la cama viendo el poster de Lara Croft…
_Deja ya de adorar a falsos dioses, aquí llega la verdadera, ja, ja _Me tire detrás de ella y la abrace por la espalda_. ¡¡¡Guau Andy!!! ¿Ese es tu tatuaje? ¿A ver? ¡¡¡Levántate!!! _Exclame con fascinación_
_A…, ja, ja… Si _Se arrodillo en la cama dándome la espalda_.
_Uy, pero es una obra de arte, es bellísimo… ¡¡¡Me encanta!!! _Apoye mis manos en sus hombros apreciándolo_
Abarcaba la totalidad de su espalda, era la reproducción realista de un cuerpo femenino, de la cintura para arriba, con alas de vampiro algo deterioradas, al igual que su vestimenta. Tenía sus brazos elevados hacia adelante, doblados en sus codos y con las palmas de cara a su rostro. De su cabeza emergía una especie de campo de energía que se expandía en todas direcciones…
_Si, es muy bello, me enamoré de la imagen apenas la vi.
_ ¿Y qué significa? ¿Sabes? _pregunte con curiosidad_
_Si, ella es Zalir, el demonio lésbico.
_Ja, ja… No bromees, de verdad, dime… _empuje su hombro levemente_
_Ja, ja, ja… ¡¡¡Pero es verdad tonta!!! _exclamo riendo_ Ella reina sobre las relaciones lésbicas y quizás por esta función es prácticamente desconocida por los estudiosos de la demonología.
Protege con devoción a sus discípulas, a quienes adoctrina en cuestiones relacionadas con el derecho a la identidad y a elegir legítimamente el objeto de deseo.
Su amor y ternura exceden lo carnal, aunque las crónicas medievales aseguran que su deseo es insaciable y que es capaz de llevar a la muerte por agotamiento a sus amantes.
Ella no elige ni discrimina a sus amantes basándose en la edad y la belleza, todas las mujeres, jóvenes o ancianas son para ella ideales.
Además de la devoción que exhibe por la variedad y la sutileza de lo femenino, encuentra en este, un espejo en el cual reflejarse.
_¡¡¡Guau…!!! Has logrado que también me enamore de ella… _le dije, mientras le daba otra ojeada_. ¡¡¡Me encanto!!!
_Bueno, eso, me enamore de la imagen y me convenció su leyenda… Y entonces me lo hice. ¿Y tú? ¿Por qué no tienes tatuajes? _Se dio vuelta, colocándose de frente a mi_
_¡¡¡Si tengo!!! _Me di vuelta y corrí mi cabello, dejando descubierto mi cuello_
_Ay… ¡¡¡Qué lindo!!! Me gusta… _exclamo, mientras se acercaba para verlo mejor_
_Si, no es tan ostentoso como el tuyo, ja, ja…, pero es bonito.
_Ja, ja, ja… Si. ¿Y sabes lo que significa?
_Bueno, nada, que yo sepa… Es un mándala _me di vuelta enfrentándola_. Lo que sé, es que hacerse un tatuaje en el cuello está vinculado con personas arriesgadas y un tanto atrevidas, que toman decisiones con audacia. El cuello es una zona que la mayoría de las veces está expuesta y es por eso que los que eligen esta zona se suponen osados. Es lo que dicen, ja, ja.
_Hum… ¿Eres una chica osada? _Mordió su labio inferior_
_Solo si vale la pena, ja, ja _le dije mirándola de manera provocadora_.
Se levanto, se paró al lado de la cama y me soplo un beso desde su palma…
_Ahora extráñame tu a mí, voy al baño, ja, ja _Se dio media vuelta y camino atravesando la sala_.
Admire su figura ya con añoranza, mientras se alejaba y se perdía en el baño, luego me gire quedando boca abajo, observando los posters con detenimiento.
No la escuche salir, ni acercarse, solo sentí la nalgada de repente, abstrayéndome de mis pensamientos…
_¡¡¡Ay…!!! ¡¡¡Perra!!! Vas a matarme de un susto, ja, ja.
_Pero que flojita habías sido, ja, ja _bromeo, a la vez, que se echaba a mi lado_.
Me gire enfrentándola, quedando de lado y me acerque hasta que nuestras narices se tocaron. Ambas permanecimos en silencio, espiando por las ventanas del alma, empapándonos de todos nuestros secretos, compartiendo sueños y fantasías. Me gustaba infinitamente, ya no solo con el cuerpo, todo mi ser estaba embriagado de ella y mi corazón palpitaba entonando su nombre, solo el recordarla me excitaba y cada una de sus caricias traía a mi mente lo que era sentirse viva.
Acaricie su mejilla y sus ojos brillaron, exhibiendo claramente los sentimientos que crecían en su pecho, los distinguía con nitidez, podía verlos en sus pupilas, pues no eran más que el reflejo de lo que ella sembrara en mí creciendo exponencialmente a cada instante. Mi boca se abrió en un fallido intento por exhalar todo lo que sentía por ella, pero mi cautela tomo la frase con su puño y la arrojo hasta lo más profundo de mi ser, ahogando aquel grito antes de nacer.
No creo que fuera miedo, preferí llamarlo precaución, dados los acontecimientos que habían sucedido hacia horas, había decidido ir con calma, no quería precipitar las cosas.
Sus ojos me gritaban infinidad de cosas que no podía escuchar, pero las sentía profundamente y en ese instante sus labios se entreabrieron, tomando el aire necesario para expresar en voces lo que en silencio se escuchaba. Y ahora, la cautela se apodero de mi boca y en un movimiento eléctrico callo a la suya, con un beso que movió las energías de ambas, envolviéndonos en un remolino vibrante de pasión. Nos saboreamos durante varios minutos, nuestros labios se complementaban perfectamente, como piezas distintas de una misma maquinaria que nos contenía.
Aprete con vehemencia sus glúteos, ella hizo lo propio con los míos y luego, coló su mano por debajo de mi tanga jugando con su dedo en mi esfínter, metiendo apenas la punta. Aquello, fue como derramar un valde repleto de nafta en una fogata, me retorcí y jadeé de placer deseando mucho más, deseándolo todo.
Sin dejar de besarme deslizo mi ropa interior hacia abajo, descendiendo por mis muslos y yo me encargue del resto del camino piernas abajo, hasta lograr sacarla por completo con los dedos de mis pies.
Deslizo sus dedos entre nuestros labios, lamiéndolos con dulzura y luego los metió en mi boca para que los chupara, impregnándolos de mi saliva. Seguidamente, volvió a cambiarlos por su lengua y los traslado hasta mi ano, untándolo con mi baba que, en un principio, se sintió fresca y tremendamente excitante.
Sentí sus dedos andar entre mis glúteos, recorriendo el tramo desde el periné hasta el coxis y, extasiada de placer, deseé profundamente que alguno naufragara en mi esfínter. La punta de uno de ellos jugueteo en mi hoyo y, acompañándolo con el movimiento de mis caderas, logre que penetrara apenas, multiplicando exponencialmente mis ganas. Pero Andrea me empujo desde el hombro, dejándome boca arriba y enferma de deseo. Luego, tumbándose de espaldas se quitó las botas, el short y la tanga, conservando solo las medias, que le imprimían un toque extra de sensualidad.
Sin perder tiempo me arrodillé a su lado e, inclinándome hacia ella, comí de sus tetas, presionándolas y amasándolas con devoción, mientras lamía y succionaba sus pezones, que se endurecieron al mínimo contacto de mi lengua. Gimió suavemente, a la vez que acariciaba mi cabeza acompañando mis movimientos.
Sin dejar de saborear y deleitarme con los manjares de su pecho, lleve mi mano a través de su cuerpo camino del pubis, arrastrando las yemas de mis dedos por la tersura de su blanca piel. Se contoneo levemente, acompañando el avance de mis manos que, al llegar a la lomada previa a su valle del placer se desviaron y, rodeando los labios mayores, descendieron por el interior de su pierna llegando hasta su rodilla. Retome el mismo camino de regreso, pero esta vez mis dedos fueron algo más osados, pasando por encima de los labios, recorriendo su borde interno y rozando los labios menores, que ya estaban notoriamente húmedos. Luego treparon por encima de su clítoris y, completando la vuelta, llegaron al periné, donde la humedad se hizo mucho más abundante. Andrea se estremeció apurando el movimiento de sus caderas, a la vez que presionaba mi cabeza contra sus tetas.
Complete la travesía con mi dedo mayor, presionándolo con suavidad y, avanzando lentamente hacia arriba, lo deslice con la facilidad que sus jugos proveían a tal aventura. A la mitad del camino que había elegido trazar, apenas brevemente, lo hundí en su vagina, provocando el sacudón de toda su zona media, a la vez que apretaba bruscamente su puño entre mis cabellos.
Sonreí con malicia, continuando el camino elegido y, con la primera falange entre sus labios menores, arrastre sus jugos hasta estrellarla contra el glande de su clítoris, el cual sirvió de interruptor para el profundo gemido que escapo de entre sus labios.
Lleve el dedo hasta mi boca para chuparlo y saborearlo mientras la miraba a los ojos. Esta, en un arrebato, me tomo por la nuca empujándome hacia ella, para luego pasar su lengua por mis labios un par de veces. Tome su muñeca retirando su mano de mi cabeza, bese su cuello por unos instantes y luego descendí lentamente con mi lengua, hasta llegar a su pubis y transgredirlo.
Mi primer lengüetazo desato su pasión definitivamente, traducida en un grito ahogado que agrego unos grados más a mi excitación. Con mis dedos aprete encima de su clítoris, deslizando el prepucio para dejar el glande a mi merced. Entonces moví mi lengua con impiadosa velocidad, rozándolo con la punta y provocando una catarata de gemidos desquiciados, que descontroladamente se eyectaron de su boca.
La chupé sin contemplación alguna, empujándola al borde de la locura y, con dos de mis dedos, cogí su vagina, incentivando a su lujuria a provocar un golpe de estado que termino derrocando a la razón. Andrea estaba completamente entregada al desenfreno sexual que, desde su entrepierna, era propuesto a todo su ser, entonces me monte encima de ella quedando ambas en una posición de sesenta y nueve, entregando con total intencionalidad la vulnerabilidad de mi vulva al deseo desenfrenado de su boca.
Como un relámpago su lengua recorrió mi raja de punta a punta y, por unos instantes, abandoné su entrepierna para entregarme al desenfreno que desde su boca se me proponía. La deseaba con locura, la quería con pasión y la necesitaba sin lugar a dudas allí, encendiéndome completa y arrojando mi cerebro por la ventana de la realidad.
La sentí y la disfrute durante largos segundos, con mi cabeza recostada en su muslo y mi boca entreabierta, dejando escapar desprejuiciados gemidos que volaron libremente, mezclándose en la música primero, para luego terminar perdiéndose entre sus acordes. Luego volví a comer y a beber de su sexo, como si de la última cena se tratara y, entonces, fuimos un revuelto de carne ardiente incinerándose sin ningún remedio.
Su lengua se sentía deliciosa y el roce de mi abdomen en sus tetas me enloquecía aún más. Bajé mis caderas, llevándolas contra ella lo más que pude para, en un glorioso instante, sentir su legua penetrar mi vagina, provocándome un ardiente escalofrió que se extendió por todo el ancho y largo de mi cuerpo.
Gemí entre lamidas como una loca, mientras mis oídos captaban el mismo alucinante sonido emanado desde ella. Entonces, sentí la punta de un dedo contornear mi ano y deslizarse hasta mi vagina penetrándola, para entrar y salir unas tres veces. Luego, salió definitivamente de mí y se arrastró nuevamente hasta mi esfínter, jugueteando en él. Sus labios se apretaban sobre mi clítoris, su nariz rozaba levemente mi vagina y mis gemidos se juntaron en un solo grito de placer, cuando aquel dedo se introdujo por completo en mi ano.
No quería dejar de darle placer, pero fue más fuerte que mi voluntad, arquee mi torso, tirando mi cabeza hacia atrás y grite sin control, agitando mis caderas con vehemencia. Durante varios segundos fui presa de aquella lujuria sin gobierno y al recuperar el control parcial de mis actos, volví a zambullirme en su entrepierna, mientras Andrea me cogía y me chupaba sin ningún tipo de contemplación.
Succioné su clítoris a la vez que la cogía por la vagina desesperadamente y en ese punto, ambas fuimos dominadas por la sed incontenible del deseo; una sed que, cuanto más intentábamos saciar más se agigantaba, embriagándonos perdidamente.
Interpretamos aquella danza por varios minutos, hasta que sus piernas comenzaron a temblar y pude sentir las paredes de mi vagina contraerse, presagiando el inminente final. Mis dedos se chorrearon de una sustancia viscosa de color blanco y Andrea comenzó a gritar de manera sostenida, mientras seguía cogiendo mi culo. De repente se detuvo, presa de un temblor casi sobrenatural, levanto su pelvis a mas no poder y apretó sus dedos en mis glúteos, como intentando aferrarse al pequeño instante que se le iba escurriendo de entre los dedos.
Entonces sus gritos lo dominaron todo, opacando el heavy metal que sonaba de fondo y la efervescencia dentro de sí exploto hacia afuera, escapando furiosa en deliciosos chorros de ardiente elixir sexual. Jadeo sin descanso como desquiciada, hasta que poco a poco su respiración se fue normalizando y entonces, desde mis glúteos, jalo mis caderas hacia abajo, hundiendo su cara en mi vulva.
Me retorcí eléctricamente al sentir su lengua en mi vagina, naufragando entre escalofríos y ahogando un grito contra su sexo. Con prisa, lleve los dedos hasta mi clítoris, para frotarlo desesperadamente, mientras bebía de sus jugos que aun chorreaban empapando la cama.
Escale hasta lo más alto, llegando a la cima de la pirámide del placer, para luego caer inexorablemente en picado, liberando toda la energía acumulada en la subida. Un creciente temblor nació en mis piernas, esparciéndose en sacudones por todo mi cuerpo e instantáneamente, estalle en gritos desde mi boca y en fluidos desde mi vagina, a la vez que me incorporaba desde mi torso para refregar mi vulva contra su boca, en un intento desesperado por apagar hasta la última braza que ardiera en mi sexo. Seguidamente ensaye un último grito ahogado para luego, aun jadeando, tumbarme de costado a su lado.
Andrea se removió rápidamente y se dio la vuelta, quedando de frente a mí. Admire la fascinación en su mirada y la dulzura en su sonrisa, mientras la humedad de mis jugos desparramados por todo su rostro, le imprimía un brillo fantástico propio de la más bella estrella. No pude contener el deseo de estrellar mis labios en los suyos, para besarla con todo el sentimiento que crecía en mi en ese momento.
_¡¡¡Ay…!!! _exclame, apretando sus mejillas entre mis manos y tragándome las palabras que venían después_
_Ja, ja… ¿Qué pasa?
_¡¡¡Nada!!! Es que eres tan…, ay _Aprete mis dos puños con fuerza delante de su rostro_.
_Ja, ja, ja… bueno, tú también eres extremadamente… ¡¡¡Ay!!! _me dijo acariciando mi mejilla_
_Oye… ¿Has estado con muchas chicas tú? _pregunte con intriga_
_Ja, ja, ja… ¡¡¡Que chusma!!! Pues no muchas, ja, ja…
_Ja, ja… ¡¡¡Que boba!!! No es eso, es que…, siendo tan joven, eres fantástica en la cama. ¿Cómo es que has aprendido tanto? _La mire fascinada_
_Ja, ja, ja…, bueno, gracias. Y debo decir que tú eres increíble, jamás me había corrido como contigo _Me sonrió, rebosante de ternura y luego beso la punta de mi nariz_.
_Hum… ¡¡¡Qué lindo!!! Me encanta que te corras así. Gracias también a ti, me alegra que te guste tanto. Pero dime, en serio… ¿De dónde viene tu practica? Y si me dices que has mirado mucho Pornhub no voy a creerte, ja, ja, ja _Fruncí el ceño_.
_ ¿Qué es eso? _pregunto, fingiendo cara de inocente_ Ja, ja, ja…
_Ja, ja, ja… Si, claro, la señorita no sabe _Chupe mi dedo gordo como un bebe_. Anda, dime, ja, ja.
_Ja, ja…, O. K. Cuando tenía veinte años trabaje en un bar, te he contado. Pues bien, la dueña del lugar estaba casada, pero le gustaban las chicas, preferentemente de entre veinte y veinticinco. Ella tenía cuarenta y debo decir que se mantenía muy bien físicamente.
Desde un principio me trato con extremada amabilidad y dulzura y yo pensé que solo era buena onda, hasta que una noche que el bar estaba cerrando me pregunto si quería quedarme para ayudarla. Me dijo que tenía que hacer un inventario de todo el lugar y que estaríamos un buen rato, pero que me pagaría las horas extras.
No tenía nada que hacer la verdad y el dinero extra me venía muy bien. Cuando el bar cerro y todos se fueron, ella se quedó detrás de la barra cerrando la caja y me dijo que en unos minutos estaba conmigo, yo le dije que mientras terminaba iría al baño.
Cuando salí y volví a la barra me sorprendí bastante, se había soltado el pelo, cambio su jean por una minifalda, su camisa por una musculosa blanca y se había calzado tacones de aguja. No dije nada, solo me senté en una banqueta de espaldas a la barra y a ella, pero en mi mente trataba de entender… ¿Por qué usaría aquel atuendo para hacer un inventario? Ja, ja…
En pocos minutos tuve la respuesta, solo se acercó, se paró frente a mí y apoyo sus dos manos en la barra dejándome rodeada ‘’_Me gustas’’, me dijo… Solo eso, lo siguiente que recuerdo es su lengua irrumpiendo en mi boca descaradamente.
Debo decirte que me quede helada por la sorpresa, yo ni siquiera sabía que le gustaban las mujeres, pero la verdad que su beso me gusto bastante y la correspondí sin más. A partir de allí comenzamos a salir, obviamente a escondidas. Pocas veces nos quedábamos allí en el bar, algunas veces íbamos a su casa cuando estaba sola y varias veces hemos estado en hoteles.
Salimos durante un año y si bien solo se trataba de sexo, era extremadamente posesiva y celosa. Me hizo varias escenas, pero la que me colmo fue una noche que un chico fue a buscarme al bar, era un amigo, pero en ocasiones teníamos sexo. Esa noche cuando salí, el tomo mi mochila y la cargo en el auto, luego me abrazo y me beso.
En ese justo momento ella salió y nos vio, camino hasta nosotros, se paró a nuestro lado y, tomándonos a ambos del hombro, nos separó. Luego me dio un pequeño empujón y comenzó a gritarme y a insultarme, diciendo que era una desagradecida y que no tenía derecho a traicionarla así.
Definitivamente creo que había enloquecido, pero no me quede para averiguarlo, fue el último día que trabajé allí y, luego de mandarla a la mierda, me fui con mi amigo. Jamás volví a aquel lugar y jamás volví a verla.
Bueno, así fue que aprendí bastante del sexo entre mujeres y del sexo en general, debo decir. Pero, si bien ella era extremadamente desinhibida y abierta, jamás estuve ciento por ciento cómoda, ni pude dejarme llevar como contigo.
_¡¡¡Guau Andy!!! Ja, ja… ¡¡¡Que historieta!!! _exclame riendo_ Oye… ¿Y tienes una foto de esta señora?
_ ¿Una foto? ¿Para qué quieres una foto? _pregunto intrigadísima_
_Pues para prenderle una vela y rezarle por las noches, agradeciéndole por las instructivas y excitantes lecciones que te ha dado _le dije, mordiéndome un dedo y con mis ojos entrecerrados_.
_Ja, ja, ja… ¡¡¡Que tarada!!! _Me tomo de las mejillas y me beso con exquisita dulzura_
_ ¿Y siempre te gustaron las chicas? _pregunte mientras acomodaba su cabello_
_Creo que sí, aunque, no fui consciente de eso hasta que conocí a Gina en el colegio de pupilas. O sea, yo miraba a las chicas y me gustaban, me gustaba observarlas y admiraba para mis adentros sus atributos, ja, ja…
Pero nunca lo tome como una atracción sexual, creo que tenía demasiado arraigado que lo que estaba bien era la relación entre hombres y mujeres y lo demás estaba mal, o en el mejor de los casos era raro. Y también estaba el hecho de que me atraían los chicos, así que hasta ese momento nunca vi a una chica como una opción.
Eso cambio, cuando me hice amiga de ella y en una de nuestras escapadas me beso, mi cuerpo respondió de una manera que jamás hubiera imaginado. Sus labios se sintieron muy diferentes a los de un chico, no sé, su piel era mucho más suave y aquello me excito de una forma que jamás había experimentado. Así descubrí que me atraían muchísimo las chicas _Me sonrió y me acaricio_ ¿Y qué hay de ti? ¿Jamás has estado con hombres?
_Ja, ja… Si _respondí y besé su nariz_.
Andrea, abrió grande sus ojos, en clara señal de sorpresa y luego sonrió con complicidad…
_ ¿De verdad? Sinceramente, luego de conocerte no me habría imaginado que te gustaran los chicos alguna vez. ¿Como fue eso?
_Hum…, bueno… _Me baje de la cama_ Voy hasta el baño y luego te cuento, ja, ja… _Me di media vuelta y me aleje_
_¡¡¡Perra…!!!
Después de unos minutos cuando volví, estaba acostada boca arriba de brazos cruzados y con el ceño fruncido, me miraba de reojo fingiendo estar enojada. Me tire en la cama a su lado y, con mi mano en forma de pinza, la tome de las mejillas y aprete con suavidad…
_Ay… ¡¡¡Esha trompita…!!!
_Mala…
_Sexy…
_Tu más… _Me zambullí en su boca y ella, cual torero, hizo que mi beso, se perdiera lastimosamente en el intento…_ Ahora voy al baño yo y tú…, esperas, je _Se levanto y se alejó caminando_.
_Ah…, pero que vengativa…
_Siempre… _Se dio vuelta y me guiño un ojo_.
Cuando volvió yo estaba sentada contra la cabecera de la cama esperándola…
_Ja, ja… ¡¡¡boba!!! Ven _extendí mis brazos hacia ella_.
_Suplícame…
_¡¡¡Pero que mala…!!! _Me cruce de brazos y la mire con el ceño fruncido_
_Ja, ja… Era una bromita. Vas a tener que suplicarme, pero para que me vaya…, ja, ja _Se subió a la cama y gateo hasta mí, para luego darse la vuelta y sentarse frente a mí con su espalda apoyada en mi pecho. La rodee con mis brazos por debajo de sus pechos, apretándola contra mí y besando suavemente su cuello…_ Tú me debes un relato aun _me dijo ronroneando y moviendo su cabeza a causa de mis besos_.
_Si, es verdad… Bueno… ¿Que puedo decirte? Desde que tengo uso de razón me atrajeron las chicas, claro que, al principio no tenía conciencia de lo que en realidad significaba. Me gustaban y casi no interactuaba con chicos.
Cuando fui creciendo, ya pisando los nueve años, mi cuerpo comenzó a cambiar y mi sexo a despertar. Sentía algo allí que no había notado nunca y me resultaba curioso y placentero.
Noté que cuando jugaba con chicas y nos rozábamos o nos tocábamos casualmente, algo sentía en mi entrepierna, no podía definirlo en ese momento, pero más tarde pude darme cuenta de que me excitaba.
A los doce años tuve mi primer acercamiento con una chica, se llamaba Barbara y tenía cuatro años más que yo. En el verano iba a la pileta de un club, durante los tres meses de vacaciones del colegio, ella también concurría al mismo lugar, pero no teníamos contacto dada la diferencia de edad. Aunque yo siempre me tomaba tiempo para observarla, su cuerpo era hermoso, la admiraba y me gustaba mucho, pero jamás me anime a decirle a nadie.
Ese año el club organizo un campamento, en el cual ambas coincidimos. Éramos sesenta en total entre chicos y chicas y nos dividieron en seis grupos de diez, todos a cargo de un mayor responsable. Para mi sorpresa y alegría, fortuitamente, me toco formar parte del grupo en el que ella estaba.
Siempre fui una chica más despierta que el promedio de mi edad y fue por eso que de entrada nos llevamos muy bien ella y yo y, con el transcurso de los dias, nos volvimos muy cercanas.
Pasamos una semana increíble y el ultimo día caminamos juntas de la mano hasta un arroyo, que surcaba el camping en el que estábamos. En ese momento nos encontrábamos solas pues, animada por ella, nos habíamos escabullido de los demás.
Nos sentamos en una roca en la vera del rio, observando la corriente y disfrutando del sol. Paso su brazo por encima de mis hombros y yo me recosté contra ella. Entonces me dijo: ‘’_Te voy a extrañar mucho cuando esto acabe_’’
_Y yo también a ti _le dije., levantando mi cabeza y viéndola directo a los ojos_.
Me sonrió y nos quedamos mirando durante unos segundos, ella poso su otra mano en mi mejilla y sin quitar la vista de mis ojos se acercó, hasta que nuestros labios quedaron a solo unos pocos centímetros. Cerré mis ojos instintivamente y pude sentir su aliento, cuando su boca se abrió unas milésimas de segundos antes de estamparse en un beso contra mi boca.
Me beso con una dulzura increíble, desparramando cosquillas eléctricas por todo mi cuerpo. Fue perfecto, su boca, su lengua, la suavidad de sus labios. Ese fue mi primer beso y fue increíblemente hermoso.
Me enamore perdidamente de ella, pero infelizmente, aquel seria también nuestro último beso. El campamento se realizaba como cierre de la temporada de pileta y una semana después comenzaban las clases y debíamos volver a nuestras rutinas.
Con mucha tristeza, Barbara, me conto durante el viaje de vuelta en el micro, que su padre era gerente de un banco y que cada tres o cuatro años lo trasladaban de sucursal y debían mudarse. En ese entonces, le había tocado en suerte una ciudad que estaba a seiscientos kilómetros de donde vivíamos, obviamente ya no volveríamos a vernos. Llore todas las noches a escondidas durante una semana, lamentando su perdida, acunando aquel beso y su recuerdo.
Luego de aquella experiencia estaba segura de que me gustaban las mujeres y, hasta el momento, nunca había sentido atracción hacia un chico.
Pero, parecido a lo que a ti te paso, también en mi entorno estaba demasiado arraigado el concepto de la pareja heterosexual. En la ciudad en la que vivía no predominaban precisamente las mentes abiertas y en aquella época era rarísimo ver a parejas del mismo sexo en público, se sabía que existían, pero era todo muy reservado y si bien en mi familia se tenía cierto respeto por las personas que elegían una pareja del mismo sexo, siempre quedaba en evidencia, a raíz de sus comentarios, la desaprobación por estas prácticas.
Me hice más grande y, erróneamente, me formé en mi cabeza la idea de que debía estar con chicos, porque era lo normal y lo que todos esperaban de mí. Fue una decisión terrible, pero necesaria, pues me di cuenta definitivamente de que no era lo mío.
Mi primer beso con un chico fue a los quince años, él tenía diecisiete, fue algo traumático y decepcionante. No solo porque Barbara había dejado la vara muy alta con aquel beso alucinante, si no también, porque sentí la textura de sus labios muy diferente de lo que me había gustado, además del roce de su barba en crecimiento, que me produjo cierto rechazo.
Pensaba que quizás había sido un hecho fortuito, que los besos de aquel chico no me gustaran, seguramente alguno seria de mi agrado, pensé. Así que decidí probar otras opciones, pero el resultado no mejoro demasiado, incluso en algunos casos empeoro. Entonces, decidí subir la apuesta, pensé que si tenía sexo con alguno llegaría a gustarme.
Sucedió cuando ya tenía dieciséis años y la suma de su inexperiencia con mi falta de lubricación, hizo que aquella fuera una experiencia desastrosa. El chico era muy lindo, amable y respetuoso, pero en ningún momento me sentí cómoda, ni excitada, solo rogaba que acabara, fue totalmente olvidable.
Pero, era una chica cabeza dura, otra vez, pensé que quizás había tenido mala suerte. Debía estar segura, eso era lo normal y yo lo era, pensaba. Probé una segunda vez con otro chico, jamás termino, otra vez la misma situación, no logre excitarme y apenas me penetro desistí rotundamente. A partir de allí no volví a mirar, ni a pensar en chicos como pareja, ya estaba totalmente segura de que lo mío eran las mujeres.
Quiero dejarte en claro que no tengo ningún tipo de problema con la penetración, de hecho, me encanta. La pija no es el problema, el problema es que vienen colgando de un hombre, ja, ja, ja… Y lo siento por ellos, pero no me atraen para nada, por eso las elijo de silicona y en lo posible en la mano de una mujer. No tengo nada contra los hombres, solo no los elijo sexualmente, he tenido y tengo varios amigos varones, a lo largo de toda mi vida.
En fin, no fue hasta que cumplí diecisiete años que tuve mi primera relación sexual con una mujer. Fue en el viaje de final de curso, con una chica de mi edad que conocí allí y debo decir que no fue la mejor cogida de mi vida, pero me excite muchísimo y ambas llegamos al orgasmo. Bueno, a partir de allí comenzó mi vida sexual con disfrute…
_Guau… Que loco _me dijo pensativa_.
_ ¿Qué cosa?
_Pensaba en algo que tú me dijiste, que todas las cosas que han pasado nos trajeron al momento en el que estamos… ¿Has pensado en la cantidad de cosas que hemos hecho para que hoy estemos aquí?
_ ¿Es increíble no?
_Si, lo es… Y recién ahora puedo empezar a verle un sentido a todo.
_Ay…¡¡¡Eres tan linda…!!! _Coloque una mano debajo de su mentón y levante su cabeza. La gire levemente hacia mí y le regale en un beso, toda la ternura que despertaba en mi_
_Me gustas mucho Valen, eres todo con lo que he soñado.
Me emociono profundamente aquello que dijo, entonces volví a besarla y la ternura devino en pasión y a su vez en lujuria. Mis manos se apoderaron de sus tetas y mis dedos apretaron suavemente sus pezones, mientras ella me deleitaba con sensuales gemidos.
Instantes después, deje su boca para devorar su cuello y luego me centre en su oreja, hurgándola con la punta de mi lengua, dando rienda suelta a su disfrute.
Me volvían loca sus tetas, me excitaba en gran forma sentirlas en mis manos. Gimiendo de placer, ejecuto movimientos serpenteantes contra mi pecho y, llevando la mano hasta su vulva, comenzó a frotarse con suavidad. Pasados unos segundos se metió un dedo y, tras batirlo vehementemente, lo saco empapado de sus jugos, alcanzándolo luego hasta mi boca. Sin dudarlo pase mi lengua por él y luego lo chupe con calma, disfrutando su sabor en mi paladar.
Coloco dos dedos más entre mis labios y, mientras los chupaba, deslice lentamente mi mano hasta su entrepierna disfrutando y sintiendo, en el camino, la textura suave de su piel. Transite su sendero de negros bellos, hasta deleitarme con la humedad creciente entre sus labios vaginales, bajo la yema de mis dedos. Los impregne de aquellos fluidos, para luego frotarlos en su clítoris, primero lentamente y luego, dejando la piedad a un costado, la masturbe de manera tal, que el control ya no fue una facultad para ella.
Grito y se sacudió, poseída por el placer que mis caricias le proporcionaban, a mi merced, totalmente entregada a mi voluntad. Apretó sus tetas con desesperación y estiro sus pezones intercaladamente, a la vez que su cabeza caía sobre mi hombro y, mientras seguía en su entrepierna, estimulándola sin pausa, succioné y lamí su cuello con devoción.
Poso una mano sobre la mía, acompañando mis movimientos sobre su vulva y llevo la otra hasta mi nuca y, enredando sus dedos en mis cabellos, presiono con fuerza mi cabeza contra su cuello, como deseando que la comiese entera. Ahora gritaba sin respiro, sacudiendo sus caderas desenfrenadamente, con la urgencia que su desbordante excitación le demandaba.
De repente sus dos manos se clavaron en la cama, cerrándose como garras y sus glúteos se despegaron elevándose. Arqueo su torso hacia atrás, al límite de su capacidad de flexión, todos sus músculos se tensaron y su boca permaneció abierta, como queriendo expulsar una voz que quedara atrapada en su interior.
Así, totalmente paralizada, permaneció un instante, como la calma que precede a la tormenta y, tal cual los vientos y los truenos que llegan anunciando la inevitable tempestad, un vendaval de gritos, sacudones y temblores, trajo consigo el ansiado desahogo de su sexo.
Frote su clítoris sin descanso, acompañando la curva de su intenso orgasmo, que parecía no tener final, hasta que la frecuencia de los movimientos erráticos de su cuerpo y el vigor de sus gritos comenzó a mermar, mutando paulatinamente en tenues jadeos y leves temblores, que se fueron apagando como una vela que se consume hasta extinguirse.
Se deshizo entre mis brazos como la nieve derretida por el sol y yo la abrace conteniendo sus partículas, hasta que poco a poco fue reintegrándose…
_Es increíble hacerlo contigo _dijo y llevo su mano hasta mi cabeza, masajeando dulcemente mi cuero cabelludo_.
_Lo es también para mí, te disfruto muchísimo… ¿Sabes?
_Valen…
_ ¿Que? Dime…
_Quiero besarte.
_Ja, ja… ¡¡¡Boba!!! Pues solo tienes que hacerlo, ja, ja.
Se dio la vuelta y me tumbo de espaldas en la cama, acariciando tiernamente mi cabeza, mientras se internaba sin permiso en la profundidad de mi mirada. Luego me beso con una dulzura que pocas veces había experimentado, arrastrándome como el mar arrastra a una botella vacía y yo me deje llevar, dispuesta a llegar hasta donde su alucinógeno oleaje quisiera depositarme.
Sus labios sabían a la frescura de la libertad y a través de ellos experimentaba el sentimiento de que nada era imposible, realmente era liberador fluir como con ella lo hacía. Cuando nos fusionábamos ingresábamos en un submundo, en el que no existían barreras, donde las energías se movían y se complementaban, en un circuito tan variable como infinito.
Nuestros cuerpos desnudos, moviéndose en sintonía en los océanos de la pasión, eran el principio y el final del deseo, en ellos nacían y morían todas las fantasías, solo para volver a comenzar y repetir aquel ciclo fascinante.
Su boca, derramada en besos sobre mis labios, me colmo de dulzura y la irreverencia y el descaro de su lengua me envenenaron de lujuria, mientras su ardiente aliento, me transportaba hasta el mismo borde del abismo donde reina la locura. Finalmente, la insolencia de sus dedos, me propicio el impulso necesario para caer y desintegrarme en ella, al perderse sin tapujos en la profundidad de mi entrepierna.
Desbordada de besos delire y grite como demente, mientras Andrea me cogía, balanceándome en la ambivalencia de que, por un lado, deseaba que sus dedos extinguieran todo el creciente ardor desatado dentro de mí y por el otro, quería enfermizamente, que sus arremetidas no acabaran jamás.
De repente, en un instante de ansiedad interminable, me privo de sus estímulos, disparando aún más la graduación de mi deseo. Me hizo rodar sobre la cama quedando boca abajo y totalmente a merced de sus instintos. Beso y lamio mi espalda de manera excitante llegando, poco a poco, hasta la lomada de mi culo, con suavidad hinco sus dientes en mis nalgas, provocando la respuesta inmediata de mi piel, que inevitablemente se erizo por completo.
Su lengua trazo caminos de baba sobre mis piernas, uno se extendía por la derecha, hacia abajo y el otro volvía por la izquierda, llegando nuevamente a mis glúteos. Luego se perdió entre ellos y su punta instalo el delirio en mi ano, el cual penetro y se disemino rápidamente por todo mi cuerpo, hasta salir despedido por mi boca en la forma de un profundo e intenso gemido.
Mientras lamia los contornos de mi esfínter, penetro delicadamente mi vagina con su dedo gordo y con el índice desparramo deliciosas caricias sobre el glande, desatando el huracán de gritos que, de manera incontenible, salieron expulsados de mi boca.
Agité mis caderas, colmada de excitación, aprete mis pezones y mordí las sabanas con desesperada necesidad. Ahora su lengua penetraba al menos un centímetro en mi ano, mientras sus dedos, dispuestos en forma de pinza, disparaban mi locura estimulando por fuera el clítoris y por dentro mi punto G.
Flote desorbitada, sobre una nube de lujuriosa excitación y cuando pensé que ya era imposible sentir más placer, Andrea penetro mi culo con otro dedo, hundiendo la totalidad de su largo en mi esfínter. En milésimas de segundos todo llego hasta su límite, mis ganas, mi deseo, mi calentura, mi amor… Todo se fusiono, generando una presión que ya no tendría retorno, destinada inevitablemente a ser expulsada y transformada en energía divina.
Me catapulté hasta lo más alto tocando el cielo con las manos, sostenida en un instante de gloria, extendí mis brazos con una sonrisa de cara al viento y me dejé llevar, hasta trascender la euforia y caer regocijada en los brazos de la satisfacción más honda.
Y así, con la sonrisa del disfrute pintada en mi rostro, quede tendida sobre la cama, mi cuerpo se sacudió un par de veces más, inducido por las cosquillas que la lengua y los labios de Andrea producían en mi sexo, en un intento de beberse hasta la última gota de mi esencia.
Luego, la calma y el relax desembarcaron en mi cuerpo y allí se instalaron, poblando rápidamente toda su extensión. Andrea se tumbó a mi lado y uno de sus dedos surco el largo de mi columna vertebral, estirando aún más la curva alegre de mis labios. Me sonrió y enfoco su mirada directo a mis ojos, no dijo nada y a la vez le dijo todo… ¿Hay acaso verdad más pura que la expresión de un par de ojos?
_Bonita…, me gustas mucho… _le dije en un susurro_
_¡¡¡Copiona!!! _pellizco suavemente mi mejilla_
_Ja, ja… ¡¡¡Boba!!! _Rei mientras la acariciaba_ Hablemos de lo que haremos de aquí en más. He pensado en algo, a ver qué te parece…
_Ja, ja… ¿Sí? A ver, te escucho…
_ ¿Tienes algo de dinero ahorrado?
_Si, tengo unos quince mil euros más o menos.
_Aja, O. K. Se me había ocurrido, que podríamos tomarnos una semana de vacaciones, haciendo vida de turistas y luego empezar a buscar trabajo. ¿Qué te parece?
Se emociono visiblemente y su sonrisa desparramo alegría por todo su rostro…
_Que no puedo creerlo… Me encanta la idea, es un sueño para mi _me abrazo con gran entusiasmo_.
_Ja, ja… ¡¡¡Buenísimo!!! Me alegra mucho que estés de acuerdo _Acaricie su cabeza_.
_ ¿Eso significa que te quedaras aquí en Barcelona? _pregunto animada_
_Eso significa que es una posibilidad, en tanto las cosas evolucionen de buena manera. No tengo un plan, ni una fecha que cumplir, además, es un bonito lugar y estas tu para embellecerlo aún más. ¿Qué más puede pedir una chica? _Le guiñe un ojo, a la vez que su rostro se teñía de una profunda emoción y sus lágrimas certificaban su genuinidad. Me abrazo muy fuerte y yo la correspondí. Bese su frente, bese cada uno de sus parpados, bese su nariz y bese tierna y largamente sus labios…_ Eres la cosita más encantadora que jamás pude tener _le dije con toda la sinceridad y la dulzura de la que era capaz_.
_Yo siento que estoy cumpliendo un sueño…, mi Lara Croft _Sonrió entre algunas lágrimas_.
_Ja, ja… ¡¡¡Bobita!!! Bueno, los sueños, sueños son, pero a veces se hacen realidad… _Apoye mi mano en su cuello y acaricie su mejilla con el dedo gordo_
_ ¿En verdad eres real tú?
_Ja, ja, ja… Tan real como que, si no voy al baño, lo comprobaras sin lugar a errores, ja, ja _La bese y me incorpore_.
_Ja, ja… ¡¡¡Que tarada!!!
Volví a besarla en los labios y me fui camino del baño. Cuando salí escuché ruidos en la cocina, así que fui hacia allí, era Andrea que estaba tomando agua…
_Ay, quiero por favor. Estoy como si hubiera atravesado el desierto caminando.
_Ja, ja… Estaba igual _Extendió su brazo ofreciéndome la botella_. Toma, voy al baño _Beso mi hombro a la pasada_.
_O. K. Dale mis saludos _Guiñe mi ojo_.
_Ja, ja, ja… ¡¡¡Que boba!!!
Luego de beber un vaso y medio de agua, fui hasta la habitación y la esperé allí, lo que iba de la noche había sido perfecta y si bien se suele decir, que la perfección en este plano físico no existe, fue la sensación que aquel momento me dejo. Creo que eso es la felicidad, esos pequeños instantes perfectos, en los que nada falta, ni nada sobra.
Andrea volvió del baño, se veía radiante, su semblante había cambiado un ciento por ciento desde aquella noche en que la viera por primera vez y, esa notoria mejoría en ella, me hizo inmensamente feliz. Era una prueba más de que las cosas siempre pueden mejorar si estamos dispuestos.
_Eres una desconsiderada _le dije, mirándola seriamente_.
_ ¿Que? ¿Qué paso? ¿Me perdí de algo? _Se quedo inmóvil al pie de la cama, con expresión de gran sorpresa_
_Has tardado más de diez minutos, te he extrañado demasiado y eso no puede ser… Ja, ja…
Rodeo la cama, tomo una almohada y la azoto contra mi unas cuatro veces…
_¡¡¡Me asustaste perra…!!! _Me arrojo la almohada_
_Ja, ja, ja… ¡¡¡Bobita!!! Ven aquí, te lo compensare _Extendí mis brazos hacia ella_.
_¡¡¡Mas te vale!!! _Se acostó a mi lado_
La mire a los ojos y acomode su cabello detrás de su oreja…
_ ¿Como estas? ¿Cómo te has sentido?
Sonrió con una infinita frescura y su rostro se ilumino de manera radiante, a la vez que sus ojos mostraban un brillo, que solo la dicha puede inyectar, en muy especiales ocasiones…
_Estoy feliz, cada vez que estoy contigo pienso que no puede ser mejor y, para mi sorpresa, siempre lo es un poco más _Se acerco a mí, a tan solo milímetros y apoyo sus labios en los míos, con cautivante suavidad_.
_Me hace muy feliz que te sientas así, es muy lindo para mí y también yo, pienso que cada uno de los momentos que he pasado contigo, ha sido increíble _Pase mi brazo por debajo de su cuello y la traje hacia mí, haciendo que recostara su cabeza encima de mi pecho_.
_ ¿Tienes sueño?
_Ja, ja, sí, me he levantado temprano hoy y fue un día bastante agitado. ¿Y tú? ¿Tienes sueño?
_Si, mucho.
_Pues entonces durmamos _le dije acariciando su cadera_. Mañana es domingo, debemos averiguar dónde podemos ir por los análisis, para poder realizarlos el lunes. ¿Te parece?
_Si, me parece bien _respondió mientras trazaba caminos en mi panza con la punta de su dedo_.
_Y mañana, si está lindo, podemos aprovechar el sol e ir a la playa. ¿Qué dices?
_ ¿A la playa? Hum…, es que no tengo malla, desde que estoy aquí creo que he ido menos de cinco veces y jamás a bañarme. Nunca me compre una _Me miro preocupada_.
_ ¿En serio…? ¿Vives aquí y no vas a la playa? ¡¡¡Por dios!!! Y luego yo soy la alienígena…, ja, ja…
_Ja, ja… No sé, no tenía con quien ir… Creo…
_Pues ahora si tienes, así que mañana pasaremos por un bikini bien bonito para ti y luego nos vamos a la playa _Toque la punta de su nariz con mi dedo índice_.
_Ja, ja… Está bien acepto tu propuesta _Se giro encima de mí y me beso dulcemente_
_¡¡¡Genial!!! Bueno… ¿Dormimos? _La tome de sus mejillas, me hundí en sus ojos y la bese en los labios_
_Si, espera que apago la música y la luz.
_Si quieres pon algo más tranqui y bájale el volumen.
_A… O. K. Pero pon algo tú, no conozco música tranqui, ja, ja… _Extendió su brazo y me alcanzo la Tablet_
_Ja, ja, dame eso… _Busqué una carpeta de baladas de los ochenta y noventa en inglés y la puse a sonar_ ¿A ver si te gusta esto?
Comenzó con la banda The Cars[8], interpretando la canción Drive[9]:
Who’s gonna tell you when
It’s too late?
Who’s gonna tell you things
Aren’t so great?
_Ja, ja… Si, creo…, ja, ja…
Apago la luz y rápidamente vino a la cama conmigo, lo que estaba aconteciendo tenía el sabor único de las primeras veces, tan intrigante como fascinante. Era la primera vez que dormiríamos juntas y me sentía expectante e inmensamente feliz, seria todo un gozo dormirme abrazada a ella, rozando su piel e impregnándome de su aroma a cada respiro.
Me beso con la delicadeza y la ternura de quien tiene en sus manos algo frágil y valioso, como temerosa de que se rompa. En aquel instante tuve ganas de gritarle que la amaba, esa energía corría por mis venas expandiéndose a cada rincón de mi ser, brotando por cada uno de mis poros y, aunque ya no podía seguir haciéndome la tonta conmigo misma, dada la obviedad de los sentimientos que en mi crecían, decidía no decirle nada aún. Estaba segura, en un noventa y nueve, nueve por ciento, de que ella sentía lo mismo por mí y de que realmente deseaba cambiar, pero lo que me producía ciertas dudas, era su voluntad para llevar a cabo dicho cambio.
_Que descanses mi vida _susurre en su oído_.
_También tú, mi Lara hermosa _Se acomodo de lado dándome la espalda_. Por cierto, la canción es muy bonita, ja, ja.
_ ¿Viste? Qué bueno que te guste… Es muy bella… Casi como tú… _La abrace por detrás y me aprete contra ella, amoldándome tiernamente a su anatomía. Y así, acurrucadas en medio de la cama y totalmente desnudas, cerramos los ojos y nos entregamos plácidamente a las delicias del dormir.
Cuando desperté no estuve segura de donde me encontraba, hasta que hice una recorrida visual por el lugar. La luz del día se colaba por las ventanas filtrada, en su gran medida, por las cortinas. La música había dejado de sonar dando lugar a los murmullos de la ciudad, que venían hasta mí recordándome que compartía el planeta con muchos otros humanos. Instantes después tome conciencia del lugar y de mi compañera, la cual, yacía acostada boca abajo con su cabeza pegada a la mía y su brazo cruzado por encima de mi cuerpo.
Visualizarla a ella, a mí, a ambas, así juntas, me agrado sobremanera y la felicidad que naciera de aquel bellísimo despertar, pinto una amplia sonrisa en mi rostro. No tenía ni idea de que hora era, entonces estire mi brazo intentando alcanzar el móvil encima de la mesita sin despertarla. Finalmente logré ambas cosas, eran las diez y media de la mañana, habíamos dormido unas siete horas y me pareció que no estaba mal, así que decidí despertarla.
Levanté su brazo con cuidado para poder salirme de debajo, me hice a un costado y lo extendí a un lado de su cuerpo. Luego deslice la yema de mi dedo por su espalda hasta llegar al coxis, se removió levemente, balbuceo alguna cosa y siguió durmiendo. Entonces, con mucho cuidado, me coloque encima de ella…
_Despierta dormilona… _Susurre en su oído y luego estrelle mis labios en su oreja_
Sonrió, con la tierna inocencia de una niña y luego ensayo un largo bostezo…
_Hum… ¿Aun estoy soñando? ¿O acaso un ángel ha venido a despertarme?
_Bueno, ninguna de las dos opciones… Me temo, que solo soy yo interrumpiendo tu sueño, ja, ja _Sali de arriba y me tumbe de lado frente a ella_.
_Bueno, eso es muchísimo mejor, no siempre se puede despertar de la manera que una desea y con quien elige hacerlo _Sonrió y acaricio mi mejilla_.
_ ¿Por qué eres tan hermosurante?
_ ¿Que? Ja, ja… ¿Qué es eso? _frunció el ceño, totalmente intrigada_
_O, nada, solo una palabra que he inventado para ti, ja, ja
_Ja, ja… ¡¡¡Que boba!!!
_Esa soy yo, presente…
_Tu eres perfecta.
_Bueno, no voy a contradecirte, teniendo en cuenta la subjetividad con la que se percibe la perfección, optare por tomar tu cumplido como una verdad.
_Ja, ja…Si que eres rebuscada cuando quieres. ¡¡¡Eres perfecta y punto!!!
_O. K. Si señora, recibido, soy una maldita ninfa.
_Ja, ja… ¡¡¡Tarada!!! Me encanta estar contigo, me siento tan genial. De repente tengo ganas de vivir y todo a mi alrededor me resulta bello. Tu eres como un sol que ha salido para colmar de vida el jardín de mi pequeño mundo _Tomo mi mano y la beso con gran intensidad_.
_¡¡¡Bobita!!! Eres un bomboncito relleno de dulce de leche _Acaricie su cabeza con ternura_. Pero tranquila, aunque muera de ganas, no voy a comerte, ja, ja…, solo porque quisiera que dures para siempre. Lo que sí puedo hacer es saborearte y lo hare cuantas veces pueda y me lo permitas, por supuesto _Rompí la pequeña distancia que había entre nosotras y con mi boca busque sus labios_.
Respondió a mi propuesta como si de la última oportunidad se tratará. El aroma de su boca era el característico fétido aliento de la mañana, como seguramente también lo era el mío. Pero poco importo, la atracción era mucho más fuerte y aquel detalle fue solo una anécdota, una forma eficiente que encontraron nuestros cuerpos, para demostrarnos que aquello no era un sueño y que lo que estábamos viviendo, por más increíble que pareciera, era la realidad más pura.
Nos enredamos en aquel beso de lo más profundo, con nuestros brazos y piernas entrelazados y entreveradas entre roces y caricias, reavivando una sed que, al parecer, no acabaría jamás. Besarla era como beber agua del mar, cuanto más lo hacía mayor era mi deseo de seguir besándola.
Nuestra sangre era pólvora llegando a cada rincón de nuestra humanidad y nuestros besos la chispa necesaria, para que en un misero instante nuestros cuerpos ardieran de pasión incontrolable, en una hoguera de deseo infinito…
_Deberíamos bañarnos… _me dijo rápidamente y siguió comiendo mi boca_
_Si… _respondí sin dejar de besarla_
_ ¿Vamos a la ducha? _pregunto, con la dificultad lógica de tener mi boca sobre la suya_
_Aja… _conteste sobre sus labios y me aprete con más fuerza a ella_
Sin desperdiciar un solo beso nos arrodillamos en la cama y nos trasladamos moviéndonos coreográficamente sincronizadas hasta el borde, para luego bajar y continuar besándonos al pie del lecho.
Permanecimos unos cuantos minutos allí paradas, conectadas desde nuestros labios y avanzando con caricias por la extensión de nuestras pieles y así, como una unidad formada a partir de aquella atracción magnética, avanzamos lentamente hacia el baño, desparramando besos a cada paso.
Finalmente entramos y llegamos hasta la ducha, Andrea corrió la cortina e ingresamos, sin poder dejar de hocicarnos, como si no hubiera mañana…
_Valen…
_ ¿Hum?
_Debo abrir las canillas… _balbuceo, mientras la besaba_
_Claro… _murmure entre sus labios_
_Ja, ja… pero es que debo graduarlas para que el agua salga agradable _me dijo en un instante en que logro separarme de su boca_.
_No molestes con pequeñeces _le dije entreabriendo apenas mis ojos, para luego seguir inmersa en su boca_.
Correspondió mi beso con desbordante pasión y tomándome por el culo me apretó bruscamente contra ella, con excitante vehemencia. Segundos después moví la cabeza hacia atrás, condenando a morir en el vacío a su último beso y con la mano en forma de pinza la tomé de sus mejillas, con la lujuria instalada en mis pupilas escudriñando sus ojos…
_Tienes cinco segundos, para abrir la puta ducha… _La solté y cuando giro para alcanzar las canillas, la tome con ambas manos por su abdomen, arrastrando una hasta sus tetas y la otra hasta su entrepierna_
En un principio el agua cayó fría sobre nosotras, luego bastante caliente y al final se derramo con agradable temperatura, cubriéndonos completamente. Fue sumamente excitante sentir sobre mí el roce de su piel mojada, la ducha agrego un condimento extra a nuestro encuentro, desplegando las alas de nuestros instintos, potenciándolos con nuevas y renovadas ansias.
Andrea se giró quedando de frente a mí y nos unimos en un nuevo abrazo desbordado de pasión incontenible, nuestros labios danzaron en besos y nuestras manos navegaron sin timón por los cuerpos empapados.
En el mismo instante de lujuria desatada, mi mano busco su sexo y la suya el mío, con una urgencia voraz impresa en sus movimientos. Nuestras bocas se entreabrieron soltando una oleada de intensos gemidos, que brotaron con grandes bríos, para sucumbir ahogados en la boca de la otra. Nos perdimos sin remedio en aquel torbellino de agua, besos y caricias; alimentado por un deseo que no renunciaría hasta ser saciado.
Nuestros ojos borrachos se encontraron en un soplo de gozo frenético, contemplándonos mutuamente con excitante fascinación y, con un atisbo de grata sorpresa, la vi cómo me sentía, observarla fue como contemplarme en un espejo. Sus movimientos, sus expresiones y los sonidos que de su boca emanaban, pintaban con increíble justicia la ebullición de sentimientos que en mi emergían.
Tomar conciencia de aquello incremento mi excitación y la cogí con creciente locura mientras observaba su rostro, surcado por largos hilos de agua, responder con gozo al desenfado de mis dedos. Y a la vez, me entregaba con total disfrute a las delicias que los suyos proponían a mi vagina.
Ambas nos gritamos el júbilo a la cara, rozando nuestras bocas abiertas y sin dejar de vernos. Con increíble sincronicidad, nuestros cuerpos denunciaron la llegada inminente del ansiado orgasmo, reflejado con absoluta fidelidad en la expresión que nuestros ojos transmitían…
_Por favor Andy… No dejes de mirarme… ¿Sí? _balbucee entre gemidos y jadeos_
_Si… _alcanzo a decirme agónicamente con la voz quebrada_
Noté su orificio apretarse a mis dedos y sentí las contracciones multiplicarse en mi vagina y en mi ano y a la vez, a mis gemidos cortos y constantes, se acoplo un creciente temblor en mis piernas, presagiando el inminente final.
Me miro con la desesperación de quien se sabe al borde del abismo, sus labios se movieron temblorosos como tratando de expresar algo inexpresable. Luego, su mirada fue pasando a la resignación, para mutar definitivamente en la entrega total, con la que sus ojos a media asta me miraron justo antes de cerrarse completamente, dando paso a un grito furibundo que estallo contra mi rostro un par de segundos antes de que mi sexo erupcionara sucumbiendo a las arremetidas de sus dedos.
Los segundos siguientes nos encontraron a una gritando en el oído de la otra, mientras agitábamos nuestras caderas con desesperada insistencia, como queriendo devorar definitivamente nuestros dedos.
Superados los sacudones involuntarios de nuestros cuerpos nos retiramos los dedos, apretándonos una contra la otra, aun gimiendo y jadeando des aceleradamente, hasta terminar fundidas en un abrazo rebosante de dulce y alegre entrega.
El deseo a flor de piel y los besos, caricias y orgasmos, dieron comienzo a aquella etapa marcada por un profundo e intenso sentir. Por aquellos dias, la felicidad se hizo un hueco en su agenda para instalarse entre nosotras y crecer, hasta convertirse en la estrella generadora de vida de nuestro pequeño gran mundo.
Aquel día, luego de concluir con la ducha, fuimos a mi casa por mi ropa de playa y un buen desayuno, ya que en casa de Andrea no había demasiadas cosas como para empezar el día bien alimentadas. De allí partimos en busca de un bikini y, luego de unos treinta minutos de pruebas, tires y aflojes, logre convencerla por uno en color turquesa con los bordes en negro, que iba genial con su piel blanca, resaltando su figura de una manera muy sensual.
Finalmente fuimos a la playa y confieso que, en un principio, Andrea no estuvo demasiado cómoda, la arena y el sentimiento de exposición que experimentaba con el traje de baño la tenían algo nerviosa, pues no acostumbraba a hacerlo. Pero conforme pasaron los minutos llego a disfrutarlo tanto como yo.
Pasamos un día fantástico, hablando de todo, riendo mucho y besándonos como dos jovencitas que acaban de descubrir las delicias del beso y claro, también nos tocamos descaradamente la una a la otra, bajo el guiño del astro rey y la complicidad del mar Mediterráneo, mientras nos bañábamos en sus aguas.
Tomamos infinidad de fotografías con mi móvil, inmortalizando aquella bella tarde teñida de una creciente alegría, en la que proyectamos y soñamos a futuro e introduje a Andrea en el argentinísimo habito de tomar mate. En principio se mostró algo reticente al respecto, pero al final le termino gustando y aquella vieja costumbre cultural gano otra devota adepta.
Fueron cuatro horas geniales en la playa, luego dimos un paseo de a pie por la ciudad, tomadas de la mano, disfrutando del ocio, de la ausencia de presiones por el horario y, sobre todo, una de la otra.
Luego de una hora de paseo y de tomar alguna que otra foto más, decidimos volver, ya camino a casa. Eran casi las ocho de la noche cuando llegamos a la esquina en la que nos separaríamos, para ir cada una a su lugar.
_He pasado un día maravilloso, gracias Andy _le dije tomándola de ambas manos_.
_ ¿Gracias me dices? Ja, ja… ¡¡¡Boba!!! Soy yo la que debería agradecer, a la vida, a ti… No sé, jamás podre olvidar lo que ha significado haberte conocido y lo que has hecho por mí, con mi vida… _Me abrazo con inmensa ternura_ Mi vida era un infierno Valen y es por ti que hoy puedo reírme, es por ti que hoy puedo decir que soy profundamente feliz _Sus ojos se humedecieron y una lagrima quedo pendiendo de la conjuntiva de su ojo derecho_.
_¡¡¡Mi vida!!! No sabes lo feliz que me hace lo que me dices, tú también has traído felicidad a mis dias y jamás podre borrar lo que ha significado conocerte _Sin decir más la bese, apretándola contra mí, con todo el deseo y el amor que fluían en mí y desde mi_.
_ ¿Te has dado cuenta? Hace casi un día que estamos juntas, ja, ja…
_Es verdad, y aun no te has cansado de mí, ja, ja.
_No creo poder cansarme de ti jamás.
_Hum…, recuerda eso que acabas de decir, ja, ja
_Te voy a extrañar mucho Valen _Apoyo su mano en mi mejilla_.
_Hum…, yo no… _le dije mirándola a los ojos con el ceño fruncido_
Me miro con una mezcla de tristeza y decepción, a la vez que fruncia sus labios…
_Bueno, si tú lo dices…
_Si, lo digo… Te extrañaría mucho si no te viera en breve, pero eso no es algo que este en mis planes… ¿Tienes algo que hacer esta noche? _pregunte con una sonrisa_
_¡¡¡Que mala eres!!! ¡¡¡Me asustaste perra…!!!
_Ja, ja, ja… Pues, era mi intención…
_Hum… _Se cruzo de brazos y desvió su mirada a un costado con una fingida expresión de enojo_
_Perdón…, ja, ja…, solo fue una pequeña broma… Pero dime, tienes algo que hacer esta noche.
_Si…
_A, O. K. ¿Y que tienes que hacer?
_Castigarte a ti por mala…
_Ja, ja, ja… No soy mala, mi cosita linda… _La tome de sus mejillas con ambas manos e intente besarla, pero me corrió la cara_
_Hum…, deveras ganártelo _Se cruzo de brazos y me miro con actitud superada_.
_Ja, ja… Pero sí que eres vengativa… Está bien, lo intentare, ja, ja… Bueno, nada, esta noche quería invitarte a mi casa…, a jugar… ¿Aceptas?
_Ja, ja, ja… ¿A jugar? ¿Jugar a qué?
_Bueno, eso es una sorpresa, tu dime si quieres o no…, y si lo deseas, puedes quedarte a dormir conmigo.
_A… ¿Ahora te haces la misteriosa? Hum…, está bien, acepto, pero solo porque soy curiosa.
_Ja, ja, ja… ¡¡¡Mira tú!!! Ten cuidado, la curiosidad mato al gato, ja, ja… Bueno… ¿Entonces te espero?
_Ja, ja, ja… ¡¡¡Que tarada!!! Si… ¿A qué hora quieres que vaya?
_A la hora que desees, cuando estés lista ve para casa. A… Y comeremos algo allí, es hora de que empieces a alimentarte bien.
_Epa…, acaso… ¿Dices que estoy gorda?
_ ¿Quieres que sea sincera o te miento? Como lo haría alguien más…
_Prefiero la sinceridad _respondió, sin estar segura de lo que pedía_
_O. K. Entonces, debo decirte que, obviamente, no tienes el físico de una modelo, aunque a mi modo de ver, eres extremadamente sensual y apetecible. Pero no se trata de eso, más allá de lo bien que se siente tener y apreciar un bello cuerpo, está la salud física y mental. El cuerpo es una maquinaria, que se conserva y funciona mejor con un buen combustible. El cerebro es parte importantísima de dicha máquina, por ende, también sale beneficiado si la fuente de energía procede de un combustible óptimo.
_Me has dejado muda… _expreso, observándome atónita_
_Ja, ja, ja, ja…, como sea, pero estaría bueno que tengas en cuenta la alimentación, como parte del proceso de cambios que te propusiste hacer… Pero bueno, esta no es una condición, solo es mi sugerencia…
_Hum… _Me observo pensativa, algo fascinada y, creo, derretida de amor_ Si mami…, entonces… ¿Comeremos pasto?
_Ja, ja… Mira, creo que el pasto es mejor que cualquiera de las cosas que tienes en tu heladera.
_Ja, ja, ja, ja… ¡¡¡Pero que mala eres!!!
_Mala seria si dejara que siguieras con esa dieta, ja, ja
_¡¡¡Perra!!!
_¡¡¡Guau!!! ¡¡¡Guau!!!
_¡¡¡Tarada!!! _Con un brazo rodeo mi cintura y, apoyando la otra mano en mi espalda, se zambullo en mis labios_
La abracé al instante, correspondiendo su beso con marcada urgencia. Nos besamos con ternura durante largos minutos expresando, a través de nuestros labios, el cumulo de sentimientos que latía en nuestro interior. Luego, esforzándonos, contra nuestras voluntades, nos despedimos hasta más tarde. La atracción era incontrolable y siempre se hacía muy difícil despegarnos y despedirnos.
Cuando llegué al departamento eran las nueve de la noche, estaba acalorada y hambrienta y, luego de tomarme un yogurt pequeño para engañar al estómago, me dispuse a prepararme para nuestra próxima cita. Era bastante tarde ya, así que debía hacerlo en tiempo récord, me bañe, me seque, seque mi cabello, me maquille y me cambie en tan solo treinta y cinco minutos, superando mi mejor marca, creo.
Sostuve mi cabello con una vincha negra y me maquillé sutilmente, me vestí con una micro mini también negra apenas debajo de mis glúteos y una remera corta en color gris. Para mis pies elegí mis sandalias esclavas.
Una vez que estuve lista le escribí pidiéndole un estimativo de su horario de llegada, para tener listo algo para comer. Me respondió que en treinta minutos estaría en mi casa, seguidamente tomé la Tablet y puse música, elegí un compilado de La Renga[10] que comenzó con su canción, Hablando de la libertad[11]:
Hice a mi cuerpo amigo del cielo y la distancia
Y me fui a buscarle una verdad a mi corazón.
Algo tan grande como el cielo y las montañas
Y tan pequeño como una gota de rocío…
Decidí preparar unas hamburguesas de garbanzo con pure de papas y una ensalada de rúcula con aceitunas y queso rallado. Mientras esperaba que las papas se cocieran, las hamburguesas se descongelaran y aguardando la llegada de Andrea, me puse a investigar en la red a cerca de algún centro médico, donde pudiéramos hacernos los análisis de los que habíamos hablado.
Luego de unos minutos encontré lo que buscaba y relativamente cerca, más o menos a una hora caminando. Mientras terminaba de leer los detalles de precio y en qué consistía el examen, sonó el portero. Era Andrea, le abrí y la esperé ansiosa en el pasillo, después de todo lo que ya había pasado entre nosotras, aun sentía ese desorden en mi estómago previo a un encuentro con ella.
Emergió desde las escaleras y una sonrisa deslumbrante irrumpió en su rostro, dirigiéndose hacia mí sin escalas. El corazón salto de alegría dentro de mi pecho, como un cachorro que sabe que ha llegado la hora de su paseo, entonces la sonrisa también se instaló en mis labios, como así, la excitación en mi cuerpo y el deseo en mi entrepierna. Todo mi ser se revolucionaba con su llegada y cada fibra de mi humanidad se preparaba para recibirla, como una planta espera la lluvia luego de una extensa sequía.
Estaba bellísima, lo era, pero claramente se había arreglado, cuidando cada detalle, solo para verme a mí. Esa idea me inundaba de alegría, disparando mis ansias de tenerla entre mis brazos y apretujarla toda.
Llevaba su clásico maquillaje gótico que me volvía loca y su pelo atado con una coleta en la parte superior de la nuca. Vestía con un jean negro apretadísimo, un corpiño también negro y encima una camiseta de manga larga de red, del mismo color oscuro. En sus pies calzaba unas botitas de lona negras.
Llego hasta mí y sin ninguna clase de preámbulo se hecho en mis brazos. Entonces la rodee con fuerza, sintiendo su cuerpo apretarse contra el mío y, sin poder resistirlo, busque su boca y la bese, como si volviera de un largo periodo sin vernos. Me prendí a sus labios con entrega y pasión, sin ningún tipo de filtro, solo dejándome llevar por lo que todo mi ser me pedía a gritos y ella se entregó a mi boca de la misma manera desinhibida.
Una revolución se había levantado en mí, marchando por todo mi cuerpo al compás de los latidos de mi clítoris, que denunciaban la excitación que su sola presencia me despertaba. Unas ganas descontroladas crecieron dentro mío, tuve el impulso de arrancarle la ropa y satisfacer nuestros demandantes instintos allí mismo, sin perder un solo segundo. Pero…, luego recordé que tenía la comida casi lista.
_Hola… _dije, despegándome de sus labios contra mi voluntad_
_Hola…, pensé que solo era yo, ja, ja…
_ ¿Que solo eras tú que cosa? _pregunte con intriga_
_Ja, ja…, la que estaba así…, tan… _dejo la frase inconclusa y la completo con un gesto de su mano echando aire a su rostro_
_Ja, ja…, disculpa…, es que…, no lo sé…, me resulta casi imposible resistirme a ti _Cubrí mi rostro con ambas manos_.
_Ja, ja… ¿Disculparte? ¡¡¡Que boba!!! ¡¡¡Me encanta que seas así!!!
_Bueno, como sea, dejémoslo para más tarde. ¿Sí? Ven, pasa, comamos algo…
_Ja, ja, si, dale, estoy ansiosa por probar tu pasto, ja, ja, ja…
_¡¡¡Entra!!! _La empuje al traspasar la puerta_ Ya me reiré yo más tarde, je… _La amenace_
_Ja, ja… ¿A si? ¡¡¡Que miedo!!!
_Deberías tenerlo…
_Ja, ja… O.K. En un rato comenzare a temblar, ja, ja…
_No te burles o te…
_ ¿O qué? _Se paro enfrente mío con los brazos en jarra_
_Te mato… _Me acerque a ella imitando su pose y haciendo prevalecer mi estatura_ A besos… _agregue al tiempo que la tomaba de sus mejillas y la besaba con profunda ternura, luego la solté y camine hacia la cocina_ Por cierto, estas bellísimas… _le dije volteando, a la vez que guiñaba mi ojo_
_Y tu estas para dejarse matar a besos, ja, ja…
_Ja, ja, ja…, lo hare en un rato _Le tire un beso mientras terminaba de preparar la comida_.
_Oye, me gusta esta música. ¿Quiénes son?
_La Renga se llama, es una banda argentina. ¡¡¡Me encanta!!! Me gustan mucho sus letras…
_Si, suenan muy bien.
Comimos y, mientras lo hacíamos, le comenté a cerca del laboratorio de análisis clínicos que había investigado para realizarnos los controles de ETS. El Laboratorio Duran Bellido abría de siete a veinte horas, por lo que decidimos ir de tarde, ya que pensábamos dormirnos entrada la madrugada y queríamos descansar bien. Quedaba a unos cuatro kilómetros y medio, así que decidimos que tomaríamos un taxi.
Andrea elogio mi comida, dijo que estaba muy buena y en el transcurso de la cena pasamos un muy agradable rato entre anécdotas y bromas, con muchas risas, sonrisas cómplices y miradas electrizantes.
_A ver, si yo mal no recuerdo tú me invitaste a jugar, ja, ja… Estoy intrigadísima _Apoyo sus codos en la mesa y las manos en su mentón, mientras me miraba a los ojos_.
_Ja, ja, ja… A… ¿Eso? No te preocupes, estoy segura de que te encantara.
_Hum…, pues si tú lo dices, ja, ja. ¿Pero de que se trata? ¡¡¡Dime!!!
_¡¡¡Pero que ansiosa…!!! Ja, ja… Solo te adelantare que vas a gozar como nunca antes en tu vida lo has hecho _le dije y me pare acomodando la silla contra la mesa_.
_Ja, ja, ja… ¡¡¡Pero dime!!! ¿Por qué tanto misterio?
_Pero no es ningún misterio, ja, ja…, solo aguarda que lave los platos y acomode la cocina, entonces podrás verlo _Junte los platos y cubiertos y me dirigí hacia la cocina_.
_¡¡¡Te ayudo!!! _Tomo la fuente y los vasos y me siguió_
_Ja, ja, ja… Está bien, pero admite que es solo por ansiedad, ja, ja…
_Ja, ja… ¡¡¡Quiero ayudarte!!!
_Hum…, ja, ja…
_¡¡¡Apúrate…!!!
_Ja, ja, ja, ja…
En pocos minutos lavamos todo lo que habíamos ensuciado y lo dejamos escurriendo en la mesada…
_Listo, ven, sígueme… _Sequé mis manos y me dirigí hacia la habitación_
_Voy… _ Camino detrás de mí sin perder un segundo_
_Bueno, bien… Siéntate en la cama y cierra los ojos…
_ ¿En serio? ¿Es necesario? Ja, ja…
_No, no lo es, pero… ¿Dónde está tu sentido del suspenso? Ja, ja, ja
_Hum…, está bien, pero trata de que sea hoy… ¿E?
_Ay…, pero que ansiosa has resultado, ja, ja…
_Si…
_Ja, ja, ja… O. K. Cierra los ojos y cuando te diga los abres _Camine hasta el placar, tome el maletín metalizado y volví hacia ella_. Espera… _Lo coloqué sobre la cama y lo abrí de par en par_ Listo, puedes abrirlos.
_¡¡¡No…!!! Ja, ja, ja… ¿Tienes un maletín de esos? ¡¡¡Que hija de puta!!! _Abrió su boca bien grande y la cubrió con la mano_
_¡¡¡Obvio!!! Ja, ja… Entonces… ¿Sabes que son?
_Si…, no… _Titubeo mientras observaba el contenido del maletín en detalle_
_Ja, ja…, bueno… ¿Si o no? Ja, ja, ja…
_Es que…, bueno, claramente son juguetes sexuales, lo que no tengo muy claro es que hace cada uno.
_Bueno, te contare… _Tome una pera de silicona de color azul eléctrico, de unos diez centímetros de alto, con un tubito de unos seis centímetros insertado en la parte más fina de dicha pera_ Empecemos por algo muy importante… Ella es Splash, o lavativa anal, o ducha anal, como prefieras llamarle.
_Hola Splash…, ja, ja _Levanto su mano y la movió de lado a lado en expresión de saludo_.
_Si, salúdala porque es lo primero que vas a usar. Ja, ja,
_ ¿A si? ¿Y qué tengo que hacer? Bueno, creo que puedo imaginármelo. ¿Pero cómo funciona?
_Es muy simple y fácil. Lo primero que hay que hacer es lavarla muy bien con agua tibia, pero no te preocupes eso ya lo he hecho yo hace un rato después de usarla. Vas a ir al baño, le sacaras el tubito y la llenaras con agua a temperatura ambiente, ni fría, ni caliente. ¿Entiendes?
_Aja _Abrió grande sus ojos y asintió con la cabeza_.
_Bien, una vez que la tengas llena y nuevamente armada, te vas a colocar el tubito en el ano, bien profundamente… _No pude terminar de explicarle_
_¡¡¡Prrrr…!!! Ja, ja, ja… _Se tentó y lanzo una carcajada descontrolada_
_Ja, ja, ja… ¡¡¡Que tarada!!! ¡¡¡Es algo serio!!!
_ ¿A si? ¿Lo es? Ja, ja… ¡¡¡Perdón!!! _Hizo un esfuerzo por frenar su risa_ Me meto el tubo en el culo… ¿Y luego qué? _me dijo con una seriedad fingida, a punto de romperse_
_Ja, ja, ja, ja, ja… _Tome mi rostro con ambas manos y menee la cabeza de lado a lado_
_¡¡¡Ey…!!! Es algo serio…, ja, ja, ja.
_¡¡¡Para yaaa!!! _exclame tomándome la panza totalmente tentada_
Pasaron unos minutos, hasta que recobramos la compostura…
_Uf… O. K. Para introducirlo vas a sentarte en el inodoro, pues esa postura favorece la penetración del tubito. Bien, una vez dentro solo debes apretar la pera con suavidad. Luego trata de mantener el agua en el recto durante unos segundos, hasta que sientas el impulso natural de expulsarla. Debes repetir este ejercicio hasta que veas que el agua que expulsas es totalmente clara _La observe con mirada analítica_. ¿Has entendido Andrea? _agregue con ironía, en un tono severo, fingido y exagerado_
_Pues sí, claramente… A ver…, saco el tubito, lleno la pera de agua a una temperatura ambiente, coloco el tubito, me lo meto por atrás y aprieto la perita con suavidad. Luego repito la operación las veces necesarias, hasta que me salga agua potable por el culo…, ja, ja, ja, ja… _Se tiro de espaldas sobre la cama, se tomó la panza y rio como loca_
_Ja, ja, ja, ja… ¡¡¡Basta…!!! _Me coloque sobre ella con mis rodillas clavadas en la cama a los lados de su cuerpo_ ¡¡¡Toma la maldita pera y ve a limpiarte ese culo sucio ya!!!
_Ja, ja, ja… ¿O qué? _Se cruzo de brazos y me miro sobrándome_
_O te lo lavare con una manguera contra incendios.
_Ja, ja, ja…eso si es extremo.
_Ja, ja…, entonces ve boba _La bese en los labios y me incorpore_.
_Ufa, está bien, dame eso, ja, ja _extendió su mano_.
_Hum…, ve ya. Toma, usa esto, lo hará mucho más fácil _Junto con la pera le di un pomo de lubricante_
_Ja, ja… O.K. Alla voy…
Tomo las cosas, se dirigió hacia el baño y, antes de cerrar la puerta soplo un beso hacia mí.
Pasados unos quince minutos, se abrió la puerta e ingreso nuevamente a la habitación…
_Listo… _Entro exhibiendo una amplia sonrisa_
_ ¿Todo bien?
_Genial, inmaculado quedo…
_Ja, ja, ja… ¡¡¡Buenísimo!!! ¿Y el Splash?
_Impecable, lo lave y lo deje escurriendo en la pileta.
_¡¡¡Pero que chica aplicada!!!
_Se, así soy yo…, ja, ja.
_Ja, ja, ja… ¡¡¡Boba!!! Bueno, ven que te presento a los demás _golpee la cama a mi lado un par de veces, indicándole que se sentara_.
_Ja, ja, ja… O.K. Será un placer.
_Bien, este es Lucas, más conocido como el vibrador conejito, ja, ja _tome un juguete de unos dieciocho centímetros de largo, de color fucsia_
_Ay… ¡¡¡Hola Lucas!!! _Lo acaricio con la yema de sus dedos_
_Ja, ja…, si, totalmente, él es muy ay…, ja, ja. Es básicamente un vibrador y está diseñado para la estimulación del clítoris y del punto G a altas temperaturas. Si nunca lo usaste, te aseguro que experimentaras algo totalmente nuevo, alcanza unos treintainueve grados de temperatura y se siente increíble.
_Guau…, mientras no pase de ahí, ja, ja… No quiero terminar con la conchita rostizada, ja, ja _se tomó la entrepierna con fingida cara de terror_.
_Ja, ja, ja…, tranquila, eso no va a pasar. Solo vas a alucinar un poco, ja, ja… Bueno, te sigo contando, lo introduces en la vagina y mientras la punta te estimula la zona G, las orejitas de conejo lo hacen en tu clítoris de una manera deliciosa. Tiene siete modos de vibración diferentes, tres intensidades y, además, es sumergible. Es muy suave y extremadamente agradable al tacto, toma siéntelo, lo vas a adorar, ja, ja… _Lo puse en sus manos_
_Hum… _Lo acaricio varias veces_ Si que es un peluchito, ja, ja… _Lo apretó contra su pecho_
_Si, re tierno el, ja, ja… Bueno, pasemos al siguiente, a ver… _Elegí otro aparato de color fucsia_ Ella es Isa, es un vibrador doble y fue diseñado para perfeccionar las relaciones entre chicas, permitiendo disfrutar de muchas más posturas.
_Hum…, suena muy interesante _Junto sus manos como en un rezo y dirigió sus ojos hacia mí con la mirada del gato con botas_
_Ja, ja, ja… Pues lo es, ya lo veras. Bien, ella tiene tres velocidades y seis modos de vibración. Y como te decía, puedes usarlo en pareja, introduciendo un extremo en cada una, o bien puedes usarlo sola, estimulando la vagina y el ano.
_Realmente se ve altamente tentador, pero claramente veo que la amiga Isa tiene un problema.
_ ¿Problema? ¿Cuál? _Fruncí el ceño mientras miraba el aparato_
_Vamos a pelearnos por la parte más larga, ja, ja, ja…
_Ja, ja, ja…¡¡¡Que boba!!! Pensé lo mismo en un principio, pero te aseguro que ambos extremos son perfectos, ja, ja…
_Ja, ja…, bien, si tú lo dices…
_Te lo digo con conocimiento de causa y luego de haberlo testeado varias veces, ja, ja… Pero no te preocupes, en esta ocasión la parte larga será para ti, je…
_¡¡¡Dios mío, eres una pervertida!!! Ja, ja, ja _Tapo sus ojos con ambas manos_.
_Ay, disculpé señorita monja, no fue mi intención herir su pulcra moral, ja, ja, ja _respondí y me introduje la parte más larga del vibrador en la boca mientras la miraba_.
_Ja, ja, ja, ja…, pues lo has hecho, maldita embajadora del demonio.
_Ja, ja, ja, ja… ¿Embajadora del demonio? Ja, ja, ja… Na, apenas soy una chica calentona que se hace cargo de eso…
_Ja, ja, ja…, pues doy fe que lo haces _dijo con sorna, mientras observaba el contenido restante de la maleta_.
_¡¡¡Obvio!!! Bien… ¿Dónde estaba? Si, este aparatito es un experto en el punto G. Pero, además con el movimiento, el clítoris también se ve estimulado por las potentes vibraciones, gracias a la pequeña elevación que se encuentra en medio.
_Uf, Valen, sí que eres una caja de sorpresas. ¡¡¡Guau!!!
_Bueno, dicen que en la variedad esta la diversión…
_Si, pero tu… ¡¡¡Guau!!!
_Ja, ja, ja… Bueno, mira, si te inhiben mis juguetes podemos guardarlos y…
_No… ¡¡¡Ni loca!!!
_Ja, ja, ja… O.K. Pensé que te habías asustado.
_Lo que me asusta es que seas un producto de mi imaginación y en algún momento te evapores, tú y esa maletita de placeres que llevas contigo, ja, ja…
_Ja, ja, ja…, pues mira… _Pellizque su pierna_
_Ay… ¡¡¡Perra!!! _Se masajeo la zona de su pierna que aprete con mis dedos_
_ ¿Lo ves? Estas despierta y aun sigo aquí, ja, ja…
_Si, veo y duele darse cuenta.
_Ja, ja, ja… ¡¡¡Pero que exagerada!!! Apenas te toque…
_Pues define apenas… _me dijo frunciendo el ceño y aun masajeándose_
_Ja, ja, ja… Pasemos a otro amiguito mejor. Él es Lush 2, también es un vibrador experto en el punto G, que se adapta a la perfección a cualquier vagina _Luego de sacarlo de la maleta exhibí ante sus ojos un aparatito de forma oval, parecido a un huevo y del mismo color que los anteriores_. Fue diseñado para tener orgasmos por la calle, en el supermercado, en la pileta, etc., sin que nadie se dé cuenta, ja, ja… ¡¡¡Una locura!!!
_¡¡¡Me mientes!!! No eres capaz…, ja, ja. _Me miro con intriga y una sonrisa picara_
_ ¿Capaz de qué? _pregunte con inocencia_
_Nada… Dime que no lo has usado en ninguno de esos lugares, ja, ja
_Pues, si quieres te lo digo pero sería mentira, ja, ja…
_¡¡¡Que hija de puta, Valentina…!!! Ja, ja, ja… ¡¡¡Eres…!!!
_Ja, ja, ja… ¿Qué soy Andrea?
_¡¡¡Increíble!!! _Meneo su cabeza de lado a lado_ ¿Qué más puedo decir? Ja, ja…
_Pues no es tan terrible…, ja, ja… Igual, debo confesarte que lo he usado varias veces, pero solo en dos ocasiones en lugares públicos. Me mataba la curiosidad, ja, ja…
_¡¡¡Que hija de puta!!! Ja, ja… ¿Y qué paso? _pregunto intrigadísima_
_Bueno, paso lo que debía pasar… Me corrí como una loca, ja, ja… _Cubrí mi cara con ambas manos fingiendo vergüenza_
_No, es mentira… Dime que lo es…
_No, no lo es, ja, ja…
_¡¡¡Pero cuéntame…!!!
_Bueno, la primera vez lo use para ir al supermercado, pero estaba bastante nerviosa, ja, ja… Igualmente, fueron cuarenta minutos geniales hasta que volví a mi casa, pero solo logre correrme una vez mientras estaba en la verdulería eligiendo una sandía, ja, ja, ja, ja…
_Estas…, loca… ¿Lo sabias?
_Pues claro, es el mejor estado, ja, ja…
_Pero… ¿Qué paso? Ja, ja… ¿Alguien se dio cuenta?
_Ja, ja, ja… Si, dos viejas que estaban a unos pocos centímetros de mi…
_No… Me mientes…
_Ja, ja, ja… En realidad, jamás supieron que me paso, pero se me escapo un grito que por suerte pude controlar medianamente y coincidió con la caída de un par de sandias. Pensaron que había gritado a raíz de eso, pero justo que estaba por tomar una mis piernas comenzaron a temblar y se aflojaron ligeramente. Instintivamente junte mis rodillas, apretándolas y me apoye con todo mi peso sobre las sandias, ja, ja, ja…
_¡¡¡No te lo puedo creer!!! Ja, ja, ja…Me has dejado sin palabras… _Se quedo mirándome con la boca abierta_
_Bueno, créelo, es verdad, ja, ja…
_En verdad estas loca Valen… _Me observo con su boca abierta unos segundos_ ¡¡¡Me encantas!!!
_Ja, ja, ja… Bueno, no fue para tanto…
_Si…, lo fue, no me animaría a hacerlo… Me da miedo preguntar por la otra vez que lo hiciste… _me dijo con cara de sufrimiento_
_Ja, ja, ja…bueno, fue bastante menos traumática e infinitamente más placentera…
_¡¡¡Pues cuéntame!!! _me exigió con ansiedad_
_Ja, ja, ja… O. K. Fue en una piscina, una tarde que pasamos con amigos y amigas en un club. Allí pase totalmente desapercibida, más allá del interrogatorio de mis amigas preguntándome por qué pasaba tanto tiempo en el agua, ja, ja…
_Ja, ja…, me imagino, pero cuéntame cómo fue…
_Fue…¡¡¡Genial!!! ¿Qué más puedo decirte? Tuve seis orgasmos aquella tarde…
_Uf… ¿Dónde compro uno? Ja, ja, ja…
_Te lo recomiendo al ciento por ciento.
_Creo que de ahora en adelante empezare a tomarme más en serio todo este tema de los juguetitos, ja, ja…
_Deberías, creo que hoy en día la mujer que no tiene un orgasmo y no es sexualmente plena es solo por ignorancia o por estupidez.
_Pues ya veo, sí.
_Bueno, te sigo contando de este fantástico huevito. Tiene control a larga distancia por bluetooh e internet y patrones de vibración ilimitados, a través de su app se sincroniza con la música y activa las vibraciones a través del sonido.
_O sea que… ¿Tú te lo colocas y yo puedo torturarte a distancia?
_Ja, ja, ja…, básicamente si… Descargas la app en tu móvil y tienes un mando a distancia.
_Guau… ¡¡¡Quiero!!!
_Ja, ja… También puedes encenderlo y controlarlo desde el botón que tiene en el extremo fino.
_No…, quiero el mando a distancia, quiero tortúrate sentada cómodamente, ja, ja…
_Ja, ja, ja…, bueno, pero eso no será hoy, je…
_Hum… ¿Y qué es esa cosa de pelo que tienes allí?
_A…, es una cola de zorra, ja, ja…
_ ¿Una cola de zorra? ¿Y cómo utilizas sexualmente una de esas?
_Ja, ja…, es Rita, es especialista en darte placer por detrás _Tome la punta de la cola y la columpie delante de ella_ Es un plug anal. ¿Los conoces?
_Hum…, si, los he visto en videos, pero jamás en vivo, ja, ja…, ni con una cola de animal, ja, ja… ¿Y por qué Rita?
_Ni idea, ja, ja…, digamos que lo bautizo el fabricante.
_O sea… ¿Me meto eso en el trasero y luzco la cola de zorro?
_Ja, ja, ja… así es, pero en este caso la luciré yo, tengo otro para ti. No es tan llamativo, pero… te aseguro que me lo agradecerás, je… _Saqué de la maleta y sostuve frente a ella, un plug de color negro y de una forma rara, como retorcida, de unos once centímetros de longitud_
_A… ¿Sí? ¿Qué tiene de extraordinario?
_Él es Cuco y eso ya lo veras…
_ ¿Cuco? Ja, ja… Suena intimidante, pero… ¿Por qué tanto misterio? ¿Te olvidas que soy ansiosa?
_Ja, ja, ja… No, no lo olvido, pero, no falta mucho para que lo experimentes, je… Y tampoco está de más que sufras un poquito, ja, ja…
_¡¡¡Pero que mala…!!!
_Pero… ¿Acaso no te gusta que haya algo de suspenso?
_¡¡¡No…!!!
_Ja, ja, ja… Bueno, te cuento, Cuco está diseñado para estimular tanto el ano como el punto P…
_ ¿Punto P? _Frunció el ceño y me miro asombradísima_
_Ja, ja, ja… ¿No sabes qué es?
_Ni idea…
_Bueno, da lo mismo, no debes preocuparte por el punto P, es cosa de chicos, se refiere a la próstata masculina y la única forma de acceder a su estimulo es con la penetración anal.
_¡¡¡Guau!!! Tú, definitivamente deberías ser sexóloga.
_Ja, ja… Buena idea esa, me gusta el tema… En fin, igual no te preocupes por no contar con el punto P, Cuco te hará delirar de igual manera.
_Hum… ¿Falta mucho para que acabe el instructivo de hot toy’s?
_Ja, ja… ¿Qué pasa? ¿Te he aburrido?
_Na…, ni cerca, no es eso…
_Ja, ja, ja… ¿Y qué pasa? Dime…
_Pues, nada importante… Digamos que todo esto me ha despertado el hambre… Metafóricamente hablando, claro _Me miro intensamente y mordió su labio inferior_.
_Ja, ja, ja…, pues no, no falta mucho y también mi apetito esta complicadito, ja, ja… _Arañe con suavidad todo el largo de su muslo_ Te presentare el ultimo _Sostuve en mi mano un aparatito curvado de color celeste_ Él es Mambo, el succionador de clítoris…
_¡¡¡Na…!!! Ja, ja, ja…, eso sí es broma…, ja, ja, ja…
_¡¡¡No…, tonta!!! ¡¡¡Es verdad…!!! Ja, ja, ja…
_¡¡¡Pero que buen nombre para una película!!! ‘’Mambo, el succionador de clítoris’’, ja, ja, ja, ja… ¡¡¡Es genial!!! Ja, ja, ja…
_Ja, ja, ja, ja, ja… ¡¡¡Que tarada!!! Pero si, te aseguro que es genial y realmente te harás la película, ja, ja…
_Pero… ¿Succionador de clítoris? ¿De verdad? Jamás lo había visto.
_Así es, ja, ja… Y es sublime… Te proporciona una estimulación progresiva del clítoris sin contacto directo y es absolutamente silencioso. Tiene doce niveles de succión y se adapta perfectamente a cada tipo de clítoris, pues posee un par de boquillas intercambiables que permiten aumentar la presión de las ondas que se emiten y…, también es sumergible, ja, ja… Solo le falta llevarte el desayuno a la cama, pero creo que eso, es solo porque la perfección no existe, ja, ja, ja…
_Guau Valen…, me has dejado boquiabierta, además de caliente, claro…
_Ja, ja, ja, ja… ¡¡¡Que bobita!!!
_ ¿Y tú andas por el mundo con toda tu banda de amiguitos?
_Ja, ja, ja…, por ahora sí, pero, no podría andar por todo el mundo con ellos. Hay ciertos lugares en los que están prohibidos y penados por la ley, con la cárcel e incluso con la pena de muerte.
_ ¿Pena de muerte? ¿En serio? ¿Por un vibrador?
_Así como lo oyes, suena extremadamente loco, pero aun hoy en día existen cerebros demasiado cerrados cuya estupidez no tiene límites.
_Si, ya veo, me resulta increíble.
_Si, lo mismo me paso a mi cuando me entere de esto… En países como Malaui, Etiopía o Vietnam penan delitos que atentan contra el pudor, y los juguetitos están considerados de esta manera. También en países como Cuba, China, Egipto y varios más penan la pornografía y, los juguetes eróticos, son considerados como materiales pornográficos, por lo que es mejor olvidarse de ir con ellos a esos sitios. Después tienes lugares como Irán, Arabia Saudí, Yemen, Mauritania, Sudán, Nigeria y Somalia, en los cuales la homosexualidad está penada con la muerte. También llevar un libro o una película lésbica puede ser motivo suficiente para que te condenen a cadena perpetua en países como Marruecos y Corea del Norte.
_¡¡¡Es terrible esto que me cuentas!!!
_Si, lo es y lo más terrible es que lo llamen civilización…
_Bueno, por suerte estamos en España, ja, ja…
_Se…, aquí solo me revisaron la maleta porque salto en el scanner, ja, ja…
_ ¿En serio? ¡¡¡Me muero de vergüenza!!! Ja, ja, ja…
_Na, no pasa nada, ja, ja… igual, me tome el trabajo de meterlos por separado en una bolsa de plástico transparente bien sellada y guarde también el instructivo de cada uno, para no dar lugar a dudas de lo que son. Después de todo no estoy haciendo nada malo… Simplemente soy una mujer feliz, ja, ja…
_Ja, ja, ja… ¡¡¡Que tarada!!!
_¡¡¡Pero es verdad!!!
_Ja, ja…, seguro que sí.
Corrí la pequeña maleta con los juguetes a un lado de la cama, observándola por unos instantes. Nuestros ojos se encontraron revelando la pasión mutua y el electrizante deseo creciendo detrás de ellos. Me acerque hasta quedar pegada a ella y, sin más, la bese. Nuestros labios, nacidos para fundirse en un beso eterno, se encontraron con las ansias de la primera vez, pero, con la impronta que inculca la creencia de que será la última. Cada vez que sucedía aquel acto abría, sin excepciones, las puertas de la lujuria de par en par. Nuestros besos acostumbraban a ser la llave de la puerta tras la cual, nuestras fantasías esperaban a volverse realidad. El solo hecho de besarla era una fantasía en sí misma, pues, no es fácil encontrar labios que transmitan tanta dulzura, placer y deseo, en algo tan corriente como lo es un simple beso.
Con mis manos, invadí el espacio entre su camiseta y su piel, avanzando por debajo de esta y arrastrando las yemas de mis dedos desde su cintura, recorriendo su espalda, hasta llegar al broche de su sostén. Lo desabroché con prisa y mi mano derecha se trasladó hasta su pecho, jugando con aquellos dos fantásticos globos, que se ofrecieron abiertamente a los caprichos de mis instintos más básicos. Su cuerpo se estremeció al rozar sus pezones y estos, se endurecieron al instante al apretarlos con mis dedos, a la vez que un par de gemidos tomaban alas desde su boca, perdiéndose en el ambiente.
Estaba profundamente excitada, el solo hecho de tenerla conmigo ponía en guardia a todos los receptores nerviosos de mi cuerpo. Aquella charla, fantasear con lo que haríamos con cada juguete, ella, su calentura a flor de piel y su entrega sin restricción alguna, hacían que mi deseo de devorarla no tuviera límites.
Aprete mis piernas instintivamente, cuando su mano se coló debajo de mi remera, manoseando abiertamente mis tetas. Pude sentir la abundante humedad en mi entrepierna expandiéndose desde mi vagina y chorreando por los labios, transgrediendo la fina tela de mi ropa interior.
Como un rayo, su mano cayo de golpe hasta mi vulva y, deslizándose entre mi piel y la tanga, un par de sus dedos se internaron, sin ninguna clase de reparo, en mi vagina. En una respuesta totalmente carente de control alguno, mis manos se aferraron a las sabanas, mi espalda se arqueo ligeramente y mi cabeza cayo hacia atrás con la boca abierta a su límite, mientras dejaba escapar un grito furibundo nacido de la urgencia de mi sexo, que expresaba a través de este su irrefrenable anhelo.
Andrea estaba descontrolada y me cogió con intenso ímpetu, sus dedos entraban y salían de mí sin el más mínimo vestigio de compasión. Mis defensas habían sido traspuestas totalmente y eran ya, a esas alturas, inexistentes. Abrí mis piernas un poco más, facilitándole su ejecución y me tumbé en la cama para solo retorcerme, gritar y tirar de mis cabellos, totalmente entregada a la inminencia del orgasmo, que se anunciaba en cada fibra de mi cuerpo.
Retiro sus dedos de repente, arrodillándose rápidamente frente a mi para, sin ningún tipo de pausa, tirarse de cabeza en mi entrepierna. Al sentir su lengua recorrer mi raja todo mi cuerpo se sacudió, como preludio del concierto de aullidos y gemidos desatados por sus lamidas.
Sin dejar de gemir y con mis parpados apretados, tome su cabeza con ambas manos, enredando mis dedos en sus cabellos y al sentir el roce en mi clítoris, la aprete con fuerza contra mí. Un temblor relampagueante y creciente se apodero de mis piernas, acompañando al ardor calcinante que bajaba hasta mi sexo.
_AY… ¡¡¡Hija de puta!!! _alcance a balbucear, en el instante en que las contracciones de mi vagina, le daban la bienvenida a la gloriosa eyaculación_
Levanté la cabeza y abrí los ojos, gritando con desquiciado desahogo en el mismo momento en que un chorro de mis jugos estallaba en su cara. Seguidamente, volví a cerrarlos y a enterrar la cabeza en la cama, mientras una seguidilla de gritos se emancipaba de mi ser, a la par de la expulsión de fluidos que continuaban explotando desde mi sexo.
Sentí deliciosamente sus labios rozar mi vulva y su lengua lamer y penetrar mi vagina, escuchando como se atragantaba y tocia por un breve instante, para luego seguir vorazmente comiendo de mi sexo, que parecía que jamás terminaría de erupcionar.
Sin embargo, aquel orgasmo que se presentaba interminable al fin comenzó a apagarse, dejando a mi cuerpo sumido en un profundo relax e impregnado de una infinita satisfacción.
Beso con dulzura mi pubis, luego mi abdomen, trepando con sus labios por mi cuerpo hasta llegar a mi boca. Su rostro estaba empapado y sus labios sabían a mis jugos lo cual, hizo que mi excitación resurgiera como un fénix, renaciendo de entre sus propias cenizas.
_Perdón… Es que… ¡¡¡Me vuelves loca!!! ¡¡¡Me encantas!!! _me dijo entre besos apasionados_
_ ¿Perdón? ¡¡¡Bobita!!! ¡¡¡Estuvo increíble!!! _le respondí borracha de amor y deseo, para luego besarla con profunda ternura_ Como precalentamiento estuvo genial, ahora es tiempo de que comience el juego, je… _agregue y me moví rápidamente, haciendo que ambas giráramos sobre la cama, quedando yo por encima de ella_
_Pues estoy más que dispuesta, ja, ja…, que comience ya _Me tomo por la nuca y me llevo hasta su boca_.
_¡¡¡Espera!!! _Me incorpore quedando arrodillada sobre ella_
_Como diga mi señora, ja, ja…
Me quite la remera y luego me tumbe de espaldas a su lado, para sacarme la mini y la tanga. Luego tome el plug de la maleta.
_ ¿Me colocas la cola? _Tomándolo de la punta, lo moví como un péndulo encima de ella_
_Ja, ja…, hum…, creo que pocas cosas me darán más gusto _Tomo el plug y una sonrisa pervertida se dibujó en su rostro_.
_Ja, ja…, O. K. Colócale lubricante y luego con tu dedo me pasas en la colita… ¿Sí? _Le dije mordiendo mi labio inferior y mirándola libidinosamente, mientras me acomodaba en cuatro patas a un lado de ella_
_¡¡¡Eres una perra!!! Y me encanta… _Se incorporo, busco el lubricante y embadurno el plug con el_ Ya estoy contigo, je _Camino por la cama con sus rodillas y se ubicó detrás de mi_.
Sentí la punta de su lengua rozar mi ano y me estremecí instantáneamente. Menee mi cola incitándola y me gane una pasada más profunda de su lengua, que fue desde la vagina hasta casi llegar al coxis, rompiendo todas las cadenas de mi locura, que se manifestó con dos gemidos profundos.
Su lengua viboreo en mi esfínter erizando mi piel y, enterrando mi cabeza en las sabanas, ahogue dos gritos cuando se hundió descaradamente en él. Luego de unos segundos disfrutando de aquella delicia, sentí su dedo, algo frio a causa del gel, penetrar mi puerta trasera. Jugueteo unos instantes, bien profundo dentro de mí para luego, entrando y saliendo preparar mi ano para recibir el plug.
El frio del metal, un poco más intenso que el del gel, le añadió un condimento extra a mi excitación, que ya sobrevolaba la tierra de las fantasías como un ave de rapiña.
Empujo el juguetito hasta hundir la punta y luego, con movimientos giratorios, lo perdió completamente dentro de mí. La sensación fue infinitamente placentera y el roce del pelo sintético de la cola de zorro en mi vulva, indujo más bríos a mi deseo.
Moví mi culo hacia los lados, ladeando la cola y Andrea la levanto con su mano para sumergir su lengua en mi raja.
_¡¡¡Ay!!! Hum…, no señorita, usted ya jugo suficiente. ¡¡¡Ahora me toca a mí!!! _Me di la vuelta quedando arrodillada frente a ella y la besé con pasión desmedida_
Se prendió a mis labios como una sopapa y entonces me la saque de encima, corriéndola hacia atrás desde sus hombros…
_Tranquila, ahora eres mi conejita de indias, ja, ja… Solo déjate llevar.
_ ¿Y a donde me llevaras?
_Ya verás, ja, ja…, luego tú me cuentas… _Saque su camiseta, su corpiño y desabroche sus jeans_ ¡¡¡Túmbate!!! _Los tome por la cintura y los deslice por sus piernas, hasta despojarla totalmente de ellos_ Ahora date la vuelta y ponte en cuatro para mí.
_Hum… ¡¡¡Que sexy te queda la dominatriz!!! Ja, ja… _Se dio la vuelta y apunto su culo hacia mi_
Sus glúteos blancos, divididos por el hilo dental negro de su tanga, se bambolearon frente a mis narices, dando rienda suelta a mi lujuria…
_¡¡¡Silencio!!!
_Ja, ja, ja…
Sin previo aviso le propine una nalgada bastante fuerte…
_¡¡¡Ay…!!! Pero…
_¡¡¡Shhh!!! ¡¡¡Cállate!!! Solo limítate a disfrutar y a correrte.
_Hum…, si lo pones así…
Tomé el plug negro, el de la forma retorcida y lo cubrí de lubricante, luego corrí el hilo dental y pose en un beso mis labios sobre su ano, provocándole un leve sacudón. Apoyé la punta del juguete en su esfínter, que se contrajo instintivamente al contacto, y luego jugueteé en las periferias del hoyo desatando su delirio, que se manifestó en gemidos suaves pero intensos, alimentando los deseos que crecían significativamente en mí, al verla y escucharla.
Andrea gemía gustosamente, mientras imprimía leves movimientos ondulantes a sus caderas. Enterré un par de centímetros de Cuco en su ano y me deleito con un tono más alto de sus expresiones de satisfacción, luego tome el plug por la base y comencé a girarlo, metiéndolo como si se tratase de un tirabuzón.
A cada centímetro que entraba, pervertía más y más mis oídos, con sonidos de profundo gozo, que rebalsaban cayendo de su boca y, pasado un instante, el juguete estuvo por completo dentro de su culo. Pase mis dedos por su vulva y la humedad, que traspasaba la tela de su tanga, empapo mi piel; no cavia ninguna duda de que estaba a punto caramelo.
Aprete ambos glúteos y los moví circularmente mientras Andrea mordía las sabanas…
_Date vuelta _le ordene con voz firme_.
_Ja, ja…, hum _Se dio vuelta y me miro con notoria excitación_.
_ ¿Como lo sientes? _susurre en su oído, inclinándome sobre ella_
_Hum…, increíble. ¡¡¡Me encanta!!! _Cerro suavemente los ojos y sonrió con satisfacción_
_O.K. Comencemos a jugar entonces _Descendí sobre su boca besándola, desbordada de pasión y, con succiones de mis labios, saboreé los suyos mientras le ofrecía a su lengua jugar con la mía_. Hum… Eres tan… Te voy a coger hasta que me pidas por favor que pare _Murmure sobre sus besos y luego me incorpore_.
_No pierdas tu tiempo… Eso no pasara nunca… _Me desafió, derretida por la calentura que la poseía por completo_
_Veremos…, pero me gusta tu actitud, ja, ja _Me moví hacia un costado y tome el vibrador con forma de huevo, lo lleve hasta mi boca, le pase la lengua un par de veces y luego lo chupe ante la atenta mirada de Andrea_ ¡¡¡Toma!!! Prepáralo para mi porfis… _Le dije provocadoramente y lo acerqué a sus labios_
_Ja, ja…, dame eso perrita _Solo lo beso, luego me miró fijamente y apretó sus dientes en su labio inferior_.
Lo dirigió hasta su entrepierna, lo deslizo debajo de la tanga y lo refregó por su vagina unos cuantos segundos, cerrando sus ojos, lamiendo sus labios y disparando mi locura, para luego sacarlo empapado con sus jugos…
_ ¿Está bien así mi señora? _Extendió su brazo y lo deposito en mi mano_
Mordí mi labio inferior, mientras la devoraba con la mirada…
_Esta perfecto… _Sin dejar de mirarla lo llevé hasta mi vagina, introduciéndolo unos seis o siete centímetros, quedando la parte fina colgando entre mis piernas_
Luego me incline, saque de la maleta a Lucas y me volví hasta ella sentándome encima, a la altura de sus caderas. Me lleve el vibrador a la boca, chupándolo con mi mirada clavada en la suya y deslice mi otra mano desde mis tetas hasta el pubis, metiéndola entre mi vulva y su abdomen, hasta alcanzar el extremo delgado del huevito.
Lo tome entre mis dedos y apenas localice el botón de encendido lo presione, provocando una ráfaga de potentes cosquillas que, desde mi vagina, se expandieron por todo mi cuerpo, como las ondas de agua al tirar una piedra en un estanque.
Cerré los ojos y abrí la boca, mientras mantenía a Lucas entre mis labios y, antes de soltar el extremo del vibrador entre mis piernas, aprete el botón unas tres veces más, hasta llegar a la vibración que más me hacía delirar. Me estremecí, gimiendo de placer, mis pezones se endurecieron al extremo y mi piel se erizo sobre toda mi anatomía.
Y así, derritiéndome por el placer que fluía entre mis piernas, lleve el vibrador conejito hasta la boca de Andrea, que estaba visiblemente desesperada por la ansiedad que toda la situación había despertado en su sexo. Lo chupo eufóricamente un instante, hasta que lo retiré de su boca y lo encendí.
Mientras meneaba mis caderas, rozándome contra su vientre y gimiendo de placer, dirigí el vibrador hasta su pecho, apoyando la punta en uno de sus pezones, el cual, se paró instantáneamente. Estiro sus brazos y apretó con fuerza la parte alta de mis muslos, a la vez que un gemido herido escapaba entre sus labios. Mantuvo los brazos extendidos, con sus manos en mis piernas clavadas como garras y, en aquel movimiento, su pecho se contrajo y sus tetas se juntaron, englobándose deliciosamente para mí.
Las vibraciones en mi vagina, el estímulo del plug en mi culo y el irrefrenable deseo que Andrea despertaba en mí, me dejaron, en brevísimo tiempo, parada al borde del orgasmo.
Deslice el vibrador desde sus tetas hasta su panza, dejándolo entre su piel y mi sexo. Entonces, tome sus pechos con ambas manos apretándolos, a la vez que me sentaba con fuerza sobre ella, de manera que Lucas quedara apretado entre las dos descargando sus vibraciones sobre mi clítoris que sentía, estaba por saltárseme del cuerpo.
Aquello, fue un boleto sin escala hasta el punto culmine de mi clímax y mucho más allá. En un instante me olvide de todo, hasta de mí, poseída por el fuego que arrasaba en mis entrañas bajando hasta mi vagina, como una bola ígnea. Me moví gritando con demencia sobre ella, hasta descargar la urgencia de mi sexo, que desato una verdadera catarata encima suyo, mientras me retorcía, temblaba y gritaba sin ninguna posibilidad de control.
Me tumbe sobre Andrea profanando su boca con la sed de un vampiro y esta correspondió mi desenfreno con ardiente desenfado. El efecto del lush 2 dentro de mí hacia estragos y volvió a catapultarme hasta la cima apenas caer, para volver a hacerlo otra vez y otra vez y otra, conduciéndome a través de una montaña rusa de placer indescriptible. Cuatro orgasmos encadenados detonaron entre mis piernas con separación de segundos, dejando mi cuerpo en un estado casi epiléptico y mi garganta áspera al borde de la afonía.
Mientras temblaba y gemía, la tocaba y la besaba casi inconscientemente, luego, tomando nuevamente el control de mi cuerpo comencé a descender, succionando y lamiendo cada centímetro de su piel. Me detuve unos segundos en sus tetas, chupándolas como un cachorro hambriento, después seguí bajando y tomé el vibrador que quedara entre nosotras, sobre su vientre, ambos empapados de los fluidos de mis eyaculaciones.
Una vez entre sus piernas me deslicé hasta el piso, quedando arrodillada frente a su entrepierna, me incline hacia ella besando su ombligo un par de veces, levante la vista y su mirada de entrega suplicante me incito abiertamente a disponer de su cuerpo a mi gusto y placer.
Bese su pubis y su vulva por encima de su ropa interior que, a esas alturas, estaba totalmente impregnada de la mezcla de sus jugos y los míos. Apretando las sabanas a ambos lados de su cuerpo, Andrea se removió entre quejidos, para luego cerrar los ojos en señal de clara entrega.
Gimiendo ininterrumpidamente, con mis ojos entrecerrados, los labios entreabiertos y estimulada visual y auditivamente por Andrea y por las vibraciones dentro de mí, separe mis rodillas afirmando mi posición frente a ella. Apoyé la punta del vibrador en la parte interna de su rodilla y comencé a subir por su muslo, suave y lentamente. Ella abrió sus piernas, ofreciéndoseme por completo y al llegar a centímetros de su vulva, burle su deseo tomando un desvío. Bordeando los labios mayores subí hasta su ombligo y lo rodeé, retomando por el otro lado el lento camino de regreso hacia su fuente de los deseos. Volví a dejar, maliciosamente, su raja en el camino, bajando por su otro muslo hasta la rodilla, pero esta vez, mientras lo hacía me incliné sobre ella y deslicé mi lengua por su tanga, desde el periné hasta el pubis. Un intenso gemido, que empezó a gestarse al comienzo de aquel sendero húmedo, exploto en un grito al rozar su clítoris, evidenciando claramente la prisa de su sexo.
Me miro por un instante, con la súplica instalada en sus ojos y sin poder resistirme, apoye la punta de Lucas directamente en su periné, desatando movimientos inconscientes e irregulares en todo su cuerpo.
Tomando como punto de partida aquella porción de su cuerpo, entre su ano y su vagina, deslicé el vibrador por toda su raja y unos milímetros antes de llegar a su clítoris, volví a bajar. Tome el mismo camino de tela húmeda, desprendiendo quejidos y gemidos que nacían en su garganta y escapaban de entre sus labios, para morir luego, mezclados con la música que sonaba de fondo.
Su disfrute agigantaba mi excitación irremediablemente y, conspirando con el lush 2, instigaba a más revoluciones de mi punto G. Ambas estábamos ebrias de deseo, pero lo de Andrea ya era desesperación, pues su sexo aún no se había desahogado ni una sola vez. En aquel instante, decidí dejar de ser tan maldita y darle lo que todo su ser me pedía a gritos. Apoye el vibrador a su lado, encima de la cama y con ambas manos retire su tanga. Su vulva quedo expuesta ante mí, hinchada, chorreada, deliciosamente tentadora y, sin poder resistirlo, me sumergí en su entrepierna, devorando su sexo como un vagabundo que no ha comido en dias.
Enterré mi lengua en su vagina, mientras deleitaba a su glande con suaves caricias de mi dedo gordo. Automáticamente estallo en gritos desesperados, de una mezcla estimulante entre gozo y suplica mientras yo, implacablemente, frotaba, lamia, chupaba y gemía, en una carrera precipitada por darle saciedad al hambre que la devoraba por dentro.
Sus muslos se cerraron con fuerza sobre mí, poseídos por vibrantes temblores, su piel se erizo sin remedio y sus gritos se volvieron más cortos y seguidos; mientras, también mi piel yacía encrespada y mis pezones se pusieron tan firmes y duros, que creí que mi piel se rasgaría. Mis caderas a la vez, se sacudían escapando a mi control, acompañando las contracciones de mi vagina que anunciaban la inminencia de otro orgasmo.
En un solo movimiento, Andrea llevo sus manos a mi cabeza, hundiendo aún más mi rostro en su entrepierna y levantando sus caderas, mientras, con su boca totalmente abierta, retenía un grito, a la espera de que su sexo se expresara.
La expectativa también se instaló en mi entrepierna y, apretando mis muslos, grite sobre su sexo, presagiando la explosión de mi éxtasis. Solo mi dedo gordo, mediante una especie de piloto automático, seguía estimulando a Andrea desde su clítoris.
Los sacudones de mis caderas acompañaron el estallido de fluidos que, desde mi vulva, corrieron por mis piernas, a la par de la eyaculación de Andrea, que se estrellaba en mi garganta, ahogando momentáneamente mis gritos de placer. Tragué con prisa para no atragantarme, dispuesta a recibir más, mientras otro chorro estallaba en mi mentón.
Entre gemidos y jadeos, devoré insaciablemente sus jugos, todo lo que pude, mientras aún, me deleitaba con las erupciones de mi sexo. Abrí su vulva y pasé mi lengua, en busca de las ultimas gotas de aquel elixir fantástico. Andrea se retorcía y temblaba sin dejar de aullar, delirante de placer, mientras sus dedos apretaban y estiraban sus propios pezones exasperadamente.
Sin darle un respiro, tomé el vibrador que quedara a su lado y, sin ningún resquicio de piedad, lo enterré en su vagina. Inmediatamente, apenas llegar al tope, sus piernas se cerraron, temblando sin pausa, y un grito desgarrador se oyó como preludio de una nueva erupción de su sexo, que se estampo con furia contra mis pechos chorreando hasta mi abdomen.
Me fui sobre ella y comí su boca, mientras con mi mano manipulaba el vibrador conejito, deslizándolo hacia adentro y hacia afuera, provocando las delicias de su vagina y de su clítoris en la misma acción. Como desquiciada se prendió de mis labios, succionando, mordiendo y lamiendo sin respiro. Con su mano tomo la mía, empujándola y hundiendo el aparato hasta el tope de su longitud. Grito y se sacudió agitando sus caderas descontroladamente, mientras su mano seguía presionando la mía, sobre el aparato en su entrepierna.
Metí mi lengua bien profunda en su boca y, aprisionándola entre sus labios, la chupo con pasión desmesurada, mientras un nuevo orgasmo la transportaba a la locura infinita. Se removió violentamente debajo de mí, gritando sin ningún tipo de recato, rebalsada de un placer incontenible que parecía no tener fin.
Solté el vibrador, dejándolo dentro de ella, y la contuve entre mis brazos hasta que la curva del orgasmo fue declinando. Le ofrecí mis labios como desahogo a la voracidad de su boca y, mientras nos besábamos con fogosa exuberancia, lleve mi mano hasta su entrepierna retirando el vibrador de su vagina y luego, tirando del extremo que pendía entre mis piernas, retire el Lush 2 de mí.
_ ¿Estás bien? _pregunte sonriendo con picardía_
_Jamás en mi vida he estado mejor… _me respondió con la respiración aun agitada_ Eres una hija de puta… _agrego y una enorme sonrisa de satisfacción corono sus labios_
_Epa… ¿Y eso por qué?
_Ja, ja, ja… Jamás pensé que fuera posible correrme de esa manera.
_Hum…, ya veo, pero lamento informarte que aún no ha acabado… Falta lo mejor…, je.
_ ¿¿¿Whats??? ¿Mejor…?
_Ja, ja… ¡¡¡Claro!!! Es hora de que invitemos a nuestra amiga Isa _Camine en cuatro patas por la cama, hasta el extremo donde estaba el maletín y tome el vibrador doble_.
_Ja, ja… ¿Siempre has sido así? Tan… ¿Insaciable?
_Na…, solo cuando alguien me gusta tanto como para serlo _le respondí, mientras apagaba los vibradores que habíamos utilizado_. ¿Y tú?
_ ¿Qué hay de mí?
_ ¿Siempre eres así de insaciable? Ja, ja…
_Ja, ja…, para nada, pero siento que contigo podría hacerlo durante toda la noche.
_Pues entonces hagámoslo…
_Ja, ja, ja…hum…
Con el juguete en mi mano y arrodillada a su lado me fui sobre ella, besándola con desbordada pasión, a la vez que manoseaba descaradamente sus tetas. Ella correspondió mi beso de la misma manera y, estirando su brazo, alcanzo mi clítoris con sus dedos, ofreciéndole suaves movimientos circulares. Las brasas que aun ardían, volvieron a alzarse en grandes lenguas de fuego que nos abrazaron, condenándonos a calcinarnos en la ardiente hoguera de nuestros sexos.
Entonces me incorpore, quedando de rodillas a su lado, di una media vuelta sobre mi rodilla y pase la otra por encima de Andrea, quedando esta entre mis piernas. Acerque el vibrador a mi boca y, mientras la miraba directo a los ojos, chupe el extremo más corto, cubriéndolo con una cantidad abundante de saliva, que pronto comenzó a chorrear por el juguete.
Tras unos instantes, de jugar con él entre mis labios, lo lleve hasta mi entrepierna y me lo metí completamente, quedando la parte más larga apuntando al frente, como si tuviera una pija. Entonces, camine con mis rodillas hacia adelante, dejando el juguete a centímetros de los labios de Andrea.
Esta lo tomo con una mano y, moviendo su cabeza hacia el frente para acortar la distancia, lo chupo gustosamente mientras me miraba con los ojos embriagados de deseo. Luego de unos minutos de permitirle aquel juego lujurioso, la despoje del aparato y me desplace hacia atrás, ubicándome entre sus piernas. Deje caer una porción generosa de saliva en mis dedos, para desparramarla sobre su vulva y, cuando estuvo convenientemente lubricada, tumbándome sobre ella la penetre.
Exhalo un profundo suspiro, viéndome directo a los ojos, luego cerro los suyos y se entregó completamente al placer que mis movimientos pélvicos le regalaban. La cogí vehementemente, arremetiendo contra su sexo con toda la longitud de la que Isa disponía, mientras descargaba mi pasión sobre sus labios en una oleada desquiciada de besos. Disfrute muchísimo de aquella posición, en la que las dos éramos penetradas, se sentía alucinante el gozo de ambas, inducido por el mismo movimiento de mis caderas, pero todavía faltaba lo mejor.
Lleve mi mano izquierda hasta el aparato, accionando el botón de encendido, que se encontraba en el costado izquierdo de la parte central del juguete. Ambas gritamos al unisonó, incentivadas por las profundas vibraciones que, repentinamente, Isa infligió en nuestras vaginas y nuestros clítoris.
En un instante de locura, el descontrol se apodero de nuestros cuerpos, Andrea clavo sus dedos en mis glúteos y me apretó contra ella con creciente desesperación, a la vez que gritaba moviendo sus caderas eléctricamente. La tome de sus cabellos con fuerza, lamí su oreja y devore su cuello, poseída por la excitación.
En cuestión de segundos nos encontramos con nuestras bocas abiertas y pegadas, una en la de la otra, exhalando intensos gritos, como preludio del doble orgasmo que estaba al caer. Nos aferramos con locura desde nuestros labios, descargando las tenciones e intentando saciar las ansias de devorarnos mutuamente, mientras nuestros cuerpos se sacudían en espasmos, en medio de la tormenta desatada en nuestros sexos.
Sin ningún atisbo de piedad, Isa seguía descargándonos sus ondas vibratorias, transportándonos hasta el foco mismo de la tempestad, para luego disfrutar la calma y poco después, volver a sentir como los nubarrones volvían a formarse hasta converger en una nueva tormenta.
El gozo no tenía fin, gemíamos, gritábamos y nos retorcíamos, bañadas en sudor y en nuestros fluidos, impregnadas de un deseo que se alimentaba de nuestros intentos de satisfacerlo, sumergiéndonos en una espiral infinita, que nos hundía cada vez más en aquella danza de sexo desaforado.
Ayudándome con mis manos, afirmadas a sus lados, incorporé mi torso todo lo que pude, a la vez que separaba y flexionaba mis piernas, quedando apoyada en mis rodillas. Entonces, tomándola con ambas manos de la parte de atrás de las rodillas, lleve sus piernas contra su torso y me empuje contra ella todo lo que pude.
Andrea grito sin control, moviendo su cabeza hacia ambos lados, inmersa en un profundo éxtasis. Me tomo por la nuca, me llevo hasta su boca y me devoro, totalmente fuera de sí. Entonces lleve mi mano derecha hasta su culo, deslizándola por su glúteo y, con mis dedos, alcance el plug que le metiera en un principio.
Me había guardado una sorpresa para ella, omití mencionarle que aquel aparatito lo había elegido intencionalmente para ella, por contar con un potente vibrador que, teniendo en cuenta el estado en el que ya estaba, no me animaba a especular a cerca de su reacción al descubrirlo.
Hurgue con mis dedos sobre la base del aparato, sobresalida en las periferias de su ano, hasta que, con mi dedo índice, ubique el botón de encendido y lo presione.
La reacción de Andrea es difícil de describir… Una expresión como de sorpresa se dibujó en su rostro, seguidamente mordió su labio con claro disfrute y casi automáticamente, luego de apretarme contra ella con incontrolable fuerza, se corrió. Aquel cuadro escénico fue demasiado para mí, pues, verla y sentirla de aquella manera también elevo mi grado de excitación, si es que eso aún era posible, precipitando la llegada de otro orgasmo, que estallo con una intensidad inigualable.
Nos miramos aquel instante con el placer y la incredulidad aflorando en nuestros ojos, gritando y disfrutando de ese momento glorioso, chapoteando entre las sacudidas y temblores involuntarios de nuestros cuerpos.
En un rápido movimiento la tome desde la parte trasera de su hombro y la invite a girar conmigo de modo que, yo quede de espaldas y ella encima mío, entregándole el control total de la situación. Adelanto sus rodillas, las clavo a ambos lados de mi torso y, luego de acomodar el vibrador con su mano, lo empujo bien adentro. Irguió su tronco y se entregó totalmente a las delicias que los juguetes le proporcionaban.
Tomo sus cabellos jalándolos desquiciadamente, gritando y agitando sus caderas con frenéticos movimientos irregulares, mientras sus dos tetas alucinantes me cautivaban con su excitante bamboleo encima de mí. Sin perder un instante las tome con ambas manos y aprete sus pezones deliberadamente, entregándome al delirio del orgasmo que volvía a llegar, justo en el momento en que una metralla de gritos cortos de Andrea explotaba en el aire, consecuentemente con la masa acuosa que, proveniente de su entrepierna, se desparramaba y arrasaba mi monte de venus.
Se dejo caer encima mío deslizando sus rodillas hacia atrás y, en una estocada final, profano mi boca con mordidas y succiones, a la vez que gemía y jadeaba sin solución de continuidad. También yo descargue mi deseo en sus labios, llevando a nuestras bocas a unirse salvajemente en una danza despiadada, al borde de la locura y el dolor.
Escurrí mi mano entre ambas llegando hasta la entrepierna, tome el juguete y, tirando suavemente hacia abajo, nos libere de aquella dulce condena, mientras nuestras bocas seguían unidas en un beso cautivante de pasión extrema.
Ya a salvo de las vibraciones hipnóticas de Isa, recobré de a poco la compostura y, tomando a Andrea por sus mejillas, concluí momentáneamente el encuentro voraz de nuestras bocas. Separe su rostro de mí unos centímetros y la mire a los ojos, también ella me miro, con la vista perdida, aun envuelta en aquel torbellino de locura nacido de nuestros sexos, en el cual habíamos naufragado sin ninguna clase de lamento.
_A sido extraordinario, inmejorable… ¡¡¡Me encantas!!! Pero… _Ensaye una mirada de preocupación_
_ ¿Que? ¿Qué ha pasado? _respondió aun jadeando levemente y visiblemente preocupada_
_Aún falta algo… _Levante mi puño y lo apoye en mi boca, en expresión de no me mates, mirándola expectante por unos segundos_
_Ay… ¡¡¡Que tarada Valentina…!!! Siempre me asustas… ¡¡¡Maldita!!! _Me tomo del cuello y fingió estrangularme_
_¡¡¡Agggg…!!! Ja, ja, ja, ja…
_Acabo de tener la sesión de sexo más intensa, placentera y larga de mi vida, tengo un aparato en mi trasero que me sigue volviendo loca, y tu… ¿Tu afirmas que aún falta algo?
_Si, pobrecito… ¡¡¡Míralo!!! Ha quedado solito en el fondo de la maleta _Giré mi cabeza a un lado y sostuve la mirada sobre el juguete, abriendo y cerrando intermitentemente mis ojos_.
_Ja, ja, ja… ¡¡¡Que boba!!! Ja, ja… _Me pego suavemente con su palma en mi hombro_ ¿Quién era ese?
_Ese es Mambo, y te va a encantar.
_O sí, cierto… Mambo… ‘’El succionador de clítoris’’ _dijo distorsionando su voz, en un tono de personaje de comic_.
_Ja, ja, ja…, ese mismo. Pero bueno, si estas demasiado agotada y quieres dejarlo para otro día puedo entenderlo _Me deslice de debajo de ella hacia un costado, amagando levantarme_.
_Mira perra…, una viejita calentona con una maletita cargada de juguetitos no va a terminar conmigo tan fácilmente _me dijo sujetándome por los hombros y hablando a centímetros de mi cara, casi rozando mis labios_.
_Ja, ja, ja, ja… ¿A si? ¿Y qué hará la chiquilla indomable al respecto?
_Ja, ja…, pues seguir adelante, me parte el alma verlo allí solito esperando ser usado _Beso mis labios fogosamente un instante_ ¿Verdad que sí?
_Totalmente… ¡¡¡Pobrecillo!!! Y será una decisión de la que no te arrepentirás… Te lo aseguro, ja, ja… _Estiré mi brazo hasta alcanzar la maleta y la traje hacia mí unos centímetros, hasta alcanzar el juguete_ Acomódate encima de mí en una posición de 69 _le sugerí_.
_ ¿Así mami? _Llevo su culo hacia atrás lo más que pudo y lo meneo provocativamente sobre mí, por si acaso me faltaba un incentivo más para seguir disparando mi deseo _
_Hum… Así esta excelente, ja, ja _le dije a la vez que le acertaba una nalgada_.
_Aiiia…, ja, ja, ja…
Deje el succionador sobre mi pecho y acaricie sus glúteos, sintiendo levemente las vibraciones del plug en las yemas de mis dedos., lo había probado infinidad de veces y sabía que era excitante en extremo. La observe por un instante, deleitándome sobremanera con el paisaje que su cuerpo me ofrecía. Lleve mis manos hacia su vulva acariciando los labios mayores, desde arriba hacia abajo, separándolos y abriendo sus labios menores. La blancura de su piel contrastando con el rosa de estos, del glande del clítoris y del vestíbulo vaginal, era un verdadero poema.
Andrea no se mantuvo quieta, de inmediato tomo y apretó con ambas manos mis glúteos, para deleitarme luego, con zigzagueantes caricias de su lengua por toda mi vulva, elevándome nuevamente hasta el punto más álgido de mi excitación.
Volví a delirar gimiendo de placer, por enésima vez en aquella noche eterna y, mientras gozaba de los estímulos que Andrea me regalaba generosamente, tomé a Mambo y lo encendí. Humedecí mis dedos con saliva y froté su clítoris con suaves masajes circulares, provocando leves sacudones en su cuerpo e incitando una mayor efusividad en la ejecución de sus estímulos hacia mí; elevando notablemente, de esta manera, mi deseo y mi gozo.
Lleve el succionador hacia su vulva, programado para empezar en el nivel más suave. Lo moví hasta su clítoris posicionando la boquilla del aparato en su glande, a la vez que me sumergía en el goce de sus lamidas, dejándome arrastrar por las mareas del deseo, que su lengua despertaba en todo mi ser.
No percibí ninguna reacción en ella a causa del succionador, entonces comencé a subir gradualmente el nivel de potencia del aparato. Así paso el uno, el dos, el tres y en el cuatro dejo de lamerme, levantando su cabeza expectante, como intentando dilucidar lo que había sentido. En el cinco apretó mis glúteos con más fuerza, gimiendo intensamente y ya en el seis gimió desesperada, zambulléndose en mi entrepierna, para devorarla con ímpetu descontrolado. Al siete metió sus dedos en mi vagina, gritando como una loca desquiciada, y tampoco yo pude evitar gritar de placer, inducida por sus estímulos y lo excitante de ver, oír y sentir sus reacciones.
Pasando al ocho, el orgasmo asomo en el horizonte, anunciándose claramente con efusivas respuestas corporales que no dejaban ninguna posibilidad de duda, para luego irrumpir estrepitosamente.
Apoyando ambas palmas en la cama arqueo su espalda hacia atrás, pegando su pelvis a mi pecho y descargando la excitación acumulada en gritos repletos de gozo y potentes chorros de fluido transparente que, expulsados por su uretra, detonaron en mi cuello y salpicaron hasta mi rostro y mi cabello.
Andrea gritaba y jadeaba encima de mí y, verla y oírla, era sumamente excitante y motivador. Solo lamente que, debido a la intensidad de su éxtasis, dejara de estimularme cuando estaba al borde de la dicha más alta. Entonces con prisa lleve la mano hasta mi vulva y con mis dedos, poseídos por la urgencia de mi sexo, frote mi clítoris hasta recibir el recate liberador del orgasmo.
Aun entre la euforia y el efecto delirante de su eyaculación, Andrea, percibiendo el estallido de mi clímax, ofreció gustosamente su boca, conteniendo en ella mi liberadora descarga. Gimiendo y jadeando chupo y succiono de mí, hasta que solo la viscosidad de su saliva le imprimía vestigios de humedad a mi vulva.
Pasado el temblor post orgasmo volví a insistir con el succionador que quedara programado en el nivel ocho. Andrea lanzo un grito rebosante de placer, seguido de una seguidilla de gemidos intensos y profundos que colmaron el ambiente, aun a pesar de los potentes golpes, con los que la batería marcaba el ritmo de la canción de heavy metal que llenaba el silencio. Entonces, con un arrebatado manotazo, tomo el vibrador conejito que quedara a un lado, lo encendió y sin demora, lo enterró completamente en mi vagina.
Me costó muchísimo mantener el pulso firme con mambo dirigido a su clítoris, tras recibir semejante dosis de vibrante placer hasta varios centímetros dentro de mí y, como pude, presioné el signo más programando el nivel nueve.
Andrea cayo como derretida sobre mí, presionando el vibrador en mi entrepierna y con la otra mano aferrada a mi muslo, limitándose a gemir totalmente entregada a los caprichos del succionador.
La acción de Lucas en mi vagina era una debilidad a la cual no podía resistirme, sus descargas vibratorias convertían a mi punto G en un interruptor de gozo infinito muy fácil de encender. Y a raíz de su excitante intervención todo mi cuerpo se preparaba para otra curva orgásmica de alta intensidad en un breve lapso de tiempo. Pero, antes de ser succionada por aquel remolino de pasiones indomables, accione el nivel diez de Mambo.
Los gemidos de Andrea evolucionaron en potentes gritos, cargados de un urgente deseo y en cuestión de segundos, como en una coreografía perfectamente alineada, nuestros cuerpos sucumbieron a los temblores espasmódicos de un nuevo orgasmo, liberando con impetuosidad todas las tenciones acumuladas en ellos solo para, inexorablemente, volver a acopiarse con inminente repentización.
Las vibraciones del conejito impidieron impiadosamente que la curva de mi orgasmo declinara completamente, transportándome nuevamente a lo más alto de la onda de mi clímax. Entonces, sin demora, posicioné nuevamente a Mambo y, presionando un par de veces el signo más, sometí a su clítoris al nivel más alto de potencia del que era capaz el succionador.
El nivel doce era una verdadera locura y la catapulto rápidamente hasta el cielo azul soleado del mismísimo mundo orgásmico, que florecía con obscena abundancia en aquel cosmos de lujuria desenfrenada, al que la pasión de nuestros juegos nos había transportado. Y con el envión de euforia desatado en su humanidad, me arrastro con ella, fundiéndonos en el núcleo ardiente de esa fantástica tierra en la que nos habíamos exiliado.
Nos retorcimos, nos sacudimos, gritamos y gemimos durante el delirante e intenso instante en que aquel estado alterado de conciencia, nos proporcionó un tour completo por los efímeros caminos del placer y la satisfacción.
Apenas pasado el momento álgido de placer, aun jadeando, Andrea retiro el vibrador de mí, se dio la vuelta y, siempre encima de mí, se pegó a mi cuerpo besándome con una dulzura de tal profundidad, que me sentí sumergida en ella y abrazada en todos los niveles de mi ser.
Me aferre a su boca adentrándome en ella y, haciendo a un lado el cerebro, me deje llevar por lo que los sentimientos proponían, transportándome en un beso a los rincones más inexplorados de mi corazón, en donde Andrea ya tenía un lugar privilegiado.
Nos besamos y acariciamos largamente con mutuo disfrute, desde la satisfacción y el relax de nuestros cuerpos, hondamente satisfechos. Pasados unos minutos tome sus mejillas con mis dedos en pinza, despegando nuestros labios y mirándola a los ojos…
_¡¡¡Ay…!!! ¿Por qué eres tan…? ¡¡¡Am…!!! _Fruncí mi nariz y mostré mis dientes_
_Ja, ja, ja… Pero… ¿Qué? ¿Qué soy? Ja, ja…
_Así… Tan… ¡¡¡Ay…!!! Te comería… _La bese en los labios y en la punta de su nariz_ Debo ir al baño.
_Hum…, solo hasta que me digas que soy _Se cruzo de brazos y se apoyó pesadamente sobre la parte alta de mi pecho_.
_Ja, ja, ja, ja… ¡¡¡Bobita!!! ¡¡¡Eso eres!!!
_¡¡¡Eres una tramposa…!!! ¡¡¡Dime…!!!
_Ja, ja, ja… Hum…, pero conste que no soy tramposa. ¿He? Fui sincera con mi comentario, solo no encuentro una palabra que te describa con justicia.
_Hum…, claro. O sea que para ti soy… ‘’Tan… Am…’’ _Me lanzo una mirada irónica_
_Ja, ja, ja…, bueno, algo así, si…, ja, ja.
_Hum…, veo que quieres mearte aqui.
_Ja, ja, ja, ja… ¡¡¡No…!!!
_Entonces dime…, shhhhh…
_Ja, ja, ja… ¡¡¡No…!!! No hagas eso…, ja, ja…
_Dime…
_Ja, ja… Nada, quise decir que me gustas mucho, que me atraes más y que no puedo resistirme a ti… Eso _Una sonrisa nacida en los confines de mi alma se instaló en mis labios e ilumino su rostro_.
_¡¡¡Eres una copiona!!! _Me beso con honda ternura_ Ya puedes ir a mear…
_Ja, ja, ja, ja…, si, por favor, ja, ja.
Cuando salí del baño entro Andrea, yo me senté en la cabecera de la cama reproduciendo en mi memoria, con cierta incredulidad, toda nuestra vertiginosa historia. Luego de unos minutos, cuando salió con una amplia y bellísima sonrisa, se sentó junto a mí. Un mechón de cabello había escapado de su coleta, dándole a su rostro un toque aún más sensual…
_ ¿Como te sientes Andy? _Pregunte apoyando mi mano en su rodilla_
_Como en el más increíble de los sueños _respondió apoyando su cabeza en mi hombro_. ¿Y qué tal tu?
_En el mismo sueño _Suspire y acaricie su mejilla_.
_Estoy sorprendida.
_ ¿Sorprendida? ¿Con que?
_Con todo, tú, yo, conocerte, nuestros encuentros… Jamás pensé…, ni siquiera lo imaginé… Nunca se me podría haber ocurrido, que todo lo que he vivido contigo en estos dias pudiera ser realidad. No lo hubiera creído, si alguien me decía que existía una persona como tú.
_Ja, ja, ja… Si, justamente en eso pensaba cuando estabas en el baño. Pero… ¿Cómo es una persona como yo?
_Ja, ja… Ahora mismo estoy en tu situación de hace un rato, no creo que haya una palabra que te describa con justicia. Eres increíble, eres tierna, eres dulce, eres comprensiva, inteligente y eres la persona más buena que he conocido en mi vida. Y como si todo eso no bastara, eres increíblemente hermosa, y como si aún eso fuera poco… Me costaría creer que haya alguien más caliente, fogosa, dulce y atenta en el sexo como tú lo eres…
_Ja, ja, ja… ¡¡¡Uf!!! Eso es… ¡¡¡Guau!!! ¿Todo eso?
_Si, y aun temo no ser lo suficientemente justa.
_Ja, ja… Bueno… ¿No será mucho?
_¡¡¡No…!!! No lo es… Y no me contradigas…
_Ja, ja, ja… ¿Por qué? ¿Me castigaras? Ja, ja, ja…
_Ja, ja, ja, ja… Creo que nos hemos castigado demasiado por hoy. Ja, ja.
_Ja, ja, ja… Eso es verdad.
_Oye…, lo que paso esta noche fue increíble, extraordinario, de fábula…
_Si, lo fue… Y debo confesarte, que jamás había vivido con alguien más lo que hoy he vivido contigo en esta cama.
_Bueno, tampoco debes mentirme.
_¡¡¡No…!!! ¿Por qué lo haría? Estoy siendo totalmente sincera y honesta contigo. Si las cosas pasaron como pasaron es porque fue contigo, jamás había fluido sexualmente con otra persona de la manera increíble cómo me pasa contigo.
_Bueno, jamás había fluido con nadie en ningún aspecto, creo…
_Ja, ja…, entiendo _Apoye mi mano en su mejilla y la bese en la frente_.
_Personalmente, contadas veces he tenido más de un orgasmo en una misma sesión de sexo y puedo decirte que muchas veces ni siquiera lo he logrado, pero contigo siento que las cosas se dan con una naturalidad sorprendente. Simplemente me entrego y disfruto, es como si mi cuerpo fuera manejado por una especie de piloto automático y siento que me libero de toda presión, todo miedo y cualquier otra cosa externa a nosotras dos que pudiera perturbarme.
_Es genial eso que te pasa, es exactamente lo que el sexo debería ser, un juego de puro disfrute sin presiones ni miedos, pero lamentablemente no siempre es así, aún hay muchos tabúes y, por ende, mucha ignorancia y demasiados prejuicios al respecto.
_Entiendo lo que dices, creo que lo que me ha ayudado contigo es la confianza, me siento cuidada y respetada.
_Bueno, es una alegría para mi saberlo, creo que el respeto es fundamental en cualquier tipo de relación.
_Si, lo es… La cosa es que…, yo jamás pensé que podía ser multiorgásmica, mucho menos tener la capacidad de correrme a chorros como lo he hecho contigo.
_Ja, ja…, si, te creo, aún recuerdo tu cara la primera vez que lo hicimos.
_Es que no entendía nada, al principio pensé que me meaba, ja, ja…
_Ja, ja, ja…, si, así se siente y justamente por esa razón muchas mujeres lo reprimen. Y personalmente, creo que se están perdiendo de algo extremadamente excitante.
_¡¡¡Uf!!! Si que lo es…
_Además, hay quienes afirman que las mujeres también tenemos un mecanismo natural que nos impide orinarnos, al igual que los hombres, cuando tienen una erección.
_No sabía eso.
_Bueno, no eres la única, aún sigue habiendo muchos misterios en torno al orgasmo femenino y la eyaculación. Esta más que claro que la sexualidad femenina, asociada al placer y no a la reproducción, no tienen mucho éxito en la comunidad científica. Por lo general lo que tiene que ver con el placer de las mujeres se invisibiliza.
_Si, confieso que jamás he escuchado a nadie hablar del tema, lo poco que se lo he visto en internet y tampoco es que haya visto demasiado.
_Si, hoy en día eso es una gran ventaja, aunque a veces hay muchas mentiras por ahí. Pero pueden encontrarse algunos artículos interesantes.
_ ¿Y por qué sucede que nos dan ganas de orinar?
_Bueno, no soy una sexóloga, no sé si podre explicártelo de una manera entendible, pero lo intentare, ja, ja… De acuerdo a lo que he investigado, la responsable de la eyaculación femenina es la próstata…
_ ¿La próstata…? Pero… ¿No es que solo los hombres tenían una?
_Bueno, así se creía, pero de acuerdo a las últimas investigaciones, también tenemos una. Esta, está formada por un conjunto de glándulas llamadas glándulas de Skene, ubicadas en torno a la uretra y enraizadas en ella. Se localiza como a dos centímetros de la entrada de la vagina, por la zona del punto G…
_A… a eso si lo conozco, ja, ja…
_Hum…, si, doy fe, je… La próstata tiene un conducto que la comunica con el exterior y tiene dos salidas a ambos lados del orificio urinario. Es por allí que se expulsa la eyaculación femenina.
_ ¿Por allí salen esos chorros?
_No, ja, ja… El squirt, como llaman a esos chorros, no tienen nada que ver con la eyaculación, si bien también suceden durante o antes del orgasmo.
_A… ¿No? Yo pensé que eran lo mismo, solo que a veces salían más abundantes.
_No, la eyaculación es un líquido más espeso, blanquecino o amarillento. Es muy similar al de los hombres, solo que en menor cantidad. Hay tanta desinformación e ignorancia, que muchas mujeres ni siquiera saben que eyaculan. Al sentir las ganas de orinar, consciente o inconscientemente, lo que hacen es eyacular hacia adentro, el líquido prostático va a parar a la vejiga y se expulsa con la orina. Es quizás por eso, que algunas mujeres, al sentir el orgasmo o durante la estimulación de esta zona, tienen la necesidad de ir corriendo al baño. Y el squirt es más líquido, transparente y abundante. Se dice que, puede llegar a expulsarse cerca de un litro y sale a través de la uretra.
_Pero entonces es meada, ja, ja… ¡¡¡Nos hemos estado meando toda la noche!!! ¡¡¡Por dios!!! ¡¡¡Y bebimos de eso…!!! _Saco su lengua y tomo su cuello con ambas manos_
_Ja, ja, ja, ja… ¡¡¡No…!!! Puedes oler las sabanas y comprobaras que no, ja, ja… Además, los análisis lo certifican, es orina diluida, contiene urea, ácido úrico y creatinina…
_Claro, y tu estuviste ahí… ¿No?
_Ja, ja, ja, ja…, no…, ja, ja…
_Pero diluída o no… ¡¡¡Es meada…!!!
_Ja, ja, ja, ja… ¡¡¡No es lo mismo boba…!!! Esta tan diluida que no puede afirmarse que sea orina.
_ ¿Segura? _Llevo sus dedos a su boca y mordió sus uñas_
_Si…, muy…, ja, ja.
_O. K. Mira que confió en ti…
_Lo sé, no lo haría si no estuviera segura…
_Hum…, ja, ja, ja.
_ No seas boba, ja, ja…
_Tu eres increíble… ¿Cómo sabes tanto?
_Bueno, ya te he dicho, investigo, me gusta estar al tanto de las cosas que me interesan.
_He tenido suerte en encontrarte.
_¡¡¡Obvio que sí!!! Ja, ja, ja.
Ja, ja, ja…, no te rías es la verdad. Es pura suerte que alguien como yo este con alguien como tú.
_O no, no te equivoques… Yo solo bromeaba, recuerda siempre que cada uno tiene lo que merece, tanto lo bueno como lo malo. Empieza a creer en ti, en que eres una persona extraordinaria y en tu posibilidad de mejorar todo lo que te propongas.
_Quiero creer lo que dices, pero me resulta muy difícil.
_Bueno, no dije que fuera fácil. Pero míralo de esta manera, si tienes algo que te gusta y que te hace bien es porque lo mereces. Entonces, disfrútalo sin buscar demasiadas explicaciones y si tienes algo que no te gusta, que te hace mal, también lo mereces. En ese caso, debes buscar el aspecto de tu persona que te llevo a estar en esa situación, cambiarlo y dejarlo atrás; solo tú tienes el poder de cambiar todo aquello que no te gusta.
_Hum…, lo intentare… Empezare por disfrutar mucho de ti _Se abrazo con fuerza a mi_.
_Ja, ja… No voy a oponerme a eso _Correspondí su abrazo_.
Así nos quedamos durante un largo rato, abrazadas, radiantes, exhaustas y, entre besos, miradas y caricias, hablamos y fantaseamos a cerca de todas las cosas que nos gustaría hacer juntas.
Pasado ese momento de sublime alegría, Andrea fue a tomar un baño y yo me quede en la habitación tratando de arreglar, de la mejor manera, el pequeño y húmedo desastre que dejáramos en la cama a raíz de la pasión desatada en nuestros sexos. Como precaución había colocado unas toallas debajo de las sabanas, previendo las descargas orgásmicas, con la intención de que la humedad no llegara al colchón. Luego de retirar la maleta con los juguetes y sacar las sabanas, pude notar que no lo lograron, pero la retuvieron lo suficiente, como para que el líquido no penetrara muy profundo. En unos minutos, con el secador de pelo logre quitar bastante la humedad y, cuando Andrea salió del baño, lo dimos vuelta, dejando la parte humedecida hacia abajo.
Saque un juego de sabanas limpias para colocar y ella se ofreció a hacerlo mientras yo me bañaba, entonces, previa parada en sus hermosos labios, tome la maleta con los juguetes y enfile hacia el baño…
_ ¿No te espero para dormir verdad? _sonó la voz de Andrea detrás de mi_
_Ja, ja… ¿Por qué preguntas? _le dije volteando por encima de mi hombro, mirándola con exagerada ingenuidad_
_Te metes al baño con esa caja de Pandora y te perdemos, ja, ja…
_Ja, ja, ja, ja… ¡¡¡Que tarada!!! Los llevo para aprovechar y lavarlos.
_Si…, claro… ¡¡¡Como no!!! _exclamo con marcada ironía_
_Ja, ja… ¿A caso quieres vigilarme?
_No…, para nada. Solo quiero perderme contigo… _Mordió su labio inferior y frunció su nariz_
_Creo que ya estamos perdidas… _Miré hacia el frente y me metí en el baño_
Y así era, creo, ambas estábamos perdidas en la otra, mi mente no reproducía ninguna clase de pensamiento en el cual no estuviera incluida Andrea, se había metido dentro de mí como una especie de virus benévolo, cuyos efectos iluminaban todo mi ser. Y ella…, sus ojos me gritaban que estaba perdidamente enamorada de mí; lo cual me llenaba de alegría, pero a la vez, de una alarmante preocupación.
Cuando salí del baño me esperaba sentada en la cabecera de la cama con su espalda apoyada en la pared, tapada hasta la cintura, manipulando su teléfono y no pude evitar deleitarme, primero con sus tetas, expuestas como dos obras de arte frente a mí y luego, con la sonrisa que me regalo al verme entrar. Su sonrisa típica, fresca y bella, de una niña a la que le han entregado su regalo más deseado, entonces también le sonreí, con sincera y profunda alegría, tirándole un beso mientras me dirigía al placar.
Eran ya las cuatro de la mañana, la hora vuela cuando el disfrute es grande. Decidí colocar la alarma a las doce, ya era lunes y, luego de almorzar, podíamos ir por los análisis. Bajé el volumen de la Tablet, la enchufe para cargarla, dejé el teléfono en la mesita y me metí en la cama con Andrea.
Esta ya se había acostado, me deslice hasta ella y la tome de sus mejillas besándola largamente con extrema dulzura. Apague la luz y se volteo quedando de espalda, yo me pegue a ella abrazándola por detrás, desparramando varios besos por su espalda alta, hombro y cuello. Luego, posando mi mano en una de sus tetas, cerré los ojos sonriendo con profunda alegría y satisfacción. En aquel instante sonaba una bellísima canción, Still Loving You,[12]
interpretada por Scorpions[13]:
Time
It needs time
To win back your love again
I will be there…
Andrea apoyo su mano encima de la mía y así nos dormimos, entrelazadas y agotadas, luego de un largo e intenso día, pero felices y plenas de satisfacción.
Como había previsto, aquel día despertamos al mediodía, Andrea se ofreció a preparar el almuerzo, mientras yo tendía la cama y preparaba la mochila con todo lo necesario para un día de playa. Luego de pasar por el laboratorio y cumplir con aquel tramite necesario, disfrutaríamos de las bondades del océano y la vida al aire libre.
Bueno, finalmente la comida se quemó, por lo visto Andrea no tenía demasiadas aptitudes en el arte culinario. Se afligió muchísimo, pero a fuerza de besos, caricias y palabras bonitas, logre levantar su ánimo. Finalmente terminamos riéndonos muchísimo de aquella situación y de su absurda creencia de que, debía mantener el fuego en el máximo para que la comida se hiciera más rápido, y así ahorrar tiempo.
Aun debíamos comer, estábamos hambrientas, entonces decidimos pasar por un restaurante de camino al laboratorio. Así lo hicimos y a las dos y cuarenta de la tarde ya estábamos en pleno proceso de análisis. Fue relativamente rápido, entre la espera y la atención de ambas en unos cincuenta minutos estábamos saliendo. Nos dijeron que el viernes tendrían los resultados y así, podríamos sacarnos aquella espina que, personalmente, me inquietaba bastante. Al salir tomamos un taxi de regreso, dirigiéndonos directo a la costa.
Pasamos un excelente día de playa, que transcurrió entre arena, sol, agua y muchas fotos; con bellísimos y ardientes intervalos de besos, abrazos y miradas que desnudaban hasta el alma. También estuvimos viendo y consultando con San Google que hacer los dias restantes, cosas tales como paseos y excursiones, surgiendo algunas opciones más que interesantes.
Concluimos en mi casa aquella vibrante y amena jornada, con otra increíble sesión de sexo libre de cualquier clase de atadura, condimentado con pizcas de dulzura, cantidades abundantes de deseo y pasión, y con una dosis extrema de amor sin declarar. Pero allí estaba, se palpaba y se sentía, envolviéndonos como una inmensa aura protectora, que nos contenía en la totalidad de la extensión de nuestros seres. Luego nos dormimos abrazadas, unidas por nuestras pieles, nuestros deseos y nuestros sentimientos.
Los dias siguientes fueron de los mejores de mi vida, colmados de alegría y satisfacción, transcurriendo entre más besos, abrazos, risas, paseos y muchísimo sexo. Fuimos un par de turistas más, disfrutando de la vida en la ciudad condal. Andrea estaba fantástica, su humor era mejor cada día y no hubo ninguna clase de incidente con sus viejos vicios, todo marchaba como una maquinaria bien aceitada. Eso sí, no volví a permitirle cocinar… Bueno, no, eso no fue realmente así, fue ella la que no quiso volver a hacerlo, por mi bien dijo, pero quedamos en que algún día volvería a intentarlo.
Al día siguiente, el martes, habíamos convenido realizar un recorrido en bicicleta eléctrica, con viaje en teleférico y crucero, todo dentro de Barcelona. De una duración aproximada de cuatro horas.
El paseo consistía en recorrer y explorar la capital catalana en bicicleta eléctrica, las cuales, ofrecían la opción de hacer el recorrido a un ritmo pausado, permitiendo apreciar con mayor detenimiento el camino. También pudimos disfrutar de las vistas panorámicas de la ciudad desde un teleférico y luego navegamos por el mar en un catamarán ecológico, realizando un crucero corto.
El miércoles, realizamos una excursión que incluía un paseo en helicóptero, el cual fue extremadamente adrenalínico, fueron unos ocho minutos de vuelo y, aunque suene poco, se sintieron alucinantes. El paseo consistió en un recorrido de medio día, explorando el cielo, el agua y la tierra. Paseamos por las serpenteantes calles del barrio Gótico, con su colosal catedral, luego nos relajamos un rato embarcándonos en un crucero, en catamarán, a lo largo de la costa y concluimos con el emocionante paseo en helicóptero.
El jueves, desempolvamos el espíritu aventurero y pusimos a funcionar a tope nuestra fábrica de adrenalina, realizando un tour de kayak y snorkel a la costa brava. Disfrutamos de un impresionante día bajo el sol, sumergiéndonos en los prístinos paisajes costeros y remando a orillas de playas aisladas, cuevas rocosas y acantilados volcánicos. Terminamos la excursión con un ameno picnic grupal junto al Mediterráneo, disfrutando de tiempo libre para relajarnos, para luego saborear una ronda de cerveza. Debo aclarar que Andrea y yo, de común acuerdo, solo tomamos un porrón cada una, debido a los problemas que esta tuviera con el alcohol hasta hace solo dias.
Llego el viernes, el día en que debíamos recoger los resultados de los análisis. Ambas estábamos ansiosas, así que, bien temprano por la mañana, nos levantamos y nos alistamos para ir en su busca. Tenía fe, pero era consciente de que las cosas podían salir mal. A las ocho ya estábamos allí y recién a las ocho y cuarenta, tras sortear la dificultad de que la secretaria no podía hallar los sobres, pues el medico que nos atendiera había sufrido un accidente grave hacia un par de dias, al fin tuvimos los benditos resultados con nosotras. Finalmente, todas las pruebas dieron negativo, ambas estábamos en perfecto estado de salud, sacándonos con esto una mochila más que pesada de encima. Apenas traspasar la puerta, ya fuera del laboratorio y tras ensayar un hondo suspiro a dúo, nos entregamos a un fuerte abrazo, descargando nuestras emociones más profundas y conteniéndonos mutuamente.
Un fuerte sentimiento de bienestar y optimismo se expandió por mi cuerpo, propinándome un guiño cómplice ante las posibilidades más que alentadoras, que se presentaban de aquí en más con Andrea.
Luego desde allí, caminamos relajadas, disfrutando de la brisa y mirando vidrieras. Debíamos hacer tiempo hasta las once y quince, en que tomaríamos un taxi hasta Port Vell pues, nos habíamos apuntado para un crucero por Barcelona a las doce del mediodía.
La experiencia duro aproximadamente una hora y treinta, así que, desde allí, aprovechando que el día presentaba un sol radiante, nos fuimos a la playa. Creo que, con mucha perseverancia y diplomacia, había podido inculcarle a Andrea un poco de mi amor por la arena y el mar. El resto del día trascurrió rodeado de un halo de disfrute pleno, coronado por otra noche altamente satisfactoria para nuestros más extremos deseos sexuales.
Esa noche estábamos en mi casa y antes de dormir camine hasta la ventana, que se encontraba con la persiana totalmente abierta, con intenciones de cerrarla. Las luces de la habitación ya estaban apagadas, lo que hacía que el contraste con la luminosidad de la ciudad fuera mayor. Me quede observando un instante, meditando a cerca de todo lo que había acontecido desde mi llegada a esa formidable ciudad.
Andrea se acercó por detrás, me rodeo con sus dos brazos y, poniéndose de puntillas, apoyo su pecho en mi espalda, recostando su mentón en mi hombro.
_Y pensar que el humano se ha pasado millones de años buscando el paraíso… Solo debían venir a Barcelona y cruzarse contigo _exprese con el corazón expuesto, mientras miraba el cumulo de estrellas que decoraban el oscuro cielo_.
_¡¡¡Boba!!! _respondió y se apretó fuerte contra mi_
El sábado, nos fuimos hasta Figueres en una excursión por la Girona medieval y el museo Dalí. Realizamos un recorrido a pie por el pintoresco casco antiguo de Girona, conociendo la riqueza de la ciudad durante la Edad Media. Pudimos apreciar la catedral y las coloridas casas a lo largo del rio Onyar. Almorzamos allí y luego viajamos hasta el museo Dalí. Ya el exterior de este llamo mi atención, no solo por su arquitectura, sino también por tener huevos dispuestos sobre sus muros. Mas tarde, mientras explorábamos su colección de pinturas, esculturas y joyas, nos enteraríamos de que el huevo era el elemente decorativo por excelencia de Dalí. Para el, el huevo era amor, esperanza, vida pre uterina y hasta un recuerdo que se extendería por siempre, de su hermano muerto, del mismo nombre y fallecido nueve meses antes de que naciera; dentro de estos, el seria feliz.
Ese día, en medio de la excursión, recibí un llamado, era del gimnasio y me comunicaban que les interesaría contar conmigo como monitor en su salón de aparatos. Obviamente acepte sin dudarlo, la oportunidad era excelente, uno de los integrantes de su equipo de trabajo había sufrido un accidente y estaría inhabilitado al menos por un par de meses. Debía cubrir el turno de tarde, de lunes a viernes de trece a veinte horas. Hacía unos dias les había ofrecido mis servicios, esperando poder contar con un ingreso de dinero si finalmente decidía quedarme en Barcelona. La noticia me alegro muchísimo y también a Andrea pues, era una muestra clara de mis intenciones de quedarme junto a ella. Todo parecía indicar que las cosas, poco a poco, se iban ubicando en su sitio.
La excursión duro poco más de medio día y llegamos tarde a su casa, cansadas y sudadas, de todo el trajín de aquella larga jornada. Esa noche habíamos decidido quedarnos a dormir allí y, mientras ella se bañaba, yo preparaba la comida, obviamente. Para ese entonces ya habíamos provisto a su heladera de cosas un tanto más interesantes y nutritivas. Luego de salir ella del baño, deje la comida cociéndose y, tras darme una ducha rápida, comimos y nos fuimos a la cama.
Nos encontrábamos en el centro de la cama, acostadas de lado, con sus ojos viendo en los míos y los míos viendo en los suyos y ambas, deleitándonos con el gozo que lo que transmitían aquellas ventanas del alma nos hacía experimentar y disfrutar.
En esa ocasión me encargué de la música y como opción elegí una carpeta de baladas en inglés, de aquella época que a mí me gustaba tanto, algo suave, tranquilo y profundamente romántico, otra cosa que logré introducir satisfactoriamente entre los gustos de Andrea.
La penumbra de la habitación, ya privada de toda luz artificial, era embellecida por la escasa claridad que provenía del exterior y apenas entraba a través de las cortinas. Su cuerpo, destapado y desprovisto de prenda alguna, se recortaba en contraste con el tono bastante más oscuro del fondo desplegado tras ella. La negrura de su cabello se desvanecía en el todo, dejando a su rostro flotando frente a mí, como un mensajero espectral que venía a develarme los secretos del vivir. Me sonrió y todas las respuestas estaban implícitas en aquella curva mágica, que aquellos apetecibles labios rosa profundo dibujaban, coronando la perfección de sus blancos dientes. Y entonces, entendí que el secreto era vivir de tal manera, que los caminos hechos al andar desembocaran en momentos como ese, en que nada importa más que los latidos firmes de dos corazones marchando a un mismo ritmo.
El acabado final a la perfección de la escena, se lo dieron los acordes de la bellísima canción de Bonnie Tyler[14], que sonaba en ese preciso instante, Eclipse total of the heart[15], puso la frutilla al postre de aquel mágico momento:
(Turn around)
Every now and then I get a little bit lonely
And you’re never coming ‘round
(Turn around)…
La besé, porque no encontré una manera más adecuada de homenajear lo que ambas, juntas componíamos; hablar habría sido mezquino, ninguna palabra podría haber descripto justicieramente el momento.
Sus labios se amoldaron a los míos con la perfección de dos engranajes de una misma maquinaria, que de repente acciona su marcha. El fuego se encendió en nosotras instantáneamente, las chispas generadas en nuestros labios ardieron en senderos, que se abrieron paso a lo largo y ancho del interior de nuestros cuerpos, explotando en nuestros sexos, convertidos en calderas, cuya presión escapo de inmediato a nuestro control.
Coloque mi pierna entre las de ella pegando mi cuerpo al suyo, sintiendo como el calor de su piel que se expandía por toda la extensión de mi anatomía, disparaba mi excitación con la repentización con la que un transbordador espacial es lanzado al espacio.
Nos devoramos los labios con la vehemencia de un animal hambriento que no sabe cuándo volverá a comer, mi mano se instaló en su glúteo y mis dedos se apretaron con fuerza en torno a él, en tanto su mano, trazo figuras amorfas a lo largo y ancho de mi espalda, mientras nos retorcíamos y meneábamos como dos serpientes en pleno apareamiento.
Sentí el calor aumentar, ardiéndome desde dentro, mi piel alzarse en espinas al roce de sus dedos y mi clítoris cobrar vida con profundos latidos, incitándome a entregarme por completo, sin ninguna clase de barrera, a la pasión desatada entre ambas.
Y como si lo hubiéramos pactado, mediante una alguna especie de comunicación telepática, sincronizadamente y ahondando la efusividad de nuestros besos, ambas comenzamos a menear las caderas más allá de la conciencia. Así, apretando y rozando nuestras vulvas en la pierna de la otra, estimulamos directamente nuestros clítoris, catapultándonos hasta el delirio de la excitación más alta.
Mi humedad se desparramo lubricando mi raja y, del mismo modo, la suya mojo mi pierna. Repentinamente Andrea abandono mi boca esparciendo gemidos por doquier y, pasado aquel desahogo, apretó sus labios en mi cuello, provocando el estremecimiento de todo mi ser y mi rápida respuesta que, con mi propia versión de gemidos, exteriorizaba el gozo desatado de mi sexo.
Deslice mi mano por su glúteo, hasta que mi dedo índice alcanzo su ano, penetrándolo hasta la primera falange. Un gemido hondo se ahogó contra mi cuello y sus dientes se hundieron en él con medida desesperación. Su mano hizo lo propio en mi culo y parte de su dedo también allano mi esfínter. Grite loca de placer y, en un reflejo, tire de sus cabellos hacia atrás buscando su boca con la mía, en un intento desesperado por canalizar las ansias crecientes de mi excitación.
Ella respondió a mi solicitud con excitante prontitud y nos comimos las bocas mutuamente, con la intención inconsciente de transitar por aquel camino de locura sin, precisamente, enloquecer. Siendo de esa forma, nuestros labios, el cable a tierra a la descarga energética que corría sin control por nuestros cuerpos.
La entrega total a nuestras demandas sexuales, nos llevó a apretarnos contra la pierna de la otra al límite de nuestras fuerzas, mientras la velocidad de los movimientos inducidos a nuestras caderas fue en creciente aumento. Y siendo ya imposible contener nuestros gritos, los liberamos, abriendo nuestras bocas sin separar nuestros labios, embriagándonos con la fragancia ardiente de nuestros agónicos alientos.
Sentimos a la muerte acercarse inminente, anunciando el final de la agonía y allí, instaladas en el umbral entre ambas, donde la vida se ve y se palpa a flor de piel, gritamos, temblamos y nos apretamos con las ganas del condenado, quien disfruta de su último instante con todas las fibras de su ser.
El orgasmo nos cayó a ambas casi al mismo instante, como una esperada lluvia de verano luego de un día de calor sofocante. Entre el fragor de nuestros gritos, las contracciones de nuestros sexos y los sacudones de nuestros cuerpos, nos encontramos en una mirada y allí nos refugiamos hasta que el vendaval aplaco su ímpetu, dejándonos tendidas y despojadas de aquella tensión apremiante, pero abrazadas por la satisfacción más profunda.
Acaricie sus cabellos mientras nos contemplábamos, obnubiladas por esa escasez de distancia que te pierde en lo observado y te priva de toda perspectiva, condenando al olvido al resto del mundo.
_Valen… ¿Qué es para ti el amor? _me pregunto sin ninguna clase de anestesia previa, con la entrega que produce la fascinación impregnada en sus ojos_
Aquella pregunta me sorprendió, no la esperaba en ese momento y me quede en silencio un largo instante, observándola y tratando de elegir la respuesta más adecuada. Era un tema que había estado evitando hablar pues, por varios motivos, pensaba que no era el momento aún. Aunque no podía negar que existía de parte de las dos, algo muchísimo más fuerte que la imparable atracción sexual que nos poseía.
_Uf… ¡¡¡Que pregunta!!! Lo más sincero que puedo decirte es que…, es algo muy difícil de describir con palabras, por no decir imposible _aquella respuesta evasiva, fue lo primero que llego a mi mente y la solté_.
_Inténtalo, me gustaría mucho escuchar tu opinión.
_Hum… Está bien, lo intentare. Pero quiero que seas consciente de que lo que voy a decirte, es solo mi opinión. Que puede ser muy diferente y controversial, de acuerdo a lo que la mayoría opina y a lo que puedas haber escuchado anteriormente.
_Es por eso que te lo he preguntado, me encantaría escuchar tu versión.
_O. K. Pero vuelvo a repetirte, lo que pueda decirte está basado en mis vivencias y en el juicio derivado de mis observaciones. Con esto, quiero dejarte en claro que cada uno tiene que hacer sus propias experiencias y formar sus propias ideas para llegar a su verdad.
_Ja, ja, ja…, me encanta cuando te pones filosófica. Entiendo lo que dices y me gusta la libertad de pensamiento que me das al no tratar de imponerme tus ideas como hace la mayoría.
_Ja, ja… ¡¡¡Tarada!!! _La bese tiernamente en los labios_
_Bueno, anda, dime.
_Básicamente, creo que nosotros somos amor… Cada uno de nosotros, digo… Según mi vision todas las personas en su esencia lo son. Creo que el amor es de dónde venimos y hacia donde debemos retornar.
Se quedo mirándome, tratando de comprender lo que había escuchado, con una mueca en sus labios, como de una sonrisa que no alcanzo a nacer.
_Explícate, por favor.
_Uf…, te dije que sería complicado. Personalmente no creo que el ser humano promedio esté preparado para entender, recibir y vivir el amor. De hecho, yo algunas veces creo entenderlo, pero no estoy segura de estar preparada para recibirlo y vivirlo plenamente.
_Pero… ¿Como seria eso? Muchas personas hablan del amor y dicen estar enamoradas.
_Si, lo hacen, pero en mi opinión la inmensa mayoría habla equivocadamente. Tienen una idea distorsionada a cerca del amor. Yo no creo que el enamoramiento sea amor, más bien es una parodia egoísta de este, una caricatura desprendida de su esencia, pero contaminada con las necesidades mundanas.
_Valen…, ja, ja. Eres una persona increíble, realmente mi aprecio hacia ti va mucho más allá del que jamás tuve por nadie, pero… ¿De qué hablas? Ja, ja… No alcanzo a entender _me dijo con una sonrisa colmada de dulzura, mientras acariciaba mi mejilla_.
_¡¡¡Mierda!!! Lo sé, no es algo fácil de explicar, por ende, tampoco de entender y mucho menos de digerir.
_Intenta que lo entienda… ¡¡¡Por favor!!! _La suplica se apropió de su rostro_
_Hum…, si me lo pides de esa manera, ja, ja… _Pellizque delicadamente su mejilla_ Mira, no creo que haya palabras para describir el amor, ya te lo he dicho. Solo la experiencia de él podría explicarlo realmente, pero intentare que entiendas mi punto. En mi opinión el amor no juzga, el amor entiende, comprende y perdona; el amor no miente, el amor es la verdad misma; el amor no oprime, el amor es libertad; el amor no teme, el amor es seguridad; el amor no mata, el amor da vida; el amor no siente celos, el amor alienta oportunidades; en definitiva, creo que el amor puro es incondicional y apartado de toda negatividad. Y la mayoría de los amores que he podido observar por ahí entre la gente, en mis experiencias e incluso en las ficciones, está plagado de condicionamientos y actitudes negativas.
_Creo que estoy entendiendo tu punto…
_Yo creo que lo más cercano al amor puro es el de una madre con su hijo, y tampoco son todos los casos.
_Si…, puedo dar fe de eso _dijo con cierta pesadumbre_.
_Ahí tienes… Toda mi vida he escuchado hablar de diferentes clases de amor, el amor de una madre, el amor de un hijo, el amor de un amigo, el amor de pareja, bla, bla, bla… Yo, creo que eso es una burrada, el amor es el amor, mucho más allá de cualquier relación o etiqueta. Las diferentes clases de amor a las que se refieren son las distorsiones de las que te hablaba, son las diferentes caricaturas surgidas de él y plagadas de condiciones.
_Uf…, veo. También he escuchado hablar de todo eso, pero jamás lo había visto de esa manera.
_Otra cosa, que me parece absurda y hasta estúpida, es usar el amor para hablar del sexo. ‘’Anoche hice el amor’’, ‘’Me gustaría hacer el amor’,’ ‘’Hagamos el amor’’. ¡¡¡Pero que bobada!!! El amor es algo que ya existe…¡¡¡Por dios!!! No debes hacerlo… Anoche cogiste, te gustaría coger, vamos a coger; o…, vamos a tener sexo… Pero… ¿Qué demonios tiene que ver el amor con el sexo? Es separado uno del otro, puedes coger con amor o sin él, no tiene nada que ver una cosa con la otra.
_Bueno, no te enojes, ja, ja…
_Ja, ja, ja…, verdad. Me pongo intensa cuando hablo del tema. Pero es así, bueno, al menos para mí. Otra cosa que creo, es que la mayoría erramos el camino buscando el amor afuera, cuando deberíamos encontrarlo primero en nuestro interior. Lo peor que puede pasarte es experimentarlo con algo externo, sin llegar a sentirlo por ti misma, pues las cosas y personas fuera de nosotros siempre son pasajeras y cuando se van dejan un hueco muy difícil de sobrellevar. En cambio, cuando encuentras el verdadero amor en ti, jamás lo perderás, estará contigo el resto de tu vida, será más fácil entender de qué se trata y no necesitaras de nada externo para tener una vida plena. Porque en esencia somos amor y todo lo que hagas lo harás con amor, solo tendrás relaciones para compartir ese amor, no por la necesidad de poseerlo.
_Puedo entender todo lo que me has dicho, pero al pensar en plasmarlo en mi vida puedo notar las dificultades para llevarlo a cabo.
_Si, lo sé, los celos y los miedos son lugares en los que es muy difícil no caer, aun los visito también yo. Quiero aclararte que todo lo que he dicho es lo que pienso analíticamente, no siempre me resulta fácil llevarlo a la práctica. Si bien lo creo de ese modo, aún me falta chocarme varias paredes para aprender a vivir el amor de esa manera.
_ ¿Sabes…? Me encanta hablar contigo, aunque estés…, así de loca, ja, ja, ja.
_Ja, ja, ja…, bueno, no conozco una manera mejor de transitar por esta vida que con una buena dosis de locura.
_Valen…, quiero agradecer tu sinceridad, reconozco que habría sido más fácil mentirme y decir lo que quería escuchar como cualquiera lo hubiera hecho.
_Debo reconocer que sí, muchas veces es muy difícil sobrevivir a la sinceridad. Todos la piden a gritos, pero no cualquiera la sabe sobrellevar. La sinceridad cae genial cuando les dices lo que quieren oír, pero cuando no es así te queman en la hoguera o simplemente corren dejándote atrás.
_De quemarte, me quemaría contigo, pero de una forma más interesante y para lo único que correría seria para echarme en tus brazos.
_ ¿Te das cuenta? ¡¡¡Eres una cosita extremadamente…, tan…, ay…!!! ¿Cómo podría no enloquecer por ti?
_¡¡¡A no…!!! ¡¡¡Párate ahí!!! No vas a hacerme responsable de eso a mí. Tu ya estabas bien loca antes de conocerte, ja, ja, ja…
_Ja, ja, ja… ¡¡¡Que mala…!!!
_Pero sincera, ja, ja, ja.
_¡¡¡Pequeño demonio!!! _La tome del cuello controladamente, parodiando la escena de Homero y Bart Simpson_
Pasado el pequeño juego, Andrea tuvo intenciones de decirme algo más, su boca alcanzo a abrirse, pero no logro ejecutar palabra alguna pues, temiendo entrar en un terreno en el cual aún no sabía cómo moverme decidí silenciarla con mis labios.
Luego ambas nos entregamos en un beso, larga y dulcemente, después de unos minutos nos acurrucamos una en la otra y sucumbiendo al cansancio, producto del trajín del día, nos entregamos a los brazos reparadores del sueño.
Aquel domingo amanecimos tarde, habíamos decidido no colocar la alarma, era casi medio día cuando despertamos. Andrea despertó primero y, con suaves besos en mis labios, hizo que volviera, poco a poco, de la tierra de los sueños.
No teníamos nada programado ese día, era el último de nuestras acordadas vacaciones y, ya el lunes, yo comenzaba mi trabajo en el gimnasio. Mientras almorzábamos, Andrea recibió una llamada, en la cual la citaban a una entrevista para un puesto de recepcionista en un geriátrico, para la que se había postulado hacia un par de dias. Era una noticia genial que habría muchas más expectativas en nuestro renovado horizonte. Lo celebramos llenas de entusiasmo, brindando en el momento con nuestros vasos repletos de jugo de naranja.
Luego de comer y de sostener una larga charla de sobremesa sobre temas superfluos varios, nos decidimos por un día de playa, aprovechando la inmejorable condición del clima.
Como todo lo que habíamos emprendido juntas hasta el momento, aquella jornada fue genial y nuestra relación estaba cada vez más afianzada y sólida. Nos divertíamos muchísimo, nos respetábamos y nos complementábamos de manera excelente y, demás está decir que, nos gustábamos hasta la locura.
Las horas pasaron rápidamente y la caída del sol vestido de fuego sobre el horizonte lo denunciaba, ante nuestra incredulidad de que las horas hubieran corrido tan de prisa. El cielo y el mar se tiñeron de un intenso naranja rojizo, desplegando una belleza que solo la naturaleza es capaz de entregar.
Después de capturar varias fotografías del fenómeno, juntamos nuestras pertenencias y nos quedamos unos minutos abrazadas de cara a ese cuadro magnifico, que desinteresadamente la vida nos ofrecía.
Andrea se separó de mí y, por unos metros, fingió una carrera a marcha lentísima en dirección del mar, luego se volvió hacia mi…
_Ven, sígueme… _Sonriendo me extendió su mano_
_Ja, ja, ja…, y luego resulta que la loca soy yo.
_¡¡¡Vamos, anda!!! Ja, ja…
_Ja, ja, ja…, espera, antes debo hacer algo _Tomé mi teléfono y de mis carpetas de música, elegí una canción viejísima que, según mi criterio, se ajustaba perfectamente al momento_ Ahora si… ¡¡¡Vamos Pinky, conquistemos el mundo!!! Ja, ja, ja…
A todo el volumen que daba mi móvil, comenzó a sonar el grupo The Turtles[16], interpretando la canción, Happy Together[17]:
Imagine me and you, I do
I think about you day and night, it’s only right
To think about the girl you love and hold her tight
So happy together…
Y así, tomadas de la mano, cantando y riendo, simulando correr en cámara lenta como las dos protagonistas de una comedia romántica, avanzamos lento rumbo a la inminencia del ocaso.
[1] (Se vende en algunos países como pastilla para dormir, pero es ilegal en EE. UU, puesto que puede causar una gran somnolencia y hasta lipotimias; se suele usar en las violaciones.
A veces llamado: roofies, roach, forget-me pill, date rape drug, R-2, rope, circles, wolfies en EE.UU. En español, recibe muchos nombres diferentes, entre ellos: ropies, roofies, roches, rochas, borra memorias, forget pills, droga de la violación),
[2] Es una banda estadounidense de rock, formada en Hollywood, en la zona de Sunset Strip, alrededor de Santa Monica, en la ciudad de Los Ángeles, California en mil novecientos ochenta y cinco. El grupo fue fundado por el vocalista Axl Rose y el guitarrista Izzy Stradlin. Es una de las bandas de rock más exitosas de todos los tiempos, habiendo vendido más de ciento cincuenta millones de discos, es considerada ícono global de la música y forma parte del prestigioso Salón de la Fama del Rock and Roll. Asimismo, la banda es uno de los números artísticos con más galardones, legado y repercusión mundial hasta la fecha. También Guns N’ Roses es considerada una de las bandas más influyentes de la historia debido a su gran legado musical.
[3] Es una de las canciones más famosas de la banda estadounidense de hard rock, Guns N’ Roses, compuesta por Axl Rose y perteneciente al tercer álbum de estudio del grupo; siendo la décima canción y primer sencillo del álbum Use Your Illusion I. Lanzada el dieciocho de febrero de mil novecientos ochenta y nueve en el Reino Unido, se tiene noticia de que Axl habría estado trabajando en ella desde mil novecientos ochenta y tres. Tan conocido como la propia canción, es el vídeo musical, el cual, cuando fue lanzado en mil novecientos noventa y dos, rápidamente se convirtió en el más solicitado en la MTV, y ganó el MTV Video Music Awards a la mejor cinematografía. Se ubicó en el puesto cinco de las mil mejores canciones de todos los tiempos, según la revista Q Music y en el puesto seis, de las mejores canciones que incluyen a los mejores solos de guitarra de la historia
[4] Gustavo Adrián Cerati, Buenos Aires, once de agosto de mil novecientos cincuenta y nueve – cuatro de septiembre de dos mil catorce, fue un músico, cantautor, compositor y productor discográfico argentino, que obtuvo reconocimiento internacional, por haber sido el líder de la banda de rock Soda Stereo. Es considerado uno de los músicos más importantes, populares e influyentes del rock latinoamericano.
[5] Es una canción del músico de rock argentino Gustavo Cerati, producida por él y Héctor Castillo. Está incluida en el quinto y último álbum de estudio en solitario del compositor, «Fuerza Natural». Fue lanzado el día 20 de julio de 2009. «Déjà vu» es una de las canciones más conocidas y exitosas de Cerati; fue ganadora de un Premio Grammy Latino en noviembre de 2010, en la categoría de Mejor Canción de Rock, cuando el artista se encontraba en coma luego de sufrir un accidente cerebrovascular.
[6] Es una banda de hard rock australiana, formada en mil novecientos setenta y tres en Australia, por los hermanos escoceses Malcolm y Angus Young. Sus álbumes se han vendido en un total estimado de doscientas millones de copias, embarcándose en giras multitudinarias por todo el mundo, y sus éxitos han musicalizado varias producciones cinematográficas sobresalientes. Son famosas sus actuaciones en vivo, resultando vibrantes y exultantes espectáculos de primer orden. Mucho de ello, se debe al extravagante estilo de su guitarrista principal y símbolo visual, Angus Young, gracias a sus dinámicos y adrenalínicos despliegues escénicos, uniformado de colegial callejero. Al comienzo, sufrieron diversos cambios en su alineación. En mil novecientos setenta y cuatro, se produjo la llegada del cantante Bon Scott, quien se convertiría en pieza clave del éxito del grupo. Su presencia en escena, lo convirtió en uno de los personajes más carismáticos de la historia del hard rock. La formación se estabilizaría con Cliff Williams y Phil Rudd.
[7] Es la sexta pista del disco de AC/DC del mismo nombre, caracterizada por su conocido riff de guitarra, que abre la misma. Ha sido versionada por grupos como Foo Fighters, The Hives, Steriogram, Travis, Six Feet Under, Peyote Asesino, Yngwie Malmsteen o Carlos Santana. Siendo incluida en el puesto número ciento ochenta y siete, en la lista de la revista Rolling Stone, con las quinientas mejores canciones de la historia. Ocupa el segundo puesto, en la lista de las cien más grandiosas canciones del hard rock del canal VH1, y también, fue denominada por el Salón de la fama del Rock, como una de las quinientas canciones que formaron el rock.
[8] Es una banda estadounidense de rock, que surgió de la escena new wave a finales de los años setenta, proveniente de la ciudad de Boston, Massachusetts. Liderada por Ric Ocasek y conformada, además, por Benjamin Orr, Greg Hawkes, Elliot Easton y David Robinson, se formaron a mediados de mil novecientos setenta, en pleno despegue punk. En mil novecientos setenta y siete consiguieron un contrato discográfico con Elektra Records y en mil novecientos setenta y ocho, lanzaron su primer disco. En dos mil diez, los cuatro miembros supervivientes de la banda, se reagruparon y grabaron el álbum Move Like This, tras veintidos años de ausencia de los estudios de grabación. Este disco presenta sus sencillos y vídeos «Blue Tip» y «Sad Song», que mantienen en buena medida su estilo new wave y synthpop característico.
[9] Es una power ballad, interpretada por la banda estadounidense de rock The Cars, que fue lanzada como sencillo por el sello discográfico Elektra Records el veintitrés de julio de mil novecientos ochenta y cuatro, como el tercer corte promocional del quinto álbum de estudio Heartbeat City. Es uno de los mayores éxitos internacionales de esta banda oriunda de Boston y conquistó los primeros lugares de los rankings en todo el mundo, convirtiéndose en un clásico ochentero. Esta melancólica canción, escrita por el talentoso Benjamin Orr y que contó con la producción de Robert John «Mutt» Lange, marcó un punto de diferencia para el sonido pop rock, que la banda había entregado a sus fanes en las canciones anteriores. En «Drive» la banda nos regala una hermosa balada, que mezcla todo el ambiente electrónico que hacía de las suyas en la música de la década de los ochentas.
[10] Es una banda de hard rock formada el treinta y uno de diciembre de mil novecientos ochenta y ocho, en el barrio porteño de Mataderos, al oeste de la ciudad de Buenos Aires. La formación se completa con Gustavo «Chizzo» Nápoli (cantante principal y guitarra), Gabriel «Tete» Iglesias (bajo) y Jorge «Tanque» Iglesias (batería) integran el grupo desde sus inicios, mientras que Manuel «Manu» Varela se les unió en mil novecientos noventa y ocho, gracias a Gabriel «Chiflo» Sánchez (saxo), miembro de la banda hasta dos mil ocho. Su carrera se basó en la autogestión, desde dos mil dos cuentan con una producción absolutamente independiente, manejando su propio sello, estudio y realizando la producción de sus shows. Actualmente se encuentran grabando un nuevo disco de estudio del cual ya han lanzado cinco simples adelantos.
[11] Es una canción de la banda de Hard rock La Renga, escrita por Gustavo Napoli. Es la Pista número once del álbum Despedazado por mil partes, la última en Insoportablemente vivo y En el ojo del huracán. Se ha convertido en el cierre de todos los recitales de dicha banda y una de las canciones más importantes dentro de su mundo La canción se relaciona mucho con el escritor peruano Carlos Castañeda. En especial con su libro Las enseñanzas de Don Juan. La libertad se opone al sometimiento del «sistema», evidenciado en la dependencia de las cosas materiales para la vida. En oposición a las cosas materiales propuestas por el «sistema», encontramos a la naturaleza. Por otro lado, el narrador se siente alienado, ya que declara que quiere «encontrar (su) lado salvaje». Podría interpretarse a una opresión propia del superego generado por la cultura. Esto es así, si seguimos la postura de la antropología actual, la cual indica no existe en realidad un comportamiento natural o salvaje del hombre . Entendiéndolo de esta forma, el «salvajismo» es librarse de toda barrera psicológica que le impida desarrollar su personalidad.
[12] Es una power ballad, interpretada por la banda alemana de rock Scorpions. La canción fue escrita por Rudolf Schenker, coescrita por Klaus Meine y producida por Dieter Dierks, para su noveno álbum de estudio Love at First Sting, de mil novecientos ochenta y cuatro. En junio del mismo año, se lanzó al mercado musical como el segundo sencillo del disco. Su letra ha sido considerada como una metáfora a la división de Alemania Oriental y la occidental, aunque, el verdadero significado, es sobre la historia de un amor desesperado.
[13] Es una banda alemana de hard rock y heavy metal, fundada en Hannover en mil novecientos sesenta y cinco. A lo largo de sus más de cincuenta años de carrera, han publicado decenas de álbumes de estudio, sencillos, álbumes en directo, recopilaciones y DVD en vivo. Además, han recibido varios premios y condecoraciones, que los convierte en la banda de rock más exitosa de Alemania.
[14] Gaynor Hopkins (Neath, Gales, ocho de junio de mil novecientos cincuenta y uno), mejor conocida por su nombre artístico Bonnie Tyler, es una cantante británica, compositora, empresaria y filántropa activa. Es poseedora de una voz muy característica, como ronca o rasgada. Comenzando como un cantante local en Swansea, Tyler saltó a la fama con el lanzamiento de su álbum de mil novecientos setenta y siete The World Starts Tonight y sus sencillos «Lost in France» y «More Than a Lover». Su canción «It’s a Heartache» fue un éxito a ambos lados del Atlántico, alcanzando el número uno en varios países europeos y rompiendo las listas de éxitos estadounidenses. En mil novecientos setenta y nueve, ganó el décimo Festival Mundial de la Canción Popular, con su canción «Sitting on the Edge of the Ocean». Su carrera alcanzó su punto máximo en la década del ochenta, con su colaboración con Jim Steinman, lanzando éxitos internacionales como «Total Eclipse of the Heart», «Holding Out for a Hero», «If You Were a Woman (And I Was a Man)», «Here She Comes» y «Loving You’s a Dirty Job (but Somebody’s Gotta Do It)».
[15] Es una power ballad escrita y producida por Jim Steinman y grabada por la cantante galesa Bonnie Tyler, para su quinto álbum de estudio Faster Than the Speed of Night de mil novecientos ochenta y tres. La canción ha sido reversionada muchas veces; la más famosa de ellas por el libretista de teatro Michael Kunze para el musical Tanz der Vampire como «Totale Finsternis».
[16] Es una banda de rock estadounidense, definida por un sonido de buen carácter, jovialmente melancólico e incluso en ocasiones descarado y fresco. Fueron precursores del «bubblegum pop» de finales de los años sesenta. Produjeron al menos una docena de sencillos memorables y amigables para transmitirse en la radio, como la versión de la canción de Bob Dylan «It Ain’t Me Babe», así como «She’d Rather Be With Me», «Elenore» y «You Showed Me»
[17] Es un sencillo del álbum homónimo, del grupo estadounidense de folk rock The Turtles, publicado en mil novecientos sesenta y siete, compuesto por Garry Bonner y Alan Gordon. Ha sido incluida como banda sonora de muchas películas. El sencillo alcanzó el primer lugar en los listados de Billboard Hot 100, en febrero de mil novecientos sesenta y siete y terminó siendo el único para la banda.
Capítulo VI
La contracara del paraíso.
El lunes llego y con él las nuevas responsabilidades, que por otra parte eran bienvenidas, pues nos permitirían andar el nuevo camino juntas. Andrea tenía su entrevista a las ocho de la mañana, así que desayunamos juntas bien temprano y luego nos despedimos con un largo y tierno beso, tras desearnos todo el éxito del mundo en lo que nos tocaba afrontar a cada una y describirnos mutuamente lo mucho que nos extrañaríamos aquel día. Se la notaba radiante y llena de nuevos bríos, colmada de una visible alegría.
Apenas salió comencé a alistarme para ir a entrenar. Sali del departamento a las ocho y treinta y complete caminando, como acostumbraba, todo el trayecto hasta el gimnasio. Haría mis ejercicios, me bañaría allí mismo y almorzaría en algún lugar en los alrededores, para luego, ya quedarme a cumplir la tarea para la que me habían solicitado.
Las expectativas eran geniales, trabajaría en algo que me gustaba y a su vez seguiría con Andrea que, en ese momento, era la persona con la que elegia compartir mis dias.
Quedamos en que la contactaría ni bien terminara con mis actividades advirtiéndole que, si por algún motivo me escribía antes no le aseguraba poder responderle, pues no me gustaba estar pendiente del móvil y distraerme mientras hacía alguna actividad importante.
A las nueve y cinco estuve en el gimnasio, al entrar me advirtieron que tenían un problema con el wifi y que no tendrían conexión hasta la tarde, pero como no era algo que me preocupara, no le di demasiada importancia. Para las diez y veinte había acabado con mi rutina, me metí en el vestuario, me quité la ropa y me dispuse a bañarme. Mientras estaba bajo la ducha escuche la alerta del celular, que me indicaba que había recibido mensajes. Por la hora supuse que sería Andrea, contándome el resultado de su entrevista.
Termine de bañarme, me seque y me vestí, entonces hurgué en la mochila y tomé el celular, efectivamente, eran dos mensajes suyos, en el primero… _Hola Valen ¿Cómo estás?
Y en el segundo… _Me hicieron la entrevista… No sé, no soy muy optimista al respecto. Me dijeron que estuviera atenta por si decidían llamarme. Pero no creo haberles gustado, no sé, sentí eso.
Me habría encantado estar allí para ella y abrazarla muy fuerte, pero bueno, ya lo haría al llegar a su casa por la noche. Entonces le respondí con un primer mensaje… _Hola, estoy muy bien. Gracias por preguntar. No te preocupes.
Y en el segundo… _No te pongas mal mi vida, si es verdad que no les has gustado es porque su gusto se ha atrofiado por alguna razón. Solo aguarda, nunca se sabe y si no ya encontraras aquello que es para ti, no olvides nunca que estoy contigo y juntas saldremos siempre adelante y seremos más fuertes que cualquier cosa. ¡¡¡Te amo…!!!
Si, se lo escribí, tenía ganas de gritárselo, pero me mataba la ansiedad al saber que tendría que esperar hasta la noche para hacerlo. Lo había estado masticando desde que despertara esa mañana y ya estaba decidida a expresárselo abiertamente.
Lamentablemente, aquel segundo mensaje jamás despego de mi móvil, mi tarjeta de prepago se había agotado y, dado el hecho de que allí estábamos sin wifi, era un asunto imposible de realizar por el momento.
En ese instante lamente el hecho de que la conexión estuviera cortada, pero me consolé con la idea de que ya tendría el tiempo de hablar con ella más tarde y de que quizás fuera mejor así, ya que podría decirle lo que sentía en persona, viéndola a los ojos.
Mientras guardaba el teléfono en la mochila ya resignada, entro Alejandra, aquella chica que conociera mi primer día en el gimnasio. Nos habíamos hecho bastante cercanas, charlábamos siempre que coincidíamos allí y también nos mensajeábamos en ocasiones.
Ese día parecía un alma en pena, no llevaba la ropa de entrenamiento y conservaba los lentes negros. Apenas pude oír su voz al saludarme…
_Hola Valentina _murmuro_.
_Ey… Ale… ¿Estas bien? _respondí, con marcada preocupación_
No respondió, solo atino a sentarse en el banco que se extendía a lo largo de la pared. Me senté a su lado y le retiré los lentes, sus ojos denunciaban un hondo sufrimiento y exponían las huellas de largas horas de llanto.
_Cuéntame, confía en mí. ¿Qué ha pasado? _le pregunte afligida_
No hablo, no pudo hacerlo, en respuesta se colgó de mi cuello y hundió su rostro en mi hombro, a la vez que soltaba un llanto desgarrador. Así estuvo unos cuantos minutos, llorando desconsoladamente, mientras yo acariciaba su cabello.
_¡¡¡Es un hijo de puta!!! _soltó por fin, con el dolor impregnado en su voz_
_ ¿Quien? ¿Quién es un hijo de puta? _la interrogue_
_¡¡¡David!!! _alcanzo a balbucear y rompió en llanto nuevamente_
David era su novio con el que, según me contara antes, se casaría en poco tiempo…
_Pero… ¿Qué ha pasado? Cuéntame…
_Perdóname Valen, no sabía con quién hablar…
_Ey…, no pasa nada, está bien. Hiciste bien en venir conmigo.
_Gracias…, eres una gran persona.
_Bueno, gracias por eso y si necesitas hablar aquí estoy.
_Si, lo necesito. ¿No te importa?
_Claro que no, adelante, será un gusto para mí escucharte y ayudarte en lo que este a mi alcance.
_¡¡¡Gracias!!! _exclamo entre sollozos_
En eso, mi teléfono comenzó a sonar, era un llamado…
_Disculpa Ale, dame un minuto.
_Si, claro…
No llegue a responder, entre que fui hasta la mochila, logre localizarlo dentro de esta y lo saque, se cortó la comunicación. Constate que era Andrea, entonces conserve el móvil en la mano y a los pocos segundos comenzó a llamar otra vez. Atendí, pero apenas ella intentó hablar la conexión se cortó. En eso, note que el icono de la batería titilaba anunciando que estaba totalmente agotada. Volvió a sonar y me apresure a responder, pero apenas alcance a hablar, el aparato se apagó definitivamente. En ese momento, sentí que por alguna extraña razón, el universo se empeñaba en que no me contactara con ella.
_¡¡¡Que mierda!!! ¡¡¡Carajo!!! _exclame frustrada_
_ ¿Qué paso Valen? _pregunto con preocupación_
_Nada, me quede sin batería.
_¡¡¡Que mal!!! ¿Quieres usar el mío?
Estaba en una encrucijada, por un lado, me moría de ganas de llamarla y por el otro, pensé que si lo hacía ya no tendría demasiado tiempo para hablar con Alejandra. Y viendo el estado en el que estaba, era notorio que precisaba ayuda y quería brindársela. Otra vez pensé que tendría todo el tiempo del mundo para hablar con Andrea más tarde…
_O no, está bien, no te preocupes., más tarde lo soluciono. Oye, no tengo demasiado tiempo, hoy comienzo a trabajar aquí…
_¡¡¡Ho…!!! ¿Verdad? ¡¡¡Que bueno!!!
_Si…, por eso debo salir a almorzar y retornar para arrancar a la una…
_Entiendo… _respondió afligida_
_Pero, se me ocurre que podrías acompañarme y mientras almorzamos hablamos de lo que quieras. ¿Sí?
_Me parece bien y… ¡¡¡Gracias!!! De verdad _respondió con sincero agradecimiento_
_No es nada, descuida, vamos.
Alejandra andaba en su coche, así que fuimos hasta un restaurante a pocas calles de allí. Entonces me conto lo sucedido, había descubierto que su futuro marido le era infiel, pero aún no hablaba con él.
Me comento que noto actitudes y comportamientos extraños en él durante el último tiempo y que había comenzado a realizar ciertas actividades que antes no hacía y, otras que si hacía, las realizaba con más frecuencia.
La noche anterior le había dicho que iría a jugar al futbol con los compañeros del trabajo, pero no le creyó. Entonces, atendiendo a su intuición, decidió seguirlo y vio con sus propios ojos el momento en el que se encontraba con una chica muy linda y mucho menor que ella, así me lo describió. Luego la subió a su coche y la beso apasionadamente antes de arrancar.
Me dijo que hubiera querido seguirlos, pero se quedó paralizada ante semejante escena, sobre todo con el poco tiempo que les restaba para casarse.
Me pregunto qué opinaba y que le aconsejaba hacer, le dije que entendía su dolor y frustración y que lo que veía de positivo era que al menos lo había descubierto antes de casarse. Le aconseje que hablara con él cara a cara y sinceramente, que se asegurara de lo que en realidad estaba ocurriendo. Que si en verdad lo amaba le diera la posibilidad de contar su versión, que había muchas variantes posibles para esa situación. También le dije que cancelara la boda por el momento, que se tomara un tiempo para conocer toda la verdad y digerirla, para luego ver que sentía y cuál era la decisión que más se ajustaba a sus intereses. Y lo que le recalque y le subraye varias veces, fue que no se olvidara de quien ella era, lo importante que era y que, si esa persona no era capaz de percibir y respetar su valía, no perdiera su tiempo forzando cosas que debían darse naturalmente. Que el mar está lleno de peces y ya encontraría a quien apreciara todo su potencial.
Me dio las gracias por haberla escuchado y por darle mi opinión. Terminamos de comer y me alcanzo hasta el gimnasio, en quince minutos comenzaba mi turno. Se estaciono enfrente y cruzamos un par de palabras más, luego me abrazo con fuerza durante varios minutos y volvió a agradecerme largamente, mientras yo acariciaba su cabeza.
_Y ya sabes, no desesperes, cualquier cosa puedes escribirme o llamarme. ¿Sí?
_Muchas gracias Valen, lo hare. Eres un sol, jamás olvidare este gesto que has tenido conmigo.
Nos despedimos con un beso en cada mejilla, baje del coche y entre. Comenzaba una nueva etapa laboral en mi vida y estaba llena de expectativas y buena energía.
Una vez dentro, me esperaba Jordi, el dueño del gimnasio, para ultimar los detalles de mi contrato y ponerme al tanto acerca de lo que esperaban de mí y de cómo debía manejarme.
Era un hombre joven de unos cuarenta y cinco años, no poseía una cara linda, pero si era muy simpático y amable, era robusto y se notaba en buena forma física. El formato de su rostro era cuadrado, con una mandíbula fuerte, labios gruesos, nariz pequeña y ojos café, llevaba el cabello rapado, notoriamente por problemas de caída.
No había demasiada gente en ese horario, me dijo que, hasta las cuatro y media más o menos, que comenzaba a llenarse gradualmente, hasta explotar entre las seis y las nueve. Yo debía estar hasta las ocho, momento en el que él me relevaría, para quedarse hasta la hora del cierre.
Me informo que a las cuatro tenía un descanso de cuarenta minutos, para hacer lo que deseara. Podía quedarme descansando allí o salir, en tanto a la hora requerida estuviera nuevamente allí. Me venía genial, ya que, se me había ocurrido comprarle un regalo a Andrea, nos habíamos tomado infinidad de fotos en estos últimos dias y ella me había pedido que se las pasara. Temprano, de camino al gimnasio, observe en la vidriera de una tienda de regalaría que tenían portarretratos digitales y se me ocurrió que sería una bonita opción para cargarle allí las fotografías y obsequiárselo.
Terminamos con la pequeña charla introductoria y de información, me deseo suerte y me dijo que me desempeñara libremente. Antes de que se marchara, le comenté que mi móvil había quedado con la pila totalmente agotada y le pregunte si allí tenían un cargador para que me prestaran. Me dijo que si, que tenían uno inalámbrico, que lo pidiera en la recepción, así lo hice y lo dejé cargando dentro de la mochila en el casillero del vestuario. Luego, en el descanso, pensaba contactar a Andrea.
Las tres primeras horas no tuve demasiado trabajo, pero hablando con uno y otro se pasaron rapidísimo. Estaba contentísima por cómo se iba desarrollando todo, me sentí muy a gusto y las personas a las que me toco asistir hasta ese momento, me aceptaron a las mil maravillas.
Llego la hora de mi descanso y uno de mis nuevos compañeros me reemplazo. De prisa, fui hasta el vestuario por mi móvil, la conexión de wifi ya había sido repuesta y quería llamar a Andrea, no me sentía muy cómoda por haberla dejado plantada con sus llamados, además debía apresurarme, pues también pretendía ir por su regalo.
Cuando el teléfono termino de encender pude constatar que tenía cuatro llamadas perdidas y todas eran de ella. Maldije por lo bajo y me lamenté, mientras le devolvía la llamada. Lo intente tres veces y en todas sonó sin ninguna respuesta, hasta que se activó el buzón de voz. Supuse, que quizás se estaría bañando y no podía atender o, tal vez estaba con la música demasiado alta y no lograba escucharlo, algo que era muy probable.
Tome la mochila y cerré el casillero, apurando mi paso camino de la tienda en la que compraría el portarretrato digital. Mientras caminaba intente comunicarme dos veces más, con igual resultado, ya en la puerta de la tienda guarde el móvil en la mochila, diciendo para mí, a modo de consuelo, que ya se contactaría al ver mis llamados.
Luego de ver y probar unas cuatro opciones de lo que buscaba, me decidí por uno de ocho pulgadas, con marco negro y con la opción de reproducir sonido y videos. Contaba con mando a distancia y también con un reloj calendario. Era hermoso, seguramente estaría encantada con mi regalo, más aún, teniendo en cuenta el detalle adicional de todas las fotografías que nos tomáramos juntas, pensé.
Sali nuevamente camino del gimnasio, tenía quince minutos hasta retomar nuevamente mi puesto. Intente llamarla nuevamente, pero ya no sonaba, me enviaba directamente al buzón de voz, esta vez supuse que su batería se habría agotado.
Cuando llegue fui de inmediato hacia el vestuario, me restaban siete minutos para volver a mi puesto y, mientras me comía una barra de cereal, le envié un mensaje explicándole todo lo que había pasado con los llamados y la serie de desencuentros que habíamos tenido aquel día, pensando en que cuando encendiera el teléfono lo leería.
El tramo final de mi turno transcurrió de muy buena manera, mucho más atareada que la primera mitad, pero complete un muy buen primer día de trabajo. Al terminar mi horario llego Jordi, quien me saludo muy amablemente y me pregunto cómo me había ido, si me gustaba, si me sentía cómoda y demás detalles acerca de mis tareas. Con una sonrisa le dije que sí y que estaba muy contenta y agradecida con la oportunidad y la confianza depositada en mí.
Luego de un par de minutos, nos despedimos hasta el otro día y, tras saludar a algunas personas a las que había asistido durante mi turno, salí del salón camino del vestuario. Una vez allí abrí el casillero, saque la mochila y revise el móvil nuevamente, para ver si Andrea se había comunicado. Nada, entonces intente llamarla y…, nada, seguía enviándome directamente al buzón de voz. Por un momento me preocupe, pero me tranquilice diciéndome a mí misma que habría alguna explicación para lo que sucedía y que en un par de horas, cuando fuera por su casa, me enteraría. De esa manera desdramatice esa serie de llamadas frustradas, pase por el baño y salí caminando rumbo a mi departamento.
En unos cuarenta minutos estuve en casa, estaba cansada de lo largo del día, la falta de costumbre a cumplir horarios y la caminata apresurada. También estaba hambrienta, así que fui hasta la heladera, tome una banana y me serví un vaso de yogurt, serviría para engañar a mi estómago, luego comería mejor. Había pensado en decirle a Andrea de salir a comer por ahí, a modo de celebración por mi primer día de trabajo y además, por el hecho de que estaba totalmente decidida a decirle que la amaba y que ella era la mujer con la que elegia compartir mi vida de allí en más.
Tomé una hoja en blanco, un bolígrafo y me senté a la mesa y mientras comía le escribí un poema, expresándole con toda la sinceridad posible mis sentimientos hacia ella.
Termine mi tentempié y, minutos después, luego de leer, releer y corregir varias veces lo escrito, tome el paquete con el regalo, lo abrí muy cuidadosamente intentando no romper el papel y le coloque dentro la hoja con mis líneas.
Revise el celular para ver si tenía alguna respuesta, pero nada aún, luego me apresure a meterme en el baño, despojándome de la ropa en el camino. Moria de ganas de llenar la bañera y pasarme unos cuantos minutos sumergida allí, pero estaba ansiosa por verme con Andrea y además, de hacerlo, se haría demasiado tarde para salir a cenar.
Con eso en mente, solo utilice la ducha para bañarme rápidamente, ya que me había duchado hacia unas horas en el gimnasio y había lavado mi cabello el día anterior. Eso sí, me tome unos minutos extras para maquillarme y pintarme las uñas, quería estar impecable, que notara lo mucho que me interesaba arreglarme para verla a ella. Elegí vestirme y llevar mi cabello de la misma manera que lo hiciera la noche en que la conocí, como una manera de homenajear también aquel primer encuentro.
Eran las nueve y cuarenta y cinco cuando estuve lista, me calce la carterita, tome el celular y otra vez vi que no tenía respuesta alguna. En fin, en unos pocos minutos estaría por su casa y terminaría con mi intriga, agarre el paquete, apague la luz y salí.
En unos diez minutos estuve por la esquina de su casa y, al ir acercándome a su puerta, comencé a escuchar los acordes típicos del heavy metal que siempre escuchaba. Y ya pisando su vereda me llamo la atención, cuando nunca, que las ventanas estuvieran herméticamente cerradas. Llegue hasta la puerta y toque el timbre, luego de un par de minutos no obtuve respuesta y nada se escuchaba adentro más que la música. Volví a insistir con el timbre, nada nuevamente. Entonces intenté golpeando fuerte la puerta, pero al segundo golpe esta se abrió evidentemente mal cerrada.
Había pasado por varias situaciones desagradables en mi vida, por varios momentos malos, había derramado ríos de lágrimas, había sentido ganas de morirme, me había encontrado al borde de abismos aterradores y caído muchas veces en alguno de ellos e incluso, sufrido pérdidas irreparables. Pero nada, absolutamente nada, me había preparado para lo que en ese momento enfrentaría.
En este mundo todo tiene su opuesto y debes conocer ambos extremos para conocer su esencia. Así, conocerás realmente la luz, cuando conozcas la oscuridad; conocerás realmente el bien, cuando conozcas el mal; el blanco, no será tal sin el negro… Ambos lados son dos caras de una misma moneda. Y aquella noche, el añorado paraíso que conquistara en Barcelona, de la manera más cruel y cruda, me mostro su otra cara.
Empuje la puerta y un olor nauseabundo golpeo mi rostro e instintivamente, lleve la mano a mi nariz, apretándola en un intento de evadirlo. Pero dejo de tener sentido, cuando mis ojos descubrieron el cuadro macabro que se exponía al cruzar la entrada y entonces, aquel aroma, se transformó en algo insignificante.
Me quede petrificada con mis pies clavados al suelo, como si dos manos invisibles, de una fuerza descomunal, me sostuvieran por los tobillos.
Terminada la primer recorrida de mis ojos, el paquete con el regalo resbalo de entre mis dedos cayendo al suelo y las lágrimas estallaron en mis ojos aun cuando mi rostro, permanecía inmutable e inmóvil como el resto de mi cuerpo.
Era un verdadero desastre, que ni en mi peor pesadilla pensé encontrarme. Cuando realice la segunda recorrida visual por el lugar y tras ver, en más detalle la situación, pude tomar real conciencia de la terrible gravedad de la escena. La porción de piso que podía ver desde donde estaba parada, mostraba varias latas de cerveza y botellas de whisky vacías, jeringas, colillas de cigarrillos y liquido vertido.
La mesita ratona frente a mí estaba toda chorreada con bebida y encima tenía un espejo, que ocupaba poco más de la mitad de su extensión, con rastros visibles de cocaína y un par de canutos. En la parte de la mesa que restaba, había dos jeringas más, una pipa quebrada y más colillas de cigarrillos.
Detrás de esta, contra la pared, desparramado en el sofá, se encontraba un chico de entre veinticinco y treinta años. Desde mi lugar no pude constatar si respiraba, más bien parecía muerto. Estaba con el torso desnudo, sus calzoncillos y pantalón por debajo de la rodilla y se había defecado en el sillón.
Por arriba del mueble que separaba la sala de la habitación, podía ver la cama de Andrea totalmente revuelta y en ella, de derecha a izquierda, había un chico del que no podría afirmar su edad, acostado a lo largo boca arriba y totalmente desnudo e inmóvil. A su lado una chica, también acostada boca arriba y totalmente desnuda, yacía con su boca abierta, toda vomitada, desde sus labios hasta poco más abajo de sus pechos. Y finalmente, completando el trio, la vi a ella…
Andrea se encontraba sentada contra la cabecera de la cama, su cabeza inclinada a un costado y su torso ligeramente hacia adelante, con su cabello negro recogido en una coleta, todo desordenado. Los brazos extendidos a los lados del cuerpo, con las palmas de las manos apuntando al techo. Al igual que la otra chica se había vomitado encima y el abundante y fétido liquido expulsado chorreaba hasta su pubis. Por la posición en la que se encontraba me fue imposible ver su rostro.
El cautivante tono blanco de su piel, que tanto me gustaba, había mutado en el impactante pálido de la muerte.
Sentí que mi corazón era estrujado como un trapo mojado, escurriéndosele, sin remedio, la energía vital. Una efervescencia dañina se instaló en mi estómago, picándome como millones de avispas alborotadas. Mi cuerpo entero se bañó en sudor e intensos escalofríos recorrieron sin piedad mi columna vertebral. Un sentimiento desesperado, de ahogo, me llevo a gritar, pero la fuerte opresión en mi garganta me lo impidió. En seguida, un temblor intenso comenzó a subir desde mis pies, hasta invadir toda mi anatomía y mis piernas comenzaron a fallar, haciéndoseme casi imposible mantener la vertical. Instintivamente retrocedí unos pasos, hasta que mi espalda choco contra el marco de la puerta y, llevando ambas manos hacia atrás, me aferré a él con todas mis fuerzas, como si aquel trozo de pared fuera lo único que podía evitar que se me arrancaran la vida.
Las lágrimas no cesaban de caer sobre mis mejillas, no podía reaccionar, paralizada por la terrible sorpresa y por un miedo atroz que envolvía completamente mi ser, oprimiéndolo hasta el límite de la asfixia. Los potentes acordes del heavy metal, que dominaban todo el ambiente, le imprimían un dramatismo aún más perverso a la escena. Mi sentido de supervivencia me imploro a gritos que saliera corriendo de allí y, apenas logre volver a tomar conciencia de cómo mover mis piernas, cerré con fuerza mis ojos y aun apoyada contra el marco de la puerta, lo rodee, paso a paso, centímetro a centímetro, quedando en la misma posición pero del lado de afuera.
Abrí los ojos, constatando que estaba fuera y de a poco todo mi cuerpo pareció volver de su letargo. Una bocanada de aire fresco logro arrancarme totalmente del trance, invadiéndome de la sensación de haber despertado de un mal sueño. Cuando tome total conciencia, de lo que significaba lo que había presenciado, un llanto desconsolado y desgarrador se adueñó de mí, acompañando a las lágrimas que brotaban sin cesar desde hacía ya instantes.
Casi trastabillando y aferrada a la pared me aleje unos metros de allí, hasta que pude mover mis piernas de una forma más eficiente y apurando el paso llegue hasta la esquina. Me senté pesadamente en un cantero de cemento que había justo allí, tratando de ordenar mis pensamientos. No sabía qué hacer, ni siquiera tenía la seguridad de que estuvieran muertos, tal vez estaban vivos, en un estado crítico y quizás, aun había esperanza para alguno de ellos.
En un momento de frialdad mental, en medio de la revolución de emociones que explotaba en mi pecho, se me ocurrió llamar a emergencias. Como medida precautoria, siempre que viajaba agendaba el número del servicio del lugar que visitaba. Saque mi teléfono, las manos me temblaban como a un enfermo de Parkinson. Con mucha dificultad busque el contacto, el 112 era el número y en segundos, una voz femenina llena de energía atendió mi llamado… _Buenas noches. ¿Cuál es su emergencia?
_Hola… Buenas noches… Creo que… es una… sobredosis… _alcance a responder con la voz quebrada, entre los sacudones que me producía el llanto_
_Tranquilícese por favor, iremos de inmediato, dígame su nombre y dirección.
_Carrer del mar 119… Son al menos cuatro jóvenes… Mi nombre es Valentina… _logre articular de forma corrida_
_ ¿Cuál es su apellido? Hola… Hola…
_No logre seguir hablando, algo dentro de mí se negó a dar mi apellido. Corte la comunicación y guarde el teléfono, lleve mis manos al rostro e intente la tarea imposible de secar mis ojos, pues las lágrimas no dejaban de brotar, como una cascada inagotable. Quería irme lo más lejos posible de allí, así que junte fuerzas, resople un par de veces y, en una tarea titánica, me incorpore.
Camine, lentamente al principio, casi arrastrando mis pies y de a poco logre ejecutar un paso firme y constante el cual, enfile camino del mar. Cuando hube recorrido unas tres o cuatro calles, el son insistente de las sirenas se apodero de la noche y, con la imperiosa necesidad de dejar todo lo sucedido atrás y huir de aquel sonido penetrante, apure mi paso llegando por fin a la arena de la playa.
El rugido del mar me abrazo, en una especie de consuelo paternal, las estrellas y la luna descendieron hasta mí rodeándome, cobijándome con su luminosa belleza y el silbido del viento, acariciando mi rostro, me ofreció su réquiem. Parecía que la playa había sido reservada para ese preciso momento de mi vida, no divise a nadie por allí, como una especie de rendición de respetos al dolor que retorcía mis entrañas. Me deje caer de rodillas en la arena, con mi mente atormentada, mi corazón destrozado y mi alma suplicante. Y un inmenso interrogante comenzó a crecer a pasos agigantados dentro de mi…
_ ¿Por qué lo hiciste mi amor? ¿Por qué…?
Capítulo VII
Exilio
_ ¿Por qué lo hiciste mi amor? _repetí varias veces para mí en voz baja e incluso se lo pregunté a gritos a la noche_
No obtuve respuesta alguna, solo el rugido del mar embravecido y el sonido del viento desde los confines de la negra noche, venían a repetirme, una y otra vez, su amarga versión. Quizás en la traducción de sus dialectos estaba la explicación, si es que había alguna, lo cierto era que aún no podía elaborar mi propia teoría al respecto. Y aquella noche… ¿Por qué? Se transformó, en la pregunta existencial de mi vida. Pero, por otro lado, el saber la respuesta no habría cambiado en nada lo sucedido.
No tenía idea de cuánto tiempo había pasado desde mi llegada a la playa, aunque por cómo se había movido la luna, podía afirmar que bastante. Las lágrimas habían cesado, los ojos me dolían de tanto llanto y manoseo y mi cuerpo aún estaba tenso, totalmente agotado, como luego de un agobiante esfuerzo físico.
Me incorporé como pude, con los músculos temblorosos por tanta tensión. Sacudí apenas la arena de mi ropa, solo por ser un habito adquirido y no porque me importara. Podía decir en aquel momento, que ya nada tenía interés para mí, solo la respuesta a esa pregunta que me carcomía por dentro… ¿Por qué?
Sin ganas de absolutamente nada comencé a caminar rumbo a mi departamento, con la cabeza baja y el paso lento y pesado de los derrotados. Las imágenes no dejaban de sucederse en mi cabeza, como una proyección fotográfica sin fin, torturándome y lastimándome cada vez.
Todo a mi alrededor parecía frio y sombrío esa noche, todos los colores habían bajado varios tonos y las luces se notaban extremadamente tenues, como abriéndose paso a través de una espesa niebla. Creo que había entrado a mi propio infierno en la tierra y comenzaba a darme cuenta en aquel instante. Transite por el calvario de sus calles embarrada en dolor y sufrimiento y el horizonte se presentaba como una extensa masa oscura, amenazando con devorarme en su negrura.
Llegue a la entrada del edificio y vacile un instante, no estaba segura de querer entrar, pero… ¿Qué más podía hacer? Entre, y la sensación de estar penetrando aún más en el infierno se apodero de mí, afianzándose más y más a medida que mis pasos me acercaban a la puerta del departamento.
Cuando por fin estuve frente a ella, con la mano temblorosa inserté la llave, abrí y al encender la luz una oleada de recuerdos se abalanzo sobre mí. Pero hubo uno en especial, que se instaló en mi mente y se reprodujo con lujo de detalles. Recordé vívidamente aquel día en que Andrea me expuso sus miedos y sus interrogantes y yo le prometí que la cuidaría y la ayudaría en lo que estuviera en mis manos.
La semilla de la culpa comenzó a germinar en mí y, con una rapidez apabullante, creció y se ramifico corrompiendo mis entrañas, como un chorro de ácido puro. Al instante vinieron a mi mente los mensajes y llamados que me hiciera más temprano y en un rapto de esquizofrenia, mi mente debatió consigo misma por mi responsabilidad o no en los hechos acontecidos.
Una parte de mí, repetía sin compasión que si hubiera hecho lo necesario por comunicarme no habría pasado lo que paso; y la otra parte, más fría y calculadora, se defendía, excusándose con que no podría haber sabido lo que estaba pasando cuando no tenía ningún indicio. A lo que la parte acusadora replicó con una afirmación devastadora… ‘’vos sabias que tenía un estado anímico frágil’’; ‘’vos sabias que venía de abusar de las drogas y el alcohol hacia apenas dias’’; ‘’vos le prometiste ayudarla y le fallaste’’
Aquellas acusaciones derribaron cualquier defensa que pudiera haber quedado de pie en mí, apague nuevamente la luz y arrastre mis pasos hacia la habitación. Me subí a la cama y caminé en cuatro patas hasta llegar a la cabecera, me gire y me deje caer contra esta, me descolgué la cartera y saque el móvil con la imprudente intención de llamarla, pero volví a dejarlo al instante, disuadida por mi sentido común.
Busque lo necesario en el cajón de la mesita, arme un cigarrillo de marihuana y lo encendí. Tome la Tablet, que se encontraba encima de esta y busque entre las carpetas de música una triste y melancólica.
La mayoría escuchamos canciones tristes cuando estamos mal, eso es un hecho. Hay estudios que afirman que la música triste aumenta la prolactina y esta hormona propicia una impresión psicológica de consuelo. Pero otros estudios afirman que, si bien es verdad que la prolactina aumenta en los estados de tristeza, no es verdad que actúe en la superación del dolor.
Otros dicen, que cuando estamos tristes puede aparecer un sentimiento de soledad y sentirnos incomprendidos. La tristeza nos ayuda a buscar apoyo social y muchas veces encontramos en la música ese apoyo.
Al escuchar melodías tristes, podemos pensar que sus compositores se estuvieron sintiendo de la misma forma. Esto puede hacernos ver que no estamos solos, que hay personas que han pasado o pasan por lo mismo y eso puede ser un gran consuelo en esos momentos.
También puede ser, que haya personas incapaces de describir e identificar como se estaban sintiendo y puedan encontrar en la letra de una canción una descripción casi exacta de sus sentimientos. Y se sabe que identificar nuestras emociones, es uno de los pasos más importantes para aprender a controlarlas.
Como sea, allí estaba yo, en la penumbra de mi cuarto desmenuzando pensamientos, entre bocanadas de humo espeso, con las piernas recogidas en mi pecho y envueltas por mis brazos, escuchando la cautivante voz de Gwen Estefani[1] para, quizás, sentirme mejor.
Sonaba aquella melodía que adoraba, que erizaba mi piel y me arrancaba múltiples emociones cada vez que la oía, su canción Don’t Speak[2] se filtraba en mí y llegaba hasta los confines mismos de mi alma:
You and me, we used to be together
Every day together, always
I really feel that I’m my best friend
I can’t believe this could be the end…
Y así transcurrió aquel instante de humo y cenizas, que se transformó en minutos y a su vez en horas, yendo a la deriva en un mar agitado de recuerdos, lágrimas y reproches; abrazada por acordes de música triste. Hasta que, en un acto de ansiada piedad, el sueño me cobijo en sus brazos y me arranco por un momento de aquel maldito infierno.
Cuando desperté no tenía ni idea de donde estaba, de que hacía, ni por qué, creo que por unos segundos ni siquiera supe quién era yo. Me había dormido de lado, hecha un bollo y mis piernas estaban entumecidas a raíz de estar tanto tiempo flexionadas y presionadas por el jean.
Luego de estirarme, ensayando un profundo bostezo, el recuerdo de Andrea me devolvió de un cachetazo a la realidad. Mis tripas volvieron a retorcerse, mi corazón volvió a oprimirse y las lágrimas se precipitaron sobre mis mejillas nuevamente. La desesperación se apodero de mí y me aferre a la almohada, como un bebe que busca el calor y la protección de su madre.
Después de varios minutos, de pasar y repasar imágenes en mi cabeza entregada al llanto desconsolado, decidí ir a llenar la bañera, tomar un baño seguramente me ayudaría a relajarme y a desentumecer un poco mi cabeza.
Ya en la bañera estuve un poco más tranquila, aunque el dolor y la tristeza no me abandonaban. Debía pensar rápido en que hacer de allí en más, no sabía a ciencia cierta si Andrea estaba viva o muerta y la idea de constatar su deceso me aterrorizaba. Por otro lado, de estar viva, ya no estaba segura de querer seguir con ella. No es que estuviera enojada o decepcionada, no era eso, solo que no tenía la seguridad de poder lidiar con alguien en una situación como la suya.
Lo que si tuve totalmente claro fue que ya no quería estar ni un segundo más allí, en ese departamento, ni en aquel barrio, ni en aquella ciudad y, de ser posible, me habría ido del mundo, aunque tan solo fuese por un rato. Necesitaba tomar distancia, ver la situación desde otra perspectiva.
Cuando terminé con mi baño ya eran las siete de la mañana y decidí enviarle un mensaje a Raúl, el propietario del departamento, explicándole que a raíz de una desgracia familiar debía viajar y dejar el lugar de inmediato. Si podía ir en cuarenta minutos a entregarle las llaves o, si él prefería, venir y constatar que todo estuviera en orden. Por suerte respondió rápidamente, se comunicó con una vecina amiga de su familia, para que le hiciera el favor de ir por las llaves y revisar que todo estuviera tal cual me lo entregara al llegar. Quedamos en que pasaría en unos cuarenta minutos.
Mientras, me cambie y me arregle, lo suficiente como para no parecer un espectro, y empaque la maleta con mis pocas cosas. En unos minutos estuve lista para irme y, mientras esperaba a la enviada de Raúl, busqué en Google el número telefónico de algún taxi. No quise llamar a Paco, este me habría hecho miles de preguntas acerca de cómo me había ido, que me había parecido y demás. Él era muy buena onda, pero sinceramente, no estaba de ánimo para hablar con nadie y mucho menos de Barcelona y de las cosas que allí habían sucedido.
Por fin me comunique con una agencia de taxis y me dijeron que en quince minutos tendría un coche en la puerta. Apenas corte la comunicación sonó el portero, era la amiga de Raúl. Finalmente, todo estuvo en orden, la señora era encantadora y tenía todas las intenciones de darme charla y hablar sobre el porqué de mi salida apresurada, pero no era ni el momento, ni el lugar para mí. Me escabullí escusándome por mi escaso tiempo y prácticamente hui de allí, dejándola con la palabra en la boca.
Por fin estuve dentro del taxi, el día se había pintado del gris de la melancolía y una fina, pero impiadosa llovizna, caía sobre Barcelona. El viento chillaba con fuerza, a la vez que azotaba el agua furiosamente contra el parabrisas del coche y los árboles se movían hacia un lado y hacia el otro, a su autoritario ritmo.
_Buen día señorita. ¿A dónde se dirige? _pregunto el chofer, con suma amabilidad_
_Buen día… _dije por cortesía_ A la estación Sants por favor _respondí con ansiedad_
_Copiado.
Me recosté sobre el asiento cerrando los ojos, tenía la necesidad imperiosa de estar ya, en lo inmediato, fuera de ese lugar. El chofer encendió la radio, en ese preciso instante el locutor anunciaba a Joaquín Sabina[3]
interpretando, como no podía ser de otra manera, una hermosa canción triste. Con la frente marchita[4] comenzó a sonar así, sin anestesia:
Sentados en corro merendábamos besos y porros
y las horas pasaban deprisa entre el humo y la risa.
Te morías por volver, «Con la frente marchita» – cantaba Gardel –
y, entre citas de Borges, Evita bailaba con Freud…
Aquella canción era una catarata de melancolía y emociones, que me surcaba de norte a sur, sin ninguna contemplación, cada vez que la escuchaba. Y cuando la voz rasgada de Joaquín, cargada del sentimiento puro y profundo del que lo ha vivido, recito una de las frases que más estimulaba mi sentir, las lágrimas saltaron a rendirle su tributo, colándose por debajo de mis lentes y despeñándose mejilla abajo… _’’no hay nostalgia peor, que añorar lo que nunca jamás sucedió…’’ _expresaba en esas líneas y aquellas palabras, con todo lo que significaban en aquel momento, se me incrustaron en el corazón y explotaron esparciendo sus amargos pedacitos diminutos por todo mi ser.
_Llegamos señorita _la voz amable del chofer me rescato de la marea de pensamientos en los que me ahogaba_
_Si, si…, perdón… _respondí apresurada, con la sorpresa típica que provoca la inconciencia del camino transcurrido_
Pague, salude por cortesía y descendí del coche. Sin perder tiempo camine directo a las boleterías y pregunte por un boleto a Madrid; tenían uno en treinta minutos, lo cual me pareció genial en aquel momento. Había decidido que aquella ciudad seria, en este caso, mi central de operaciones para planear el curso inmediato de mi vida, por ser el único lugar de España, además de Barcelona, que mínimamente conocía.
Luego de hacerme con el pasaje pasé por el baño y, mientras orinaba, le envié un mensaje a Jordi, el dueño del gimnasio, a modo de renuncia, agradeciéndole, disculpándome y explicándole los porqués de mi pronta salida. Después de que el mensaje saliera quite la tarjeta SIM de mi móvil y, tras partirla en dos pedazos, la arroje en el inodoro con toda la intención de librarme de la posibilidad de que cualquier protagonista de mi etapa allí me contactara. Ya no quería ninguna clase de vínculo con aquel lugar del cual, aconsejada por mi instinto, prácticamente estaba huyendo. De momento sentía que debía cortar todo tipo de lazo con Barcelona.
Apenas subí al tren me ocupé en pesquisar un hotel por internet, Rápidamente me decidí por uno que combinaba una ubicación excelente, según la página, y un muy buen descuento, además de darme la posibilidad de la cancelación gratuita, por si surgía algún imprevisto. Teniendo en cuenta estos detalles, hice la reserva en el Hotel Nuevo Madrid.
Pasadas aproximadamente unas tres horas y cuarenta minutos de mi embarque, de las cuales dormí casi su totalidad, llegué a la imponente estación de Atocha. Esta es un complejo ferroviario situado en las cercanías de la plaza del Emperador Carlos V, en Madrid. Hace las funciones de nudo ferroviario y esto la convierte en la estación con más tráfico de pasajeros del país.
El clima allí estaba algo peor que en Barcelona, la intensidad de la lluvia era mucho más acentuada y el viento bastante más fuerte. Llegue allí a las once y media de la mañana, era un hormiguero de personas yendo y viniendo en todas direcciones, hablando, riendo, gritando, insultando, sin preguntarse mínimamente si el de al lado estaba interesado en escucharlos o no. En cuestión de segundos, aquel ambiente caótico choco contra mi inestable estado de ánimo, desatando en mí una especie de fobia social, por lo que decidí, con urgencia, meterme en un taxi y correr a desaparecerme dentro del hotel.
Mi necesario escape del bullicio de la sociedad me llevo unos sufridos treinta minutos, hasta que por fin estuve ubicada en el hotel. No hubo ninguna clase de problema, me trataron con sobrada amabilidad y me condujeron a mi habitación muy hospitalariamente. No tuve la lucidez mental como para indagar a fondo en las características edilicias y decorativas del lugar, para poder desarrollar una opinión critica objetiva; pues por aquellos dias, todo lo que mis ojos captaban mi cerebro lo procesaba, en el mejor de los casos, como algo opaco y sin importancia. Si, podría decir que me sentí a salvo una vez dentro del cuarto, lo sentí acogedor y seguro, como el mejor de los refugios.
Era una habitación individual, de diecinueve metros cuadrados, con cama de una plaza y baño privado con ducha. Equipada con las últimas tecnologías, incluía conexión a internet por cable y Wifi gratis, TV de 32 pulgadas, teléfono directo con buzón de voz y despertador, mesa de trabajo, minibar, caja fuerte con capacidad para portátil, cerradura con tarjeta magnética, con bloqueo interior y climatización independiente.
Lo primero que hice al llegar fue despojarme de la totalidad de la ropa, que se había humedecido bastante, en los casi veinte metros que debí correr bajo la lluvia arrastrando la maleta, para llegar al taxi. Deje el equipaje en el suelo, a un lado de la cama y colgué la ropa que me sacara en la mampara de la ducha. Volví a la habitación, saqué la Tablet de la mochila y la enchufe en la toma de la pared, detrás de la mesita de noche. Me tire en la cama boca arriba y con un clic en la pantalla del dispositivo, continúe reproduciendo aquella carpeta de música depre, que había estado escuchando. The Beatles[5] sonaron en aquel momento, interpretando la bellísima, pero triste canción, Yesterday[6]:
Yesterday
All my troubles seemed so far away
Now it looks as though they’re here to stay
Oh, I believe in yesterday…
Cuando la melodiosa voz de Poul McCartney entono las primeras palabras, mi piel se erizo instantáneamente y mis ojos se humedecieron a la par. El recuerdo de Andrea y de todo lo sucedido prendió con mayor fuerza, reproduciéndose en mi cabeza como un video clip. Entonces, los ‘’¿Por qué?’’ y los ‘’Si hubiera’’, llegaron hasta mí irrumpiendo en mi abstracción del mundo como mis verdugos personales, sometiéndome a su despiadado e inútil juicio y castigo.
_¡¡¡Basta!!! _dije para mí. Debía dejar de pensar de esa manera, pero la culpa era un mecanismo de autodestrucción tan inútil y dañino, como difícil de desarticular y su cizaña se había esparcido por todo mi ser.
Debía decidir pronto mi próximo movimiento, era imperioso para mi sortear aquella situación lo antes posible. Entonces, vino a mi mente un viejo sueño, el cual había pensado cumplir en algún tramo de mi largo viaje. India apareció como un faro en mi nublado y perturbado horizonte. Siempre me había atraído su rica cultura espiritual y caí en la cuenta de que aquel, era un momento ideal para indagar más profundamente en ella.
Con ese destino puesto en la mira alentando una luz de optimismo en mi porvenir, caí agotada en un sueño profundo el cual, fue un bálsamo para mi desgastado cuerpo, mi atormentada mente y mi destrozado corazón.
Cuando desperté tuve la sensación de volver de una larga pesadilla, me costó dilucidar que, de todo lo que mi mente reproducía, era verdad y que, solo una amarga fantasía. La falta de familiaridad con el nuevo lugar contribuyo a mi desconcierto, no estaba segura de cuantas horas había dormido, pero hicieron honor a la vieja expresión de ‘’sueño reparador’’.
El reloj de mi móvil indicaba las seis y cuarenta y siete de la tarde o sea que, habían sido entre seis y siete horas aproximadamente. Estaba hambrienta, desde que saliera de mi departamento en Barcelona, camino a lo de Andrea, que no comía y tampoco había sido una comida abundante, ni mucho menos. Como sea, en mi estado el hambre era un buen síntoma.
Fui hasta el baño, necesitaba refrescarme y, mal que me pesara, terminar de volver al estado de vigilia. Impiadosamente, el espejo me devolvió una imagen devastada de mi rostro, el dolor, el sufrimiento y las lágrimas, habían dejado huellas nefastas en él y el hecho de que acababa de despertar, acentuaba aún más mi demacrado semblante. Con mis manos en forma de cuenco, cargadas de agua, refresque mi cara, aquello sirvió para alejar la somnolencia y el entumecimiento, pero la tristeza seguía allí, acechándome crudamente.
Había cargado varias cosas comestibles que me quedaran en el departamento así que, al salir del baño, tomé un paquete de galletitas de chocolate y cereal y sin perder tiempo lo abrí, ansiosa por calmar los rugidos de mi famélico estómago. Luego hurgué en el mini bar y elegí una botellita de jugo de frutas para acompañarlas.
Volví a la cama y me senté contra el respaldo, tomé la Tablet con intenciones de comenzar a investigar en internet todo lo necesario para armar mi exilio en la India. Rápidamente, en una página encontré los requisitos necesarios para obtener la visa de turista. Podía hacerlo de dos maneras, ir personalmente a la embajada, lo cual tardaría unos quince dias, o tramitarlo on-line a través de una página intermediaria y en apenas 72 horas tener mi visado en mi mail de contacto. Para esto debía llenar un formulario de aplicación on-line; tener el pasaporte valido por un mínimo de seis meses, desde la fecha de entrada al país y con al menos dos hojas libres; una fotografia digital reciente, con el fondo blanco y el rostro bien visible; una copia digital de la página principal del pasaporte y datos de una tarjeta de crédito, débito o PayPal.
En unos minutos llené el formulario y en una media hora había acabado con la totalidad del trámite, beneficiada por el hecho de que ya tenía en mi Tablet mi foto y la imagen del pasaporte que, como precaución, había guardado cuando decidí convertirme en una viajera, consciente de que podía servirme como en este caso.
Ya con el primer paso encaminado, me dispuse a investigar el tema del pasaje. Me urgía viajar lo antes posible, así que priorice mi búsqueda a boletos con fecha de allí a cuatro dias, teniendo en cuenta que el tiempo estimado para la llegada de la visa era de tres dias.
Luego de unos veinte minutos de pesquisa conseguí un pasaje directo desde el aeropuerto de Barajas a Nueva Delhi, para el sábado a las veintiuna y cincuenta, con una duración de entre ocho horas y cuarenta y cinco minutos y nueve horas y cuarenta y cinco minutos. Me daba justo el tiempo para hacerme de la visa, así que lo compre, solo me restaba planificar mi estadía allí.
Pase unas tres horas investigando, en páginas turísticas y blogs de personas que conocían india y, a modo de servicio, contaban sus experiencias y esclarecían algunas dudas, que muchos de los que viajábamos por primera vez teníamos.
Como cualquier otro lugar en el mundo tenía sus aspectos positivos y negativos. Y, como cualquier cultura diferente, contaba con varios aspectos a los que había que adaptarse. Una de las cosas que me pareció sumamente interesante fue el hecho de que, a pesar de que en India conviven más de veinte idiomas oficiales y unos mil seiscientos cincuenta y dos dialectos, el inglés es reconocido como idioma oficial en la constitución. Y además de ser usado en los negocios y la administración, está ampliamente extendido entre la población. Esto me facilitaría muchísimo la comunicación ya que, sin ser una experta, el inglés era un idioma que podía entender y hablar sin casi ningún problema. Lo había estudiado por cuatro años en el colegio y el hecho de mirar películas subtituladas y consumir muchísima música en inglés, hacía que estuviera familiarizada con el idioma; además de haber tenido la oportunidad de conocer gente en algunos de mis viajes, que lo hablaban y con quienes aún mantenía algún mínimo contacto.
Acerca de la seguridad, lo que leí era bastante auspicioso y tranquilizador, más allá de tomar las precauciones necesarias, como en cualquier lugar del mundo, lo describían como un lugar bastante seguro y tranquilo en ese sentido.
Con respecto a lo que haría durante mi estadía allí, base mi decisión en el momento por el que atravesaba, mi estado de ánimo y la falta de experiencia en India. Si bien aún tenía algo de tiempo para orientar mi destino, en ese momento pensé que, lo que mejor me iría seria vivir un tiempo en un ashram. Había leído alguna cosa por arriba con respecto a la experiencia y me fascinó. Entonces decidí investigar acerca del tema, ya que hay millares de lugares a los cuales ir y no todos son recomendables, según la opinión de muchos viajeros.
Por el momento decidí dejarlo para más tarde, tenía la vista demasiado cansada e irritada y el hambre había vuelto con un ímpetu aún más voraz y, tras deliberar unos minutos conmigo misma, decidí abandonar por un momento mi madriguera y salir a comer algo. Quizás el aire puro me sentaría bien y podría menguar mínimamente la amargura.
El recuerdo de Andrea era algo que no abandonaba mi mente ni por un segundo, al igual que la culpa que seguía punzando mis entrañas y al quitar mi atención del monitor de la Tablet, aquellos demonios recobraron un protagonismo sumamente dañino para mi ánimo. Contra mi voluntad y sin la capacidad para eludirla, la tristeza me tomo en sus brazos y susurro en mi oído su canción desesperada, alentando la precipitación de mis lágrimas y alimentando mi mente de infelices sensaciones.
Suspendí por unos instantes los preparativos para mi salida a comer y me tumbé de lado en la cama, entregándome entera a aquel proceso de duelo que no podía ignorar, ni eludir de ninguna manera. Durante varios minutos lloré, maldije y aseste puñetazos de ira contra la cama y por momentos me odie. Estaba convencida de que era un camino natural, por el cual debía transitar y superar. Lo que me tenía preocupada era el profundo sentimiento de culpa que se arraigara en mí, a pesar de las teorías que manejaba acerca de su inutilidad e injusticia. También tenía claro que, así como en cualquier aspecto de la vida, la teoría tiene una amplia diferencia con la práctica y muchas veces cuando estamos en el centro del problema, se nos dificulta ver las cosas en perspectiva y lograr una claridad que nos permita acceder a un panorama más amplio del asunto.
Y allí estaba yo, derrumbada en la cama, hecha un bollo y a la deriva en un mar de lágrimas amargas. Pasados unos cuantos minutos, en que pude recomponerme a medias, me cambié, escondí mi miseria tras un poco de maquillaje y me obligué a salir.
Ya no llovía, pero el estado de las calles y aceras denunciaban que no hacía mucho que había cesado. Solo unos pocos nos aventuramos a andar de a pie, pero una infinidad de vehículos inundaban las calles, prestando la luminosidad de sus faros a la espesa noche.
No debí caminar demasiado, justo a un par de calles de distancia del hotel, había un restaurante con opciones vegetarianas. Era un bonito lugar, amplio y acogedor, solo me perturbo un poco la cantidad de personas dentro, pero se percibía un ambiente super tranquilo y cada uno estaba en la suya. Luego de divisar el rincón más apartado, casi apto para insociables, me senté y de a poco fui encontrando mi comodidad.
Pasé alrededor de una hora y media allí, entre que recorrí varias veces la carta, hice mi pedido, lo trajeron y comí. Cuando llegue nuevamente al hotel ya era medianoche, pero aún no tenía sueño y, considerando que no debía madrugar ni cumplir con absolutamente nada al día siguiente, me enfrasque nuevamente en mi investigación acerca de los ashram.
Después de un buen rato de buscar, leer y releer opiniones, me intereso muchísimo uno en particular. El ashram de Amma atrajo fuertemente mi atención y me sedujo lo suficiente, como para decidirme a convertirlo en mi próximo destino. No encontré demasiadas diferencias con otros ashram en cuanto a las actividades y el estilo de vida que allí se pregonaban, pero tenía un par de características que hicieron la diferencia en mi decisión. En la mayoría de los casos veneraban a un gurú hombre muerto hace tiempo, aquí también veneraban a un gurú, pero con la particularidad de que era una mujer, una de las pocas mujeres gurús de la india y estaba viva.
Sri Mata Amritanandamayi Devi vivía allí mismo, en el ashram de Kerala. Era conocida en todo el mundo como Amma(madre), según leí por su amor y compasión desinteresados hacia todos los seres. Había dedicado su vida entera a aliviar el dolor de los pobres y de los que sufren física y emocionalmente. También era llamada ‘’La madre de los abrazos’’ y, se calculaba que, había abrazado a más de treinta y nueve millones de personas. Se decía que inspiraba, elevaba y transformaba con su abrazo físico, su sabiduría espiritual y a través de Embracing the World, su ONG.
Cuando se le preguntaba de dónde sacaba la energía para ayudar a tantas personas mientras dirigía una enorme organización humanitaria, Amma respondía:
‘’Donde hay amor verdadero, todo se hace sin esfuerzo’’.
En el informe que leí, decía que los visitantes internacionales debían registrarse en una página web, así que, cuando tuviera certeza del día y la hora en que estaría por allí lo haría.
Las enormes expectativas generadas en torno a esta nueva aventura, mitigaron un poco el dolor de mi alma y aquella noche me fui a dormir con algo parecido a una sonrisa recostada en mi rostro. El cansancio, producto del tremendo desgaste de energía que los nefastos sucesos me demandaron en las últimas horas, hizo el resto; y el sueño libertador me rescato a poquísimos minutos de haberme acostado.
Los tres dias siguientes, prácticamente no salí del hotel, solo para comer una vez al día o a lo sumo dos, en uno de ellos. Lo pase pensando en Andrea, en cómo le había fallado y en las supuestas decisiones que podría haber tomado, de diferente manera, para torcer aquel destino funesto. Entre lamentos, reproches y lágrimas, solo una tenue lucecita alentaba mis expectativas en la densa oscuridad de mi horizonte. Mi viaje a india se convertiría en mi referencia, en la cual depositaria mis expectativas de encontrar las respuestas, que me arrancaran del profundo pozo anímico en el que había caído.
Ya por la mañana de mi último día en Madrid y en España, impulsada por la ansiedad y deseos de trascender aquel estado de tristeza que me abrumaba, me encontraba haciendo la maleta y un problema, que ni había pasado por mi mente, se presentó. Recordé los contratiempos que podría llegar a tener a la hora de llevar mis juguetes sexuales en aquel viaje. Por suerte, había hecho algunas amistades en mi anterior paso por allí, pensé en Sandra, una chica italiana que trabajaba en el Hostel en el que me hospedé y que vivía aun allí en Madrid. Confié en ella para dejárselos, hasta que pudiera volver por ellos en otra oportunidad o, en su defecto, me los enviara al lugar que eligiera para establecerme más adelante.
Sin perder tiempo salí a comprar un nuevo chip, le escribí y, afortunadamente, no tuvo problema en pasar por el hotel y retirar la pequeña maleta. También por fortuna, andaba apurada y no debí pasar por la engorrosa situación de tener que contarle los hechos sucedidos, aun no tenia deseos de hablar con nadie de aquello. Así que quedamos en mensajearnos en otra ocasión y ponernos al día.
Con una notoria velocidad, que satisfizo las demandas de mi ansiedad, transcurrieron el resto de las horas que me separaban del vuelo y, casi sin darme cuenta, me encontré sentada en un Boing 787 Dreamliner, rumbo a Nueva Delhi. El avión era bastante cómodo y llamo mi atención el tamaño de las ventanillas, mucho más grandes que las de otros aviones en los que viajara, permitiéndome una mejor visibilidad.
A las once y veinte de la mañana del domingo, hora de India, tocamos suelo en el aeropuerto Indira Gandhi, nombrado así en homenaje a la ex primer ministro, hija de Śrī Pandit Jawāharlāl Nehru, destacado nacionalista y político hindú, factor importante en la lucha por la independencia de su país del Imperio británico. Fue líder del ala moderada socialista del Congreso Nacional Indio siendo, además, la primera persona en ocupar el cargo de primer ministro de la India desempeñándose como tal, desde la independencia, ocurrida el quince de agosto de mil novecientos cuarenta y siete, hasta su muerte en mil novecientos sesenta y cuatro.
Este, es uno de los principales accesos nacionales e internacionales de la India, por lo que, es uno de los más transitados del país y aquella mañana, sus modernas instalaciones estaban repletas. El aeropuerto era enorme y debí caminar bastante allí dentro, siguiendo las indicaciones de Exit y Baggage. Bajando una escalera rumbo a inmigración, llamaron mi atención las manos saludando, que se encuentran incrustadas a la izquierda en la pared, como saliendo de esta, desde la escalera y extendiéndose por encima de los mostradores. Al concluir con los trámites pertinentes, luego de unos cuarenta minutos, ya estaba oficialmente en India. Busqué la cinta de equipaje correspondiente a mi vuelo y recogí la maleta en un gran hall. Ya con el equipaje en mi poder pase por aduana donde, aleatoriamente, me toco pasar el scanner y agradecí haberle dejado mi maletita feliz a Sandra.
Me sentí emocionada, estaba a las puertas de cumplir uno de mis sueños e invadida por una descarga adrenalínica, a causa de la llegada a un lugar desconocido y tan diferente a los que acostumbraba moverme; todo mi interior estaba revolucionado, alerta y sumamente permeable a los nuevos estímulos que me rodeaban.
Para llegar al ashram, desde Nueva Delhi tenía varias opciones, pero la más directa y barata era el tren, eso sí, tenía alrededor de unas cuarenta y nueve horas de viaje. Ese mismo día, ya me era imposible partir hacia allí, tenía dos trenes los domingos, pero uno a las once y veinticinco y el otro a las trece y cuarenta. Con lo cual uno, ya lo había perdido y el otro, ya estaba demasiado cerca del horario en que llegué al aeropuerto, así que, decidí pasar una noche allí y tomar el de las nueve y quince del día siguiente.
No tenía sueño, había dormido casi todo el viaje, aunque una sesión de masajes me habría venido genial. Si bien el avión era más cómodo que otros que me había tocado padecer, las horas de viaje sumadas al largo de mis piernas, eran poco menos que una tortura para mí y me sentía algo entumecida y muy cansada.
Dada la cantidad de horas que tenía por delante, decidí relajarme y me senté en uno de los bares. Por suerte los empleados hablaban en inglés y me atendieron con mucha amabilidad. Me tomé un café acompañado de una especie de torta, que estaba bastante bien, aunque nunca supe que era. Mientras estuve allí me conecté al wifi del aeropuerto y me dediqué a buscar un hotel cerca, en seguida di con uno que contaba con disponibilidad y se encontraba a un kilómetro de allí, el Hotel Grand Lawson. Allí mismo, por medio de la página, hice la reserva por un día.
Pasados unos cuantos minutos estuve lista para irme y, tras hacer una breve recorrida por el lugar, me hice con algo de dinero indio y me compre un chip telefónico dado que, si necesitaba hacer un llamado por cualquier emergencia, con el chip español me saldría un ojo de la cara. Luego fui hacia una de las casetas de taxis prepagos, donde les informé mi destino y me dieron un precio fijo y un papel con el que debí buscar mi vehículo. Al salir del aeropuerto y hacer contacto directo con el ambiente indio, un olor fuerte y espeso, que deduje seria de especias, el sonido ensordecedor del tráfico y la alta temperatura, me envolvieron en un casi sofocante abrazo de bienvenida.
Había visto en películas, documentales y fotografías, el desorden y la mugre de aquella ciudad, pero palparlo en vivo y en directo con todos los sentidos, era un choque bastante fuerte para mí que acostumbraba a otro tipo de orden, más típico del occidente. Definitivamente no podría vivir en un lugar como ese, deduje, ya las grandes ciudades me producían un cierto rechazo, si bien aún las toleraba. Pero allí, además de ser un hormiguero de gente yendo y viniendo por doquier, el caos se imponía en cualquier lugar donde posara la vista.
Ya en el taxi, adentrándonos en las callejuelas de la ciudad, el aire que entraba por las ventanillas, obviamente abiertas a causa del tremendo calor y de la carencia de aire acondicionado de aquel auto, era sumamente denso. No podría afirmar que olía mal, digamos que era una mezcla de oxígeno, humedad, sahumerios y algún animal muerto ya en avanzada descomposición. Finalmente, luego de unos quince minutos de bocinazos continuos y ensordecedores, de esquivar autos, bicicletas, motos, animales, carros y carritos y de padecer y sobrevivir a la conducción temeraria y a alta velocidad de mi piloto, llegue al hotel.
Era un hotel de tres estrellas, por lo que su fachada no decía demasiado, parecía la entrada típica de un almacén de barrio en Argentina. Tenía una puerta ancha de cristal en medio, con una ventana también de vidrio, a cada uno de los lados. Las paredes estaban recubiertas con lonjas de piedra, de un color marrón claro; encima de la puerta tenía un cartel de fondo verde con su nombre y a la derecha, bien arriba, podía verse la caja metálica del motor del aire acondicionado.
Ni bien traspasar la puerta ya estaba en el lobby, un espacio cuadrado de unos cuatro x cuatro metros, con un mostrador redondeado, empotrado en la pared, de madera lustrada en un marrón oscuro. Las paredes estaban pintadas de un amarillo claro; a la izquierda, se encontraba una especie de altar con una estatua de buda en color dorado, con sumerios encendidos esparciendo un aroma agradable en el ambiente; a la derecha, un enorme sofá de cuero recostado contra la pared y, frente a este, una mesa ratona con la estatuilla de un elefante encima y algunas revistas y volantes debajo de este. A la derecha de la pared del fondo, había una puerta de madera del mismo color que el mostrador y en la pared de al lado, perpendicular a esta, subía una escalera de escalones de mármol blanco. El piso era de baldosas en un color crema, visiblemente gastadas por el paso del tiempo.
Detrás del escritorio me recibió amablemente un joven, con acentuados rasgos indios, de unos treinta años. Vestía una camisa blanca, pantalón negro y zapatos mocasines marrones. Me hablo en un perfecto inglés, le di los detalles de mi reserva y, tras rellenar y firmar una planilla de check-in, otro joven, vestido todo de azul, cargo mi maleta y me condujo rápidamente a mi habitación.
Al fin, estuve en el cuarto que había reservado, ya no soportaba la ropa, por lo que disfruté muchísimo al despojarme de ella. El aire acondicionado estaba encendido, lo que hacía que la temperatura, dentro de la habitación, fuera agradable.
El espacio era pequeño pero acogedor y si bien, no era una suite de lujo, debo decir que superaba las expectativas que me había formado al ver la fachada y la recepción. Como sea, estaba excelente, teniendo en cuenta el uso que tenía pensado darle.
Las paredes estaban pintadas, en su totalidad, en color blanco. Había una cama de dos plazas, esta no tenía patas, era como una especie de cajón, sosteniendo el colchón arriba. Y no sé si fue por el cansancio o por las largas horas en el asiento del avión pero este, me resulto comodísimo.
Este gran cajón, que hacía de cama, era de madera lustrada en un color marrón oscuro, al igual que el enorme respaldar de la cabecera, que se encontraba amurado a la pared y que, a su vez, presentaba un acolchado de raso, en color gris, en casi toda su superficie, dejando unos cinco centímetros de madera visible en toda la circunferencia. El cubrecama era de color blanco y estaba doblado a la mitad, exponiendo una franja roja de seda. Contaba con dos almohadas individuales apoyadas contra el respaldar y sobre estas, dos almohadones rojos también de seda.
Encima de la cabecera de la cama, casi al límite con el techo, se encontraba el aire acondicionado. A la izquierda había una especie de ropero pequeño de madera igual a la de la cama, con una sola puerta que abarcaba toda su cara anterior. A la derecha estaba la ventana, cubierta con una cortina de color beige y frente a esta había una mesa de vidrio, con dos sillones de pana del mismo color que la cortina.
En la pared de enfrente había una especie de panel de madera haciendo juego con la cama, el mueble y la puerta del baño; amurado a él, un soporte metálico sostenía un televisor de treinta y dos pulgadas. El piso era de porcelanato en color blanco. A la derecha de aquella pared estaba la puerta que conducía al baño.
El baño estaba bien, discreto, pero completo y como dato importantísimo, bien limpio. Tanto las paredes, como el piso, estaban recubiertas por porcelanato en color crema. Apenas entrar presentaba una mesada de mármol negro empotrada en la pared, de más o menos un metro x sesenta centímetros, encima de la cual estaba una pileta de manos blanca, de forma oval y poseía una canilla de agua fría y caliente. En la misma pared, arriba, había un espejo de un metro x un metro, sin ninguna clase de enmarcado.
Siguiendo por la misma pared se encontraba el famoso grifo higiénico, una especie de ducha colocada a, más o menos, un metro del suelo. Era la primera vez que veía uno en vivo, me enteré de ellos por un informe que leí en internet mientras investigaba armando mi viaje. En muchos lugares de india no se usa, ni papel higiénico, ni bidet; en el mejor de los casos cuentan con este sistema, del cual decidí pasar. Por suerte iba a todos lados con mi paquete de toallitas de bebe, no quise ni imaginar quienes podrían haber apoyado el trasero en aquel grifo. Este implemento contaba con una banquetita pequeña, como de unos quince centímetros de alto, encima de la cual, se encontraba una cubeta de plástico de unos veinte litros, dispuesta debajo del grifo para que el agua descargara allí supuse, al momento de lavarse el lado oscuro; en fin, jamás lo use. Siguiendo la línea del grifo, mucho más arriba, estaba la ducha y un metro más hacia la pared del fondo, contra esta, estaba el inodoro. Del vértice formado por ambas paredes colgaba el termo.
Ya estaba instalada en India, apenas me lo podía creer, era impensado apenas una semana atrás. Estaba en medio de uno de mis sueños de tantos años y si bien tenía claro, que no podría vivir en ciudades como aquella, la famosa mística espiritual de aquel país era algo que siempre me había atraído e intrigado. Estaba muy ansiosa por llegar al ashram y sentir en carne propia las bendiciones de su peculiar estilo de vida.
Esa emoción típica, provocada por el hecho de estar a las puertas de cumplir un profundo deseo, se veía empañada por el dolor que el recuerdo imborrable de Andrea me provocaba. Lamente con todas mis fuerzas no haber podido vivir aquella aventura junto a ella y, paradójicamente, estaba allí escapando de los demonios que, impiadosamente, su recuerdo arrojaba sobre mí. La extrañaba muchísimo, muchos recuerdos de horas felices me visitaban a diario, impregnándome de una profunda nostalgia. Y como un cazador furtivo al asecho, esa última imagen de su cuerpo desparramado en aquella cama, irrumpía entre ellos señalando mi responsabilidad y pisoteando mi corazón cada vez.
Decidí darme una ducha, me sentía toda pegoteada y sucia, debido al largo viaje y el intenso calor que experimentara desde que abandone el aeropuerto y llegue al hotel. Y, tras poner música en un volumen suave, me metí en el baño y abrí la ducha cerrando mis ojos, en un intento de fundirme con el agua y fluir con ella lejos de la realidad de mis últimos dias. El chorro en forma de lluvia se estrelló contra mi cabeza, deslizándose por esta y bajando por mi cuello gano mi torso, abrazando rápidamente todo mi cuerpo, hasta mis pies. El sonido del agua al caer se mezcló instantáneamente con la música que provenía desde el cuarto, imprimiéndole un tinte aún más nostálgico a la voz de Eric Clapton[7], que interpretaba su Tears in Heaven[8]:
Would you know my name,
If I saw you in heaven?
Would it be the same,
If I saw you in heaven?…
Sali de la ducha algo más relajada y con esa sensación única de pulcritud, que solo un buen baño te puede ofrecer. Me tire en la cama boca arriba, mirando el techo, abrazando un recuerdo que asalto mi mente en aquel instante, me dormí recreando una secuencia en que Andrea y yo corríamos de la mano por la arena de la playa, mientras el sol nos regalaba sus últimos rayos, poco antes de sumergirse a dormir en la cuna del mar.
Volví a despertar a las siete y media de la tarde aquel día, me levante, me cambie y salí a cenar a un restaurante que me recomendaran en la recepción. Este quedaba justo en la esquina del hotel, por lo que me anime a llegar caminando. El lugar estaba discreto, servían comida vegetariana, como en la mayoría de restaurantes en India y estaba buena; pero insisto, no viviría en aquel lugar.
Apenas terminé de comer volví al hotel, ya eran las nueve y media y quería dormirme temprano. Aunque había dormido una siesta demasiado larga, debía intentarlo pues, al día siguiente, tenía que levantarme a las siete y media si quería desayunar y llegar a tiempo a la estación. Luego tendría dos dias seguidos de viaje y no sabía que tan bien podría dormir en el tren.
Al llegar a la recepción consulte respecto a cómo llegar a la estación de trenes. Amablemente, me explicaron que estaba a unos veinticinco minutos en coche y que ellos podían llamarme un taxi cuando yo les indicara, también me informaron que, si lo deseaba, para más seguridad, podía comprar el pasaje por internet y luego ellos podían imprimírmelo allí mismo. Así lo hice, utilizando una dirección web que me facilitaron, al llegar a la habitación efectué la compra. Primero debí registrarme en la página y luego, sin ninguna clase de problema, pude hacerme del boleto. En un instante me llego un mail con mi pasaje, refiriendo el puesto asignado y el vagón.
Estaba dispuesta a tener las mínimas complicaciones posibles así que, para no errarle, compré el de primera clase. Era el más caro, pero aún seguía siendo barato y me daba cierta seguridad y tranquilidad extra. Al llegar a la estación de Kayamkulam debía continuar en coche unos veinte kilómetros más hasta llegar al ashram así que, aprovechando la opción que la página web del ashram me ofrecía, reserve un taxi para que me recogiera al llegar y me transportara el último tramo del largo camino. Para dejar ya todo listo y en orden, también registre mi llegada para el día miércoles. Luego baje unos minutos a la recepción, imprimí el boleto y ya me quedé con la tranquilidad de que tendría mi lugar asegurado en aquel tren.
La ansiedad, los recuerdos y los auto reproches, conspiraron para que no pudiera conciliar el sueño rápidamente. Me costó un par de horas dormirme aquella noche, pero una vez que lo hice no volví a abrir mis ojos, hasta el momento en que sonó la alarma. Ya tenía todo empacado así que, fui al baño y vacié mi vejiga, arregle un poco mi cara con algo de maquillaje y me cambie. Bajé a la recepción y les pedí que, en unos cuarenta minutos, me llamaran un taxi. Luego, tome el desayuno americano que ofrecía el hotel, el cual era bastante bueno y abundante. Cuando hube terminado y me encontraba sumida en mis pensamientos e intentando relajarme se acercó el recepcionista, informándome que ya había pedido mi coche y que de un momento a otro llegaría.
Subí nuevamente a mi cuarto y lave mis dientes, observándome en el espejo durante unos largos segundos y, tras ensayar un hondo suspiro de resignación, tome la maleta, la mochila y salí de allí. Al bajar ya me esperaba mi coche, rápidamente cumplí con el trámite del Check-out y, en pocos minutos, ya me encontraba rumbo a la estación de trenes.
Eran las ocho y veinte de la mañana, aun no andaba demasiada gente en la calle, pero, aun así, mi chofer conducía como si un meteorito fuera a acabar con el mundo en los próximos minutos y supusiese que, si no le tocaba la bocina a todo lo que se acercase a menos de un metro, el tiempo para la colisión se adelantaría. Como sea, en veintiún minutos estuvimos en la estación de trenes.
El taxi me dejo frente a un enorme cartel pintado de negro y dispuesto en forma de arco, en el cual estaba escrito, en inglés y en indio, ‘’Entrada a Nueva Delhi’’. Al pasar por debajo de este caminé por un extenso playón y me encontré frente a una edificación pintada de azul y naranja, ya estaba a las puertas de la estación de trenes.
Era la principal estación de Nueva Delhi y la más transitada del país, en términos de frecuencia de trenes y movimiento de pasajeros. Por lo que, a pesar de ser temprano, ya había una cantidad considerable de personas en el lugar. Tiene el récord del sistema de enclavamiento (Una disposición de señales y aparatos de señalización, tan interconectados, que sus movimientos deben suceder entre sí en la secuencia adecuada) de rutas más grande del mundo, junto con la estación central de trenes de Kanpur, con cuarenta y ocho de estos.
Apenas entrar, lo primero que hice fue buscar las pantallas con la información de la hora y la plataforma en la que debía abordar mi tren. El lugar estaba bien y, más allá de que la estética india hasta el momento no era mi favorita, pues el aspecto decorativo y la combinación de colores no se adaptaba a mis gustos, estaba lo suficientemente limpio y fresco. Había personas, como yo, caminando en una evidente búsqueda de algo, otros, ya esperando tranquilamente por su tren y otras tantas durmiendo en el suelo, como si de la más cómoda de las camas se tratara.
Una vez que tuve toda la información necesaria, decidí caminar hasta la plataforma 1, que era donde debía tomar mi tren, y sentarme allí mismo a esperar. Al llegar me encontré con una sala de espera solo para boletos de clase AC, como el que yo tenía, donde tuve que pagar una tarifa por hora de espera. En su interior contaba con una gran cantidad de sillas de acero y dos puestos de comida. Las instalaciones sanitarias eran comunes para hombres y mujeres, por lo que decidí aguantarme hasta abordar el tren. Es común allí que esto suceda, pero, no confiaba en la posibilidad de no pasar un mal rato. No había demasiadas personas, supuse que por la hora y por ser la espera de la primera clase. La mayoría dormía, unos pocos estaban sumergidos en su celular y solo un señor de edad avanzada leía un libro bastante gordo.
Finalmente, debí pagar por dos horas, pues mi tren se retrasó una hora y media. Luego de leer un puñado de noticias frívolas en internet, que ni siquiera sabía si eran ciertas y de responder algunos mensajes en facebook, al fin llego. Formamos una fila frente a la extensa hilera de vagones pintados de azul, con una franja verde agua justo a la altura de las ventanillas y en unos veinte minutos estuve ascendiendo en el que me fuera asignado.
No estaba impecable, pues se notaba el desgaste típico del paso del tiempo, pero a simple vista se exhibía muy limpio, cómodo, fresco y, felizmente, olía muy bien. La primera impresión fue que tendría un viaje agradable y tranquilo. Era un compartimento para cuatro personas, poseía baño privado, aire acondicionado, ropa de cama y enchufes para recargar aparatos electrónicos. Una puerta corrediza separaba el habitáculo del pasillo. Estaba muy bien, teniendo en cuenta la cantidad de horas que debía pasarme allí. Una pareja de unos treinta años cada uno, con inconfundible rasgos indios y marcada indiferencia hacia mí, subió junto conmigo y el cuarto lugar, era ocupado por un hombre mayor que ya iba visiblemente dormido.
Sin perder un segundo me ubiqué en el lugar que me correspondía, una butaca comodísima similar a la de un avión, y me dispuse a emprender el enigmático camino que había pensado para mi auto reparación. En pocos minutos el tren comenzó a avanzar, muy lentamente, hasta alcanzar, en breve, su velocidad promedio. Eché una última mirada por la ventanilla y me pareció como si esta fuera un monitor en el que se reproducía una película, me sentía ajena a aquel mundo, como perdida dentro de una ficción en la que nada, en lo absoluto, me era familiar. Y por un instante, me pregunté qué demonios hacia allí, me sentí fuera de lugar, fuera de sintonía. Pero en mi interior, algo me impulsaba a seguir y me alentaba con la idea de que iba por el camino correcto, rumbo al lugar correcto.
Como no tenía sueño, decidí mirar una de las películas que tenía archivada en mi Tablet y así hacer que las largas horas que tenía por delante, a mi percepción, pasaran más de prisa. Y así transcurrió el tiempo, de a ratos lentamente y de a ratos voló como un pájaro cruzando el océano rumbo a la primavera. Pero inexorablemente, entre recuerdos, reflexiones, reproches y lamentos, paso. Finalmente, se me hizo mucho más llevadero de lo que había imaginado, dormí durante todo el tramo de noche de las dos que me toco pasar y alguno que otro durante el día. La comida que me sirvieron era muy buena y, aunque las horas de vigilia fueron en parte duras, debido al cansancio y a mi frágil estado de ánimo, las sobrelleve de buena manera.
A las nueve y veinte de la mañana de aquel miércoles, arribe a la estación de trenes de Kayamkulam, en Kerala. Era un cruce de tres rutas y se encontraba limpia, ordenada y en buen estado. Poseía todas las comodidades básicas para los pasajeros y ofrecía wifi gratuito.
Al descender del tren creí que tendría que aprender a caminar nuevamente, mis piernas estaban aletargadas, me costaba coordinar los movimientos y me dolían un poco las rodillas. Para colmo de males, el contraste de temperaturas al abandonar el vagón de primera clase se hizo sentir en todo mi cuerpo, que empezó a sudar instantáneamente. Pero, al fin había acabado con ese eterno viaje y estaba a nada de mi destino. Cierta emoción se adueñó de mí y la ansiedad por llegar finalmente a aquel lugar, hizo que sacara fuerzas desde lo más profundo de mi ser para recorrer el tramo final.
Caminé hacia la salida y, a pocos metros de esta, pude divisar a un señor de unos cincuenta años que vestía un pantalón beige, una camisa blanca, zapatillas también blancas y exhibía, a la altura de su pecho, un pedazo de cartón con mi nombre y apellido escritos en él y debajo, decía ashram Amma. Era más que obvio, sería el chofer que habían enviado por mí, como lo había solicitado anteriormente on-line. Entonces, me dirigí hacia él, me presente en inglés y amablemente me ayudo con la maleta, subimos al coche y rápidamente emprendimos la última porción del camino.
Eran las primeras horas de la mañana, pero ya el sol descargaba sus rayos sin piedad, haciendo que la temperatura fuera elevada desde temprano. El aire que entraba por las ventanillas bajas del coche era bastante caliente, pero al chocar contra mi piel sudada, lograba mantenerme fresca mientras avanzábamos. El auto era viejo, estaba algo sucio, lleno de polvo, pero iba cómoda y esta vez, el conductor que me tocara en suerte, conducía a una velocidad razonable y más tranquilamente que los otros dos de mis experiencias anteriores.
Tras unos pocos minutos nos adentramos en un paisaje selvático, cubierto de palmeras en casi toda su totalidad, donde podían divisarse alguna que otra casa suelta perdida entre estas. Y al fin, llegamos a lo que sería el desenlace del último tramo del camino. El coche se detuvo delante de un puente estrecho que cruzaba las calmas aguas de un rio y desembocaba directamente en el ashram.
Baje del taxi y tome la maleta, comenzando a desandar los últimos metros de mi travesía por encima del puente. No me sorprendió demasiado lo que se presentaba frente a mis ojos, pues ya había leído y visto imágenes al respecto mientras investigaba en internet, pero debo admitir, que impresionaba verlo en vivo y en directo. El cuadro de los edificios de doce plantas, de estilo occidental, emergiendo de entre las palmeras y contrastando con las casas bajas de Kerala y de casi toda la india, se parecía mucho a la escenografía de una película de ciencia ficción.
En un breve instante estuve al otro extremo del puente, la emoción se manifestó en mis ojos y una sensación de paz, bienestar y optimismo me inundo, como ya hacía varios dias no experimentaba. La primera impresión fue inmejorable y la certeza de que había llegado al lugar correcto, se afianzo fuertemente en mí.
Cuando atravesé la entrada del ashram pude ver que, como en cualquier otro sitio, había personas de todas las edades y circunstancias. Gente sola, grupos, matrimonios, gente con bebes recién nacidos, familias completas con varios hijos, jubilados, estudiantes, y de varios países del mundo. Había muchos indios, pero también muchísimos occidentales.
Apenas llegar debí dirigirme a la oficina de registro de extranjeros, allí entregué mi pasaporte y me dieron las llaves del departamento. A las parejas y familias les era asignado un departamento privado y las personas que viajaban solas, como era mi caso, debían compartirlo entre tres o cuatro. En aquel momento no tenía demasiadas ganas de socializar así que, consulte si era posible que me asignaran un departamento privado, ya que nada perdía con intentarlo. Increíblemente me dijeron que era posible, pero que, si llegara a darse la situación de que necesitaran el espacio, deberían cambiarme de lugar o bien compartir aquel con alguien más. En ese momento sentí la sensación de que todo fluía acorde a mis deseos y necesidades, lo cual era una clara muestra de que no me había equivocado al elegir estar allí.
Al terminar los tramites en esa oficina me indicaron pasar por otra, donde me entregaron las sabanas y la almohada que debía devolver el ultimo día.
Me toco un departamento en la séptima planta del edificio más alto, justo delante del templo principal dedicado a la diosa Kali, la destructora del ego; desde donde también tenía una vista privilegiada del mar. Estaba maravillada, era pequeñito, pero muy bonito y acogedor, era solo una sala que constaba de un armario y un escritorio, además de una silla y la cama y, traspasando una puerta, se encontraba el baño con todo lo necesario. Las paredes estaban pintadas de color beige, las aberturas eran de madera barnizada en un tono oscuro y el piso era de mosaicos de color crema, con una fila de color ladrillo en todo su contorno.
Estaba impresionada muy gratamente y, teniendo en cuenta que pasaría allí los próximos seis dias, era una muy buena noticia.
Toda esa increíble buena impresión que tuviera al principio, se justificó y se acrecentó a medida que fui descubriendo las maravillas de aquel lugar con el correr de los dias. Y al conocer la increíble historia de Amma, sentí en mi corazón que muchas cosas interesantes se pueden realizar cuando hay buenas intenciones y sobre todo mucho amor.
Ni bien estuve instalada, junto con otras personas que también hablaban español, nos hicieron un tour en nuestro idioma, para enseñarnos donde estaban las cosas y cómo funcionaba todo. Además, reprodujeron un vídeo en el que mostraban todas las obras humanitarias que lleva a cabo la asociación en todo el mundo. Es algo extraordinario, han ayudado con muchísimo dinero en todas las grandes catástrofes naturales que han ocurrido en los últimos años.
Para muchas personas de la India, Amma, es una diosa, ya que esta mujer, desde niña, consagro su vida a los más pobres y desvalidos. Desde muy pequeña iba a sus casas a escuchar sus penas y a consolarlos con un abrazo. Poco a poco se fue haciendo famosa y gente de todos los pueblos iban a contarle las penas y a recibir su abrazo. Ya desde los nueve años comenzaron a llamarla Amma, por los abrazos de madre que daba. Hoy en día destina lo que recauda a ayudarlos, solo en India han construido miles de hogares, baños públicos, escuelas, hospitales y hasta una universidad para gente pobre. E ahí el secreto de su endiosamiento, porque ella no usufructúa grandes riquezas materiales, vive allí, dentro del ashram, en una casa normal, sin ningún lujo.
Realmente, que esta mujer dedicara tanto esfuerzo y dinero a ayudar a los más pobres, me dejo maravillada, colmándome de fe y optimismo. Con amor sincero y desinteresado todo puede lograrse, fue una de las enseñanzas que me dejo aquel lugar luego de mi breve paso por allí.
Según el hinduismo, el sufrimiento del individuo se debe a su propio karma, el resultado de las acciones realizadas en el pasado. Amma conocía este concepto, pero se negaba a aceptarlo como una justificación para la inacción. Y lo explicaba de esta manera; si el karma(destino)de un hombre es sufrir, ¿no es nuestro dharma(obligación)ayudarle a aliviar su sufrimiento y dolor?
El ashram, estaba montado en el lugar de nacimiento de la gurú, como también así, la sede mundial de su ONG. Es el hogar de más de tres mil residentes y miles de personas de todo el mundo lo visitan diariamente. Cuenta con edificios de viviendas, supermercado, comedores, piscina, templos, tiendas, banco, lavandería, hospital, colegio, residencias de estudiantes, todo lo que pudieras necesitar está allí.
Es como un pueblo cerrado, perfectamente organizado y la convivencia de millares de personas que allí residen funciona como un reloj; y todo a base de trabajo voluntario. Los devotos que viven permanentemente allí lo coordinan todo y están en las oficinas centrales, el resto hace el trabajo de campo. De esta manera todo lo que se recauda es dinero limpio, que luego es destinado a su organización sin fines de lucro. Ningún trabajo es obligatorio, al llegar me hicieron dirigir a la oficina de trabajo voluntario, para ver si había algo que me gustaría hacer. Según las premisas del ashram, el trabajo comunitario enriquece el espíritu y te sugieren que dediques a él un par de horas al día. Yo personalmente elegí entregarme a dicho trabajo por cuatro horas diarias, poniendo sellos en los sobres de las cartas para los suscriptos a la revista, lavando ropa y picando verduras.
Fue muy agradable convivir con personas de todo el mundo, de diferentes religiones y edades que trabajaban sin presión, ni obligación. Todos de buen ánimo y con una sonrisa a flor de labios, la energía que allí se percibía y el aire que se respiraba, era sumamente placentero y optimista y aquello, irremediablemente, terminaría por contagiarme.
Pude distinguir a tres clases diferentes dentro del pueblo; estaban los devotos, personas que siempre vivían en el ashram y vestían de blanco; había monjes, vestidos de naranja, que también vivían allí y luego; estaban los visitantes como yo, que íbamos por unos dias y vestíamos con nuestras ropas habituales. También supe que había un grupo de quince personas que eran los discípulos de Amma, la acompañaban desde el principio y estaban siempre con ella. Estos vestían con un atuendo también naranja, pero más intenso y me iba a ser imposible verlos. Me enteré de que, en ese mismo momento, no se encontraban en el lugar, ya que estaban acompañando a la gurú en una gira por Europa. En fin, no me preocupaba demasiado, aunque me habría gustado, yo no había ido allí expresamente a verla a ella, así que podría vivir con eso.
Las actividades que realizaban eran variadas y todas muy interesantes, tenían un programa diario y los visitantes podíamos participar libremente. Nos daban tres comidas diarias que corrían por parte del ashram, desayuno, almuerzo y cena, lo que también me sorprendió gratamente, ya que todo era delicioso. Esto sucedía en el auditorio, donde había dos inmensas mesas dispuestas a lo largo de este y, con enormes ollas, servían a miles de personas las tres comidas gratuitas del día. Además, había dos cantinas que ofrecían, una comida europea y la otra, comida inda. En estas debías pagar, pero los precios eran muy bajos, era realmente barato vivir allí.
Además del alimento, el seva(servicio voluntario), bhajans(cantos devocionales), archana(recitado de nombres de la divinidad) y la enseñanza de escrituras, estaban dentro de las principales actividades realizadas por los residentes y por los visitantes que así lo desearan, además de sus prácticas personales. También se incluían clases de yoga, meditación, cursos variados y otras diciplinas en silencio.
Aquel si era un lugar en el cual podría llegar a vivir, quizás en algún otro momento de mi vida lo haría o al menos, ir de visita por un periodo de tiempo más prolongado. Los dias pasaron rapidísimo y me sentía muy a gusto allí, es que cuando realmente disfrutas de algo el tiempo vuela. El ultimo día me sorprendió con un ánimo muy diferente del que tuviera al llegar, mi estancia en el ashram realmente había dado sus frutos. El sufrimiento había sido desterrado de mi corazón, había vuelto a sonreír después de varios dias y finalmente pude aceptar todo lo que había pasado. Sin embargo, no dejaba de pensar en Andrea y de extrañarla con toda mi alma y si bien, mi sentimiento de culpa había mermado notablemente, no podía dejar de pensar en la idea de que podría haber hecho algo para evitar aquel desenlace.
Temprano, en la mañana del día siguiente, debía abandonar el lugar. Entonces, ese día antes de que cayera la tarde fui a dar un paseo en solitario. Caminé hasta el mar, sumida en pensamientos y reflexiones y me senté en una de las rocas que estaban ancladas en la arena. La marea estaba baja y el agua llegaba hasta mi con calma, me quite las zapatillas, apoye ambos pies en la arena y deje que el contacto de su textura áspera me impregnara de su esencia y que el agua salada los empapara de su pureza y frescura, cubriéndolos hasta los tobillos. Sentí la reconfortante humedad en mi piel y una sensación de renovación me embargo hasta tocar suavemente mi alma. Una bandada de aves blancas surco el cielo, trayendo hasta mí su trino, mientras el sol caminaba lentamente rumbo al final de la tarde, escoltado por nubes grises difuminadas en el celeste del cielo.
_Es un hermoso cuadro… ¿Verdad? _La voz sonó detrás de mí en un perfecto español neutro, sobresaltándome, aunque su tono estaba cargado de tranquilidad y armonía.
Instintivamente, me volví hacia el origen de aquellas palabras y mis ojos descubrieron a un hombre de unos setenta años, vistiendo un atuendo de un color blanco inmaculado y calzando unas sandalias de cuero marrón, bastante gastadas. Tenía la piel morena, claramente bronceada por el sol y su cabeza totalmente afeitada. Una amplia sonrisa destacaba en su rostro y un aire paternal se traslucía a través de sus ojos.
_Si… ¡¡¡Es bellísimo!!! _exclame extasiada_
_Soy Maruti por cierto _dijo manteniendo su sonrisa, mientras me extendía su mano en gesto de saludo_.
_Soy Valentina, un placer _respondí estrechando su mano_.
_¡¡¡Valentina!!! _exclamo firmemente_ La valiente…, la líder…, la sociable… _agrego y amplio aún más su sonrisa_
_Ja, ja…, así dicen los estudiosos…
_O no, ellos solo lo trasmiten, usted es la que hace honor a su nombre.
_ ¿Y cómo sabe usted? _pregunte sonriendo, en tono de broma_
_No lo sabía, sus ojos me lo dijeron…
_Ja, ja… ¡¡¡Soplones!!! Ya no puedo confiar ni en mis ojos…
_Ja, ja…, pues déjelos y no se preocupe por lo que digan, solo la persona adecuada podrá leerlos correctamente… ¿Puedo acompañarla un momento?
_¡¡¡Claro!!! _exclame sin pensarlo… Pues, su presencia y su voz me transmitían mucha paz, una paz que me había hecho mucha falta en los últimos dias_
_Permiso… _dijo, mientras ocupaba una roca a mi lado_
_ ¿Y su nombre? ¿Cuál es su significado? _pregunte intrigada_
_Hijo del dios del viento… _me respondió y miro hacia el horizonte_
_Muy bonito…, suena interesante _le dije, mientras dirigía mis ojos en la misma dirección que el miraba_
_No se preocupe, las cosas finalmente ocuparán su sitio y seguirán el curso adecuado…
Lo mire asombrada, mientras él seguía viendo, inmutable, donde el mar se perdía. Volví mi vista nuevamente hacia adelante y nos quedamos unos minutos en silencio.
_ ¿Como sabe que me preocupo? _le dije y dirigí mi mirada hacia el… El solo me miro…_ O…, claro… Mis ojos… _respondí yo misma a mi pregunta y, con cierta angustia, llevé mi vista hacia abajo_
_El sentimiento de pérdida suele ser muy destructivo para la persona, pero es un error.
_Pero… ¿cómo puede un sentimiento ser un error? Estos solo surgen, no podemos elegir que sentir…
_De cierta forma tiene usted razón…, pero puede elegir que creer…
_ ¿Que creer? ¿A qué se refiere?
_El sentimiento de pérdida es una ilusión desafortunada.
_Pero las personas perdemos cosas y también a otras personas…, le aseguro que no es una ilusión.
_Esa es su creencia, la responsable de sus sentimientos.
_ ¿Y qué es lo que está mal con mi creencia?
_O, no…, no está mal, solo es errónea.
_ ¿Si es un error, cual es la manera correcta?
_Usted debe desterrar la posesión y con ella desterrara la perdida. Nada puede poseer en este plano terrenal, todo es efímero, todo es pasajero…
_ ¿Ni siquiera el amor?
_O, no…, el amor no es mundano, el amor está en usted, usted es amor. No necesita poseerlo y jamás lo perderá. Las personas solo olvidan lo que son, todo lo que necesitan siempre estuvo ahí _Con una sonrisa, señalo mi corazón_.
_Ya veo…
_Usted hará lo correcto, aunque muchas veces piense que pudo hacer más… _me dijo con calma y volvió a observar el horizonte, que ya se estaba tiñendo del naranja del ocaso_
Aquella afirmación me dejo pasmada, pues, era lo que había estado atormentándome en el último tiempo…
_No siempre hago lo mejor, en muchas ocasiones hubiera podido hacer más _dije con el lamento a flor de piel_.
_No se engañe, usted hizo todo lo que podía haber hecho, usted está hablando ahora con el hecho consumado y con todas las variantes sobre la mesa, cosa que no tenía cuando tomo esas decisiones que siente erróneas o mezquinas.
_Pero debería haber visto y tenido en cuenta esas variantes.
_Pero por una u otra razón no lo hizo, ya déjelo… La culpa es la tortura más cruel con la que una persona se condena a sí misma. Sobre todo porque es un engaño.
_Pero se siente en el cuerpo y el alma.
_Otra vez…, usted está siendo víctima de sus creencias. Cambie su perspectiva y cambiaran sus sentimientos.
_ ¿Como? ¿De qué habla?
_No puede detenerse lo que está destinado a ser, hay cosas que deben pasar, solo acéptelas tal cual son. No importa lo que usted haga, irremediablemente sucederán como deban suceder. Su ser infinito, el universo, la empujaran siempre en la dirección correcta. No busque, no luche, simplemente acepte y siga adelante. Todo llega en el momento preciso, nunca antes, ni después.
_Si, así parece… _afirme claramente consternada_
_No se aflija, en este preciso momento usted tiene todo lo que necesita, no se aferre al ayer, ni piense en el mañana, hoy es su momento. No se quede esperando el instante adecuado, hoy lo es y siempre lo será, con todos sus defectos y virtudes. La perfección es una dama caprichosa que, aunque siempre presente, rara vez se puede percibir en el mundo físico. La imperfección individual, es pieza imprescindible, de la perfección universal.
_ ¿Usted cree? _pregunte, mirándolo con incredulidad_
_Si… ¿Por qué le diría algo que no fuera cierto? Cierre los ojos y medite a cerca de todo lo que le he dicho, no lo juzgue, solo deje que penetre en su corazón y este la guie en la dirección correcta.
Así lo hice, cerré mis ojos y mastiqué sus palabras, despojada de prejuicio alguno.
_Deje que la brisa la abrace y el sonido del mar la transporte hasta el corazón mismo del universo, al centro de todo, donde la verdad reside _recito con suavidad y su dulce voz calo hasta mis huesos_
Durante unos cuantos minutos permanecí allí, en silencio y con los ojos cerrados, entregada en cuerpo y alma al instante presente. En un momento, una ráfaga de viento soplo con más fuerza abstrayéndome de mi retiro, abrí mis ojos con suavidad y descubrí que estaba nuevamente sola. Mire hacia ambos lados, incluso detrás, buscando a Maruti pero este, había desaparecido misteriosamente. Pensé que quizás debía irse y no había querido molestarme en aquel momento de meditación.
El sol ya comenzaba a ponerse y, poco a poco, la oscuridad iba ganando el terreno que hasta hacia instantes fuera suyo. Decidí volver rápidamente al departamento, aun debía hacer la maleta y quería acostarme temprano para, a primera hora por la mañana, afrontar el largo viaje de regreso que tenía por delante.
Aquella noche me dormí repasando en mi cabeza el encuentro con Maruti, sus palabras sonaron en mi mente una y otra vez, como una canción de cuna, hasta que el sueño me envolvió en sus brazos maternalmente.
Luego de abandonar el ashram volví a Delhi, más precisamente, al hotel en el que había estado hospedada antes. Estuve una semana allí pensando y planeando en qué dirección seguiría mi vida.
Nunca supe si aquel encuentro místico que había tenido con Maruti fue real, o solo una invención de mi mente ante la urgente necesidad de un consuelo. Jamás había visto a aquel hombre antes del encuentro y nunca más volví a verlo, lo cierto es que, con el correr de los dias, sus palabras me colocaron en una perspectiva que me liberaba por completo de todo el sufrimiento y la culpa que me habían mantenido oprimida. Por primera vez, desde el fatídico suceso, en el cual padecí la perdida de Andrea, me sentía libre y lista para seguir adelante.
[1] Gwen Renée Stefani (Fullerton, California, Estados Unidos; tres de octubre de mil novecientos sesenta y nueve), más conocida como Gwen Stefani, es una cantante, compositora y diseñadora de moda estadounidense. Debutó como cantante en No Doubt en mil novecientos ochenta y seis y alcanzó la fama con el tercer álbum de estudio de la banda, titulado Tragic Kingdom. De este se lanzó el sencillo «Don’t Speak», uno de los más reconocidos en la historia mundial. Los siguientes álbumes del grupo fueron Return of Saturn, Rock Steady y Push and Shove, que incluían influencias de ska y new wave.
Su primer álbum como solista fue Love. Angel. Music. Baby., inspirado en la música de los años ochenta e incluye ritmos hip hop, R&B, pop y dance. Tuvo gran acogida mundial y llegó a ser uno de los álbumes más vendidos de dos mil cinco. El tercer sencillo del álbum titulado «Hollaback Girl», fue certificado por la RIAA como la primera canción en llegar al millón de descargas digitales. Su segundo trabajo como solista se tituló The Sweet Escape, el cual lanzó cinco sencillos. Ha sido ocho veces nominada a los premios Grammy y ganó en una ocasión. Todas sus ventas incluyendo a la banda No Doubt superan los 50 millones de álbumes.
[2] Es una canción de la banda estadounidense de rock No Doubt. Fue lanzado en mil novecientos noventa y seis, como el tercer sencillo del tercer álbum de estudio de la banda, Tragic Kingdom. La cantante Gwen Stefani escribió la canción sobre su compañero de banda y exnovio, Tony Kanal poco después de que terminara su relación de siete años. A pesar de la popularidad de la canción, «Don’t Speak» no llegó a los conteos de la Billboard Hot 100 (debido a que las reglas de aquellos tiempos, requerían sencillos comerciales para ser contados y esta canción no había alcanzado tal categoría), pero este sencillo llegó a alcanzar el número uno de los listados de la Billboard Hot 100 Airplay.
La canción, también se posicionó en el número uno en Inglaterra, Irlanda, Canadá, Letonia y Australia. El sencillo inició el resurgimiento del ska a mediados de los años de noventa, asimismo ha sido el más exitoso de No Doubt y el que los dio a conocer a nivel internacional.
«Don’t Speak» se considera el mayor hit musical de No Doubt, como demuestra su nominación como Canción del Año y Mejor Actuación de Pop por un dúo o grupo vocal en los Premios Grammy de mil novecientos noventa y ocho.
[3] Joaquín Ramón Martínez Sabina (Úbeda, Jaén; doce de febrero de mil novecientos cuarenta y nueve), conocido como Joaquín Sabina, es un cantautor, poeta y pintor español.
Ha publicado diecisiete discos de estudio y siete en directo y colaborado con distintos artistas cantando dúos y realizando otras colaboraciones. Los álbumes en directo son grabaciones de actuaciones en las que ha intervenido en solitario o junto con otros artistas. Se estima que ha vendido más de diez millones de discos y también ha compuesto para otros artistas como Ana Belén, Andrés Calamaro o Miguel Ríos, entre otros. En su faceta literaria ha publicado nueve libros con recopilaciones de letras de canciones o poemas publicados en el semanario Interviú.
[4] Compuesta por, Antonio García de Diego, Joaquín Sabina, Pancho Varona, S. Castillo, es el octavo corte del álbum Mentiras Piadosas, el séptimo del cantautor español, Joaquín Sabina, lanzado en el año mil novecientos noventa.
[5] Fue una banda de rock inglesa, activa durante la década del sesenta, y reconocida como la más exitosa comercialmente y la más alabada por la crítica en la historia de la música popular y de la música rock. Formada en Liverpool, estuvo constituida por John Lennon (guitarra rítmica, vocalista), Paul McCartney (bajo, vocalista), George Harrison (guitarra solista, vocalista) y Ringo Starr (batería, vocalista). Enraizada en el skiffle, la música beat y el rock and roll de los años cincuenta, su sonido incorporaría a menudo elementos de la música clásica y del pop tradicional, entre otros, de forma innovadora en sus canciones; la banda posteriormente llegaría a trabajar con un extenso rango de estilos musicales, yendo desde las baladas y la música de India, hasta la psicodelia e incluso el hard rock. La naturaleza de su enorme popularidad, que había emergido primeramente con la moda de la «beatlemanía», se transformó al tiempo que sus composiciones se volvieron más sofisticadas. Llegando a ser percibidos como la encarnación de los ideales progresistas, extendiendo su influencia en las revoluciones sociales y culturales de la década del sesenta. Liderados por la dupla Lennon-McCartney, construirían su reputación en los clubes de Liverpool y Hamburgo sobre un período de tres años a partir de mil novecientos sesenta. Establecidos como un grupo profesional, después de que Brian Epstein les ofreciera ser su representante, y con su potencial musical mejorado, por la creatividad del productor George Martin, lograrían el éxito comercial en el Reino Unido a finales del sesenta y dos, con su primer sencillo, «Love Me Do». A partir de ahí, irían adquiriendo popularidad internacional a lo largo de los siguientes años.
[6] Es una canción compuesta por Paul McCartney, cuya versión original fue grabada en mil novecientos sesenta y cinco, ¡para el álbum Help!, de la agrupación británica The Beatles. Dicha versión, es una balada melancólica, que supuso la primera composición oficial de The Beatles donde un solo integrante de la banda grababa un tema, Paul McCartney, que fue acompañado por un cuarteto de cuerdas.
[7] Eric Patrick Clapton (Ripley, Surrey, Inglaterra, Reino Unido; treinta de marzo de mil novecientos cuarenta y cinco), más conocido como Eric Clapton. Es un guitarrista, cantante y compositor de rock y blues británico, conocido por su magistral habilidad con la guitarra eléctrica, en concreto con su Stratocaster. Es miembro del Salón de la Fama del Rock and Roll por partida triple: como miembro de The Yardbirds y de Cream y por su carrera como solista. En opinión de muchos críticos, Clapton ha sido uno de los artistas de la cultura de masas más respetados e influyentes de todos los tiempos. Aparece en el puesto número dos de la lista «Los 100 guitarristas más grandes de todos los tiempos» de la revista Rolling Stone y en el puesto número 55 de su especial «Inmortales: Los 100 artistas más grandes de todos los tiempos». Además, en 2005 la revista Guitar World incluyó cinco de sus canciones entre los mejores solos de guitarra de todos los tiempos.
Su estilo musical ha sufrido cambios diversos a lo largo de su carrera, pero sus raíces siempre han estado profundamente ligadas con el blues. Es reconocido como un innovador en varias etapas de su carrera. Practicó el blues rock con John Mayall & the Bluesbreakers y The Yardbirds y el rock psicodélico con Cream, además de haber tocado estilos muy diversos en su etapa en solitario: Delta blues en su álbum Me and Mr. Johnson, pop en su canción «Change the World» o reggae en su versión del tema de Bob Marley «I Shot the Sheriff». Algunos de sus mayores éxitos han sido los temas «Layla» de su época con Derek and the Dominos, «Sunshine of Your Love» con Cream «Tears in Heaven» y For Your Love con The Yardbirds que fue su primer gran éxito.
[8] Es una balada escrita por Eric Clapton y Will Jennings en memoria de Conor, hijo del primero, quien murió el veinte de marzo de mil novecientos noventa y uno, al caer del piso cincuenta y tres de un rascacielos en Manhattan, Nueva York, a los cuatro años y medio de edad. Escrita nueve meses después del deceso, se transformó en uno de los temas de más éxito de Clapton. Alcanzó el número dos en la lista de popularidad Billboard Hot 100 de Estados Unidos y se mantuvo tres semanas en el primer lugar de la lista Adulto Contemporáneo en mil novecientos noventa y dos. «Tears in heaven» fue incluida originalmente en la banda sonora de la película Rush. En el año mil novecientos noventa y tres ganó tres premios Grammy, en las categorías «Canción del año», «Grabación del año» y «Mejor interpretación vocal pop masculina». También fue incluida en el álbum de Clapton Unplugged. La canción ocupa el puesto trecientos cincuenta y tres de las quinientas mejores canciones de todos los tiempos según Rolling Stone.
Capítulo VIII
Morir…, para luego renacer.
Al tercer día de estar en Nueva Delhi, en el hotel, investigando, viendo y reviendo cual sería mi próximo destino, me decidí por continuar con mi camino en el continente oceánico. Australia sería mi próxima parada, el lugar elegido para radicarme y llevar a cabo un nuevo comienzo.
Después de exhaustivas evaluaciones me volque por la ciudad de Sídney, esta inclino la balanza con su belleza y sus más de cien playas. En principio iría como turista y, de esta manera, el domingo cuatro de junio de aquel dos mil diecisiete llegue a aquella fantástica tierra. Una vez allí tramite la visa para estudiantes, que tenía como ventaja, al contrario de otros países, que el gobierno australiano me permitía trabajar a media jornada, combinando estudios y trabajo; además del hecho de que no había un límite de edad para estudiar. Era perfecto para mis aspiraciones de hacerme un lugarcito en aquella comunidad y, con el tiempo, poder establecerme definitivamente.
Para comenzar elegí apuntarme en un curso de inglés general, este me permitiría perfeccionar lo que ya sabía del idioma y luego, más adelante, podría continuar con otros cursos que requerían de un nivel de inglés más avanzado.
Un par de dias después de obtener mi visa, luego de un mes y medio viviendo allí disfrutando de las maravillas de aquella ciudad, logre conseguirme un trabajo como niñera, más precisamente, cuidando una dulce niñita de cinco años que se portaba de maravilla y en poco tiempo nos hicimos muy compinches. Jess, así se llamaba ella, me recordaba muchísimo a mi cuando tenía su edad y la complejidad y preocupaciones de la adultez aun no contaminaban mi vida. Además de entablar una muy buena relación con la pequeña, se generó un gran vínculo con sus padres, Mike y Jane, él era ingeniero aeronaval y ella una arquitecta. Eran dos hermosas personas, que me acogieron como a una más de su familia, incluso, cuando les hable de mis preferencias sexuales y, con la comprensión y el respeto de los grandes amigos, lo aceptaron sin ninguna clase de objeción.
Durante aquel periodo me estuve hospedando en un Hostel en el centro de la ciudad, en un cuarto privado; luego, al conseguir el trabajo, decidí mudarme. La familia de la niña a la que cuidaba vivía en el barrio Maroubra, era una zona de playa de las más tranquilas y de las más alejadas de la ciudad, a unos cuarenta minutos en coche. Entonces, mitad por comodidad y mitad por tener la playa a mano, alquile un pequeño departamento en ese lugar, a solo unas calles de la casa en la que trabajaba.
Australia es un país increíble, en contraste con los de Sudamérica, que es donde me toco nacer. Su gente cumple con las reglas religiosamente, es respetuosa y solidaria con los demás, casi todo funciona a la perfección. Posee una de las economías más estables del mundo, está en constante crecimiento y se ha posicionado como el país con menor índice de desempleo. Es multicultural, con un veinticinco por ciento de su población residente compuesta de inmigrantes, por lo que la discriminación no es un problema. La vida allí es un sueño hecho realidad para los que amamos la naturaleza, pues, cuenta con exuberantes paisajes y una gran variedad de especies animales y vegetales. Estudiar allí es sinónimo de ser capacitado por uno de los sistemas educativos más eficientes del mundo, con un amplio abanico de posibilidades a disposición de todas las personas que quieran superarse.
Ya habían pasado casi dos años desde que llegara y mi vida había dado un gran vuelco, trabajaba y estudiaba en Sídney, ya por aquel entonces un curso de instructora de surf. Con el tiempo me había vuelto una surfista casi experta, había aprendido lo básico en Brasil y en Australia me perfeccioné lo suficiente para serlo. Me compre una moto enduro, como siempre lo había deseado y la que siempre había querido, una Honda crf 250 impecable, con solo un año de uso. Comencé a usar el cabello corto, con un corte desmechado y volví a mi color natural, el rubio clarísimo casi platinado. Hice muchos amigos y amigas, conocí muchas chicas con las que me relacioné íntimamente y tuve buen sexo, en ocasiones. A pesar de haber terminado el curso de yoga y de tener previamente el de masajista, el de Reiki e instructora de fitness, decidí continuar trabajando con los Jhohanson cuidando a Jess, pues me sentía muy cómoda haciéndolo, los quería muchísimo a los tres y además, la paga era excelente y suficiente para vivir como quería.
Eran tiempos geniales aquellos, era feliz, disfrutaba de la vida y me divertía muchísimo; claro, siempre hay un pero gigantesco en medio de una vida perfecta. Ni un solo día, desde que abandonara Barcelona, había dejado de pensar en Andrea. Y jamás, ni antes, ni después de ella había sentido con otra chica lo que sentí entre sus brazos. Cada boca que besaba me recordaba el sabor y la sensualidad de sus labios, cada cuerpo, que rozaba mi piel, traía a mi mente las alucinantes sesiones de amor y de sexo que me hicieran vibrar sin remedio y erizaran hasta el último bello de mi cuerpo. A esas alturas pensaba que jamás podría olvidarla, que jamás me sentiría nuevamente como me sentí con ella.
Una mañana de domingo, en la que no debía trabajar y con la posibilidad de dormir hasta tarde sin necesidad de la alarma, desperté sobresaltada. La ventana se encontraba abierta, así la había dejado la noche anterior a causa del calor; el viento hacia flamear las cortinas permitiendo la entrada intermitente de los cálidos rayos solares. Mi respiración estaba agitada y me sentía espantada, como si hubiera visto a un fantasma, a los pocos segundos vino a mi mente el recuerdo de un sueño que había tenido previo a despertarme.
Escuchaba golpear la puerta de mi departamento con suaves toques, casi imperceptibles y al abrir, tras ella, me encontraba con un hermoso bosque de un intenso verde, decorado de flores diversas, cuyos colores brillaban y se exponían con una intensa belleza, rozando lo irreal. Los pájaros cantaban dulcemente aportando la melodía de la naturaleza a la escena, mientras una suave briza acunaba con delicadeza la vegetación, hacia un lado y hacia el otro. Al salir de la inevitable fascinación a la que me sometía mi vision, descubrí delante de mí a una niñita de cabellos negros como la noche y la piel blanca como la luna, de aproximadamente dos años de edad, vistiendo un vestidito de un blanco inmaculado, como las alas de un ángel, repleto de flores bordadas, también en blanco.
Claramente había sido quien tocara mi puerta, esta no dijo nada, solo sonrió con la frescura y dulzura inimitable de la inocencia, mientras tendía su mano en dirección a mí. Instintivamente tomaba su mano y me conducía a través del espeso bosque, guiándome hasta la vera de un lago. En él se encontraba una mujer de cabellos también negros, del mismo tono que la niña y vistiendo un atuendo similar al de esta. Se encontraba de espaldas a nosotras, sentada en el borde con sus pies dentro del agua, dibujando ondas en el inmenso espejo de agua con sus movimientos. Al escuchar el ruido de la hierba al ser pisoteada y el crujido de las ramas al quebrarse en nuestro intento de llegar hasta ella, la mujer se daba vuelta lentamente y al correr el cabello de su rostro, para mi sorpresa, descubría que era Andrea. Esta no decía nada, se limitaba solo a sonreírme como lo hiciera hacía tiempo, durante aquellos maravillosos momentos pasados. Y en aquel instante desperté…
Aquel día me levante, me duche y, luego de desayunar, me quede en el departamento viendo las fotos que sacáramos juntas en Barcelona. Hacía tiempo que no lo hacía y mi corazón se aceleró de golpe, mi estomago se llenó de mariposas excitadas y mis ojos se colmaron de lágrimas, de esas amargas que suelen ser hijas de nostalgia. Sorpresivamente, un ejército de recuerdos fabulosos me asalto tomándome por completo, pero no estaba triste, solo me emocioné profundamente, recordándome junto a ella tan radiante y feliz. Y de golpe tomé conciencia de cuanto llegué a amarla y cuanto aun lo hacía, sintiendo nuevamente aquella pesadez de no habérselo dicho cuando tuve la oportunidad.
En ese momento, la duda que me había rondado durante gran parte de los subsiguientes dias a aquel periodo, se instaló inesperadamente en mí. ¿Estará muerta?
De repente tuve el impulso de escribirle y la inquietante necesidad de salir de dudas. Busqué en el directorio de contactos su número y, a pesar de que ya no me aparecía su foto de perfil, le envié un mensaje por WhatsApp, el cual, luego de unos cuarenta minutos aun no le llegaba. Entonces decidí aventurarme aún más y llamarla, lo intenté cinco veces, pero las cinco me respondió una voz de mujer, diciendo que el número que quería contactar no pertenecía a un abonado en servicio. ¿Sería que en verdad había muerto? O quizás… ¿Habría dado de baja aquel número?
Aquello me frustro muchísimo, pues no tenía modo de contactarla más que ese número. Luego de unos minutos tensos, entre lamentos y maldiciones, Alejandra mi amiga de Barcelona, vino a mi mente. Ella estaba al tanto de mi relación con Andrea y de casi todo lo que había sucedido, cuando ya estuve radicada en Australia la había contactado y hablamos muchísimo al respecto. En Sídney eran las diez y quince de la mañana, así que, teniendo en cuenta la diferencia de diez horas, en España sería aún la media noche. Confiando en que todavía estuviera despierta, pensé que podría escribirle para que, en algún momento, ella fuera al departamento de Andrea e intentara contactarla o averiguara algo de ella.
Así lo hice, le envié un mensaje y luego de unos quince eternos minutos me respondió. Se alegro muchísimo por saber de mí y estuvo dispuesta a ayudarme en todo lo que estuviera a su alcance. Ella vivía no muy lejos de La Barceloneta, así que, me prometió que por la mañana se daría una vuelta por allí y trataría de conseguirme alguna información.
Aquel fue uno de los dias más largos de mi vida, debía esperar unas diez o doce horas para saber si Ale lograba conseguirme alguna información; me encontraba muy nerviosa, inquieta y extremadamente ansiosa. El recuerdo de Andrea y el repentino deseo de querer saber de ella, dispararon en mí una oleada de sentimientos desbocados que me era imposible controlar. Y entonces me di cuenta de lo necesario que me era saber la verdad de los hechos, de una vez por todas. Necesitaba darle un cierre definitivo a aquel asunto, porque la incertidumbre acerca de la suerte que había corrido, era una piedra en mi zapato que no dejaría que caminara definitivamente en paz y por esa razón debía cerrar el círculo.
Ese día no salí de casa, no me dieron ganas, lo pasé viendo películas y series y recreando en mi mente lo mejor de los momentos vividos en Barcelona, con el deseo de que las horas pasaran lo más rápido posible y tener al fin alguna noticia de ella. Entre una cosa y otra llego la medianoche y aun no tenía novedades, entonces decidí acostarme, puse música suave y esperé el mensaje de Alejandra por un buen rato. En España iban por la hora de la siesta, eran apenas las dos de la tarde y quizás pronto recibiría alguna novedad.
La alerta de WhatsApp de mi móvil hizo que me sobresaltara, me había dormido profundamente vencida por el cansancio, debido al desgaste producido por el estado de nerviosismo con el que pasara la totalidad de aquel domingo. Eran la una y quince de la mañana y el mensaje era de Ale. Instintivamente, casi salte de la cama, incorporándome y sentándome encima de la almohada contra la pared. Me decía que el departamento, en el cual vivía Andrea, estaba desocupado y puesto en alquiler. Pero que había hablado con una vecina preguntándole por ella y esta le conto su versión a cerca de los hechos ocurridos hacía dos años y de la trágica muerte por sobredosis de dos jóvenes; aunque no supo decirle quienes eran los muertos. Le dijo también que otros dos se habían salvado, más precisamente tres, pues eran un chico y una chica que estaba embarazada de tres meses, pero tampoco supo darle el nombre de estos.
Al leer aquel mensaje me quede paralizada, no dejaba lugar a dudas para mí, Andrea había muerto. Sabía que no estaba embarazada, pues estaba segura de que me lo habría dicho, más aún, teniendo ya conocimiento de la amarga historia con su padre y el embarazo interrumpido.
La alerta del celular volvió a sonar, arrancándome del trance en el que me sumergiera el mensaje anterior. Nuevamente era Alejandra y me enviaba el número de teléfono que figuraba en la placa de la inmobiliaria para contacto, diciéndome que quizás ellos podrían darme alguna otra pista o algún nombre de las personas involucradas aquella noche.
No podía creerlo, todo este tiempo sin tener una respuesta había alentado cierta esperanza en mí. No lo sé, siempre tuve la fantasía de volver a encontrarla a la vuelta de alguna esquina o sentada en una banqueta, acodada en la barra de algún bar una noche de esas cualquiera.
Pero en ese momento, como nunca antes, tuve la certeza de que eso jamás sucedería. Me di cuenta de que no volvería a verla, de que nunca podría decirle lo que sentía por ella y ni siquiera podría despedirme. Un intenso sabor amargo colmo mi boca y las lágrimas brotaron alevosamente como aquella noche, en que la viera tirada en su cama sin ninguna señal de vida.
Entonces recordé el fatídico episodio, lo reproduje en mi mente al detalle y, en uno de esos detalles, la duda me pego un cachetazo, despertando en mi interior una pizca de efímera esperanza. Uno de los cuadros de aquella escena se detuvo unos instantes en mi cabeza y entonces recordé un pormenor en el que jamás había pensado, pues nunca había querido saber el desenlace de tal evento, hasta ahora. Andrea estaba sentada con la espalda contra la pared y la chica que yacía tumbada de espaldas junto a ella, tenía claramente su boca repleta de un líquido espeso, pues había podido ver como este chorreaba por ambas conjuntivas de sus labios. Entonces se me ocurrió que, si había alguien que podría haber muerto debía ser esa otra mujer pues, por lo que pude observar, debió morir ahogada con su propio vomito. De ser así, como lo estaba imaginando, era muy probable que la que sobreviviera fuera ella y que tampoco estuviera al tanto de un embarazo y que, por esa razón, nunca me lo había dicho.
Aquella pequeña y esperanzadora deducción me devolvió el alma al cuerpo y me inoculo una oportuna inyección de fe. En Australia ya eran la una y cuarenta de la mañana, o sea que, en España serían las tres y cuarenta de la tarde. No podía esperar, entonces decidí utilizar el número que me pasara Alejandra e intentar conseguir alguna información que apoyara mi nueva teoría.
Sin perder tiempo, con ambas manos temblando por el extremo nerviosismo, marque el número y llame. Respiré profundamente, maldiciendo furiosa, al escuchar el tono de ocupado y, sin perder un segundo, corte y volví a marcar; entonces sí comenzó a llamar, en tanto yo sudaba como una condenada. Luego de unos cinco interminables ‘’tu’’, ‘’tu’’…, una voz de hombre atendió del otro lado. Rápidamente lo consulte a cerca del departamento que fuera de Andrea y le pregunte si estaba al tanto de la tragedia que había acontecido en él hacía unos dos años. Este me respondió afirmativamente, entonces le comenté que yo era amiga de la chica que en ese momento alquilaba el lugar, pero que hacía varios años que había perdido el contacto con ella. Le dije que hacía poco me había enterado de lo sucedido y aun no podía averiguar qué suerte había corrido. Directamente, sin ningún tipo de preámbulo, le pregunte si la que había muerto era ella o la otra chica.
Hizo una pausa, que a mí me resulto infinita, durante la cual mi corazón se detuvo y el sudor se acrecentó notablemente, escurriéndose por todos los poros de mi piel. Finalmente se dignó a responderme y, para el alivio de todo mi ser, su respuesta fue ciento por ciento favorable. Me dijo que un chico y una chica ya estaban muertos cuando llego emergencias y ella, junto con otro joven, estaban en estado grave y fueron trasladados de inmediato al hospital. El muchacho murió pocos dias después, pero Andrea, junto con su bebe, lograron sobrevivir gracias a que alguien llamo aquella noche denunciando la emergencia. Después de todo, después de tanto atormentarme con la culpa, parecía que sí, había hecho algo por ayudarla, pensé.
Durante unos segundos me fue imposible articular palabra, pues la emoción me había anudado la garganta, dominándome por completo. Cuando al fin pude volver a hablar, le pregunté si él tenía alguna información de su paradero, si sabía que había hecho al rescindir el contrato del departamento. Me respondió que no tenía idea, que recordaba vagamente que un muchacho se había presentado a cancelar el contrato en su nombre, pero que no podía precisar quien era.
Le agradecí efusivamente la información, unas dos o tres veces y luego corté la comunicación. Estaba movilizada por completo, invadida por la adrenalina, la emoción y las ansias de saber más. Al menos, en ese momento, podía tener la certeza de que estaba viva y a partir de entonces, en el horizonte de mi vida solo hubo una referencia, encontrarla.
La pregunta del millón era… ¿Cómo lo haría? Ni siquiera sabía su apellido, por alguna extraña razón jamás se lo había preguntado y ella tampoco me lo había dicho. Debía pensar muy fríamente y encontrar la manera de conseguir más información acerca de ella. A todo esto, ya eran las dos y media y debía despertar a las siete, así que, apague la luz y, luego de más o menos una media hora que me tomo descender el nivel de ansiedad, pude finalmente dormirme.
La mañana siguiente desperté a duras penas y recién en mitad del desayuno logré sentirme en el plano de los vivos. La idea de encontrar a Andrea me punzaba las entrañas, transformándose en un deseo casi obsesivo, pero aún no se me ocurría de qué manera podría hacerlo.
Con gran esfuerzo, logre llegar a horario a casa de los Johanson, aquel día Jane me recibió con un beso y un abrazo, estaba super ansiosa y notoriamente nerviosa, pues debía presentar un proyecto en su trabajo que podría valerle una promoción para un puesto más alto. Me pidió que le deseara suerte y entonces le dije: ‘’éxitos, la suerte es para los mediocres’’; reímos juntas y me agradeció algo emocionada, para luego marcharse de la casa temblando como un papel. Mike ya había salido rumbo a su trabajo, él siempre se iba antes de que yo llegara y Jess cursaba el preescolar por la tarde, así que aun dormía.
Me senté en la sala, tomé el móvil y le escribí a Alejandra contándole lo que había podido averiguar acerca de Andrea. Deje el teléfono encima de la mesa y la siguiente hora y media la pase doblando ropa de Jess, colocando más a lavar y cortando fruta para su desayuno. Lo de la ropa no entraba dentro de mis tareas obligatorias, pero me gustaba mucho hacerlo, a modo de ayuda, cuando no tenía más que hacer. En pocos minutos esta despertó y, como siempre, me recibió con una sonrisa y un fuerte abrazo, ambas nos queríamos mucho y disfrutábamos sobremanera pasando tiempo juntas.
Luego de una media hora de remolonear y jugar una pequeña batalla de almohadas, logre que se levantara, fue al baño y en unos quince minutos estaba desayunando mirando sus caricaturas preferidas y, debo decir que, también las mías; los Simpson eran un ritual casi todas las mañanas durante su desayuno.
Cuando Jess hubo terminado de desayunar y ya estuvo lista salimos camino del supermercado, que estaba a unas cuatro calles de allí. Caminábamos tomadas de la mano, mientras me iba contando algunas cosas que había aprendido en su clase de preescolar del día anterior, cuando unos metros antes de llegar a la esquina sonó mi celular. Hice que nos detuviéramos unos segundos, hasta que logre sacarlo del bolsillo trasero de mis jeans, lo desbloquee y seguimos caminando mientras lo revisaba.
Era un mensaje de Alejandra, en respuesta al que yo le enviara hacía ya un par de horas y en él me preguntaba si ya había probado buscarla en Facebook. _¡¡¡Imposible!!! Dije para mí, no tenía su nombre de usuario y ni siquiera sabía su apellido. Entonces, justo en aquella fracción de segundos, un joven de unos catorce años doblo la esquina con su skate, lo suficientemente rápido como para no darme el tiempo necesario para quitarme del camino. Cuando lo vi ya me estaba envistiendo, arrojándome bruscamente al suelo. Mi primer instinto fue mirar en dirección de Jess, que felizmente salió ilesa y me observaba con cara de preocupación, el chico había quedado encima mío en cuatro patas y cuando volví la vista hacia él me encontré con la imagen que estaba impresa en su camiseta, era Marilyn Manson. No lo podía creer, me quede perpleja unos segundos y mientras el muchacho se levantaba pidiéndome disculpas, la mire a Jess a los ojos y, con cara de haber descubierto la fórmula de la pólvora, le exclame: _¡¡¡Andrea Manson!!!
Entonces tuve mi momento de EUREKA, como una revelación había venido a mi memoria una de las noches que compartimos con Andrea, en aquel restaurant de Barcelona en el que comíamos pizza y yo le pedí su nombre de usuario de Facebook para agregarla y recordé haberlo escrito en las notas del celular, pero al final nunca le envié la solicitud, lo había olvidado por completo hasta ese momento.
La pequeña me miro desconcertada, también el muchacho, que volvió a disculparse mientras yo me ponía de pie. Cuando ya estuve incorporada lo tomé efusivamente por ambas manos agradeciéndole, como si hubiera salvado mi vida, acentuando aún más su desconcierto y alentándolo a salir de allí más rápido de lo que había doblado por aquella esquina, seguramente pensando que se encontraba frente a una loca de remate.
No lo podía creer, de repente y sin buscarlo, había encontrado una manera casi segura de poder contactarla. Ansiosamente busque y entre en la sección de notas de mi celular y allí estaba, tal como lo había guardado…, Andy Manson era exactamente y esta vez jamás lo olvidaría.
Luego de responder el mensaje de Alejandra seguimos camino, no la busque hasta llegar a casa, quería hacerlo tranquila, tomarme mi tiempo y meditar acerca de qué hacer y que decir, en el caso que lograra hacer contacto.
Cuando Mike llevo a Jess al preescolar, poco antes de las trece horas, yo volví a mi casa montada en una nube de ansiedad incontrolable. Al llegar mi respiración estaba notoriamente agitada a causa del nerviosismo y la velocidad con la que había caminado el tramo de regreso.
Ya había almorzado con los Johanson y, aquel día, no tenía ningún compromiso por la tarde, así que, sin perder tiempo me quite toda la ropa, me tumbe en la cama y, después de encender mi notebook, me conecte a Facebook, coloque su nombre de usuario en el buscador y…
No pude contener las lágrimas de emoción al ver su foto del perfil, estaba bellísima, tenía el cabello más largo de lo que recordaba, con una sonrisa que podía iluminar todo un auditorio y cargaba en sus brazos al que seguramente seria su bebe, lo que me hizo suponer que la foto era vieja, ya que aquel niño o niña debería tener más de un año y medio.
Pero mi sonrisa y emoción no duraron demasiado, solo los segundos que tarde en entrar en su perfil y ver su foto de portada. En un primer plano se veía una torta de cumpleaños con una velita encendida en forma de número uno, frente a la cual había sentada una pequeña preciosa, note claramente su sexo por cómo iba vestida, y detrás de esta estaba Andrea abrazada a un chico muy lindo. Se los veía muy felices a los tres, lo cual me daba la pauta de que sería su pareja, quizás el padre de la niña y ya no quise seguir viendo, otra vez afloro el sentimiento de pérdida y eso dolía demasiado.
Deje la maquina encima de la cama, busque en la mesita de noche la hierba y el papel y arme un porro. Luego de encenderlo me alejé de la cama, sentándome en un almohadón frente a la ventana, a observar transcurrir la vida como una espectadora desde mi zona de confort.
Necesitaba relajarme, centrarme y pensar con claridad, no lo estaba haciendo, la decepción que me produjo aquella imagen derribo mis expectativas e hizo que me frustrara, entristeciéndome profundamente; y me sentí muy enojada por eso. Entonces hice lo que me dijera Muriti, intenté ver las cosas desde otra perspectiva.
Amaba muchísimo a Andrea y eso, debía significar que su felicidad y bienestar debían ser también los míos. Eso, precisamente, era lo que había podido observar en aquella fotografia, entonces tenía que estar feliz por ella, pero en ese momento estaba pensando solo en mí. Así que, con mucha humildad deje de lado los intereses personales y analice los hechos de manera diferente.
Hasta hacia unas horas atrás pensaba que estaba muerta, luego pude descubrir que no era así y en el momento en que vi su portada de Facebook pude notar que estaba radiante y feliz. Definitivamente debía dejar de ser tan egoísta y alegrarme por su felicidad y su manera de reinventarse y salir adelante.
Tras debatir varios minutos conmigo misma, reflexionando y analizando la situación, llegue a la conclusión de que debía alegrarme por sus logros y con la última pitada me autoconvencí de que, aunque las cosas no fueran como yo quería tenía que apoyar todo lo que ella eligiera en tanto esto significara su dicha.
Me levante del suelo con el ánimo renovado y con intenciones de ahondar más en lo que había sido de su vida desde el incidente. Me senté en la cama y tomé nuevamente la notebook, regresando en su biografía hasta el dos mil diecisiete.
No me llevo demasiado tiempo pues, como yo, era evidente que no perdía demasiado tiempo en Facebook, ya que no tenía gran cantidad de publicaciones y en pocos segundos llegue hasta el momento en el tiempo que me interesaba.
La última publicación antes del desastre había sido unos cuatro meses atrás y fue un meme, la siguiente era de unos cinco meses después de la tragedia, era una de las fotos que yo le había incluido en el portarretratos digital que le llevara de regalo aquella noche; en ella, nos encontrábamos sentadas en la cama luego de tener sexo, luciendo ambas una amplia sonrisa. Se veían solo nuestras caras, denunciando una rara mezcla entre amor, satisfacción y abatimiento. Encima de la imagen había escrito: ‘’Yo también te amo mi amor’’. Y debajo de esta estaba transcripto el poema que yo le escribiera y que había incluido en el paquete del portarretratos:
‘’ Al nacer,
un mundo se abrió a mis ojos
Y mis ojos se abrieron a la par.
Un espacio repleto de secretos,
de riquezas y sueños por conquistar.
Los pájaros cantaban al sol
anunciando su despertar
y se dormían cuando la luna
comenzaba con su andar.
Las flores lo embellecían todo
y su perfume impregnaba el lugar.
Mis pies caminaron sus tierras
mil veces y sin parar,
en toda dirección posible.
Recorrieron sus extensas llanuras,
navegaron su largo y ancho mar.
Deseaba…, imagine tantas cosas
sin saber con certeza que buscar.
Hasta que un día,
sin siquiera pensarlo, te conocí
y entonces fue que al fin supe,
cuando al mirarte a los ojos
me vi en los tuyos brillar.
Y en ese misero segundo
que duro una eternidad,
me disparaste con tu sonrisa,
aquella curva maravillosa
vestida de dulce entrega.
Tocaste mi corazón, quizás sin saberlo
y desterraste mi cordura
desnudando mi alma,
conquistando mi mundo,
sin posibilidad alguna de cura.
Entregándome, sin opción,
a la dulce condena
de amarte con locura.’’
Mis lágrimas cayeron sin más, como una sorpresiva lluvia de verano que se descuelga impiadosa, fuera de contexto, modificando, en un abrir y cerrar de ojos, el paisaje. Se me aflojaron los mocos y mi piel se erizo por completo, todo en un instante. La impotencia se mezcló con la felicidad, también la tristeza llego a la cita y la incertidumbre, sin ser menos, dijo presente. El deseo de abrazarla se volvió irrefrenable, naciendo en mí una urgente necesidad de verla a los ojos y gritarle que la amaba con toda mi alma y que todo lo que quería era estar con ella hasta el final de nuestros cuerpos y aun después de ellos.
Con los sentimientos alborotados y sin saber precisar cómo me sentía exactamente, seguí avanzando en su biografía. La publicación que le seguía era una foto suya con un vestido negro al cuerpo, en la que se veía de costado tomándose la panza, que parecía a punto de estallar. Encima de esta decía: ‘’Esperando por la pequeña Val’’
¿Val? ¿Le pondría mi nombre? Estaba cada vez más desconcertada y confundida, quizás sería Valeria, o Valquiria, o…; o quien sabe qué. Traté de buscar información leyendo los escasos comentarios, pero nada pude deducir de estos.
Y así, seguí avanzando en el tiempo por sus publicaciones, sin poder encontrar ninguna información del chico de la foto de portada y su relación con ella, hasta llegar a una de un año exacto después de la tragedia. Era una fotografia mía, en realidad, originalmente de las dos, pero evidentemente estaba cortada para que solo yo me viera. La tomamos un día en la playa y recordé que al verla me dijo que era la chica más hermosa que jamás había visto. Encima de la imagen escribo: ‘’Mi Lara Croft’’. Y debajo, se explayó con un texto algo más extenso y profundamente sentido: ‘’Lamento muchísimo que las cosas hayan acabado de la manera en que terminaron, hubiera querido tener más tiempo contigo, hubiera querido tener todo el tiempo del mundo para nosotras. Voy a estar agradecida a esta vida hasta el día en que muera por haberte conocido. Jamás podre dejar de amarte y, aunque no vuelva a verte otra vez, siempre tendrás un lugarcito privilegiado en mi corazón y serás mi ángel de la guarda. Mi hermosa Valen, espero que estés más que feliz donde sea que estés, seguramente, haciendo las delicias de la vida de alguien con tu hermosa luz. Te amare por siempre’’
Mientras leía aquellas líneas mis lagrimas asomaron con progresiva abundancia, hasta estallar en un llanto descontrolado al acabar el texto. Apoye la maquina en la cama y llore desconsoladamente por un rato, sentada en cuclillas abrazando mis piernas, maldiciendo y preguntando… ¿Por qué? Me costaba creer como todo ese idilio, ese fluir mutuo de energías y tanto amor rondando entre nosotras se había acabado de un plumazo. Lo sentí injusto, me pareció que estaba mal, no podía resignarme a que ese nivel de reciprocidad quedara perdido para siempre, estaba convencida de que debía intentar algo.
Cuando logre reponerme seguí investigando en sus publicaciones y luego de unos tres o cuatro posts sin ninguna importancia llegue al último, que era la foto de portada que viera en un principio y había sido publicada hacía unos seis meses ya, encabezada por la frase ‘’Gracias por tanto amor’’
Seguía sin saber quién era el chico misterioso y, aunque no tenía confirmación, parecía su pareja, pero de lo que si estaba segura era de que, aquella persona era muy importante para ella. No sabía qué hacer, tuve intenciones de agregarla y escribirle, pero me surgieron millones de dudas, entonces me detuve. No quería arriesgarme a que me rechazara y así perder toda posibilidad de mirarla a los ojos y decirle todo lo que sentía por ella. Por otro lado, pensaba en que un rechazo parecía incoherente, dada la relación que habíamos tenido y lo que ella había escrito de mí. Pero quizás, si estaba en pareja ella preferiría limitar una charla conmigo solo a un chat y eso no estaba en mis planes. Necesitaba verla, volver a sumergirme en sus ojos y desnudarle mi corazón, luego de eso aceptaría seguir adelante con el que sea que fuera el resultado.
Estábamos a mediados de noviembre, diecisiete para ser más exacta y los Johanson tomarían sus vacaciones a partir del primero de diciembre, lo que significaba, que tendría poco más de un mes libre para dar con Andrea y poder expresarle toda la revolución de sentimientos que aun despertaba en mí, quemándome por dentro.
Busque dentro de la sección de información, en su perfil y afortunadamente figuraba el lugar en que vivía, o al menos, era el último lugar que había cargado en el sistema, Palma de Mallorca; por lo visto, otra vez debería andar por España. También descubrí entre sus datos el nombre del lugar en el que aparentemente trabajaba, era Bar Café Coto y, según decía, era la gerenta del lugar. Seguí indagando y descubrí que el negocio tenía una página de Facebook, en la cual entre y pude averiguar la dirección y el teléfono del lugar. Entonces, considere más prudente llamar corroborando que realmente podría encontrarla allí, no quería hacerme un viaje en vano a España.
Eran las cuatro de la tarde en Sídney, así que allá serían las seis de la mañana y en la información del lugar decía que abrían a las siete. Entonces decidí comenzar a averiguar cómo llegar a Mallorca, mientras dejaba pasar la hora para poder llamar y que alguien me atendiera. Luego de buscar en varios sitios, comparando precios y beneficios, conseguí un vuelo para el primero de diciembre. Tenía que hacer dos escalas, salía desde Sídney a las tres y cuarenta y cinco de la tarde y llegaba a Hong Kong a las nueve y cincuenta y cinco de la noche, donde hacia la primera escala. Luego, salía a las dos y treinta de la mañana y llegaba a Zúrich a las ocho y quince de la mañana, donde hacia la segunda escala. Finalmente, saldría de allí a las cuatro y quince de la tarde para llegar a Mallorca a las seis y cinco de la tarde.
A todo esto, la hora había pasado rapidísimo y en España ya eran las siete y media de la mañana, entonces tomé el teléfono y, sin más preámbulos, llame. A pesar de que no tenía intenciones de hablar con Andrea, las manos me temblaban y me encontraba completamente nerviosa. Solo pretendía averiguar si realmente trabajaba allí y si era ella la que respondía cortaría de inmediato.
El teléfono sonó unas cuatro veces, hasta que una voz femenina, que claramente no era la de ella, me atendió amablemente. Llena de nerviosismo, titubee unos segundos y, luego de desbloquear mi lengua, le pregunte por Andrea. La mujer me dijo que aún no había llegado, que por favor la llamara en una media hora. Era una noticia excelente, era todo lo que pretendía saber, ya tenía la seguridad de que estaba en la dirección correcta, le agradecí y colgué rápidamente.
Cubrí mi rostro con ambas palmas y lancé un profundo suspiro, ya estaba encaminada y totalmente decidida a enfrentar mi suerte. Sin dudarlo, compré los pasajes y comencé a averiguar por algún hotel en mi próximo destino. Rápidamente conseguí lugar en uno de tres estrellas, el Amic Horizonte, en el cual reservé una habitación por dos dias. No quise hacerlo por más tiempo, pues no tenía idea de que esperar de aquel encuentro y, en el peor de los escenarios, me volvería de inmediato a Sídney.
Luego de eso pase el resto del día reviendo nuestras fotos, envuelta en un torbellino de sensaciones que despertaron de un largo letargo, en apariencia, mucho más fuertes de lo que podía recordar y armando en mi cabeza una docena de bocetos, de cómo sería nuestro encuentro y nuestra charla próxima.
Los dias restantes a mi viaje continuaron normalmente en mi entorno, pero en mi interior, era víctima de un inquietante levantamiento de profundos sentimientos, de los cuales el amor era la cabeza de lanza y el combustible necesario, para impulsar aquella temeraria aventura en busca de cerrar uno de los ciclos más importantes de mi vida.
Cuando los Johanson me preguntaron qué haría en mis vacaciones, les conté lo que planeaba y los puse al tanto de todo lo acontecido, realmente me urgía hablarlo con alguien, de alguna manera necesitaba apoyo para disipar cualquier atisbo de duda que pasara por mi mente. En seguida me dieron su bendición, me dijeron que necesitaba tener la certeza absoluta de las cosas y me apoyaron, sosteniendo que mi decisión era totalmente adecuada, lo cual me llevo a amarlos aún más.
Finalmente, y a pesar de mi ansiedad, el día llego, me embarque en aquel vuelo hecha un manojo de nervios, debatiéndome en un mar de dudas. Luego de unas veintiocho horas y cuarenta y cinco minutos, debido al retraso de uno de los vuelos, toque suelo español. Eran exactamente las siete y quince de la tarde cuando descendí en el aeropuerto de Palma de Mallorca y el cambio de hemisferio se hizo sentir, pues la temperatura al llegar era de unos nueve grados, en duro contraste con los veinticinco que tenía en Sídney cuando abordé mi vuelo.
Es el tercer aeropuerto en importancia de España por volumen de pasajeros y el más rentable del país; pude dar fe de eso, dada la cantidad de personas que se movían como insectos dentro de él. Estaba hambrienta y muy cansada, así que decidí comer algo allí mismo para luego, una vez instalada en el hotel, no tener que salir hasta el día siguiente. Necesitaba de todas mis fuerzas y lucidez para afrontar lo que me había llevado hasta allí.
Luego de una hora, cuando ya me hube alimentado y descansado un poco, salí del aeropuerto en busca de un taxi que me transportara rápidamente los nueve kilómetros que tenía hasta el hotel. El frio me golpeo sin piedad, no porque fuera tan terrible, sino porque yo había saltado del verano al invierno sin ninguna escala. Por fortuna, previsoramente me había llevado las prendas de invierno necesarias para pasar sin problemas algunos dias allí.
La fachada del lugar no era imponente, pero llamo mi atención una postal de la costa mallorquina de más o menos unos doce x tres metros, desplegada en la parte alta de la pared del frente del hotel, sobre la cual, colgaba un cartel blanco con letras negras diciendo, Hotel Horizonte. Finalmente ingresé y, si bien el interior seguía sin ser descollante, sentí que había llegado al mejor lugar del planeta, pues el abrazo que me dio la temperatura del lugar al entrar fue, sin temor a exagerar, de las sensaciones más adorables que recordaba en mi vida. En ese momento realmente podía afirmar que la calefacción era, de los inventos del hombre, mi preferido.
Finalmente estuve en mi habitación y la temperatura era aún más agradable, tanto así, que me permitió despojarme de casi toda la ropa, quedándome solo con la comodidad de la tanga y una camiseta. El lugar estaba excelente, pequeño y cómodo, con una vista inmejorable del mar, que ya a aquella hora se veía oscuro, perdiéndose entre los mismos tonos del cielo y contrastando con las luces artificiales de la ciudad y el brillo de las estrellas que colgaban de la negrura del firmamento.
Las paredes y el techo estaban pintados de blanco, contaba con una cama de dos plazas, una mesita de noche a cada uno de los lados, aire acondicionado, calefacción, un placar, un tv de pantalla plana, teléfono y un escritorio. Todo el mobiliario era de un color beige bien clarito, las cortinas eran de color gris y el cubrecama era blanco, con una franja ancha en gris. También había un par de sillones de forma redondeada, en color turquesa, uno en un rincón y el otro frente al escritorio; y poseía un amplio balcón terraza, desde el que podía verse la piscina.
Luego de contemplar la belleza del cielo estrellado y de relajarme unos minutos tendida en la mullida amplitud de la cama, decidí tomar un baño para terminar de desentumecer mi cuerpo y prepararlo para un merecido y placentero descanso. Me quite las dos prendas de ropa que me quedaran, coloque música y me metí en el baño, entregándome al abrazo purificador del agua caliente.
Pasados unos veinte minutos salí de la ducha, el agua estaba deliciosa y logro reestablecerme por completo. No me dieron ganas de secarme el cabello, así que me deje la toalla envuelta en la cabeza para escurrirlo lo suficiente, mientras me lavaba los dientes. Ya eran las nueve y cincuenta y siete y estaba más que lista para desmayarme en el sueño profundo. Apague las luces y camine hacia la ventana, me gustaba mucho observar las luces de la noche desde la obscuridad de la habitación. En ese momento, la luna se presentaba ante mí con un brillo increíble y me gusto pensar que era una especie de buen presagio, para lo que al día siguiente me esperaba, lo cual sentía, sería uno de los momentos más importantes de toda mi vida.
Pasados un par de minutos me metí en la cama y me sentí como un gladiador, que se tira a descansar la noche previa a una pelea en la que coqueteara con la muerte. Y así, con la mente copada del recuerdo de Andrea, cerré los ojos y me entregué enteramente al descanso. Mi cuerpo estaba tenso, mi estomago alborotado y mi corazón había perdido su ritmo habitual, pero nada de eso pudo contra el cansancio acumulado en el viaje. En un corto instante y lentamente, fui entrando en el necesario terreno de los sueños.
En torno a mí, como un manto protegiendo mi descanso y con un suave volumen, sonaba la bellísima canción de The Bangles[1], Eternal Flame[2]:
Close your eyes, give me your hand, darling
Do you feel my heart beating
Do you understand?
Do you feel the same…
No puse la alarma aquella noche, con toda la intención, pensando en descansar todo lo que mi cuerpo necesitara y a la mañana siguiente desperté aturdida por la cantidad de horas dormidas y algo desconcertada, ante lo desconocido del espacio en el que me encontraba. Me llevo unos segundos entrar en la órbita terrícola y al hacerlo, recordé el motivo que me había llevado hasta allí y, de manera instantánea, volvieron los nervios, las mariposas en mi estómago y los latidos fuera de tiempo de mi corazón.
Ya eran las nueve de la mañana, pero no tenia de que preocuparme, pues el bar estaba abierto en horario corrido, por lo que el tiempo no sería problema. Pase con urgencia por el baño ya que, luego de casi diez horas de dormir sin pausa, mis desechos corporales se habían acumulado drásticamente. Antes de volver a la habitación me pare frente al espejo y luego de contemplarme al detalle por unos segundos, llena de nervios y de dudas, me repetí un par de veces en voz alta que, lo que estaba por hacer era absolutamente necesario para seguir adelante.
Atravesé la habitación y corrí las cortinas encontrándome con un día esplendido, el monarca sol lo embellecía todo desde su trono, sin ninguna clase de interrupción, pues ni una sola nube se había atrevido aun a invadir su soberana presencia, quizás por respeto a semejante magnificencia. Las plantas que podía ver desde lo alto permanecían inmóviles como en una pintura, lo que denotaba la escasez de viento y a lo lejos, el mar se ondulaba desde el horizonte hacia la costa, donde rompía en olas depositando sus besos de espuma en la arena, como una ofrenda de amor a su eterna enamorada la playa.
Tras ponerme algo de ropa corrí una de las hojas de vidrio de la ventana, para poder constatar la temperatura y saber con qué vestirme. La temperatura se sintió muy fresca a la primera impresión, a causa de la calefacción en el interior, pero al salir al balcón y habituarme al aire puro de la mañana, la encontré más que agradable.
Camine hasta la baranda posando mis manos sobre esta, al tiempo que ensayaba un profundo suspiro. Recorrí con la mirada todo el territorio ante mí y, como el guerrero que está a punto de salir a la conquista de nuevas tierras, observé aquel horizonte con ansias de aventuras y tesoros.
Finalmente, luego de un rápido reconocimiento del terreno, decidí entrar y cambiarme, debía bajar a desayunar. No exagero, si digo que aquel día estuve cincuenta minutos frente al espejo probándome ropa, aun con la escasa cantidad que había llevado en esa oportunidad. Al final, estuve conforme con algo sencillo, pero, finalmente me vi como quería. Mi armadura para la batalla quedo definida por una camiseta de algodón, en color blanco, de mangas largas; pantimedias de invierno, en color negro; minifalda de jean, de color celeste, muy gastada y desflecada en el borde inferior; un sweater de lana con cuello en forma ve, a rayas negro y blanco; y en los pies, me calce unas botas negras, de cuero ecológico, hasta debajo de las rodillas.
Eran las diez y veinte cuando baje por el desayuno y me quedaban cuarenta minutos hasta el cierre del comedor. Había gran variedad de opciones para elegir, pero, dado que mi estomago era un caos, elegí tomar algo bien liviano, no planeaba descomponerme antes de enfrentar a Andrea, así que tomé un pote de ensalada de frutas y un vaso de yogurt bebible. Casi debí obligarme a tragar a causa de los nervios, me llevo los cuarenta minutos que restaban del horario del desayuno, terminar con el mío.
Ya de vuelta en la habitación tomé el kit de maquillajes y me metí en el baño, quería estar lo más deslumbrante posible aun, cuando recibir una patada en el trasero estaba dentro de las posibilidades. Debía sentirme segura, así que, utilizaría todas las armas que tuviera a disposición para lograr tal cometido. Previo a lavarme los dientes, me plante frente al espejo, me mire a los ojos y dije para mí: _Llego la hora de la verdad. Y a modo de arenga, agregue en voz alta: _¡¡¡Bien!!! ¡¡¡Hagámoslo!!!
Comencé con el lápiz de cejas, de un tono acorde con estas, buscaba un resultado natural, por lo que marqué solo el trazo en la parte superior, dejando la parte inferior con su forma natural. Luego pase al delineado de ojos, usando el color negro. Seguidamente me coloque un bálsamo anti imperfecciones, para conseguir estar hidratada a la vez que unificaba el tono de mi piel y conseguía un acabado natural. Continúe con mis labios, hidratándolos y maquillándolos un poco con un tono nude. Después le di un poco de colorete rosado a mis mejillas y finalmente, me apliqué un par de pasadas de mascara para pestañas, para oscurecer las más largas y conseguir una mayor densidad y así, lograr una mirada mucho más despierta. Para concluir mi producción, desparrame un poco de cera capilar en mis manos y peine mis cabellos desordenadamente.
Una vez que estuve lista y conforme con mi imagen, tome el teléfono y busque la ruta que debía seguir hasta el café en el que trabajaba Andrea. Según el google maps tenía unos cuarenta minutos caminando y el camino era bastante simple. Debía llegar hasta la avenida de Gabriel Roca, la calle del paseo marítimo, a unas pocas calles de mi hotel y desandarla hasta llegar a Carrer del Consulat, donde doblaría a la izquierda adentrándome en la ciudad unas calles, hasta dar con la Plaza de la Drassana frente a la cual se encontraba el bar.
Con la ruta ya trazada y repasada en mi cabeza, me dispuse a salir. Tome el teléfono, los auriculares, los lentes de sol, la cartera y, tras tronar un par de veces mi cuello, abandone la habitación con paso firme y decidido. Una vez en la vereda del hotel busqué música en la biblioteca del teléfono, esta vez elegí una carpeta de rock argentino, las mejores canciones de todos los tiempos, decia. Presione play y, como si lo hubiera preparado para la ocasión, Andrés Calamaro[3] me decía al oído: _¡¡¡Ahí vamos…!!! Entonces comenzó a sonar la potente melodía de su fantástica canción Sin Documentos[4] y segundos después, la pasión y el tono de su voz le imprimieron un toque de impulso aventurero a mi caminata:
Déjame atravesar el viento sin documentos
Que lo haré por el tiempo que tuvimos
Porque no queda salida
Porque pareces dormida…
El Paseo Marítimo es como un gran balcón al mar frente a la ciudad, posee una amplia zona peatonal junto a este, que te permite caminar disfrutando del bellísimo paisaje que solo esa gran masa de agua es capaz de ofrecer. También encuentras bancos dispuestos a su largo, con la opción de sentarte y relajarte observando el cuadro, con árboles y palmeras que contribuyen al disfrute ofreciendo su tupida sombra. Del otro lado encuentras una acera repleta de restaurantes, hoteles, tiendas de lujo, souvenirs y heladerías. En ese momento no había grandes masas de gente en las calles, supongo que sería por el horario, ya que la mayoría estaría almorzando o trabajando. Si pude ver una notoria cantidad de coches, yendo y viniendo sin cesar. Observé, además, que disponía de un carril para bicicletas, en el que pude divisar a un puñado de ciclistas, algunos patinadores, otras personas corriendo y una que otra caminando. Hasta el momento, aun con lo poco que había tenido la oportunidad de conocer, Palma me parecía un muy bonito lugar.
La música y el paisaje ayudaron a hacer un poco más llevadera la caminata y desapercibido el motivo que me llevara hasta allí, relegando momentáneamente los molestos nervios. Aunque en algunos tramos me invadieron los pensamientos, las especulaciones y las dudas acerca de lo que estaba por enfrentar; sintiéndome, por momentos, caminar por el corredor de la muerte.
Finalmente llegue a la plaza, estaba a unos pocos metros del lugar en el cual, supuestamente la encontraría. El bar estaba justo en la esquina, presentaba paredes de ladrillo desnudo, con una puerta principal de doble hoja de vidrio, con dos vidrieras grandes por las que intente ver hacia dentro, pero el reflejo me lo impidió. Un toldo de color ceniza bordeaba todo el lugar y la estrecha vereda estaba cubierta de mesas y sillas vacías viendo que, en algunas de ellas, quedaban restos de lo que podría haber sido un desayuno.
Apague la música, me retire los auriculares y respire hondo un par de veces, avanzando a paso lento. En ese momento me di cuenta de que no estaba nada segura de lo que estaba a punto de hacer, miles de pensamientos y supuestos resultados negativos invadieron mi mente llenándome de dudas; entonces decidí seguir caminando y pasar de largo. Caminé unos doscientos metros, pasado el bar, luego me detuve tratando de relajarme y normalizar mi respiración. Y entonces, me di coraje a mí misma repitiendo que nada tenía por perder y, por el contrario, tenía mucho por ganar. De esa forma, ya decidida, volví sobre mis pasos y llegué nuevamente hasta el café.
Al dar vuelta la esquina, decidida a traspasar la puerta, vi que en la vereda estaba una de las meseras limpiando una mesa…
_Hola, buen día…, o buena tarde, ja, ja… _dije mientras me quitaba los lentes, titubeante_
_Hola, buena tarde, ja, ja… ¿En qué puedo ayudarte? _pregunto con mucha amabilidad_
_Si… Estoy buscando a Andrea. ¿Se encuentra?
_Ay…, que mal, acaba de salir hace unos treinta minutos… ¿Qué necesitas?
_¡¡¡Uf!!! Nada…, yo…, soy una amiga, solo quería saludarla. _respondí, sin poder disimular mi nerviosismo y frustración_
_Entiendo, ella vuelve en un par de horas, si quieres puedes volver, o… ¿Quieres dejarle algo dicho?
_O, no, no, está bien…, supongo que tendré que volver…, daré una vuelta por ahí y pasare más tarde _dije mientras la saludaba con la mano_.
_Como quieras… ¿Tu nombre?
_Soy Valentina _respondí y me arrepentí de inmediato de hacerlo_.
_Ok, le diré…, soy Nuria, un gusto.
_Un gusto también para mí. Pero…, me gustaría que fuera una sorpresa, por favor no le digas que vine, volveré en un par de horas.
_Ho…, entiendo…
_Gracias, adiós… _dije al tiempo que me giraba para irme_
_Adiós… ¡¡¡Ey!!! ¡¡¡Espera…!!! _me grito mientras me alejaba_
_ ¿Sí? _dije, acercándome nuevamente_
_Mira, si tú quieres puedo decirte donde esta y puedes buscarla ahora mismo.
_Ay… ¿Verdad? ¡¡¡Si!!! Si no…, debo ir y volver… Y ando caminando.
_Si, entiendo, no está lejos. Ella acostumbra a ir al paseo marítimo como a esta hora, a tomar un descanso al aire libre.
_Uy genial, te lo agradezco mucho, y… ¿Sabrías indicarme en qué lugar del paseo, más o menos, puedo encontrarla?
_Mira, tengo entendido que le gusta sentarse frente al mar, a la altura de esta calle, así que, si caminas derecho por aquí deberías encontrarla fácilmente, es muy cerca.
_Si, es por donde vine. Te lo agradezco muchísimo, realmente me has ayudado mucho, que tengas un buen día.
_Na…, por nada, también tú, adiós.
Cruce la calle, bordee la plaza y retome el camino por el que había llegado hasta el bar. Si estaba donde Nuria me marcara, había sido un milagro que no nos encontráramos al pasar la primera vez. Unos cien metros antes de llegar a la intersección con el Paseo Marítimo pude divisar el mar y, superponiéndose a su bella estampa, se podían ver palmeras asomando de las edificaciones al final de la calle empedrada.
Aminore la marcha antes de llegar a la esquina, estaba tensa, ansiosa y bastante asustada. Cuando estuve a solo unos metros de llegar a la avenida la vi, estaba sentada en un banco al costado de la calle. Por un momento me quede paralizada, creo que sufrí un pequeño ataque de pánico, respire profundamente unas cuantas veces hasta recuperarme medianamente y luego me dispuse a avanzar hacia ella.
Apenas di un par de pasos y me detuve en seco, no había reparado en el muchacho y la niña que jugaban con una pelota, unos metros delante y a la izquierda de ella. Pude distinguir que era el chico misterioso de la foto y supuse que la niña debía ser su hija. Inmediatamente desistí de la idea de acercarme y me senté en uno de los bancos que estaban al final de la calle a mi izquierda, a unos cuarenta metros de ellos y debajo de una palmera. El sol contribuía generosamente a mantener una agradable temperatura en el comienzo del diciembre español y, por el contrario, una suave brisa intermitente proveniente del mar, se encargaba de recordarme que el invierno gobernaba el lugar por aquella época.
Por unos minutos no supe que hacer, limitándome solo a quedarme allí, observando y analizando la escena que se desarrollaba frente a mí. Pasado un momento el chico camino hasta el banco sentándose junto a ella, mientras la niña siguió jugando a unos metros.
Era un muchacho alto, de más o menos un metro noventa, y fornido, se veía de unos treinta años aproximadamente. Su piel era blanca, cabello negro, con un corte de barbero y usaba una barba bastante tupida, pero muy prolija. Vestía con pantalones de jean azules, un sweater negro y zapatillas blancas. Andrea se veía muy bien en general y, a la belleza que le recordaba y que siempre me había deslumbrado, ahora se le sumaba el deseo y la fascinación de lo que no puedes tener. Vestía con un sweater negro, una minifalda del mismo color, unas pantimedias a rayas negras y blancas y unas botas de caña baja, también en negro.
En un instante que para mi percepción duro una eternidad, clavándose en mi costado izquierdo como una daga asesina, el chico se acercó a ella, la abrazo y beso su cabeza. Ella le sonrió como solía hacerlo conmigo y luego, apoyando la cabeza en su hombro, se acurruco junto a él.
Mi mundo, que hasta ese entonces hacia equilibrio sobre mis optimistas presunciones de que podríamos estar juntas y felices otra vez, se derrumbó completo sobre mí. Aplastando mis sueños, mi fe y mi corazón en un solo movimiento de realidad brutal.
Aunque no había querido pensar seriamente en ello, lo que acontecía ante mis ojos, era uno de los desenlaces posibles para la aventura en la que me había embarcado. En ese momento me di cuenta de que nada tenía ya por hacer y al verla tan radiante y feliz sentí que no tenía ningún derecho de irrumpir en su vida y remover una historia que ya había quedado sepultada por el peso del tiempo y la distancia y que, evidentemente, ella había podido superar muchísimo mejor que yo.
Solo me restaba alegrarme por ella, por su bienestar y felicidad, deseándole lo mejor en mi mente y mi corazón y volver a mi casa, a intentar seguir con un camino que se presentaba bastante incierto. Tome el celular y me coloque los auriculares dispuesta a irme cuando, en ese instante, la niña volteo justo hacia mí y quedamos mirándonos a los ojos. De la nada y para mi asombro, esta levanto su brazo izquierdo señalándome con su dedo. Nerviosamente mire hacia atrás por encima de mi hombro, pero no había nadie, era a mí a quien señalaba y sin dejar de hacerlo, miro hacia el banco en el que estaba la pareja mientras decía algo que no pude escuchar. Andrea no se enteró, pues estaba inmersa en su teléfono, pero el chico movió apenas su cabeza en dirección a mí y se quedó observándome como tratando de dilucidar quien era.
Con un movimiento brusco impulsado por los nervios, que tal situación me había producido, me levanté del banco girando hacia mi derecha y adentrándome con prisa en la callecita de piedra por la que había llegado; literalmente hui de allí, ya no tenía sentido, todo había acabado. Caminé con la conciencia de que me alejaba definitivamente de quien alguna vez me hiciera la persona más feliz del mundo, pero con el consuelo de que al menos una vez en la vida tuve la oportunidad de estar con la mujer que, ante mí, ante mis ojos, mi corazón y mi alma, se presentó perfecta.
Con el paso de los derrotados, camine sin mirar atrás, aprete el play del reproductor de música del teléfono y la carpeta de rock argentino que estaba en reproducción, continuo con una de las baladas más tiernas y nostálgicas que jamás escuche. La voz dulce y melancólica de Silvina Garre[5], aportaba a aquel momento la cuota de dramatismo definitivo con la canción Diablo y Alcohol:
Comprendo que han cambiado algunas cosas
El color de mi pelo y mi voz
Los juegos ya no son los mismos juegos
Y no hay secretos entre vos y yo…
Cuando ya hube recorrido unos cien metros sentí una mano en mi hombro que detuvo mi marcha dándome un susto tremendo, al punto de gritar espantada. Me gire de golpe y el susto muto en sorpresa, los latidos de mi corazón en golpes y todo mi cuerpo pareció colapsar, olvidando momentáneamente de qué manera funcionar correctamente.
Frente a mis ojos, a solo unos pocos centímetros de distancia estaba Andrea sonriéndome y diciéndome algo que no conseguía escuchar. Cuando logre salir de mi estupor y recuperar medianamente el control de mis funciones motrices, retire los auriculares de mis oídos para poder oírla.
_Hola…, yo… ¡¡¡Disculpa!!! No pude escucharte… _alcance a articular, luchando contra una fuerza invisible que retorcía mi estómago y apretaba mi garganta al límite de la asfixia_
_Te preguntaba si pensabas irte sin saludarme… _me expreso, notoriamente nerviosa_
_Si… No…, yo no… Disculpa… _Los nervios enredaban mi lengua_
_ ¿Si o no? _pregunto, intentando sonar bromista_
_No…, ja, ja… _Sonreí intentando romper el hielo_ No era la idea original, pero no quise molestarte, estabas con la niña y tu…
_¡¡¡Mi hermano, boba!!! Es mi hermano… _exclamo sonriéndome, con esa sonrisa que llevaba luz hasta el rincón más oculto de mi alma_
Quede atónita, sin poder decir nada y mis lagrimas explotaron rebalsando mis ojos, despeñándose de manera abundante por mis mejillas.
_Ey… No llores, por favor… _se acercó lo suficiente para estrecharme en un abrazo, con el que pude sentir como todo mi ser se llenaba de pura vida_
La abrace con la fuerza proporcional a las ansias que el tiempo separadas había acumulado en mi corazón, en un intento por borrar todos esos momentos sin ella.
_¡¡¡Te amo mi amor!!! _susurre entre lágrimas, apretándome aún más a ella_ ¡¡¡Te amo con toda mi alma!!!
_¡¡¡Yo también hermosa!!! Te he amado cada segundo desde que te conocí… _Apenas termino la frase busco mi boca con sus labios y me regalo el beso más dulce, sensual y colmado de amor que jamás nadie podría darme_
Sin demora la correspondí, descargando a través de mis labios todas las sensaciones que corrían por mi cuerpo y todo el amor que mi corazón era capaz de acunar. En ese momento supe con certeza cuanto la había extrañado y cuanto la había deseado con el cuerpo, el corazón y el alma.
Mientras nos besábamos sentí que una mano pequeña abrazaba mi pantorrilla, ambas miramos hacia abajo y allí estaba la pequeña, abrazando las piernas de ambas y con su cara metida entre estas.
_Ey Val… ¿Qué haces? Ja, ja… _pregunto Andrea_
La niña nos miró a ambas pero no respondió y nuevamente se apretó contra nuestras piernas.
_Ven aquí… _Andrea se agacho y la levanto_ ¿Sabes quién es ella? _le pregunto señalándome_
_Valentina… _respondió la niña con voz chillona y hundió su cabeza avergonzada en el pecho de su madre_
_Pero… ¿Cómo sabe? _pregunte totalmente asombrada_
_Ella sabe todo de ti, sabe todo de nosotras, sabe cuánto te he amado y cuanto te amo. Le mostré todas nuestras fotos y le conté como fue que nos salvaste _me respondió tomando mi mano_. Saluda a Valentina _dijo dirigiéndose a la pequeña_.
La emoción volvió a embargarme y las lágrimas no tardaron en volver a aflorar, estaba extremadamente sensible, aun sin poder creer que aquello estaba realmente sucediendo.
_Hola Val… ¿Me das un beso? _le dije a la pequeña, mientras secaba mis lagrimas con una mano y acariciaba sus cabellos con la otra_
_Si… _respondió, desenterrando su cabeza del pecho de Andrea y exhibiendo una fresca y bellísima sonrisa_
_Ven aquí _le dije extendiendo mis brazos hacia ella_.
Sin dudarlo, la pequeña se entregó a mis brazos, me beso la mejilla y rodeo mi cuello con sus bracitos.
_ ¿Y tú como te llamas? _pregunte en su oído_
Se rio avergonzada y miro a su madre…
_Dile bebe… ¿Cómo te llamas? _le insistió Andrea_
_Soy Valentina…, pero me dicen Val… _me dijo con la gracia y la ternura que solo una personita de su edad podría expresar_
Volví a emocionarme y a llorar, mientras sonreía.
_Confieso que tuve el impulso de llamarla Lara…, pero la verdadera heroína de mi historia eres tú. Tú me salvaste mucho antes de aquel fatídico día, esa noche en aquel bar comenzaste a salvarme. Me demostraste que hay otras opciones, me regalaste tu amor, tu comprensión y eso para mí fue mucho más de lo que hubiera esperado de esta vida. Tú serás por siempre la persona más importante en mi vida. Val lo es todo para mí y es un regalo que no esperaba recibir, pero es gracias a ti que está viva, ambas estamos vivas por ti. Te amo con el alma mi bella angelita.
Ya no podía con tanta emoción, extendí mi brazo y, tomándola por su hombro, la traje hacia mi quedando la niña en medio, fundiéndonos las tres en un abrazo rebalsado de puro amor.
_¡¡¡Ejem!!! ¡¡¡Disculpen!!! No quiero ser aguafiestas, pero debo volver _la voz de hombre sonó firme detrás de mi_.
_¡¡¡Ay…!!! ¡¡¡Perdón!!! Ven aquí… _dijo Andrea tomando a su hermano de la mano y trayéndolo hacia nosotras_ Valen, él es Antoine; Antoine, ella es Valentina _nos presentó y tomo a la niña en brazos_.
_Hola…, es un gusto _le dije mientras pasaba el puño de mi sweater por mis ojos y le extendía la otra mano en un saludo_
_Ho…, deja eso _respondió corriendo mi mano_ Ven aquí…, he oído muchísimo de ti y es un enorme placer al fin poder conocerte _agrego, apretándome con fuerza contra su pecho_
_Es verdad Valen, debemos volver al bar…; pero, ven con nosotros… ¿Quieres?
_No, no, no… de ninguna manera _interrumpió Antoine impidiendo mi respuesta_. Por ahora puedo solo, tienes cuatro horas, imagino que deben tener algunas cosas por hablar _agrego dirigiéndose a Andrea y guiñándome un ojo_.
_ ¿Seguro An? _pregunto Andrea_
_Segurísimo… Saluda Val…, te vienes conmigo al café, tus madres necesitan tiempo para hablar… ¿Verdad chicas? _se dirigió a la niña y luego nos sonrió a ambas_.
La pequeña se acercó y nos saludó a las dos con un efusivo y sonoro beso en la mejilla, para luego tomar la mano de su tío y volver a saludarnos agitando la otra.
_Gracias, te debo una, bueno…, otra más _dijo Andrea, dirigiéndose a su hermano_
_No es nada, ya veré como me lo cobro…, ja, ja, ja _respondió Antoine en tono de broma, mientras me tiraba un beso_
_Gracias… _le dije mientras volteaba para irse con la niña_ Es un amor, realmente es un divino _me dirigí a Andrea acerca de su hermano_
_Si, lo es, es mi otro angelito… Pero oye, si estás pensando en volverte un poquito hetero vas muerta, Antoine solo gusta de chicos, ja, ja, ja…
_Ay… ¡¡¡Que tarada!!! Ja, ja, ja… _exclame riendo_ ¿En serio?
_Sip…, seriamos una familia de lo más transgresora y ‘’antinatural’’, ja, ja, ja… _dijo mientras hacia la seña de las comillas con los dedos de ambas manos_
_Ja, ja, ja… ¡¡¡Que boba!!! _reí celebrando su chiste_ Me encantaría… _agregue instintivamente_
_ ¿Qué cosa?
_Que seamos una familia.
_ ¿Hablas en serio?
_Por supuesto, no me recorrí medio mundo solo para decirte buenas tardes…
_Ay… ¡¡¡Te amo…!!! _exclamo y seguidamente se colgó de mis hombros_
_Y yo a ti mi vida… ¡¡¡Te adoro!!! _le dije y sin pausa engullí sus labios con apasionada voracidad_
Y allí permanecimos, en medio de la acera unos cuantos minutos, rindiendo honores a nuestro amor, por medio de besos y abrazos cargados del paso de todo aquel tiempo extrañándonos y deseándonos con resignación. Al fin nos habíamos reunido y ese momento no podía ser más perfecto.
_ ¿Vamos a sentarnos frente al mar? _me pregunto con entusiasmo_
_Si, claro, vamos…
_Casi todos los dias vengo un rato aquí…, la imagen del mar me hace sentir cerca de ti, siempre recuerdo cuanto lo amas…
_Pues ya no será necesario venir con ese fin, estoy aquí.
_Si, apenas me lo puedo creer… Pero… ¿Cómo me has encontrado?
_No sé qué pensar amor, todo esto es tan fantástico que me cuesta creer que sea cierto. Tengo miedo que de un momento a otro despierte de repente y todo esto haya sido un sueño _le dije con cierto recelo, mientras nos sentábamos en uno de los bancos_.
_Lo es… Increíble, digo. Pero cuéntame… ¿Como es que has dado conmigo?
_Todo este tiempo me he negado a saber qué suerte habías corrido, por miedo a enterarme de lo peor. Quizás preferí vivir con la incógnita y mantenerte viva en mi mente. Pero eso no me ayudo a seguir adelante, no he podido desprenderte de mí ni un instante. Hace un tiempo soñé contigo y con la niña, sin saber previamente de ella. Ahora lo sé, fue un sueño sin demasiado significado en ese momento, pero hoy me doy cuenta de que fue un llamado, una señal, no podría determinar de quien o de que. Solo puedo decirte que, a partir de ese día creció en mi interior una imparable necesidad de saber de ti.
Seguidamente y con lujo de detalles, le relate todos los pormenores de mi camino hasta allí…
_Mi amor…, mi bella Valen… _Me miro y su rostro denuncio el calvario que, como yo, había tenido que pasar a causa de nuestra abrupta separación_ Tenias razón amor, todo pasa por una razón y las cosas llegan en el momento adecuado.
_Si corazón, así funciona la magia de esta vida… ¿Y tú? Dime… ¿Cómo fue que pudiste reconocerme? Creo que estoy algo diferente de la última vez que me viste.
_Si, lo estas…, y te queda hermoso por cierto… ¡¡¡Me encanta!!! _exclamo acariciando mi mejilla mientras me derretía con su bellísima sonrisa_
_¡¡¡Mentirosa!!! Debo parecer un mapache luego de llorar y refregarme los ojos…
_Ho…, no tanto… A ver… _Deslizo suavemente su dedo pulgar por mis ojos_ Ahora si lo pareces, ja, ja, ja…
_Ja, ja, ja… ¡¡¡Tarada!!! Eres una perra…
_Ja, ja, ja… sí, lo soy…, y me gusta serlo, ja, ja…
_Ja, ja…, tu estas…, guau…, estas bellísima, podría decir que eres una versión mejorada de aquella que conocí, se te ve muy bien… Creo que me encantas…
_Ja, ja, ja… ¿Lo crees?
_Si, definitivamente, me vuelves loca y todo eso…
_Tú también a mi…, y todo eso también…, ja, ja…
_Ja, ja, ja…, pero dime… ¿Cómo me has reconocido?
_En realidad no he sido yo, Val te vio… Justo respondía un mensaje y Antoine me alerto de que creía haber visto a alguien que podría ser tu… Imagínate, en seguida salí corriendo detrás de ti, no hay demasiadas chicas con tu estatura y cuando estuve a unos pocos metros pude distinguir tu tatuaje, entonces te grité, pero no escuchaste. Y luego fue que te detuve por el hombro, cuando casi te infartas, ja, ja… ¡¡¡Perdón!!!
_Ja, ja…, si, iba totalmente resignada pensando que te había perdido para siempre, sumida en mis pensamientos y escuchando música triste como cualquier mortal con el corazón roto… Te juro que pensé que él era tu pareja… ¡¡¡Que boba!!!
_Ja, ja, ja…, si, lo eres…, mi bobita bella _Se acerco más a mí y tomo mi mano_.
_Te amo mi vida _volví a decirle muy sentidamente a la vez que me pegaba a ella, uniendo nuestros labios en un beso que pareció no tener fin, como dos organismos que necesitan uno del otro para poder sobrevivir y brillar_.
Por varios minutos nos encontramos inmersas entre una avalancha de besos, caricias, abrazos, lágrimas y sonrisas. También me detallo todo lo referente al día más negro de su vida, y de la mía; los por qué, las consecuencias, su drástica caída y el milagroso resurgimiento.
Me conto que nuestra conversación acerca del amor la había abrumado, sintió que yo estaba poniendo distancia entre las dos y eso la afligió bastante aunque no comento nada en ese momento. Me dijo que aquel día, al despertar ya se sentía muy nerviosa por la entrevista de trabajo y que, luego de pasar por ella montones de dudas surgieron en su mente. Tuvo miedo de perderme, de no lograr conseguir un trabajo y de no poder sustentarse. Que por eso me había escrito esa mañana al salir de la entrevista, esperando desterrar esas ideas y buscando contención, pero notar cierta frialdad en mi respuesta la desconcertó aún más. Sin saber que tuve la intención de enviarle un segundo mensaje y que jamás salió.
Al llegar a su casa, mientras abría la puerta del departamento la abordo Gabriel totalmente descontrolado, aquel que fuera uno de sus clientes y que la acosara varias veces. La metió dentro del departamento de un fuerte empujón y, mediante insultos y amenazas de muerte, le exigió que le diera todo el dinero que tuviera. Se defendió verbalmente e intento persuadirlo de que se fuera amenazándolo con llamar a la policía, lo que hizo que se enfureciera aún más de lo que estaba. Entonces camino hacia ella aumentando el tenor de sus amenazas y el volumen de su voz, ella le aplico un golpe de puño en el rostro e intento correr hacia afuera, pero logro retenerla de un brazo. Forcejearon durante unos segundos hasta que este logro empujarla y conectarle un fuerte golpe de puño en la mandíbula que la arrojo contra la pared, dejándola inconsciente.
Al despertar se encontró con el departamento hecho un desastre y descubrió que le había robado todo el dinero y la Tablet; por suerte tenía su teléfono en el bolsillo trasero del jean y Gabriel no se percató de esto.
Luego de ese incidente me llamo apenas pudo componerse del impacto, pero yo no llegue a responder. Hizo un segundo intento y al atenderla la comunicación se cortó, lo que la puso aún más nerviosa, acrecentando sus dudas exponencialmente; y así, volvió a intentarlo unas cuatro veces más, pero le daba directamente con el buzón de voz.
Entonces, en un intento desesperado por hallarme e impulsada por las dudas y los miedos, fue a buscarme al gimnasio, llegando justo en el momento en que Alejandra me abrazaba dentro de su auto, luego de que me contara sobre la infidelidad de su novio.
Presenciar aquella escena fue un choque tremendo y el golpe de gracia que necesitaba para caer en el pozo más profundo y oscuro, así lo describió. Volvió a su departamento totalmente devastada, decepcionada y bañada en lágrimas.
Impotente y acorralada por la desesperación y el dolor al verme en esa situación con otra chica y ansiosa por apagar su sufrimiento, apenas volvió a la casa se comunicó con Víctor, su antiguo proveedor, pidiéndole con urgencia las drogas que acostumbraba comprarle. Este le dijo que no sabía cuándo podría llevarle el encargo, puesto que estaba resolviendo un problema que no podía esperar y al insistirle suplicante, le conto su inconveniente. Había programado una fiesta para ese mismo día y a último momento el encargado de poner su departamento para tal evento se echó para atrás. Entonces debía conseguir un lugar viable con urgencia, pues tenía unos quince invitados que no quería defraudar y precisamente de eso se estaba ocupando en ese momento. Oportunamente, Andrea le ofreció un intercambio, que el pusiera las bebidas y las drogas y ella ponía el departamento. Víctor acepto enseguida y así fue como a partir de las dos de la tarde de aquel día, su casa se transformó en un antro de adictos y adictas dispuestos a todo, con todo tipo de drogas y muchísimo alcohol a disposición. ‘’Fue una verdadera locura’’, me describió tomándose la cabeza.
Recordó haber usado cocaína en un principio, beber y fumar muchísimo, hasta que alguien hizo que se inyectara algo que no tenía idea de que era y poco le importaba en ese momento, más que evadir la realidad que la oprimía. Me describió con cierta vergüenza, que ya no pudo recordar con claridad, solo vagas escenas de sexo y descontrol y luego, la nada misma.
Me conto que tuvo un paro cardiaco mientras iban en la ambulancia y que estuvo unos tres minutos muerta, pero finalmente pudieron recuperarla y estabilizarla. Le dijeron que, si yo hubiera hecho aquella llamada a emergencias unos pocos minutos después, no hubiera habido posibilidad de salvarla.
Fue internada de urgencia en terapia intensiva y estuvo una semana inconsciente, durante la cual fue expuesta a varios análisis y estudios para determinar su estado general y que sustancias habían provocado aquel episodio. Así fue como descubrieron que estaba embarazada de tres meses y medio.
Me confirmo que ella no tenía idea al respecto y que luego el médico le explico que sucede rara vez, pero que hay casos de mujeres que están embarazadas y continúan menstruando. La causa de este raro suceso es que, durante la implantación del embrión, el endometrio produce un sangrado. El cuerpo de la mujer posee una memoria orgánica, capaz de regular los síntomas y los procesos. Las secuelas de dicha memoria logran que se produzca el periodo de manera regular.
El médico también le explico que existen posibilidades de quedar embarazada tomando anticonceptivos, puede darse si; cambias la pastilla por otra y no usas preservativo durante las dos primeras semanas; tener episodios de diarrea o vómitos durante las tres o cuatro horas después de haber tomado el anticonceptivo; olvidar ingerir la pastilla siempre a la misma hora; olvidar tomar la pastilla varias veces durante el mes.
Dijo que una vez que pudo salir del hospital debió acudir a rehabilitación periódicamente durante un año y someterse a un tratamiento en el cual le administraban buprenorfina, para ayudar a prevenir los síntomas de abstinencia y disminuir el riesgo de un aborto involuntario. Para ese entonces, ya habían podido ubicar y contactar a su hermano que se encontraba en Suecia en ese momento; quien se hizo cargo de ambas ayudándolas en todo lo necesario.
Una vez que nació Val, dejaron la medicación paulatinamente. Por fortuna, Andrea no tuvo ninguna secuela de aquel abuso y la niña no debió padecer síntomas a largo plazo, solo sufrió algunas consecuencias a corto plazo, que consistieron en un comportamiento irritable y nervioso, con algo de diarrea. Finalmente, al tiempo las cosas se normalizaron y, más allá de algunos controles de rutina, todo siguió con un curso normal.
Me expreso con hondo pesar, que le fue durísimo resignarse a perderme, que intento llamarme en varias ocasiones, pero sin éxito. Que paso varias noches en vela llorando y lamentándose por lo sucedido. Que cuando le entregaron el paquete con mi regalo y el poema que escribiera para ella se sintió morir nuevamente, al darse cuenta lo estúpida que había sido y que quizás jamás volvería a verme. Luego de eso, finalmente se resignó pensando que, si yo había desaparecido seguramente era por haberme decepcionado y ya no querer saber de ella.
Me recalco varias veces que su hermano fue un pilar fundamental para salir de esa oscuridad, que decidió mudarse a España con ella, pero eligieron Palma de Mallorca dado que ella quería dejar atrás toda conexión con Barcelona. Allí, Antoine abrió el bar y la puso a ella como gerenta.
Expreso emocionada que, gracias a la incondicionalidad de su hermano, el amor de su hija y todo lo que había vivido conmigo, tuvo las fuerzas necesarias para salir adelante. Y que todo lo sucedido fue fundamental para darse cuenta la clase de persona que era y cuanta valía tenía.
Con gran orgullo y con cierto tono bromista me conto que estaba siguiendo una dieta sana, ‘’no como solo pasto como tú, pero me cuido’’ dijo entre risas y además, agrego que se estaba ejercitando a diario.
Luego de su descargo, tras analizar y debatir algunos detalles, la abrace dando rienda suelta a toda la ternura y el amor que su renovada presencia en mi vida despertaba en mi corazón.
_Estoy orgullosa de ti mi vida, te amo más de lo que jamás pensé que amaría a alguien _le dije sentidamente y muy emocionada_.
_Y yo te amo a ti del mismo modo… _logro expresarme entre lágrimas_ Ahora puedo ver que las cosas debieron suceder tal y como sucedieron para que hoy estemos aquí. Puedo ver que fue necesario morir, debí dejar atrás todo el dolor, todas las miserias y todos los miedos acumulados durante años; para finalmente renacer y hoy ser esta persona que me gusta tanto ser _agrego con un profundo sentir, para luego regalarme sus exquisitos labios en un beso cargado de pasión_
Nos besamos largamente, entregadas al deseo que nuestros cuerpos acumularan durante tanto tiempo sin tocarse. Y así permanecimos, entreveradas en besos, abrazos y caricias, por largo rato, hasta que la posición del sol y la caída drástica de la temperatura nos alertó del paso impiadoso del tiempo.
_ ¿Y qué harás tú? Digo… ¿Cuándo debes volver a Sídney?
_Tengo casi un mes para volver…
_Aja… ¿Y piensas quedarte allá luego?
_Es un muy buen lugar en el que vivo, estoy muy a gusto, Australia es un país que brinda muchísimas posibilidades. Si, es mi idea…
_Entiendo _expreso con cierta tristeza_.
_Ey…, pero aún estoy aquí, hagamos que este mes que tenemos por delante valga la pena… Además…
_ ¿Que? ¿Además que? No te hagas la misteriosa ahora…
_Ja, ja, ja…, pero no seas tan ansiosa.
_¡¡¡Lo soy!!! Hay cosas que nunca cambian…
_Ja, ja, ja… ¡¡¡Boba!!! Nada, quiero que vengan conmigo a Australia.
_ ¿Ir a Australia? Bueno, seria lindo, pero es algo complicado. No puedo dejar solo a Antoine.
_Bueno, no debes dejarlo solo si no quieres, él también podría ir con ustedes.
_Si, seria genial, pero no es el momento ideal para unas vacaciones.
_Pero… ¿Quién hablo de vacaciones? Lo que les propongo es que se vayan a vivir a Australia conmigo, pueden vender el bar y montar otro allí, o hacer alguna otra cosa, no sé. Las oportunidades son bastante amplias en aquel lugar. Además, a Val seguramente le encantaría, es un muy buen sitio para crecer.
_Ja, ja, ja…, estas bien loca…
_Si, lo sé, pero te amo y ahora que te he encontrado no quiero perderte otra vez. No quiero que tengamos que volver a estar separadas y lejos. Te quiero en mi vida, te quiero para siempre.
_Hum…, ya veo… ¡¡¡Carajo!!! ¡¡¡Debo volver al bar!!! _exclamo mientras veía la hora en su móvil_
_ ¿Ya? Ufa… ¿Como paso tanto tiempo y tan rápido?
_No, no lo sé, maldito tiempo, ja, ja…
_Si, una cagada…
_Oye, no te digo de venir conmigo ahora porque estaré bastante atareada hasta la noche, pero podemos quedar luego si quieres.
_¡¡¡Claro!!! Obvio que quiero. Toma, ingresa tu número… _le dije a la vez que le entregaba mi móvil_
_Ahí está…
_Genial, lo agendo y más tarde te llamo para vernos. ¿Sí?
_Si, no puedo esperar a encontrarme contigo… _me dijo y mordió su labio inferior_ Oye… ¿Aun conservas aquel maletín cargado de delicias? _agrego con picardía_
_Ja, ja, ja…, claro, es otro motivo más por el que deberías ir conmigo para Australia.
_Ja, ja, ja… Bueno, debo confesar que es un motivo más que interesante.
_Escucha, de verdad… Piensa en lo que te propuse.
_Mira Valen, no voy a mentirte, no tengo nada que pensar. Es imposible…
_ Ya veo… _Baje mi cabeza cargada de frustración_
_Ey… ¿Por qué te pones así?
_Por nada, está bien, ya se me pasara…
_Bueno, eso espero, porque yo hablaba de que es imposible que volvamos a separarnos. No voy a permitirlo nuevamente, solo la muerte va a liberarte de mí. Quiero compartir el resto de mi vida contigo. Solo estaba siendo un poquito maldita, ja, ja… Quiero mi amor, claro que quiero estar contigo, donde sea. A Val le encantará la idea y An, más allá de que decida ir o quedarse, estoy segura de que estará feliz por las tres.
_¡¡¡Que hija de puta!!! Maldita perra… Te salvas de que te sacrifique porque te amo… Pero ya te castigare más tarde, ja, ja, ja…
_Ja, ja, ja… ¡¡¡Guau!!! ¿En serio? Al final ser mala tiene sus réditos, ja, ja
_Ven aquí… _La tome por la nuca y la bese descaradamente, encendiendo el fuego que siempre ardía cuando nuestros cuerpos se encontraban, llamando la atención de uno que otro transeúnte que miraba de reojo al pasar_
_Amor debo irme, ya estoy retrasada _se lamentó, mientras observaba nuevamente la hora_
_Está bien corazón, ve, más tarde te llamo. Salúdame a tu hermano y a Val.
_O. K. Les diré, espero tu llamado.
Nos levantamos del banco y nos enredamos en un abrazo cargado de sensaciones, emociones y sentimientos infinitamente profundos. Amalgamándonos eternamente a ese momento único en nuestras vidas en que volvimos a encontrarnos definitivamente, más seguras, más abiertas y más sabias que nunca, dispuestas a dar y recibir incondicionalmente el amor más puro.
_Hasta luego amor _me dijo, con su enorme sonrisa encendida en su bellísimo rostro_.
_Nos vemos más tarde mi vida, ve… Nunca olvides que te amo.
_Tu igual… Te amo hasta el cielo, ja, ja…
Se fue lentamente, con la dificultad de quien no desea alejarse, forzando cada paso para poder caminar en la dirección contraria a la que le imploraba todo su ser. Cuando hubo recorrido unos treinta metros se dio la vuelta, me sonrió y volvió a saludarme agitando su mano. Entonces siguió adelante apurando su caminata, con la resignación que provoca el paso del tiempo, pero con la certeza de que el mismo tiempo, más adelante, la depositaria nuevamente en mis brazos.
La observé ganar distancia hasta que ya mis ojos no pudieron alcanzarla y entonces emprendí el camino de vuelta al hotel, con la satisfacción de haber logrado mi cometido, con el corazón rebosante de felicidad y la sonrisa a flor de piel, delatando sin prejuicios las emociones que nacían y fluían en mi pecho.
Saque el teléfono y abrí una carpeta de rock clásico de los ochenta y noventa para escuchar durante el largo trayecto que tenía por delante, me coloque los auriculares y la puse a correr. Queen[6] apareció primero en la lista y los contagiosos acordes de Crazy Little Thing Called Love[7], comenzaron a sonar, incitando a todo mi cuerpo a moverse rítmicamente al compás y, cuando la increíble voz de Freddie Mercury comenzó a desandar la letra, no pude resistir la tentación de acompañarla en voz alta, dando rienda suelta a la explosión de felicidad que erupcionaba desde lo más profundo de mi ser:
This thing called love
I just can’t handle it
This thing called love
I must get round to it
I ain’t ready
Crazy little thing called love…
Y así, sin ninguna clase de pudor, despojada de toda preocupación y ante la mirada asombrada de las personas que eventualmente transitaban por el lugar, emprendí mi camino de regreso, bailando y cantando, con la pasión encendida desde mi alma y asomando a flor de piel.
Fin.
Nota del autor.
[1] Es uno de los primeros grupos formados exclusivamente por mujeres con una alineación funcional, a principios de los años ochenta, influidas por la new wave y un tanto del estilo garage rock. The Bangles se formó en Los Ángeles, California en mil novecientos ochenta y uno, originalmente bajo el nombre de The Supersonic Bangs, que luego se acortó a The Bangs. Sin embargo, un grupo de Nueva Jersey también llamado «The Bangs» amenazó con demandarlas, por lo que cambiaron su nombre a The Bangles (por su similitud con The Beatles). Las integrantes de la formación original del eran Susanna Hoffs (guitarra y voz), Debbi Peterson (batería, voz y bajo) y Vicki Peterson (guitarra, voz y bajo).
[2] Es una balada interpretada por la banda estadounidense The Bangles de su álbum Everything, mil novecientos ochenta y ocho; coescrita por Susanna Hoffs, vocalista principal del tema, Billy Steinberg y Tom Kelly. La canción se convirtió en un éxito instantáneo, logrando la primera posición en las listas en nueve países, incluyendo Australia, los Países Bajos, el Reino Unido y los Estados Unidos.
[3] Andrés Calamaro Masel (Buenos Aires, veintidós de agosto de mil novecientos sesenta y uno) es un cantautor, músico, compositor y productor discográfico argentino. Es considerado uno de los iconos del rock argentino, por su actuación con Los Abuelos de la Nada y su prolífica carrera como solista, así como una figura influyente del rock español, por su éxito con Los Rodríguez. A lo largo de su vida ha vivido alternando entre Buenos Aires y Madrid.
[4] Es el cuarto corte del disco del mismo nombre, de la banda hispano argentina, Los Rodríguez, lanzado en mil novecientos noventa y tres. Esta canción, compuesta por Andrés Calamaro, voz y líder de la banda, mezcla dos estilos, la rumba y el rock and roll, considerada uno de los himnos musicales de todos los tiempos.
[5] (Rosario, cuatro de octubre de mil novecientos sesenta y uno) es una cantautora de pop y rock argentina.
[6] Es una banda británica de rock, formada en mil novecientos setenta en Londres por el cantante y pianista Freddie Mercury, el guitarrista Brian May, el baterista Roger Taylor y el bajista John Deacon. Si bien el grupo ha presentado bajas de dos de sus miembros (Mercury, fallecido en mil novecientos noventa y uno, y Deacon, retirado en mil novecientos noventa y siete), los integrantes restantes, Brian May y Roger Taylor, continúan trabajando bajo el nombre Queen, por lo que la banda aún se considera activa.
[7] es una canción de la banda de rock británica Queen. Fue escrita por Freddie Mercury y lanzada como sencillo en mil novecientos setenta y nueve, apareciendo incluida originalmente en su álbum producido en mil novecientos ochenta The Game, y posteriormente en el álbum recopilatorio de la banda, Greatest Hits en mil novecientos ochenta y uno. La canción alcanzó el número dos en el UK Singles Chart en mil novecientos setenta y nueve, y se convirtió en el primer sencillo número uno del grupo en el Billboard Hot 100 en los Estados Unidos, sitio donde permaneció durante cuatro semanas consecutivas en mil novecientos ochenta. De igual forma, fue número uno en los listados australianos de ARIA durante siete semanas en ese mismo año.
Nota del autor.
Dedicado a todas las Andreas y las Valentinas del mundo y a todas las personas que se animan a vivir de acuerdo a sus deseos y sentimientos, aunque hacerlo signifique ser señalados, discriminados y marginados por la sociedad y muchas veces por la propia familia.
Mis respetos a los que, como el salmón, van contra la corriente siguiendo su instinto, brillando como faros en el horizonte de la vida de alguien más, señalando los caminos alternativos de la dicha y la felicidad.
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