Y es que dueles tanto que no lo sabes,
porque decirte se rompería más partes de mí.
Tan sólo quiero que te alejes, que te lleves todo,
que no vuelvas, que no reconozcas el camino a mi casa.

Que te vayas con tu individualidad, monotonía
y ganas de apagar tu soledad con algún cuerpo perfecto
de las redes sociales, esperando que alguna te conceda el deseo.

Hoy ya no me permito ser duda de nadie, ni segunda opciones,
ni cubriendo vacíos que esperan llenarse rápidamente
con mujeres, salidas a bares, fiestas o alcoholes. 

No quiero odiar mi ciudad que me recuerda a tí,
ni poder caminar por las calles que compartimos,
quiero que desaparezcas, que hagas tu camino lejos de 
lo que alguna vez creímos que podíamos llegar a ser.

Ya no quiero promesas, ni inestabilidades
porque uno fluye, sí, pero siempre tiene claro hacia qué camino.
Y el mío se empezó a alejar hacía un nuevo destino.

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