Blaze! Capítulo 93

Capítulo 93 – Asedio III.

El guerrero dejó de gritar, endureciéndose su musculatura y concentrándose su mirada, parándose con una tensa calma al lado del falso Chained God.

Ahora, atácalos –ordenó Ed al guerrero con un ademán de su cabeza, saliendo este disparado en ofensiva contra sus compañeros, impactando a dos con su embestida, lanzándolos por el aire, siendo sujetado por varios otros soldados, reteniéndolo a duras penas—. Detente.

El guerrero se detuvo, quedando nuevamente en impaciente reposo, siendo soltado por sus compañeros, reincorporándose los maltrechos soldados que recibieron su raudo ataque.

¡Esto es brujería! –dijo el nuevo jefe elegido por sus camaradas, espantado y maravillado por la demostración—. Es un gran poder, pero no venderemos nuestras almas a un pequeño demonio para cumplir nuestra meta.

Y no deben hacerlo. Esto sólo desata su potencial completo de forma explosiva, sin temores ni barreras físicas y mentales que los detengan; por lo tanto, depende solamente de su resistencia física total. Una vez agotada su fuerza completa, volverán a la normalidad, aunque no puedo asegurarles su integridad corporal luego de finalizado este hechizo –explicó el falso Chained God, liberando al guerrero manco del encantamiento, quien volvió en sí, comenzando a sudar y respirar agitadamente, siendo atendida su herida por sus amigos—. ¿Qué dicen?

Los hombres se miraron entre todos, murmurando, volviéndose hacia el cuerpo poseído de Ed. Luego de unas pequeñas palabras del recuerdo demoníaco, los hombres se arrodillaron frente al poderoso ser, posando todos una de sus manos en la cabeza de la persona que tenían al frente, formándose un círculo gigante en torno a Ed, quien infundió su poder en los más cercanos a él, distribuyéndose a los demás a través de las manos apoyadas en las cabezas de los guerreros.

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La gente en la ciudad de Ílio se estaba preparando para el combate, armándose todos y tomando sus respectivas posiciones, generándose un gran y ensordecedor tumulto dentro de las murallas de la ciudad. Starmancer seguía sin poder despertar a Blaze, recordando uno de los hechizos que la joven le comentó podía realizar.

¡Claro! Si logro sacar el alcohol de su cuerpo, como si se tratara de un veneno, debería despertar, ¿cierto? –dijo en voz alta Starmancer, pensando en una posible solución para la duradera borrachera de su amiga, procediendo a poner su plan en práctica—. ¿Cómo se llamaba el hechizo? Cómo si importara el nombre, lo importante es que mi energía mágica haga lo que quiero que haga… ¿Cómo lo llamaré? Umh… ¡Ya sé! Será The Waking Dead.

Starmancer dejó a Blaze en el piso de la celda nuevamente, volviendo con una jarra de una bebida alcohólica, comenzando a ejercitar con como creía debía funcionar su nuevo hechizo, volatilizando el alcohol del envase, bajando un poco el volumen dentro de este.

¡Sí! Ese es el dulce olor del alcohol cuando está siendo calentado, esto es casi pura agua –dijo Starmancer después de beber un poco desde la jarra, procediendo a imponer sus manos sobre la inconsciente Blaze, invocando su hechizo con un grito—. Ahora a probarlo en la chica. ¡The Waking Dead!

La energía del mago fluyó desde su cuerpo hacia el de su amiga, sublimándose el alcohol desde su interior, formándose una neblina rosácea en torno al cuerpo de Blaze, comenzando a secarse la superficie de su piel, deteniéndose en seco Starmancer al ver esto y sentir un aroma distinto y conocido a lo que estaba intentado eliminar.

Esto… ¡Mierda, esto es sangre! ¡Detente, detente te dije! –gritó Starmancer al reconocer el sabor del fluido vital en su boca mientras intentaba desesperadamente interrumpir su hechizo; por su parte, Blaze se incorporaba lentamente desde el piso con rostro demacrado y desecado—. ¡Blaze…!

¿Qué sucedió? –preguntó con voz baja Blaze, agarrándose la cabeza con ambas manos—. Qué dolor… es como si hubiese recibido un hachazo, quiero beber…

¡No, no y no! ¡No después de todo lo que he hecho para despertarte! –exclamó Starmancer, haciendo que Blaze se acurrucara por la intensidad de su voz.

No grites, dame agua, no quería cerveza de todos modos –murmuró Blaze con la cabeza entre sus piernas, apretando sus orejas contra sus muslos para evitar el ruido y mirando al piso para evitar ver la poca luz que entraba en la celda—. Déjame ver si entendí, ¿me siento así de mal por algo que me hiciste?

Eeeeh… Voy por el agua, espérame –murmuró Starmancer, evadiendo la pregunta de Blaze, desapareciendo de enfrente de su amiga.

Maldito, ya me las pagarás… –pensó Blaze, inmutable, intentando generar saliva en su boca, sintiendo su lengua como si estuviera cubierta de arena.

Una vez Blaze se hidrató un poco, logró ponerse de pie, siendo informada por Starmancer de lo que él pensaba iba a suceder, yendo los dos al puesto de vigilancia para planear su proceder.

Ese no era El Durmiente dentro de Ed, es otra cosa –dijo Starmancer mientras utilizaba su ojo derecho para otear en la distancia en búsqueda de los atacantes de la ciudad y del cuerpo poseído de su amigo—. No, no se ve nada. Mi duda es que quiere eso contigo… Si supiéramos eso, podría ayudarnos a saber quién está controlando el cuerpo de Ed.

¿Y cómo voy a saber yo eso si no he visto a Ed en todos estos meses? ¡No sabíamos de su paradero o si El Durmiente lo había liberado luego de que saliéramos de sus recuerdos! –respondió Blaze, calmándose luego de marearse un poco al elevar la voz, sintiéndose sin aliento—. Necesito más agua y algo de comer, me siento débil.

Espérame acá y te traigo esas dos cosas –dijo Starmancer, bajando con un salto desde el puesto, deteniéndose al notar que Blaze le quería decir algo.

Debes sentirte muy responsable y arrepentido de cómo me siento para ofrecerte tan rápidamente a hacer eso –dijo Blaze desde la altura con una sonrisa debilitada, viendo como Starmancer se alejaba refunfuñando después de escuchar sus palabras.

Como si dependiese de mí despertarte de tus borracheras, es tu culpa que utilizara un hechizo recién ideado para hacerte volver al mundo de los vivos –masculló Starmancer, alejándose del lugar hacia las cocinas en búsqueda de comida y agua para su molestosa amiga.

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¿Aún no pasa nada? –dijo Blaze, terminando de subir la escalera hacia el puesto de vigilancia, subiendo después de Starmancer, quien ya se encontraba vigilando a la distancia usando el trozo de cristal dentro de su ojo.

No, nada de nada –respondió Starmancer, dejando de otear, sentándose en el piso contra la pared de piedra y levantando la mirada al cielo—. Ya están saliendo las estrellas. ¿Estás bien, Blaze?

Repuse y vacié líquidos, pero creo que con eso no basta para recuperar la sangre que me evaporaste –reclamó la anémica maga, encendiendo una de las antorchas del puesto con una fire ball—. Pero estoy lista para luchar.

Starmancer hizo una mueca burlona y desagradable mientras murmuraba y repetía las palabras de su amiga, enojándose porque le enrostraron nuevamente su fallido e improvisado hechizo.

¡Deberías agradecer la calidad de amigo con el que cuentas! –exclamó el mago, cruzándose de brazos y cerrando los ojos—. Cualquier otro hubiera huido mientras estabas inconsciente o te hubiese entregado al enemigo para salvar su patética vida…

Sí, sí, que heroico tú… –respondió irónicamente Blaze—. Prometo que para la próxima no me emborracharé tanto. Gracias.

¡¿Eso fue una disculpa verdadera o qué?! –gritó el mago, causando risas en los soldados que los acompañaban, distendiéndose el ambiente, siguiendo con sus reclamos mientras la noche se volvía más oscura, comenzando a encenderse todas las antorchas de la ciudad amurallada.

Pasaron varias horas y los ánimos se relajaron un poco, yendo a descansar algunos de los soldados mientras otros hacían guardia, para tener recursos frescos en caso de iniciarse una batalla nocturna, pero nada. Solamente soplaba el viento, sintiéndose el impacto de las hojas de los pocos árboles al interior de la ciudad, además de algunos insectos y sus extraños ruidos.

No había ninguna luz en el horizonte, ninguna silueta en movimiento en la oscuridad, ningún alarido de guerra. Repentinamente, se comenzó a escuchar algo parecido a un rápido y leve galope, como si algo avanzara sobre la tierra sin terminar de apoyarse en esta. Los soldados se alertaron, utilizando sus lanzas para extender la distancia que podían iluminar con sus antorchas, amarrando las luces en el extremo agudo de las armas, sin ver nada moviéndose sobre el terreno. Una de las antorchas se soltó de la lanza y cayó al suelo, iluminando algo por una milésima de segundo, lo que fue advertido por los guardias.

¡Allí había algo! –gritó el soldado al que se le desprendió la antorcha de la lanza, apagándose de repente el fuego, escuchándose más fuertemente el galope, como si un millar de caballos avanzaran hacia la ciudad, mirando a su compañero—. ¡Ahhh!

El otro soldado estaba siendo atacado por una rápida sombra que terminó abalanzándose sobre él, acallando de súbito su grito, lo que fue advertido por todos los otros soldados, Blaze y Starmancer.

¡Ya llegaron, estén atentos! –gritó Blaze, dejando de lado su rota espada de hueso, agarrando una de metal para poder defenderse, partiendo todos a encontrar a sus enemigos—. ¡No olviden lo que acabamos de decir!

Los invasores estaban trepando los muros de la ciudad con suma facilidad, escalándolos como si contaran con largas escaleras, bajando rápidamente al piso de la ciudad por cualquier medio, frenándose frente a los habitantes y acumulándose como una silente e inmóvil muchedumbre. Los únicos sonidos que se escuchaban eran las lentas y profundas respiraciones que todos los guerreros inspiraban y exhalaban.

¿Pero qué mierda? –se preguntó Blaze al ver a los concentrados e inmutables guerreros, sintiéndose amenazada por sus fijas y penetrantes miradas, mientras los soldados de la ciudad de Ílio se agolpaban detrás de su espalda, ansiosos y temerosos.

¡Sólo me importa esa chica, pueden hacer lo que quieran con los demás! –ordenó una voz incorpórea directamente a las mentes de los invasores, comenzando estos a moverse, siendo atajados por los ciudadanos con sus espadas, escudos y lanzas.

Varios de los combatientes hechizados por el poder del falso Chained God fueron mutilados y/o atravesados por las armas de los defensores de Ílio, pero no reaccionaron de ninguna forma, continuando en completo silencio con su ofensiva, matando y desesperando a los confundidos ciudadanos.

¡¿Qué es lo que pasa?! ¡No se mueren con nada! –gritó uno de los soldados antes de recibir un golpe de hacha en su cabeza por parte de uno de los invasores mutilados, quien caminaba lentamente después de que le cercenaran uno de sus pies, arrastrando su sangrante muñón por el piso.

Algunos de los soldados de la ciudad comenzaron a huir ante el tenebroso enfrentamiento, siendo heridos o asesinados en su retirada, dejando en el frente de la batalla a Blaze y Starmancer.

¡No basta con inutilizarlos, hay que matarlos! –gritó la maga a Starmancer, lanzando un fire ball a uno de sus contrincantes, el cual siguió batallando a pesar de estar rodeado de candentes llamas, abalanzándose sobre uno de los protectores de la ciudad, agarrándose de él con inusitada fuerza, gritando de dolor solamente el habitante de Ílio, quemándose los dos hasta que se redujeron a sólo cenizas.

¡Sí, y agrégale que debe ser una muerte rápida para que no pase eso de nuevo! –respondió Starmancer después de ver morir calcinado a uno de sus aliados, emergiendo su guadaña fucsia desde su ojo derecho—. ¡Scythe Sight!

Starmancer blandió horizontalmente su guadaña, cercenando a varios de sus contrincantes, siendo atacado por otros que notaron la apertura que quedó después de realizar su ataque, dejando parte de su espalda descubierta, siendo apoyado por Blaze para sacarse de encima a los hechizados invasores.

Gracias, Blaze, me salvaste –dijo Starmancer sin dejar de empuñar su guadaña de luz, apoyándose en lo que alcanzaba a contactar de la espalda de su pequeña amiga, viendo como algunos de los hombres que acababa de cortar por la mitad utilizaban sus brazos para arrastrarse por el piso para seguir luchando, dejando un rastro de sangre y vísceras detrás de ellos hasta apagarse por toda la eternidad—. Esto es…

¿En qué quedamos de matarlos rápidamente? –ironizó Blaze para tranquilizarse, agitada por la falta de sangre en su cuerpo, incendiando algunos cadáveres para cortarles el paso a sus enemigos y darse unos segundos de descanso, sintiéndose rodeada y consternada por el espectáculo—. Si al menos se quejaran…

Los cuidadores de la ciudad estaban siendo reducidos por los implacables invasores, reaccionando con temor ante la desidia de sus enemigos por su propia seguridad y vidas, desesperándose y atacando torpemente ante la aparente superioridad de sus hechizados contrincantes. Blaze y Starmancer estaban en la primera fila de combate, lanzando todo tipo de hechizos y utilizando armas blancas, reculando los soldados de la ciudad para reagruparse.

¡Explosive Balls! –gritó Blaze, haciendo explotar las cabezas de algunos de los enemigos con sus ataques, errando varios otros al ser esquivados, incluso impactando fatalmente a algunos de sus aliados—. Mierda, esto se está complicando, no pueden esquivar mis ataques de esa manera…

Blaze transformó parte de su energía utilizando su brazo-artefacto, invocando su espada oscura y relampagueante, con un tamaño de hoja reducido para no malgastar todo su poder restante en poco tiempo.

Obsidian Lightning –murmuró Blaze, con respiración agitada, sudando al igual que Starmancer, quien también estaba blandiendo su afilada hoja mágica—. Mira, también tengo una.

Sí –respondió Starmancer, abalanzándose sobre sus atacantes, rebanándolos con poco esfuerzo, mientras que Blaze hacía lo mismo por su parte, atravesando los dos armaduras, escudos y cascos con sus respectivos hechizos.

Los jóvenes hechiceros cercenaron la mayor cantidad de enemigos que pudieron con su magia, avanzando las tropas de la ciudad detrás de ellos, cancelando sus hechizos para ahorrar poder mágico para lo que parecía iba a ser un par de horas de lucha. Blaze, Starmancer y los ciudadanos de Ílio se refugiaron dentro de distintas casas que prepararon con antelación, reponiendo líquidos y alimentándose para recuperar fuerzas, descansando un momento antes de abandonar el lugar.

¿Cómo estás? –preguntó Blaze a Starmancer, sintiendo el desgaste de su poder, no sabiendo como se encontraba ella con respecto a él.

Bien, creo –respondió el mago, tragándose un trozo de carne mientras bebía una jarra de vino, mostrando la espada larga que le prestaron en la ciudadela—. Me atendré a esto hasta que el alimento me haga efecto; hasta eso, nada de magia. ¿Y tú?

Creo que bien también, hace mucho que no luchaba por tanto tiempo –respondió Blaze, más agitada que de costumbre, engullendo pan y cerveza—. Te vas a sentir más pesado por la carne. Vamos de vuelta.

La lucha prosiguió sólo con armas blancas, tratando de atacar a la cabeza o los cuellos de los invasores, con tal de matarlos rápidamente y no alargar los enfrentamientos contra mutilados o heridos que no se detendrían hasta que no perdiesen su vida.

¿Hagámoslo? –preguntó Starmancer, mirando al despejado cielo—. Ya quedan pocos, así terminaremos esto de una vez por todas.

Sí, tienes razón –dijo Blaze, evaluando la cantidad de contrincantes, haciendo sonreír a Starmancer, quién comenzó a lanzar múltiples estrellas de luz al cielo con sus dos manos—. ¡Fiiiiiuuuuuuiiiiii! ¡Fifiiiiiuuuuuuiiiiii!

¡A gastar todo este poder! –exclamó Starmancer, iluminando la noche con su energía mágica.

Después de los silbidos de Blaze, todos los soldados restantes de la ciudad se reunieron al final de un estrecho pasillo formado por dos hileras de casas puestas unas frente a otras, acorralándose adrede para ser emboscados por los invasores, escondiendo a Blaze en el fondo del pasaje. Cuando los enemigos comenzaron a entrar en el angosto corredor, los ciudadanos armados de Ílio se replegaron aún más al final del callejón, esperando a ser atacados, metiéndose todos repentinamente en las casas y dejando solo a Blaze en medio del camino.

Blazing… –murmuró Blaze, encendiéndose una potente luz que debió encandilar a los enemigos de la primera línea dentro del pasillo, acumulándose todo el poder con el que la maga contaba, apostando todo en ese potentísimo y ardiente ataque—. Coronal… ¡Ejection!

Todos los enemigos que se encontraban dentro del pasillo fueron incinerados y atravesados por el ataque más fuerte de Blaze, cayendo al piso inmóviles y muertos, mientras que los otros que no alcanzaron a entrar fueron atacados inadvertidamente desde el cielo.

¡Foreboding Stars: Explosive Shower! –gritó Starmancer desde el techo de una de las viviendas, dejando caer sus explosivas estrellas sobre los atacantes restantes, estallando sobre sus cuerpos, reventándolos hasta no dejar ninguno de pie, finalizando la batalla.

¡Hurra! ¡Hurra, los vencimos! –gritaron los soldados de Ílio, festejando el fin de la batalla, mientras iban acabando con los mutilados o calcinados sobrevivientes que yacían en el piso. Por su parte, los jóvenes hechiceros se arrojaron en sus respectivas locaciones, exhaustos después de agotar sus reservas de energía mágica y física.

Excelente plan, Star –dijo Blaze, acostándose en el frío suelo de la ciudad, viendo las estrellas en el nocturno cielo—. Las ocupaste todas, ¿cierto?

Sí, esas son las verdaderas –respondió Starmancer, recostado sobre el techo de la vivienda, mirando igualmente al cielo.

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Los ciudadanos de la ciudad revisaron sus fronteras y no encontraron más enemigos en los alrededores ni en la lejanía, procediendo a ayudar a limpiar el desastre que dejó la batalla, cargando los cuerpos de sus enemigos para calcinarlos y luego enterrar lo que quedara, dejando para el otro día la limpieza más profunda. Era noche de celebración.

Repentinamente, los miembros de los fallecidos comenzaron a temblar levemente, algo que no fue advertido por quienes estaban realizando la limpieza, escuchándose un lejano y tenebroso quejido parecido a un gruñido seco y desesperado.

¿Escuchaste eso? –dijo una señora a un mozuelo que la acompañaba mientras arrastraba desde los pies el cuerpo de uno de los invasores.

¿Qué? No, nada, no intente atemorizarme –respondió el joven, mirando en todas direcciones—. No, de verdad nada.

Estoy segura de haber escu… –alcanzó a decir la mujer de mediana edad, siendo atacada por el cuerpo que estaba cargando, mordiéndole este la garganta hasta desgarrársela ante la atónita mirada del niño, quien huyó despavorido hacia donde se encontraban los soldados.

Los… los muertos… –tartamudeo el chico, con la piel lívida y los ojos saltones, cayendo de rodillas en frente de uno de los guerreros de la ciudad—. ¡Se están levantando!

Los cuerpos de los invasores se levantaron con renovada vitalidad, moviéndose rápidamente, emitiendo voces de ultratumba por sus abiertas gargantas, los que aún las conservaban, retornando sólo los cadáveres que aún mantenían sus cabezas sobre sus hombros.

Blaze y Starmancer estaban con un grupo de soldados sobrevivientes, nutriéndose e hidratándose, sin enterarse de lo que estaba pasando hasta que escucharon a la desesperada muchedumbre que huía hacia donde ellos estaban.

¿Qué es lo que pasa? –se preguntó Blaze, viendo como arrancaban los desarmados ciudadanos, escuchando los horribles gritos de los muertos vivientes.

Los muertos se abalanzaron sobre los soldados, atacando con sus dientes, armas y huesos fracturados y expuestos, ofensiva en la que quedaron sumergidos Blaze y Starmancer. Pero esta vez los guerreros invasores no eran cautelosos y silenciosos, moviéndose a velocidades difíciles de seguir en la oscura noche, matando todo lo que se les cruzara mientras gritaban como bestias iracundas.

Blaze intentó lanzar una fire ball para defenderse, pero sólo logró encender una llama de tamaño parecido al de una vela, agarrando rápidamente una lanza botada en el piso para empalar a uno de los muertos que se arrojó sobre ella.

Así que aquí estás, Blaze… –masculló el cuerpo con ojos apagados y profundos—. Una técnica heredada de su amigo Ed, él…

Starmancer cercenó en dos la cabeza del muerto con la espada larga que le habían prestado, callándolo para siempre, soltando Blaze la lanza que atravesaba al cuerpo, cayendo este al piso. Los debilitados jóvenes no pudieron responder ante tan repentina ofensiva, huyendo del lugar para ir a refugiarse en las celdas de la ciudad.

Faltaban solo unos minutos para que el sol comenzara a salir.

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