Versículos en el Metustorio (A)

Versículos en el Metustorio (A)

Al-AwkaSol

27/08/2021

Fragmentos del ápice de extrañar

La huella pierde la esencia en un camino que solo conoce destinos.
Mis demonios siempre dicen que todo da lo mismo y yo no lo creí.
Jamás hice caso al canto de un crespín de canales subterráneos, de lava fundida en sangre.
La luz no trae mas que aceptación a lo inexorable.
Lo inexorable parece transitar ese mismo camino.
La angustia brota por los poros y ni siquiera la suciedad tapa el atractivo olor de una incertidumbre ficticia.
Los ángeles, por su lado, palpitan la llegada de numerosas novelas antropocéntricas.
Las inundaciones se muestran alegres percibiendo el desenfreno de sus conquistas.
Ambos festejan rancios en un bunker elevado por los cadáveres que se inmolaron frente a la esperanza.

Entre un par, solo un par de decisiones, la vida se resume en un grano de arena que contiene a todo el universo.
Se encamina siempre recto y firme a buscar lo que podría encontrar en la quietud del vacío.
Estimulado por el eclipse discontinuo de la energía que no deja alinear a los planetas en su interior.
De su ruina imploran salvajes quienes necesitan succionar su sangre, necesitan que alinee el planeta que contienen sus superficiales suspiros terrenales.

No se puede evitar calmar a la bestia sabia con algún placebo que sirva de mentira digerible.
El corazón quiere dejar que todo arda, no encuentra decisión mas sabia para buscar la verdad que hoy es una mentira impuesta.
Dejá corroer la savia que contamina tu verdadera sangre, dejá que el veneno haga efecto para el último enfrentamiento.

En un frasco de códigos encriptados, la bondad se afama por su ilustre victoria impuesta en la crueldad de sus cadenas.
Pero el diablo se aparece en mis sueños, nada me hace soñar la intensidad de su histórica amargura como el que la padeció al ser la oveja fuera del paso.
No puede evitar la mentira, no puede negar el destino mientras lo barre dentro del núcleo duro de este agujero negro.
Me exige limpiar este desastre mientras me conformo con solo limpiar el tuyo.
Entonces me aleja y me aleja de lo que siempre estuvo tocando mi puerta.
¿Seguirás siendo un desastre cuando destruya este muro?

Pero ese señor de barba larga y túnica blanca parece estar contento de este desencuentro. La energía le brota de formas inimaginables.
¿Y qué si mi capricho hace estallar galaxias enteras?
¿Y qué si mi capricho convierte en polvo las exigencias y carnes ajenas?
Es que no puedo entender porque se separa en diques dos aguas que componen el mismo mar.
Dejá corroer la savia que contamina tu verdadera sangre, dejá que el veneno haga efecto para el último enfrentamiento.
Yo voy a estar ahí, ese también será mi último enfrentamiento, conmigo mismo.


Fragmentos del ápice de extrañar II

Se hunde la frenética sensación de pertenencia a pasos agigantados.
Los párpados escurren los fotones del núcleo duro de la pupila.
El magnetismo acarrea la curiosidad de la eternidad en la felicidad engendrada en incontables sonrisas diarias.
¿Quien hubiera pensado que tanto placer absorbido podría acumular semejante decepción?
El vacío se acumula, también, a pasos agigantados.

Qué abismo que la guía mantenga el ritmo de mis huellas.
Aún hablando el mismo idioma, es visceral la ausencia de este lenguaje.
Es, por lo tanto, necesario dejar que la gravedad sofoque el vuelo del crespín.
En su lamento se oye diluir el ácido muriático que resquebraja la esencia de mi divina independencia.

Mi sombra es una guardiana en plena composición.
Es que teniendo cerrado los ojos aún puede percibir partícula por partícula, estrujando al sol en su descabellada e imparable venida.
La historia por venir que ya ha sido escrita debe ser cumplida.
Ningún dios sostuvo el futuro destino.
Las condiciones están dadas porque la hegemonía actual permitió desarrollarlas en plan de un inmundo culto pandémico.
Se perdió el coraje de hacer frente en la muerte de sus máximos referentes valerosos.
Todo parece indicar que la ceguera parte de esa luminosidad excesiva y no de una oscuridad consciente.
Quien otorga poder indudablemente termina perdiéndolo.
¿Acaso la falta de autonomía de nuestra voluntad nos ató al metustorio que tan fielmente crearon para la muerte mediocre?
La muerte jamás entendió de clases sociales solo de voluntades.
Desangradas, arruinadas y sometidas en la era del enmudecimiento y la dependencia efímera.

Cada vez se hace mas clara la finalidad de este nacimiento.
Cada vez mas rápido alza el vuelo la descomposición de estas partículas en cada aliento.
Será la voluntad lo suficiente fuerte para crear un fin propio o dejará servir su sangre para seguir succionando un poder que no desea?
Es que si hablamos de deseo con la viejita de al lado no quedan dudas.
El problema es que ella no parece caminar a la par, ni adelante en el frío bosque de pinos al que parece, mis pies se encaminan.
No, ella no podría ser una guía.

La soledad siempre tuerce el brazo esté en la galaxia que esté.
Es que no encuentro mejor soledad que la que realmente se encuentra sola.
No dudo que podría aferrarme a su hipnótica sacudida de haber nacido en ella.
Parte de mi siempre durmió para el afuera
De vez en cuando se arrepiente de no fomentar la unidad de su ser.
Tal vez no quede nada mas que unir.

Ya me niego a hablarle…a hablarle a lxs demás.
Me niego a saberme «parte de» en la futilidad de la existencia.
Ni en un enjambre de lobos, ni en una manada de abejas.
La existencia debe estar en el núcleo de un universo paralelo.

El fin del ápice de extrañar III

Le abrí la puerta.
Esta vez para siempre.
Hace tiempo estaba rogando un poco de alimento.
Antes había encerrado en el sótano la afamada bondad, ya tenía suficiente.
Al menos un rato… la realidad lo pide a gritos.

No voy a prestar una prédica donde se enaltecen las distintas caras de un mismo verdugo.
Ya no me enervo en convencer a quien se niega a mirarse a si mismo.
No necesito mas ojos que me postulen en la efervescencia de una especie pestilente.
Ahora río, nada voy a lograr con la clemencia de mis plegarias que lejos de llegar a expandirse al centro de este universo, terminan hudiéndose en una vigilia continua.
Río de todo esos problemas que se le reclaman a sus mismos creadores en un futuro que de abismo se inunda en supremacía.
Me río de los privilegios de esta espantosa especie que no merece mas que la eterna extinción.
Ni siquiera un león podría compararse con la sanguinaria figura de la humanidad.

Siempre me negue a admitir la frialdad de mis pensamientos, el olvido de lo que siento.
Solo siento energía, los sentimientos me resbalan a medida que la arena cae en su reloj.
Soy un monstruo por equiparar, tiempo mediante, la muerte de una cucaracha por mis pies con la sofocación de un cariño que se disipa en la distancia.

Hemos visto pasar emblemáticas personas que lejos de entender el todo, podían, por lo menos, cuestionar la nimia compasión que profundiza el olvido del poder de estas manos.
Tan idiotizados estamos salvando nuestro culo que nos olvidamos lo obvio del superficial camino a la barbarie continua.
Todo es superflúo, aún en el mas amplio activismo.
¿Cómo no serlo cuando la solución está tan a la vista que la negamos todo el tiempo?
Miren cómo seguimos caminando siempre desde el mismo punto de partida.
Dormir debería ser un pecado pagado con la muerte.

Nos bañamos en una lucha que alimenta el peor de los egos, el absurdo.
Peleamos para que nos vuelvan a llenar de sangre las venas, por un rato.
Mejor olvidarse de construir nuestro propio templo, dejemos que su veneno de ácido sulfúrico penetre en nuestro cuerpo que lo rechaza.
Rechacemos lo que nace de nuestros órganos, de nuestras arterias porque significaría el último paso evolutivo en el cual nada va a ser lo mismo y eso no es lo que queremos, ¿no?
¿Quién podría soportar semejante cambio?
Las mentiras se huelen kilómetros y deberíamos temer cuando llegue la verdad.
Cuando llegue será porque ya no tiene sentido esconderla.

Tememos la muerte que explota y disipa este metustorio cargado de burlas incoherentes, represiones constantes y demostraciones computarizadas, equilibradas y totalmente inservibles.
Carguemos la cruz, reproduzcamos la misma porquería que fomenta nuestra muerte continua.
No veo otra solución mas hermosa y posible.
Para mi, que la veo llegar con ojos brillantes, va a ser el comienzo de la existencia.
Me niego a creer que esta estupidez sin precedentes pueda considerarse existencia.

Se vuelve estrecha la coherencia y yo quiero ver como muere la familia.
Se vuelve estrecha la coherencia y yo ya estoy cansado, quiero ver a la humanidad en un tumba desértica.
Qué risa me da cuando los problemas salen a la luz, ya no me preocupo mas.
Todos esos problemas que son tan fáciles de solucionar.
La metástasis se reproduce en la ignorancia, la inquietud y en mis ansias.
Qué risa provoca tener la certeza para el fin de todo problema enmudecido por los oídos a los que se quiere ayudar.
Qué triste ver la muerte que no nos toca pero que produce tanto miedo.

¿Cómo es que se elige en qué empatizar?
Si tuviéramos que redefinir las palabras por lo que realmente son, eso se llamaría racismo.
Pero qué equivocación acabo de cometer!
El ego absurdo dominó esta ironía.

Este todos contra todos en el que nos tiramos nuestros problemas entre quienes tienen la desgracia de seguir en vida.
Ni los monty python podrían recrear situaciones mas desopilantes.
Por favor! Miremos ese espejo, no nos olvidemos de su presencia.
Veo gateando a bípedos que con un autoestima demasiada alta van en busca de sus migajas.
Por favor! Sepan que son migajas
Eso sí debería llamarse racismo y también estupidez.

¿Por qué será que nos atamos tanto a la existencia?
¿Cual es el néctar del cual no podemos escapar?
Otro egocentrismo absurdo abriéndose paso en la frialdad humana.
Si tuviéramos los ojos panorámicos de un cóndor andino, el suicidio sería inevitable.
Qué lástima! Aún me resulta apasionante la lucha que pronto se volverá guerra en este cuerpo que es mi metustorio.
Se culmina la apatía en la integridad del polvo cocinado al viento.
Ya no podré dejar de reirme de mis desgracias, no he visto nada tan patético a estas horas de la madrugada.

Tan patétrica es nuestra esperanza en un cambio, que negamos a salirnos del paso.
Meeeeeeeeeeeeeeeeh! Quiero que la oveja asesine al rebaño y se ría de él.
La maldad ya se terminó por asomar, nunca o siempre se llega a nada con flores y miel ficticia de caña.
El ego se quedó como frontera y no como trofeo iluminado.
La maldad se ríe de mi mismo y yo termino por entender esta forma de ver cada gota que forma al vaso.
El ego se transforma en la realidad de nuestros deseos y yo quiero que esta humanidad se prenda fuego.

Niegan a verse, el orgullo les carcome las intenciones afiladas como lanzas primitivas.
Yo estoy en mi.
La importancia dada hoy me nubla las ganas.
Yo estoy en un templo en el cual, hoy, no hay entrada.

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