Soy un hombre bastante afortunado, la verdad, aunque desde el punto de vista de mis conocidos y enemigos debería ser infeliz. ¿Qué es la felicidad? Les preguntaría a todos ellos y la respuesta que recibiría sería que la felicidad es un estado de ánimo que te produce una sensación de haberte realizado. Sí, es muy formal, pero creo que así se podría definir. Para aquellos que no pueden expresarlo de esa forma, la felicidad sería como una sensación de placer y gozo en el estómago, en el corazón o en cualquier otra parte del cuerpo. Me atrevería a preguntarles si saben lo que es la antesala de la felicidad, pero como entiendo que no son ustedes personas muy cultas, les ahorraré las molestias de pensar. Pues bien, esa sala es en la que te encuentras antes de realizar tu sueño. Cuando llega tu cumpleaños y, por fin, recibes tu regalo y sientes la así llamada felicidad, quedas insatisfecho. Es porque esa sensación te dura tres minutos máximo y si las condiciones no son ideales, como en la mayoría de los casos, entonces te entristeces una vez que te han felicitado. Pero, ¿qué hiciste antes de tu fiesta? Pues, hablaste con tus amigos, hiciste planes, preparaste la tarta o planchaste tu traje o vestido y en esas acciones, aunque no lo creas, está esa antesala de la dicha. Si le pusiéramos mas atención al proceso y no al resultado, podríamos gozar más de la felicidad.

En nuestro tiempo todos queremos ser felices siempre. No queremos que las circunstancias normales de la vida nos estropeen el bienestar, queremos una seguridad total y estamos dispuestos a todo para lograrla. Si vamos de vacaciones, no queremos contratiempos; si nos ponemos vacunas, no queremos contagiarnos; si nos casamos, no queremos decepciones y así, hasta el infinito. Nuestro deseo permanente de mostrar nuestra sonrisa, nuestro aspecto físico ideal, nuestra comida y nuestra ropa de marca, nos han llevado a ocultar y hasta negar que existe la desdicha. Ve mi perfil en las redes, le decimos a nuestros amigos, verás qué feliz soy. No hay referencias a los lados negros de mi vida porque nadie se detendría a mirar mis ojeras por la mañana, mis discusiones con mi mujer o mis amigos a fin de mes cuando ando mendigando porque no me alcanza el sueldo.

A lo que voy con toda está retahíla de sandeces es que todo es relativo y si te esmeras en gozar de la felicidad, entonces lo puedes lograr. En mi caso, y ahora sí entro en materia, tengo pocos momentos de felicidad de verdad. Mi ocupación me deja demasiadas penurias como para pensar en esas cursilerías, sin embargo, hay momentos en los que sí podría decir que soy completamente feliz, aunque sea por unos cuantos minutos. Tengo dinero a morir y cualquier persona desearía estar cinco minutos en mis zapatos para poder comer caviar a cucharadas, beber los mejores licores y acostarse con las mujeres más bellas del mundo. Para mi tirar el dinero es habitual, cuando tienes forma de adquirir billetes por toneladas, ya no piensas en los precios. Hay solo una cosa y es lo que le critico a mis competidores. Si antes de ganarte esta pasta eras pobre, entonces no tienes remedio. Serás un obrero disfrazado de magnate que ahorrará en nimiedades, o un gigolo que regateará una botella de champan o se negará a ponerse ropa de marca por no gastar, etc.

Para mí no fue tan difícil porque, a pesar de que soy de origen humilde, siempre he sabido lo que valen las cosas. Antes no las podía adquirir, pero ahora las consumo habitualmente y ya ni les doy importancia. Eso sí, me preocupo porque las cosas siempre vayan bien y los planes se realicen. Si algo me estorba y necesito quitarlo para seguir con el negocio, pues lo elimino y pa´lante. Es verdad que el corazón se me ha hecho de piedra, pero eso no implica que no pueda ser feliz. ¿Qué cosas hacen al hombre feliz? Bien, eso es otra cuestión bastante relativa. Eso dependerá de las ambiciones, del grado cultural y de la edad, incluso. No soy un viejo y se que tal vez no llegue a los sesenta. Lo he aceptado, por eso disfruto al máximo cada día. He visto y escuchado todo lo que dicen las personas que mis achichincles han eliminado. Todos recuerdan en el último momento que debían haber pedido disculpas a tiempo, o decir una cosa importante, o ayudar a alguien, o confesar un secreto, o cualquier otra cosa.

No, no amigos míos, a mí no me va a pasar lo mismo porque hace mucho que hago las cosas bien. No me he echado encima compromisos de familia, no he traicionado mis principios y todo el dinero de mi negocio se lo dejaré a los pobres niños de los orfanatos. Bueno, ya tengo que irme y lamento no poder seguirlos instruyendo. El tiempo es oro y vamos a enviar unas cuantas toneladas de nuevo producto al gabacho para que se lo metan por donde quieran esos pinches gringuitos. Ha sido un placer mis estimados. Hasta pronto.

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