Alguna vez, le pedí disculpas a mis sueños por la realidad que les proveo. Con el paso del tiempo, entendí que mucho de lo que nutre un sueño no se encuentra en el plano consciente.
Pensé también en disculparme con la literatura por no haberla alimentado con la vitalidad de la constancia. Con el paso del tiempo, entendí que mucho de lo que nutre un texto se encuentra en el plano consciente.
Pedí disculpas a aquellas personas a las que hubiera defraudado. Con el paso del tiempo, entendí que mucho de lo que lastima es en realidad aquello que no se dice.
Pedí disculpas a aquellas mujeres a las que lastimé. Con el paso del tiempo, entendí que a veces una disculpa duele tanto como una herida.
Pedí tregua a aquellas cosas que escapan a mi comprensión. Con el paso del tiempo, entendí que no siempre es necesario comprender.
Alguna vez, intenté recuperar lo perdido. Con el paso del tiempo, entendí que el tiempo no perdona, pero tampoco existe.
OPINIONES Y COMENTARIOS