Llego a la puerta…
¿Hay alguien en casa?
¿Lo he perdido todo?
De esa manera y en ese instante.
Encierro el dolor en aquella sonrisa ilusoria que mantengo a flote.
Tal parece que cuanto más profundo voy, menos parezco saber, cuanto menos parezco saber, más profundo voy.
Así es como son las cosas.
Nadie viene a salvar el día…
En el anonimato de esta ciudad, pilares como el tiempo se desvanecen.
La sinfonía se construye a un futuro, al igual que; un misterio que alguien más deberá resolver.
Es una situación extraña, así que volvamos a la clave vieja, el antiguo tempo de todo.
¿Podrá el lado oscuro iluminar mi camino?
No lo se…
Muerdo mi lengua, espero mi turno.
Llevo esperando todo un siglo.
Ya perdí el aliento, sin ninguna lección aprendida.
Me doy vuelta y enfrento al enemigo.
No tengo miedo, es solo que no me importa.
No estoy escuchando, ¿me oíste?
Él «nunca» se fue, pero no me afecta.
No puedo decirte qué y dónde.
Al término hiciste algo mal, y dijiste que estaba bien.
Y ahora no sabes cómo podrías quejarte.
Porque estás confundido.
Pero quieres que lo haga igual que tú.
Una por una, las bombas de tiempo se van consumiendo.
Dos pasos hacia adelante, luego tres pasos hacia atrás, está bien.
El fin no tiene fin.
Estuviste esperando el ascensor.
Estuviste diciendo las palabras que estoy soñando.
No más dudas, ni preguntas, ni excusas.
La misma mierda, una vida diferente.
Alguna vez me saldrá bien.
Oh, tal vez esta noche no.
Quiero tú tiempo.
No me hagas preguntas, de las que no quieres, escuchar respuestas.
Ya no eres el mismo.
Ya no quieres jugar más ese juego.
Oh, los extraños, imploran.
Se han vuelto tan fáciles de ignorar.
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