«Yona exhala un suspiro. Experimenta una necesidad imperiosa, irresistible, de hablar de sus desgracias. Casi ha transcurrido una semana desde la muerte de su hijo; pero no ha tenido ocasión aún de hablar de ella con una persona de corazón. Quisiera hablar de ella largamente, contarla con todos sus detalles. Necesita referir cómo enfermó su hijo, lo que ha sufrido, las palabras que ha pronunciado antes de morir. Quisiera también referir como ha sido el entierro… Su difunto hijo ha dejado en la aldea un niña de la que también quisiera hablar. ¡Tiene tantas cosas que contar! ¡Que no daría él por encontrar a alguien que se prestase a escucharle, sacudiendo compasivamente la cabeza, suspirando, compadeciéndole!».
Esta es una cita de uno de los relatos de Antón Chéjov llamado La tristeza, mi «drama» no es comparable al de Yona, ¿recuerda lo que le dije?, en los problemas que tiene cada uno, varía la naturaleza, la gravedad y como reacciona a ellos en comparación con los demás, con Yona varía la naturaleza y la gravedad, pero su forma de enfrentarlo a encontrado cierta cercanía con la mía, ambos deseamos sacar las palabras de nuestra garganta porque sentimos que nos queman y nos ahogan.
Si decide buscarlo y leerlo se topara con que Yona, tras varios intentos de encontrar una persona afable que le escuchara, (intentos que fracasaron colosalmente) termina contándoselo a su caballo, que lo «escucha atentamente» y de esa forma finalmente puede ser apagada su desesperación por sacar esas palabras.
Por mi parte escogí gritar estas palabras al vacío, no fallé hablando con mis clientes igual que Yona, pero mis «amigos» no son del tipo de amigos con los que te desahogas entre lagrimas a las 3 am, y la verdad es que no tengo muchos de ellos para tener una gran variedad en mis relaciones interpersonales. Mis «amigos» son del tipo que te llaman a tomar un café o te piden ir de compras para adquirir una camiseta de moda o zapatillas de correr, con ellos charlas de música, de películas, de alguna serie o libro interesante, de lo mucho que quieres irte de viaje, de comida o mascotas y cosas por el estilo, la clase de charla agradable, ligera y divertida que normalmente deja un buen sabor de boca. No podría imaginar un desagradable escenario en el que hablo de mis miedos, o donde cuento los detalles detrás de la frase «he dormido mal estos días», así que no les diría que la comida para mí paso a ser opcional, no les diré que hay días que me levanto de la cama solo para poner agua y comida a mis gatos, no abriría mi boca para confesar que a veces tomo una silla de plástico y la meto a la ducha porqué mi cuerpo está demasiado marchito como para mantenerse en pie por su cuenta , no podría decir esas cosas, sería vergonzoso para mí e incomodo para ellos, creerían que tienen que decir algo, o darme un abrazo y tocar mi cabello, y si eso pasa realmente lo odiaría, no pueden decir palabras que ya no hayan estado antes en mi cabeza, y su toque mas que reconfortante produciría en mi un sentimiento de fragilidad difícilmente soportable.
Y discúlpeme querido destinatario, por las palabras que puedan resultar desagradables de leer, aunque debería medirme en presencia de una dama o un caballero con quien no comparto confianza, a veces mis manos son un poco indecorosas cuando se trata de asuntos de este tipo, me pregunto que modales valora usted, pero en fin.
Mi familia por otra parte es una historia muy distinta, un «lo hiciste muy bien» de mi madre, salido de su boca de manera espontanea es perfectamente capaz de hacerme sentir importante, lo mismo pasa con mi hermano, sus cumplidos sinceros son realmente reconfortantes, a ellos los amo mas que a mi propia existencia, y ambos por supuesto tienen vidas complejas con preocupaciones, como todo ser humano, y no soy lo suficientemente egoísta como para adicionar cargas en sus espaldas, sé que mis problemas son importantes, pero también sé cuanto pesan, por lo tanto no puedo repartir ese peso en otras personas, en personas que me importan.
Por eso me es muy útil gritar al vacío, porque si de casualidad, alguien llega a escucharme, no adquirirá un peso en su espalda, puede evitarlo, intentar comprenderlo o animarse a compartir su propia historia de regreso, pero no le pesara, solo compartes el peso de la espalda de alguien mas cuando te unen fuertes sentimientos a esa persona, sean positivos o negativos, mientras esas sentimientos tengan fuerza vas a cargar consciente o inconscientemente parte de la cruz que representa ese ser, pero usted querido destinatario no me conoce, no me ama, me odia o le importo, solo soy un conjunto de letras para sus ojos, por lo tanto es seguro para usted leerme sin que pueda robarle ni un poco de su tranquilidad.
Querido destinatario, me pregunto que pensara usted de todo esto, que tanto arde la llama de su vida, me pregunto muchas cosas acerca de usted, pero creo que seria demasiado vanidoso de mi parte esperar conocer algo de usted, por el momento solo me regocijaré en poder descansar mis letras sobre su conciencia.
Agradeciendo su existencia,
-Cyrus.
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