Una mano negra rozó mi cuello.
Era el viento, el dedo que nos señala, las alas, Dios, el miedo a la muerte…
De pronto hacía un calor insoportable. Nuestra ropa empezó a empaparse con nuestros sudores, que ya no olían como antes… Nos esforzábamos por llenar nuestros pulmones de suficiente aire. Sudados, fatigados y en mitad de la nada, andábamos hacia el Sol, en busca de agua.
Agua para vivir.
Nuestros músculos no obedecían a nuestro cerebro.
Nos hacíamos viejos. A cada paso más viejos y más sedientos.
Más muertos.
Quilómetros y quilómetros de arena, dunas y mucho viento abofeteándonos;
y el Sol siempre de cara.
A pesar de tener que soportar el peso de nuestros cuerpos, seguíamos andando. Cegándonos con el deseo de vivir. Sólo preocupados por llegar hasta la saciedad. La saciedad de nuestros cuerpos.
No tratándose el egoísmo, pero sí, el subjetivismo puro de necesidad natural: la sed.
Todos teníamos sed. Los animales también se dejaban cegar por aquella bola de fuego inalcanzable.
No había ser vivo cuya ansia de vivir dejara de cegarlo, pues así lo sugería el camino hasta la saciedad. El destino de alcanzar el agua resbaladiza, la drogacontradicción de necesidad sobre aquello no sólido.
Seres vivos:
Moralistas de la sed.
Y después de beber vino más sed.
Necesidad por sentimientos.
Placer por placer.
Egoísmo.
¿Habrá bastante agua para mí?
¿Tendremos suficiente agua para todos nosotros?
¿Nosotros?
Seres vivos:
Moralistas de la sed.
Poco a poco se iban abriendo nuestras pupilas.
Entraba la noche.
La luna posaba sobre el azulnaranjado sabor del cielo, dando color a las insípidas aguas del océano; aquellas que sacian nuestro deseo.
Todavía sedientos, volvimos a beber y vimos. Nos vimos. Vimos nuestros reflejos. Y… ¿Quiénes son esos, aquellos que habitan nuestro deseo?
Entonces vino el miedo. La drogacontradicción de impulsos e instintos, la falsedad, la mentira, la rabia, el odio, el sufrimiento por haber alcanzado lo no previsto, lo no deseado. El miedo.
Nosotros.
Seres vivos.
Y otra vez ante el reflejo, nos preguntaremos…
¿Por qué bebimos sin sed?
– ¿FIN? –
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