Y así, me encontré a Oaxaca en cada rincón de tu piel,

pero nunca se fue, noté así, que, cada suspiro,

sin saber, me conduciría a ti, el mole con ajonjolí

y una tlayuda, a veces tan sólo el olor a sal de mar,

a costa brava, a relámpagos y lloviznas, así, a merced

de una carretera que, bien sabía, no volvería a transitar

sería ya, a estas alturas, una casa que aún extraño.

Tu sonrisa ahora, es un chocolate con sabor a mezcal.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS