Había una vez un joven pirata que vivía en un pueblo pequeño, extrañamente en aquel pueblecito el pirata encontró un tesoro, «su tesoro». El pirata se enamoró completamente de su tesoro, fue su primer amor y como dicen los sabios «el primer amor nunca se olvida. El pirata vivía por él, comía por él, dormía por él. Llegó un punto en que el pirata se perdió en su tesoro, lo miraba todos los días, lo pensaba todos los días y dejo de ser él. De repente perdió su esencia y su individualidad.
Un día el tesoro del pirata huyó de él. Cuenta el mar que fue porque el tesoro no se encontraba bien, pero el pirata no lo supo. El corazón del pirata se rompió de tal manera que solo puede romperlo tu primer amor. El pirata se culpó, se culpó por mucho tiempo y pensó que su tesoro lo había dejado por ser un pirata defectuoso. Dejó de comer, dejó de dormir, dejó de amar, dejó de creer en él y sobre todo eliminó cualquier esperanza de que él algún día pudiera ser amado.
Pasaron los días, los meses y los años. El pirata vivía en un pozo, ya no quedaba nada del joven pirata que un día cautivó al pueblo con su sonrisa, sus relatos o sus actos. Después de tanto tiempo y tanto dolor el pirata decidió abrir los ojos de nuevo y salir de aquel pozo. Poco a poco fue siendo un mejor pirata. Me gustaría decir que el pirata volvió a ser el mismo, pero no fue así. Se podría decir que el pirata intentó construir una mejor versión de sí mismo. Me gustaría creerlo. Lo que sí nunca pudo sanar fue la herida de su corazón, aunque sonreía el pirata pensaba que nunca podría ser amado.
El pirata dejó de buscar, se concentró en sus travesías, no quería otro tesoro. Nos cuenta el mar que en ocasiones se sentaba a mirar las estrellas y recordar a su antiguo amor. Un día, el pirata sin querer encontró un mapa, fue como si todo lo llevara a aquel nuevo tesoro. El pirata con miedo decidió darle una oportunidad, fue difícil encontrarlo ante todo enfrentar sus propios miedos e inseguridades. Finalmente, el pirata lo encontró y aunque quedó fascinado con su belleza había algo que no encajaba. El pirata no era aquel joven pirata de años atrás, el corazón del pirata estaba tan frío que pensó que no podría volver a sentir aquel calor que emanaba el amor. Sin embargo, este nuevo tesoro era diferente. Este tesoro lo esperó, le dijo que tenía toda la paciencia del mundo, lo esperaría y lo amaría en el proceso.
Con mucho tiempo y paciencia, el pirata volvió a sentirse amado. Se dio cuenta que él no era el problema. Aunque el pirata amaba a su tesoro nunca perdió su individualidad. Siguió siendo él y no se cegó por un amor idealizado. El tiempo le enseñó a no desaparecer, aunque ame a otros. Sin embargo, esta historia no termina en un final feliz y no, el pirata no ha vuelto a perder su tesoro. Aún.
Pero el pirata tiene miedo, porque, aunque sabe lo mucho que vale él como pirata, tiene miedo a no devolver todo el amor que le da su tesoro. El pirata nunca imaginó ser amado, peor aún ser amado de una manera tan bonita y sana como está siendo amado. El pirata se siente roto, porque su parte romántica se la robó aquel tesoro pasado. El pirata tiene miedo de no causar la misma cantidad de sonrisas que le causa su tesoro. El pirata tiene miedo de herir a su tesoro y cree que ya lo hizo muchas veces. Hay noches en las que el pirata mira el mar abierto y quiere huir, no porque no ame a su tesoro sino por miedo a no ser el pirata que merece su tesoro.
¿Y si su tesoro merece un mejor pirata? ¿y si su tesoro se vuelve a ir? ¿y si lastima a su tesoro? ¿y si su tesoro le rompe el corazón? El pirata tiene miedo… Y día a día lucha con sus miedos e intenta hacer feliz a su tesoro.
ME GUSTARÍA DECIR QUE ESTA HISTORIA TIENE UN FINAL FELIZ, PERO LO ÚNICO QUE PUEDO DECIR ES:
CONTINUARÁ…
De: D’
Para: D’

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