Extrañarte se ha convertido en mi dulce condena. Sentencia la cual no apele, porque pensé que con solo tenerte en mis pensamientos bastaría. Pero, me equivoque. En vista de, que, la razón en su papel de fiscal no logro persuadir a mi corazón. Un corazón que odia vagamente esta distancia que nos separa. Ese mismo corazón que clama por verte sonreír, por contemplar el girasol que yace en tus ojos. Por derretirse en tus brazos empedernidos de la mano de tus besos y por calcinarse en el infierno que desata tu cuerpo. Si, extrañarte es la manera más torturante de corroborar cuanto te quiero, cuanto te deseo. Cuanto anhelo al menos por un segundo extraerte de mis sueños y que hagas parte de mi realidad. De esta realidad, que adereza todo mi ser y no solo en mis labios ese sin sabor tan amargo. Un trago amargo de no tenerte que embriaga mi espíritu; con los recuerdos inmemorables de aquellos atardeceres, ante la mirada sigilosa de unas tantas tazas de café. Así, como esos crepúsculos en los que busco tu hermoso rostro tallado en el lado oscuro de la luna. Esa que una vez te regale. Te extraño y no quiero maldecir esta poesía, cuanto te extraño. Es la melodía desafinada que viaja por el ventrículo de mis venas rumbo a un corazón harapiento, en el cual se concentra un espeso liquido llamado amor. Un sentimiento vivo y que a su vez se hace más fuerte. Ese quien, día a día se niega a extrañarte, a perderte. ..

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