De la anécdota del padre Poseado
Sobre la perseverancia infinita
Que el amor a un hijo no limita
Es por encima del brusco pecado.
Diose el Seol a un ambicioso
El todo por el sutil corazón
De su humilde madre incapacitada
Le bastose solo una cortada
Puso el viejo y enfermo órgano rozo
En el más recóndito y frío tazón.
Es así, que se condujo en caño
A la plaza, a hacer mediato el pacto
Remordimiento presta un tropezón
Entonces se dejó oír del corazón
“hijo mío, acaso te has hecho daño”
Mas él se sintió pobre en el acto.
OPINIONES Y COMENTARIOS