El solcito calentaba sus manos,la tarde estaba alegre, los árboles un poco sonrojados, el agua del mar estaba en su punto exacto, se sumergió hasta lo más profundo de su vientre, salio a flote y en posición de espalda se relajó.
Se durmió entre sus aguas, entrego parte de su alma sin pensarlo, su madre gritaba desde la orilla, no hay vuelta atrás le respondía el mar, ya era casi completamente suya, fue el regalo que envió el infierno al océano, para ser parte de los elementos, digno sacrificio de la dulce niña no inocente pero la más valiente.
Pero de las profundidades se mucitaba lo siguiente: aceptamos, pero te dejamos en tierra, con la condición que una vez al año nos entregues tu sonrisa y tus canciones, que te bañes en nuestras aguas y que le seas fiel solo al elemento que te permitió continuar, es que el mar, ya sabía que ella amaba a un ser terrenal, que ella jamás le entregaría todo, pero también sabía que por la naturaleza de la joven, ella sería rechazada y volvería a pertenecerle y corresponderle en cuerpo y alma, que no pasaría mucho para que ella en una de esas visitas para cumplir su manda, quitara todo aliento de sus pulmones y se entregara al azul más profundo del océano.
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