Cada día reprocho el momento en que te conocí, ese instante mágico en el que ni tú ni yo imaginamos llegaría tan lejos.
Tu presencia en mi vida le dió un color diferente porque todo lo que pretendía era alejar a cada posible amor sin saber siquiera de lo que sería capaz de hacer por éste corazón.
¿Alguna vez has sentido algo parecido? ¿Creer conocerse de vidas pasadas? ¿Pretender un futuro a escasos minutos de tocarse las manos?
No imaginaste tanto alboroto en el corazón mío ni en el loco cerebro que solo idealizaba un horizonte repleto de maravillas en el que tú y yo éramos uno solo.
Culpable o no, eras la perfección de un camino incierto en el amor, un camino que traía absoluta desolación sin un recuerdo de amores pasados, sin besos ni caricias de un ayer, un rostro que no tenía derecho a enamorarse y que buscaba refugio en las melodías de un acordeón.
Cuán equivocada fue esa teoría y cuán doloroso el golpe contra el mundo, un mundo que tenía tu nombre junto al de alguien más escrito en acuerdo matrimonial.
Tantos momentos de inquietud, de dolor y desconfianza, confusión y decepción, cuánta ilusión y tan torpe el corazón creyendo ser tu dueño absoluto, creyendo tenerte exclusivamente y para siempre.
Dime tú, ¿tendremos que seguir lidiando con los engaños e ilusiones falsas? ¿Por cuánto tiempo continuarás con ese va y viene de fantasiosos deseos? ¿Hasta cuándo vida mía?
Si lo único que hago yo es amarte, quererte y preferirte, esperarte y necesitarte.
Que la vida y el universo se pongan de acuerdo sería lo más certero, tú en el camino que ya construiste y yo…yo esperando a quien me acompañe a éste trajinar, con sinceridad, con lealtad, con amor de verdad.
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