Zapatos de Charol

Zapatos de Charol

La Marcheza

11/07/2021

Una niña de 7 años, pelo negro, corto y crespo, ojos cafés, piel morenita, aún con algunos dientes de leche que deja ver cuando sonríe, lleva puesto un vestido con saco de lana, unas medias bordadas que le hizo su abuela, está niña se encuentra sentada en el borde de la cama de los extraños, que se quedan en casa de su tía cuando no alcanzan a irse a la finca, en frente se puede ver la cama también de otro extraño, medio conocido, su papá, quien no aparece en escena porque de nuevo se ha quedado bebiendo, dicha cama se encuentra en el segundo piso al cual no sube casi nadie. Tiene una mirada inocente como de quien no puede saber lo que va a pasar, mejillas rosadas, esta sentada en una posición rígida, piernas juntas manos incomodas sobre las rodillas; esta anocheciendo, porque la luz ha bajado, ahora todo es un poco más oscuro, la luz no se ha encendido y ella sigue en la misma posición, esperando no sabe qué, solo han pasado unos minutos pero la transición de día a noche, la espera de no saber que esta pasando, la ansiedad, han hecho de esos minutos una eternidad, al lado derecho de la cama bloqueando la única salida, se encuentra su tío, cara alargada como la de un mango, quijada puntuda, ojos claros, piel roja y acalorada, la imagen esta difusa para saber que ropa lleva puesta pero si se puede sentir su olor, un sudor fuerte y denso, como de quien ha trabajado en el cafetal todo el día, con un aliento caliente con fuerte olor a café, que se va acercando a la niña, primero de una manera lenta, después con un fuerte impulso como si algo o alguien lo empujara, la niña se queda fría, se ha congelado el tiempo, la mente y la ansiedad se ha transformado en miedo, ella no abre la boca, la cierra y aprieta con fuerza. La lengua de su tío ha recorrido toda su cara, orejas, cuello, incluso ha pasado por su boca apretada, el miedo se ha hecho mas grande, la niña transformo su cara, ya no muestra sus dientes de leche, esta despeinada, pálida, helada, la mano caliente de su tío le ha tocado el brazo y ha empezado a bajar, ahora esta en sus piernas flacas de niña, que no tienen mucha carne igual que el resto del cuerpo, los dedos de la mano de su tío se han clavado en el poco músculo que tiene, ahora la otra mano también se aferró a ella pero esta vez en su espalda, inmóvil se encuentra sujeta a el; anocheció por completo solo entra una luz que viene del corredor y entra por una rendija de la puerta entre abierta, la niña con los ojos abiertos, tan abiertos que duele, con tanto miedo, desespero, sin saber que hacer, trae a su mente sin saber como, el recuerdo de la mañana de ese día, caminando con su hermosa madre, que siempre llevaba el pelo corto llevando con ella ese olor a perfume caro y a un poco de alcohol, se vio entrando con ella a la tienda de zapatos, señalando esas hermosas zapatillas que hace meses le había pedido y que había llegado el momento de comprar, gracias a haberse portado como una niña educada, callada, de buenos modales, que habla en voz baja, no reclama, no grita, no hace pataletas, saca buenas notas y allí estaba la foto en su memoria se esos hermosos zapatos de charol, así que la niña también recordó que aquellos zapatos se habían quedado en casa de su abuela y su mente y corazón se unieron y le gritaron “Tienes que ir por tus zapatos de charol” y así entre lloriquidos, lágrimas, babas y mocos la niña ha empezado a gritar casi histérica como si fuera a entrar en shock ¿Dónde están mis zapatos de charol? Necesito mis zapatos de charol.

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