El hijo de Krishna

El hijo de Krishna

Nina Paiva

04/07/2021

Leí por allí que la luz blanca contiene todos los colores visibles, siendo el rojo quién tiene la onda de longitud mayor. Que locura, todo coincide. Y me entra la idea de que los colores son vibraciones, son energías mensajeras.

Al instaurarse en mi cabeza, solo puedo pensar en aquella vez…

Esa vez fue especial, estabas sentado a mi lado y simplemente, me sumergí en tu imagen y sólo pude mirarte. Lo recuerdo tan bien, tenías una remera azul y un jean que acompañaba la forma de tus piernas.

Estabas sorprendido o tal vez en otro mundo, una hermosa figura roja con cuatro cuerdas en tus manos, tan roja…Ahí me encontraba, en esa intimidad tan sonora y tan sabia. Tus manos tiernas jugaban en su cuerpo, tus llamas rosaban cada fibra del metal. El objeto vibraba y se fundía, era una simbiosis que resultaba un híbrido.

Nada es ajeno a una, en ese momento, mis ojos recorrieron cada uno de los pliegues de tu piel, de tus manos en movimiento que cronometraban tu respiración. Admiraba tus labios, esos que te llevan a la perdición, que receptaron mi mirada; y todo tu cuerpo recibió mi energía minuciosa. 

Justo ahí, sentí un amanecer en mi cuerpo que dejaba mi cara al descubierto. Me miraste fijamente y me sonrojé. La idea original es que los colores son frecuencia en el momento en que me mirabas y el amanecer desbordando en mi cara…Sobre tus ojos ante mi vibración de amor, de comprensión, ternura, admiración; me pregunto:

-¿De qué color percibiste el amanecer que en mi cuerpo despertaba?

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