Él tomó mis manos y me dijo: “La amabilidad siempre genera un buen ambiente en el hogar, en el trabajo y en general en todo tu ser, por eso siempre debes ser amable con todos, incluso con los que más se enojan o se molestan”.
En eso yo le pregunté: ¿La gente me rechazaría si soy prepotente, cierto? – y él me respondió: “algunos podrán tener mal carácter, pero no les va bien y muchas veces terminan mal, ser amable y educado te abre muchas puertas, eso debes de tomarlo como un estilo de vida, es decir debes ser amable siempre, en toda situación”. Pero dime: “¿Sabes cómo puedes poner en práctica ese valor?”.
Esa pregunta me dejó pensando por un momento, y le respondí: “Supongo que debo sonreír siempre con los demás”. “Muy bien” me respondió, y prosiguió: “pero en sí, consiste en ayudar a todos, es ser cortés, gentil, afable, ser una persona atenta y buscar el bien para todos”.
“¿Por eso dicen que la amabilidad es el idioma en el cual el sordo puede oír y el ciego puede ver, cierto papá?” – Exacto hija, la amabilidad puede cambiar el mundo.
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