Las palabras

Envidio a los que se sienten atraídos por hablar, quien no tiene los pensamientos con una correa, quien no honra las palabras que acarician sus heridas, y con el habla, peculiar como el encaje, conocer y conjurar, conocer y conjurar y mi cabeza es una bola de la que se ha salido el hilo.

Una cadena de maldiciones, desdentada, forcejeando en el estanque como renacuajos que no están destinados a convertirse en grandes ranas. y mis palabras son lienzo toscamente tejido por un antiguo huso. lo siento mucho y es gracioso, tratando obstinadamente de extraer mineral. Y acariciar la frente de otras personas con la palabra recién labrada del muñón, en una palabra con una piedra, pero sin un corte, prueba de corazones de unción endurecida.

Casi mecánicamente aprieto las palabras en puñados. Dios, sana mi orgullo momentáneo y perdóname por la debilidad. Y por la debilidad no es cuestión de perdonarme

Fotografía: Nina Nava