La lluvia caía sobre las tejas de mi casa, no recuerdo otro momento mas intacto que el de esa lluvia extraña que mí ojos de inocencia miraba. No se cuándo en mí vida me aparte de la esperanza. Cómo se derramaba esa lluvia por calles de mi casa. Un día mi padre y yo la miramos con sutil andansa. Yo un niño y el un joven padre firme como piedra de un río. No se porque me viene este recuerdo que pocas veces  evocó en la sonata risueña de mi memoria. Sólo se que la lluvia de aquel junio mí padre era el firme bastón que jamás sedia en la mas cruda  agonía y yo un niño que a penas descubría lo que la  vida le deparaba. 

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