Las anécdotas de mi niñez por lo general son poco divertidas, pero en ocasiones lograba crear una que otra situación de mucho interés, crecí en un pueblo pequeño donde tener en la casa un amplio terreno lleno de árboles y animales de crianza era muy común, de ahí que en muchas de mis historias los personajes tengan representación en algunas de las ricas especies del reino animal.

Tengo un recuerdo que me lleva a una escena donde tenía un pollito amarillito, como son cuando acaban de salir de la fábrica, como era de esperarse le puse un nombre muy original “pio pio” él dormía conmigo y cuando tenía frió se metía bajo mi sabana y se quedaba ahí hasta el amanecer, luego pio pio creció y descubrí que era ella y no él, con el tiempo tuvo que ir al patio junto al resto de su especie.

Para ese entonces yo tenía no más de 4 años, pio pio, no dejó de reconocerme, cuando yo salía al patio ella venia corriendo a revisar mi bolsillo donde encontraba su cereal favorito. Pio pio era fiel conmigo y yo con ella, pero de una manera dolorosa iba a saber que la naturaleza tiene sus reglas que no atienden a las emociones, sucedió una tarde luego de que pio pio se quedara por varias semanas recostada en su nido. Ella estaba en el patio, yo la vi a la distancia y como de costumbre corrí a su encuentro, y ella parecía tener mucha emoción por verme porque cuando estaba muy cerca voló hacia mi, pero para mi sorpresa me picoteó una y otra vez hasta que llorando volví a la casa, yo no entendía que había pasado y mi papá me tomó de la mano para llevarme nuevamente al patio, yo me resistía a salir por esa puerta temeroso de lo que fuera a sucederme, una vez afuera me mostró a 7 pollitos que seguían a pio pio a todas partes y me explicó como la naturaleza de una gallina cambia cuando siente que algo amenaza a su pollitos.

Hoy reflexionando sobre eso viene a mi memoria otra historia esta vez de la protagonista de este relato, su nombre es Aranzazú, cuando pienso en ella con toda su amabilidad y gentileza para con todos, me sobreviene una sonrisa. Aranza como le decíamos por cariño era una de las pocas personas que yo conocía, que a los 19 años tenía claro sus objetivos en la vida e incluso ya tenía a su lado a la persona con la que esperaba pasar el resto de su vida, esa madurez que era precoz para la época, la llevaba a enfocar muchos de sus esfuerzos a cuidar a sus amigas, en eso se parecía a pio pio.

En marzo del año 95 ella misma iba a contribuir a la situación que voy a relatarles, eran las 8 pm, cuando ella y Jennifer salieron de una reunión de asesores, y mágicamente aparecí yo, que por “casualidad” estaba parado muy cerca de la puerta del aula de la reunión, no sé cómo ni porque los que estaban en esa reunión decidieron ir a la discoteca esa noche, vi que alguien se acercaba y las invitaba a acompañarlos, sé que de no estar Jennifer, Aranza no hubiese ido, y quiero imaginar que de no estar yo Jennifer tampoco lo hubiese hecho, al final todos fuimos yo como auto invitado obviamente.

Yo era del pensar que al tener una novia debía ser la correcta y con la que estaría dispuesto a pasar el resto de mi vida, esa era mucha presión para un joven de los 90 y a decir verdad para cualquiera, Arancita que era sobre protectora como pio pio me tenía en la mira, porque cuando me acercaba a alguna de sus amigas yo luego salía huyendo, por tanto, esa noche estaba alerta por Jennifer.

Yo veía como el radar de Aranza se activaba cuando me acercaba mucho a Jennifer y como sus ojos giraban más que el ventilador de un chiste que ella misma una vez me contara, cuando invité a Jennifer a bailar, rato después los ojos se le salían de la órbita cuando me vio robándole un beso a mi futura y amada esposa, como símbolo de que desde esa noche estaríamos juntos.

Me imagino que esa escena acabó con la fiesta, porque de ahí nos fuimos, “pobre Jennifer” pensó Aranza esa noche, según me dijo luego cuando me interrogó en un pasillo para saber si era en serio lo que yo estaba haciendo. Espero que dos hermosas hijas y 22 años de matrimonio sirvan para dar fe de que si era muy en serio.

Tener a Aranza de amiga es una garantía de que alguien va a cuidar tu espalda cuando no estés mirando, y que tienes a alguien maravilloso con quién contar. Todos mis recuerdos con Aranza son gratos en especial ese día cuando nos ayudó sin proponérselo a dar ese importante paso.

Dedicado a la “pio pio” de nuestra generación mi querida Aranzazú Rodriguez, feliz cumpleaños.

José Domingo.

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