EL HIJO DESOBEDIENTE

EL HIJO DESOBEDIENTE

—Compadre, creo que deberías ir al Saloon 

—No me digas que otra vez se metió en problemas mi hijo Bill.

—Así es, compadre, y esta vez va en serio. Acaba de retar a duelo a Jesse, el hijo del sheriff

—Seguramente se trata de un lío de faldas, como ya se está volviendo costumbre. Y tenía que ser el día de nuestro aniversario de bodas. ¡Vaya regalo!

—Mejor apresúrate y vamos para allá. Anda, yo te acompaño. 

Montaron sus respectivos caballos y, una cuadra antes de llegar, vieron que dos vaqueros se encontraban ya en posición de duelo, listos a desenfundar  sus armas.

Al aproximarse, como era ya de esperarse, notaron que uno de ellos era Bill.
—¡Detente, hijo! —Gritó Jonatan, su padre —. No vayas a cometer una locura.
—Quítese de aquí, mi padre que estoy más bravo que un león, no valla a sacar mi arma y le atraviese el corazón.          
—Hijo de mi corazón, por lo que acabas de hablar, antes de que salga el sol, la vida te han de quitar.   . 

***

Unos años antes, cuando Bill era aún un niño, le tocó ver cómo su padre se batía en duelo por una mujer que no era su madre. 

Este hecho le había costado a su padre una condena de veinte años en la cárcel. 

A pesar de esto, Bill no había aprendido la lección. Sus amoríos con la Rosita le causaron serios problemas, aunque, por fortuna, en esa ocasión salió bien librado, gracias a que su rival disparó primero, errando el tiro, por lo que pudo alegar defensa propia. 

Sin embargo, este hecho le había creado fama de bravucón mujeriego, gracias también, al antecedente del padre. 

En más de una ocasión había tenido  amoríos con otras mujeres, y siempre había salido bien librado, debido a que nadie quería enfrentarse a él en un duelo. Era buen pistolero, no cabía la menor duda, pero era un desalmado y tenía lo que era aún más importante: la suerte parecía estar siempre de su lado. 

***

—Bill, esta vez no sabes lo que haces. Te estás metiendo con Luci, la hija del sheriff, ni más ni menos, es su hermano el que se batirá contigo.  No hay modo de que salgas bien librado. Si resultas vencedor del duelo, te pasarás el resto de tu vida tras las rejas, y si pierdes… bueno, tú ya sabes… —le dijo Wayne, su mejor amigo.

—No quiero tus consejos. A mí nadie me desprecia, y menos delante de todo el Pueblo.

Salió hecho un energúmeno, sosteniéndose el sombrero con una mano , mientras colocaba la otra sobre su revólver Smith and Wesson, alojado en una funda en su cinturón. 

Como lo predijo su padre, al tratar de desenfundar su arma, esta se atoró, y una bala certera se alojó a unos centímetros del corazón de Bill. Su rival había sabido aprovechar la ocasión.

—¡Qué hiciste, hijo mío! —alcanzó a decirle su padre.
—Perdóname, padre. Lamento no haber sido el hijo que tú y mi mamá merecían —exclamó en sus brazos, dando un último suspiro.

Este triste acontecimiento sirvió de inspiración a la canción “El hijo desobediente”, de Víctor Cordero Aurrecoechea.

EL HIJO DESOBEDIENTE 

Un domingo estando errando
Se encontraron dos mancebos
Metiendo mano a sus fierros
Como queriendo pelear. 

Cuando se estaban peleando 
Pues llegó su padre de uno
«Hijo de mi corazón
Ya no pelees con ninguno». 

Quítese de aquí mi padre
Que estoy más bravo que un león
No vaya a sacar mi espada
Le atraspase el corazón. 

Hijo de mi corazón
Por lo que acabas de hablar
Antes de que salga el sol
La vida le han de quitar.

Lo que le encargo a mi padre
Que no me entierre en sagrado
Que me entierre en tierra bruta
Donde me trille el ganado. 

Con una mano de fuera
Y un papel sobre dorado
Con un letrero que diga
Felipe fue desgraciado.

El caballo colorado
Hace un año que nació
Ahí se lo dejo a mi padre
Por la crianza que me dio.

De tres caballos que tengo
Ahi se los dejo a los pobres
Para que si quiera digan
Felipe, Dios te perdone.

Bajaron al toro prieto
Que nunca lo habian bajado
Pero ahora si ya bajó
Revuelto con el ganado. 

Ya con esta me despido
Con la estrella del oriente
Esto le puede pasar
Al hijo desobediente.

—FIN—

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