Los números de la vida son infinitos.
Solo nos basamos en contar con nuestros dedos: hasta el número 10.
¿Pero quien cuenta los sucesos de la historia, si no es con los dedos?
¿Quien puede contar, sin los dedos?
Las palabras dictadas por la lengua también saben contar, y más que 10.
Poder contar, el sin fin de números infinitos es el labor más temible,
saber lo que hay en cantidad para aprovechar el recurso.
Y la sociedad se pregunta si es bueno enumerar, porque contar ya no es
suficiente.
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