Dulce vida (relato corto)

Una vez caminé por la orilla del mar buscando el silencio del mundo,

y me topé frente a mi, el ruido del mar y las gaviotas que volaban en la costa.

Miré hacia la luna que se reflejaba por la noche y pensé en lo que su brillo me diría.

Miré hacia las arenas, totalmente descalzo, y sentí el tacto de su textura con mis dedos.

Me senté en estado meditativo para apreciar como la luna caía en pedazos.

Me senté en estado de comprensión ante el mundo para entender el porqué del silencio.

Entendí que el silencio era lo que buscaba toda la vida; que podía rugir en mi interior.

Entendí que las gaviotas buscaban refugio por las noches, para luego buscar alimento por el día.

Entendí que yo era un ser humano en busca de lo simple, de la verdad absoluta,

de esa verdad que no es verdad, porque nada suele ser verdad.

Por que la verdad es lo palpable, lo intocable, lo sintiente.

Me levanté de la arena, caminé por la orilla del mar mojándome los pies y el frío

entumecía todo mi cuerpo. Me desnudé frente a la madre tierra y caminé hacia el oleaje.

Ese fue, mi último adiós.