
Somos fieras.
Incautas, despreocupadas.
Ajenas a la eterna pregunta de qué hacemos aquí…
Es bueno ser una fiera.
No hay angustia,
no me percato de las infranqueables paredes de ladrillo:
El tiempo, el espacio.
Somos bestias.
Limitadas desde que nacemos,
pequeñas ante el universo…
Hoy es el día de la bestia
y mañana llegará inmisericorde
el día de ser sombra
y sentiré transcurrir mis horas
silenciosa en la penumbra.
Hoy, bestia
sacudida mi entraña
por el ímpetu de la irracionalidad
agitada frenéticamente mi composición lastimera.
La criatura poderosa reclamando inmortalidad,
el impulso creador,
la bestia, mi madre.
Mañana, sombra.
El estira y afloja entre los dos polos…
Nuestra vulnerabilidad nos ha sellado
y ha escrito en nuestra frente las palabras con sangre:
fragilidad, intensidad.
Tengo la vida
no sé cómo no descomponerme,
no sé cómo cavar un pozo en mi existencia
y mirar dentro.
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