Despierto y me encuentro equidistante

el planeta ya no es mío

y tus manos se han mudado a otro sitio.

Muero

y es la muerte la que trae alivio…

Los golpes en mi sien me martirizan

pero ya no duele como antier el equinoccio

sólo me delata la sed de saborearte

de reconocer tu presencia exagerada.

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