En medio de un desierto abrazador, donde las temperaturas llegan a los 58 ° Celsius, un viejo granjero trata de plantar todo tipo de semillas en esa tierra estéril y muerta. El viejo anciano siempre ha sido muy testarudo a la hora de cosechar sus tierras pero esta vez sus intentos parecen no dar frutos.
La mayoría de las granjas vecinas ya han caído en desgracia, el clima ha empeorado en los últimos nueve años y la mayoría de las personas se han ido a vivir a la zona norte, se dice que allí se puede cultivar todo tipo de vegetales y hortalizas; además de las frutas más sabrosas que algún paladar haya probado.
El emisario del ministro de agricultura ya ha advertido al viejo testarudo que de nada servirán sus inútiles intentos. La tierra de las granjas de aquel condado pronto serán declaradas zona de catástrofe absoluta y todos sus habitantes deberán ser evacuados, pero ya la mayoría ha tomado la determinación de irse de aquella zona muerta.
Si tuviera una familia a quien proteger es seguro que el anciano habría tomado la decisión de irse a las zonas seguras. Su mujer falleció cuando apenas llevaban tres años de matrimonio y sólo tuvieron un hijo con el cual perdió el contacto hace ya bastante tiempo, según le dijeron vivía felizmente con su familia en otro país al otro lado del mundo.
A bordo de su viejo tractor va esparciendo las semillas que ha recolectado, lo hace principalmente por las mañanas que es el mejor horario puesto que después del medio día las temperaturas comienzan a aumentar de forma descomunal. Incluso había cavado un pozo del cual podía sacar el líquido vital para que germinaran sus amadas semillas, por alguna extraña razón el agua no parecía acabarse nunca. Quienes lo visitaban para llevarle provisiones de alimentos y enseres básicos para su subsistencia, quedaban impresionados por aquel oasis que brotaba de aquel pozo mágico que el viejo había cavado con sus propias manos.
No había ninguna duda que aquel anciano era un testarudo, pero al parecer estaba ganando su batalla personal con la inclemencia del tiempo, para cuando los primeros brotes salieron de la tierra que se creía totalmente muerta, el hombre salto y cantó de alegría por tal hermoso espectáculo que la naturaleza le regalaba.
Los años pasaron y la granja del viejo se convirtió en punto de atracción de las personas que visitaban el lugar, era esplendido ver aquellos vegetales verdes y majestuosas, que se alzaban hasta las alturas en medio de aquel árido desierto de desolación y muerte. Para el viejo esa era toda su felicidad, todos le habían dicho que sería inútil perseverar en esas condiciones, pero el hombre había triunfado sobre la inclemencia de la naturaleza. Su fama se esparció por todos lados y su rostro era parte de la publicidad del ministerio de agricultura que buscaba motivar a otros granjeros a plantar semillas para revivir aquellas tierras antes dadas por perdidas.
Pero mucho tiempo después de la muerte del viejo, se dieron cuenta que eso había sido una excepción; un pequeño paréntesis de felicidad para aquel anciano. Las temperaturas fueron aumentando tan gradualmente que la desolación también llegó a las zonas costeras donde el nivel del agua fue cada vez menos. Ya para cuando habían transcurrido unos cuantos siglos, aquel otrora bello planeta Tierra quedó desierto de polo a polo.
FIN
OPINIONES Y COMENTARIOS