Silénciate, le digo a todas las jodidas letras que saltan. A veces caigo en el juego de debilitar mi entereza por mirar lo que no debo. Me reto a muerte y caigo rendida ante mi, otra vez, calmada manera de llevar la realidad impuesta.

Y es que mirar desde la ventana de lo que ya no existe tiene sus ventajas, cansan los ojos de tanto darse cuenta de que este es mi camino. No otro. Gracias, gracias.

Quienes pasan, quienes vuelan, son llaves para encontrarme y no volver atrás. Encontrarme a mi, madurando lo que otros simplemente suprimieron. Añejando el corazón que me sostiene con abolladuras y cicatrices. Si, son cicatrices. Algo que la contraparte no toma en cuenta es esa rugosa forma que queda tras el desahucio.

Y cree que no existe el engaño a sí mismo. Y cree sentirse cómodo con la inseguridad de ser el malo, cuando es sólo torpeza. Cuando esta todo a su favor y aun así decide tomar el camino equivocado. Eso no es inocencia, eso es no amarse lo suficiente.

Me engañé creyendo que el tiempo es un arma poderosa. Lo es para algunos pero no para los suficientes. No para quienes creí que sería suficiente. Mentiría si dijiera que no me produce tristeza esa realidad porque lo hace. Terminé de decepcionarme luego de ver la acción y la reacción. Luego de leer un mensaje sin significado y sin respuesta.

Amar a un imposible, me sorprendo de mi misma.

Amar en pasado, seguir en la siguiente etapa presente.

Jódanse, jódanse palabras agudas, rebuscadas, nauseabundas. Si las mirara de frente me albergaría el hielo que de mi florece cuando me hieren. Vuela lejos sombra inerte, ciega, insaciablemente obsesiva con quererlo todo a cambio de nada.

Soy nada, ya lo sé. Todos lo somos. Y me siento bien siéndolo, encontrándole la razón a todo lo que acontece aquí, en mi pasar. Que se siente sentirse vacío, ya no lo sé. Que me lo diga la sombra, que nunca esta completa. Que necesita alimentar su poco amor propio tratando de aferrarse a otros. Que tristeza estar en ese torrente, de veras siento eso. Si alguna vez lo estuve, hoy todo cae suavemente, sin apegos. Gracias por enseñarme eso.

Mi mayor error es esto. Seguir dándole cabida a lo muerto. Soy una crítica de mi misma y de todo lo que veo. Quiero que todo resulte perfecto pero eso es imposible. Obvio. Quiero que todo sea correcto, bueno, justo. Si fuera así no necesitaríamos reflexionar ante una historia como Mother, que es pura realidad.

Soy segura para ciertas cosas, como el amarme primero y luego amar en demasía al resto. Soy insegura para ser cruel, miedosa para herir, demasiado introvertida para decir lo que suena feo. Y no miento, no sé hacerlo.

¿Qué se siente llenarse de cuerpos, unos tras otros, sin espacio para la reflexión ante uno mismo? ¿cuál es el beneficio? ¿puedes amarte lo suficiente o la miseria sienta bien?

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