Esto es impreciso,
podrías pensar.
Y si, lo es.
Porque no conozco su extensión
ni su trascendencia
su composición o su esencia.
Es sólo el mármol pulido
que cubre los músculos del mundo.
Son mis zapatos rojos
chocando con el charol
que resguarda los pies de nuestra especie.
Todo es impreciso, como las promesas:
Hay que irse sentando cada tres esquinas
para atinarle al pedazo de acera
que aún baña el sol,
y poder calentar el alma
si acaso un poco.
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