Pecados de Juventud

Pecados de Juventud

Pachanga

24/05/2021

CAPITULO I

Prado Verde, 24 de abril de 2005.-

Querido amigo Pachamé:…

Así comenzaba la carta que misteriosamente, el Comisario (R.A.) Eduardo Héctor Pachamé recibió ese día 22 de noviembre de 2013, a ya largos dos años de haberle sido notificado su pase a retiro activo obligatorio en su querida Policía de la provincia de Buenos Aires, y que seguía de esta manera:

Imagino tu cara de sorpresa al recibir carta mía después de tantos años de no vernos y con una fecha que seguramente no tiene nada que ver con la actual. Lo cierto es querido amigo que hace un par de días me fue diagnosticada una enfermedad incurable y que me lleva irremediablemente a la muerte. Por esa razón dejé expresas directivas a mi abogado para que, cuando ocurra lo que debe ocurrir, envíe una serie de cartas entre las que se encuentra ésta, dirigida a vos…

Pachamé había ingresado a la Escuela de Policía Juan Vucetich allá por el año 1980 y luego de 31 años había sido pasado a retiro obligatorio. Todo ese tiempo lo había vivido pasando de Comisaría en Comisaría, ocupado y preocupado por su trabajo, al punto tal de hallarse divorciado y viviendo solo en una miserable casucha de un barrio periférico en la ciudad de Huinca Loo dependiendo exclusivamente de su retiro para sobrevivir. Su poco tacto para el trato con Superiores y Políticos lo había relegado en su carrera pese a su gran capacidad de trabajo, y apenas si pudo obtener la jerarquía de Comisario en su último año en la Institución debido a la gestión de su último y agradecido Jefe Departamental, que supo ser subalterno suyo y enriquecerse con sus conocimientos y consejos años atrás. Muy por el contrario, el autor de la carta Juan Manuel López, había llegado a la Jerarquía máxima de Comisario General, se había adecuado mucho mejor a las circunstancias y había logrado un gran protagonismo dentro de las filas

Te acordás amigo mío lo contento que estabas cuando te notificaron en la Vuce que tu destino era Prado Verde, tu querido pueblo?, te confieso que para mi no fue la misma alegría aunque en cierto modo me consolaba el hecho de ir a trabajar con un compañero de dos años de estudio, al menos tendría con quien compartir mis alegrías y tristezas, te acordás???

Allá por Enero del ’81 y luego de finalizar sus estudios en la, en ese momento Escuela de Policía Juan Vucetich, el flamante Oficial Ayudante Eduardo Héctor Pachamé se presentaba en la Comisaría de Prado Verde, un pueblito de unas ocho mil personas enclavado en el sudoeste bonaerense, su pueblo, lugar al que había sido destinado con su compañero de promoción Juan Manuel López. Esos primeros años fueron de puro aprendizaje, alternando situaciones buenas y malas, divertidas y tristes, convenientes e inconvenientes, como todo en la vida pero Pachamé al igual que su amigo López trataron de aprovechar en la medida de sus posibilidades las enseñanzas que recibían de cada uno de sus distintos Jefes, de los Oficiales con mayor experiencia y por qué no?, de los Suboficiales más antiguos de la “Taquería” como por esos tiempos se acostumbraba a llamar a las Comisarías.

Te acordás “Pacha” de Silvana, aquella chiquita que supo ser mi… como decirlo, novia?, no, novia no, fue lo que hoy se llamaría un “touch and go”, una jovencita encandilada por el uniforme del forastero Oficial de Policía que quería ganar notoriedad con sus amigas, demostrándoles que ella era lo suficientemente mujer como para conquistarlo; trece años tenía, apenas trece!, una nena, no?, sobre todo teniendo en cuenta que yo ya había cumplido mis veintitrés y era mucho más adulto por mi edad y por los años vividos en la Vuce.

Pachamé se recuesta en su desvencijado sillón de mimbre, deteriorado y a punto de venirse abajo, enciende el enésimo cigarrillo del día y recuerda, hacía ya tres años que habían llegado a Prado Verde, recientemente ascendidos a Subinspector, cuánto tiempo paso!!!…

CAPITULO II

-“Permiso Subinspector” dijo el Mayor Parra golpeando la puerta antes de entrar, Parra: “en la Guardia está el Dr. Arizmendi que pide hablar con usted, lo puede atender?”, Pachame: “claro Tito (tal el apodo de Parra) hacelo pasar nomas”. Parra había sido uno de los que animó a Pachamé para que entrara a la Policía y sentía hacia él un gran aprecio. El Dr. Arizmendi, un médico de campaña de los que había en esa época, viudo, de unos 40 años aproximadamente, buen profesional pero por sobre todas las cosas una gran persona hizo su ingreso a la Oficina de Judiciales. Arizmendi: “Buenas tardes Oficial”, Pachame: “Buenas tardes Dr., tome asiento por favor”, Arizmendi: “gracias”. Pachamé: “Usted dirá qué es lo que lo trae por acá y veo si le puedo llegar a ayudar en algo Dr.”. Arizmendi: “Mire Oficial, mi idea original era hablar con el Comisario pero me dijeron que no estaba y como usted es del pueblo y me merece mucha confianza acepté que me atendiera, pero le voy a pedir absoluta reserva respecto de lo que le voy a decir”, Pachamé: “métale nomas Dr., de lo que se hable acá no se va a enterar nadie, salvo que la situación lo amerite y usted esté de acuerdo con que así se haga”, en aquellas épocas era bastante normal que muchas situaciones se arreglasen “de pico”, o sea escuchando a las personas y prometiéndoles algún tipo de intervención “no oficial”, que permitieran solucionar los problemas domésticos sin que la cosa tomara estado público. Ello permitía mantener a ciertas personas públicas a salvo de los comentarios de la gente del pueblo pero por sobre todas las cosas, evitaba sentarse a escribir en la “Léxicon 80”.

Arizmendi: “La cosa es así, hace unos días entré a mi consultorio y me la encontré a mi hija Silvana de 13 años mirando un libro de los tantos que hay en mi biblioteca. No me hubiese preocupado si la nena no se hubiera mostrado sorprendida por mi presencia, se hubiese sonrojado y salido apresuradamente del lugar. Mi intranquilidad aumentó aún más cuando al observar el libro que estaba mirando, comprobé que estaba abierto en una página donde se explicaban las precauciones que se deben tomar en una relación sexual. Intenté tranquilizarme pensando en que solo se trataba de la curiosidad propia de una chica de su edad y que como no tiene su madre para preguntarle había decidido ir a las fuentes, pero de cualquier manera decidí averiguar un poco más, solo por las dudas, vio?”, Pachamé: “ajá Doc veo, pero no entiendo que tiene que ver la Policía en todo esto…”, Arizmendi: “espere, espere, no se apresure Oficial, la cosa es que a los pocos días en una reunión familiar pude tener un pequeño diálogo con Silvia, la nena de mi hermana Julia que tiene un año mas que Silvana. Bueno, tratando de disimular mi interés fui llevando la conversación hasta que conseguí Silvia me confiara que Silvana comentó a sus amigas que tiene, no se bien como llamarlo, podría decirse noviazgo, con un Policía”. El facultativo se queda en silencio mirando fijamente a Pachamé mientras éste trata de entender la situación hasta que, creyendo entender hacia donde iba la afirmación del médico le dice Pachamé: “Dr., no estará insinuando que su hija y yo…?”, Arizmendi: “No hombre, no!!!, jamás lo pensaría de usted, solo decidí comentárselo porque me merece confianza y porque creo que puede ayudarme con el tema, digo, quizá podría averiguar si ésto es cierto y de ser así de quien se trata para poder tomar las precauciones del caso, me entiende?” Pachamé: “Puf!!! absolutamente Dr., créame que me había preocupado, no porque no esté tranquilo de lo que hago, sino por el hecho de que usted pudiese pensar una cosa así de mi, no se preocupe, si quiere dejar algo escrito hacemos una exposición y la archivamos para que quede constancia de su presencia hoy acá y si no, le prometo que me voy a ocupar del caso y apenas sepa algo se lo voy a comunicar, claro”. Arizmendi: “Le agradezco Pachamé, no, nada escrito, me basta con su palabra y espero las novedades”, dicho ésto Arizmendi se retiró de la oficina, previo apretón de manos con Pachamé, quien escuchó el: “Chau Tito!!!”, y la respuesta de Parra: “Nos vemos Dr.”.

“Tito!!!” gritó Pachamé, “vení un segundo por favor”, “Ordene Oficial” dijo Parra entrando a la Oficina de Pachamé apresuradamente. “Dejate de joder Tito, me conocés de toda la vida, cerrá la puerta, pasá, sentate y déjate de Oficial, eso es para cuando anda el Taquero cerca”. Parra hizo lo que Pachamé le indicara y ya mas relajado le preguntó “Que pasa pibe, algún problema con el médico, decime, yo lo conozco y puedo hablar con él”, “No, no Tito, nada que ver no hay problemas, al menos no conmigo pero, fue la respuesta de Pachamé … conocés la hija del Dr.?, la tal Silvana?”, “Si, la tengo vista, es muy linda, parece mas grande de lo que es por el cuerpo que tiene (herencia de la madre la que, en paz descanse, estaba buenísima) pero mas que nada por sus actitudes, es bastante picarona la mocosa, pasa algo con ella?”, Pachamé lo pensó unos segundos y sin dudarlo mas decidió confiar en Parra, “No se, no se, el padre dice que anda con un Policía, sabés algo vos?, “Ya me parecía!!!!” dijo Parra, “La pendeja ésa llamó varias veces por teléfono preguntando por López”, “Por López?, por el Subinspector?, por Juan Manuel? NOOOOOOOOOO!!!!” soltó Pachamé con cara de preocupación, “Si, por él” dijo Parra. “La puta madre!!!” espetó Pachamé “La puta madre!!! Hay que ser boludo, mirá que meterse con una pendejita así, bueh!!!, dejá nomas, yo me ocupo, gracias por el dato”, “Por nada pibe y a vos que te escucha, decile a López que se deje de joder, es una nena por mas que parezca mas grande y se puede meter en un quilombo regular”, dijo Parra saliendo y cerrando la puerta tras de sí, dejando a Pachamé sumido en sus pensamientos.

Te acordás que linda que era “Pacha” y qué cuerpo tenía!!!!, impresionante para una nena de trece años, cuando la conocí pensé que tenía mas, incluso hablando era mucho mas madura que muchas pendejitas de su edad, te acordás que caliente estabas el día que me preguntaste si tenía algo con ella?, jajaja te acordás amigo?

Pachamé se hunde un poco mas en su sillón, prende un nuevo cigarrillo y piensa “Sí, me acuerdo, claro que me acuerdo”.-

CAPÍTULO III

Las veinte horas del 17 de abril de 1985, Pachamé “tecleaba” las últimas novedades de su servicio en el Parte de ese día cuando escuchó a Parra saludar a su relevo “Buenas noches Oficial!!”, Lopez: “Buenas noches Parra, todo bien?, el camarada “Pacha” está en su cueva?, Parra: “Si Oficial, lo estaba esperando”,Lopez: “gracias Parra, hasta luego”, “hasta luego Oficial”. López sale de la Oficina de Guardia, cruza el Hall y entra en la Oficina de Judiciales. Lopez: “Hola!!!, que haces bigote!?” le dice a Pachamé, éste sentado a la mesita de la Olivetti le dice “El parte hago, qué puedo estar haciendo a esta hora?”, Lopez: “Ehhhhh!!!, pará!!! Que te pasó loco?, estás enojado?”, Pachame: “si boludo, re caliente estoy”, Lopez: “caliente conmigo Pacha”, Pachamé: “si, caliente con vos huevón, te suena el nombre Silvana Arizmendi?”, Lopez: “ahhhhh!!! Era eso?, que pasa, te gusta la nena y te enojaste porque te la cagué?, te aclaro que no sabía nada, nunca me dijiste nada, mal podía saber yo que estabas interesado en ella” Pachamé mira a López con gesto de sorpresa e incredulidad y le dice: “Vos creés que a mis 26 años puedo estar interesado en una pendeja de 13?, me viste cara de degenerado?, no huevón esta tarde estuvo el padre, el médico, y me dijo que la hija presuntamente salía con un Policía y quiere saber quién es, resulta que yo ignorante de todo pregunto y es un secreto a voces, todo el mundo sabe que te apretás esa pendeja, vos sos boludo???? Trece años tiene la piba, te vas a meter en un quilombo, viste?”, Lopez: “bueno che, yo tengo 23 y no me creo un degenerado, viste el lomo que tiene esa nena?, parece de 17 o 18 años, si me da bola aprovecho, total siempre puedo decir que pensé que tenía mas edad, además que voy a esperar?, que se la voltee otro?, sería una pena, no?” Pachamé se queda mirando a López y moviendo la cabeza de un lado a otro le dice “Vos estás loco hermano, no te olvides que sos cana y te podés meter en un quilombo de la puta madre, hacé lo que quieras pero lo lógico, mas sabiendo que el padre está medianamente enterado, sería que te dejaras de joder, cortaras y chau”, Lopez: “jajajaja noooooo, el loco sos vos Pachamé, sería todo un desperdicio dejar esa criatura justo ahora que está a punto caramelo”, “hacé lo que quieras” dijo Pachamé , “pero me parece que le estas errando, yo te advertí loquito, no queda nada, léete el parte pero no queda nada por hacer, me voy a mi casa, chau” ya salía Pachamé por la puerta de la oficina de Judicial cuando López le dijo “No te calentés hermano, solo son pecados de juventud, me vas a decir que nunca cometiste alguno?” Pachamé lo miró, volvió a mover la cabeza de un lado a otro y con un nuevo “chau”, se retiró de la Oficina.-

El día siguiente a las 19,45 Pachamé estaba nuevamente firme en la comisaría para hacer el relevo. Al entrar se encontró con el Sargento Zwenger, el ruso, un tipo muy estructurado y responsable, limpio y prolijo hasta el extremo, “Hola Manuel” dijo Pachamé, “Buenas noches Oficial”, fue la respetuosa respuesta del Zwenger, Pachame: “Llegaron ya Parra y el “indio”, el Indio era el Cabo de Guardia, un Agente nuevito de apellido Palacios al que Pachamé conocía de chico por ser ambos del mismo pueblo. “Si Oficial” dijo Zwenger “Llegaron todos, también el turco Face, Furfil, el narigón Trecco, el gordo Artigas y “Cacho” Freyre”, “Gracias Rusito” dijo Pachamé, “espero que tengamos una noche tranquila, este servicio de mierda de corta y larga me está matando” dicho esto se encaminó a la oficina de Judiciales donde “Fierrito” Gómez lo esperaba para hacer el relevo. Fue una noche tranquila realmente, es más aprovecharon ya que estaban para fumar, charlar, jugar a los naipes y como a las tres de la mañana guardaron el único patrullero que tenían, un Jeep Mercedes Benz modelo 80 y se tiraron a dormir un poco. Como a las ocho de la mañana del día siguiente estaba Pachamé tomando unos mates en el “casino” como llamaban a un lugar ubicado al fondo de la Comisaría donde se juntaban todos en los ratos libres cuando llegó Parra de la Guardia “Oficial, ahí llamaron del Molino Harinero, dicen que vieron un croto en las inmediaciones del arroyo”, “Puta madre!!!” dijo Pachamé, “Andá turquito” dirigiéndose a Face, “cárgalo y tiralo por ahí, medio lejos como para que no vuelva a romper las pelotas”.

Como a la hora regresó Face, golpeó la puerta de la oficina de Judiciales e ingresó, “Listo Oficial, ya lo despaché, lo cargamos y lo tiramos en el camino de tierra que va a San Gabriel, le tiramos unos tiros por las patas, no creo que se le ocurra volver” Pachame: “Gracias turquito, por donde andaba don cro???” preguntó Pachamé, “Iba caminando por el acceso como para la ruta 70 con todos los monos al hombro” dijo Face, “O sea que no estaba en el arroyo?, que rompe pelotas estos del Molino, claro, como tienen plata les parece que uno les tiene que andar chupando las medias” agregó Pachamé, “Listo, gracias de nuevo turco, pegate una recorrida por los Bancos para ver si todo está normal y cuando vuelvas tomamos unos mates”…

Mate y cigarrillo piensa Pachamé, “los únicos compañeros que me quedan de aquella época, el mate y el cigarrillo”. Se levanta, completa la pava y la pone sobre el anafe. Por la ventana de la cocina mira hacia la calle, los arbolitos que plantó hace poco han comenzado a brotar “bueno, parece que van a sobrevivir” piensa, sorprendiéndose con el silbido de la pava que le avisa que el agua ya está caliente. Pone yerba al mate, carga el termo y se vuelve al oscuro y triste lugar que alguna vez fue el living comedor de la casa, enciende otro cigarrillo y nuevamente sentado en el sillón prosigue la lectura de la misteriosa carta…

Que feo lo que paso después, no?, realmente fue lamentable, una chica tan joven, tan linda, tan llena de vida, quien diría que iba a pasar lo que paso?

CAPÍTULO IV

Era casi el mediodía, Pachamé fumaba el quinto cigarrillo del segundo paquete del servicio mientras escribía las últimas novedades en el parte esperando ya que llegara López a relevarlo. A su lado Palacios cebaba mates y hablaba animadamente de lo que pensaba hacer esa noche, era viernes e iba a salir “Pacha, venís o no al boliche?”, “No se indio, espero que al taquero no se le ocurra recargarme, si no pasa nada calculo que si”, dijo Pachamé mientras miraba por la ventana hacia afuera. En ese momento y sin previo aviso entró Parra a la Oficina, el solo hecho de que no hubiese golpeado la puerta y el gesto de preocupación en su rostro le indicó a Pachamé que las noticias que traía no eran para nada buenas, “Ehhhhh!!!! Que pasó Tito?” dijo Pachamé, “Oficial, Oficial, un cadáver, encontraron una chica muerta en la cascada!!!”, “Pará Tito, tranquilízate, quien te avisó?”, “hablaron del Molino Harinero, parece que fueron los Manzano a pescar a la cascada y la encontraron flotando en el arroyo!!!”, “La reputísima madre que lo recontra mil pario!!!” dijo Pachamé mientras dirigía su mirada hacia arriba, “Las doce menos veinticinco, a vos te parece?, que mala suerte loco!!!, bueh!, decile al chileno Furfil que saque el Mercedes y que me acompañen el turco y el narigón, cuando venga López decile que se haga cargo del Servicio y cuando vuelva le cuento bien que pasó”

En las aproximadamente veinte cuadras que separaban la Comisaría del Puente que pasaba sobre el arroyo cercano al Molino harinero, Pachamé y sus acompañantes tejieron un sinnúmero de hipótesis de lo que podría haber ocurrido pero lejos estaban de imaginar lo que realmente encontrarían. Los lugareños llamaban la cascada a un pequeño salto de agua de metro o metro y medio de altura existente a unos setenta u ochenta metros del puente donde se había formado un piletón de unos cinco por ocho metros con cierta profundidad, lugar donde los pibes con menores recursos económicos se iban a bañar en verano. Pachamé conocía perfectamente el sitio porque de adolescente fue uno de los que se bañaban allí sin contar con que antes de ser Policía había también trabajado en el Molino harinero cercano y en días de mucho calor se había escapado a darse un chapuzón para librarse de la harina o cualquier otro derivado del trigo que pudiese haberse depositado en su cuerpo mientras trabajaba.

Al llegar al puente se encontraron con los hermanos Justo y Tito Manzano quienes los esperaban con indisimulable gesto de preocupación y susto. Pachamé los conocía como a tanta otra gente del pueblo por lo que fue directamente a hablar con ellos. Dirigiéndose al mayor de los hermanos preguntó: “Que pasó Justo, de verdad hay una chica muerta?”, Manzano muy asustado respondió “Si Pacha, está boca abajo pero es una chica, esta medio desnuda”, “Che, hace mucho que la encontraron?”, “No” dijo Manzano, “Hace como media hora que llegamos con el Tito para ver si podíamos pescar unos bagres, no te imaginas el cagazo que nos pegamos, está al costado del arroyo”, “Ah!!” dijo Pachamé, “pensé que estaba en el agua”, “no”, respondió Justo “afuera, está afuera, vení que te acompaño y te digo donde está”. Cruzaron el alambrado y caminaron hasta la cascada, allí, a un costado de la caída del agua se veía desde arriba el cuerpo de una chica desnuda en la parte inferior de su cuerpo, de largo cabello pelirrojo que yacía boca abajo sobre las rocas. Bajaron apresuradamente y Pachamé pudo observar el bonito perfil de una adolescente que le pareció de unos 16 o 17 años, con los ojos inmensamente abiertos y fijos en un punto indefinido. Apoyó sus dedos sobre el cuello buscando pulso pero interiormente sabía que era inútil, que la chica estaba irremediablemente muerta. El narigón Trecco se acercó, miró y dijo “Mierda!!! Es la colorada Arizmendi”, “qué?” dijo Pachamé, “Arizmendi?, la hija del Dr.?”, “si” dijo Trecco, “esa misma, era bastante ligerita esta pendeja, que carajo le habrá pasado?”, “Noooooo” dijo Pachamé, “el otro día estuvo el viejo hablando conmigo justo por esta pendeja, la concha de la lora!!!, que mala leche loco!!!, bueno, paciencia, ya está, turco, avisale por radio a Parra que lo llame a Copper, que cagada loco, que cagada!!!!”, “A Copper, al Médico de Policía?” dijo Face “Si, al mismo huevón, dale, avisale de una vez, que cagada loco, que cagada!!!” Mientras Face iba al patrullero a dar la novedad por radio, Pachamé y Trecco intentaban buscar una explicación a lo ocurrido hasta que el primero dijo: “El croto narigón!!!!, vos viniste hoy cuando avisaron del Molino?”, “que croto?” dijo Trecco, “Ah si!!! El croto, claro, sí yo vine con el turco y el chileno”, “Que hora era?” dijo Pachamé, “mmmm, como las ocho y media o nueve serían, por?”, “Porque lo vieron por acá hoy boludo, no tendrá algo que ver?, para el lado de San Gabriel lo llevaron?”, “si” dijo Trecco, “Dale, dispará al patrullero y decile al turco que lo vayan a buscar, seguro que tiene algo que ver, dale huevón, dale!!!”.

Habrá pasado media hora o poco mas, Pachamé se encontraba sentado a la costa del arroyo junto con los Manzano cuando escuchó gente hablando, se paró, subió al borde y vio que desde el puente venía Copper, el médico de Policía a quien acompañaban el comisario Sarazzola y López. El médico de acercó, se agachó y comenzó a mirar el cadáver de la chica. Pachamé observaba fijamente a López y pudo observar como su rostro comenzó a cambiar de expresión, creyó incluso ver lágrimas en sus ojos, se le acercó, le puso la mano en el hombro y se lo apretó firmemente como diciéndole “fuerza amigo, estoy acá”. Pasados unos minutos el médico se puso de pie y dijo, dirigiéndose a todos pero especialmente al Comisario “Tiene signos compatibles a una asfixia, vamos a tener que hacerle la autopsia para ver las causas probables y además, teniendo en cuenta que está desnuda de la cintura para abajo, intentaremos establecer si fue también violada, le agradecería que la haga trasladar a la morgue del Hospital”. Sarazzola miró a Pachamé y le dijo “Pedí una ambulancia”, “si Jefe” contestó Pachamé, “voy hasta el Molino, pido un teléfono y la pido”, “Pedila por radio, dónde está el Patrullero???” Pachamé intentó poner la mejor cara de “yo no fui” y explicó “Jefe, hoy a la mañana avisaron del molino que andaba un croto por acá, yo los mandé a los muchachos y lo encontraron caminando hacia la ruta, un poco mas allá del puente, lo cargaron y lo tiraron camino a San Gabriel, ahora con esto lo mandé a buscar de nuevo, para establecer si tiene algo que ver con el hecho, hice la típica Jefe, normalmente hacemos eso, que sabía yo que iba a aparecer una pendeja muerta justo acá?” Sarasola lo miró, miró hacia un costado, se mordió el labio inferior y arrugó la nariz, con un gesto de evidente fastidio respondió “está bien, tratemos de que nadie se entere de esto, pedí la ambulancia y después vemos como carajo hacemos para encajar el croto en la investigación”.

Parecía que todo volvía de repente para Pachamé, después de tanto tiempo aún se seguía preguntando qué hubiese pasado si en lugar de “tirar” el croto lo hubieran detenido, se hubiese salvado la chica?, no, ya estaba muerta seguramente, solo hubiesen evitado críticas al accionar policial, pero lamentablemente la chica no se habría salvado, lamentablemente. Se cebó otro mate, ya bastante lavado, prendió otro cigarrillo y volvió a la carta, cual habría sido la causa que motivara a López a mandarle una carta después de muerto?, seguramente cuando terminara la carta lo sabría.

Estuviste astuto y actuaste diligentemente con lo del croto, menos mal que te diste cuenta y mandaste a los muchachos a buscarlo, si no lo hubiesen encontrado la causa hubiese quedado impune, o sea, la causa hubiese quedado sin el autor aunque tenés que reconocer que el mayor mérito lo tuve yo, porque en definitiva fui quien le sacó la confesión, no?

Si, definitivamente, nadie sabe cómo pero fue así, nuevamente la carta cae en el regazo de Pachamé y los recuerdos vuelven, claramente, como si hubiese sido ayer y no hace casi 30 años…

CAPÍTULO V

“Dale, entrá!!!, pasá te dije!!!”, desde el Despacho del Comisario se escuchaban los gritos de Face, Pachamé se asomó a la puerta justo a tiempo para ver cuando el turco, Trecco y Furfil hacían entrar por la puerta a un linyera, un hombre de unos cincuenta años, o al menos eso le pareció a Pachamé, bastante corpulento, sucio, desaliñado y con signos evidentes de haber recibido algunos golpes en el rostro. “Éste es el croto turco?” preguntó Pachamé, “Si Oficial” dijo Face, “nos costó bastante agarrarlo, cuando vio el móvil salto el alambrado y empezó a cortar campo, lo tuvimos que correr como una legua pero acá está, no se nos iba a escapar”, “che y que le paso en la cara?”, “Nada oficial” prosiguió Face “cuando disparaba se cayó y se golpeó, no sé, cuando lo agarramos ya estaba así”, hizo un gesto cómplice, guiñó un ojo y paso con el detenido para el fondo, “Dale turco, guardalo y después lo interrogamos”.

Sarazzola estaba muy nervioso “El Jefe Regional está echando putas como cabaret en quiebra Pacha, quiere el autor si o si, Copper ya te paso el informe?”, “no Jefe” dijo Pachamé, “López está con él haciendo la autopsia, apenas la terminen se viene para acá”, “bueno, dale, empezá a teclear el acta y ahí mismo ponele la detención del croto como sospechoso, quién lo va a interrogar?” dijo Sarazzola, “No sé, si quiere yo lo interrogo”, “no, dejá yo lo hago, vos empezá a escribir antes que empiecen a romper las bolas de la Regional o del Juzgado” y dicho esto Sarazzola se dirigió a los calabozos en tanto que Pachamé se fue a la oficina de Judiciales y comenzó a escribir a máquina. Pachamé escribía y cada tanto de fondo se escuchaban algunos gritos, unos muy airados y otros de dolor “Está bravo el interrogatorio” pensó y siguió. Cuando ya casi había terminado el acta apareció López, tenía el rostro desencajado y se hallaba muy nervioso “El hijo de puta también la violó Pacha, lo trajeron?”, “Si” dijo Pachamé, “el taquero lo está interrogando ahora y te puedo asegurar que está bravo el interrogatorio”, “después te tecleo el acta de autopsia” siguió López “ahora voy a ver si le puedo sacar algo a ese hijo de mil putas”.

Estaba Pachamé terminando con las comunicaciones a la Superioridad y al Juzgado cuando golpearon la puerta de la oficina, era “Betín” Rueda, el ayudante de Guardia de López, “Permiso Jefe” dijo Rueda “El Dr. Arizmendi quiere hablar con usted”, “La puta madre” pensó Pachamé “lo único que me faltaba”, “está bien Beto, hacelo pasar nomas”, se abrió la puerta y paso el Médico, en su cara había una mezcla de desesperación, incredulidad y sorpresa “Es verdad?, es mi hija Pachamé?” dijo el médico, “Aparentemente si Dr.” respondió el oficial, “yo no la conocía a su hija pero gente que sí la conocía dice que es ella, lo siento mucho”, “No puede ser!!!” gritó el médico, “ No puede ser!!!, mi nena, mi nenita, salió hoy a las siete y media para el colegio como todos los días, no puede ser!!!”, “bueno doctor” dijo Pachamé, “tranquilícese, esto no se la va a devolver pero creo que tenemos el autor detenido, solo es cuestión de tiempo para que confiese”, “donde está ese hijo de puta?, quien es el mal nacido?, déjenme solo con él dos minutos y van a ver cómo me dice todo con lujo de detalles” gritó Arizmendi, “Se llama Marcelino Ferreyra y es un linyera” comentó el policía, “tranquilícese ya lo vamos a hacer hablar”. En ese momento apareció Sarazzola en la oficina y viendo el cariz que tomaban las cosas, tomo a Arizmendi del brazo y se lo llevó a su Despacho ante la aliviada y agradecida mirada de Pachamé “A veces hasta parecés humano” pensó.

Mal dormido y cansado, luego de escribir mucho tiempo sin parar, tomándose descanso solo para ir hasta la oficina del servicio de calle para ver como continuaba el “interrogatorio”, a eso de las diez de la noche Pachamé le pidió autorización a Sarazzola para ir a su casa, bañarse, comer algo y dormir, con la promesa de regresar temprano el día siguiente. Se encontraba triste y abatido, el sospechoso no confesaba y no había otra pista posible y eso lo tenía sumamente preocupado. Le había impresionado la limpia y franca mirada del linyera, las pocas veces que cruzó algunas palabras con él, para tomarle los datos o alguna que otra pregunta respecto del hecho, le dio la impresión de ser una persona educada, inteligente, que no encajaba dentro del estereotipo del linyera y parecía sincero en sus negativas a relacionarse con el hecho que se le imputaba.

Temprano, muy temprano a la mañana siguiente llegó Pachamé a la Comisaría, el Oficial Gómez, “Fierrito”, todavía dormía y Zwenger tomaba mates solo en la Oficina de guardia “buen día oficial” lo saludó, “hola Manuel” respondió Pachamé “alguna novedad?”, “no, nada” dijo Zwenger, “bah! Si, el oficial López salió como a las doce de la noche, no dijo dónde iba pero aseguró que hoy se iba a solucionar todo, es muy optimista el chico pero a mi me parece que el croto no tiene nada que ver, anoche estuve hablando tranquilo con él y nada, asegura que no tiene nada que ver, me pareció muy sincero, no se…”, “el problema es, Manuel” siguió Pachamé, “que si no es él, no tenemos nada, ni una puta pista, nada ruso, nada…”. Como a las diez de la mañana llegó López, estaba cansado, muy demacrado y con signos evidentes de no haber pegado un ojo en toda la noche, sin embargo su rostro denotaba alegría “Dame media hora Pacha” dijo “media hora nomas y vas a tener tu confesión, te lo prometo, sácame el preso Zwenger y llévalo a la Oficina de calle”. Dicho esto se perdió en el pasillo mientras Pachamé se quedaba pensando en la Guardia “ya me da lástima este pobre tipo, de nuevo lo van a cagar a palos, no tiene sentido todo esto” y se fue hacia la oficina de Judiciales moviendo la cabeza de un lado a otro.

Se encontraban charlando y tratando de entender lo sucedido con Gómez cuando entró López a la oficina con la sonrisa de oreja a oreja “Andá Pachamé, andá!, es todo tuyo, preguntale como fue y te lo va a contar de punta a punta, andá, dale!!!”, sorprendido e incrédulo, Pachamé fue hasta la Oficina del Servicio de calle donde estaba el detenido bajo la vigilancia del Cabo 1° Schaider. Sentado en una silla y visiblemente angustiado, con el rostro desfigurado por los golpes recibidos el linyera levantó los ojos apenas entró Pachamé y con la tristeza pintada en la cara le dijo “Le voy a confesar todo, le voy a contar como ocurrieron las cosas, escúcheme bien por favor”, “Jaime!!!” dijo Pachamé dirigiéndose a Schaider, “tráeme papel y una lapicera, dale!!!”. Sentado frente a frente con el detenido, papel en el escritorio y lapicera “Bic” en la mano Pachamé se dispuso a escuchar el relato de Marcelino Ferreyra. “Antes de ayer a la noche” dijo éste “un rato después del atardecer llegue a Prado verde caminando con mi desgracia a cuestas. Comí un pedazo de pan que me dio una buena señora y me acosté a dormir en una alcantarilla, cerca de una escuela, colegio, o algo así. Ayer me desperté temprano porque hacía mucho frío y cuando iba a golpearle de nuevo a la señora de la noche anterior paso delante mío una chica pelirroja, muy bonita y un cuerpo hermoso. Me la quede mirando mientras pasaba y ella se sonrió, me preguntó si me gustaba y yo le dije que si, que claro, que me gustaba mucho. Se rio de mi mientras movía la cola provocativamente y se comenzó a alejar, entonces le pregunté si no me ayudaba a subir una de mis bolsas de la alcantarilla, ella se rio y se acercó, bajó de la calle y vino donde estaba yo, entonces no me pude resistir y le quise dar un beso, la chica quiso gritar, entonces le tapé la boca para que no lo haga y me tiré arriba de ella, le saqué la pollera y las bombachas y sin dejar de taparle la boca tuve sexo con ella. Parece que me excedí en la fuerza al taparle la boca porque cuando terminé de hacerlo la chica no se movía, pensé que podía estar desmayada pero no, no respiraba. Me asusté mucho, no sabía qué hacer, entonces saqué algunas cosas de mis bolsas y la metí adentro, la cargué y salí caminando con la chica al hombro. Así fue que llegué hasta ese puente y pensé que lo mejor sería deshacerme de la chica antes que alguien me viera, bajé de la ruta, entre al campo y dejé la chica cerca de una cascadita, después volví a la ruta y ya me iba de la ciudad cuando me alcanzó la Policía, el resto ya lo sabe Oficial”. Pachamé no podía dar crédito a lo que escuchaba “está seguro de lo que me dice?” preguntó el oficial, “por qué no habló antes y se evitó la golpiza que se recibió”, “pensé que podría soportarlo” siguió Ferreyra, “pero esta mañana cuando vino el otro oficial y me dijo que me iban a dar electricidad me di cuenta que no podría soportarlo, sufro del corazón, la electricidad me mataría, preferí decir la verdad, vaya si quiere, en la alcantarilla donde estuve va a encontrar la pollera y la bombacha de la chica y algunas de las cosas que deje para liberar la bolsa en la que la trasladé”, “no entiendo por qué me lo contó a mi y no a cualquiera de los otros policías que lo interrogaron” preguntó Pachamé “porque…” dijo Gómez, “fue el único que no me pegó de todos los que pasaron por acá, fue el único que me trató como una persona a pesar de las sospechas que tenían sobre mi, creo que se merecía el crédito oficial, todo lo que le digo a usted se lo voy a decir al Juez, palabra por palabra, se lo prometo…”. Pachamé seguía atónito y negando con la cabeza le dijo a Schaider “Jaime, llévalo al calabozo a éste…, llévalo”, dicho esto salió de la oficina y golpeó la puerta del Despacho de Sarazzola. El Comisario no daba crédito a lo que escuchaba “Mandaste a secuestrar las prendas y las cosas que dejó en la alcantarilla?” le preguntó “no Jefe” contestó Pachamé “y dale boludo!!!, que esperás?, que vaya alguien y se lo lleve?, que vaya un perro y lo saque?, dale boludo, mandá alguien ya!!!!”

El agua del termo se había terminado y con ella el cigarrillo número… número?, bueno no importaba, a pesar de que sabía el mal que se hacía fumando de esa manera estaba convencido de que no era el cigarrillo lo que lo iba a matar, entrecerró los ojos y siguió recordando, fue bueno en ese momento recibir las felicitaciones de todos, de Sarazzola, del Jefe Regional, del Juez, el abrazo agradecido de Arizmendi pero no, nunca, jamás estuvo convencido del todo del relato de Ferreyra, había algo que no cerraba, no sabía qué, pero algo no estaba bien, sobre todo cuando el año siguiente le dieron la noticia del suicido de Ferreyra en la cárcel, “Agobiado por la culpa se suicidó hoy en la cárcel de Laguna Redonda, Marcelino Rubén Ferreyra, quien cumplía la condena de Prisión Perpetua por ser el autor penalmente responsable del delito de “Violación seguida de Muerte”, hecho perpetrado en perjuicio de la menor Silvana Andrea Arizmendi en Prado Verde, el 22 de Abril del año pasado” decía el periódico local…

CAPITULO VI

Como te dije amigo, vos te llevaste todo el crédito pero realmente el que consiguió que el croto hablara fui yo, verdad?, así continuaba la carta, Vos eras un tipo inteligente Pachamé y nunca estuviste convencido del todo respecto de aquella confesión, te habrás preguntado una y mil veces cómo lo conseguí, no te tragaste jamás eso del ataque cardíaco, no es cierto?, bueno, hoy se van a develar todas tus dudas, prestá atención porque esto no tiene desperdicio, lee bien, no te pierdas nada.

Aquella tarde en que hablamos de Silvana, cuando me advertiste respecto de los riesgos que corría por la corta edad de la chica y de las sospechas que tenía el padre se me vino abajo todo. Yo venía “trabajando” la relación, realmente era una chica muy madura para su edad pero no dejaba de ser una nena, yo quería ser el primero en la vida de esa criatura, era tan linda, tenía tan buen cuerpo! No me lo podía perder Pachamé, las sospechas del padre me hicieron apresurar las cosas. Esa misma tarde cuando me relevaste del servicio la fui a ver, nos encontramos a una cuadra de su casa y le pedí que al día siguiente faltara al Colegio que tenía una sorpresa para ella. Yo pensaba que aún un poco apresuradas las cosas, la chica estaba lista e iba a aceptar ser mía sin ninguna objeción.

Ocho menos cuarto la fui a buscar camino al colegio en el Fiat 600, te acordás del fitito verde?, subió sin reparos y la llevé a la pieza de la pensión donde paraba, no había nadie en la casa, ni la dueña estaba esa mañana. Entró a la pieza y comencé con el juego amoroso, todo iba bien hasta que comprendió que esa vez estaba yendo mas allá que otras veces, que esta vez no me detendría cuando dijera basta y se asustó, me pidió por favor y yo seguía, le había sacado la pollera y luchaba por sacarle la bombachita, quiso gritar y le tapé la boca, la sostuve bien fuerte mientras que con la otra mano le desgarré la bombacha, ella luchaba pero estaba en clara desventaja, yo era mas grande, mas fuerte y lo que es peor, estaba decidido a hacerlo costara lo que costase. Luchó un poco mas, se estremeció cuando la penetré y poco a poco comenzó a quedarse quieta, yo pensé que al fin se había entregado y comenzaría a disfrutar pero nada, no se movía, nada, simplemente se quedó quieta. Pese a ello yo seguí y terminé lo que había comenzado. Cuando todo terminó la miré, tenía los ojos desmesuradamente abiertos y no era de susto, no respiraba, la había asfixiado con mi mano amigo.

No sabía que hacer, estuve a punto de llamarte para pedirte ayuda pero finalmente decidí que lo mejor era deshacerme de ella, nadie me había visto entrar, solo debía conseguir que nadie me viera salir y así fue, envuelta en un cubrecamas la saque de la pensión, la puse en el asiento trasero del fitito y salí con destino incierto. Iba para el lado del Molino Harinero cuando pasé por al lado de ese linyera y allí mismo me di cuenta lo que debía hacer. Bajé en el puente y la llevé a la cascada, la deje y volví rápidamente. De vuelta en la pensión tomé el teléfono y llamé, dije que era del Molino Harinero, el resto ya lo sabés, no?

A Pachamé le temblaba la mano con que sostenía la carta, no lo podía creer, se resistía a pensar de que lo que López le estaba contando fuera cierto; López?, ese chico de un pueblito del interior? tan serio, responsable, inteligente?, no, definitivamente no podía ser, esa carta no la había escrito López. Se levantó del sillón y fue al armario de su habitación, allí tenía una caja con recuerdos que fue atesorando durante el transcurso de su carrera. Hurgó un rato en su interior hasta que al fin la encontró, la postal que López le había mandado desde Bariloche en su viaje de bodas, sí, cuando se casó con esa chica de Prado Verde allá por al año 1989 y que falleciera trágicamente un par de años después en un accidente automovilístico. En la postal se leía “Para mi gran amigo Pachamé, te quiero mucho amigo” y la firmaba con ese garabato que utilizó desde siempre y que mas que una firma parecía simplemente una letra Eme mayúscula que, según López eran las letras jota, eme y ele unidas. Puso la postal al lado de la carta, comparó las letras y sí, eran idénticas, no cabía duda que habían sido escritas por la misma persona…

Se dejó caer en el sillón, la carta seguía y fue mas por impulso que por interés que la tomó nuevamente y siguió leyéndola.

Seguro te queda una gran duda, la confesión, cómo hice? Necesitaba esa confesión como el aire que respiraba, esa noche, cuando todos se fueron y Ferreyra quedó solo me fui a hablar con él, le fui de amigo, hablamos un rato largo y me fui ganando su confianza hasta que me confió que en realidad era Tesorero en un banco de la provincia de La Pampa, tenía mujer y dos hijas de 15 y 17 años en la actualidad, en una oportunidad sofocado por las deudas sacó dinero de la caja, mucho dinero, tanto como para pagar las deudas y que su familia viviese el resto de sus días sin sobresaltos. Escondió el dinero confiándole únicamente a su mujer el lugar y desapareció, salió de linyera por los caminos, él no lo disfrutaría pero su familia se hallaba a salvo. Le dije que yo le creía, que él no tenía nada que ver (realmente no tenía nada que ver) y me ofrecí a ir a su casa y decirle a su mujer lo que estaba pasando, de esa manera podría contratar un buen abogado y saldría mas que rápido de la Comisaría, bueno, confió, me dijo donde vivían y ése fue mi misterioso viaje de esa noche. Pedí un auto prestado y conduje los casi 250 kilómetros de ida y de vuelta a la casa de Ferreyra. Una vez allí no comenté nada de lo que realmente ocurría, dije que conocí a Ferreyra en forma casual, que nos habíamos hecho muy amigos y que me había dicho que cuando pasara por su pueblo que entrara a saludar a su esposa e hijas. Pedí disculpas por la hora pero debía seguir viaje y les dije también que a Ferreyra le encantaría tener una fotografía de ellas. Posaron gustosas las tres juntas y luego se fotografiaron conmigo. Cuando llegue a Prado Verde tenía todo resuelto. Primero y aprovechando la oscuridad de la noche busqué la pollera y la bombacha de Silvana y las dejé en la providencial alcantarilla existente a menos de dos cuadras del colegio. Fui a la Comisaría, a las 5,30 de la mañana todos dormían, entré a la Oficina de calle y saqué algunas porquerías del croto y también las dejé en la alcantarilla. Hecho esto fui a un pueblo vecino, hice revelar las fotos y volví. Llegué cuando vos me viste, como a las 10 de la mañana, cuando hablé con Ferreyra le comenté que había estado con su familia, le mostré las fotos, pero lejos de traerle tranquilidad le explicité claramente como violaría una a una a sus hijas y mujer y cómo luego las mataría lentamente para que sufrieran mucho si no confesaba el hecho de la forma que yo se lo relataría. Pobre!, se transformó, primero se enojó mucho y luego terminó entendiendo que no tenía otro remedio. Por qué te lo confesó a vos?, bueno, no te miento si te digo que no me tentó la posibilidad de ser el héroe de la película, pero preferí el perfil bajo, era mas fácil que te creyeran a vos, un hijo del pueblo y que a nadie se le ocurriese ir mas allá. Si lo hacía yo alguien podría decir de mi relación con la chica, surgirían sospechas y lo que menos quería es que alguna persona se acordara de eso.

Fue necesario Pachamé, yo tenía mucho para dar todavía y ese pobre tipo estaba condenado a andar de croto toda la vida, la chica?, bueno, era muy bonita sí pero nada mas, fue una lamentable pérdida pero chicas como ella aparecen en esos pueblos cada tanto, que le vamos a hacer amigo, a veces las circunstancias de la vida nos sobrepasan, fue otro de tantos…

“Acá es” dijo el Oficial a cargo del patrullero, “búscate algún vecino que nos salga de testigo, Méndez”, a los pocos minutos el Teniente Méndez regresó con una señora de unos 50 años. “Mucho gusto señora, soy el Oficial Principal Rodriguez de la Comisaría 2°, tenemos una orden para allanar este domicilio y la necesitamos de testigo, alguien denunció en la Dependencia de que la persona que vive en el lugar no aparece hace varios días y depende como venga el viento se siente olor a podrido”, “si, es verdad” dijo la vecina, “acá vive un Comisario retirado, un tipo huraño y poco comunicativo pero buen vecino, hace días que no lo veo”. El oficial se acercó a la puerta, la tanteó y la misma comenzó a abrirse, estaba evidentemente sin llave. No se veía bien en el interior y lo primero que los impresionó fue el hedor que salió, entraron y cuando sus ojos se acostumbraron a la semipenumbra vieron el cuerpo de un hombre tirado en el centro del lugar.

El ex Comisario Eduardo Pachamé se hallaba tirado boca abajo al lado del desvencijado sillón de mimbre, cerca de su mano derecha se encontraba la pistola 9 mm. que lo acompañó en el último tramo de su carrera y en su sien derecha se veía un negro orificio por el que, irremedialemente, se le había escapado la vida. En su mano izquierda apretaba un trozo de papel manchado casi completamente con su sangre ya seca, solo el último párrafo no se había manchado, el Oficial se acercó y leyó en alta voz para quienes lo acompañaban “pecados de juventud, mi querido Pachamé” y debajo una firma, un garabato con forma de eme mayúscula.

FIN

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