NIÑEZ EN DECADENCIA

La tristeza del ojo visor a la tortura de nuestros niños y adolescentes, es intolerable, la cruda y difícil realidad que cruzan miles de niños y adolescentes en cada rincón de nuestras calle, avenidas, ciudades, regiones,es asombrosa, son maestro de la vida, son la generaciones hostigadas, que para poder sobrevivir a la adversidad, debieron adaptarse a la utilización de las herramientas modernas, a lo actualizado, arma blanca, pistola y la mala utilización de los medio electrónicos, dejando atrás sus vivencia como de todo niño en sus respectivas edades y en cualquier calle, avenidas, ciudades, regiones se disfrutaba, como el trompo, el gurrufio perinola, el papagayo, le básquetbol, el béisbol, el salto de cuerda, los torneo de actividades, teniendo que dejar ahora lo llamado “esa pequeñeces”, por una madurez prematura vivencial para subsistir esa barreras incomprensible.

No se olvida, la importancia que se tenía en las barriadas, el crecer niños, sus travesuras, la primera borrachera de jóvenes, ese compartir el compartir, el socorrerse, era algo habitual, ahora el poder de la zona es lo que prevalece, ya esos es prioridad, nuestra cultura poco a poco va desapareciendo.

Hoy esos niños y adolescentes se van convirtiendo en jóvenes, como la cultura, y con esta formación y desarrollo en las calles pueden ser entendidos de maneras muy diferentes. Planteamos para este artículo situaciones conflictivas, que surge de un conjunto de transformaciones sociales dada por la articulación de la experiencia vividas, donde los estilos de vida y la extensión del proceso en la sociedad, así como sus transformaciones serán el eje que los refuerzan entre sí y presentan para estos niños y adolescentes las generaciones de un nuevo espacio de conflictos, poco conocido para la sociedad en su conjunto.

Es el caso, la fisura generacional, tendrá que enfrentar un vacío cultural respecto a modelos de relación entre generaciones, teniendo que luchar por redefinir su lugar, por un espacio propio frente a estos cúmulos de problemas y que da como resultado las modalidades del trance diferencial.

Las disyuntivas culturales que se presentan para el futuro inmediato de estos seres, olvidado por: la sociedad, el Estado, sus padres y de ellos mismos, donde su experiencia no diferencia el tiempo, la urgencia y la incertidumbre, son sombras que acechan incluso cuando la sociedad y la economía funcionan bien. Estos problemas germinan de un desajuste de los grupos de edad, donde van perdiendo su definición tradicional, amplifican sus límites, y no concordando con sus roles normales.

Así, los grupos de edad comienzan a volverse desconocidos, con problemáticas nuevas y destructibles, frente a las cuales no hay experiencia reservada para actuar competentemente, que aunado a los ritmos acelerados de la incertidumbre vivencial, se rastrean progresivas dificultades proyectada en el mediano o largo plazo. La conmoción de independencia a quienes lo personifica va siempre con la sombra de la intranquilidad que la acompaña, pero con un costo mientras buscan y esperan alternativas más constructivas y cambio en sus vidas.

Esta población abandonada en situación de calle, que vagan por las avenidas, con amplias necesidades, (de un hogar en el que se sientan resguardados y amados); es la problemática de un resultado de situaciones como la violencia en el hogar, la desintegración familiar o la pobreza extrema.

Como conclusión, todos somos culpables a tal problemática, porque no queremos reconocer la gravedad del problema de estos niños y adolescentes en situación de calle, el egoísmo es hermano del desamor, por cuanto no nos provocamos nosotros mismos y menos a las autoridades a tomar el interés que esto amerita, y es necesaria la voluntad de quienes vivimos día a día la problemática, y sentirnos bien solo de proporcionar un metálico de vez en cuando, sino involucrarnos para la disminución de este terrible mal y la obtención de un nuevo horizonte a estos seres.

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