El retorno de las palabras

El valor de la palabra siempre ha existido desde el momento en el que nuestros pensamientos supieron exteriorizarse, de nuestro cuerpo y mente, en tiempos de antaño. Las ideas corrían por nuestra cabeza intentando salir hasta que lo consiguieron para, con el tiempo, construir frases coherentes. De hecho, las ideas siempre han estado dentro de nosotros, pero también fuera.

Las palabras ya existían en forma de colores y dibujos. La comunicación siempre ha existido desde el momento en el que más de un ser humano habitó en La Tierra.

No es una locura decir que nuestra comunicación estaba basada en señales, formas y pinturas. Incluso, podríamos asegurar que estas últimas fueron nuestras primeras palabras. Pero ¿y si nos paramos a pensar en cuales serán las últimas?

No podemos saber cómo serán las últimas “palabras” de nuestra existencia, pero sí observar el mundo que nos rodea actualmente. Las palabras como unidades que conforman textos ya no son sólo letras.

«Cuántas veces he pensado, mientras escribía, todo lo que me quedaba por contar. Sin embargo, no me daba cuenta del poco tiempo que quedaba para dejar de hacerlo…«

Las palabras que son escritas en el siglo XXI se presentan en forma de dibujos de nuevo, concretamente como emoticonos.

El escritor ya no es quien usa un papel sino quien crea un mensaje con sus propios dedos mientras teclea en una pantalla.

El mundo digital es el papel y nuestros dedos el lápiz.

Tweet de un usuario que escribe el título de una película usando emoticonos.

A veces, varias palabras se reducen a un símbolo y una emoción a una cara amarilla dentro de un móvil. Realmente, es una nueva literatura.

No es ostentosa una frase así, ¿o sí lo crees? ¿realmente crees que este texto que lees detenidamente se diferencia mucho de un grupo de mensajes que envía un usuario en un móvil?

Puede ser mejor o peor, pero una obra literaria no deja de serlo simplemente porque cambie el medio en el que se transmite. Una obra literaria no deja de ser una obra y una obra es arte. Y el arte es cualquier cosa; con finalidad estética o comunicativa .

La comunicación del presente ha cambiado mucho y nosotros con ella; y vamos a seguir haciéndolo. Por eso, todo aquello que se cuente con palabras también cambiará. Lo que se cuenta va de la mano con la forma en la que es contado.

Las anécdotas entre amigos, los anuncios publicitarios, los microrrelatos de internet, los blogs…Los niños de hoy en día ya no “nacen con el pan bajo el brazo” sino con el móvil.

Aún así, seguimos creando imágenes en nuestra mente desde pequeños para luego exteriorizarlas con palabras. Otras veces, en sentido opuesto; aprendemos nuevas palabras escuchando nuestro exterior y las convertimos en imágenes en nuestra cabeza. Y otras, las imágenes de nuestra mente ya eran imágenes antes de interiorizarlas.

En este punto es cuando debemos recordar, tanto como autores, escritores o lectores, que a día de hoy, no hemos cambiado tanto. No somos tan diferentes a los cazadores que se comunicaban con pinturas rupestres durante el Paleolítico. Los ciclos pictóricos y artísticos se mostraban como imágenes que hoy en día pueden ser descifradas y comprendidas.

Las imágenes son universales y nuestra historia ha vuelto a su punto de inicio. Las imágenes vuelven a ser nuestro lenguaje. Por lo tanto, me pregunto: ¿realmente ha cambiado el lenguaje en algo? ¿Y nosotros? ¿Y las palabras?

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