Elegí la noche más turbia que pude descubrir en el cielo; melancólica y sin estrellas. Nada que pudiera suprimir el instinto de apuñalarme la garganta con bourbon; es mi segunda botella de morfina. Ojalá también pudiera beberme la quimio, para que tu cáncer no me doliera cuando acaricio los cabellos desprendidos en tu almohada y mis ojos se vuelven ríos.

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