Recuerdo cuando cerré los ojos en aquella tarde llena de penumbras que se asomaban por las tres ventanas de mi habitación, cada una de ellas se tornaba de una posición muy distinta de la otra y me veía a mi mismo entre las ventanas, una se convertía en espada, la otra tomaba los ojos de la bestia y la ultima era la llama que iluminaba mi alma fría como las tierras de Islandia. Al momento que vi todo esto supe que eran la triada que conformaba mi ser, e ahí cuando desperté una vez mas sabiendo mi propósito bajo la luna de escarcha que se levanta ante la nieve eterna que inunda mi vista a lo lejos.  

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