El día amanecía despacio y dolorido, el pueblo había perdido una gran maestra, sus ex alumnos hacían vigilia entre contrariados sentimientos de pesar y de reencuentro…Entre ellos estaba un joven flacuchento que de lejos podía percibirse su poquísima auto-confianza, caminaba bajo la luz tenue del amanecer, alejándose apropósito como pretendiendo observar desde lejos este espectáculo, con escaso equilibrio cual ebrio, pero no lo estaba caminaba con pasos zigzagueantes. La luz apenas dibujaba su silueta, su mano parecía abrazar su vientre, que lo tenía endurecido. Enceguecido por un dolor mudo que no le permitía soltar un solo grito siguió el rumbo de la calle con pasos torpes y fue entonces cuando tropezó con una voz clara como agua de manantial y dulce como miel recién colectada, eso pensó él instantáneamente al escuchar la voz de esa joven mujer que presurosa, iba en sentido opuesto.

_Disculpe- dijo ella-¿una casa velatoría por esta calle…?señaló con la mano derecha. El se incorporó haciendo un gran esfuerzo .Deseaba dar buena impresión. Apenas la miro a los ojos pero se detuvo en cada detalle de su vestimenta, su figura, y el color extrañamente rojizo de sus cabellos. Con la voz impostada respondió:

_Dos cuadras mas adelante podrá ver el cartel señora-dijo y esperaba que la joven mujer acotara su error al considerarla señora pero eso no ocurrió. Intimamente pensó que era lógico que una mujer tan hermosa estuviera casada, y más lógico aún, que ni siquiera considerara la intención de darle a este sujeto tan poco atractivo dato alguno de su estado civil. Ambos siguieron la trayectoria original de antes del encuentro a mitad de cuadra. A él le quedó en los laberintos de sus oídos la voz como carcomiéndolo de a poco y, de repente, le surgió la necesidad de conocerla se acercó al velatorio de la maestra nuevamente…quizás esta joven fue alumna suya-concluyó en voz baja-la docente era muy querida por el pueblo, inclusive sus ex alumnos que se habían mudado de ciudad regresaron para darle el ultimo adios. Esta ha sido de esas personas que entregan todo de sí sin reservarse siquiera un minúsculo momento. Tal fue su entrega al mundo y a sus alumnos que quedó para vestir santos como decían las abuelas. Pero, acotaba todo el barrio, fue de pura voluntad y no porque alguien no se haya animado a arriesgar su futuro con ella.

Aquella mujer había sido fundamental para Vicente, se podría decir que fue algo así como su segunda madre. Por muchos años hizo de maestra particular en sus primeras guerras con la lengua e intercedía amistosamente con la complejidad de la matemática y más que todo y por sobre todo, había sido la conexión con el verdadero amor; el único que había experimentado en toda su vida desde que tenía siete años. Lamentablemente no llego a esa conclusión en aquellos infantiles años porque, de ser así, quizás hubiera sido diferente su vida.

Nunca tuvo suerte en el amor. En los años en que el amor es ese bichito que nos persigue y no nos deja siquiera dormir, ni comer ni nada. Tristemente se podría decir que llegó ese entendimiento tardío, después de innumerables rechazos, hasta que un día decidió inmunizarse de todo sufrimiento por amor y se volcó obsesivamente por la religión. Se refugió en un sacerdote amigo de la familia que lo llevó al lugar donde podía iniciar sus estudios. Estuvo a punto de ingresar, pero en un rato de lucidez extrema se preguntó:

_ ¿Y si el amor viene a mi sin que lo busque, sin que lo fuerce, sin que me encapriche con lo que todos están encaprichados…? Nunca sucedió. Han transcurrido años y años y el amor, ése que él esperaba que lo llamara desde lo profundo del corazón, no llegaba. Se hizo más inmune aún y se dejó estar. Se refugió en sus libros donde podía vivir amores tan intensos y tan eternos como él quisiera. Y de a poco empezó a ser feliz así de ese modo. La religión lo acompañaba cada noche desde la mesa de luz. La Biblia que le regalara su amigo cristiano de tanto en tanto servía para apaciguar la mínima tristeza que intentaba escurrirse por algún rincón.

Pero hoy esa coraza invisible que tantos años le llevó construir se debilitó al escuchar entre la muchedumbre que se encontraban en el sepelio, que al pueblo volvía quien fue su gran amor. Lo primero que a él se le apareció como imagen sin tiempo, eran unos bucles dorados , pequitas casi invisibles alrededor de la nariz pequeñita, pero que él, en una de esas tardes de maestra particular ;se tomo el tiempo y el atrevimiento de contar ,eran dieciséis las pecas y graciosamente dieciséis los años que no se veían…el padre de la joven era militar y lo habían trasladado de un lugar a otro tantas veces que ya había perdido todo contacto con ella casi desde el mismo día en que se marcharon del pueblo…ansioso todos los fines de años deseaba que volvieran para recuperar su amor lejano pero jamás sucedió, la suerte no estaba de su lado, y nunca tuvo el valor de averiguar la dirección…por eso al escuchar semejante noticia…¡..volvía Elena..! le produjo un retorcijón en el vientre como cólicos y sin saber que hacer corrió desesperadamente sin rumbo fijo…se preguntaba como estaría, si seria posible que lo recordara…si recordaría ese primer gran beso que se dieron a escondidas mientras la tia de ella y profesora de él les hacia el te de la tarde…con urgencia busco improvisar un espejo en alguna vidriera algo iluminada para buscarse él mismo en sus nuevos rasgos…tenia veintitres años y se sentía un despojo humano…sin dudarlo jugo a las apuestas con su conciencia.. ella jamás lo descubriría en ese su nuevo ser y como para asegurarse que no perdería la apuesta él y su conciencia apostaron lo mismo “ella no lo recordaría”

…Minutos después este encuentro con la mujer de cabello rojizo lo tentaron a volver al lugar…busco en las próximas cuadras un bar abierto y tomo un café doble para despejarse , pidió al mozo le convidara un cigarrillo…él no fumaba, jamás fumo pero el marco visual que daría a quien lo viera desde lejos causaría impresión pensó…trataba de alentarse, mas que por la posible conquista de la rojiza mujer, era el hecho de estar en ese lugar casi oculto en la conversación con alguien y observar desde alguna perspectivas a su antiguo e inolvidable amor …ese seria su objetivo que además lo ayudaría a esquivar la indiferencia de ella al no reconocerlo entre la gente…Al terminar su café camino de regreso, no sin antes pasar por el baño y humedecerse el cabello para emprolijarlo …se dio un par de cachetadas para darse un toque de color ya que se veía algo pálido y se dirigió con mucha prisa…la ansiedad lo estaba matando…Cuando llegó suspiró hondamente y con el coraje que nunca tuvo entró con la vista en alto, buscando un rostro suave con dieciséis pecas y a la vez la cabellera roja de esa mujer a quien no se atrevió mirar a los ojos …miró y busco sin encontrar a ninguna de las dos, saludo con la cabeza a un par de personas conocidas y alguien se le acercó por atrás ofreciéndole un vaso de café…cuando iba a responder, se dio cuenta que era la voz de manantial , giró sobre sí esta vez con el valor para mirarla a los ojos…y ella lo recibió con una blanca sonrisa y le dijo:

_Tanto tiempo …Vicente…

Él quedo mudo al comprobar que la señora de voz de dulce manantial era la portadora de las pequeñas pecas en rededor de la nariz…se enfrentó a los ojos verdes que asomaban detrás de unos preciosos y delicados lentes de descanso, acoto ella, como si le dieran vergüenza…y lo abrazó con una solo brazo porque en la otra mano traía el vaso de café que se estaba enfriando…

_no pensas decir nada –pregunto-tantos años sin vernos y no decís nada?

Él con gestos trataba de superar el momento…y lo único que pudo decir fue :

_como hiciste para reconocerme?

Ella sonrió…cuando nos cruzamos en la calle te ví algo familiar, pero estaba tan apurada que preferí dejar para después mis suposiciones, cuando llegué lo primero que hice fue preguntar por vos y mamá me dijo que un rato antes saliste de acá casi corriendo…así que termine convenciéndome, que eras el regordete que me robaba besos a la hora del té en la casa de la tía…

Al escucharla él sintió tocar el cielo con las manos…quizás esta era su oportunidad para dar vuelta su suerte…

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