«LOS CUCOS» – (dramaturgia) – de Leandro Marcos González

 

Tres hombres. Rolo 50 años. Ulises 40 años. Caito 24. Sentados en un sillón. En medio del living de un departamento. Visten ropas claras. Caito lleva un guante negro en su mano izquierda. Ulises sentado en medio sostiene un libro, del que leen los tres. Antes de dar vuelta una página, consulta con la mirada a sus compañeros para corroborar si han terminado de leer.

Caito
(Niega con la mirada a la hora de dar el visto bueno): Perdonen. Me tomo mi tiempo. Me distraen los dibujos… ¿Les molesta?

(Ulises y Rolo niegan con amabilidad)

Caito: Si quieren, compañeros, pueden seguir leyendo solos. No los quiero frenar.

Ulises: No hay problema, pibe. Tomate todo el tiempo que quieras… Nosotros estamos frenados desde hace rato.

Caito: No me diga “pibe”, Ulises. Me gustaría recordarle que soy mayor que usted. La base de nuestra convivencia es respetar las reglas. Y una regla fundamental es el trato personal.

Rolo: Tiene razón Caito, respetemos las normas. El trato personal es fundamental, aunque no esté en la lista. Ni a Caito “pibe”, ni a mi “viejo”, ni ningún otro apelativo. El trato personal es fundamental para una buena convivencia.

Ulises: ¿Convivencia?

Rolo: Sí, convivencia, reclusión, retiro, coexistencia… o como quiera llamarla.

Caito: ¡Bien dicho!

Rolo: Los tres estamos interesados en leer este libro. Es uno de los pocos que nos gusta; y también uno de los pocos que podemos manipular en el departamento. En este caso lo puede hacer Ulises, estamos en sus manos.

Ulises (Consulta el dato en el libro): Se terminó de imprimir en San Antonio Print en marzo del 1998… (Transición) Dos años antes de lo mío. Contemporáneo. Está entre mis objetos posibles.

Rolo: ¡Exacto! Mucho después de que “Usted”, Caito y yo cayéramos en esta situación… (Transición) Los libros que quedan entre nuestros objetos posibles, son poquitos, aburridísimos y ya los tenemos muy leídos.

Ulises: Es raro como lo dice, Rolo: “esta situación”.

Rolo: Me parece que es la forma más objetiva de decirlo.

Ulises: Está bien déjelo así. Las otras formas son un tanto pretenciosas. Deprimentes. “Esta situación”, suena bien, propongo que lo adoptemos…

(Ulises levanta la mano, los otros acompañan la moción. Caito lleva un guante negro en la mano izquierda, sus compañeros observan esto con mucho disimulo)

Rolo (Un poco en broma): Tomando en cuenta que la mayoría de las cosas de este departamento son objetos posibles, contemporáneas al señor Ulises, y ya casi no quedan objetos de nuestra época, mi estimado Caito… yo no discutiría con él sobre el manejo de esto o de aquello. Es raro decirlo, pero… estamos, la mayoría de las veces, un tanto a su merced (Hace una reverencia)

Ulises: Pero yo soy…

Rolo: Todo un caballero democrático, es justo resaltarlo.

Caito: Hoy por hoy, Ulises, maneja casi todo el departamento. Suerte que es todo un “caballero”. Como usted Rolo es el maestro de las reglas. Tengo suerte de no tener dos compañeros jodidos, esto sería un… infierno.

Rolo: No soy el maestro de las reglas, Caito. Soy el tipo al cual se le manifestaron. Las veo, las copio, las anoto y se las comunico (Transición) ¿A ustedes se les manifestó alguna regla?

Ulises: No. Nunca.

Caito (Se pone de pie, se muestra joven, inquieto): ¡Ojala! A mí nunca nada… Sería lindo entrar un día en el baño y encontrarse una nueva regla, escrita en el botiquín. (Transición) Algo. Cualquier cosa escrita, en ese cacho de espejo. El otro día estuve horas en el baño, y nada.

Rolo: ¿Que fue a hacer al baño? Nosotros no tenemos nada que hacer ahí.

Caito: A veces me encierro a cantar. Tiene muy buena acústica. Repaso letras de algún que otro texto… por más que no me vuelva a ser útil, es lindo retenerlos… (Se pone de pie. Les da la espalda a sus compañeros. Sus compañeros no pueden dejar de observar su mano enguantada) “…Lo sé. Pero, ilustre lady Ana, para dejar este agudo combate de nuestros ingenios, y bajar un poco, a un método más lento: el causante de las prematuras muertes de esos Plantagenet, Enrique y Eduardo, ¿no es tan culpable como el ejecutor?…”

(Sus compañeros lo aplauden. Ulises se aparta y queda pensativo)

Caito (A Rolo): Las veces que encontró las reglas… ¿Qué hacía en el baño?

Rolo: ¡Leía, Caito…! es una de las pocas costumbres que me gusta mantener: leer en el trono.

Ulises: Tienen razón, soy un hombre democrático. Son, solamente, objetos. Que yo los pueda manipular y ustedes no, es solo una circunstancia. Lo importante es que me pidan lo que quieran, y yo les doy el gusto. Yo confió en que ustedes harían lo mismo con los objetos posibles, que yo no puedo manejar. (Transición. Deja el libro sobre una mesa) Podemos cambiar por un libro de ustedes, muchachos… o hacer otra cosa.

Rolo: No, por hoy está bien. Ulises, por favor, no queremos alarmar a los dueños de casa, deje el libro en su lugar lo más prolijo posible.

(Ulises coloca el libro exactamente en su lugar de origen. Sus compañeros lo supervisan con cierta rigurosidad)

Ulises: Lo importante es que cada uno tiene su rol, su dominio, su conocimiento…

Caito: Sí, yo soy el gilastro del trio… El mamotreto que no sabe nada de las reglas…

Ulises: ¿Mamotreto?

Rolo: Terminología de la época de Caito, Ulises. Caito trate de no utilizar modismos de su época. Si los tres hacemos lo mismo, nos vamos a tener que armar un diccionario…

Ulises: Como el día que Rolo me dijo que me habían afiambrado, injustamente… Yo entendí, un poco enojadito, cualquier cosa…

Caito: Se puso loquito (Transición)…

Rolo: A mí me molesta un poco cuando Ulises utiliza el “boludo” con tanta liviandad. Pero es algo a lo que me acostumbre con el correr de los años.

Caito: Si yo llegaba a decir tantas veces “bolud…” mi viejo me daba una biaba que me dejaba morboso… Cuanto mucho se escapaba un boluncho… A mí me da gracias cuando dice tantas veces “ey”… “Che, ey”…

Ulises: No molestes, “boluncho”

Rolo: Nosotros, Caito, hemos escuchado muchas formas distintas de hablar, palabras que se usaban y palabras que se usan ahora… Boludo… belinún… botarate…

(Comienza un juego)

Caito: Balin

Rolo: Bufarron

Ulises: Gay (Transición)… Nerd

Caito: Cufa

Rolo: Chupatintas, sobacopelado… (Transición) Alcornoque

Ulises: Bobo

Caito: Mamerto… (Transición) Pillado

Rolo: Cajetilla…

Ulises: Careta

Rolo: Camambuces

Caito: Timbos

Ulises: Pepes

Rolo
(Transición) ¡Basta, gané! Conmigo no pueden, compinches. Propongo manejarnos en forma neutral.

Caito: De mi época ya no queda casi nada, solamente los discos viejos, que son una pálida… Ni siquiera hay un aparato para escucharlo. ¿Para qué los guarda Martin?…

Ulises: Eran del padre. Pálidas son las momias.

Caito: Sí, perdón… una pálida: aburrimiento… (Ríe solo) El padre de Martín tenía mi edad… ¿no? (Los otros asienten) ¡Ojo! También puedo manejar un par de libros de estudio aburridísimos…

Ulises: Otra pálida. ¿Quieren que lea yo, en voz alta para los tres? No me molesta.

Caito
(A Coro con Ulises, con total naturalidad): “Siempre me gusto leer en público…”

Ulises
(Sorprendido): ¿Y eso que fue?

Caito: ¡No sé! Sabía lo que iba a decir. Es raro…

Rolo: Posiblemente lo haya escuchado antes. Usted Ulises es de repetir mucho las cosas, bastante seguido. Es muy probable que en tantos años de estar juntos, haya dicho eso varias veces.

Ulises: No, creo que nunca lo dije.

Caito: Y yo no creo haberlo escuchado antes. Creo que no. (Transición) Igual, es algo que me está pasando, es como si supiera que están pensando o a punto de decir… y me sale. Estoy raro.

Rolo: Ahora que lo dice, Caito…. Yo también lo noto extraño. No me animaba a decirle lo de la mano. Desde hoy que quiero decírselo y no sé cómo…

(Le miran fijamente la mano enguantada. Ahora sin ningún disimulo)

Ulises: A mí lo de la mano me llamaba la atención, también… pero…

Caito: ¿Qué mano?

Ulises: Tu mano izquierda, pibe… nene.

Caito
(Mueve la mano izquierda, cada dedo. Busca algo para levantar, pero no tiene nada de su época a mano. Va a la biblioteca y toma un viejo libro): ¿Qué pasa con mi mano izquierda? Funciona bárbaro, muchachos… (Deja exactamente el objeto donde estaba, y busca otro para levantar. No hay tantos, tiene que ser contemporáneos a él. Levanta otro libro. Manipula el objeto con habilidad)… Funciona bárbara.

Rolo: Funcionará bárbaro, no lo dudamos… Pero (Transición. Busca las palabras adecuadas) No queremos hacer un escándalo de esto, pero, no la vemos, Caito.

Ulises: De hecho, vemos solamente un objeto flotando a su lado.

Rolo:… su lado izquierdo. Supuestamente sujetado por la mano que no vemos… ¿Entiende?

Ulises: Son dos opciones. Uno: a usted se le está desvaneciendo la mano izquierda. Dos: nosotros tenemos un problema que nos hace dejar de ver su mano izquierda. Me parece más lógico la opción uno.

Rolo: Voto por la uno.

Caito
(Suelta el objeto. Se pone nervioso. Lo vuelve a su lugar original, con mucha meticulosidad. Mueve su mano izquierda): ¡La puta que lo pario! ¿En serio? Yo sí me la veo…

Ulises: No te asustes… (A Rolo)… ¿Será una regla nueva? ¿A usted se le manifestó alguna regla nueva?

Rolo: No, nada nuevo.

Ulises: ¿Estará escrito y no lo hemos descubierto aún? Yo hoy no pasé por el baño…

(Caito corre hacia fuera de escena. Vuelve rápidamente. Esta vez lleva un guante en cada mano. Sus compañeros lo miran asombrados.)

Caito: ¿Qué pasa ahora?… ¿Qué miran?

Ulises: Su otra mano.

Caito
(Un tanto resignado, muestras las dos manos): ¿Ahora, no ven ninguna de las dos?…. ¡Qué pálida, manso!

Rolo: ¿Ninguna novedad en el baño, Caito?

Caito: Nada

Ulises: Yo voy.

Rolo: No, está bien. Déjeme a mí…

(Rolo se dirige al baño. Ulises y Caito se miran impacientes. Caito mueve las manos enguantas delante de la cara de Ulises, y éste niega amablemente)

Ulises: No te preocupes, debe ser algo temporal.

Caito (sin dejar de estudiar sus manos): ¿Temporal? Nosotros somos algo “no-temporal” ¿Cómo, mierda, puede afectarnos en algo el tiempo? No nos enfermamos, no fallamos, no somos nada…

(Entra Rolo. En Silencio, los otros lo interrogan con la mirada)

Rolo: Nada. No hay nada nuevo, solamente la cortina nueva que han puesto.

Ulises: ¡Un horror!… Gaviotas y palmeras en un baño del barrio de Monserrat.

Caito: ¿Y lo de mis mano…?

Rolo: ¡Ah, sí…! Lo de sus manos. ¿Me esperan un minuto?

(Rolo sale una vez más)

Caito: No me parece tan fea la cortina nueva. Es más luminosa, y parece que tapa mejor a la persona que se está bañando.

Ulises: Es ridículo decorar en Buenos Aires, con motivos caribeños. No encaja. No seas hippie…

Caito: La deben haber traído del último viaje que hicieron…

Ulises (No puede dejar de mirar las manos enguantadas de Caito): No creo. De ese viaje de mierda lo único que trajeron fueron deudas y conflictos. Desde que volvieron Martin la trata cada día peor. No se trata así a una mujer, por más quejosa que sea.

Caito: A una mujer no se la trataba así, por más gil de goma que sea uno… Lola no es quejosa, es exigente. (Transición) ¿Usted cree que se vayan a separar? Ésta es la mejor parejita que ha vivido aquí en años…

Ulises: No sé, yo no conocí muchas otras, recuerde que no llevo tantos años como usted acá.

Caito: Ya que estamos…

Ulises: No, Caito.

Caito: Mientras vuelve Rolo… (Transición) la chica con la que usted se acostó aquella noche… ¡Qué metejón!

Ulises: Marina.

Caito: Marina. Se llevaba muy bien con el marido, Eduardo. Le diría que el único día que tuvieron un problema fue aquella noche…

Ulises: ¿La noche en la que Eduardito me cocino a tiros?

Caito: ¡Y bueno!, usted estaba en la cama con la esposa…

Ulises: La pudo haber matado a ella también…, así teníamos compañía femenina…

Caito: No me parece bien hacer chistes con eso.

Ulises: Para ser tan joven, es bastante amargo, Caito.

Caito
(Divertido): No se deje llevar por mi apariencia, aparento menos de los que tengo.

Ulises: Lo gracioso es que después de hacérmela pagar a mí, ella lo perdono. Lo visitó en la cárcel… Terminaron juntos nuevamente. Una injusticia.

Caito: Esas injusticias son las que nos convirtieron en lo que somos…

Ulises: ¿Qué somos Caito?

(Caito juega con sus manos enguantadas)

Caito: No me haga decirlo, me parece ridículo, hasta escucharlo. Recuerde que soy agnóstico. Me cuesta creer cual es nuestro estado. El domingo me puse a tratar de entender ¿Cómo? y ¿Por qué? estamos acá, y lo único que logre fue: nada.

Ulises: Dejalo así. No te amargues. Y dejá de mover las manos o lo que tengas ahí, que me impresionas.

Caito: ¿Cómo fue esa noche, Ulises?

Ulises: ¿Otra vez?

Caito: No me canso de escucharlo. Si el tiempo no es nada, las repeticiones, mucho menos. Para mí, cada día es como si fuera uno nuevo. No nos viene mal, cada tanto actuar como si este fuera el primer día de nuestro encuentro. Yo creo que cada vez que se cuenta algo, algo nuevo se le suma… así es la historia.

Ulises: Yo estaba en la oficina, como cualquier otro día. Mi escritorio daba de frente a una ventana, que a su vez daba a la avenida Fochesatto. Me gustaba mirar cada tanto a la calle, ver la gente pasar, me daba la sensación que yo estaba ahí afuera con ellos y no encerrado diez horas en ese cuadrado inmundo, tratando de generar tanta plata. ¿Para qué?

Caito: ¿Para ser libre?… ¿Para no encerrarse entre cuatro paredes? ¿Por qué no se dedicó a la recolección de basura? Esos pasean mucho, y hacen ejercicio…

Ulises:… de la nada, la veo pasar por el ventanal. Caminaba despacio, como buscando algo… por eso la vi. Se paró delante mío, como si estuviera frente a una pantalla. Ella no me veía, yo sí. Cada detalle, cada porito, hasta esa cicatriz en la mejilla, que nunca le gusto. Te podría decir que la sentía detrás de aquel vidrio. Salí disparado de la silla, camine hacia el ventanal y me pare frente a ella. Nos separaban cinco milímetros de blidex espejado. Estábamos tan cerca, y tan alejados. Ella ni enterada. De repente parece que encontró lo que buscaba, salió como disparada, y cruzó la calle. Se alejó de mí. Hacía más de quince años que no la veía. Nos separamos después de una discusión idiota, sobre un tema idiota. Nos alejamos uno del otro, orgullosos como dos idiotas. Ninguno supo nada del otro. ¿Por qué? (Transición) ¡Qué carajo! me dije. Salí corriendo de la oficina. Mi, pobre, secretaria pensó lo peor. Tenía que verla de cerca, escucharla otra vez, sentirla, olerla. La gente tiene olor en la piel, un olor propio ¿Nunca lo notaste? Tenía que tenerla cerca, pero no detrás de un vidrio de mierda. Corrí de un lado para el otro. “¿Me estará buscando a mí?”… “No sé qué carajo decirle”. Di vuelta en una esquina, y ahí la encontré, parada frente a una mueblería. Miraba sillones. Le encantaba tirarse en los sillones a leer unos libros interminables, aburridísimos. Tuve que reponerme, no podía hablarle en ese estado. Estaba muy agitado, al borde de algo malo te diría. Parecía que el pecho me estallaba. No era por la corrida, era otra cosa, una convulsión por los nervios, por encontrarme. No todo pasa por el corazón.

Caito: ¿Y…?

Ulises: Me paré frente a ella…

Hola, Marina…

“Hola, Ulises…” Estaba muy sorprendida. Como si hubiera visto un muerto…

¨Hola… Estas hermosa… Siempre fuiste hermosa”

“Gracias. Ulises… me parece que…” Había dicho mi nombre. Mi nombre en su boca, sonaba bárbaro. No la dejé decir nada más.

“Hace tanto que no te veo… No nos vimos nunca más… ¿Por qué? Yo te quería tanto, Marina. Tanto. Te amaba tanto” Nunca use esa palabra con ella

“Estas tan hermosa, más que antes…” Eso se lo dije varias veces. Vio que yo repito.

“Estoy grande, Ulises… y vos” No tenía que dejarla hablar. No podía dejar que nadie, ni ella, me frenara.

“No sabes lo que te extrañe cuando nos separamos. Mucho” De repente empecé a llorar. Pero a llorar naturalmente, nada exagerado. Me caían las lágrimas como si fuera sudor.

“¿Te sentís bien, Ulises?”

“Me Siento bárbaro. Estoy muy feliz. Soy un hombre exitoso, como me decías vos que iba a ser. Nunca te busqué. Nunca me buscaste. Fuimos orgullos… nos respetamos mucho. Disculpame, no quiero que me veas llorando. Pero fue tanto lo que te extrañe, y nunca se lo dije a nadie. Y hoy… hoy te vi parada en la ventana de mi oficina y corrí a vos. Te corrí para decirte todo esto”

“¿Qué?… ¿Decirme, qué?”

“Que el amor nunca se termina… es tremendo. Que mi amor por vos nunca se terminó, no desapareció. Siempre te extrañé. La vida me entretuvo con otras cosas. Pero solamente fue eso, entretenerme, mantenerme ocupado hasta hoy”

(Entra Rolo con un libro en las manos. Caito lo frena, lo hace sentar. Rolo no interrumpe, sonríe y escucha con atención)

Ulises:

“Perdoname Marina. A veces hay cosas que hay que hacerlas sí o sí. Tenía que decirte todo esto. Espero no haberte molestado. Ya se me pasa, no era mi intención llorar… ¡Un tipo grande, carajo!” Sin darme cuenta le había agarrado la mano. Y Ella me acariciaba la mejilla. Ella también lloraba, Caito.

Caito
(Toma el lugar de Marina, habla como ella. Ulises lo/la escucha con atención): “Yo también soy una mujer exitosa, y feliz. Casada con un muy buen hombre. Yo también te extrañe, mucho. Muchísimo. Las mujeres extrañamos mucho más, Ulises. Ulises, mirá, ni tu nombre podía pronunciar. También te amé, yo si te lo decía. Eras hermoso,… sos un hombre hermoso…”

Ulises: Me acariciaba la mejilla mientras me decía esto, y yo le mojaba toda la mano. Me parecía que se me dormía la cara, y flotaba… Un pelotudo bárbaro.

(Caito le coloca una mano en el hombro. Transición)

Ulises: Después de esto, todo lo que sigue es ridículo. Una película con un final fatal, poco creíble. Ella me invita a tomar un café a la casa, Eduardo estaba de viaje. Eso creía ella, pobre. ¿Quién sabe por qué Eduardito estaba en la ciudad? ¿Estaba de trampa, Edu? (Transición)… La cuestión es que, Eduardito, se apareció en el departamento muy… muy armado. Entró a la habitación, en donde Marina y yo charlábamos mirando el techo, riéndonos sobre lo idiotas que éramos de novios y cosas así. Me lleno de tiros, delante de la mujer que amé toda mi vida. Hasta que la muerte nos separó.

Caito: ¿Estaban vestidos?

Ulises: ¡Sí! Charlando…

Caito: Y terminó con nosotros. Otro cuco en el departamento. Me acuerdo el día que se apareció recostado en la cama.

Rolo: Cinco de diciembre del dos mil.

Caito: Parece que fue ayer. ¡Qué memoria para los detalles!

Ulises: ¡Qué memoria!

Rolo
(Ríe): Irónico. Los vivos no tienen memoria, nosotros es lo único que tenemos. ¡Memoria…! Yo por más que quiero no puedo dejar de recordar. Es más, me parece que nosotros somos eso: memoria. Una especie de recuerdo, perdido por ahí.

Caito: Yo recuerdo todo, menos mi verdadero nombre…

Ulises: Vos sos un caso especial.

(Rolo se pone de pie, intenta tomar un reloj, pero se da cuenta que no puede, no es contemporáneo a él)

Rolo:… Posiblemente fue ayer.

Ulises: ¿Qué está diciendo?

Rolo: Que posiblemente fue ayer, o mañana u hoy. Hoy puede ser mañana, y mañana ayer… Para nosotros el tiempo no existe… ¿Qué es el tiempo para nosotros?… En una de esas encontramos alguna respuesta, entre las reglas que nos han ido mandando.

Caito: A mí me gustaría saber ¿qué me está pasando? Me enoja cuando pasan cosas y no las entiendo… (Transición) Estoy enojado. Nunca nos enojamos nosotros. En nuestro estado, no hay…

Ulises: ¿Estados de ánimo?

Caito: ¡Eso…! Ni contentos, ni enojados… ya ni siquiera tristes…

Ulises:… Ni esperanzados.

(Caito se mira las manos enguantadas)

Caito: ¿Qué me está pasando, Rolo?

Rolo: No lo sé Caito. No sé qué le pasa. Lo único que sabemos es que se va desvaneciendo. Lo estamos viendo… En realidad cada vez lo vemos menos.

(Toma el libro, con delicadeza. Consultan las reglas que rigen la “vida” cotidiana de los Cucos. Sus compañeros escuchan atentos como si se tratara de un libro litúrgico. Rolo lee un tanto ceremonial. A cada regla, sus compañeros rematan con un)

Ulises: Como cada día El Encargado, no repetirá las reglas. Nos ponemos de pie.

Rolo: 1- Ellos permanecerán en los espacios donde se desencadeno su trágico final, siempre que haya vivos morando la casa. Solo podrán deambular por toda la casa, en ausencia de los vivos.

Caito y Ulises: Que así sea.

Rolo: 2- Ellos solo pueden manipular objetos que son contemporáneos a sus años de vida, nada que sea anterior o posterior.

Caito y Ulises: Que así sea.

Rolo: 3- Es preponderante que los objetos manipulados queden en sus lugares de origen, una vez que se los ha movido.

Caito y Ulises: Que así sea.

Rolo: 4- Nunca podrán manifestarse ante un vivo con su verdadero rostro.

Caito y Ulises: Que así sea.

Rolo: 5- Solo tiene tres oportunidades de manifestarse ante un vivo. Respetando la regla 4.

Caito y Ulises: Que así sea.

Rolo: 6- Si decidieran manifestarse sonoramente, nunca deberán usar su verdadera voz.

Caito y Ulises: Que así sea.

Rolo: 7- Solo se podrán manifestar sonoramente en tres únicas oportunidades, respetando la regla 6.

Caito y Ulises: Que así sea.

Rolo: 8- Pueden manifestarse en el llamado “juego de la copa” o OUIJA, todas las veces que quieran, pero jamás bajo su verdadera identidad.

Caito y Ulises: Que así sea.

Rolo: 9- Cada vez que un vivo entre en la casa, acompañado por un “no vivo”, éste podrá alojarse donde crea más conveniente, mientras dure la visita.

Caito y Ulises: Que así sea.

Rolo: 10 -Hay animales con los cuales pueden tener algún tipo de interacción: los gatos los pueden ver, las palomas sentirán gran apego con ellos, las ratas son los únicos animales que respetaran sus órdenes, los perros se sienten muy confusos ante su presencia.

Caito y Ulises: Que así sea.

Rolo: 11- No podrán atravesar paredes, o cualquier tipo de objeto sólido, como se cree normalmente.

Caito y Ulises: Que así sea.

Rolo: 12- Cosas que los afectaran: las hojas de papel rasgándose, los sahumerios, el flash de las fotos, el wifi, la música china, el llanto de un bebe.

Caito y Ulises: Que así sea.

Rolo: 13- Si uno de ellos es evocado, recordado, como es debido, tendrá grandes posibilidades de pasar a otra Instancia de descanso.

Caito y Ulises: Que así sea.

(Coloca el libro sobre la mesa)

Caito: ¿Por qué razón leemos todos los días las reglas, si eso no es parte de las reglas?

Ulises: Caito ya lo hablamos muchas veces

Rolo: No lo sabemos.

(Transición)

Ulises: También está eso de los vivos que saben que estamos aquí y no dicen nada…

Rolo:… ¿De dónde saco eso, Ulises?

Ulises: Anoche dejaron el televisor encendido. Me quedé mirando, hasta que Martin se levantó al baño y lo apagó. Ahí lo vi.

Caito:
Se levanta varias veces a mear… ¿Andará con algún problemita en la próstata?

Rolo: ¡Para nada!, anda bárbaro. Un poco de colesterol… y eso del estómago. Todo por los nervios.

Ulises: La cuestión es que anoche vi un documental en donde explicaban eso.

Caito: ¿Qué es eso?

Ulises: ¡Me indigno!… Según contaban en este informe, resulta que en muchos países del mundo, las inmobiliarias están obligadas a informar, por ley, si en los departamentos que alquilan se han sucedido hechos fatales…

Rolo: Como los nuestros…

Caito: No entiendo…

Rolo: Quiere decir que cada uno de los vivos que han habitado este departamento, sabían de nuestra situación… ¿Por ley?

Ulises: Por ley.

Rolo: En Argentina las leyes son un tanto elásticas, Ulises.

Caito: ¿Martin y Lola, saben?

Ulises: ¡Sí, claro! No se les nota para nada. Puede ser que esa manía de poner cruces por todos lados y prender sahumerios tenga que ver con que saben…

Caito: ¿Ellos saben?

Rolo: ¿No les causa miedo alquilar este departamento…?

Ulises: Por lo visto el alquiler debe ser muy accesible. Un departamento con semejante prontuario, debe tener una rebaja más que importante. Un matrimonio joven, ni lo duda. La ubicación es muy buena. Martin y Lola están todo el día fuera, así que prácticamente ni lo habitan.

Rolo: ¿Cómo los tres esos que lo usaban de bulo?

Caito: ¡Claro…!

Ulises: No tuve el gusto, fue antes de mí… instalación.

Caito: Por eso todos lo que viven en este departamento son tan raros…

Rolo: La mayoría son inquilinos con poco dinero… Por un lado eso nos conviene…

Ulises: ¿Por qué?

Rolo: Como no tienen poder adquisitivo, no tiran casi nada. Por eso convivimos, por suerte, con objetos antiguos. Antiguos para ellos, contemporáneos para nosotros… Ganamos todos (Toma una vieja estatuita) ¿Se imaginan si fueran adinerados y desprendidos? Prácticamente no podríamos manipular nada. Todo nuevo.

(Rolo le pide a Caito que devuelva el libro de las reglas a su lugar de origen. Caito sale de escena; vuelve con una remera de mangas largas, negra. Los otros se asombran mucho cuando lo ven. Él se percata de la situación)

Caito
(Se mira pero ignora su condición): ¿Estoy peor, no?

Rolo: Sí, muchacho…

Caito: ¿Me ven la cara?

Ulises: Pechito, brazos, y manos… fuera.

Caito: ¡Carajo! (Transición) Notaron que con esto que me está pasando estamos… hablando de cosas que hace años no hablábamos,… ni se nombraban. Eso también es extraño. Parece un velorio.

Ulises: Esas cosas pasan en momentos como estos…

Rolo: Momentos extremos…

Caito: ¡No me asusten, che! Miren que los cucos, también podemos tener miedo…

Ulises: La última vez que tuvimos miedo…

Los tres a coro: “…fue minutos antes de morir”…

Ulises: Es una de las pocas cosas que compartimos. Ahora en éste estado, no me gusta que me diga cuco, el miedo se ha trasformado en curiosidad…

Caito: ¿Habrá pasado con nosotros o le pasará a todos?

Rolo: No, Caito. Recuerde que el cuco que vino pegado a aquel pintor, nos comentó un día que él había tenido una muerte placida, rodeada de sus queridos. Que solamente cerró los ojos y se dejó ir. Sin miedos ni nada. Como si fuera a dormir la siesta. Una siesta larga. Como extraño la siesta. Y después ¡plup! Ya era un cuco… A mí me gusta eso de llamarnos: cucos.

(Rolo levanta la mano, para votar. Sus compañeros lo siguen)

Caito: Me gustaría averiguar ¿por qué hay cucos que en vez de lugares se le pegan a la gente? Privilegiados…

Rolo: Es lo mismo que nosotros. Están presos en éste estado, solamente son…

Caito
(A coro con Rolo): Nómades

Rolo: Yo entiendo que con esto que le está pasando, adivina lo que uno está por decir…. Pero le pido por favor que ya no lo haga, disimule… Para no joder

Caito: Perdón, me sale…

Ulises: Caito, lo que tiene usted no es un don… es un síntoma.

Caito: Ya sabía lo que iba a decir… (Transición. Se mira a sí mismo, pero no nota nada extraño. Se toca, y recorre cada extremidad) ¿Qué me está quedando? ¿Qué ven?

Ulises: Cabeza y piernas. El resto se esfumo.

Caito: ¡Upa! No está quedando nada de mí. De “éste mí”: Caito. Este nombre que ni siquiera era el mío es lo único que me quedó… ¿Cómo habrá sido el verdadero Caito? ¿Dónde andará?… ¿Habrá zafado? (Transición)

Ulises: No se haga esas preguntas, ya sabe que no conducen a nada…hace años que no sirven de nada…

Caito: ¿Cómo habrá sido mi verdadero nombre?… En algo seriamos parecidos con el tal Caito, sino no nos hubieran confundido esas bestias…

Rolo: Deje, Caito, no vale la pena el recuerdo…

Caito: Ahora están cambiando las cosas. Yo me desvanezco y Ulises nos contó eso de que los que vivieron aquí saben quiénes somos. Si hubiese prestado atención, me habría enterado de algo sobre el tal Caito. En una de esas Martin y Lola, sabían algo, y nunca les preste atención. En una de esas saben algo de mí, o de Caito.

Algo sobre él… ¿Por qué?… ¿Por qué esos hijos de puta me sacaron del ensayo para meterme en ese baúl?

Me metieron esa bolsa en la cabeza, un trapo horrendo con olor a miedo…

Me patearon las costillas. En todos lados me patearon. Un hombre no le pega en los huevos a otro hombre… No hay razones para que alguien haga lo que estos hacían…

Me gritaban…

Que hablara… “Habla… habla… cantate algo” Unos nombres.

Yo trataba de explicarles, que yo no era Caito… que conocía toda gente de Tucumán…

(Caito grita. Revive el momento)

“No soy Caito, señor… Está confundido, señor… No me pegue, por favor…”

(Ulises toma el rol del secuestrador)

“¡Callate, pendejo de mierda! ¡Esta cagadito el zurdito! Acá vas a cantar si o si… Nos vas a dar todos los nombres de los camaradas hijos de puta esos, con los que andas”

(Rolo por su parte representa a otro secuestrador)

“Mirá, Caito… Vos nos das unos nombres, nosotros los vamos a buscar y listo, querido. Después salimos a pasear, nos mostras quienes son, o donde andan… Y listo, camarada. Para que te haces pegar al pedo. Mirá que éste se saca todo… todo… todo…”

(Transición)

Caito: ¿Qué podía decirles yo? No sabía nada. Ni siquiera conocí al tal Caito. Y se les fue la mano. Y me mataron como si yo fuera Caito. Y acá quede,… como Caito.

Rolo: Ya pasamos muchas veces por esto Caito. No creo que sirva de algo.

Ulises: Déjelo, Rolo. Las cosas están un poco raras…

(Transición)

Rolo:… Siempre me molesto “No saber qué hacer”…. Una impotencia tremenda…

Caito: ¿Usted, sin saber qué hacer?… Usted siempre sabe qué hacer, Rolo.

Rolo: No es tan simple…. (Transición) Me angustiaba, estar en presencia de cosas maravillosas y no saber nunca ¿qué hacer? Sentado en la arena, ante la inmensidad del mar… con el agua serena y turquesa, delante de mis pies… la brisa en la cara, la mujer amada a mi lado, el sol fundiéndose en el límite del mar… Y frente a todo eso, yo nada. No sabía qué hacer. Ustedes me podrán sugerir: Bese a esa mujer Rolo, métase en el mar y haga la plancha, pinte un cuadro…. Todo muy simple. A mí me hubiera gustado saber ¿qué hacer? ante tanta belleza. Me pasé la vida parado frente a cosas, buscándole utilidad. Pensando que no las estaba aprovechando en su plenitud… Y cuanto más hermosas eran, más me angustiaba.

Ulises: ¿No le alcanzaba con la contemplación?

Rolo: Por lo visto, no.

Caito: Un racionalista, buscando utilidad para todo…

Rolo: Posiblemente… (Transición) Sin embargo ese día…

Caito: 16 de junio de 1955…

Ulises: No interrumpa, Caito…

Rolo:… 16 de junio del 55. Inolvidable. Yo estaba particularmente receptivo a cada cosita: lo crocante de la tostada, el cantito del pajarito del vecino, la musicalidad de esta ciudad… (Se para en un punto del salón) en este rinconcito el piso crujía bajito, y yo lo escuchaba como si una puertita se abriera. Se puede decir, que era un día particular. El día en el que había descubierto el gusto de la contemplación. El placer de ser solo un espectador. Estaba demasiado sensible. Se podría decir que los escuche venir desde kilómetros… Todos sabíamos que en cualquier momento se venían con todo. Todos sabían que de una y otra forma iban a hacer estallar todo, que… ¿Pero de esa manera? ¿Qué podía imaginarse uno, tanta bestialidad?… ¿Cómo imaginar esa forma de hacer las cosas?… ¡Bombas…! Muchísimas bombas cayendo sobre la gente. Nuestra gente, nuestras bombas. Bombas para sacar a un hombre de un lugar, un lugar que muchos hombres le habían dado. Yo ni siquiera era… pero no hay derecho. Casi mil heridos. Trescientos cincuenta muertos…

Caito: Y usted….

Rolo: No, yo no entré en ese número… Me caí de culo aquí mismo, con la taza de café en la mano… Un dolor en el pecho, la pisada del elefante, como le dicen. Se me rompía el pecho… como si tuviera el pecho armado de tablitas. Muerto de miedo, de odio… en plena contemplación.

Caito: Por esa época tenía dos añitos… Mi viejo nunca dejó de contarme la locura de ése día… “usaron bombas para sacar al General…”

Ulises: Va más allá del General, Caito. Las bombas caían sobre la gente… mientras el “tal” general estaba lejos de ahí…

Caito: ¡Qué cosa, Ulises!… ¡Ni de cuco se le va lo gorila…!

Rolo
(Ríe): Yo fui una víctima secundaria

Ulises: Daños colaterales…

Rolo: Nadie se dio cuenta, tardaron tanto en encontrar mi cuerpo, con la taza en la mano… “¿Y a éste qué le pasó?” ¿”Qué habrá visto?…

(Caito ríe. Dispara una risa contenida. Ulises lo desaprueba. Rolo no se muestra afectado, sonríe también)

Rolo: Tiene razón…es una imagen muy fuerte…

Caito: ¿Por qué me estoy desvaneciendo, muchachos?

Rolo: Lo deben estar evocando Caito, es eso. El punto doce. Lo están evocando y está pasando.

Caito
¿Por qué yo y ustedes no…

Rolo: Yo no soy nadie, Caito. Nunca fui nadie. Me creía mucho, allá en Uruguay, y me vine solo para acá… y los dejé. Y se enojaron ¡Pobre viejo! Me borraron de apoco, hasta que me olvidaron. No me puedo quejar, logré lo que quería. Así, lo estoy pagando.

Ulises: Ni él (Mira a Rolo) ni yo éramos como vos. Lo tuyo es injusto, pibe.

Rolo: Egoístas, miedosos, avaros, mentirosos… Nosotros estamos pagando, seguro, nuestros actos, nuestra forma de ser. Usted está pagando, por algo que nadie entendió. Usted está pagando en lugar de Caito, por algo que él tampoco hizo. Víctimas. El costo de la injusticia lo ha dejado en éste lado. Supongo que cuando se haga justicia, usted pasará.

Caito: Me hicieron eso, y ahora me están haciendo esto… ¿Qué me están haciendo pagar ahora?

Rolo: Veremos Caito.

Ulises: Ratas tratando a la gente como lo que ellos eran: ratas…

Caito: ¡Ratas…!

Ulises: Era una metáfora…

Caito: Las ratas pueden darnos una mano… ¿O no Rolo?

Rolo: No exactamente. Se nos comunicó que, entre los animales, solamente algunos son permeables a nosotros. Punto 10. Las ratas son los únicos animales que nos hacen caso, que podemos entrenar para algún propósito.

Ulises: ¿Qué tipo de propósitos?

Rolo: Para hacer cosas que nosotros no podemos hacer…

Caito: Las podemos entrenar, para lograr algo. En una de esas nos dan una mano con mi temita. (Transición) Ulises, usted sabe que Martin se queja siempre, que en el lavaderito hay una rata…

Ulises: Sí… ¿Y?

Caito: ¿Cómo, “y”? Ahí tenemos un bicho para domesticar, para convertirlo en un soldado nuestro… Podemos hacer muchas cosas…

Ulises: ¿Qué cosa no? Tanto tiempo juntos y parece que no sabemos todo de todos. Les confieso algo…

Caito
(A coro con Ulises): Siento repulsión por las ratas…

Ulises (Enojado): ¿Otra vez, Caito?

Caito: No, esta vez no sabía lo que iba a decir. Me pasa lo mismo que a usted. Soy fóbico a las ratas. Allá en Tucumán había…

Rolo: ¡Un momentito! Caito, usted está proponiendo una tarea imposible de llevar a cabo. ¿Cómo vamos a entrenar a un bicho, si ninguno de nosotros podemos acercarnos? (Transición)… Sí, no me miren de esa manera. Yo ni en fotos los puedo ver. Fui mordido por una “de esas” a los ocho. No nos hace falta la opinión de Martin, sabemos los tres que hay un roedor en el lavaderito. Aunque nos hagamos los tontos sabemos los tres que está ahí. Lo escuchamos, se asoma cada tanto, nos espía. Le falta llamarnos al bicho de mierda ese. Se divierte con nuestras reacciones. Yo muchas veces pensé en tener un animal amaestrado que nos dé una mano. Es injusto. Si pudiéramos con los gatos o con, las marmotas, de las palomas. ¡Justo ratas! Como si no tuviéramos bastante suplicio.

Caito: ¡Yo me animo! Algo hay que hacer, carajo. Estoy desapareciendo… (Transición) Esperen ¿Y si no me ve?

Ulises: Todavía se te ve bastante bien, Caito. No busques escusas.

Caito: ¿Escusas, yo?…

(Caito toma coraje, los otros lo animan. A la carrera se dirige al lavaderito. Transición. Sus compañeros lo esperan un tanto ansiosos. Caito regresa corriendo impresionado. Lleva puestos unos pantalones negros. Sus compañeros una vez más, no pueden disimular su asombro, y lo miran un tanto atónitos)

Caito: ¡No es una rata…! Es una especie de nutria o castor. Es enorme esa mierda… (Transición)… ¿Empeore?

Ulises y Rolo: ….

Caito
(Se sienta, abatido): No hay que engañarse… ¡Qué rata, ni que ocho cuarto! Si no sabemos cuánto tiempo nos queda (Se mira) Cuanto tiempo me queda.

Rolo (Se acerca, contenedor. Duda si colocarle una mano en el hombro o no. Se genera una incomodidad): Lo están rememorando. Quizás no sean malas noticias. En una de esas lo están buscando, Caito…

Caito: ¿Quién?… ¿A mí o al verdadero Caito?

Rolo: No lo sé. Algo está pasando ahí, entre los vivos. Algo están removiendo, que lo está haciendo pasar a otra instancia…

Ulises: Quizás la instancia definitiva Caito… ¡Qué suerte, pibe! Animate…

Caito: ¿Y si es otra cosa? (Transición) Si solamente me estoy disolviendo, y listo.

Rolo: La lógica mística planteada por la mayoría de las corrientes religiosas, filosóficas, sociológicas y antropológicas, plantea que usted estaría en la actualidad, junto con nosotros, en una instancia previa a la definitiva. Una antesala.

Caito: ¿Y si la definitiva fuera la opción mala? El Churrasco.

Rolo: No lo creo…

Ulises: Ni en pedo, Caito, por lo poco que lo conozco, yo aseguraría que usted va a la opción buena, El Algodón, si es que existe… Además si usted hubiera estado destinado a la mala, pasaba como chifle rumbo a la parrilla. El Churrasco. Ni lo dejaban acá.

Rolo: Que forma tan terrenal de explicar algo tan particular, Ulises.

Ulises: No podemos andar con eufemismos, el pibe esta cagado hasta las patas. No es fácil diluirse en portales que uno ni idea tienen dónde, cómo, ni que son. Yo me juego que éste sigue para el lado de El Algodón y no de El Churrasco. Es mi forma de contenerlo.

Caito: ¿Qué estarán haciendo con mi evocación? ¿Por qué no habrá pasado antes? (Transición) ¿Y ustedes…

Rolo: Prefiero no hablar de eso… ya le dije que logre mi misión. Me borre.

Ulises: No le gustaría saber, como me deben estar recordando los que se acuerden de mí… Digamos que la frase seria: “De ése ni me hables”

Caito: ¿Y Marina?

Ulises: Me consuela pensar que Marina, me niega, porque le duele recordarme. Es poético y me cierra.

Rolo: No especulemos. Es muy difícil que sepamos que hacen los vivos con nuestros recuerdos… de que forma nos evocan o condenan a estas instancias. Lo importante es que a usted Caito, lo están haciendo circular… ¡Se acabó su estanco…! Festejemos.

Ulises: ¿Cómo…? ¿Jugando al dígalo con mímica… o a correr la rata enjabonada?

Rolo: No. (Transición) ¿Se acuerda los habanos esos que fumaba el papá de Martin? Esos que guarda de recuerdo en la mesa de luz. Yo creo que si prendemos uno de esos nos debe hacer el mismo efecto que los sahumerios…

Caito: ¡Nos colocamos con un habano!

(Caito sale corriendo a buscar el habano. Cuando vuelve ya lleva un pasamontañas negro en la cabeza, solo se le ve parte del rostro)

Caito: Acá lo traigo… lo prendí con el calefón.

Rolo: Caito, usted está…

Caito: Ya me imagino, Rolo, no se haga problema…

(Ponen el habano humeante en medio de los tres. Al instante se manejan como si estuvieran embriagados)

Ulises: Los voy a extrañar, muchachos. Es horrible lo que voy a decir, pero ojala algún día venga otro cuco como usted…

Rolo: ¿Se está escuchando, Ulises?…

Ulises: Sí… dije “cucos”.

Rolo: No Ulises dijo algo políticamente incorrecto… una boludes (Rie)

Ulises: Es verdad, mejor no desearle esto a nadie. Mejor que quedemos solitos usted y yo, Rolito. ¡Rolito,… cómo el hielito! (Ríe)

Caito: ¿No me ven?

Rolo: Ya, casi, nada.

Caito: Entonces no se pongan tristes, muchachos: Ojos que no ven, corazón que no siente.

(Ríen)

Caito
(Un tanto embriagado. Recita):

Caito
(Como: Horacio en Hamlet): “Es muy parecido. Su vista me conturba con temor y asombro…”

Rolo
(Como: Bernardo en Hamlet): “Querrá que le hablen”

Ulises
(Como: Marcelo en Hamlet): Pregúntale, Horacio.

Caito
(Como Horacio al Fantasma).- ¿Quién eres tú, que usurpas este tiempo a la noche, junto con esa presencia noble y guerrera que tuvo alguna vez el difunto Rey de Dinamarca? ¡Por el cielo te lo pido, habla!

Ulises
(Como Marcelo): Parece que está ofendido.

Rolo
(Como Bernardo): Miren, se va enojado.

Caito
(Como Horacio) ¡Detente! ¡Habla, habla! ¡Te lo pido, habla!

Rolo
(Fuera de personaje): Y el fantasma se va…

OSCURIDAD TOTAL

(Sonido de personas entrando en el departamento. Son varias personas hablan en forma fría, protocolar. Parece un allanamiento, o un grupo de investigadores)

Vos de hombre: Según las investigaciones el 28 de marzo de 1976, José Alberto (alias Caito) fue traído hasta este departamento en un operativo conjunto, aun no podemos especificar que fuerzas intervinieron. Los datos y algunos testigos dicen que en esa sola oportunidad se registraron movimientos extraños en este domicilio. Durante esa sola jornada se escucharon ruidos fuera de lo normal, y movimientos extraños. Para la madrugada del día 29, ya no se volvieron a escuchar ni ruidos extraños, ni se registraron movimientos fuera de lo cotidiano.

Otra voz femenina: Pero después de tantos años hemos llegado a la conclusión que en realidad no era José Alberto (Caito) el joven que fue secuestrado , detenido, torturado, y asesinado en este departamento. La victima en cuestión se llamaba Mario Luis, 24 años, tucumano, recientemente mudado a la Capital. Secuestrado, confundido con Caito, mientras participaba por primera vez de un taller de teatro, en una sala céntrica…

Vos femenina: Entonces: ¿José Alberto?

Vos masculina: José Alberto. Sigue desaparecido, para nosotros. Habrá que seguir buscando, como siempre, por todos lados, y a todos lados

Vos Femenina: ¿Y los familiares de Mario Luis?

Vos masculina: Hasta ahora no hemos podido localizar a nadie, ni siquiera estaba siendo buscado. Se podría decir que comenzó a existir cuando lo encontramos nosotros.

Se oye la voz de Ulises en la oscuridad: ¡Mario Luis!… Lindo nombre pibe.

Caito: Gracias, Ulises…

Rolo: Vaya en paz Mario “Caito” Luis….

Vos masculina: ¡Que frio hace en este departamento!…

FINAL

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